Nota: Me alargué y vendrá lo bueno en el siguiente Y último capitulo que lamentablemente no podré subir hasta mediados de marzo por temas de estudio. Sin más muchas gracias por leer :D


Thor

I.

¿Por qué no se besan?— fue lo que preguntó una pequeña Hela de cinco años. Loki se había atragantado con su Waffle, a Thor se le había olvidado hasta como hablar —Los demás padres lo hacen ¿es porque son chicos? Porque tengo un compañero, Harley Keener que también tiene dos papás y ellos se besan todo el tiempo ¿pasa algo malo? ¿se van a divorciar?

Ni siquiera estamos casados, tesoro— intentó Thor, culpándose interiormente al verla comenzar un prominente llanto. Se la había cargado a lo grande.

Loki de inmediato la calmó en una abrazo apretado y palabras dulces, tras unos segundos le compartió una mirada comprensiva, él siempre sabía como hacer calmar a la pequeña y de paso a él mismo.

Thor admiraba en demasía tal habilidad, Loki era el padre perfecto, adoraba a la criatura y la educaba a la perfección, de hecho, si no fuera porque sabía que venía del cruel útero de su exesposa juraría que Loki la dio a luz. Eran idénticos, incluso en su dulce y retorcida personalidad.

Verás cariño, aún no es legal en este país, pero te prometemos que apenas se pueda tu padre y yo nos casaremos— (Para eso sólo tomó un año para asombro de Loki, y regocijo de su hija. En su interior Thor agradecía que la pequeña tuviera tan buena memoria) —sobre los besos…

Yo sí beso a tu padre— intervino Thor, con una sonrisa conciliadora —sólo que, en privado, no queremos incomodarte, hijita.

Hela debió ver la mentira escrita en su cara por lo que al instante refutó.

No me incomoda. Quiero que se besen y se quieran. Así nunca se separarán— Thor percibió la ansiedad en su voz.

¿Qué pasa, tesoro?

Hay un rumor en la escuela, dicen que dejarás a papá por la maestra de Ciencias.

Mierda.

Loki lo perforó con la mirada, estaba seguro de que apenas Hela desapareciera camino al colegio Loki le gritaría y le arrojaría cuanta cosa corto punzante encontrara. Había roto la regla más importante dentro de su hogar, NUNCA acostarse con alguien cercano a su hija. Por si le preguntaban la maestra no era la gran maravilla, sólo le gustaba porque parecía tan inteligente como su pareja.

Desde su lugar pudo leer en sus labios un clarísimo "estas muerto, imbécil".

Thor temió por su alma.

Loki jamás había cometido tales errores, el mismo Thor no tenía idea de cómo o con quien se acostaba Loki, no es que le molestara… sólo tenía curiosidad.

Oh, Hela— le calmó el más joven —Es imposible que tu padre me deje por una maestrucha de tercera, sólo mírame ¿tu maestra es tan guapa como yo?— La niña negó —Y con tanto estilo— volvió a negar —O más inteligente, tú sabes que tan inteligente soy— la niña asintió convencida.

Tienes razón, papi. Sólo tenía miedo, no quiero que me dejen sola— sollozó echándose a los brazos del más joven, el remordimiento lo estaba matando por dentro, sobre todo cuando la ira se iba difuminando de los ojos de Loki por una profunda decepción, eso no había vuelto a suceder desde que comenzaron a ser pareja.

Para sorpresa suya tras la partida de Hela, Loki no gritó ni le lanzó nada por la cabeza. Simplemente hizo como si nada hubiera sucedido y le envió como cada mañana con su lonchera con almuerzo y un beso en la mejilla.

Con el pasar de los días, pese a que las cosas a todas luces parecían ir bien y bromeaban y reían como siempre, en sus ojos leía la más absoluta y fría ira, de esas que Loki podía guardar por años. La última vez que vio algo así la victima de su furia terminó calva.

Al cabo de una semana Thor ya se sentía paranoico temiendo lo peor cada vez que Loki le devolvía una sonrisa dulce o se ofrecía a ayudarle en labores que no le correspondían.

Hela estaba más que feliz por verlos congeniar tan bien.

