En una habitación con poca iluminación, solo se podía observar una simple luz encendida, la de un monitor, en ella no había nada más que un simple programa abierto mostrando lo que parecía ser una carta, enfrente estaba sentado un joven que mantenía la cabeza agachada, sujetándosela con ambas manos, no se sabía el motivo por el que estaba así, ya poco a poco se fue acercando hasta ver el contenido de aquella carta digital, una que agradecía a una persona por haber sido el apoyo de un grupo de chicas que tuvo muy poca esperanza de vivir después de varios acontecimientos, al final solo dictaba unas cuantas palabras.

"Gracias por haber sido parte del club de literatura"

- … Por qué… eso fue… demasiado cruel… ellas no merecían acabar de esa forma… - El joven no tenía fuerzas para levantar la vista al monitor. El juego abierto era Doki Doki Literature Club, se le fue recomendado hace una semana y lo probó solo por curiosidad, jamás se imaginó que acabaría completamente envuelto en la historia, conforme más tiempo pasaba y veía, peor se fue haciendo la situación, ahora que terminó el juego, sentía un vacío como nunca en su vida. – (Esto no puede acabar así… no debe de terminar de esa forma…)

Llegó la mañana, se le hizo pesado levantarse, pero tenía que ir a la escuela. Todo su cabello estaba revuelto, se sentía bastante cansado, su mente no pudo descansar como quiso después de terminar el juego, fue al baño para verse en el espejo, estaba hecho un desastre.

- … No puedo salir así…

Hizo todo lo posible por verse de forma decente, al menos para bajar a desayunar, su madre ya había preparado el desayuno para él, su padre trabajaba desde temprano por lo que no lo veía sino hasta regresar de la escuela.

- Ramón, apúrate para que no llegues tarde.

- Si mamá.

Ramón Flores Gonzales, joven de 17 años proveniente de Oaxaca, de piel trigueña, cabello castaño y ojos color piel, tiene un cuerpo esbelto, no muy flaco ni con tanta musculatura. Su mente estaba divagando bastante después de haber acabado Doki Doki, nunca pensó que una simple recomendación de un amigo le llevaría a viciarse demasiado, ahora no lograba pensar en nada más que el juego, sobre todo en las chicas, los tristes destinos que ellas sufrieron, sin que lleguen a conocer la verdadera felicidad, todo en un bucle de desgracias que nunca terminará…

- ¿Ramón?

- ¿Si? – La voz de su madre lo despertó de sus pensamientos.

- No te distraigas, recuerda que debes llegar a la escuela.

- … Sí. – Se apuró a desayunar los huevos revueltos que le había preparado, el final del juego fue impactante para él, pero era solo eso, un juego, no es como si pudiera hacer algo para cambiar las cosas, ya estaba programado de esa forma por los creadores. Alejó esos pensamientos para seguir con su vida diaria, se vería como un completo raro si está deprimido por un juego, debe de seguir adelante.

Finalmente terminó de desayunar y salió para irse a la preparatoria, no es una que se encuentre bastante lejos por lo que solo le tomaba un autobús para poder llegar. Con los audífonos puestos y la música sonando, comenzó su ida; no le tomó más de 15 minutos para llegar, una vez se bajó, solo caminó unos cuantos metros hasta llegar.

- Ey Ramón. – Otro joven se pasó a su lado, dándole una palmada en la espalda. – Buenos días.

- … Buenos días Pedro…

- ¿Qué sucede? Te ves cansado.

- No es nada… simplemente que finalmente ayer terminé Doki Doki.

- Oh. – El joven de cabello negro exclamó. – Así que ya lo terminaste ¿Qué tal? A que no está bueno.

- Pues sí, tiene una historia muy llamativa, pensé que era otro de esos juegos simplones con mucha lectura, jamás me imaginé que iba a adentrarme en la historia.

- Ya lo sabes bro. – El joven sonrió. – No por nada es un juego muy popular, con todos los videos que tiene en youtube, es una de esas joyas que se debe de disfrutar una vez en la vida.

