Aclaraciones: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son toditos de Rumiko Takahashi.

Advertencia: Este capítulo contiene lemon, puedes ruborizarte y detenerte o continuar leyendo, (a mí no me engañas, sé que continuarás leyendo porque todos gozamos de los lemon, jijiji)

"Para siempre…"

Eternas noches de luna nueva

Capítulo 10: Familia

Habían sido largos días llenos de diversas emociones y tensión, a pesar de haber dicho que él podía seguir perfectamente avanzando tras Naraku, lo cierto era que solo había estado presumiendo. Recargó su espalda en una de las paredes de madera del pozo contemplando el bosque con serenidad dejando escapar un bostezo. Realmente estaba cansado física y mentalmente. Estiró sus brazos para luego cruzar sus manos en bermuda detrás de su nuca.

Hace solo un par de horas había dejado a Kagome ahí con la promesa de volverse a ver en tres días y medio más, sin embargo, ya los sentía como una eternidad. Sin su aroma, sin su suave sonrisa cerca, no podía evitar sentirse solo, sabía que no era así porque ahora tenía amigos… amigos que gracias a la muchacha del futuro había podido hacer.

-Probablemente, realmente seguiría solo si no hubieses llegado a mi ese día-Pensó en voz alta apretando sus puños-Probablemente seguiría atado al árbol…

Un sentimiento de nostalgia le llegó, su pasado siempre había sido un recuerdo frío y tormentoso, los pocos cálidos recuerdos con su madre o Kikyou terminaban asociados a muertes desastrosas.

Muerte…

Kagome había muerto…sino hubiese estado Sesshomaru ahí, estaría lamentándose nuevamente de otra pérdida cruel en su vida por sus descuidos. InuYasha resopló algo incómodo, por primera vez comprendía que dependía de los demás más de lo que le hubiese gustado, incluso ahora dependía de aquel medio hermano con quien siempre se había odiado. De alguna forma, sentía que la joven también influía en que actualmente pudiese tener una relación algo más cordial con él.

Sabía que lidiaría con el sentimiento de culpa por no haber protegido a Kagome debidamente, pero también tenía claro que haría lo que estuviese en sus manos para reparar aquel error, cuidándole cada día de su vida, eso estaba decidido para él. Quería estar con ella, siempre quería estarlo, incluso ahora era un gran esfuerzo para él dejarla partir, aun sabiendo que pronto la volvería a ver.

InuYasha se llevó una de sus manos a su pecho apretando ahí, abrió sus ojos un poco más logrando comprender que ya no podía seguir controlándose, no podía seguir fingiendo y guardando sus sentimientos solo para él, ya no podía esperar el fin de la batalla, aunque tenía confianza en que vencerían… podía haber una pequeñísima posibilidad que no, y no se quería ir a la tumba sin haber logrado expresarle adecuadamente lo que pensaba de ella.

Si bien, durante el viaje habían existido momentos en que lo mencionó guiado por su condición de humano, e incluso ella le había dado aquel casto beso entre el final de la batalla, eso no había sido como él lo imaginaba o pensaba hacer.

Ya no podía seguir teniendo más dudas ni postergando lo inevitable, él quería hacerle saber inmediatamente que la quería como su compañera para siempre.

-Oye InuYasha-El hanyou se sobresaltó cuando escuchó la chillona voz de su pequeño amigo.

-¡Shippo! No me asustes así, idiota-Le propinó un leve golpe en la cabeza, molesto por sentirse casi descubierto en sus pensamientos.

-Tonto perro, no te hice nada para que me golpearás, te aprovechas porque Kagome no puede mandarte al suelo-Chilló sentándose en el borde del pozo cruzándose de brazos.

-Keh…

-Creo que tres días y medios es mucho, ya la extraño-Suspiró el zorrito haciendo puchero-Me parece irreal que haya muerto, por suerte Sesshomaru ayudó, ¿es irónico no crees?, como tantas cosas han cambiado, lo digo porque estoy con ustedes casi desde el comienzo-InuYasha contempló a Shippo unos segundos pensando en qué momento se había vuelto tan reflexivo ese niño. Lo cierto era que tenía razón.

