Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Suenan las trompetas: Y AL FIN LLEGÓ EL FINAL! Chum, hace mucho que no hacía finales de long fics, lo que me recuerda que tengo mucho por finalizar, así que manos a la obra mis valientes.

Espero les haya gustado este fic, no se suponía que tenía que ser tan largo pero bueno, ya saben, yo soy así, donde comen uno comen siete (?) Como sea, espero les haya gustado la historia y si es así ya saben cómo animarme (no, no necesito nudes, solo dejenme su reviewcito, kudo, comentarios, bla, bla).

Los amo y hasta la próxima, amikos!


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de Isayama Hajime, la historia si es de mi completa invención.

Advertencias: Lime, angustia, situaciones límites, casi mato un personaje importante (ajio, ajio), palabras altisonantes, lenguaje vulgar, y eso sería todo.


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"Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta,

sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta".

Sam Keen

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Hemos andado todo el día, estoy mareado de tantas vueltas y lugares inhóspitos que hemos atravesado. Me ruge el estómago y le digo a Eren si podemos detenernos aunque sea a comer un poco, me explica que sería mejor continuar hasta un poblado cercano y que allí haremos noche, que me recompensará con una cena magistral. Me aferro a su cintura y acepto su decisión.

Mi mente divaga, creo que me estoy acostumbrando a eso de soñar demasiado. Imagino que somos recién casados que están en su luna de miel. ¿Cómo sería casarme con Eren? Recitarle mis votos en el altar, todos riendo porque nos conocimos cuando me secuestró, nadie nos creería, pero yo lo miraría y él se sonrojaría porque sabría que digo la verdad. Y bailaríamos el vals, mientras mis padres aplauden y sonríen emocionados, nuestros anillos a juego brillarían bajo las luces del salón de fiesta y...

—Ya llegamos —dice y yo recién bajó de golpe de la nube de ensueño, ¿ya llegamos?

Bajo de la moto, me saco el casco y puedo sentir que tengo todo el cabello un desastre, me arqueo para que tronen mis vértebras doloridas. Llegamos a una especie de hotel abierto para viajantes. Eren me pide que espere unos momentos y va hacia la recepción para registrarnos. Tengo tanto hambre que empieza a afectar mi humor, a los pocos minutos vuelve, dejamos los pocos bolsos en la habitación, no es de lo mejor pero después de todo el recorrido hasta allí siento que es el paraíso. Quiero ducharme apenas llene mi estómago que ya ruge notablemente, Eren sonríe como disculpándose.

—Vamos a comprar un par de cosas, creo haber visto una pizzería aquí cerca.

Asiento y salimos de nuevo. A poca distancia hay una especie de surtidor de gasolina muy viejo y un negocio que le precede, entramos.

—Encárgate de las cosas de limpieza, yo iré por algunos víveres, así lo haremos más rápido —me indica.

Tomo un carrito y pongo algo de jabón, shampoo, creo que voy a llorar hace tanto que no puedo acceder a estos lujos que siento mariposas en el estómago de la emoción, y hambre. No exagero con la cantidad, sé que cuando partamos al alba no podremos cargar demasiado. Encuentro una colonia inglesa, no es de mis preferidas pero tomo un bote pequeño, necesito un aroma fresco para variar. Estoy entretenido en eso hasta que veo una mamadera. Todo un sector para infantes y bebés. Mi mente queda en blanco, mi mano agarra un babero de ositos con el borde de hilo azul y juro que siento calambres en mi vientre, son como cuchillas que se incrustan dentro de mi. Tiemblo sin poder evitarlo.

—¿Ya tienes todo? —escucho la voz de Eren pero no me muevo, siento como si estuviera hundido dentro de una piscina y los ruidos externos llegan muy quedos hasta mí.

Aprieta sus manos grandes sobre mis hombros y al fin siento que puedo respirar.

—Vamos —me pide mientras me quita el babero de los dedos.

Lo sigo en silencio, aún dentro de esa burbuja de dolor. Caminamos hasta la pizzería y no sé qué me pregunta o qué elige, de pronto el hambre ya no es prioridad. Retiramos las cajas y caminamos a la habitación. Quisiera poder meterme en un hueco y arrebujarme, quiero desaparecer.