La venganza que tanto temió llegó tres semanas más tarde, cuando para su completa incredulidad, Loki decidió asistir a la reunión de apoderados junto a él. Lucía impactante, su piel nívea estaba tan tersa y apetecible bajo una camisa oliva que acentuaba cada uno de sus músculos. Loki no era como él, su cuerpo era menos masa, pero no por ello menos atractivo, tenía algo de andrógino y sensual como ningún otro. Las clavículas de sus hombros quedaban casi a la vista, en un llamado claro, márcame mientras me la metes con todas tus fuerzas. Esos risos rebeldes que desde la infancia había domado con gomina y mucho esfuerza ahora caían tranquilamente enmarcando sus afilados pómulos, libres, salvajes como nunca vio. Y esa mirada, fuego puro, incitando con un solo vistazo a la locura. Thor se sintió de pronto como si sus piernas fueran de hilo, no podía creerse que una criatura tan provocativa pudiera estar amarrada a él. Apenas y pudo contener un jadeo cuando le dio la espalda y se inclinó para besar la frente de su hija.

¡Qué culazo! Thor tuvo que llevarse las manos a los bolsillos para discretamente acomodar su erección.

Condujo en silencio, temeroso y expectante por lo que el más joven haría. Apenas salieron del auto supo que la venganza estaba ahí, pesando sobre su cabeza, en especial cuando todos los padres se detuvieron a mirarlo boquiabiertos. Loki traía una sonrisa dulce, suave e inocente sobre esos labios rojos como si fuera incapaz de percibir las hambrientas miradas sobre su cuerpo. Comenzó a saludar con extremada cortesía y un tinte cadencioso en la voz, Thor juró perder la calma en el momento en que alguno de ellos posó una mano sobre la cadera ajena por más del tiempo correspondiente y simplemente lo arrastró lejos.

Loki conocía su debilidad mejor que él mismo, y es por ello que jamás la había usado en su contra. No, hasta ese momento. Thor era demasiado sobreprotector, odiaba no conocer los amigos de Loki ni que hacía, siempre le puso ansioso no saber si estaba a salvo, haciendo alguna tontería que le pusiera en peligro como solía hacer frecuentemente. Había creído que con el tiempo esas negativas emociones se irían, pero tal parecía que todo se intensificó aún más desde que estaban juntos.

Ahora podía saber con certeza que su sobreprotección se había convertido en una intensa necesidad de control y posesión.

Estar consciente de tales emociones era traer consigo una ola de caos e inseguridades a su vida.

Ya dentro de la sala, en un círculo de padres, Loki fue especialmente amoroso con él, posando su mano sobre su pierna en un claro gesto de poder y sexo, en especial frente a la pobre maestra de Hela (Thor no tenía dudas de que Loki la había investigado por completo). Cada tanto le dedicaba una suave caricia o un susurro afectuoso, y Thor, sabía, estaba totalmente seguro de que todo eso no era más que una mera actuación, pero era incapaz de negarse, de moverse o alejarlo.

Las dos largas horas en que se mantuvieron allí, acaramelados y emitiendo vibras de tensión sexual, fueron el mayor infierno que podría haber vivido, pues no solo estaba luchando contra su cuerpo y el sorpresivo deseo sexual que despertó en él, sino a años de sentimientos fraternos, de una vida compartida y la negación a algo más profundo.

Hey, cariño ¿estás bien?— preguntó Loki con dulzura, sacándolo del trance —Ya todos los padres se han marchado. Sólo quedamos tú y yo, como en los viejos tiempos ¿recuerdas?

Si la maestra de Ciencias seguía allí o no, Thor no podría saberlo, sus ojos no podían dejar de contemplar esos iris verdes azulados y sentir que era la primera vez que le veía de verdad.

Loki lo guio cerca de la mesa de la maestra, antes de sentarse en ella, con las piernas abiertas para él. Thor se posicionó entre ellas como un autómata, aspirando la suave esencia de sus clavículas desnudas.

Él sólo suspiró en respuesta, arqueando el cuello para permitirle un acceso más directo a toda esa piel perfumada y eso fue todo, había sido seducido con apenas un movimiento suyo.

Oh, Loki— susurró con la voz ronca.

Éste posó sus brazos sobre su nuca, acercándoles aún más. No hubo palabras, sólo la sensación de caer contra el vacío y entonces, Loki sacó su burlona lengua, acercó su rostro y le lamió los labios.

Fue imposible no responder a eso, había sido la provocación más sexual de su vida.