-No permitiré… que ella vuelva a morir…-Murmuró apretando sus puños.

-Por supuesto que no, ninguno de nosotros lo permitirá somos un equipo-Dijo el niño sonriéndole amablemente, aquel pequeño monstruo asustadizo que había llegado a unírseles hace mucho había madurado en su viaje, le palmeó la cabeza en un gracias sin ser dicho-Deberías volver, la anciana Kaede está preparando un delicioso estofado.

-Iré más tarde, tengo cosas que resolver…

Shippo lo observó con cautela, luego se encogió de hombros y se fue de regreso hacia la aldea pensando en que probablemente InuYasha iría por Kagome, asique él tendría mayor porción de comida.

-¿No vendrá InuYasha?-Preguntó Kaede mientras servía el estofado en un plato y se lo entregaba a Sango.

-Se fue a buscar a Kagome-Dijo Shippo engullendo la comida.

-Era obvio-Sango le dio un pedazo de carne a Kirara quien lo recibió alegremente-Creo que al fin se decidió…

-Mi amigo es tan lento como una tortuga, pero hasta la tortuga llega a su destino-Miroku posó su brazo sobre los hombros de Sango, ella se ruborizó, aún no se sentía lista para esas muestras de afecto en público.

-No todos son tan rápidos y mujeriegos como tú, Miroku-Exclamó el niño observándola con cara traviesa.

-No me ayudas mucho con esas palabras Shippo…-Sintió la mirada molesta de la exterminadora sobre él.

-Espero lo mujeriego se le quite, excelencia-Masculló Sango frunciendo las cejas.

-Jamás nunca se le quitará-Intervino el pequeño zorro antes que el monje respondiera.

-Como sea-Prefirió entrometerse Kaede, que había sido testigo de cómo el ambiente comenzaba a volverse cada vez más tenso-Me alegro que estos días a pesar de los problemas hayan sido favorecedores para InuYasha y sus sentimientos, después de todo, él debe avanzar…

-Anciana Kaede, siempre me ha dado la impresión que a pesar de ser la hermana de Kikyou, has apoyado más en sentido amoroso a Kagome-Sango llevó un mechón de cabello tras su oreja mientras pronunciaba las palabras algo dudosa de haberlas dicho.

-Puede ser, mi hermana murió hace mucho y su descanso fue interrumpido, yo solo quería que su alma descansara en paz, después de todo la vida es un ciclo, naces y mueres y así debe ser… su alma al fin ha conseguido la tranquilidad, y ahora…a InuYasha, que está vivo… le corresponde seguir adelante y Kagome es una chica especial…

-¿Lo dices por qué supuestamente es la reencarnación de Kikyou?

-No Shippo, Kagome es más que solo una reencarnación, y creo que a todos nos ha tocado la bondad de su corazón-Respondió la anciana sirviendo el último plato a Miroku quien lo recibió con una leve reverencia.

-Es cierto, Kagome dijo que podía quedarme con ellos después de derrotar a los hermanos relámpagos…

-Y a mí que podíamos buscar los fragmentos juntos…

-Y cuando los traicioné… ella me consoló y me incitó a seguir con ustedes…

Todos sonrieron y comenzaron a recordar momentos de cuando recién se encontraron con InuYasha y Kagome, inesperadamente comenzaron a pasar cada día juntos y ya no parecía solo una amistad, sino más bien, una gran familia unida con el objetivo de derrotar a Naraku, quizás lo único que habría que agradecerle a aquel malévolo hanyou cizañero era que de alguna forma los había reunido.