—Anda, come —pide Eren y yo intento embutirme aunque más no sea una rebanada caliente, pero no tengo mucho éxito, mi cuerpo pareciera rechazar el alimento.

Me acaricia la cabeza sucia y despeinada y lo miro.

—¿Acaso quieres que te alimente?

—No, yo... iré a tomar un baño.

—Espera, debes comer un poco.

—Realmente quiero bañarme antes, comeré después —insisto para ponerme de pie y tomar las cosas que compramos en ese negocio.

Al menos hay una ducha decente, abro el grifo y me quito la ropa, nunca me sentí más indefenso y vulnerable que ahora. Sé que el agua no se llevará la tristeza, ni limpiará las heridas que no se ven, pero al menos me permito llorar tapando mi boca, no quiero que Eren se preocupe más de lo que ya lo hace. Duele infinitamente saber que no podré concebir, que esa familia con la que soñé, que los hijos que deseé cargar en mi vientre nunca llegarán. Aunque lo sospechaba siempre mantuve mis esperanzas, creí que sería posible, algún día, con tratamientos tal vez, yo estaba dispuesto a que rompieran mi cuerpo en mil pedazos si era posible tener un hijo de sangre.

Ni siquiera para eso sirvo. Soy una carga inútil. Toda la angustia y la miseria que vine tapando y guardando explotan, me empapan, me cubren, me derriten. Soy tan imperfecto.

Me sorprendo al sentir unas manos sobre mi espalda desnuda y húmeda, es Eren. Está desnudo también y ha entrado a la ducha conmigo, lo miro con mis ojos arrasados de lágrimas y me abraza contra su cuerpo. No me pide explicaciones, no hace preguntas incómodas, solo me consuela, me sostiene, me acompaña y permito que solo por esta vez vea mi vulnerabilidad, le comparto mi desconsuelo y él no me suelta hasta que las lágrimas se terminan, esto servirá al menos por ahora.

Una vez limpios, cierra el grifo y me seca con lentitud y tranquilidad, como si fuera un muñeco, con delicadeza, dejando uno que otro beso en mi hombro, mi pecho, mi mano, mi mejilla, yo solo me dejo hacer. No sabía lo mucho que una pareja puede comunicarse desde el silencio, solo con caricias y miradas. Me viste, me peina, incluso me pone un poco de la colonia que compré, luego se arregla él y vamos a la cama. No me insiste para que coma, no tengo ganas tampoco. Nos recostamos y yo sobre su pecho, me rasca con suavidad la espalda brindándome afecto, tranquilidad, canta muy despacio y suave para mi y me saca una sonrisa, me aferro a su cuerpo, a su cariño.

Quisiera decirle que lo amo, que tal vez me enamoré desde la primera charla sincera que tuvimos en la cabaña, pero no quiero atarlo. Él es un alpha hermoso y rozagante, ¿qué puedo ofrecerle yo? Ni siquiera puedo concebir un hijo, Eren necesita alguien mejor, no puedo condenarlo, si lo amo debo dejar que se vaya, que haga una vida mejor, a mi lado va a marchitarse.

—¿Qué dices si nos quedamos un día más aquí? Para que descanses apropiadamente.

Un día más, suena muy bien, porque podré disfrutar de sus besos, sus caricias, su mirada preciosa, me encanta esa idea.

—Sí, por favor.

—Oh, ¿dónde está el omega rebelde y peleador que me hiciste conocer antes? —se burla con suavidad y me despeina buscando sacarme de la nube de nostalgia en la que estoy metido.

—Lo mandé de vacaciones, así que aprovecha que esto es una oferta por tiempo limitado.

Escuchar su risa a todo dar me hace sentir bien, me abraza con fuerza contra su cuerpo y siento que me sube un calor inusual desde la ingle al pecho, ¿en serio? ¿Justo ahora? Estoy empezando a odiar mi organismo, esta anatomía rota e incompleta. Debería estar muerto, Mikasa debería haberme matado aquella vez en lugar de encerrarme en el sótano.

—¿Levi?

