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Por Fox McCloude.

Disclaimer: Pokémon y todos sus personajes son propiedad de Satoshi Tajiri, Nintendo y GAMEFREAK. Todos los derechos reservados.


(PARTE I)


Ciudad Cerulean…

- El azul de Cerulean es mi azul… – tarareaba Misty felizmente frente al espejo de su habitación mientras se cepillaba el pelo.

Su cabellera rojo naranja había crecido hasta caerle debajo de los hombros, pero aun así le gustaba peinársela en esa coleta de lado igual que hacía más de catorce años. Había crecido bastante en estatura, y su figura se había desarrollado al nivel de una mezcla perfecta entre una nadadora olímpica y una supermodelo. Misty Waterflower ya no era una niña: se había convertido en toda una mujer, una talentosa entrenadora de Pokémon de Agua y hasta estaban considerándola como una potencial miembro del Alto Mando de Kanto. Y lo mejor de todo, tenía el mejor novio que pudiera desear.

Años atrás, ante la idea de tener pareja, solo habría habido una persona en la mente de Misty, aunque no quisiera aceptarlo en aquel momento. Sin embargo, Ash Ketchum nunca se había caracterizado por ser exactamente la persona más romántica del mundo. A veces, no tenía idea si no se daba cuenta de la atracción que despertaba en las chicas (incluyéndola a ella) o simplemente fingía no darse cuenta, como un mecanismo para evitar darles falsas esperanzas y no herir sus sentimientos. Quizás un poco de ambas cosas.

Era decir mucho que Incluso la chica que le dio su primer beso (aunque debatiblemente, Misty le había ganado aquella vez que le aplicó respiración artificial cuando casi se ahogó) tampoco tuvo suerte con él. Eventualmente, todo llegó a un punto culminante el día que finalmente decidió decirle directamente lo que sentía, hacía cerca de tres años. Y su respuesta fue…

- No, Misty. Mala idea, muy mala idea.

- ¿Qué quieres decir con "mala idea"? – le preguntó ella. – ¿Acaso escuchaste algo de lo que dije?

- Sí, lo escuché perfectamente. – dijo él. – Y por eso mismo es que no puedo aceptarlo.

Misty se llevó la mano a la cara, y movió la cabeza negativamente sin entender. ¿A qué estaba jugando Ash en ese momento? Lo había citado a solas para decirle que llevaba mucho tiempo enamorada de él y que quería que salieran juntos. Esa definitivamente NO era la respuesta que estaba esperando.

- Misty, tú y yo somos amigos, ¿no? – preguntó él seriamente. – Los mejores amigos, ¿correcto?

- Claro que lo somos. – respondió ella, todavía confundida. – Y por eso es que quisiera que fuéramos algo más. ¿No lo entiendes?

- Sí, eso lo entiendo. Pero algo así entre nosotros… no lo sé. Yo no creo que resulte.

- ¿Por qué no? – volvió a inquirir la pelirroja. Ash suspiró y pareció soltar una ligera risita.

- Míranos en retrospectiva. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? ¿Cómo nos llevábamos cuando empezamos nuestros viajes juntos?

- ¿Cómo podría olvidarlo? – replicó ella. Eran sus recuerdos más preciados, después de todo. Todas las aventuras, momentos, risas e incluso tristezas que compartieron juntos.

- Todo eso es muy importante para mí. Y no quisiera arriesgarme a perderlo todo. – dijo Ash.

- No tiene por qué ser así. – preguntó ella. – Las cosas no tienen por qué cambiar entre nosotros. Bueno, tal vez solo un poco, como… no lo sé, salir en citas, tomarnos de la mano más seguido, o… besarnos. Y besarnos de verdad, quiero decir.

Dijo la última parte sonrojándose levemente, y pudo ver que él tuvo una reacción bastante similar. Sabía que para ambos era bastante delicado recordar aquel momento en particular, por lo cual evitaban mencionarlo o hablar de él, especialmente enfrente del resto de sus amigos (el único que lo sabía era Tracey, y por respeto a ellos lo mantuvo así). Pero en ese momento no se le ocurría qué otro argumento utilizar.

- Misty, las cosas cambian. Yo he cambiado, y tú también. – dijo Ash, sujetándola por los hombros. – Te has convertido en una chica increíble, hermosa y talentosa. Te mereces a alguien mejor que yo.

- Yo no quiero a alguien mejor, te quiero es a ti. ¿Por qué no lo entiendes? – le dijo casi suplicándole.

No entendía eso de "alguien mejor que él". Él era su mejor amigo, la persona más leal, amable y admirable que conocía. Tenía sus defectos, cierto: era testarudo y precipitado para algunas cosas, y muchas veces se lanzaba de cabeza al peligro sin medir las consecuencias. Pero más allá de eso, su corazón siempre estaba donde debía estar, y admiraba esa fuerza de voluntad y determinación que tenía para cumplir sus sueños.

- Vamos, Misty. Nos la hemos pasado peleando por cualquier cosa desde los diez. – dijo él en un tono ligeramente burlón. – Solo imagínate: en un par de meses podríamos volvernos locos.

Misty quiso argumentar que eso había quedado en el pasado desde hacía mucho y que sus "peleas" ya no eran más que simples intentos de hacer bromas, picarse o llevarse la contraria solo por diversión, por los viejos tiempos. Los dos habían madurado y dejado atrás sus niñerías, al menos en su mayor parte. Sin embargo, no le salieron las palabras.

- Misty… – Ash le levantó el mentón para que ella lo viera a los ojos. – Lo digo en serio. Soy feliz de que seamos amigos, y eso es algo que no quiero que cambie. Te lo digo, eres una chica fenomenal, seguro encontrarás a alguien que puede hacerte feliz. Yo te quiero, Misty, pero no de esa forma. No de la que te mereces.

- Si tú lo dices. – dijo ella.

Por alguna razón, no percibía que Ash estuviese siendo totalmente sincero al decirle la última parte. Estaba también el hecho de que en un momento dijo que ambos habían cambiado, y luego parecía contradecirse como si aún fuesen esos niños tercos y temperamentales de antaño. Había vestigios de eso, pero ya no tantos como antes, y si lo pensaba bien, apenas sí podía recordar la última vez que discutieron por algo en serio.

Presentía que Ash tenía otras razones para tomar esa decisión que no quería o no podía decirle, pero una vez que se fijaba en algo, era prácticamente imposible hacerlo cambiar de parecer. Y si intentaba apelar a la culpa para convencerlo, jamás se lo perdonaría. No podía caer tan bajo y traicionar esa amistad que tenían desde hacía tanto tiempo.

- Entonces… ¿quedamos así simplemente? – preguntó ella. – ¿Seguir siendo solo los mejores amigos?

- Será lo mejor, te lo aseguro. – dijo él con una gran sonrisa. Una que la enterneció y al mismo tiempo la hizo sentirse destrozada. Pero había tomado su decisión, y eso no podría cambiarlo.

Solo esperaba que no se hubieran equivocado.

Aunque se sintió destrozada en el momento, a la larga Ash tuvo razón. Con el tiempo, encontró a un hombre maravilloso, que compartía muchas de sus cualidades con Ash, y cubría también las carencias que habrían hecho una relación difícil. Específicamente, en el departamento romántico.

Admitiéndolo, al principio estuvo algo reacia a aceptarlo, especialmente recién salida de aquella decepción. Quizás en parte también influyó que, según le había contado, un año antes la prometida de él había muerto en un accidente automovilístico, y por eso quizás también buscaba alguien para llenar el vacío luego de recuperarse.

Pero al final, todo había resultado bien. Valió la pena la espera.

- Listo. – dijo al terminar de arreglarse, echándose última mirada. – Llegó la hora. Tiempo de cerrar el gimnasio y luego a disfrutar de mi día.

- ¡Alto, no puedes pasar! – escuchó de repente la voz de Daisy a través de la puerta.

- ¡No me importa, vine por una medalla y no me iré sin ella! – replicó otra voz, una masculina y desconocida.

- ¿Hmm? – Dejando su cepillo, Misty se puso de pie y salió de su cuarto, dirigiéndose hacia el recibidor del gimnasio a ver qué pasaba.