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InuYasha después de mirar el pozo detenidamente por largo tiempo decidió que era momento de saltar, mientras traspasaba de una época a otro sentía el nerviosismo en su piel, su estómago algo revuelto, sus manos transpirando y su corazón palpitando estrepitosamente en su pecho. Cuando sus pies tocaron el fondo del pozo y no pudo ver el cielo en lo alto, sino que solo un techo oscuro su estrés aumentó. Sabía que ella no lo rechazaría, después de todo, ella siempre había permanecido a su lado, incluso cuando lo vio abrazando a Kikyou, ella había regresado para seguir a su lado… aunque él constantemente le había causado daño con sus indecisiones y por no poder dejar atrás los remordimientos del pasado, ella paciente y fingiendo estar bien seguía ahí, ofreciéndole una sonrisa. Recordó cuando había llorado sangre y le preguntó…

"¿Kagome, cómo puedes ser tan fuerte?"

"No soy fuerte idiota, querrás decir, ¿por qué eres tan amable?"

Sabía que la había lastimado… pero definitivamente desde ahora solo quería hacerla sonreír, cuidar y proteger, sobre todo proteger apropiadamente. No habrían segundas oportunidades, si ella nuevamente resultaba herida fatalmente no podría revivir por la espada de Sesshomaru, la sola idea le revolvió aún más el estómago. Apretó sus puños sintiéndose ansioso.

Cuando saltó hacia su ventana encontró solo la lámpara del velador encendida, entró examinando el lugar, Kagome estaba en casa, podía sentir su aroma cerca. Saltó por la ventana dirigiéndose directo a donde creía estaba, se asomó por una ventana más pequeña y entonces la vio con la mitad del cuerpo sumergida en el agua, podía ver sus cabellos húmedos escurriendo y parte de su espalda hasta su cintura, el resto era cubierto por el agua. Se mordió el labio y desvió la mirada prontamente sintiéndose un pervertido. Desde hace tiempo que se había vuelto muy consciente de su cuerpo, quizás desde que había comenzado a aceptar que la amaba. Sin poder evitarlo dio un último vistazo a la figura en el agua y tragando duro se apartó dirigiéndose a su habitación, era mejor esperarla ahí.

Se sentó en su cama unos instantes, podía escuchar los sutiles movimientos del agua en la tina desde ahí, suspiró. Dejó caer su cuerpo de lado en la cama y cerró los ojos solo un momento embriagándose con aquel aroma que tanto le encantaba.

Él comenzó a escuchar la lejanía de los bocinazos de las carrozas de acero de la ciudad, lentamente fue consiente de dónde estaba, había un cuerpo cálido entre sus brazos, abrió los ojos abruptamente y pudo ver el rostro de Kagome extremadamente cercano al suyo durmiendo.

Casi sintió que le daba un infarto, iba a apartarse pero su brazo estaba bajo el cuerpo de ella, Kagome tenía las piernas entrecruzadas con las suyas haciéndole más difícil intentar moverse. Resopló confundido.

¿En qué momento había pasado eso?

¿En qué momento ella se acostó a su lado?

¿En qué momento él la abrazo tan íntimamente?

No podía recordarlo.

Suspiró y contempló su rostro, lucía sereno, sus labios se encontraban entreabiertos, se veían húmedos y la urgencia de tocarlos con los suyos le llegó. La mano que tenía libre y descansaba sobre la cintura la retiró cuidadosamente, llevando las yemas de sus dedos a la mejilla de la joven, tocándola sutilmente, su piel era suave y cálida, dibujo con la punta de sus dedos el contorno de su mejilla posando finalmente sus dedos en el mentón, descansó ahí un instante y luego subió a dibujar el contorno de sus carnosos labios.

Su corazón retumbaba en sus oídos frenéticamente, quería besarla. Definitivamente quería probar sus labios otra vez. Kagome le había dado un casto beso entre medio de la batalla, pero esta vez su interior deseaba un beso más profundo. Sin embargo, no hizo ningún movimiento más, no le parecía correcto tomar su boca sin su consentimiento, por lo que decidió dedicarse a contemplarla y vigilar su sueño.

Pudo observar que los parpados de ella comenzaban a moverse y emitió algunos gemidos de pereza, abrió sus ojos lentamente y cuando vio su cara se agrandaron.