- Es cierto. – Ramón soltó un suspiro. – No sé cómo no pude haberlo jugado antes.

- Y bien ¿Quién es tu favorita? – Preguntó Pedro esperando algo. – A mí me gusta bastante Natsuki, es pequeña, pero tiene carácter, y esa historia que tiene, no me la imaginé.

- … No es que tenga una preferida, todas me agradan por igual, también Monika, aunque fue la causante, tuvo sus motivos… todas deberían de ser felices. – Suspiró, su amigo le vio de forma extraña.

- … Bueno, tienes razón, pero nada quita que hayan estado locas y la razón de ser del juego son todas esas cosas que rompen la cuarta pared, si ellas pudieran ser felices sin que nada pasara, sería un juego más del montón, eso es aburrido. – Ramón reaccionó abriendo los ojos, apretó su puño, más buscó calmarse, tuvo que sonreír.

- Es cierto jaja, es un excelente juego tal y como es, gracias por recomendármelo.

- No fue nada bro, ya sabes que, si quieres otras joyas, puedes decirme.

Después de eso entró a su salón, no recuerda nada de lo que vio en sus clases, su mente siempre estuvo pensando en Doki Doki, como no pudo hacer nada para que las chicas del club pudieran ser felices, la espiral de desgracias siempre les acompañaría sin importar cuantas veces reinicie el juego desde cero. Era bastante extraño, él normalmente no era de preocuparse demasiado por una cosa en común, era más espontaneo, disfruta las cosas en el momento, ya tenía la mentalidad que jugar Doki Doki iba a ser algo del momento, pero aquello le dejó una cicatriz más profunda de la que pensaba, era la primera vez que se sentía de esa forma con algo en particular.

Una vez terminaron las clases, ya quería ir a su casa, Pedro lo invitó para ir a jugar a las maquinitas, pero no tenía ganas, más bien su humor no era el idóneo para ello. Quería despejar su mente de alguna forma, no iba a ir a su casa al instante, estaba seguro que, al encender su computadora, vería el icono del juego y le haría recordar todo, tomó un pequeño desvío.

Empezó a caminar por las calles, quería un ambiente para relajarse por lo que se dirigió al parque, al menos ahí, con tanta gente, no iba a quedarse pensando el juego y, quizás hasta llegue a olvidarlo. Una vez llegó era evidente la cantidad de gente caminando, algunos puestos de comida como helados estaban ahí, niños jugando y personas paseando a sus perros. Fue a sentarse a una silla sin decir nada, por lo menos el ruido y el ambiente le distraían lo suficiente.

- Supongo que es mejor así… - Sentía como poco a poco los pensamientos negativos empezaban a alejarse, a decir verdad, ya se estaba sintiendo un poco mejor. – Bien, ni yo sé por qué empecé a deprimirme por una razón como esa.

- Cada persona es distinta respecto a sus preocupaciones. –Escuchó una voz a su lado que lo asustó, saltó bastante sorprendido mientras veía de quien se trataba. No supo en que momento llegó, ahí se encontraba un hombre de cabellos grisáceos, ojos morados y piel blanca, casi como si fuera un extranjero, llevaba una gabardina de color blanco y guantes negros, para Ramón no le parecía alguien de fiar. – Lamento si acabé asustándote.

- … No es nada. – Se mantuvo alerta, el hombre sonrió, ahora que lo observaba, se veía bastante joven, él pensaba que quizás estaba en sus veinte apenas. Volvió a sentarse manteniendo su distancia.

- No es necesaria tanta precaución, no muerdo. – Soltó una risa jovial, Ramón seguía sin estar seguro. – No me he presentado aún, soy Axel Smith, mucho gusto conocerte.

- … Ramón. – Fue todo lo que dijo, observó la mano extendida de Axel, dudó si dársela, de cualquier forma no podía dejarlo colgado, se dieron un apretón.