Me siento en la cama y siento que me arde el vientre, tengo sed, mis feromonas comienzan a desplegarse y las lágrimas vuelven, maldito soy que no puedo manejar mis emociones. Eren me abraza de nuevo, ¿por qué no se va? Debería hacerlo, dejarme a mi suerte, huir, por mi pobre existencia está arriesgando el pellejo, al final solo soy una complicación en la vida de todos, de mis padres, de mi prometido, de su familia, de Eren, ¿qué sentido tiene vivir así?

—Hey, tranquilo.

—Mátame, Eren —le susurro acongojado.

—¿Qué? ¿Qué carajos estás diciendo?

—Si llevas mi cadáver a esa gente no te perseguirán, puedes pedir que te perdonen, lo harán. Manda la carta a mis padres y ya.

Me zamarrea y me mira frunciendo el ceño con molestia.

—Deja de decir tanta mierda, ¿qué te sucede? ¿Acaso tu celo te está haciendo decir esas idioteces?

—No le sirvo a nadie, soy una carga, para ti, para mis padres, para todos.

—Escuchame Levi, vuelve a decir una estupidez así de nuevo y juro que te golpearé duro —Lo miro sorprendido, tratando de enfocar entre las lágrimas—. ¿Crees que para lo único que existes es para parir crías? No todos nacimos para ser padres, no todos queremos serlo tampoco, te han lavado el cerebro, esa estúpida academia a la que has asistido, con toda esa mierda sobre ser sumiso y perfecto. Lo único que buscan es el esclavo perfecto, ¿eso es lo que quieres de verdad? ¿Obedecer y agachar la cabeza el resto de tu vida? ¡¿Realmente quieres eso?! ¿Tienes idea la cantidad de cosas que puedes hacer, que puedes sentir, experimentar y crear? Eres inteligente, capaz, eres perseverante, eres tan hermoso en tantos sentidos y no puedes verlo porque prefieres creer en toda esa porquería que te han impuesto desde que eras un niño. El mundo no se resume a un libro de reglas, es cruel, difícil pero también es hermoso y maravilloso si buscas el lado bueno.

—Pe-pero yo soy un o-omega y, y-

—¿Y qué? Eres una persona, como yo, como cualquiera otra, no limites tu existencia a meras frases escritas seguramente por algún grupo de alphas que quieren mantener el control sobre su ganado, deja de darles el control sobre ti mismo y toma las riendas de tu vida. Elige tú qué ser y si realmente quieres ser padre alguna vez pues solo elige uno de esos tantos hijos que otros han abandonado y ya. El planeta está lleno de hijos que necesitan desesperadamente un poco de amor. Hay familia que uno no elige y también hay familia que se puede elegir, que aunque no lleven los mismos genes son más fieles y cercanos que la de sangre, te lo digo por experiencia.

—¿Quién querría formar una familia conmigo, así defectuoso como soy?

—Si yo pudiera... yo haría una familia contigo, y como yo muchos se enamorarían de ti, de ese Levi que lucha y se revela, que da pelea y busca una solución aunque todo se vuelva negro a su alrededor. Ojalá pudieras verte de la forma en que yo te veo.

Secó mis lágrimas con sus pulgares y unió nuestras bocas con ímpetu y necesidad, pero hizo mucho más que eso, me alivió por dentro, me dio esperanzas, ganas de vivir. Lo abracé con desesperación, mientras mi celo explotaba con una fogosidad inusitada, mi cuerpo lo reclamó, lo reconoció como parte de mi y él se entregó con docilidad accediendo a cada uno de mis caprichos y solicitudes. Me amó tanto como yo lo hice con él.

A pesar de la biología, de la necesidad de la carne, hubo una conexión profunda entre ambos e hicimos el amor hasta el alba. Raspó sus dientes un par de veces contra mi nuca y aunque le supliqué que me marcara no lo hizo. No lo tomé a mal, como lo hubiera hecho en otra ocasión, sabía que Eren no quería que el celo estuviera presente ante una decisión tan importante, y aunque yo estuviera borracho de lujuria y deseo también estaba seguro de que mis sentimientos no iban a desaparecer cuando el celo se fuera. Sin embargo estaba más tranquilo, más sosegado, ante mi mar de dudas él era un océano de respuestas, de afirmaciones y seguridad, mi puerto seguro, mi tierra firme.