-¡InuYasha!-Se sobresaltó la joven un segundo haciendo su rostro hacia atrás, la mirada tan directa del hanyou le había sorprendido. Recordó que se había acercado a él y que la había tomado del brazo capturándola contra su cuerpo, pensó en un comienzo que estaba despierto, pero su respiración siguió siendo calmada y su rostro relajado, él seguía durmiendo, al ver que era imposible salir de ahí y aceptando que realmente no tenía las ganas de hacerlo, lo abrazó y se quedó dormida en el más agradable sueño-¿Cuánto… llevas despierto?-Se atrevió al fin preguntar desviando la mirada de sus ojos ámbar, se sentía demasiado observada por él y eso la hacía poner nerviosa.

-Mmm solo un poco-Contestó con voz ronca, había algo en su tono que a Kagome la hizo sentir extremadamente débil.

-Me alegro que pudieses descansar, después de todo… si estabas cansado-Ella sonrió atreviéndose al fin a volver a mirarlo al rostro, él seguía con sus ojos serenos contemplándola con dedicación.

Kagome no sabía qué hacer, pensó en removerse de su lado pero él no parecía interesado en dejarla ir, después de todo, seguía manteniéndola entre sus brazos. Asique ¿Para qué ella iba a arruinar el momento?.

-¿Pasó algo en el otro lado que decidiste venir?-Consultó recordando que aún no pasaban los tres días y medios.

-No

-Ya veo…-Un largo silenció se apoderó del momento, Kagome quería conocer qué diablos estaba pensando InuYasha, él solo se mantenía en esa actitud quieta mirándola directamente, su corazón estaba agitado y probablemente él ya lo había escuchado. En la tenue luz de la lámpara que alumbraba la habitación, su figura se contemplaba misteriosa y…sensual. Kagome tragó saliva sabiendo que sus mejillas se estaban tiñendo de rojo, sobre todo cuando fue consciente de que tenía sus piernas entrelazadas con las suyas.

-Vine porque quería terminar la conversación que tenemos pendiente…-Finalmente habló interrumpiendo el silencio de la noche. Kagome asintió dándole a entender que tenía toda su atención para escucharlo.

-¿Quieres hablar de eso… de esta forma?-Ella con sus ojos le insinuó en la posición que estaban, lo vio encogerse de hombros.

-No me molesta pero si a ti…

-¡No me molesta!-Agregó apresurada, estar en sus brazos era la sensación más agradable para ella, podía sentir su aroma a bosque, sus brazos fuertes contra su cuerpo, sus piernas, el calor que emanaba su cuerpo, era una deliciosa sensación. Lo vio esbozar una semi sonrisa que la dejó sin aliento por unos segundos.

-Si pienso en cómo nos conocimos, definitivamente no fue de la forma más amable…traté de matarte y me oponía a buscar los fragmentos contigo…a decir verdad, me siento avergonzado de haber intentado dañarte con mis garras, pero sabes…

-No lo hiciste realmente intentando dañarme…-Lo interrumpió-Eres más rápido que yo, de haber querido hacerlo hubieses podido, solo… quería asustarme ¿Cierto?-InuYasha abrió sus ojos de sorpresa, Kagome sintió que las manos que estaban en su espalda la aferraban con una ligera fuerza.

-Cierto…solo quería asustarte…pero no resultó, tú me enfrentaste y no negaré, ya no negaré más que aunque fingí que me irritabas, eso me gustó…-InuYasha sintió su garganta apretada, tragó despacio mientras su cabeza hilaba las palabras que había estado pensando todo este tiempo-Lentamente entre nuestras discusiones tontas y las risas…no me di cuenta… pero comencé a desear que no te fueras y te quedaras a mi lado, y cada vez que regresas aquí… de alguna forma, me siento solo…-Kagome pensó en responderle pero advirtió que él aún tenía más que decir asique guardo silenció observándolo y escuchando con dedicación-…Y sé qué es egoísta de mi parte decir esto, porque tienes una familia aquí… pero yo, no quiero dejar irte más, Kagome… quiero que estés conmigo por el resto de nuestros días siendo mi compañera…y que tal como ahora… al despertar…lo primero que vea sea tu cara y al dormir…también-InuYasha sintió en su espalda un escalofrío, al fin lo había dicho… de pronto sintió su pecho más ligero al finalmente llevar a las palabras lo sentimientos que estaban desbordándose en su interior.