Una vez que llegó al lugar, se dio cuenta de que su hermana se encontraba discutiendo con un chico de unos quince o dieciséis, de pelo rojo erizado vestido con un atuendo mayormente de cuero negro, presente en los pantalones, chaleco y botas. Bajo el chaleco tenía una camiseta sin mangas igual de roja que su pelo. Seguramente solo un retador, pero tenía que explicarle que no estaba disponible.

- ¡Te estoy diciendo que no puedes entrar aquí! – decía Daisy.

- ¡Voy a entrar donde me dé la gana! – dijo el pelirrojo, antes de luego voltearse hacia donde estaba Misty. – Hey, tú eres la líder de este gimnasio, ¿no es así?

- ¿Quién quiere saberlo? – replicó Misty, tratando de no dejarse llevar por su temperamento.

- Vine por una medalla. – le respondió, agarrando una Pokébola. – Solo me faltan dos para competir en la Liga Índigo, y decidí que voy a ganármela aquí, y ahora.

- Disculpa, pero eso no se va a poder. – dijo Misty. – Estoy a punto de salir para una cita ahora mismo, si quieres puedes…

- ¡No quiero excusas! ¡Voy a ganarme mi medalla ahora mismo! – insistió el retador.

- Escucha, el horario del gimnasio dice claramente que cerramos a las 17:00 horas en punto. – dijo Misty.

- El reloj en su pared dice que todavía falta un minuto para esa hora, así que técnicamente no es tarde. ¿O es que te da miedo perder?

Misty apretó los puños. En otro tiempo habría explotado de rabia, pero había aprendido a controlar su temperamento y no dejar que este se apoderara de ella en momentos equivocados. Ni siquiera Ash en sus peores días había sido tan malo: podía ser impaciente y lanzado por tener sus batallas de gimnasio, pero al menos respetaba las normas básicas de cortesía de los retadores, y pensar en él hasta se le hacía divertido de recordar.

Si hiciera una analogía, este entrenador tal vez podría representarlo en sus peores días, pero sin el aspecto divertido, y con el aspecto irritante multiplicado por un factor de cien. Para personas así, solo había una forma de lidiar con ellos.

- De acuerdo, ya que insistes… tendremos la batalla ahora mismo. Pero ganes o pierdas, apenas termine, quiero que te largues de mi gimnasio y no vuelvas más, ¿entendido? – le dijo.

- ¡Como quieras! ¡Igual no tendré que volver después que gane mi medalla! – replicó el retador.

Minutos más tarde, los dos se encontraban frente a frente en la arena del gimnasio. La gran piscina con una gran extensión de roca y algunas plataformas menores para pararse estaba lista, y la mayor de las hermanas sensacionales había tomado su puesto de réferi de mala gana.

- La batalla de gimnasio entre la líder Misty y el retador Xavier Andrews está a punto de comenzar. – dijo de mala gana. – Cada uno tiene permitido usar hasta dos Pokémon, pero o sea, solo el retador puede sustituir a sus Pokémon.

- ¡Ahora verás! ¡Venusaur, vamos a darles una lección! – ordenó el retador, cuyo nombre era Xavier.

- ¡Saur! – El Pokémon tipo Hierba/Veneno apareció sobre la extensión de tierra.

Misty observó la expresión de su retador. Claramente era de esos que tenía toda la confianza del mundo y estaba seguro de que podría manejar cualquier cosa que ella pudiera lanzarle. Usualmente, ella no iniciaba de esta manera, pero como tenía prisa para poder irse a su cita, lo mejor era ir con la artillería pesada desde el principio. Con él sería suficiente.

- ¡Ve por él, Gyarados! – ordenó la pelirroja.

Gyarados apareció erguido en el agua, y el rugido que lanzó fue tal que tanto retador como su Venusaur tuvieron un respingo al ver a su oponente. Daisy por su parte murmuró algo que sonó como "ayayay, hiciste enfadar a mi hermanita".

- ¡No creas que me vas a intimidar con eso! ¡Venusaur, usa Día Soleado! – ordenó el retador.

- ¡Saur! – Desde la planta en su espalda, Venusaur disparó una esfera luminosa que estalló como un pequeño sol artificial, bañando todo el campo en una gran y brillante luz. Misty ni se inmutó; había visto esta estrategia las veces suficientes para saber lo que venía después, y así fue.

- ¡Ahora, Rayo Solar!

Venusaur comenzó a acumular poder, tomando ventaja de la carga rápida que le daba el Día Soleado. Se inclinó sobre sus patas delanteras para apuntarle a Gyarados, que permaneció donde estaba solo mirándolo desafiante. Misty no hizo ningún movimiento sino hasta que terminó de cargar el ataque y el rayo de energía solar salió disparado.

- Llamarada. – dijo simplemente la pelirroja en un tono seco.

Gyarados rugió y una bola de fuego empezó a materializarse en sus mandíbulas, antes de salir disparada y extender cinco puntas para formar un kanji de fuego. La repentina confianza de Xavier se fue en picada al ver lo que sucedió: el Día Soleado potenció la Llamarada de Gyarados, permitiéndole atravesar y consumir por completo el Rayo Solar de Venusaur. La explosión de fuego golpeó al Pokémon tipo Hierba de frente, haciéndolo gruñir de dolor al sentir las quemaduras.

- ¡¿Pero qué diablos?!

- Gyarados, usa Huracán y mándalo a volar. – ordenó Misty.

Con otro rugido, Gyarados lanzó un poderoso ciclón directo hacia Venusaur, que recién se reponía del ataque inicial. El retador apenas atinó a ordenarle usar Látigo de Poder para sujetarse de algo, pero esto no le impidió ser arrastrado cuando la fuerza del Huracán aumentó demasiado y lo hizo volar por los aires, tajándolo con pequeñas cuchillas de viento que le venían por todas partes. Lo mantuvo así por un rato hasta que volvió a caer. Pero en vez de rematarlo, esperó a que volviera a levantarse para dejarle un último intento. Tampoco era tan cruel como para atacar a un oponente mientras estaba indefenso.

- ¡Usa Tóxico, Venusaur! – ordenó Xavier.

- ¡Hidrobomba! – replicó Misty.

El chorro de fluido venenoso se topó con el de agua, siendo el primero fácilmente dominado y dispersado por el segundo. La Hidrobomba siguió adelante hasta golpear a Venusaur estrellándolo contra una de las rocas en las plataformas, un testamento de la potencia de los ataques de Gyarados. Habiéndole dado su última oportunidad de defenderse, era hora de concluir el asalto.

- ¡Usa Llamarada y acaba con él!

Dicho y hecho: Gyarados volvió a formar el ataque de tipo Fuego en su boca y lo disparó contra Venusaur. Xavier intentó ordenarle lanzar de nuevo un Rayo Solar a toda potencia para contrarrestarlo, pero igual que el primero resultó inútil, pues la Llamarada lo consumió totalmente y golpeó a Venusaur de lleno, esta vez con una explosión mayor. Al dispersarse el humo y las llamas, Venusaur yacía desparramado y cocinado a término medio, incapaz de levantarse.

- ¡Venusaur no puede continuar, Gyarados es el ganador! – declaró Daisy.

- ¡Diablos! – exclamó Xavier, retornando a su Pokémon caído. – ¡¿Qué diablos pasa aquí, en qué parte de las reglas dice que puedes iniciar con Gyarados?!

- Como líder de gimnasio, soy libre de elegir el orden de mis Pokémon. – replicó Misty encogiéndose de hombros. – Si tienes seis medallas, deberías ser capaz de hacerle frente, ¿no?

- ¡Argh! ¡Esto no se quedará así! ¡Electivire, acábala! – exclamó el retador.

- ¡Electivire! – El Pokémon Eléctrico empezó a echar chispas, listo para el desafío.

Misty volvió a encogerse de hombros. Al fallar la estrategia con el tipo Hierba, seguramente ahora intentaría capitalizar en la doble debilidad de Gyarados a los ataques Eléctricos. Por fortuna ella tenía más de una forma de contrarrestar esa desventaja, y se lo iba a demostrar.

