El Símbolo de la Paz y la Justicia

Escrito por TheGodfather93, traducido por Fox McCloude

Disclaimer: Dragon Ball, My Hero Academia y todos sus personajes respectivos son propiedad de Akira Toriyama y Kouhei Horikoshi. Todos los derechos reservados.


Capítulo 1: Salvador

Los truenos resonaban por todo el escalofriante cielo nocturno, mientras una figura encapotada corría rápidamente por las calles de la dilapidada ciudad que había debajo. La figura, un hombre alto y anciano, con una poblada barba blanca y unos chispeantes ojos azules, ignoraba la lluvia que calaba en su cuerpo oculto bajo la capa y no prestaba atención a sus latidos acelerados, eligiendo permanecer firme en completar su viaje mientras se aferraba fuertemente al saco que llevaba sobre su hombro.

Salió de un callejón oscuro hacia una calle principal, solo para que el mundo a su alrededor se prendiera en llamas. Erupciones de fuego brotaban de las grietas en el suelo, y los ya de por sí desgastados edificios en las cercanías colapsaron con un estallido ensordecedor. Un salvaje rayo de electricidad golpeó la carretera vacía, partiéndola en dos como si fuera un simple juguete de plástico.

El hombre encapotado aspiró profundo por la nariz y exhaló por la boca, dándose un breve momento de confort con el frío pero insípido aire en sus pulmones. Como si se hubiera movido un interruptor, las llamas se disiparon y los edificios derrumbados volvieron a sus alturas normales. El hombre se limpió el sudor de la frente, que resplandecía visiblemente incluso entre las gotas de lluvia, y continuó su camino.

Al ver una bodega abandonada, atravesó la puerta y la cerró violentamente tras de sí. Sus agudos ojos escanearon sus alrededores en busca de alguna barricada, eventualmente encontrando un viejo y polvoso banquillo de trabajo. Ya con un notable cansancio en sus facciones llenas de sabiduría y experiencia, arrastró el banquillo hacia la puerta y lo colocó para atrancarla de manera improvisada, rezando a cualquier deidad que lo escuchase por que se mantuviera firme lo suficiente.

El hombre jadeó y respiró a grandes bocanadas, con su cuerpo anciano exhausto y al límite, pero sabía que tenía que seguir adelante. Exhalando profundamente en un intento de calmarse a sí mismo, se dio la vuelta y procedió a adentrarse más en la bodega, pero se detuvo bruscamente cuando el techo colapsó frente a él, exponiéndolo a la visión de una lluvia de meteoros que asaltaba la Tierra sin piedad.

El hombre parpadeó, y los meteoros se disiparon cuando el techo caído volvió a ponerse en su lugar. Su expresión se tornó sombría, sabiendo que el tiempo se agotaba, y corrió a través del edificio hasta que llegó a una puerta en todo el fondo. Tras entrar en ella, se encontró en otra habitación gigante, con la única diferencia de que este tenía techo de cristal en lugar de concreto.

Sintió un espasmo en su pecho y cayó de rodillas, dejando caer también el saco de sus hombros. Este dio un golpe seco en el suelo, y el hombre solo pudo observar como siete esferas de color naranja con estrellas rojas en su interior se deslizaban fuera de él, rodando por el suelo. Intentó ponerse de pie, pero sus piernas ya no daban para más, forzándolo a simplemente suspirar cansinamente.

Con sus manos temblorosas, movió las esferas hasta ponerlas todas juntas, admirando momentáneamente lo místicas que se veían al brillar al unísono. Una vez hecho esto, inclinó la cabeza y lanzó un grito a todo pulmón.

- ¡Aparece, gran dragón de las leyendas! ¡Aparece y concédeme mi deseo!

Las esferas comenzaron a parpadear como bombillas y empezaron a emitir un extraño sonido pulsante que se hizo más fuerte entre más continuaba. La habitación se tornó en oscuridad, unas nubes que surgieron de la nada comenzaron a tapar la luna que ya de por sí estaba brillando poco, y las esferas quedaron como la única luz en toda el área. Un pilar de radiante energía amarilla salió disparado desde las esferas, elevándose hacia el cielo y atravesando el techo de cristal sin problemas.

La energía larga y cilíndrica comenzó a enroscarse en la forma de una serpiente, y la luz lentamente se desvaneció para revelar unos amenazantes rasgos reptilianos. Una vez que el resplandor amarillo desapareció por completo, en su lugar había un colosal dragón serpentino, con piel escamosa verde brillando contra la lluvia. Dos enormes astas marrones brotaban de su cabeza de lagarto, y un pelo verde ondeaba hacia los lados. Un par de bigotes delgados de color verde brotaba de su largo hocico, y su boca se abrió revelando unos dientes afilados que hacían juego con las enormes y peligrosas garras en sus cuatro patas. Sin embargo, el rasgo más amenazador de la criatura eran sus brillantes ojos rojos, que resplandecían ominosamente en la oscuridad de la noche.

El hombre encapotado que había invocado a esta bestia se quedó anonadado ante la visión, y no pudo más que observar con la quijada abierta esos orbes de color carmesí. De pronto sintió una presión enorme invadiendo todo su cuerpo hasta el fondo, como si fuese una insignificante hormiga ante la presencia de un dios.

- ¿Quién se atreve a perturbar mi sueño? – rugió el dragón, con una atronadora voz que resonaba por la habitación a pesar de no mover la boca. Un relámpago estalló en el cielo, como si puntualizara más esa aura de intimidación. – ¡Dime cuál es tu deseo para poder irme a descansar una vez más!

Eso sacó al hombre de su estupor, y con un profundo respiro reunió todo el valor que le quedaba y le devolvió la mirada desafiante al monstruo.

- ¡He visto el futuro, y está lleno de oscuridad! – comenzó mientras unas perturbadoras visiones comenzaban a pasar por su cabeza como un rollo de película, haciéndolo casi ahogarse. – Este mundo está lleno de odio, angustia y dolor… y si lo dejamos como está, ¡las tinieblas caerán sobre todos nosotros! ¡Por más que lo intente, no tengo el poder para detener esto!

Unas lágrimas bajaron por su rostro, y no hizo ningún movimiento para limpiárselas.

- ¡Pero aunque hay oscuridad, también hay luz! ¡Hay personas buenas en este planeta, y no merecen sufrir tan terrible destino! Hombres, mujeres, niños inocentes que quieren vivir sus vidas en paz… héroes profesionales, oficiales de policía, doctores que quieren ayudar a otros… ¿por qué deberían sus vidas ser cegadas por los caprichos de unos pocos dementes?

»Mítico dragón de las leyendas, he pasado la mayor parte de mi vida buscándote, ¡con la esperanza de que puedas ayudarme a ponerle fin a lo que se acerca! – Sus latidos se aceleraron; ahora era el momento de la verdad. – ¡Mi deseo es que traigas un héroe a este mundo, un héroe que pueda salvarnos a todos del futuro que se aproxima, un faro que irradie esperanza y se convierta en la luz en la oscuridad, alguien cuyo heroísmo inspire a las futuras generaciones en los años por venir!