-InuYasha…-Él estaba esperando impacientemente su respuesta, ella le dio una mucho mejor, porque junto sus labios con los suyos acortando la escasa cercanía, él entreabrió sus labios para capturarlo mejor en los suyos sintiendo su dulce sabor, la estrechó más fuerte contra su cuerpo siendo consciente de su pecho subiendo y bajando, así como de sus piernas apretando las suyas. Ella abrió más la boca y él introdujo su lengua acariciando la suya, un tirón en su bajo vientre sintió…El beso había dejado de ser inocente y se tornaba apasionado para ambos, no supo bien en que momento fue que él se colocó sobre ella. Se apartó levemente asustado de estar siendo demasiado osado. Ella abrió sus ojos y le sonrió suavemente-Quiero estar a tu lado para siempre…

Él respondió su sonrisa y tomó su boca como suya, ubicado entre medio de sus piernas la pasión lo desbordaba, ella le había correspondido y respondía a sus besos de forma devota. De pronto se preguntó ¿Cómo había vivido tanto tiempo sin sus caricias?.

La sintió removerse bajo suyo rozando su centro, un gemido se escapó de sus labios que fueron tapados con los de ella, llevó su boca a su cuello desnudo y lamió cumpliendo una de sus fantasías al fin, conocer su sabor en aquella zona que encontraba tan delicada y bonita, la escuchó suspirar, repitió el gesto y ella respondió nuevamente suspirando cómodamente.

InuYasha reconocía que su cuerpo se estaba excitando y su bulto incomodando, realmente deseaba tomarla ahí mismo pero también era consciente de que quedaba la batalla de Naraku, con pesar se separó unos centímetros quedando recostado a su lado.

-¿Hi…hice algo mal?-Preguntó Kagome confundida, sintiéndose de pronto avergonzada por haberse movido de forma sugerente bajo él.

-No-Refutó inmediatamente tomando su rostro entre sus manos, ella lo miró aún sin comprender bien-Kagome, no negaré más mi sentimientos por ti…-Él apretó sus labios intentando buscar las palabras indicadas, se había prometido así mismo que una vez le confesara sus sentimientos no le ocultaría más como se sentía. ¿Qué caso tenía?, sin embargo, le costaba expresarse, siempre había tenido que estar a la defensiva, y ahora asumir todo lo que sentía era también dejar atrás la coraza que por años cuidó-Yo deseo…estar contigo, pero no quisiera…que estuvieses esperando un cachorro mío…sin haber derrotado a Naraku primero…

Los ojos de Kagome se aguaron ante sus dulces palabras, quería protegerla y quería tener una familia con ella, InuYasha a su modo lograba decirle las palabras suficientes para conmover su corazón.

-¡¿Qué… qué hice?!-Preguntó exaltado al ver lágrimas escurrir por sus mejillas. Ella negó con la cabeza y lo besó dulcemente.

-Solo estoy feliz…

-Eres rara…-Él sonrió cuando ella juguetonamente golpeó su hombro en respuesta.

-Quédate estos días aquí… prepararé algo delicioso de cenar y no, no tendrá picante-Se apresuró a decir cuando advirtió su rostro de temor, ella le dio un corto beso y se levantó con pereza sintiendo el frío de la noche por primera vez.

-Genial y ¿ramen también?-Kagome roló los ojos.

-Si, ramen también-Aceptó siendo seguida por él.

Aquella noche charlaron sin parar de anécdotas de sus viajes y de lo que esperaban para el futuro, Kagome le comentó que quería una cabaña en el bosque cercana al río en el que se bañó por primera vez cuando llegó a la época feudal, él aceptó señalando que era un buen lugar, sobre todo porque le agradaba que estuviera apartado de la aldea, y así continuaron toda la madrugada intercambiando las ideas que tenían para la familia que formarían…o quizás desde hace mucho y sin darse cuenta, ya eran una familia.