- ¡Gyarados, Danza de Lluvia! – ordenó Misty.

Gyarados rugió y al instante unas nubes se formaron sobre el campo superponiéndose al sol artificial que había antes. Misty inmediatamente sacó una sombrilla para cubrirse de la lluvia que comenzó a caer. Xavier por su parte se incomodó al principio, hasta que recordó algo.

- Espera un minuto, ¡esto nos da la ventaja! – exclamó. – ¡Electivire, usa Trueno!

¿Cómo pudo ser tan tonta? Danza de Lluvia no solo potenciaba los ataques de tipo Agua, sino también los de tipo Eléctrico. Le estaba pidiendo a gritos que Electivire friera a Gyarados. Bien, si estaba tan empeñada en ello, le cumpliría sus deseos.

- ¡Huracán de nuevo! – ordenó Misty.

Gyarados volvió a disparar la ráfaga de viento, pero esta vez, en vez de mandar a volar a Electivire con ella, lo que hizo fue atraparlo en un remolino que levantó una enorme cantidad de agua a su alrededor. Por encima y a través de él se podían ver volar chispas eléctricas, pero estas se mantenían demasiado lejos como para representar una amenaza remota para Gyarados.

- ¡No lo creo! – exclamó Xavier. – ¡¿Cómo hizo eso?!

- Mi defensa contra los ataques tipo Eléctrico. – dijo Misty. – Ningún retador ha podido romperla, ¿podrás tú?

De hecho la parte de que ningún retador había podido romper esa defensa no era del todo cierta. Ninguno había podido hacerlo en una batalla oficial, pero sí hubo uno que lo hizo de manera no oficial. Claro que él era único en su tipo, y difícilmente este estaría a su altura.

- ¡Grrr, Electivire, usa Trueno a toda potencia y dispersa ese Huracán!

Electivire siguió atacando, pero fuera de hacer volar más y más chispas, no hizo absolutamente nada que indicara que lograra disipar el remolino. Misty suspiró, y ahora que empezaba a impacientarse decidió que era mejor terminar con esto de un golpe para poder marcharse. Deslizando sus dedos hacia la cinta que le sujetaba el pelo, sacó su arma secreta.

- ¡Fuerte, valiente y hermoso! ¡Mi dulce corazón azul! ¡Mega Evoluciona!

Gyarados comenzó a rugir, ahogando los gritos del retador de "¿Qué fue lo que dijo?", mientras la Gyaradosita se materializaba en la frente del Pokémon de Agua al tiempo que Misty posaba y tocaba su Piedra Activadora. Los hilos de energía de ambas gemas se interconectaron, envolviendo a Gyarados en una luz dorada, cambiando de forma, haciendo que su cuerpo se volviera más corto y robusto, cambiando sus escamas color crema a negro, y aumentando el tamaño de sus agallas.

- ¡¿Mega Evolución?! ¡Nadie me dijo de eso! – exclamó Xavier.

- ¡Gyarados, Híperrayo!

La serpiente marina volvió a rugir con más fuerza que nunca, mientras una acumulación de energía de color naranja aparecía entre sus colmillos. El rayo salió disparado directo hacia el ciclón de agua, y una enorme explosión levantó una gran cantidad de humo. Nadie pudo ver lo que pasó, hasta que finalmente el efecto de la Danza de Lluvia se acabó, regresando el gimnasio a la normalidad.

El resultado estaba a la vista: el Híperrayo golpeó a Electivire dentro del ciclón y lo hizo caer al agua, y ahora estaba flotando panza arriba sobre la superficie, con los ojos en espiral y echando chispas.

- ¡Electivire ya no puede pelear! ¡El retador ha perdido a sus dos Pokémon, por tanto la líder del gimnasio gana el encuentro! – declaró Daisy.

- No lo creo… – dijo Xavier con la quijada casi hasta el suelo, regresando a su Electivire. Misty, ya con el paraguas plegado, caminó hacia él despreocupadamente y se le plantó enfrente.

- Bien, ahora si eres tan amable, ¿podrías marcharte y no regresar jamás? – le dijo.

- ¿Qué dices? Pero si…

- El trato era, ganes o pierdas, te vas del gimnasio y no vuelves nunca más. – le recordó Misty. – Perdiste, así que ve a buscar las medallas que te faltan en otra parte. Si me disculpas, mi cita me está esperando.

- ¡Oye, espera! ¡No puedes irte así! ¡Espera, tú! ¡Nadie me hace quedar como tonto y se sale con la suya!

Y sin decir más, e ignorando los gritos de protesta del retador, y los de su hermana de "o te largas o vamos a llamar a la policía", Misty caminó hacia la entrada. Viendo el reloj, se dio cuenta que iba a llegar unos cinco o diez minutos tarde, pero no creía que su cita se fuese a amargar por algo así. Y menos una vez que le explicara la razón; así de comprensivo era.


Acuario de Cerulean…

Misty se apresuró a llegar al sitio donde acordaron reunirse. Siempre aparecía puntual a sus citas, y ella trataba de cumplirle de la misma manera. Esperaba que no fuese a enfadarse o a creer que lo estaba dejando plantado. Buscó frenéticamente, y alcanzó a divisarlo al poco tiempo.

Alto, de pelo azul marino bien arreglado y con la piel algo tostada. Unas gafas de sol cubrían sus ojos, e iba vestido con una chaqueta de tela de jean de mangas cortas encima de una camiseta negra, pantalones y zapatos del mismo color. Estaba mirando impaciente a todas partes, como buscándola, así que sin perder tiempo ella corrió a verlo.

- ¡Chris, aquí estoy! – le llamó.

El chico se volteó al oír su voz. Su nombre era Christopher North, Chris por cariño. Era el heredero de una importante compañía de transporte marítimo llamada Northern Lights Shipment, y un excelente entrenador de Pokémon de tipo Agua, igual que ella, lo que realzaba su atractivo aún más. Apenas la vio, se quitó las gafas y con una gran sonrisa caminó a su encuentro.

- Lamento el retraso, un retador problemático en el gimnasio justo cuando iba saliendo.

- No te preocupes. – dijo él ofreciéndole su brazo. – Y bien, ¿estás lista para el día de hoy?

- Siempre. – replicó la chica sujetándolo, y los dos de inmediato ingresaron al edificio.

El Acuario de Cerulean era una atracción bastante reciente, pues solamente tenía dos meses de haber abierto, pero era solo superada por el gimnasio mismo, gracias a la enorme cantidad de Pokémon Acuáticos de todo el mundo que tenían para mostrar. La pareja primero se detuvo en un cubil con aspecto de casquete polar, donde había varios ejemplares de Piplup y Prinplup, y encima de todos ellos un gran Empoleon que parecía el líder de todos ellos.

- Qué lindos. – dijo Misty, mirando a las crías de Piplup jugando entre ellos.

- Las hembras les dejan sus huevos a los machos para que los cuiden, y se dedican a protegerlos hasta que nacen. – dijo Chris. – Y mira al Empoleon, ¿ves lo largo que tiene los cuernos de la cabeza? Eso es un símbolo de poder y liderazgo en ellos.

- Asombroso. – dijo Misty, haciéndole señas a unos pocos Piplups para que se le acercaran, para darles algo para comer, pero al darse cuenta estos trataron de salpicarla con Rayo Burbuja, forzándola a retroceder.

- Cuidado. Estos pingüinos son muy orgullosos, y no aceptan comida de humanos en quienes no confían. – dijo él.

- Ya me di cuenta. – dijo ella. – Ahora que lo pienso, una amiga mía tiene uno de ellos. Fue su Pokémon inicial, y también es bastante orgulloso.

- ¿En serio? – preguntó Chris.

- Sí, su nombre es Dawn. Una coordinadora de la región Sinnoh. Ash nos presentó hace unos años cuando la Copa Wallace se celebró aquí en Cerulean.

- Ejem. – Chris se aclaró la garganta. Misty se dio cuenta de lo que intentaba decir.

- Oh, disculpa, no quise… – Misty desvió la mirada, ruborizándose ligeramente. Era su momento con su novio, ¿por qué iba a arruinarlo mencionando a su mejor amigo así nada más?