- Es raro que un extraño de la calle te hable de repente ¿no? – Soltó una risa el peligris. – Descuida, entiendo la sensación, solo quería tener alguien con quien hablar, y verte aquí deprimido hizo que quisiera acercarme.

- … No es por ninguna razón, no es nada interesante como para que alguien se interese, ya sabes, delirios de adolescente.

- ¿Estás seguro? Puedo ver por tu rostro que realmente tienes algo, quizás sea complicado hablarlo con tu familia o amigos pero seguro un extraño podrá escucharte mucho mejor, no tengas miedo de expresarte. – Por alguna razón Axel se veía como alguien confiable, su sonrisa era afable y realmente sentía que podía hablarle de sus preocupaciones, apretó los labios.

- … ¿Has sentido alguna vez la sensación de querer cambiar algún evento triste? Digo, por ejemplo, que alguien cercano a ti tenga un accidente y haya muerto, no pudiste hacer nada para evitarlo, pero de repente se te diera la oportunidad de hacerlo, por más imposible que sea. – El adulto no dijo nada, limitándose a escuchar. - … He llegado a sentirme así últimamente, me gustaría cambiar algunas cosas que han sido malas, no me refiero a cosas como el narcotráfico o secuestros, tampoco quiero llegar tan lejos… pero sí quisiera evitar desgracias cercanas a mí, cambiar el destino de algunas personas que parece imposible de evitar, como si estuviera programado ya de antemano que esa persona va a sufrir sin importar lo que yo haga, quiero encontrar una forma de que eso pueda ser posible… es una tontería ¿cierto?

- … No lo veo de esa forma. – Ramón lo vio sorprendido. – En realidad me parece un acto noble de tu parte, si bien es cierto que hay desgracias inevitables, el querer luchar contra ellas, como si tu vida dependiera de ello, es lo más heroico que he podido escuchar, ciertamente es estúpido, pero habla bastante de ti como persona, alguien noble y amable que haría lo que fuese por sus seres queridos, puedo decir que respeto eso de ti… ahora ¿puedes decirme a que en específico quieres cambiar?

Ramón se quedó callado, le daba vergüenza decir la verdad, pero quizás si es ese hombre, no iba a haber algún problema.

- … Se trata de un videojuego… - Axel no dijo nada, por unos segundos parpadeó sus ojos, en ese momento empezó a reír, Ramón se puso completamente rojo. - ¡Lo sabía, es una estupidez después de todo!

- No es eso. – Axel finalmente se calmó, limpiándose una lagrima. – Admito que me sorprendió un poco que se tratara de un videojuego, no estoy haciendo de menos tus preocupaciones… ¿de qué videojuego se trata?

- … Se llama Doki Doki Literature Club, es una historia de un club de literatura conformado por cuatro chicas, todas ellas son bastante amables a su propio modo, pero ocurren cosas extrañas, todas ellas terminan sufriendo, incluso una que era la causante de todo el mal sufre, al final todo acaba de forma infeliz para ellas… eso me dejó un sentimiento bastante fuerte, algo que quisiera cambiar.

- Ya veo… si, realmente parece imposible, el juego está programado para que las chicas sean infelices ¿no? – Ramón asiente con la cabeza. – Cambiar algo así no es algo que una persona normal diría.

- Lo sé, pero es que ese juego dejó esos sentimientos fuertes, realmente desearía encontrar una forma de que ellas puedan ser felices, haría lo que sea para conseguirlo.

- Lo que sea… - Axel se quedó viéndolo, en ese momento se levantó del asiento. – Me gustó escucharte hablar, supongo que te debes de sentir un poco mejor.

- Sí… siento que todo lo que tenía dentro ha sido liberado, al final no es algo que pueda hacer, eso lo entiendo.

- Bueno, puede suceder de todo ¿no es así? - Ramón le observó de forma extraña, el peligris soltó una pequeña risa. – No es nada, simplemente pensaba. Fue un gusto conocerte.

Después de ello se fue, Ramón volvió a quedarse solo, se le hizo extraño como tomó con bastante interés su plática a pesar de ser una tontería.