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El arcoíris se asomaba después de las intensas lluvias que habían perdurado durante gran parte de la semana, sus colores hicieron que cada aldeano se detuviera un instante a contemplarlo, algunos rezaban agradeciendo a los dioses por aquel bello espectáculo.

Ella por su parte salió apresurada de la cabaña persiguiéndolo cuando se arrancó de sus brazos al no querer tomar su medicina, lo vio detenerse frente al río, girándose con asombro.

-¿Qué es mamá?-Apuntó al cielo con rostro sorprendido, ella llegó a su lado y lo tomó en brazos mirando los bellos colores que se habían asomado tras desaparecer las nubes.

-Un arcoíris…-

-Arco…-Kagome aprovechó la oportunidad y metió en su boca la hierba medicinal, él hizo cara de asco pero la tragó.

-Arcoíris-Le repitió, él pequeño niño de orejas perrunas intentaba pronunciarlo sin éxito, ella sonrió y besó su mejilla dejándolo en el suelo, él al ver que el arcoíris se reflejaba en el río, introdujo sus pies generando ondas de colores sobre el agua.

-¡Que bonito!-Grito alegremente.

-Kagome…estoy en casa-Ella se volteó encontrándose con aquellos ojos color miel que la dejaban sin aliento.

-Bienvenido a casa-Le sonrió tomando su mano, se alegraba que hubiese regresado de su viaje, hace días se había ido donde Totosai para reforzar su espada, era primera vez en seis años que estaban tantos días separados y la espera se les había hecho eterna a ambos.

-¡Papá regreso!-Chilló el niño entusiasmado corriendo a su lado, InuYasha lo tomó desde los pies y dio vueltas, el pequeño gritó feliz en ese juego que siempre hacían ambos. Kagome sonrió sintiendo su pecho cálido, finalmente estaban juntos otra vez, precisamente en el día en que ella hace seis años había regresado-Toma Yuki-Le entregó una pelota de papel que había comprado de camino a casa-Tuve una cuando niño, seguro te gustará.

-¡Si, iré a jugar con las gemelas!-Anunció el pequeño de cuatro años dispuesto a correr hacia la aldea.

-Me alegra que nuestro hijo tenga la libertad de ir a la aldea sin temores, allá todos los tratan bien y el bosque es seguro-Dijo Kagome, viendo cómo desaparecía de su vista, iba a voltear a ver a InuYasha, pero a cambio de eso unas flores de un azul profundo quedaron frente a su rostro-¿Eh?-Ella estiró su cuello hacia un lado para preguntarle, lo vio con las mejillas algo sonrojadas sonriendo tímidamente.

-Han pasado seis años desde que regresaste…-Él vio como ella tomaba las flores silvestres que torpemente había cortado y anudado con un delgado hilo. Aún le costaba expresar sus sentimientos y se sentía nervioso cuando lo hacía. Sin embargo, mientras viajaba de regreso vio aquellas flores, pensó que quizás podrían gustarle a Kagome y las cortó apresuradamente guardándolas en su traje.

-Gracias, InuYasha-Ella se puso en puntitas y besó dulcemente, siendo correspondida de la misma forma.

Se sentaron en el borde del río a admirar los últimos tonos que se apreciaban del arcoíris antes que se desvanecieran, ella recostó su cabeza en su hombro sintiéndose en calma.

-Sabes…-Comenzó InuYasha, ella lo miró viéndolo con un rostro pensativo, curiosa lo contempló-Creo que deberíamos tener otro cachorro-Finalmente dijo algo nervioso. Ella soltó una leve risita traviesa y acarició su mejilla.

-Bueno, aprovechemos que el niño se fue a jugar-Sonrió tomándolo de la mano para dirigirse a la cabaña, él la jaló contra sí y la tomó en brazos apresurando sus pasos, Kagome rio ante su gesto y besó su cuello juguetonamente.

Mientras entraban al hogar InuYasha besaba a Kagome suavemente, a tientas llegó al futón depositándola con suma delicadeza, se separó para retirar la parte superior de su traje, la escuchó reír suavemente.