- No te preocupes. – dijo él, restándole importancia. – Ven, sigamos el recorrido.

La siguiente parada fue el túnel submarino. Los rodeaba de tal manera que casi parecía que estuvieran bajo el agua del mismo mar, y lo habrían creído de no ser por ver al personal alimentando a los Pokémon. Las especies que se podían ver eran extremadamente exóticas: algunas nativas de Kanto como Goldeen o Tentacool, otras de Hoenn como Milotic, Gorebyss y Huntail, e incluso tan lejos como Unova con Alomomola y Frillish.

- Wow. – dijo Misty, maravillándose con la vista. – No creo haber visto a tantos Pokémon de Agua de todo el mundo en un solo lugar.

- Y eso que no has visto a los de la región de Alola. – dijo Chris. – Cuando mi padre apruebe la petición te encantará verlos.

- Tu padre sí que mueve hilos, ¿verdad? – dijo Misty.

- Es una de las ventajas de ser el presidente de su compañía. Los Pokémon de Agua nunca están inalcanzables para mí. Pero falta la mejor parte. Vamos al ala de los Pokémon prehistóricos.

Con lo mucho que se había expandido la resurrección de fósiles, en gran parte gracias a la cercanía del Museo de Pewter que ahora tenía su propio laboratorio para llevarlo a cabo, especies de Pokémon anteriormente extintas habían sido agregadas a la exhibición del acuario de Cerulean. Y desde luego, el padre de Chris también usaba sus influencias para traer más y más especies y expandir la variedad. El ala de Pokémon resucitados tenía tres tanques separados: uno con ejemplares de Omanyte y Omastar, el segundo otros de Kabuto y Kabutops, y el último con especímenes traídos directamente de la región de Unova, de Tirtouga y Carracosta.

- Asombroso… – dijo Misty con estos últimos.

- ¿Te gustan? – preguntó Chris. – Si quieres, puedo lograr que consigan algunos de ellos para nosotros.

- Tentador como suene, no quiero causarte molestias. – dijo ella. – Pero gracias por la oferta.

El chico le sonrió, pero en ese momento sonó un pitido en su bolsillo, y se sacó su teléfono celular. Haciendo una mueca de fastidio, presionó el botón para contestar y se lo llevó al oído.

- ¿Hola? Estoy un poco ocupado ahora. No, estoy en una cita con Misty, pero… ¿qué, tiene que ser ahora? *Suspiro*, de acuerdo, si no hay más remedio. Voy para allá. – dijo antes de colgar.

- ¿Qué ocurre? ¿Malas noticias? – preguntó Misty.

- Mi hermana está en la ciudad. – dijo Chris. – Dice que necesitamos hablar de algo importante y que no puede esperar. Siento mucho hacerte esto, pero…

- No, tranquilo. No eres el único cuya familia a veces le da quebraderos de cabeza. – aseguró Misty.

- Gracias por entender. – dijo él, y de inmediato se guardó el teléfono y sacó algo de su otro bolsillo. – De todas maneras… antes de irme quería preguntarte algo más.

Abriendo las manos, Chris reveló una cajita de terciopelo. Llena de curiosidad pero presintiendo lo que era, Misty la tomó y la abrió. Como se lo había imaginado, era un anillo de compromiso, y supo exactamente lo que vendría después.

- Misty Waterflower. – dijo Chris inclinándose mientras tomaba su mano. – Hemos estado juntos mucho tiempo, y me has hecho el hombre más feliz del mundo. ¿Me harías el honor de casarte conmigo?

Misty miró el anillo, y luego a Chris. El corazón iba a salírsele del pecho, estaba emocionada como nunca en toda su vida. Al haberse quedado sin palabras, simplemente colocó la mano y permitió que él lo deslizara en su dedo, sin atreverse a abrir los ojos hasta que terminó por la emoción que la embargaba. Chris se puso de pie y la tomó de las manos.

- Bien, ya que aceptas, ¿te importa si lo anunciamos públicamente? – preguntó él. – Quiero que el mundo entero lo sepa, que voy a compartir mi vida con la chica más maravillosa que hay.

- Por mí encantada. – dijo Misty. – Que todos lo sepan. Y bueno, yo no tengo un anillo para ti, pero…

La chica comenzó a buscar entre su bolsa, y sacó de ella una mini figurita de plástico hecha a mano. No era por presumir, pero tantos años de hacer sus anzuelos a su propia imagen le hicieron desarrollar un talento especial para ese tipo de manualidad. El muñeco era una versión en miniatura de Chris, coincidentemente con la misma ropa que llevaba ahora, incluyendo las gafas de sol, e incluía una pequeña cadena como para usarse de llavero.

- Lo hice para ti. Espero que te guste. – le dijo entregándoselo. Chris lo observó detenidamente por unos segundos, como examinándole los detalles, y finalmente le sonrió.

- Gracias, lo atesoraré. – le dijo mientras se metía en el bolsillo. – Bien, es mejor que me vaya. ¿Un besito de despedida?

- Siempre. – declaró la pelirroja antes de lanzarse a su cuello y dárselo.

Chris se despidió, y Misty decidió quedarse en el acuario solo un poco más, así fuera sola. De todas maneras, no le molestaba, pues la emoción la embargaba totalmente. No podía creerlo; Chris había decidido proponerle matrimonio. Por fin quería hacer su relación algo definitivo. Nada podría haberla hecho más feliz.


Dos semanas más tarde…

La noticia del compromiso de Misty se esparció más rápido que el fuego. Pronto estuvo por todos los medios: en la televisión, la radio, por internet… no había nadie que no supiera sobre ella. Las reacciones fueron variadas: muchos lo celebraban, otros lloraban que la líder del Gimnasio Cerulean ya estuviese apartada, y los tabloides se estaban haciendo un festín esparciendo rumores sobre la pareja. Y entre todos ellos, también estaba él.

Ash Ketchum nunca había sido el mayor experto en asuntos del corazón, y sinceramente no sabía cómo sentirse respecto a esto. Por una parte, quería alegrarse por su mejor amiga, que hubiese encontrado a alguien que la quería. Por el otro… era demasiado consciente del hecho de no ser esa persona.

Pero no podía culpar a nadie de eso excepto a sí mismo: él había tenido su oportunidad y la dejó ir sin siquiera percibirla. O más bien, la destruyó por completo:

- " Yo te quiero, Misty, pero no de esa forma. No de la que te mereces."

Esas habían sido sus palabras exactas. No se le había olvidado la mirada destrozada en los ojos de Misty en el momento en que lo hizo, y también le dolió romperle el corazón de ese modo. Quizás fue demasiado duro con la elección de sus palabras, pero era lo correcto. Él jamás podría hacerla feliz como pareja.

A pesar de que habían pasado años de esa decisión, se preguntaba si había sido lo mejor. No por Misty, obviamente; por ese lado sí estaba totalmente seguro de que era lo mejor para ella. Pero por su propio lado… ¿había tomado la decisión correcta? ¿Estaba bien haberse negado a sus sentimientos aun cuando él también los correspondía al mismo nivel? Esa duda todavía lo seguía atormentando, pero la promesa que hizo de estar siempre para apoyar a Misty como su mejor amigo rápidamente la acallaba, y la enviaba a los resquicios de su mente a dormir con facilidad.

- Hmm… – Se detuvo de pronto al oír el rugido de su estómago, e intercambió una mirada con su fiel compañero sobre su hombro. – Ya me dio hambre la caminata. ¿Será que vamos por algo para comer antes de ir al gimnasio?

- Pikapika. – replicó el roedor.

Mirando alrededor, Ash vio un pequeño restaurante de comida rápida cruzando la calle. Detenerse veinte minutos para comer algo no haría daño. El Gimnasio Cerulean no iría a ninguna parte, y a Misty no le importaría. Después de todo no había dicho que pasaría a visitarla. Y nada como una buena comida para olvidarse de un corazón roto, aunque fuese por un momento.