Un silencio mortal reinó por unos pocos segundos, y el hombre sintió decaer su espíritu al interpretar ese gesto como que el dragón había rechazado su deseo. Sin embargo, cuando sintió que su corazón estaba a punto de hacerse pedazos completamente, los ojos escarlatas del ser mágico volvieron a brillar con más fuerza antes de apagarse nuevamente.

- Tu deseo ha sido concedido. Adiós.

Despidiéndose con esas palabras, el dragón desapareció de la existencia en un resplandor dorado, y las esferas naranjas de las cuales apareció volaron hacia el cielo antes de dispersarse en múltiples direcciones, desapareciendo rápidamente en el horizonte.

El hombre encapotado sintió que sus latidos volvían a bajar, y se permitió que una pequeña sonrisa cruzara por sus labios. Lo había conseguido. Ahora todo lo que le quedaba era aguardar lo inevitable.

Y como si la fortuna le sonriera, no tuvo que esperar mucho tiempo. Un poderoso estruendo se escuchó, indicando que la puerta barricada en la otra habitación acababa de ser derribada, y unas pisadas atronadores dieron la señal de la llegada de un pequeño ejército. Con un repentino subidón de adrenalina, el hombre sonriente se levantó con esfuerzo.

- Tal vez no pude elegir el lugar de mi muerte, ¡pero por los mil demonios sí podré elegir como voy a caer! – Arrojó su capucha negra, revelando un chaleco simple con múltiples cartuchos de dinamita atados en él. – ¿Quieren mi cadáver? Entonces ténganlo… ¡si es que lo encuentran! ¡VAMOS AL LÍMITE, PLUS ULTRA!

Y con un jalón del gatillo, se escuchó una ensordecedora explosión, y la enorme bodega explotó en llamas. Un pilar enorme de humo, fuego y cenizas se alzó en espiral hacia el cielo como un volcán haciendo erupción, y ni siquiera la lluvia torrencial pudo hacer nada para impedir su ascenso.


(-0-)


- Supera el poder. ¡Supéralo, Gohan!

- Papá…

Son Gohan apretó sus dientes mientras el sudor chorreaba por sus cejas ensangrentadas. Seguía empujando el Kame Hame Ha de Cell con el suyo propio, vertiendo cada gota de ki que le quedaba en el colosal rayo de energía. El planeta entero temblaba bajo la fuerza de los dos guerreros, los vientos feroces de su titánico choque levantaban el polvo y la tierra, y hacían añicos la roca en el aire.

El escenario en las ruinas de la arena de los Juegos de Cell era verdaderamente una encarnación del caos, y eso solo añadía credibilidad al hecho de que el destino de la Tierra realmente estaba en juego con esta batalla.

- ¡Ya te dije que no estás expulsando tu máximo poder! ¡Déjalo hacer una explosión! – gritó la voz de Son Goku en la cabeza de su hijo. Con esas palabras, las ataduras dentro de Gohan se rompieron, mientras sentía la presencia cálida y reconfortante del espíritu de su padre apareciendo detrás de él.

- ¡Hasta nunca! – se rio maniáticamente Cell mientras elevaba su ki, y su rayo por poco logra sobrepasar el de Gohan. El joven Super Saiyajin gruñó sintiendo como la piel de su brazo parecía desgarrarse y romperse por el calor del ataque de su adversario, y una sensación de entumecimiento invadía su mano derecha.

Y entonces, de la nada, el Kame Hame Ha de Cell se debilitó por un instante. Los ojos de Gohan se ensancharon al percibir un disparo de ki con un poder tremendo que impactó contra la espalda del bio-androide.

- ¡¿Vegeta?! – exclamó Cell en shock al tratar de asimilar lo que acababa de pasar, pero fue demasiado tarde. Ahora el impulso se había volteado.

- ¡Ahora, Gohan! – gritó Goku, y fue como si su silueta fantasmal vertiera su propia energía en el ataque de su hijo.

Gohan rugió con ferocidad dejando de lado todas sus inhibiciones, y canalizó todo el ki que le quedaba en su Kame Hame Ha. El rayo de energía azul se hinchó a proporciones increíbles, y consumió por completo el ataque de Cell como un maremoto.

Gohan dio un paso al frente, y después otro, y otro más. Podía sentir el ki de su oponente disminuyendo mientras su cuerpo se desintegraba bajo la fuerza de su Kame Hame Ha, pero no se amilanó. Siguió adelante, impulsado por el pensamiento de todas las personas inocentes que habían muerto debido a la crueldad de las acciones de Cell. Unas lágrimas brotaron de sus ojos al recordar las caras sonrientes del Androide 16 y de su padre en su cabeza, y subconscientemente canalizó más energía en su ataque.

Sin embargo, de pronto Gohan se encontró con una fuente inesperada de resistencia en la forma de una especie de barrera invisible. Una esfera de energía negra se formó en el epicentro del Kame Hame Ha, deteniendo su progreso, y antes que el joven Super Saiyajin pudiera preguntarse qué significaba, la esfera se había expandido lo suficiente para encerrar todo su ser.

Cuando todo lo que pudo ver fue oscuridad, Gohan se sintió arrastrado hacia un vacío en contra de su voluntad, y subsecuentemente se vio forzado a soltar un grito desgarrador al sentir un dolor incomprensible que parecía desgarrar pieza por pieza todo su cuerpo. Su transformación desapareció, y unas lágrimas de horror y agonía cayeron por su rostro. El coraje que sintió antes se había evaporado, siendo reemplazado rápidamente por un abyecto terror a lo desconocido.

Luego de lo que pareció una eternidad, el dolor disminuyó, y Gohan dejó salir un suspiro de alivio. La oscuridad que lo rodeaba había desaparecido, y de pronto se encontró flotando sobre una ciudad desconocida en medio de la noche.

- "¿Do… dónde estoy?"

Ese solitario pensamiento fue lo último que vino a su mente antes que la insoportable fatiga finalmente se apoderara del muchacho, y acabara desplomándose irremediablemente hacia el suelo, mientras sus ojos se cerraban lentamente…


(-0-)


Un leve pitido despertó a Gohan de su letargo. Soltando un gruñido inaudible, se movió incómodo sobre un colchón, sintiendo su cuerpo como si tuviese encima una manta hecha de plomo. Sin abrir sus ojos todavía, intentó volver a dormirse con la esperanza de que sus dolores se fueran, pero el pitido incesante comenzó a carcomerle los nervios, haciéndolo poner una mueca de fastidio.

Sus ojos se abrieron de golpe cuando sus memorias más recientes regresaron a él, y se levantó con un nuevo sentido de urgencia. Sus orbes de color ónix rápidamente escanearon sus alrededores, haciendo caer en cuenta al chico que se encontraba en un hospital de aspecto muy tradicional: piso blanco inmaculado, paredes verde lima completamente vacías, y una pequeña ventana en un lado cubierta por una cortina color crema.