Me cuidó, me alimentó y me dio más placer del que alguna vez hubiera imaginado, cuidó de mi en cada pequeño detalle y para el segundo día de haber llegado a ese lugar al fin mi celo me dio un respiro. Estaba agotado y lánguido, bebiendo un líquido con proteínas y comiendo unas barras energéticas que Eren había conseguido. Bastaba gemir un poco que lo tenía encima dispuesto a lo que necesitara, ¿por qué era tan bueno? ¿Sería la culpa de cómo empezaron las cosas? Aunque dudo que la culpa tuviera unos ojos tan rebosantes de cariño como con los que Eren me observaba en estos momentos.

—Deja de ser tan lindo —Me decía perezosamente mientras dejaba un camino de besos en mi espalda desnuda.

—Haré un esfuerzo —soltaba con la voz aún blanda y dulce.

Reíamos sin sentido y volvíamos a enredarnos, no nos cansábamos de tocarnos y sentirnos cerca.

—Iré a buscar algo para comer, ¿se te apetece algún menú en particular?

—Mmm, ¿tú?

—Algo comestible.

—Tú.

—Ya, detente, hay que comer de vez en cuando.

—OK. ¿Hamburguesa? Con muchas papas fritas chorreando aceite.

—Como mande su alteza.

Besó mi frente y salió, no pasaron cinco minutos que ya lo estaba extrañando, en poco tiempo me había vuelto un adicto a este hombre, no es queja. Ojalá pudiéramos vivir para siempre en este cuartucho. Me levanté a regañadientes pero necesitaba bañarme y acomodar un poco el lugar. Como no habíamos dejado la habitación en todo ese tiempo, el servicio al cuarto no había podido arreglarlo y quería hacer algo de provecho hasta que él regresara.

Me bañé, usé la ropa limpia que Eren había traído de la tintorería del hotel y me puse a limpiar. Mis fuerzas regresaban y me sentía más despabilado. Para cuando terminé noté que había pasado casi una hora, ¿dónde estaba Eren? Nunca demoraba tanto haciendo compras, además había poca gente en el lugar como para que una orden de comida llevara tanto tiempo en ser preparada. Traté de calmarme pero lo cierto es que mi intuición me enviaba ondas negativas con mayor fuerza. Decidí tomar un cortaplumas que había en las pertenencias que Mikasa había dejado en el caballo que tomamos en aquella ocasión y salí a buscarlo.

No estaba en la cafetería, ni en el almacén y entonces estuve seguro que algo marchaba muy mal. Un poco más alejado del lugar había una especie de granero abandonado, una camioneta estaba estacionada al frente, de repente me tomaron con fuerza de un brazo, un tipo alto, rubio, de cabello corto y cara de pocos amigos.

—Aquí estás, al fin te encuentro.

—¿Qué? ¿Quién es usted? ¡Suélteme!

—Tranquilo, Levi, vinimos a rescatarte, coopera y todo saldrá bien —dijo mientras me arrastraba con él hacia la camioneta aquella, traté de forcejear pero el hombre era mucho más fuerte—. No grites si no quieres que me ponga violento —fue toda su advertencia.

—¿Dónde está Eren? —pregunté tratando de obedecer aunque su agarre me estaba haciendo daño.

—¿Ese estúpido alpha que te tenía secuestrado? Está recibiendo lo que merece, no te preocupes, él y todos los idiotas de la asociación van a pagar cara su osadía.

¿Ellos lo habían capturado? No opuse resistencia, solo quería ver a Eren, luego me las ingeniaría para ver como librarnos de ellos. ¿Vendrían de parte de la familia Church? ¿De mis padres? Ya lo averiguaríamos.

Ingresamos al granero y había otros dos ahí, Eren estaba atado por el torso, sentado en el piso y recibiendo una dura paliza. Su rostro estaba golpeado y sangre salía de su nariz y boca, sentí que un fuego desconocido se encendía en mi.

—Roger, lo encontré, estaba deambulando en el pueblo, lo tenemos al fin.

Los dos abusivos aplaudieron y silbaron contentos.

—Eso es, Marcus, al fin encontramos a la princesita, acabemos con este imbécil y llevemos los trofeos al jefe, ya puedo saborear esa fortuna.

—¡Levi! —Eren quiso ponerse de pie pero una de esos animales lo golpeó en el abdomen y lo mandó al suelo de nuevo.