Sentados a la mesa, Ash ordenó una hamburguesa jumbo con queso y tocino adicional, una gaseosa para él, y un tazón adicional extra grande de kétchup para Pikachu. Mientras esperaban su orden, el entrenador de Pueblo Paleta se reclinó sobre su asiento, mirando un poco alrededor. El restaurante estaba relativamente vacío: solo estaban él, una pareja mayor comiendo con sus hijos, y una chica en un rincón que estaba tomándose un café.

Poco después de Ash, entró a un muchacho más o menos de su misma edad, de pelo azul oscuro, con gafas de sol y con ropas que parecían de alta marca, y fue a sentarse en la mesa donde estaba la chica. También pidió un café y al poco rato, Ash empezó a escuchar retazos de lo que comenzaban a hablar.

- Y bien, hermanita, ¿qué noticias traes? – preguntó el chico en voz baja, casi como si no quisiera que lo oyeran.

- No mucho. – dijo la chica. – Papá todavía tiene sus dudas de si estás a la altura de la tarea.

- Ah vamos. Pude ocuparme bien de la compañía en su ausencia, ¿o no?

- Sí, pero… este es un negocio mucho más arriesgado. Más que las acciones en la bolsa subiendo y bajando. Lo sabes, ¿no?

Ash volteó ligeramente a ver por encima del hombro. Mirándolos bien, notó que las ropas de la chica también se veían bastante caras. Seguramente se trataba de un par de niños ricos discutiendo sobre alguna compañía que iban a heredar algún día. Nada que a él le interesara.

- Su orden, señor. – dijo la camarera trayéndole la bandeja con su comida y poniéndola en la mesa.

- Gracias. – dijo mientras cogía la hamburguesa y le pasaba el tazón con kétchup a Pikachu. – ¡Buen provecho!

De inmediato le echó una gran mordida a su hamburguesa mientras Pikachu empezaba a lamer la salsa. Bastante buena, aunque no podría compararse nunca con la comida preparada por su madre, o por Brock, o por Cilan. Pero era un buen sustituto estando lejos de casa y de sus amigos.

Mientras comían, sin embargo, empezaron a oír más retazos de la conversación de al lado entre los hermanos, y el tono de esta de pronto empezó a cambiar.

- Oye, ya lo hicimos dos veces y todo salió bien, ¿no? - dijo el hermano. – Solo hay que tener un poco de paciencia, estas cosas toman tiempo. En los negocios hay que planear todo con cuidado a corto y a largo plazo.

- Si tú lo dices. – replicó la chica. – Pero oye, el Gimnasio Cerulean de todos los lugares. Eso no es cosa de broma.

Esas palabras hicieron que Ash se detuviera en medio de un bocado, y todavía con la boca llena volvió a voltear a ver por encima del hombro, y esta vez puso más atención. ¿Qué estaban hablando que involucraba el Gimnasio Cerulean?

- Ya sabes que un Gimnasio de la Liga Pokémon otorga mucho poder y prestigio. – decía el chico. – Pero desbancar a un líder no es tan sencillo, especialmente tratándose de una que es tan fuerte como la actual. Por eso hay que planear con mucho cuidado.

- Eso lo sé. – esta vez habló la chica. – Escuché que su récord de victorias este año es de más de 90%.

- Exactamente mi punto. Ella es como el agua: flexible y adaptable. No es alguien a quien puedas vencer solo atacando o siendo más fuerte. Hay que ser como ella, y saberle ganar en su propio terreno. Pero confía en mí: en menos de un año, podremos establecernos cómodamente en el Gimnasio Cerulean.

Ash empezó a apretar su hamburguesa tanto que algo de la salsa y los condimentos empezaron a escurrir fuera de ella. Pikachu también había dejado de lamer su kétchup y había parado las orejas. ¿Qué tanto estaban hablando esos dos? ¿Acaso querían retar a Misty para quitarle el gimnasio? ¿Y planeaban tan a largo plazo que estaban esperando un año entero para poder hacerlo?

- Pero bueno, para eso todavía hay mucho tiempo. – dijo el hermano, reclinándose sobre su asiento. – ¡Camarera, otros dos capuchinos dobles, por favor!

- ¡Enseguida! – replicó la camarera, llevándose las dos tazas de la mesa.

Ash inmediatamente volteó a ver a Pikachu. Los dos estaban pensando exactamente lo mismo. Con una seca cabezada, ambos volvieron a su comida y se la terminaron rápidamente, casi sin apenas degustarla. Habiendo terminado, sin pedir la cuenta simplemente se sacó del bolsillo un billete grande para pagar y dejar una jugosa propina. No soportaba estar ni un minuto cerca de esos dos, y Pikachu tampoco.

- ¿Qué se creen? – dijo en voz alta una vez que estuvo fuera de rango, hablando con Pikachu. – ¿Creen que pueden retar a Misty para quitarle el gimnasio?

- Pikachu.

- Ja, buena suerte con eso, ella jamás lo permitiría. – se rio el entrenador por lo bajo, mirando al frente.

Él conocía a Misty mejor que nadie. El gimnasio era un lugar sagrado para ella, y jamás en toda su vida se permitiría que se lo arrebataran, ni en un millón de años. No importaba lo que intentaran, ella jamás perdería contra gente como ellos. Fuese cual fuese su estrategia de batalla, no habría forma de que Misty fuera a perder si su gimnasio estaba en la línea.

Ya lo defendió una vez cuando lo intentaron, y los idiotas literalmente salieron volando. Si lo hizo en ese entonces siendo novata, de ninguna manera se lo quitarían ahora que era toda una maestra de Pokémon de Agua.


Un poco después…

El Gimnasio Cerulean, cómo él lo recordaba, solo que un poco más grande por las expansiones que le habían hecho. El techo y las paredes de cristal reflejaban el sol de una manera increíble, y siempre le traía buenos recuerdos. Y algunos no tan buenos, como el ya mencionado encuentro con su vieja amiga. Le dolió en su momento, pero él no era de los que se desanimaban por nada por mucho tiempo.

Tomando un profundo respiro, Ash se dispuso a cruzar la entrada. Ya se le había hecho costumbre desde entonces, pero hasta donde sabía, cualquiera que fuese cercano con Misty o sus hermanas era libre de entrar sin necesidad de tocar.

- ¡Buaaaaaaaaa! ¡Esto no se quedará así! ¡Me las vas a pagar, ya verás!

Ash tuvo que apartarse cuando de la puerta salió corriendo un entrenador, chorreando lágrimas que podría haber jurado pondrían a las Cataratas Tohjo en vergüenza. Huyó despavorido fuera del gimnasio hasta perderse de vista tras dar la vuelta en una esquina, dejando a Ash y Pikachu perplejos por un instante.

- Misty debe seguir tan fuerte como siempre, ¿no? – comentó Ash, a lo cual su roedor amarillo asintió.

Superada la pequeña sorpresa, finalmente ingresaron. Si ese chico era un retador, lo más probable era que Misty estuviera en la arena/piscina del gimnasio en aquel momento. Y en efecto, así era: se encontraba todavía en la plataforma del líder del gimnasio, haciendo algunos estirones con los brazos.

- ¡Hey! – la llamó alzando la mano. Pikachu a su vez hizo lo propio con un "¡Pikachupi!", así que no tardó mucho en percatarse de su presencia.

- Vaya, miren a quién trajo la marea. – dijo la chica en tono alegre. – Aguarda, en seguida voy.

Misty se bajó de la plataforma de un salto y empezó a caminar rodeando la piscina. Cuando se le acercó, Ash tuvo que hacer un esfuerzo por no mirar más de lo debido, pues en ese momento la chica iba vestida solo con un traje de baño blanco con líneas azules en los bordes, y encima de este una chaqueta azul claro, aunque el hecho de llevarla encima de los hombros hacía poco para ocultar su prominente busto y sus largas piernas. Se centró en mirarla a los ojos una vez que se acercó lo suficiente, tomando ventaja de que ambos eran casi de la misma estatura.

- ¿Cómo estás, Ash? Cuánto tiempo sin vernos. Me sorprende verte por aquí.

- Pasaba por el vecindario y pensé en saludarte. – replicó Ash, tratando una de sus sonrisas idiotas para disimular un poco. – Te… ves bien.