Al mirar abajo, se dio cuenta que llevaba una camiseta de hospital azul claro que exponía su torso superior, y descansaba sobre una cama sencilla de color blanco con las mantas cubriéndolo hasta las caderas. Tenía varias copas de succión y otros cables pegados en el pecho y en sus brazos descubiertos, todos conectados a un monitor cardíaco junto a la cama.

Gohan hizo una pausa momentáneamente mientras examinaba los posibles escenarios en su cabeza, y a su vez el monitor cardíaco empezaba a pitar con más fuerza. ¿Qué estaba haciendo en un hospital? Si estaba herido por su batalla contra Cell, Dende podría haberlo sanado, o alguien más podría haberle dado una Semilla del Ermitaño. No había razón lógica para estar en un hospital.

El pitido ahora había subido tanto de volumen que Gohan lo encontró insoportable, y sintiendo una oleada de pánico por todo su ser, se arrancó los cables del cuerpo y se levantó. El agudo chillido que asaltaba sus tímpanos cesó al instante, pero el chico no le prestó atención, enfocándose en correr hacia la ventana para correr las cortinas.

Gohan no había pasado mucho tiempo en ciudades grandes, pero había estado en la Corporación Cápsula lo suficiente como para saber cómo se veía una de ellas. Esta… se veía bastante diferente. La arquitectura seguía siendo grande y algo imponente, y las calles allá abajo se veían pobladas de gente en sus actividades diarias, pero algunas cosas no parecían tan modernas; los autos en particular parecían ladrillos, y ninguno de ellos parecía tener capacidades de vuelo.

El fuerte repiqueteo de unos pasos sacó al asustado híbrido saiyajin de sus pensamientos, y se dio la vuelta para encontrarse con tres doctores que acababan de entrar en la habitación.

- ¡Gracias al cielo, ya despertaste! – dijo el mayor de los tres. Su cara era muy anciana y arrugada, y su cabello estaba gris y raído, pero su sonrisa amable suavizaba un poco sus rasgos desgastados por la edad. Aun así, Gohan miró sospechosamente de un doctor al otro.

- ¿En dónde estoy? – les preguntó. Los doctores intercambiaron miradas confusas antes de volver a verlo a él.

- Estás en Tokio. – dijo la única mujer del grupo. Gohan sintió enfurruñar sus cejas. Ese era un nombre que no le resultaba familiar.

- ¿En qué región está eso? – insistió. Esta vez, los tres doctores enfurruñaron sus frentes, y el último del trío, un joven con la cara bien afeitada, respondió a su pregunta:

- Tokio es la capital de Japón, uno de los países más prósperos de Asia.

Los ojos de Gohan se ensancharon, y su corazón empezó a latir de nuevo. De pronto se le hizo difícil respirar, pero pudo usar unas técnicas de meditación que Piccoro le había enseñado para calmarse un poco. Los doctores lo vieron con algo de aprehensión, inseguros de qué decirle.

Por más que lo intentaba, Gohan no podía justificar racionalmente su actual predicamento. La geografía era una de las muchas asignaturas que había estudiado cuando era más pequeño, y estaba bastante seguro de que tenía una buena idea de cómo se veía el mundo a pesar de solo haber visitado una pequeña parte de él. En ningún momento llegó a ver u oír las palabras "Tokio", "Japón", o inclusive "Asia". ¿En qué parte del mundo se encontraba? El chico Son tragó saliva, y sintió seca la garganta.

- ¿Podría ver un mapa del mundo, por favor? – les pidió, en una voz tímida y baja.

La doctora mujer asintió y sacó un teléfono de su bolsillo. Pulsó algunas cosas en él, y luego se le acercó para entregarle el dispositivo. Gohan observó el mapa en la pequeña pantalla, y la confusión se apoderó de él. Nada de lo que veía le resultaba familiar… ese no era el mundo en el cual él había crecido.

De inmediato concentró su ki, intentando percibir alguna presencia familiar, pero quedó más que estupefacto al percatarse de que no podía percibir el ki de nadie. Ni de la gente que iba por las calles de afuera, ni de los doctores que trataban de ayudarlo, ni del resto de los residentes en el hospital… no podía percibir a ninguno de ellos. De no ser por el hecho de que sí podía leer su propia energía perfectamente, habría asumido que había perdido la habilidad de hacerlo. De alguna manera, y por alguna razón, nadie en este mundo tenía ki.

Por un momento, Gohan se sintió como si se hubiera quedado ciego. La pérdida de uno de sus sentidos principales era algo verdaderamente impactante, pero dejó ese pensamiento de lado. Por ahora tenía asuntos mucho más apremiantes con los que lidiar. Con las manos temblorosas, le devolvió a la doctora su teléfono antes que se le fuera a caer por accidente.

- ¿Te sientes bien? – le preguntó con una voz suave y llena de preocupación.

- Yo… no sé dónde estoy. – respondió Gohan, tratando de mantener sus emociones bajo control. – No sé cómo llegué aquí, ni tampoco cómo regresar a casa.

Una mano que intentaba reconfortarla tomó al chico desprevenido, y al ver al responsable se encontró con la mirada cálida de unos ojos verdes, pertenecientes al doctor anciano.

- Ven conmigo, jovencito. – le dijo con gentileza, guiándolo. – Mejor vuelve a la cama para que puedas darle sentido a todo este desorden. Has pasado por una experiencia realmente traumática, así que es natural que estés confundido. Ustedes dos, déjennos solos. – añadió dirigiéndose a sus colegas.

Gohan asintió e hizo lo que le dijeron, sintiendo sus pies descalzos contra el frío suelo hasta que llegó a la cama y se sentó en el borde. De inmediato hundió su cabeza entre sus manos.

- ¿Quieres un poco de agua? – le ofreció el doctor.

- Sí, por favor. – replicó Gohan, con la voz algo ahogada por las manos. Cuando le dieron un vaso de plástico lleno del líquido, retiró las manos de su cabeza y se lo bajó de un solo trago. Al terminar, se lo devolvió al doctor. – Gracias.

- De nada. – respondió el doctor, con un deje divertido en su voz. De inmediato se sacó una carpeta de su bata de laboratorio y comenzó a revisar la información que tenía en ella. – Ahora, supongo que estarás de humor para ponerte al tanto de la situación.

- Sería bueno no estar completamente a ciegas. – murmuró Gohan con un sarcasmo poco característico suyo. No se sentía del mejor humor ahora mismo. El doctor simplemente se rio.

- Antes de empezar, ¿tienes algún nombre?

- Son Gohan. Tengo nueve años.

- Ahh, así que sí recuerdas eso. Ya veo, muy interesante. – musitó el doctor, escribiendo el nombre en el papel que tenía enfrente. – Mi nombre es Shuzenji Shigeaki.

- Gusto en conocerlo, Doctor Shuzenji. Muchas gracias por cuidarme. – dijo Gohan con gratitud.