—Quieto, cabrón, ya te llegó la hora, vamos a ver si tus amiguitos aprenden de una vez que se metieron con la gente equivocada.

El fuego subió por mi garganta y contaminó mis ojos, como si me hubiera transformado en un abrir y cerrar de ojos la furia me poseyó de una manera bestial.

—¡NO TOQUES A MI ALPHA! —No reconocí mi voz, no era yo, o tal vez era el verdadero yo que había estado escondiéndose todo este tiempo, los tres me miraron sorprendidos y el que me estaba agarrando me soltó—. ¡NO VUELVAN A TOCAR A MI ALPHA!

Lo que sucedió a continuación fue como una escena de acción sacada de alguna película, no puedo explicarlo de ninguna manera racional. Ese omega obediente, hasta tímido y tranquilo, ese que era capaz de cortarse una mano antes que levantarla en contra de un alpha desapareció por completo. Con una fuerza inhumana levanté al tipo que tenía más cerca y lo lancé varios metros lejos. En poco segundos los otros dos se me vinieron encima mientras Eren gritaba algo que no llegué a escuchar. Saqué el cortaplumas y lo sujeté con mi mano izquierda, con la derecha repartí golpes y con al otra certeros cortes que los hicieron alejarse lastimados. Uno sacó un arma pero antes de que la accionara le caí encima arrojándolo contra el suelo, le tiré un par de codazos hasta dejarlo inconsciente. Su compañero tomó el arma y me disparó, pero yo no sentía nada, mi instinto estaba desbocado, le corté la muñeca con saña y con un grito feroz arrojó el arma, me trepé encima suyo y comencé a sofocarlo, el hombre que había arrojado vino en su ayuda y quiso golpearme pero sin atinarle muy bien. Le corté la mejilla profundamente y cayó arrodillado, mientras el que sofocaba caía al suelo agonizando. Lo solté y le propiné un cabezazo, luego fui por el otro que intentó huir, pero me trepé en su espalda y dimos por tierra, era una maraña de sangre y polvo pero al fin pude ponerme encima y le cayó una lluvia de golpes que lo dejó fuera de combate en poco tiempo.

Me levanté resoplando agitado y fui con Eren que tenía un ojo hinchado por los golpes y el otro abierto a más no poder. Busqué el cortaplumas que estaba a unos metros y corté las sogas que lo ataban.

—¡Estás herido! —dijo Eren y me tomó del brazo derecho donde de seguro había impactado la bala, tal vez fuera la adrenalina, pero no sentía dolor.

—Lo veremos después, vamos.

Eren apenas podía caminar así que lo subí con facilidad en mi espalda luego de coger las llaves de la camioneta y romper los celulares de esa gente y al fin salimos para abordar el vehículo. Yo había conducido un par de veces el auto de mi padre, así que no me pregunten cómo pero pude poner en marcha ese armatoste y nos fuimos hasta el hotel, teníamos los documentos y cosas valiosas en la habitación, las agarramos y tomé la ruta con rumbo desconocido a la máxima velocidad posible.

—Le-Levi —habló Eren luego de un buen rato—, ¡oye! Tenemos que a-atender tu herida.

—Estoy bien, no moriré, ¿tú cómo te sientes?

—Como la mierda, pero sobreviviré, llegaste justo a tiempo, no sé como hiciste pero ¡wow!

Eren me fue guiando y doblamos incontables veces en un montón de bifurcaciones a la largo del camino, para poder perderlos de vista. Luego de un par de horas decidimos dejar la camioneta en un paraje desolado. Así como estábamos llamábamos mucho la atención de manera que caminamos hasta un poblado donde Eren compró vendas y analgésicos, alcohol y desinfectante para atender nuestras heridas. También compró un poco de ropa porque la actual estaba llena de manchas de sangre. Una vez que nos vimos más decentes nos fuimos hasta una estación de trenes. Yo ya no sabía dónde estábamos pero Eren parecía orientarse bastante bien. Compró boletos a quien sabe donde y apenas subimos caí rendido de cansancio, supongo que dormí un buen par de horas, porque cuando desperté ya era noche cerrada y seguíamos viajando.