Lo besó con desenfreno, sintiéndolo temblar entre sus brazos, entregado a la labor de sólo ser venerado. Lo besó con tanta pasión que apenas y le dio tiempo para aceptar su lengua, y toda su elocuencia. Lo besó como si nunca le hubiera llamado hermano.

No era la primera vez que lo hacía, había tenido la fortuna de robarle su primer beso en el juego de la botella, hacía bastantes años atrás y una bofetada de por medio, pero estaba seguro de que el vago recuerdo de un beso robado y virginal, no podría compararse a ese desborde de emociones que recorrían su cuerpo.

Thor rememoró tantas oportunidades en que deseó a Loki y que su propia mente envió todo ello a una parte oculta en su interior bajo el nombre de prohibido. Allí todo explotó, se empujó contra su pelvis olvidándose de donde estaban y que papel representaban, sólo sabía que necesitaba amarlo, probarlo y marcarlo, para asegurarse que la más mínima posibilidad de escape desapareciera para siempre.

Loki gimió contra su boca entreabierta y sollozó cuando sus erecciones se rozaron sobre la ropa, estaba sonrosado y entregado a él, como fue desde que eran niños y Thor lo eligió su familia.

A lo lejos, alguien se aclaró la garganta y él lamentó separarse de su boca.

La magia se había acabado de pronto y Loki cambió su anhelante expresión por esa ira glacial que llevaba marcada por semanas antes de sonreír a quien fuera que estaba a sus espaldas.

El rubio estaba seguro de que se trataba de la mujer con la que se acostó.

Cuánto lo siento— dijo el pelinegro fingiendo una sorpresa y vergüenza que cualquier persona creería. Era el dios de la actuación —Ya sabe cómo son las parejas jóvenes, somos incapaces de quitarnos las manos de encima.

S-Sí, ya veo— susurró la mujer con la voz cortada.

Thor vio la maldad brotar de Loki, en su expresión suave y su posesividad aferrándole aún por el culo. Debió odiarlo o siquiera sentirse ofendido por ser usado tan fríamente, pero le fue imposible, era esa parte la que más le atraía de él, su vengativo y apasionado Loki.

Lo observó acomodarle la ropa, antes de bajarse de la mesa con una sensualidad ilegal. Por su cuerpo estaba marcado su deseo, en chupetones violáceos y sus labios hinchados, Thor no podía estar más satisfecho de su trabajo incluso si acababa de romper el corazón de una mujer que apenas conocía.

Loki había barrido con ella y con cualquiera que tuviera la intención de competir con él.

Escuché que mi pareja, vino a jugar un rato con usted— le escuchó susurrar contra su oído cuando iban saliendo por su puerta, Thor sintió la tensión contra su mano tomada —No se preocupe, lo comprendo. Después de todo luce deliciosa— Thor horrorizado le observó depositar un beso muy cerca de la boca de la mujer y si no hubiera sido porque lo alejó de ella, el peor de los horrores hubiera sucedido —Adiós, querida, avísame si quieres jugar con nosotros de vez en cuando.

De camino a casa, Thor intentó recordarse con todas sus fuerzas que Loki era lo único que no podía desear.

Nunca lo logró.

Cada día desde entonces anheló volver a saborear esos bonitos labios rojos.

(También aprendió a jamás dudar del poder vengativo del menor).

II.

Cuatro años habían pasado desde entonces, cuatro años que para lo único que habían servido era para recordarle lo tortuosamente cerca que lo tenía y lo fatídicamente lejos que estaba de conseguirlo.

Ya ni siquiera el sexo era suficiente, pues ninguna de las mujeres con las que estaba eran Loki.

—¿Qué te parece si vamos a bailar?— le sugirió su esposo con una sonrisita cómplice, casi seguro de su negativa.

—Está bien— sonrió, extendiendo su mano para total sorpresa del otro. Thor era un pésimo bailarín, pero la sola idea de sentir ese cuerpo suave contonearse contra el suyo podía cambiar su decisión.

El bar como tal no tenía una pista de baile, y ellos ya estaban bastante viejos para bailar borrachos (sólo Loki), además estaban casados y tenían una hija pequeña, y aún así ahí estaban ambos, al ritmo de una canción cadenciosa y bajos que era incapaz de oír por prestar toda su atención a ese hermoso hombre bailándole con coquetería.

—¿Qué?— preguntó Loki riendo ante su tosca danza.

"Te amo", pero nada salió de su boca.