- Qué muchacho tan educado. – señaló el doctor. – El placer es mío, jovencito. Dicho eso, tu caso es bastante inusual. De hecho, me atreveré a decir que es el caso más inusual que he tratado. – Gohan sintió que se le hundía el corazón. Eso sonaba a malas noticias, y no sirvió de nada para aplacar sus preocupaciones. Como si percibiera sus temores, el doctor gentilmente le dio unas palmaditas en la espalda. – Pero no te preocupes. No es nada que no se pueda resolver. Solo tal vez tarde un poco más de lo normal, eso es todo.

Gohan todavía tenía sus dudas, pero hasta ahora el Doctor Shuzenji no había hecho nada sospechoso. Decidiendo escuchar lo que tenía que decirle, asintió, incitándolo a continuar.

- Hace tres noches, encontramos tu cuerpo tendido en un cráter gigantesco en el medio de la carretera. – Gohan casi sintió que se le salían los ojos por la revelación. Ahora que lo pensaba, lo último que recordaba era que iba cayendo al suelo inmediatamente después de ser teletransportado a este extraño mundo. – Honestamente, mis colegas y yo nos sorprendimos de que todavía siguieras con vida. – continuó el doctor. – Tu ropa estaba hecha jirones y tu cuerpo estaba gravemente herido, especialmente tu brazo izquierdo. Encima de todo, parecía que habías caído de una altura tremenda. Tu Quirk debe ser realmente sorprendente para que hayas sobrevivido algo como eso.

Gohan miró al hombre con extrañeza. – ¿A qué se refiere con Quirk?

El Doctor Shuzenji lo miró con una expresión igual de confundida. – ¿Disculpa? ¿Puedes repetir lo que dijiste?

- Dijo algo acerca de mi Quirk. Me temo que no sé a qué se refiere con eso. – elaboró Gohan. El Doctor Shuzenji frunció el cejo, deteniéndose por unos segundos antes de hablar.

- Gohan, muchacho, me inclino a pensar que debes tener algún caso de amnesia. – El híbrido saiyajin levantó una ceja. Definitivamente podía ver de dónde sacaría esa conclusión el buen doctor. Ciertamente debía ser la explicación más viable, aunque estuviera equivocada. De todas maneras, el hombre prosiguió. – Los Quirks son habilidades especiales con las que nace el 80% de la gente. Tienden a manifestarse cuando los niños están a la edad de ir al kindergarten. Si quieres saber más, puedes leer después, pero eso es básicamente lo que son.

Gohan asintió, fascinado por esa nueva pieza de información. Se imaginó que por eso no podía sentir el ki de nadie; posiblemente los Quirks fuesen el sustituto de este mundo para el ki. Aun así, aunque eran un concepto maravilloso, podía ver los problemas que podrían surgir de ellos. El pensamiento de villanos maníacos del mismo molde de Freezer o Cell corriendo por allí con superpoderes únicos era terrorífico.

- Por si tienes curiosidad, mi Quirk es de Recuperación, como el resto de mi familia. – explicó el Doctor Shuzenji. – Me permite amplificar y acelerar los procesos de curación del cuerpo humano. Resulta muy útil en mi línea de trabajo.

Gohan asintió nuevamente, feliz de saber que había personas en este mundo que usaban sus poderes para el bien. Su mente comenzó a vagar, contemplando qué diferentes clases de Quirks tenían las personas y cómo podrían utilizarlos. Más todavía, aunque él mismo no tuviese un Quirk, no podía evitar sentir curiosidad de cómo podrían compararse estos con sus propios poderes.

El doctor entonces le dirigió a Gohan una mirada inquisitiva, interrumpiendo sus pensamientos. – Sé que tal vez te resulte difícil con tu amnesia, pero dime, Gohan, ¿recuerdas algo sobre tu Quirk?

La pregunta hizo que el chico Son se quedara callado. Se mordió ligeramente los labios, contemplando las respuestas. Sabía que tenía que irse con cuidado con lo que dijera. Aunque confiaba en el Doctor Shuzenji, seguía siendo un extraño en este mundo, y no tenía idea de cómo funcionaban las cosas. ¿Qué pasaría si les decía que tenía un tipo de poder totalmente diferente al de sus Quirks (uno que era mucho más accesible y se podía enseñar a otros), y luego científicos querrían hacerle pruebas para descubrir cómo obtener y utilizar ese poder para su provecho?

A Gohan no le gustaba andar de paranoico, pero el señor Piccoro siempre le había enseñado a andar vigilante con el mundo a su alrededor. En esta ocasión, supo que era un sabio consejo para aplicar. Tragó saliva mientras sentía que sus latidos se aceleraban. – Puedo manipular la energía de mi cuerpo para incrementar mi fuerza, lanzar rayos de energía, e incluso volar. – describió.

Listo. No estaba mintiendo, pero tampoco decía toda la verdad. Sus poderes no eran exactamente un Quirk, pero nadie más tenía que saber eso.

- Fascinante, realmente fascinante. – murmuró el Doctor Shuzenji, escribiendo furiosamente la información. – Un Quirk verdaderamente poderoso. Si decidieras perseguir ese camino, puedo imaginarme que llegarías a ser un héroe profesional fantástico. – Gohan estaba a punto de preguntarle a qué se refería con "héroe profesional", pero el hombre ya había decidido seguir con la conversación. – Muy bien, eso ciertamente explica muchas cosas, pero todavía no cubre todo.

El chico se quedó rígido, sabiendo lo que venía después. De inmediato puso firmes los nervios y se preparó para lo peor.

- Cuando te trajimos aquí y te hicimos todas las pruebas pertinentes, nos sorprendimos de ver que tu ADN no tenía nada que tuviéramos en nuestros registros. – habló el Doctor Shuzenji en un tono serio. Una gota de sudor bajó por la sien de Gohan. – Eso, combinado con la forma en que apareciste casi de la nada levantó muchas preguntas. Algunos de mis colegas hasta bromearon diciendo que eras un alienígena que se estrelló en la tierra.

Gohan se rio nerviosamente. – Eso… sería algo extremo, ¿no le parece?

El doctor rápidamente disipó sus preocupaciones. – No les prestes atención, muchacho. Solo fue que dejaron volar demasiado su imaginación salvaje. Además, dudo que lo dijeran totalmente en serio. – Gohan tuvo que resistirse al impulso de limpiarse el sudor de la frente. – Aunque es una situación realmente bizarra, todos vivimos en un mundo bizarro donde los Quirks hacen que las cosas más imposibles se vuelvan posibles. No creo que valga la pena quedarnos colgados en tus orígenes cuando hay tan poca información para trabajar.

Gohan sonrió por dentro, sintiendo una oleada de respeto por el Doctor Shuzenji. Hasta ahora, el hombre había demostrado ser un individuo bastante recto, y el híbrido saiyajin se alegró de que fuese el doctor asignado a su caso.

- Sin embargo, no puedo evitar sentir curiosidad. – empezó a decir el Doctor Shuzenji, capturando la atención de Gohan. – ¿Qué es lo último que recuerdas?

El chico Son hizo una pausa antes de responderle. – Lo último que recuerdo… es que aparecí en el cielo, y comencé a caer antes de perder la conciencia.

- Sí, eso pude deducirlo. – musitó el doctor, anotando sus hallazgos. – ¿Hay otra cosa que recuerdes antes de eso?