- Supongo que debe tener mucho tiempo libre. – No pensó nada más después de ello, ya empezó a regresar a su casa.


Llegó justo para almorzar, una vez comió, regresó a su habitación para encender su ordenador. A pesar de todo no podía sacarse de la mente la plática que tuvo con Axel, si realmente existiera una forma de que pueda cambiar las desgracias ocurridas en el juego, salvar a las chicas lo haría bastante feliz, se habían ganado su cariño después de haber jugado. Se recostó en su cama para mirar al techo.

- Chicas… realmente quiero salvarlas… sin importar que… - Extendió su mano, formando un puño. – Puede que me llamen raro por querer salvar a personajes de un videojuego, pero es lo que siento realmente… solo quiero una oportunidad… prometo que voy… a cambiar… sus destinos…

Empezó a tener sueño, no podía mantener abiertos sus ojos por más que quisiera, al final no pudo ganarle al sueño, cayendo dormido, casi era como si… lo hubieran puesto a dormir…

Su mente empezó a aclararse, tenía la vista nublada, se sentía como si hubiera dormido por una semana entera, intentó mover su brazo, acto que se le dificultó un poco.

- … Donde estoy… - Una vez su vista se aclaró, vio al frente, tenía el techo como siempre. – Es solo el techo… - Empezó a levantarse, algo que se le hizo bastante complicado, frotó sus ojos. – Mierda, mi cuerpo se siente pesado, no puedo creer que cayera dormido en la tarde… un momento. – Una vez su mente se aclaró observó a sus alrededores, esa no era su habitación, era muy diferente de la suya, esta tenía un gran estante a un lado, la posición de su cama era distinto, el color de las paredes también, y su ordenador estaba la izquierda, incluso la puerta estaba en una posición distinta. – Que rayos.

Se levantó de repente, su cuerpo seguía entumido pero ignoró eso, empezó a ver a los alrededores, era una habitación completamente diferente de la que conocía. Asustado salió de ella para ver el resto de la casa.

- ¡Mamá! – Llamó a su madre para no recibir ninguna respuesta, bajó a la cocina la cual también había cambiado, esa no era su casa, estaba en una totalmente diferente, y además estaba solo, su familia no se encontraba en ninguna parte. – Que fue lo que sucedió…

Regresó a la habitación, no tenía ninguna idea de lo que estaba sucediendo, estaba en una casa completamente diferente, muy pocas opciones pasaban por su cabeza ¿era un secuestro? No podía estar seguro, además no es que fuera alguien de valor, por ahora estaba más preocupado por su familia, su madre podría estar sufriendo por su desaparición.

- De momento debo calmarme… veamos que hay aquí. – Observó el ropero que había en la habitación, lo abrió, observando que había ropa ahí, incluso había un uniforme escolar colgando. – Este no es mi uniforme, se ve distinto… - Sacó su celular para checar la hora. – Las siete de la mañana… rayos, dormí más de 12 horas, incluso me perdí la cena.

No era momento para preocuparse por eso, lo que realmente importaba es donde estaba, quien lo llevó ahí y por cual razón, al menos no encontraba a nadie en aquella casa, estaba solo, no era un rehén o parte de un secuestro.

- … Quizás deba ir a la escuela, quizás obtenga pistas. – No tuvo otra opción, sacó aquel uniforme para ponérselo, se sorprendió al ver que le quedaba, estaba hecho a su medida, se observó en un espejo que estaba colgando en la pared. – Bueno… no está mal, está más bonito que el de mi prepa.

Bajó las escaleras de la casa, fue a la cocina para ver el refrigerador, estaba completamente lleno, no pudo ver más, solo sacó un vaso de leche para tomarlo antes de ir, no quería llegar tarde.

Salió de la casa, esta era de color crema con una fachada que le recuerda a las típicas casas de Estados Unidos, incluso ahí tenía las llaves las cuales agarró. Cada vez se le hacía más extraño el panorama. Las calles también eran distintas, no como las que siempre recorría, todo era nuevo para él, pero extrañamente le recordaba a algo.