Eren me tenía abrazado y miraba por la ventaba hacia afuera, no reconocí el paisaje, parecía una llanura llena de pantanos o algo como eso, de noche no podía apreciar muy bien la zona. Al notar que estaba despierto me ofreció una botella de agua que me bajé a tragos grandes.

—¿Dónde estamos?

—Estamos yendo a una colonia al sur, tengo algunos conocidos del ejército por ese lugar. Veremos dónde podemos quedarnos. Joder, esto lo ha complicado todo, debería haberte dejado con ellos.

—Iban a matarte, no podía permitirlo.

—Estoy sorprendido, nunca había visto a alguien pelear de esa manera y eso que estuve en el ejército. Recuérdame que no te haga enojar.

—Yo tampoco sé como lo hice —dije mirando mis manos, luego una dolorosa punzada me recordó la herida en el brazo, al menos la bala lo había atravesado de manera limpia y afortunadamente no había tocado ninguna arteria, tardaría en sanar pero no era grave.

—Tienes una fuerza descomunal, como Hulk.

—No sé cómo siempre encuentras la forma de verle el lado cómico a las cosas trágicas —dije bufando pero cediendo a su buen humor.

—Gracias, si no lo hubieras hecho no la habría contado.

—¿Y ahora qué?

—No lo sé. Con seguridad ellos se enteraran de esto, hay dos posibilidades, que digan que yo les di una paliza y creo que es lo más probable, es prácticamente imposible de creer que un omega más pequeño que ellos, que además contaban con un arma de fuego, les haya dado tremenda golpiza, no creo que quieran contar eso tampoco. Sin embargo pueden decir que estabas aliado conmigo y eso si será un problema, ya no sé que tan seguro sea que regreses con tus padres.

—Tampoco quiero regresar.

Eren me miró, con su bonito rostro golpeado y lleno de moretones.

—Si vuelvo, incluso si ellos me perdonan por esto, incluso si pido perdón y ruego por mi vida, no puedo volver a ser el de antes, el Levi que ellos quieren de regreso ya no existe más y tampoco quiero traerlo de regreso. Será difícil abrirme camino solo, tratar de sobrevivir por mis propios medios, pero realmente deseo hacerlo, tomar mis propias decisiones, vivir sin reglas y adoctrinamientos, no volveré a ser ganado.

Eren sonrió, de una bella, hermosa manera y acarició la mejilla que no tenía golpeada.

—¿Entiendes que es probable que no vuelvas a ver a tus padres, Levi?

—Desde que escribí esa carta que te di... yo ya me había resignado a que eso sucediera. Tal vez cuando pase el tiempo y las cosas se calmen... no lo sé, pero no podría seguir adelante sabiendo que me siguen buscando y siguen sufriendo por mi. Por ahora será necesario que ellos sepan que no regresaré, de alguna manera debo hacérselos saber.

—Aún estás a tiempo de cambiar de opinión, no te apresures.

—Eren, no sé con qué podemos encontrarnos el día de mañana, si es la muerte, si es separarnos, o si es seguir juntos, pero ahora... necesito saber qué sientes por mi.

Sostuve la mirada, aunque por dentro tuviera un terremoto, necesitaba saber, necesitaba que me confirmara o no si es que existía algún futuro juntos. Él agachó la cabeza y tomó mi mano más próxima y cada segundo de su silencio me hacía sentir nervioso.

—Te quiero —dijo al fin pero sin mirarme de regreso—. No sé si estar juntos sea lo correcto y me refiero a ti. Estuve a un paso de hacerte daño, de hecho lo hice, te saqué de tu vida de tranquilidad y confort, te alejé de tu familia, no puedo decir que sea del todo malo, puesto que ibas derecho al matadero sin saberlo, a ser parte de un sistema corrupto y denigrante, tampoco sé qué te hubieran hecho si ellos se enteraban de que...

—Que no puedo tener hijos.

—Lamento ser tan duro.

—No importa, dime todo lo que piensas, por favor, no te guardes nada, necesito escucharte.