Esta vez, Gohan tuvo que pensar más en su siguiente respuesta. ¿Debería decirle la verdad, de que estaba a punto de acabar con Cell, solo para ser teletransportado a este extraño mundo en contra de su voluntad? Aunque sería más fácil hacerlo a conciencia, estaba también el riesgo de que lo declarasen loco, y eso sería un desenlace muy desagradable.

Inversamente, ya que el diagnóstico había sido sugerido, siempre podría decir que tenía amnesia completa. Aunque le dijeron que seguía en la Tierra, en su corazón sabía que estaba muy lejos de su hogar, sin ninguna forma viable de regresar… todavía. Decirle a alguien de su predicamento, al menos antes de poder analizarlo apropiadamente él mismo, podría meterlo en problemas, especialmente en un mundo poblado de gente con superpoderes. Tal vez pudiese decirle la verdad a alguien en quien pudiese confiar, pero por ahora, mejor mantenerlo en secreto.

Con eso en mente, Gohan sacudió la cabeza con tristeza. – No.

El chico podría jurar que vio una chispa casi imperceptible de decepción en los ojos del anciano, pero fue tan fugaz que no supo si fue solo su imaginación jugándole trucos. – Ya veo. Esto debe ser muy difícil para ti. – señaló con tono sombrío.

- Sí. – murmuró Gohan. Estaba, para efectos de su situación, varado en ese mundo.

El Doctor Shuzenji tomó un asiento junto a él, y miró fijamente al chico con una sonrisa compasiva. – Sé que debes sentirte confundido y algo agitado en este momento, pero por favor trata de no preocuparte. – le dijo suavemente. – En este mundo tan peligroso en que vivimos, los niños que pierden a sus padres luego de tragedias e infortunios son desafortunadamente una ocurrencia muy común, así que el gobierno ha implementado medidas para apoyarlos.

Aunque escuchar sobre los niños que habían perdido sus hogares y familias le causó a Gohan una inmensa tristeza, el resto de lo que dijo el doctor rápidamente captó su curiosidad. – ¿Qué clase de medidas?

- Normalmente, un niño sin hogar sería colocado en un orfanato, pero si este tiene edad y madurez suficiente, puede elegir vivir por su cuenta. – aclaró el Doctor Shuzenji, sonriendo ligeramente. – Si el niño elige esta opción, el gobierno le proveerá de un apartamento y un fondo quincenal, suficiente para pagar la renta y otras necesidades como la ropa y la comida. El niño recibirá también educación gratuita hasta que se gradúe de preparatoria, lo cual es obligatorio, debo agregar. – concluyó con una risita.

Gohan simplemente asintió a lo largo de la explicación del doctor, y sintió que sus esperanzas volvían. Mantuvo los ojos muy abiertos mientras escuchaba, y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Sonaba casi demasiado bueno para ser cierto.

- ¿Asumo que esa opción es de tu agrado? – le dijo el Doctor Shuzenji con una expresión divertida. El chico se sonrojó un poco ante lo obvio que estaba siendo.

- Suena perfecto.

- ¡Maravilloso! – El Doctor Shuzenji aplaudió jovialmente. – Tendremos que mantenerte aquí por esta noche y hacerte algunas pruebas de más en la mañana, pero podremos darte de alta por la tarde. Incluso seré tu guía, solo tendrás que llenar algunos papeles antes de irte, pero después de eso podrás irte sin problemas.

Por primera vez desde que llegó a este mundo, una sonrisa genuina se formó en los rasgos juveniles de Gohan. – Apenas puedo esperar.

En ese momento, un estruendo que sonó muy parecido al de un terremoto resonó por la habitación, haciendo que sus dos ocupantes se congelaron. Al terminar, pasaron unos segundos de silencio estupefacto antes que el Doctor Shuzenji arqueara la cabeza para ver fijamente a un Gohan con toda la cara color escarlata, que se rascaba tímidamente detrás de la cabeza.

- ¡Santo cielo! – proclamó sorprendido. – ¡No había escuchado un estómago rugir tan fuerte desde que Fat Gum hizo esa huelga de hambre!

El chico Son se agarró el estómago, rehusándose a mirar fijamente al anciano por la vergüenza. – Umm… ¿tendrán algo para comer en este lugar?


(-0-)


A la tarde siguiente Gohan pudo salir del hospital acompañado por el Doctor Shuzenji, vestido con una camiseta blanca, jeans y zapatos deportivos simples, ropa que el hospital le había proveído. Habría preferido usar un gi, ya que los encontraba mucho más cómodos, pero sabía que tenía que llevar este tipo de ropa si quería encajar.

Luego de prácticamente limpiar toda la cafetería del hospital, para el asombro de todo el personal del edificio, había pasado el resto del día leyendo un poco de la historia de ese mundo a través de un libro que le prestó el Doctor Shuzenji. Resultó ser un material de lectura impresionante, especialmente en el tema de las Guerras Mundiales.

Durante ese tiempo, Gohan se había topado con otros trabajadores y pacientes en el hospital que tenían características inusuales, como de animales, a lo cual el Doctor Shuzenji le explicó que se trataba de sus Quirks de tipo mutación. El semi-Saiyajin los encontró bastante interesantes, pero dejó de mirar demasiado sabiendo que sería de mala educación. Además, él había crecido en un lugar donde los animales antropomórficos eran comunes, así que no era tan extraño para él.

Gohan también había descubierto al conversar con otros pacientes que ser un héroe era una profesión legítima en ese mundo, y eso le provocó una enorme emoción. Él siempre había admirado a los superhéroes de los que había leído en libros de comics cuando era joven, y era un gran fanático de los shows Super Sentai que veía en la televisión. Sin embargo, él no era nada ingenuo respecto al tema, y supo perfectamente, que la necesidad de héroes profesionales había surgido como un medio de combatir a los villanos malvados, de los cuales seguramente habría muchos.

Sacudiéndose esos pensamientos de la cabeza, Gohan siguió al Doctor Shuzenji bajando las escaleras del hospital y hacia la acera. No era una caminata muy larga hasta el apartamento, pero el chico Son se encontró tomando nota de los lugares y características que hacían ver a Tokio muy diferente de la Ciudad del Oeste. Ahora que la veía con sus propios ojos, se dio cuenta de que tenía razón al asumir que este mundo no era tan avanzado tecnológicamente como el suyo.

Los edificios tendían a ser más rectangulares en lugar de lisos y con forma de domo, y no había muchos vehículos en los caminos. En vez de eso, parecía que la mayoría de la gente prefería caminar o montar en bicicleta para llegar a sus destinos. Había enormes anuncios publicitarios en marquesinas encima de varias estructuras, promoviendo productos bizarros como el Facial Fitness Pao: un objeto con aspecto de enchufe con dos enormes agarraderas flexibles que se colocaba en la boca, y que se suponía que era para prevenir la flacidez facial moviendo las agarraderas de arriba abajo.

