mar¡Hola chicos! ¡El fic regresa al fin! Notaran varios cambios que le hice a la historia a medida que la editaba para el concurso, espero les guste ;) Por favor, lean la nota final de autora. Como siempre, aclaro que los personajes de CCS no me pertenecen y esta pequeña historia surgió de mi imaginación. Espero les guste y la disfruten… Comencemos…
21 preguntas para enamorarse
Capítulo 1
¿El prólogo del desastre?
Mis ojos se abrieron con flojera al sentir como la luz del sol daba directamente en mi cara. Parpadeé confundida y enfoqué mi mirada en el pequeño aparato del mal que descansaba en mi mesa de noche, estaba demasiado claro como para que fueran las seis de la mañana. Mi pobre gato pegó un brinco de la cama cuando grité al ver la hora real.
—¡¿Por qué me pasan estas cosas?! —Literalmente, me retorcí como un gusano para desenredarme de la cobija y salí de la cama ¡El estúpido despertador no había sonado!
Corrí al baño y en el camino me golpeé el dedo pequeño de mi pie con el marco de la puerta ¡Oh Dios! Este día estaba comenzando mal… ¡muy mal!
Mi primera clase empezaba a las ocho y el trayecto a la universidad duraba veinticinco minutos. Tenía tiempo de llegar si no desayunaba, pero si no bebía mi café, andaría como alma en pena y no prestaría nada de atención. A esta hora de la mañana, ¡la cafeína era primordial en mi sistema!
Me bañé con agua helada, tomé lo primero que vi en el closet y me vestí a la carrera. Serví la comida de mi gato con una mano, mientras peinaba mi corto y húmedo cabello castaño con la otra, seguro se esponjaría a mitad de mañana, pero si era sincera, poco me importaba.
Encendí la cafetera mientras arreglaba mi bolso. En momentos como este, maldecía mi forma de ser tan desorganizada. Si preparara mis cosas el día anterior, como una persona normal ¡Esto no me pasaría!
«Muy mal, Sakura… Empezamos el día muy mal» pensé, desesperada.
El café estuvo listo. Lo serví en un vaso térmico, tomé un par de galletas y salí corriendo de mi apartamento. Toqué el botón del ascensor con insistencia, pero el condenado estaba tardando mucho, opté por las escaleras. Además, con la suerte que tenía, podía quedarme atorada en ese armatoste viejo y me perdería mis clases, lo cual no era una opción para mí.
Corrí por las calles de la ciudad hasta llegar a la parada y solo cuando estuve sentada en el autobús, me digné a beber de mi elixir celestial. Solté una maldición al quemarme la lengua. Realmente… este día no iba a ser bueno.
Llegué a la universidad a las ocho en punto. Corrí como si el mismo demonio me viniera persiguiendo hasta llegar a la facultad de psicología donde estudiaba y no me detuve hasta que divisé el salón 302. Miré mi reloj y solté una nueva maldición… cinco minutos tarde.
Tenía dos opciones, saltarme la clase o… aguantarme el sermón del profesor. La primera no era realmente una opción para una estudiante becada como yo, por eso… tragué pesado y abrí la puerta con lentitud, esperando la llegada de esa voz áspera y hosca que tanto me desagradaba.
—¿Estas son horas de llegar, señorita Kinomoto? —Levanté mi mirada y allí estaba ese anciano con cara de constipado, mirándome con esos ojos oscuros llenos de superioridad.
—Lo siento, profesor Yamada… Tuve un pequeño percance, ¿puedo pasar?
El profesor siguió mirándome con desdén por varios segundos que se me hicieron eternos. Asintió no sin antes soltar un sermón sobre la puntualidad y la responsabilidad que debíamos tener los estudiantes, en especial, aquellos que tenían la condición de becados… Puñalada directa al pecho.
Podía sentir las miradas burlonas de mis compañeros sobre mí, aun así, me obligué a caminar con rapidez hacia el primer puesto vacío que encontré, haciéndoles creer que no me importaba lo que creyeran o hablaran de mí.
Aparenté en todo momento prestar atención a la clase, tratando de ignorar los comentarios mordaces que susurraban con claras intenciones de que los escuchara. Apreté el lápiz con tanta fuerza que lo sentí crujir. No era fácil ser una becada en una universidad de renombre, pero yo estudiaba y me esforzaba más que nadie para mantener mi excelente promedio y no podía dejar que un puñado de niños mimados me rebajaran… ¡No podía!
«Calma, Sakura. Solo faltan dos años más y serás libre» me recordé.
La tortura del profesor terminó y por fin fui libre de comerme mis dos galletas. Eso me daría la fuerza para aguantar hasta la una de la tarde.
—Solo espero que Chiharu y Tomoyo me tengan algo para comer cuando llegue… —me dije, soltando un suspiro.
Casi babeé al imaginarme la deliciosa comida que servían en el restaurante donde trabajaba media jornada. La beca solo cubría mis gastos universitarios, el resto iba por mi cuenta. Obviamente, mi papá trató de convencerme de aceptar su ayuda, pero con veinte años, no me parecía correcto. Además, las propinas que ganaba en el restaurante eran buenas y me ayudaban muchísimo con los gastos ¡Hasta podía mimarme un poco!
Trabajar y estudiar no era sencillo, pero ya había logrado adaptarme a mi ajetreado estilo de vida.