-Parece que alguien tiene prisa…-Dijo Kagome imitándolo y desanudando su obi.

-Yuki puede regresar pronto…

Ser padres había cambiado el ritmo de vida que habían tenido, antes de su llegada pasaban largas horas en la cabaña acariciándose, durmiendo, o simplemente acurrucados a la orilla del río contemplando el cielo mientras charlaban de alguna trivialidad, pero desde su nacimiento la vida se había vuelto más agitada, un cachorro hanyou tenía gran energía, más aun uno que crecía en un entorno en el cual se sentía seguro como Yuki, todo le producía interés y revoloteaba diariamente de un lado a otro teniendo que ambos estar atentos a sus travesuras.

InuYasha podía detectar su aroma en la aldea, asique aun había tiempo para hacerle el amor a Kagome. Se acomodó entre sus piernas y besó sus labios mordisqueando el inferior, ella abrió su boca y sacó su lengua juguetonamente lamiendo los suyos, él la atrapó y succionó para luego besarlos de forma devota. Kagome abrazó su amplia espalda pegándolo más a su cuerpo, sintiendo el bulto creciente rozando contra su centro.

InuYasha corrió el borde su ropa quedando expuesto parte de su cuello, clavícula y seno, se mordió el labio dándole una maliciosa mirada, ella lo encontró increíblemente sensual, a pesar del tiempo, cada detalle de él seguía encontrándolo igual de cautivante que el primer día.

Él hizo un camino de besos desde el cuello a la clavícula y luego lamió suavemente, Kagome suspiró arqueándose hacia él, InuYasha abrió esta vez rudamente la ropa exponiendo completamente su pecho, bajando directamente a chupar un pezón que luego mordió con su colmillo. La joven dio un gritito ahogado ante la sensación que hizo aumentar su humedad.

-Me gusta escucharte gritar por mi…-Le dijo viéndola directo a los ojos volviendo a tomar su pecho succionándolo con intensidad, Kagome llevó su cabeza hacia atrás suspirando y gimiendo, alzando su pelvis para rozarla con el bulto duro que sentía sobre la tela.

Él descendió por su vientre besando y lamiendo la piel expuesta hasta llegar a su ropa interior, la cual rasgó con sus garras, Kagome pensó en reclamarle pero dejo de importarle cuando el besó su clítoris.

-Ah, InuYasha…si…justo ahí-Logró articular, desde que ella le había enseñado que ese era el centro de placer de las mujeres, él se había vuelto un total experto con su lengua haciéndola llegar al cielo con sus movimientos. El hanyou besó y lamió sus labios para luego concentrarse en chupar aquel botón que hacía a Kagome gritar.

Ella enterró sus uñas en la espalda de él, abrió los ojos y se arqueó hacia adelante encontrándose con la mirada de satisfacción del hanyou mientras seguía moviendo su lengua sobre su centro. Sublime.

Kagome se dejó caer gritando cuando lo sintió introducir un dedo en su cavidad sin dejar de lamerla. Era demasiado bueno, su cuerpo temblaba, sintió la otra mano de él avanzar tocando su seno, para luego alojarse sobre su garganta apretando, Kagome busco su dedo pulgar y lo besó suavemente, InuYasha ante su sutil contacto en respuesta se separó un segundo suspirando. Ella sabía que eso le excitaba aún más, él le sonrió y retomó su tarea introduciendo esta vez un segundo dedo y continuó lamiendo su intimidad.

-Si… si sigues así…me voy a… venir…-Dijo entrecortadamente entre gemidos moviéndose quieta sintiendo como el calor de su centro palpitaba furiosamente y su cuerpo cada vez temblaba más.

Él retiró sus dedos suavemente y dirigiéndole una mirada lamió por última vez sus labios, Kagome se enderezó torpemente y desató el nudo de su parte inferior, la cual se deslizó con facilidad, ella tenía intenciones de lamer su miembro, pero él la empujó y se ubicó entre sus piernas rozándose sus sexos directamente.