Mientras Gohan estaba ocupado pensando en la logística detrás de semejante dispositivo, una conmoción repentina captó su atención. Lo que parecían cientos de personas se encontraban amontonadas al pie de un edificio muy alto, observando una pantalla de televisión gigantesca en él. El Doctor Shuzenji se detuvo y se unió a ellos, por lo cual Gohan hizo lo mismo, curioso de qué podría estar atrayendo a tal multitud.

Dos reporteros de noticias acababan de terminar de hablar de algo, y la cámara se enfocó en un hombre gigantesco y super musculoso, con un traje ajustado al cuerpo y cabello rubio con dos largos mechones que se levantaban sobre su cabeza. Sus labios estaban fruncidos y tenía la mirada cabizbaja, lo cual le daba una expresión sombría que no parecía ir con sus rasgos faciales. Se encontraba detrás de un podio, observando a una audiencia expectante.

La multitud alrededor de Gohan comenzó a vitorear alegremente cuando el hombre rubio apareció en pantalla, haciendo que el chico se preguntara si se trataba de alguna celebridad popular.

- Visionary fue un gran amigo para mí, así que escuchar de su desaparición realmente me duele en el alma. – empezó a hablar el hombre musculoso, con una voz profunda y resonante. Toda la gente que lo veía se quedaba muda, oyendo con atención cada una de sus palabras, y Gohan no pudo evitar hacer lo propio. – He trabajado muchas veces con Visionary en el pasado, y su Quirk de Clarividencia ha sido una ayuda significativa para salvar incontables vidas. Aunque ya estaba entrado en años, siempre puso a otras personas antes que a sí mismo, y esa naturaleza desinteresada suya es algo que todos podemos aspirar a emular.

El hombre miró directamente a la cámara, y Gohan se encontró casi hipnotizado por la fuerza y determinación visible en esos profundos ojos azules, incluso a través de la pantalla de televisión. – Visionary, amigo mío… no sé qué fue lo que te sucedió, pero puedes estar seguro de que trabajaré día y noche con la policía para averiguarlo. Es lo menos que yo… y que todos nosotros… podemos hacer para honrar tu memoria. El impacto que dejaste en la actual generación de héroes se sentirá en los años por venir, y todos te extrañaremos mucho. Descansa en paz. – concluyó.

La cámara entonces mostró la foto de un hombre sonriente con una barba poblada y una larga cabellera blanca que fluía por toda su espalda. Su cara estaba arrugada y desgastada, mostrando su edad avanzada, pero sus ojos azules mantenían una chispa de gran fuerza en ella. Bajo la imagen se podían leer las palabras: "Descanse en Paz".

A pesar de no saber quién era ese tal Visionary, Gohan sintió que estaba por derramar una lágrima. El carismático discurso del hombre rubio vino del corazón y le hizo sentir algo de emoción por dentro, y la foto fue la gota que derramó el vaso. Rápidamente se limpió la lágrima para no atraer la atención, pero se sorprendió de ver que mucha gente en la multitud estaba soltándolas a chorros sin pena alguna.

Cuando la multitud empezó a dispersarse, Gohan miró al Doctor Shuzenji, cuyo rostro se veía extrañamente grave. – ¿Qué pasó? ¿Quién era ese hombre dando el discurso? – le preguntó al anciano.

El hombre se limpió sus propios ojos y le sonrió con tristeza al chico Son. – Ese fue All Might, el Héroe Número Uno del mundo. Hace unos días, otro héroe, Visionary, desapareció. No sé la historia exacta, ya que la policía lo mantiene bajo alto secreto, pero poco después fue declarado muerto.

Gohan frunció el cejo profundamente. – Eso es muy triste. Suena a que Visionary era una gran persona.

- Sí que lo era. – asintió el Doctor Shuzenji. – Pero, así es el mundo en el que vivimos.

Gohan suspiró. Fue solo otro sombrío recordatorio de que sin importar dónde fuera, siempre había malvados haciendo de las suyas. Habría apretado el puño de frustración, pero entonces recordó algo más del día anterior. – Oiga, Doctor Shuzenji, ¿le puedo preguntar algo?

- Por supuesto, muchacho. – respondió el hombre, levantando una ceja en su dirección.

- Ayer usted me dijo que con mi Quirk podría ser un héroe profesional fantástico. – Los ojos del doctor se iluminaron al recordarlo, así que Gohan prosiguió. – ¿Cómo puedo llegar a ser un héroe profesional?

El Doctor Shuzenji miró al chico por un momento, antes que su cara se transformara en una gran sonrisa y soltara una gran carcajada. – Aunque me alegra que quieras perseguir una causa tan noble, tienes un largo camino por delante antes de convertirte en un héroe profesional.

De pronto el humor de Gohan decayó ante el rechazo. Eso no sonó nada bien. – ¿Qué tan largo exactamente?

El doctor volvió a reírse y le dio unas palmaditas amigables en la espalda al híbrido saiyajin. – Puedes conseguir una licencia provisional de héroe en la preparatoria, pero tendrás que graduarte para poder obtener una licencia completa.

La quijada de Gohan cayó al suelo al oír la información, y sus brazos cayeron hacia los lados por la decepción. – ¡Pero eso es mucho tiempo!

El Doctor Shuzenji no se rio esta vez, sino que simplemente le sonrió cálidamente a Gohan. – Eres un niño muy amable, y sé que algún día serás un gran héroe. – dijo tratando de reconfortarlo. – Pero solo tienes nueve años, no te apures tanto a terminar tu infancia. Los héroes maravillosos que tenemos ahora, como All Might, no se irán en un futuro cercano. Todavía estarán patrullando el planeta, luchando contra criminales y salvando personas. Antes de unirte a sus filas, deberías disfrutar de seguir siendo un niño primero.

Gohan no dijo nada, eligiendo contemplar las palabras del doctor mientras continuaban caminando hacia su destino. Aunque al principio estaba preparado para discutir, el anciano tenía razón. Apenas tenía nueve años, y el prospecto de tener una niñez normal sonaba muy atrayente. Después de todo, se había visto forzado a pelear por su vida contra algunos de los seres más malignos jamás imaginados desde los cuatro años, y mentiría si dijera que no estaba harto de eso.

Ese pensamiento le provocó un sentimiento de asco en la boca del estómago. Había sido bendecido con poderes extraordinarios gracias a su linaje, le gustara o no, y lo correcto era ponerlos a buen uso para ayudar a las personas.

Pero de nuevo… no era como que este mundo estuviese corto de héroes para hacerse cargo de ello. Y el Doctor Shuzenji mencionó que necesitaba una licencia de héroe para poder ser un héroe profesional. Tal vez tenía razón al decir que Gohan debería disfrutar de ser un niño antes de lanzarse de cabeza a ese mundo. Por el momento, eso le daría la oportunidad de descubrir cómo y por qué había sido arrojado a este mundo, y tal vez encontrar la forma de volver a casa.

Aun así, el híbrido Saiyajin no pudo evitar preguntarse algo más. – Oiga, ¿Doctor Shuzenji?

- ¿Sí, Gohan?