- Siento que conozco este lugar… no sé por qué… pero se me hace familiar.

- ¡Eeeeyyy! – Escuchó una voz a sus espaldas que se acercaba, sorprendiéndole, era una voz femenina, volteó a verlo, en ese momento sus ojos no podían creer lo que estaba viendo. – Jooo, no deberías apurarte… jeje, bueno, igual estoy un poco tarde.

Una chica de estatura algo corta, cabello rosado, ojos azules, llevando un uniforme de una blusa café con un lazo rojo en su pecho y falda azul, reconocía esa figura bastante bien.

- … Sayori…

- ¿Hmmm? – La chica ladeó la cabeza con una sonrisa. Ramón no podía entenderlo, tenía a Sayori frente a él, la verdadera Sayori, no se veía como un cosplay o algo por el estilo, la altura, las expresiones, todo era real. - ¿Hola? ¿Ramón?

- ¡¿Eh!? – No solo estaba enfrente de la verdadera Sayori, también conocía su nombre, ahora las cosas eran más confusas para él. – (Ella es Sayori, en carne y hueso, además de estas calles… ahora lo recuerdo, son el fondo del juego de Doki Doki, eso significa que… estoy dentro del juego)

- Ramón, debemos apurarnos, llegaremos tarde a la escuela. – La pelirrosa lo sacó de sus pensamientos, Ramón agitó su rostro. – Jeje, que gracioso como agitas tu cabeza.

- Lo lamento Sayori, mi mente divagaba. Estamos tarde ¿no?

- ¡Es cierto! – Gritó la chica, tomando la mano de Ramón. – Todo porque me quedé dormida, no puede ser, debemos llegar rápido.

- Ok, solo no me jales fuerte. – Los dos comenzaron a correr, Ramón pensaba dentro de sí en lo gracioso que era, prácticamente está en el comienzo del juego, aunque sus acciones cambiaron un poco en cuanto a los diálogos. – (Parece que no tengo que seguir al cien por ciento el guion, entonces puedo actuar según como quiera…)

Ahora que observaba el mundo era mucho más vivo de lo que pensaba, el juego solo tenía imágenes de las cuatro chicas, por lo que todo parecía muy solitario siendo solo ellas, ahora las calles también contaban con estudiantes, había gente de verdad haciendo su camino al instituto del juego, todo era sensaciones nuevas para el castaño. A duras penas lograron entrar, los dos respiraban agitadamente por el esfuerzo.

- Parece… que lo conseguimos… - Sayori se apoyaba en sus piernas, tratando de recuperar el aire, no por ello dejaba de sonreír. – No es algo que ocurra muy seguido ¿verdad?

- Lo dices como si no tuvieras la culpa… - Trató de defenderse Ramón. – No soy el único que se quedó dormido.

- No tienes que recordármelo. – Infló sus mejillas haciendo un puchero, acto que a Ramón le pareció gracioso. – Eso no importa ahora, debemos ir a nuestro salón, no quiero tener falta.

- Es cierto. – Ambos fueron al salón. La estética realmente era como las escuelas japonesas, el salón era el mismo fondo del juego, solo que verlo tridimensional le hacía apreciarlo más.

En el juego era fácil saltarse de una escena a otra, ahí no era igual, tuvo que tomar las clases como cualquier otro alumno, incluso al pasar lista el profesor tenía su nombre. Según la historia del juego, él, como protagonista, ya llevaba asistiendo un tiempo, vive en esa ciudad, no hay mucho trasfondo sobre su familia ficticia por lo que debe vivir solo, el juego nunca metió importancia en una historia para un protagonista sin rostro por lo que podía inventarse cualquier cosa y sería tomado como cierto.

Las clases terminaron, Ramón estiró sus brazos para aliviar la tensión, sus recuerdos del juego eran recientes por lo que sabía lo que iba a llegar.