Misty ladeó la cabeza ligeramente ante ese comentario y frunció la boca. Ash tardó un par de segundos en entender las implicaciones que podría cargar ese comentario y no tuvo que mirar para saber que Pikachu se golpeaba la frente.

- Eh… l-lo que quise decir fue… q-que te ves feliz. – dijo él, y de inmediato se le prendió el foco. – Sí, a eso me refiero. Y debes estarlo, ¿no? Después de todo pronto te vas a casar.

- Ah. – dijo ella relajando la expresión, y sonriéndole. – Sí, por supuesto que lo estoy. Aguarda, ¿no me digas que viniste todo el camino para felicitarme?

- ¡Pues claro! Se supone que somos mejores amigos, ¿no? – dijo él, ruborizándose levemente, parte vergüenza, parte molestia. – Es un momento muy importante para ti, después de todo.

La pelirroja sonrió pícaramente y puso las manos en las caderas. Ash deseaba que no hiciera eso: cuando se ponía en esa pose su atractivo se incrementaba y ella lo sabía. Siempre era intencional, aunque él no se dio cuenta sino hasta mucho después, y por eso lo había convertido en un hábito.

- En todo caso… felicidades. – dijo Ash. – Me siento muy feliz por ti, en serio.

- Gracias, Ash, significa mucho para mí. – replicó ella sonriéndole con sinceridad.

Los dos se quedaron mirándose por un momento. Sentirse feliz por ella era el único mecanismo que tenía para echar fuera esa sensación que tanto odiaba. Específicamente, la de haber tomado conciencia de que, si se hubiera atrevido a dar el paso en aquel momento, tal vez ahora él sería el que estaría en ese lugar.

Pero ya era tarde para lamentarse. La había perdido e incluso lastimó sus sentimientos al rechazarla. Por lo mismo se sentía profundamente agradecido de que hubieran podido seguir siendo amigos después de eso.

- Y bien, ¿cuándo podré conocer al afortunado, o desafortunado según lo veamos? – replicó él, tratando de aliviar la tensión con una broma. Misty se enfurruñó. – Ah, vamos. Admite que todavía hay áreas donde todavía necesitas trabajar. La cocina, por ejemplo.

- Lo creas o no, he estado tomando clases para mejorar. – se defendió ella. – Deberías haber visto a Chris degustando mi estofado especial, no dejó ni las sobras.

Ash quiso decir que seguramente lo habría hecho por amor independientemente de lo horrible que estuviera, pero no se sintió de humor para tentar tanto a su suerte aquel día. De todos modos, aún no había respondido a su pregunta previa. Él y el prometido de Misty todavía no habían podido conocerse cara a cara. Aparentemente se trataba de un joven de una familia adinerada y frecuentemente estaba ocupado.

- En todo caso, ya debe estar por llegar. Hoy trabajaré solo a media jornada en el gimnasio y vamos a salir. – En eso sonó la alarma de la entrada. – Ah, qué oportuno, ese debe ser él.

La pelirroja corrió hacia la entrada, y Ash caminó detrás de ella sin prisa. Aunque no lo dijera de dientes para afuera, quienquiera que fuese era muy afortunado de haber elegido a Misty. Lo justo era felicitarlo como debía ser.

- ¡Chris! – exclamó la chica, lanzándosele al cuello para darle un gran beso. Ash inconscientemente apretó las uñas contra su palma aunque por fortuna no se hizo sangrar.

- ¿Cómo está mi sirena el día de hoy? – replicó él en tono amable, quitándose las gafas de sol. Sin embargo, al acercarse más a Chris, Ash se percató de otra cosa.

Pelo azul marino, unas gafas de sol y un largo abrigo negro. Igual que el sujeto que había escuchado hablar antes en el restaurante. ¿Coincidencia?

- Bien, pero contigo aquí, todavía mejor. – replicó Misty, soltándolo y apartándose para que Ash y él pudiesen verse directamente. – Ven, quiero presentarte a alguien. Ash, él es mi prometido.

- Christopher North, es un gusto. – dijo cortésmente mientras extendía la mano.

- Ash Ketchum, igualmente. – replicó el entrenador de Pueblo Paleta, aceptando el apretón, y luchando contra el impulso de triturarle los dedos. Aunque por alguna razón, sí sintió que el apretón de Chris fue ligeramente más fuerte de lo que debería haber sido.

- Conque tú eres el famoso Ash Ketchum. El Cerebro de la Frontera de Kanto en el Coliseo de Batallas de Pueblo Paleta, ¿no es así? – dijo Chris en un tono que, para sorpresa de Ash, sonaba genuinamente de admiración. – Según dicen desde que tú apareciste nadie más ha podido volver a completar la Frontera de Batalla.

- Ha tenido suerte. – dijo Misty, ligeramente burlona pero sin malicia. – Chris no compite en los campeonatos regulares de la liga, él se enfoca más en el circuito de los entrenadores de tipo Agua, como yo.

- Ja, mi sirenita, no te llego ni a los talones. ¡Si ni siquiera he podido ganar mi primera Copa Remolino!

- Ah vamos. Sigue practicando y la que será en dos años podría ser la tuya. – replicó ella.

Ash involuntariamente se llevó la mano al estómago, sintiendo que de pronto empezaba a revolvérsele. Y no entendía por qué, sino que simplemente le hacía sentirse mal el ver a Misty y Chris riendo juntos. ¿Serían los celos acaso? ¿O era algo más?

- Como sea, ¿lista para salir? – le preguntó Chris, sacando a Ash de su ensimismamiento.

- Solo tengo que ir a cambiarme, no tardaré mucho. – dijo Misty. – Mientras tanto, ¿por qué no aprovechan para conocerse entre ustedes?

Misty se fue felizmente a su habitación. Incluso desde que eran niños, cuando ella era una marimacha gritona, le gustaban mucho las cosas femeninas, y entre ellas se contaba obviamente el romance. No era de extrañarse que se viera tan feliz ante el poder tener una cita. Pero ahora, se le estaba haciendo difícil sentirse feliz por ella.

- Así que, al fin puedo conocer al mejor amigo de mi sirenita. – dijo Chris. – Ella me ha hablado mucho sobre ti.

- "¿Cuál era la insistencia con ese apodo?" – pensó Ash. Claro, le quedaba muy bien, y hasta él admitía que sonaba lindo. Pero eso no tenía importancia ahora. – Ella también me ha hablado mucho sobre ti. Debes ser un gran hombre para que te haya escogido.

- Ja, yo no diría eso. – dijo Chris, con una sonrisa que, a opinión de Ash, se veía tan sincera que era casi antinatural. – Solo fui afortunado de conocerla.

- Sí, Misty es una chica increíble. La conozco desde los diez años, así que puedo estar seguro de ello.

- Jeje, diré que me das envidia en ese departamento. Hay tanto que me gustaría saber sobre ella. No fue fácil conquistarla, ¿sabes? Cuando la conocí… estaba bastante dolida.

Ash sintió la punzada de culpa al oír esas palabras. Dolía que se lo recordaran, pero era cierto. Misty había quedado destrozada luego de que él la rechazó, y aunque se recuperó… bueno, sus hermanas le habían dicho que aunque su corazón había sanado desde que conoció a Chris, en este había quedado una cicatriz.

- Bueno, podrá contarte esas historias cuando se casen. – dijo Ash, intentando no sonar demasiado cortante. No se sentía de humor para hablar de Misty, menos con él. – Creo que es mejor que me vaya. Ya sabes, ¿cómo era ese dicho, "tres son multitud" o algo así?

- ¿Oh, ya te vas? – dijo Chris. – Qué lástima, empezabas a caerme bien.

Ash no le respondió de la misma forma al saber que no podría hacerlo de manera sincera, así que simplemente asintió con la cabeza y trató de sonreír. Era una excusa perfecta para desaparecer de allí. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, y lo mejor era estar a solas para aclararlas.