- ¿Qué sucede si alguien usa su Quirk para salvar gente sin tener licencia de héroe? – preguntó.

El doctor dejó de caminar y se volvió hacia Gohan, dándole una mirada tan severa que lo asustó un poco. – El uso de Quirks en público sin una licencia de héroe está penado por la ley. – le dijo con firmeza. – Aunque las autoridades tienden a mirar para otro lado si usas tu Quirk para algo inofensivo como viajar o ayudar a una persona mayor a cruzar la calle, usar tu Quirk de manera peligrosa hará que seas severamente castigado.

Gohan suprimió el impulso de tragar saliva, sorprendido por el repentino cambio en el semblante del Doctor Shuzenji. No pudo evitar preguntarse si el hombre le había leído el pensamiento cuando le hizo la pregunta. A pesar de todo, asintió. – Gracias por decírmelo, solo tenía curiosidad.

Como si hubiesen movido un interruptor, toda la seriedad desapareció del rostro del Doctor Shuzenji, dejando de nuevo la sonrisa radiante del hombre. – No te preocupes, si tienes más preguntas, no dudes en hacerlas.

Gohan DEFINITIVAMENTE mantendría eso en mente.


(-0-)


No pasó mucho antes de que los dos llegaran al edificio de apartamentos donde Gohan se quedaría. El chico Son se quedó viendo la enorme estructura, con una expresión en blanco en el rostro.

- No es lo más glamoroso del mundo. – murmuró el Doctor Shuzenji tímidamente.

- Ahh, eso no es un problema. Esto… está bien. Me servirá bien. – le dijo Gohan. No mentía; nunca fue del tipo de persona que le daba mucha importancia a la superficialidad o los bienes materiales. Aun así, no pudo refutar que el edificio de apartamentos no era la vista más estéticamente agradable del mundo.

Era enorme, rectangular, y muy industrial en su construcción. Las paredes eran de un tono marrón descolorido, mientras que las barreras en los balcones eran de un blanco monótono. En cuanto a los balcones propiamente dichos, podía ver que no había mucho espacio en ellos, quizás solo para una mesa y silla pequeñas. Había un estacionamiento detrás del edificio, pero Gohan no creía que fuera a necesitar eso.

Siguió al Doctor Shuzenji a través de la puerta, notando que había un muro lleno de buzones de correo junto a la entrada. También había un elevador junto a las escaleras, y de inmediato los dos hombres entraron en él.

- Estarás en la habitación 7G. – dijo el hombre mayor, presionando el botón para el séptimo piso. – Tus cosas ya están preparados, así que no tendrás que preocuparte por nada de eso.

Gohan asintió a modo de gracias y se puso a escuchar el ruido del ascensor mientras los llevaba más y más alto. Un pitido les indicó que habían llegado a su destino, así que salieron y se encontraron enfrente de una puerta.

El corazón del híbrido Saiyajin empezó a latir con anticipación mientras el Doctor Shuzenji abría la puerta y se hacía a un lado, dejando que el chico fuese el primero en entrar al apartamento. Respirando profundo, hizo exactamente eso, y se encontró de pie sobre unas tablas de madera en un pequeño corredor con otros tres puntos de salida.

Quitándose los zapatos, abrió en la puerta de la derecha y entró, encontrando un baño modesto con un retrete, ducha, lavamanos y lavadora, todo lo necesario. Dejando el baño, entró en la puertas de la derecha, que llevaba a un cuarto bastante grande que funcionaba como cocina, sala y comedor todo en uno. En la pared de la izquierda, no muy lejos de la puerta había una pequeña mesa para comer con tres sillas a su alrededor. Un poco más lejos, en la esquina más a la izquierda de la habitación, había un estante sobre el cual había una televisión de tamaño decente y un teléfono casero. Directamente en el lado opuesto, en el lado derecho de la pared, se encontraba un sofá y un sillón pasados de moda. La parte inferior derecha del cuarto tenía una pequeña cocina que contenía una estufa, microondas, fregadero, refrigerador y mesa de trabajo.

La puerta en el lado opuesto de la ventana llevaba hacia el balcón, y Gohan pudo ver que no se equivocó en sus suposiciones sobre su tamaño. Aun así, al menos el lugar tenía balcón. Luego entró a la cocina y abrió el refrigerador, complacido de ver que había una buena cantidad de comida ahí dentro. Desafortunadamente, pudo ver con un solo vistazo que no había suficiente para satisfacer su apetito de Saiyajin, lo que significaba que tendría que salir de cacería a menos que quisiera terminar en la ruina.

En resumen, la habitación servía bien su propósito, y con eso en mente, Gohan salió de ella y entró al único cuarto que le faltaba revisar, que se encontraba en el extremo opuesto a la puerta de entrada. Tal como se lo esperaba, era el dormitorio. Contenía una cama simple en el lado izquierdo lo bastante grande para una persona, una mesa de estudio a la derecha con una computadora, y un armario al lado de la puerta.

El híbrido Saiyajin asintió satisfecho y dejó el área para encontrarse con el Doctor Shuzenji de pie frente a la entrada, mirándolo a la expectativa. – Y bien… ¿qué te parece? – preguntó el anciano.

- Honestamente, es mejor de lo que me esperaba. – sonrió Gohan radiantemente. – Creo que me podría acostumbrar a esto.

El doctor exhaló de manera exagerada de alivio. – ¡Grandioso! ¡Me alegra que te guste! – Un pitido repentino de su reloj atrapó al hombre desprevenido y le hizo fruncir el cejo. Sus ojos se arrugaron mientras veía algo apenado en la dirección de Gohan. – Lo siento, muchacho, pero el trabajo me llama. Pasaré mañana para ver cómo estás, y haremos los arreglos para que vayas a la escuela.

- No tiene que disculparse. – dijo Gohan suavemente, inclinando la cabeza con gratitud. – Usted ha sido una tremenda ayuda en los últimos dos días, y no puedo agradecérselo lo suficiente. Yo puedo ocuparme de todo a partir de ahora.

Una gran sonrisa se formó en el rostro del Doctor Shuzenji. – Ha sido un placer, joven Gohan. Eres un jovencito verdaderamente excepcional, especialmente considerando lo que has pasado. Espero poder trabajar contigo en el futuro cercano.

Despidiéndose con la mano, el doctor se marchó, y Gohan se quedó a solas. Se puso a caminar sin rumbo por su nuevo apartamento, sin estar seguro de cómo debería sentirse. Aunque estaba satisfecho con el lugar, se sentía… vacío, como si le faltara algo, y no estaba seguro de qué o por qué. Frunció el cejo, con una extraña sensación en el pecho, y se sentó frente a su nueva computadora. Quizás surfear por el internet y tratar de descubrir más sobre este mundo le ayudaría a sentirse mejor.


(-0-)


Para cuando dieron las ocho de la noche, Gohan ya sentía que le estaban pesando los ojos. Dejó salir un largo bostezo, imaginándose que era hora de irse a dormir, y apagó la computadora. Levantándose de su silla se dirigió hacia el armario, esperando encontrar algunas pijamas. El Doctor Shuzenji le dijo que adentro había suficiente ropa para durar un buen tiempo, así que no había sentido la necesidad de revisarlo más temprano.