Así siguieron bailando hasta que Heimdall comenzó a grabarlos y amenazarlos con subirlo a internet de no terminar con su "desorden público".

Loki y él huyeron tal como siempre, de la mano y como dos adolescentes idiotas.

—¿Bien y…? ¿Vamos a hablar de lo que pasó el lunes?

Su esposo lanzó un resoplido, antes de adelantar el paso hasta el auto.

—Sólo por eso, eliminaré todos tus escondites de comida chatarra ¿crees que no sé que tus "juntas sexuales" son en realidad noches de póker y pizza para quejarse de sus esposas con tus amigos?

Thor abrió la boca entre incrédulo y avergonzado.

—Ok. Eso fue un golpe bajo. No preguntaré nada— masculló cerrando la puerta —y no nos quejamos de nuestras esposas.

—Ajá— contestó sardónico.

Thor apenas y pudo reprimir el deseo de hundir sus dedos sobre todo ese cabello rebelde y alborotarlo en caricias.

En su mente flotaba el suceso del lunes y todo lo que no habían podido hablar durante la semana por el poco tiempo libre que ambos compartían, convertirse en adultos y tener responsabilidades nunca sonó bien para él, mucho menos el vivirlo.

Por ello es que, el suceso del lunes rompió el fino equilibrio en sus ocupadas vidas. Apenas llegado a la oficina, después de dejar a Hela en el colegio se había encontrado con un día libre obligatorio tras el fallo de sistema de todas las computadoras de su planta. En su alegría no se le ocurrió mensajear a su esposo, añorando cambiarse su apretado vestuario por ropa holgada y cerveza fría en la heladera.

Estando en su mundo, entró sin percatarse de que su perro estaba en el jardín y no dentro de la casa como correspondía de no estar Loki, tampoco que la televisión en la sala de estar seguía encendida, ni que había patatas cociéndose en la cocina aun cuando su esposo no parecía estar por ningún lado.

Él simplemente siguió su camino por el pasillo, decidido a llevar a cabalidad su adorable panorama de día libre.

—…Thor— escuchó casi llegando a su dormitorio, y por lógica creyó que Loki ya se había percatado de su presencia —Thor— repitió, pero no sonó como un llamado sino una súplica. Un ¿qué? Se atoró en su garganta cuando un quejido violento casi agónico reverberó desde la habitación entreabierta y el pasillo.

Conocía perfectamente a su esposo como para saber que aquel sonido no era un quejido como tal y temió que Loki acabara por traer desconocidos a su hogar para desfogarse. El horror le lanzó cientos de imágenes terribles por segundo, incapaz de concebir la idea de Loki y otro hombre en su cama.

Thor… por favor. Thor, más— sollozaba, pero éste no lograba asociar el hecho de que él le estuviera llamando. Estaba demasiado sorprendido como para pensar con lógica.

Aterrorizado y curioso, asomó la cabeza por el espacio de la puerta entreabierta y entonces ahí lo vio.

—Yo también tengo necesidades ¿sabes?— masculló Loki trayéndolo de vuelta a la realidad. En sus mejillas se difuminaba un suave rojizo —Y pillar a tu esposo con un vibrador en el culo no es lo peor que te ha pasado… ¿o sí?— Thor sintió la sonrisa escapársele sola—Sólo olvídalo quieres.

¿Cómo podría olvidar toda esa piel lechosa contra las sabanas, ese culo respingón con un trasto hundido hasta quien sabe dónde y sus gemidos altos y lastimeros hasta caer en un dulce orgasmo?

—Loki…

—¿Cuánto tiempo te quedaste ahí mirándome como un tonto? ¿Te hizo gracia?

—Por supuesto que no.

—Dios, estoy tan avergonzado. Sigo sin poder mirarte a la cara.

—Lo has estado haciendo muy bien hasta el momento— murmuró Thor, dándole ánimos.

—He estado fingiendo.

—Y estas un poco ebrio.

—¡No! Bueno… sí. ¿Y qué? ¿qué vas a hacer?

—Podría besarte— Loki lanzó una risotada muy poco digna.

—¿Tú? No te atreverías.

Y era cierto.

Respecto a Loki su valentía desaparecía totalmente, volvía a sentirse como un puberto incapaz de invitar a una chica a una cita. Sus manos sudaban, se sentía ansioso y se olvidaba totalmente de cómo actuar con naturalidad o pensar.