Estando ya fuera del gimnasio, Ash echó a correr a toda prisa para alejarse lo más rápido posible, antes de sentirse tentado a hacer algo tan estúpido como intentar espiar a Misty en su cita. Ya sabía lo mal que eso terminaría. Muchos le daban poco crédito por eso, pero en situaciones serias, Ash era capaz de pensar con claridad las cosas. O al menos mientras nadie lo atacase en su temperamento para provocarlo y que cometiera alguna tontería.

- Pikachu… el prometido de Misty… ¿era el mismo sujeto de la cafetería? – le preguntó Ash.

Podría ser simple coincidencia, que tuvieran el mismo tono de pelo y llevaran la misma ropa. Diablos, por lo que sabía podrían ser gemelos idénticos. En todo caso, Chris no dio reacción alguna de reconocerlo, así que tal vez simplemente no se fijó en él cuando estuvieron en la cafetería.

- Pikachu. – asintió el roedor. Si él lo decía, entonces no había dudas. Los sentidos de los Pokémon eran mucho más agudos que los de los humanos. Podría reconocerlo fácilmente por el olor.

- Lo sabía. – dijo Ash.

La pregunta era, ¿qué hacer con ese conocimiento? ¿Debería decirle a Misty lo que había escuchado? Había oído esa conversación por accidente, pero se imaginó que simplemente querría retar a Misty para obtener el gimnasio. ¿Por qué entonces complicarse tanto llegando al punto de comprometerse con ella? ¿Sería una forma de acercarse lo suficiente para derrotarla?

Algo ahí estaba mal. Muy mal. Y ese pensamiento no lo dejaba en paz.


Centro Pokémon de Cerulean, al día siguiente…

Ash no había planeado quedarse en Cerulean más que lo suficiente para visitar a Misty y felicitarla por su boda. Pero no había podido marcharse todavía.

Lo que había escuchado el día anterior, ver a Misty con su prometido, conocerlo frente a frente, todo le había provocado un caos en la cabeza, al punto que casi no había podido dormir la noche anterior. Todavía estaba confundido y no sabía qué hacer, ni cómo debía actuar. A falta de algo mejor, había intentado ventilar sus frustraciones en el Club de Batallas local, pero en cierto momento sin darse cuenta empezó a pelear de manera tan violenta y descontrolada que tuvieron que pedirle que se fuera, así que volvió al Centro Pokémon.

Mientras Pikachu y los otros recibían su chequeo, Ash se había sentado en la computadora pública y se puso a surfear por el internet. Y solo porque podía hacerlo, se le ocurrió teclear el nombre de Chris North en el buscador.

- Veamos quién eres realmente. – dijo sin hablar con nadie en particular. Encontró su perfil en las redes sociales sin mucha dificultad. – Christopher North. Graduado de la Universidad de Celadon con honores. El mayor de dos hijos, y su padre es el presidente de la compañía de transporte marítimo Northern Lights Shipment. Participa en los circuitos de entrenadores de Pokémon de Agua, y ha participado cuatro veces en la Copa Remolino, aunque nunca ha ganado una.

Parecía un historial impecable. Era hijo de una buena familia, y tenía muchas cosas en común con Misty, como el ser entrenadores de Pokémon de Agua. Y aunque Ash odiara admitirlo, se portaba como un verdadero caballero, el tipo de hombre que haría rendir a cualquier mujer. Podría darle todo lo que quisiera y mucho más.

Por lo cual no le cabía en la cabeza que quisiera quitarle el gimnasio a Misty. No tenía sentido. Un Gimnasio de la Liga Pokémon era una fuente de ingresos monetarios y prestigio, pero él no necesitaba nada de eso. Si iba a heredar una compañía que posiblemente valiera por diez gimnasios o más, por lo que él sabía.

Y de todas maneras, ¿por qué estaba buscando esto? ¿Estaba buscándole algún trapo sucio que pudiera sacarle al sol de alguna manera? ¿Qué ganaría él con eso?

- ¿Hmm, qué tenemos aquí? – dijo de repente notando un enlace que no había revisado aún. El nombre de Chris aparecía en él.

Al entrar, se percató que eran resultados de búsqueda de un periódico online, en viejos artículos. Ash no era muy dado a leer las noticias, impresas o digitales, a menos que estuvieran relacionadas con la Liga Pokémon o alguno de sus amigos. Al hacer click en ellos, vio una fotografía de Chris abrazado con una chica de pelo castaño oscuro y muy largo con uniforme de socorrista y una tabla salvavidas. La etiqueta marcaba que el nombre de la chica era Paige Monroe, y la fecha era de hacía cinco años. Aparentemente habían sido descubiertos juntos en una playa teniendo una cita.

- Eso era antes, esto es ahora. – dijo Ash. Haber tenido una novia antes de Misty no lo convertía en un criminal ni nada de eso. Irritante tal vez, pero no ilegal.

Pasando página, se encontró otro artículo, esta vez de tres años atrás. Era un artículo sobre un accidente automovilístico. La víctima era una mujer rubia llamada Darcy Mason, cuyo nombre a Ash le sonaba de algo vagamente, quizás del mundo del espectáculo, pero él no era un experto en esa materia para estar seguro.

- ¿Quién es un experto en esa materia? – se preguntó, y de pronto una sonrisa cruzó por sus labios mientras chasqueaba los dedos. – Quién, en efecto.

Sin tardanza, sacó su teléfono holográfico del bolsillo. Regalo de Serena en su último cumpleaños, desarrollado y ensamblado a mano personalmente por Clemont, un año antes de que saliera oficialmente al mercado a la venta. El poder de la ciencia en acción, le había resultado bastante útil siendo sinceros. Inclusive no tenía que preocuparse por fallas de recepción cuando viajaba, excepto en lugares muy remotos o que tuvieran campos magnéticos u otra interferencia natural.

La pantalla holográfica mostró el menú y su lista de contactos. Buscando por la letra B pulsó el icono que tenía la fotografía de Brock y esperó a que se conectara la llamada. Con suerte, Brock no estaría ahora en horas de trabajo y le podría ayudar.

La pantalla holográfica cambió dando la señal de llamada conectada, aunque con el icono de "Solo Audio". – ¿Hola, hola? De aquí para allá yo, ¿de allá para acá quién?

- Hey, Brock, es Ash.

- ¿Ash? Aguarda, tengo puesto el manos libres, déjame conectar el visual. – Pasaron unos segundos y el icono de solo audio fue reemplazado por el rostro de su primer (sin contar a Misty) y más longevo compañero de viaje. Juzgando por el delantal, parecía que lo había pillado haciendo la cena. – ¡Hola, Ash! Qué sorpresa, ¿a qué debo el placer de tu llamada?

- Ah, nada especial, solo quería saludar… y preguntarte algo. – le dijo Ash, intentando sonreír y disimular un poco la seriedad de momento. ¿Cómo iba a explicarle lo que quería hacer?

- Lo que necesites, pregunta. Sabes que también eres como otro de mis hermanos menores.

Ash rio ligeramente. Ese sentimiento fraternal era mutuo, pues Brock también actuó como hermano mayor no solo para él, sino también para Misty, May, Max y Dawn, durante todo el tiempo que anduvieron juntos. Tenía sus peculiaridades, pero en general hacía bien su papel.

- Me preguntaba si… ¿aun tienes aquella lista de chicas famosas a las que admiras? – le preguntó, sin irse con rodeos. El moreno de ojos en rendijas inmediatamente tuvo un respingo y se puso el dedo en la boca.

- ¡Shhh, no lo digas tan alto! – exclamó, mirando por encima del hombro para verificar que la costa era segura. – ¡Si Lucy se entera de eso soy hombre muerto!

- Lo siento. – se disculpó Ash. – ¿Pero la tienes o no?

- Depende. ¿Para qué la necesitas? – preguntó Brock, y de pronto le dirigió una mirada maliciosa. – No me digas… ¿acaso hay alguien que te interesa?

- No es lo que piensas. – dijo Ash severamente. – Escucha, necesito que me busques dos nombres. Paige Monroe, y Darcy Mason. ¿Puedes?

- Espera un poco. – Ash vio que Brock agarraba una mini tablet y empezaba a pulsarla en busca de los nombres que Ash había mencionado. – ¡Aquí está! Paige Monroe, socorrista en la playa de Ciudad Shalour, y eventualmente fue contratada por una agencia de modelaje, llegando a ser ganadora del título de mejor figura en el concurso de Miss Kalos dos años consecutivos.