- Ramón. – Como supo, Sayori se presentó frente a él, sonrió para sus adentros por ir demasiado adelantado a las intenciones de su "amiga de la infancia" - ¿Podrías permitirme un minuto?

- ¿Qué quieres? – Preguntó, intentando sonar lo más aburrido posible, al menos quería imitar al protagonista en esa parte.

- Es solo que… aun no estás en ningún club ¿cierto?

- Bueno… no estoy en ninguno, tampoco es como si me importara ahora mismo querer entrar a un club.

- Bueno… - Sayori se veía nerviosa, jugaba con sus dedos, obviamente quería preguntar algo. – Pues, si no te molesta… quisiera saber si puedes ir a visitar el club donde estoy.

- ¿Eh? ¿Y por qué?

- No es por nada, solo quiero que puedas hacer más amigos, y unirte a un club es la mejor forma en que puedas lograrlo, pasas mucho tiempo encerrado en tu habitación y no es bueno.

- Viéndolo de esa forma, es verdad… solo para saber ¿de qué trata tu club?

- Bueno. – Sayori le vio con una sonrisa. – Estoy en el club de literatura.

- ¿Ah? – Expresó Ramón haciendo una mueca de aburrimiento. - ¿Literatura? Lo siento Sayori, pero leer no es realmente algo que me interese, si me uno a un club, iría por el de anime.

- No seas malo. – Expresó un puchero Sayori. – Realmente me gustaría que estemos en el mismo club, ya es tiempo de que abandones tu cueva. – Ella decía eso pero Ramón la observó sudar.

- En realidad hay otra razón ¿no? – Dijo el moreno, causando que ella soltara un pequeño chillido de sorpresa.

- Bueno… en realidad dije en el club que traería a un nuevo miembro.

- ¿Cómo?

- No me culpes, estaba muy entusiasmada y todas realmente están felices de que alguien se una, incluso Natsuki hizo cupcakes para celebrar con el té. – Ramón soltó un suspiro.

- Está bien, iré a ver. – Brillitos surgieron alrededor del rostro de Sayori. – Pero solo será eso, comeré un cupcake y listo ¿entendido?

- ¡Yay! – Expresó su felicidad la chica. – No tenemos tiempo que perder, vamos.

- Entendido. – Los dos salieron de la habitación, Ramón sonreía, momentos después se puso serio. – (Así que estoy en el juego, no es un sueño, esto es real… eso significa que puedo hacerlo… lo intentaré… voy a cambiar el destino del club de literatura… lo prometo… y ahora debo decir esto… acabo de vender mi alma por un cupcake)


En una habitación blanca donde solo se encontraban varios monitores, un hombre se encontraba ahí, de cabello gris y traje blanco, Axel Smith estaba al frente observando justo a esos monitores que mostraban cierta habitación.

- Señor Smith. – Un hombre en bata blanca se presentó ante él, haciendo una reverencia. – La inmersión fue un éxito, no hay cambios en sus ondas cerebrales.

- Excelente, entonces todo puede ir bien, sigan monitoreándolo, no me gustaría que ocurra algo imprevisto.

- Así será señor. – El hombre se despidió, quedando Axel solo nuevamente, este sonrió bastante complacido.

- Te lo dije… no hay nada imposible, siempre y cuando tu voluntad sea grande, podrás lograrlo… espero que puedas conseguir tu meta, estaré aquí, viéndolo todo… Ramón.

El monitor mostraba una habitación, en él estaba una cama, justamente Ramón estaba ahí, con varios nodos conectados a su cuerpo y con pantallas mostrando sus signos vitales. Axel siguió observando mientras tomaba una botella de vino para servirse una copa.

- Que el experimento comience.


Ey, aquí vengo con un nuevo fic, en esta ocasión de Doki Doki. Con esta historia tengo muchas cosas planeadas y haré que será muy interesante, en cuanto a los días a actualizar, realmente no tengo idea, así que no prometo una periodicidad como con mi otro fic, pero no lo abandonaré. Espero haya sido un comienzo interesante, y nos vemos en el próximo capítulo. Saludos.