Había sido por su falta de valor que había acabado allí, con un Loki medio ebrio, sin sexo y debiéndole una muy grande a su hija por salvarle el cuello.

Lleno de pena, su esposo le había confesado la falta de sexo en su vida y como su vibrador era su único compañero de cama. Lucía desamparado, incluso triste.

Thor vio al fin su oportunidad entregada en bandeja de plata.

¿Y qué tal si te acuestas con alguien?

¡Oh, cielos! ¿cómo no se me ocurrió antes? Thor eres un genio— mascullaba con sarcasmo.

No, es eso… quiero decir, tú y yo podríamos… ¿y qué tal si te acuestas con…?— "Conmigo, conmigo, conmigo, vamos dilo, conmigo, idiota, ¡conmigo! chillaba su cabeza, pero la maldita palabra insistía en trancarse en su lengua.

¿Acostarme con…?

Acostarte con… ya sabes con… ¿cualquiera? ¿ir a algún bar? Ya sabes ¿por la familia…?

TARADO.

Y lo arruinó por completo.

Se había sentido como un total imbécil durante toda la semana, mucho más durante las miles de veces en que Loki le preguntaba si estaba seguro de tal cosa y para su horror sus rotundos No, se convertían en sí, al escapar de su boca.

Jamás se había considerado un cobarde o un pusilánime hasta verlo salir desde la puerta con un look de infarto y prácticamente rogarle a su hija que se fingiera enferma para devolver a Loki a sus brazos.

Eres de lo peor, viejo idiota—le había dicho, negándose rotundamente a ayudarle —Y si papá quiere divorciarse de ti por tu culpa, no dudes en que lo elegiré a él, Fenrir también.

Cuando una hora transcurrió desde la partida de Loki y Thor fue a dejar a Hela con Sif, un profundo hueco en su interior amenazó con hacerle vomitar, no podía soportar la idea de Loki y otro hombre ¿Y qué tal si se enamorara de él? ¿Y qué tal si lo dejaba? No podía imaginarse sin él, lo amaba con locura, desde siempre.

Hay una maqueta del sistema solar—anunció la niña bajando del auto —no la hice ni le dije nada a papá, porque pensé que necesitarías una excusa ya que eres una gallina incapaz de decirle que no te gusta que salga "a pasarlo bien".

Yo no.

Tú sí.

Gracias, hijita.

Me debes una grande, pá. Quiero ir a disneyland y pronto.

III.

Loki le ofreció una copa de vino una vez sentados frente al televisor, estaban trasmitiendo una repetida comedia romántica y su esposo parafraseaba los diálogos por pura burla. Con suavidad lo atrajo por la cintura y permanecieron allí acurrucados en el sillón, no pasarían de las tres de la mañana, pero ya estaba quedándose dormido. La compañía de Loki siempre le había relajado.

Loki se durmió con la copa en la mano medio desparramándose sobre la alfombra.

Thor conmovido, se la quitó y lo acomodó sobre su pecho. Todo en él se sentía cálido, correcto.

Cuando se fue persiguiendo a Jane y sus sueños, descubrió que había dado su hogar por sentado, había estado seguro de que estando con Jane podría sentir aquel sentimiento cálido de familiaridad que compartía en su casa con Loki y sus padres, pero no fue así. Asique añoró aquella sensación, seguro de que algún día regresaría a casa y volvería a sentirla nuevamente, sus padres estarían esperando por él al igual que Loki, pero tampoco pasó. Todo lo que quedó de él fue un corazón roto y una niña con una madre que le negaba su amor.

Poder volver a sentir tal calidez no fue sino hasta que Loki volvió a balancear su mundo, dio un nuevo sentido a su vida y se encargó de llenar todos los huecos en su interior, durante años de convivencia y cariño.

¡Por supuesto que estaba aterrado de perderlo todo por culpa de sus sentimientos! Loki y Hela eran su mundo, no podía imaginarse siendo separado de alguno de los dos y aún así, ya no podía contenerse un segundo más.

Loki dormía entre sus brazos pesadamente y sin saber qué es lo que estaba haciendo del todo, le robó un suave beso en los labios.

—Te amo— confesó en un suspiro.

En respuesta los ojos esmeraldas de su esposo se abrieron con sorpresa, para luego sonreír lleno de ternura.

—Idiota.