Con otro bostezo, Gohan tiró de la puerta, solo para que sus ojos se le salieran y cualquier cansancio que hubiera sentido se evaporase en un instante. Se mordió el labio inferior, y con la mano temblorosa agarró el objeto de su atención.

Era su gi. El gi púrpura que el señor Piccoro había hecho para él, el que llevaba cuando peleó contra Cell, colgando de un perchero para abrigos. Estaba desecho, quemado y rasgado, en un estado terrible, pero estaba limpio y todavía podía usarse. Gohan no tenía idea de que su gi hubiera sido preservado. De hecho ni siquiera había pensado en su paradero en los últimos dos días, al tener cosas más urgentes en la mente. Pero ahora… verlo en su nuevo hogar, entre el resto de la ropa que ahora le pertenecía… hizo que algo en él se rompiera de golpe.

Todavía con las manos temblando, Gohan cogió el atuendo dañado y suavemente lo colocó sobre su colchón. Luego se arrodilló frente a su cama y observó el traje, recordando cómo se sintió cuando el señor Piccoro lo materializó sobre su cuerpo la primera vez.

Se había sentido orgulloso. Orgulloso de que Piccoro, su primer mentor y uno de sus mejores amigos, tenía la confianza en él para vestirlo con un atuendo de su propio estilo. Todavía recordaba con afecto el brillo emocionado en los ojos del namekiano al ver a su pupilo llevando el gi púrpura tan parecido al suyo.

También se había sentido optimista. Optimista tras el nivel de fuerza que alcanzó entrenando en la Habitación del Tiempo con su padre. Pensó en el momento en el cual Goku lo había llamado para que peleara contra Cell en su lugar, diciéndole que él había sobrepasado por mucho sus poderes. El saber que su padre había puesto tanta fe en él le hizo sentir todo un mundo de confianza, y se llevó eso con él cuando se subió a la plataforma para ser el siguiente oponente de Cell.

Gohan los extrañaba a ambos, a Goku y Piccoro, y la calidez tan reconfortante que sentía cuando estaba en su presencia. Extrañaba a su madre, y el alboroto que hacía por detalles pequeños cuando se trataba de él. A veces podía ser algo insoportable, pero sabía que todo lo hacía porque quería lo mejor para él, y realmente la quería mucho por eso. Extrañaba a su abuelo, y como siempre lo colmaba de regalos cuando venía a visitarlo a pesar de las protestas de Milk de que eso lo convertiría en un niño mimado.

Extrañaba a Bulma, que siempre había sido la voz de la razón, y alguien más dispuesta a escuchar cuando quería hablar. Extrañaba a Krilin y Yamcha, que siempre estaban allí para dar una buena broma. Extrañaba a Tenshinhan, cuyo deseo de seguir mejorando a pesar de sus limitaciones era muy inspirador. Extrañaba al Maestro Roshi, cuyos hábitos pervertidos eran muy divertidos, si bien a veces podrían resultar demasiado. Extrañaba a Trunks, que siempre le contaba las historias sobre las acciones heroicas de su contraparte del futuro. Extrañaba incluso a Vegeta, que finalmente había decidido tragarse su orgullo para darle una mano contra Cell, y resultó ser crucial en la derrota del bio-androide.

Extrañaba a Chaos, a la Tortuga, Dende, Mr. Popo, y a los Brief. Extrañaba a todos sus amigos y a su familia. Extrañaba la casa en la que había vivido toda su vida, y el ambiente sereno a su alrededor que siempre lo hacía sentirse en paz. Extrañaba la Corporación Cápsula y la sensación de aventura que siempre lo invadía cuando exploraba el interior. Extrañaba la Atalaya, y lo emocionado que le hacía sentirse al mirar al mundo desde arriba de la Torre Karim, pretendiendo ser su guardián.

Ver de nuevo su gi púrpura fue como si lo golpeara un tsunami de memorias entre una cascada de lágrimas, y finalmente Gohan se dio cuenta de qué era lo que le faltaba: una sensación de pertenencia.

Él no pertenecía aquí. Este no era su mundo. Esta no era su gente. Aunque ahora viviera aquí, este apartamento no era su hogar. Se sentía muy solitario y deprimente. Era demasiado seco y deprimente. Demasiado frío e industrializado. Estaba lleno de gente extraña a la cual no conocía, y que no sabían quién era él ni las cosas que había pasado.

Su hogar era esa pequeña casa rústica en la cual vivía con sus padres. Su hogar eran los enormes bosques con la fauna del Monte Paozu, lleno de suficientes pájaros y bestias para llenar toda una enciclopedia. Su hogar eran los ríos y lagos cristalinos que recorrían todo el paisaje, que siempre eran geniales para darse un chapuzón rápido o ir a pescar. Su hogar eran esas montañas monolíticas que rodeaban el distrito del este, que actuaban como una barrera natural contra cualquiera que deseara perturbar su pacífica existencia.

Gohan se arrastró hacia su cama, sin molestarse en cambiarse de ropa, y abrazó su gi arruinado contra su pecho mientras sentía las lágrimas bajando a chorros por sus mejillas. No tenía idea de quién lo había puesto en este mundo, ni qué razón tenía para haberlo hecho. Lo único que sabía, era que quería volver a casa.

Esta historia continuará…


Notas del traductor:

¡Feliz año 2019! Bien, y para comenzarlo, aquí les traigo una nueva traducción mientras se actualizan las otras, esta vez combinando un poco de mi época antigua en los 90, y algo más reciente. Encontré esta por casualidad, y como no era demasiado larga, pues decidí ponerme con ella, y aquí la tienen. Se me hizo bastante buena, además de que eligió como protagonista a Gohan, que es mi personaje favorito de Dragon Ball. Y lo hizo en su mejor momento, cuando derrotó a Cell, lo cual es un plus adicional.

Para todos los que crecimos durante los noventas, sin duda Dragon Ball (especialmente Dragon Ball Z) debe haber marcado nuestras infancias, y es sorprendente que la saga de Goku y sus amigos todavía siga vigente hasta la fecha, al punto de que incluso estemos teniendo nuevas aventuras con ellos. Quizás en la actualidad el pastel del shonen se lo estén llevando otras como Naruto, Bleach u One Piece, compitiendo por quién es el digno sucesor de Son Goku y sus amigos, pero estas solo siguen al líder, en cambio, My Hero Academia tiende a desafiar un poco los estereotipos y rompe el molde en muchos aspectos, así que si me lo preguntan, yo diría que Izuku fácilmente tiene el potencial de convertirse en EL nuevo icono de los héroes shonen, así como Goku lo fue en su momento (y lo sigue siendo para muchos de nosotros).

Bueno, no hay más que agregar de momento. Espero que les guste esta historia tanto como a mí. Iré posteando los capítulos cada dos o tres días, así que no olviden decirme qué les parece. Nos estamos viendo, y recuerden: ¡superen los límites, Plus Ultra!