-Delicioso…-Murmuró InuYasha jugueteando un rato con su pene sobre los labios sensibles de la azabache, quien gimió buscando desesperadamente su boca.

-Házmelo…-Pidió nublada por el deseo envolviendo sus piernas alrededor de sus caderas y deslizando sus manos al comienzo del trasero del joven, haciendo presión para que bajara y se adentrara en su carne.

Sus palabras lo calentaron y de una embestida entro en su interior dejando salir un profundo gruñido de sus labios al sentir la suave piel interior apretándolo de forma placentera, metió su rostro entre medio de su cuello y mordisqueó ahí mientras seguía arremetiendo contra su frágil cuerpo, escucharla gemir era el mayor deleite de sus oídos. Ella enterraba las uñas y rasguñaba en su espalda, apretando con intensidad sus piernas atrapándolo entre sus caderas, se enderezó para ver sus ojos oscurecidos por el deseo, era hermosa…

Bajó para tomar sus labios y besar frenéticamente ahogando sus gemidos, cada vez la sentía más estrecha y temblar con mayor intensidad, había aprendido con el tiempo que esos eran indicadores de que pronto tendría un orgasmo, saber eso lo hacía anticiparse en satisfacción.

-Vamos, te quiero escuchar gritar mi nombre-Le susurró en su oído, el cual lamió mientras sus caderas chocaban intensamente.

InuYasha sintió un escalofrío placentero en su espalda y la tensión aumentar en su centro, la carne de Kagome lo apretaba con fuerza, se separó levemente para contemplar su rostro al venirse. La vio primero morderse el labio y arquearse hacia atrás dejando escapar gritos placenteros mientras su cuerpo se convulsionaba deliciosamente, él sintió que era el momento y ante tan bella imagen se dejó ir derramando su liquido en su interior, gruñendo con fuerza escondió su cara en la curva de su cuello y la mordió fuertemente mientras sentía los dedos de ella enterrarse en su espalda.

Lentamente Kagome volvió en sí y sonrió, lo abrazó sin moverse suspirando satisfecha, él después de largos segundos se apartó de su cuello y besó su mejilla, salió cuidadosamente y se recostó a su lado, apoyándose en el codo para contemplarla de lado.

-Gracias…por volver…-Dijo acariciando su flequillo dulcemente, Kagome lo miró pensativa antes de hablar.

-Gracias por haberme esperado…

-Tonta, ¿Cómo podría no haberte esperado?, ni siquiera se me pasó por la cabeza no hacerlo…-InuYasha se encogió de hombros y desvió sus ojos algo avergonzando. La joven se enderezó levemente solo para alcanzarlo y besarlo tiernamente.

-Lo sé…-Ella se volvió a acomodar en su lugar cercana al pecho del hanyou sintiéndose en calma cerrando los ojos.

-Oye…

-Mmm…

-¿Habremos logrado hacer un cachorro más?-Le preguntó seriamente, ella abrió los ojos mirándolo divertida ante su rostro preocupado.

-O puede ser cachorra…-Le dijo ella acariciando su mejilla-Siempre podemos intentar una vez más para asegurarnos…-Insinuó juguetonamente, él suspiro tomando su mano depositando un beso en sus nudillos.

-Creo que tendrá que ser después… el cachorro viene de regreso…-Anunció un poco decepcionado, pero a la vez feliz de poder sentirse tranquilo de que Yuki se moviera libremente por el lugar, sin miedos.

-¡Quee! Vístete rápido-Se levantó apresurada tomando su ropa, InuYasha la contempló divertido unos segundos y luego la siguió.

Por mucho tiempo creyó que jamás sería aceptado, menos que tendría amigos o una familia, pero Kagome desde que llegó le había enseñado de diferentes formas lo amado que podía ser, volviendo lo imposible en posible, Kagome era su hogar, siempre sería su hogar.

FIN

Muchas gracias por sus reviews en cada capítulo, lo más bonito para mí de hacer un fanfics es leer sus comentarios de apoyo e interés por lo que uno escribe.

¡Nos leemos en una próxima historia!

Un abrazo.