—Sé que amas a tus padres y que los adoras, pero por tapar las cosas, por querer aparentar lo que no podía ser te expusieron a un gran peligro, fueron egoístas, no pensaron en tu bienestar o en lo que tu querías hacer por ti mismo y eso me parece horrible. Tampoco puedo ofrecerte mucho, no sé si en este lugar pueda encontrar gente que me ayude, no sé cuánto más deberé esconderme o huir, ambos enemigos son poderosos y están enojados conmigo, no sé si quiero arrastrarte a esta vida. Incluso si podemos establecernos en alguna parte, una vez que los peligros se alejen... ¿será suficiente el afecto que sentimos?, ¿podremos empezar desde tanto dolor y problemas que hemos acarreado? ¿Y si te arrepientes? Con seguridad habrá reproches o no, no podemos saberlo, ¿entiendes lo que trato de decirte? Eres muy joven Levi, aunque has pasado por mucho este último tiempo, pero no has tenido otras experiencias, me ves de esta manera ahora pero cuando reflexiones con mayor tranquilidad tal vez cambies de opinión.

—No tengo idea sobre el futuro, pero de algo estoy seguro y es que quiero que formes parte de mi vida. Soy joven, inexperto, no conozco mucho del mundo pero cuando estoy contigo siento que soy más fuerte, que puedo ver lo que valgo, lo que hay más allá de ser un simple omega destinado a obedecer y eso me gusta —Agarré sus mano con mayor fuerza entrelazando nuestros dedos y lo obligué a que me mire, pude ver todas esas dudas y vacilaciones en sus ojos, entendí su razonamiento—. Te amo, Eren, estoy dispuesto a luchar por ti, bueno, creo que ha quedado claro aunque no te pido que me aceptes, no quiero obligarte a nada, ya has hecho demasiado por mi y te agradezco por eso.

Quise soltarme pero Eren retuvo mi mano, volví a mirarlo y él soltó un hondo suspiro.

—Entiendo. Entonces, lo intentemos. Ambos sabemos que no hay certezas, que podemos fallar, pero si tú estás dispuesto a asumir los riesgos, la verdad es que también quiero estar contigo, además no creo que pueda conseguir otro omega tan fuerte que sea capaz de salvarme la vida, solo prométeme que si te enojas no me darás una paliza.

—No hagas nada que me haga enojar entonces —Le devolví con el mismo humor suyo, creo que empezaba a entenderlo mejor.

Me besó con suavidad y sentí de nuevo ese alboroto de sentimientos cálidos adentro mío.

Esta vez yo quedé despierto y Eren se durmió sobre mi hombro más próximo. Observé mi reflejo en el vidrio de la ventana. ¿Quién era yo? O mejor dicho, ¿qué diantres era? Un omega con la fuerza de tres alphas (o más), incapaz de concebir pero apto para luchar y sobrevivir. No era un alpha y para ser honestos tampoco me sentía un omega del todo, tal vez yo no necesitaba una clasificación, simplemente no me parecía a otros, era único, probablemente nunca hubiera descubierto mi valor, ni de lo que era capaz si siguiera viviendo en mi ciudad.

Por primera vez en todo ese tiempo no me sentí defectuoso, ni perfecto, ni imperfecto, simplemente yo, un ser individual, irrepetible, capaz de alcanzar otros sueños, esos que no tenía derecho a soñar hasta hace poco tiempo atrás, capaz de defender a la gente que amaba con una fuerza descomunal y única.

Me sonreí, a ese rostro golpeado, demacrado y pálido. Era posible amarme a mi mismo, claro que si, necesitaba enamorarme de mi alma a partir de conocerme más, de saber exactamente quién era y lo que era posible llegar a ser. Era hora de escribir una nueva carta para hacerle saber a mis padres que dejaba para siempre la carcaza en la que había vivido, había abierto la jaula y no volvería nunca más a meterme a ella. Aunque me hubiera dado cuenta de muchas cosas, ellos seguían atrapados detrás de esos barrotes enormes y gruesos, quién sabe, tal vez algún día podría rescatarlos también.

Eren seguía aferrado a mi mano aún en sueños, giré mi cabeza y besé su frente, el olor a sangre y violencia me inundó de repente, pero también era olor a vida y lucha entonces estuve completamente seguro de que éste era el camino que quería seguir, el más difícil, el más inestable, el más inseguro porque era capaz, era fuerte y nadie, nunca más me haría dudar de lo alto que podía volar con mis propias y nuevas alas.

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By Luna de Acero, nunca duden de ustedes, no importa lo que el mundo diga.-