- Sí, eso es interesante. – dijo Ash en un tono ligeramente seco. – Pero no es lo que busco. ¿Tienes algo de sus posibles relaciones? ¿Sabes si salió con alguien llamado Chris North?

- No suelo anotar ese tipo de detalles, pero… sí, aquí dice que salió con Christopher North hace cuatro años. – dijo Brock. De repente el chico de piel morena empezó a abrir los ojos al darse cuenta de algo, y no de buena manera. – Espera un momento, Ash. ¿Por qué estás investigando a una ex del prometido de Misty?

Ash tragó saliva. ¿Cómo iba a explicarle? No era porque estuviera celoso… de acuerdo, quizás un poco, pero lo principal era porque estaba preocupado por Misty. El entrenador trató de poner sus engranajes a trabajar para pensar en una respuesta rápida, pero finalmente no le salió, así que optó por la vía tradicional.

- Mira, te lo explicaré después. – dijo intentando evadirlo de momento. – Mira, ¿sabes cómo o por qué terminaron por casualidad?

Brock frunció el cejo ligeramente, pero se puso a buscar a pesar de todo. Evidentemente aun sospechaba, pero confiaba en él lo suficiente como para no negarle la petición. Finalmente, después de un minuto que se sintió eterno, le respondió.

- Bueno, lo único que tengo aquí es que hubo un escándalo en la agencia de modelaje que empleaba a Paige, y luego de eso ella desapareció de la vista pública. Fue realmente extraño. Aunque ahora que lo veo…

- ¿Qué cosa? – preguntó Ash.

- La agencia aparentemente demandó a la compañía Northern Lights Shipment, pero perdieron y poco después se fue a la quiebra. Es la misma compañía que Chris va a heredar, según tengo entendido.

Ash asintió. Así que había un nexo con la compañía de la familia de Chris. ¿Coincidencia?

- ¿Qué hay de la otra, Darcy Mason? – preguntó Ash, queriendo moverse rápido para aclarar sus dudas. Esta vez sin dudar tanto, Brock empezó a ver su base de datos y encontró la susodicha entrada.

- Darcy Mason, ganadora del concurso La Voz de Nimbasa en los Musicales Pokémon. Se había comprometido… también con Chris e iban a casarse… pero entonces ocurrió un accidente de auto que acabó con su vida. O eso dice la versión oficial. – dijo Brock.

- ¿"Versión oficial"? – preguntó Ash. Brock se puso la mano en el mentón, pensativo. Parecía meditar la respuesta antes de decirle lo que sucedía.

- La familia de Darcy también interpuso una demanda. Fueron solo rumores, pero decían que lo del accidente fue un invento de la compañía para salvar su reputación. Algunos decían que…

- ¿Qué? – preguntó Ash, presintiendo que no le iba a gustar nada. Y el sentimiento se acrecentó cuando Brock le hizo un gesto para acercarse a la pantalla y habló en voz baja.

- Que se había suicidado.

Ash se quedó pasmado al oír la palabra. Tuvo que hacer un esfuerzo por no irse para atrás con la silla. Sin embargo, ahora Brock parecía mucho más dispuesto a darle información.

- La compañía les pagó a la familia Mason una indemnización por el accidente, pero siguieron haciendo escándalo durante mucho tiempo. – dijo Brock. – Las cosas se escalaron y tuvieron que darles una orden de alejamiento, para que veas.

Ash asintió, sin saber qué decir. Él nunca había sido la persona más inteligente, pero la mayoría podía estar de acuerdo en que siempre había tenido buenos instintos. Y en aquel momento, sus instintos le gritaban a los cuatro vientos que esa conexión entre las dos antiguas novias de Chris no era una coincidencia. Y que esa conexión se extendería hacia Misty.

- Ash… dime la verdad, ¿por qué me llamaste para preguntarme esto? – preguntó Brock, aunque su tono denotaba que ya conocía la respuesta. Ash respiró profundo antes de decirle.

- Ayer… mientras comía en una cafetería, escuché a Chris hablando con alguien, creo que su hermana. – dijo Ash. – En ese momento no sabía que era él, pero dijeron algo de que en un año el gimnasio Cerulean sería suyo. Creí que solo era alguien que quería retar a Misty para obtenerlo de la forma tradicional, pero ahora…

- Ahora crees que quiere obtenerlo por otros medios. – completó Brock por él. – ¿Qué opinas de esto?

Ash se reclinó en la silla. Una parte de él se preguntaba si Misty sabía que ya había tenido dos novias antes que ella, y también de las… extrañas circunstancias en que terminaron las relaciones. Una desaparecida del ojo público, y la otra muerta, tal vez por suicidio incluso. Y estaban las cosas que habían dicho cuando creía que nadie importante estaba oyendo. Cualquiera que quisiera apoderarse del Gimnasio Cerulean, primero tendría que quitar a Misty del medio.

Y la única forma en que esas piezas encajaran, implicaban que Misty podría estar en grave peligro y no tenía ni idea de ello. Y eso no le gustaba a Ash, no le gustaba ni un poco.

- Tengo que decírselo. Más vale que vaya de inmediato. Gracias por la ayuda, Brock.

- Cuando quieras. – dijo Brock. – Pero oye, ten cuidado. Si tu corazonada resulta ser cierta, podrías echarte de enemiga a toda la familia de Chris, y eso podría arruinarte por el resto de tu vida.

- Eso no sería nada comparado con las crisis apocalípticas que hemos visto en años, ¿no crees?

Brock simplemente se rio ligeramente, y dándole un pulgar arriba le deseó suerte y sin decir más, cortó la llamada. Justo en ese momento, sonó la campana de la recepción del centro indicando que el chequeo de los Pokémon de Ash ya había concluido. Qué oportuno, así podía ir de una vez.

Tenía que decírselo rápido. No podía permitir que un sujeto malintencionado le hiciera daño a su mejor amiga.

Esta historia continuará…


Notas del autor:

¡Hola, hola! Bien, aquí estoy de nuevo con una nueva historia Pokéshipping. Ya tenía la idea desde hacía varios meses (casi un año, creo) y hasta llevaba algún adelanto, pero compromisos en la vida real, dificultades y en general un montón de causas me minaron la inspiración por lo que la dejé pausada. Decidí hacerla, como ven en el tag, incursionar en un género que no escribo a menudo, ya que quienes me sigan sabrán que no soy muy dado a hacer sufrir a los personajes, así que a ver qué tal me queda.

Hay un trasfondo gracioso detrás de este fic: la idea me vino inicialmente tras una discusión con cierto lectorcillo rabioso con complejo de superioridad que habla de que será el mejor pero no tiene ni pizca de voluntad para ponerse a escribir algo por sí mismo y solo se roba ideas de otros autores o trata de engañarlos para que escriban lo que él quiere. Pero es ono es relevante aquí. Lo que sí es relevante, es que al ir pensando más en cómo podría estructurarla, me vi un episodio de la serie Tokusou Sentai Dekaranger (versión Sentai de Power Rangers SPD, para referencia de este lado del charco) donde hay un idilio muy parecido a este, y fui armando la historia más o menos en base a eso. Eso se notará más en la segunda parte y quienes hayan visto dicho episodio visto posiblemente sepan a dónde voy (hablo de la versión Sentai, obviamente, ya que ese episodio no tuvo adaptación en SPD).

Concluyendo, les dejo agradecimientos especiales a Suki90, por echarme la manita con un diálogo en la primera escena de la segunda parte (que me divertí bastante haciéndolo, de paso), y a Shadechu Nightray por el feedback adicional. Con su ayuda pude retocar esta historia y acelerar un poco las cosas, así que muchas gracias a ambas, señoritas. Me despido por ahora, pero no desesperen, la historia ya está completa, solo que con lo larga que salió me vi forzado a dividirla para que no sea tan pesada de leer. Espero que hayan disfrutado esta primera parte, y que también lo hagan con el resto. ¡Nos veremos pronto!