Entré a mi siguiente clase con la esperanza de que mi día comenzara a mejorar, pero al ver la enigmática expresión del profesor, junto con la torre de hojas que estaba en su escritorio, sudé frío. No temía por un examen sorpresa, eso sería una bendición en nuestro caso. Al mirar a mi alrededor, noté que todos estaban igual de tensos que yo… y él lo estaba disfrutando, sus ojos azules y burlones lo delataban.
Solo cuando estuvimos sentados en nuestros lugares, el profesor comenzó a escribir en el pizarrón. Tragué grueso y mis manos comenzaron a sudar cuando mi sospecha se hizo realidad. Había llegado la hora de enfrentar uno de los particulares y extravagantes proyectos por los cuales Clow Reed era tan conocido en la universidad.
Debía aclarar que la psicología experimental me apasionaba. Observar, recoger datos, registrar las variables, analizar los hechos y relacionarlos con el comportamiento humano era fascinante, pero cuando tú eras el objeto indirecto del estudio… las cosas cambiaban. Eso eran precisamente los proyectos de Clow, una forma disfrazada de usar sus técnicas de análisis en sus estudiantes… o eso decían por los pasillos.
—Hemos llegado a la mitad del curso, señores —anunció. Su mirada volvió a brillar ante la expectativa que sus palabras causaron—. Durante este tiempo, discutimos varios temas que ahora deberán poner en práctica en un simple proyecto que les asignaré.
Los murmullos no se hicieron esperar. Ya era un hecho, seríamos psicoanalizados por el tan afamado doctor Reed. Dejando ir un suspiro de resignación, saqué mi cuaderno para anotar todos los puntos importantes del "proyecto". Clow se giró nuevamente hacia el pizarrón y escribió dos palabras "socializar y empatía". Nada más.
—Señores, sé lo que se dice de mí y de mis proyectos, pero les aseguro que no será nada del otro mundo y los resultados que obtengamos de sus trabajos, servirán como datos para una investigación que estoy desarrollando. Así que dejen esas caras largas. Son estudiantes de tercer año de psicología y por ello deben aprender a relacionarse con su entorno.
Oh… esto no me estaba gustando nada, nada ¡nada! Miré a mi alrededor otra vez, no había nadie, ni siquiera un alma, que me agradara como para hacer un proyecto en grupo ¡Socialmente me habían aislado! Aunque debía aceptar que yo tampoco me había esforzado para cambiar eso, pero ¿con qué tiempo iba a socializar? Si no estaba estudiando, estaba trabajando ¡Y ellos tampoco eran muy amables!
Resoplé molesta. Esto no podía empeorar…
—Como les dije, el proyecto es muy sencillo y tendrán mes y medio para llevarlo a cabo. —La voz de Clow volvió a llamar mi atención—. Esto les ayudará a cultivar su habilidad de analizar datos recolectados a través de preguntas simples, y relacionarlos con el comportamiento y personalidad de las personas. Obviamente, también les permitirá ser más empáticos, algo primordial para un psicólogo.
Paseó su mirada azulada por todos… hasta posarla sobre mí. Nuevamente, mis manos comenzaron a sudar. Este proyecto en verdad sería la cereza que coronaría el pastel de desastres que me había devorado el día de hoy… y ni siquiera había llegado a la tarde ¿Qué me faltaba? ¡¿Cero propinas?!
—Este es el asunto, señores. Individualmente, deberán diseñar un cuestionario y escogerán a una persona desconocida del sexo opuesto para aplicárselo.
Parpadeé confundida, eso no sonaba tan terrible. Sonrisas aliviadas comenzaron a aparecer en los rostros de mis compañeros y yo no fui la excepción. Quizás nos habíamos dejado llevar demasiado por los rumores y los proyectos no eran tan malos.
Pensé un poco mientras Clow hablaba de cómo nos ayudaría este proyecto a ser mejores psicólogos. Lo más complicado sería escoger a la persona a quien encuestar y que estuviera dispuesto a responder.
«Quizás alguno de los viejitos que alimentan las aves en el parque…» pensé, sonriendo.
Clow tomó las hojas que estaban sobre su escritorio y comenzó a caminar por el salón para repartirlas, diciendo que allí estaba todo lo que necesitábamos saber sobre el proyecto.
Al principio estaba emocionada, pero al verlo acercarse hacia mí, con una mirada enigmática y sagaz… me dije que este proyecto era mucho más de lo que aparentaba ser.
—Espero un excelente informe, señorita Kinomoto —dijo, cuándo me tendió la hoja.
Alargué mi mano y la tomé con inseguridad, Clow siguió avanzando. Realmente era un hombre muy extraño.
Paseé mis ojos por la hoja con rapidez y comencé a subrayar los puntos importantes. La edad del encuestado debía estar entre los veinte y treinta años... Adiós a los amables abuelitos del parque. Solté un suspiro y continué leyendo. El cuestionario debía contener veintiuna preguntas que nos llevarán a conocer a profundidad a esa persona… una pregunta por día… veintiún días.
¡¿Cómo íbamos a conocer a una persona con tan solo veintiuna preguntas?! ¿Y por qué una por día?
Negué con mi cabeza y seguí leyendo. Estaba permitido realizar más preguntas diarias, siempre y cuando estuvieran relacionadas con la pregunta del día. Un ejemplo que él coloco eran los hobbies. Si el encuestado respondía "Me gusta escuchar música" podíamos preguntar acerca de su música favorita.
Bien… eso ayudaba, pero todavía no entendía cómo íbamos a conocer a profundidad a una persona con tan solo eso. La frase que nos dijeron al iniciar la carrera se me vino a la cabeza de inmediato "Un buen psicólogo sabe escuchar sin juzgar". Veintiuna preguntas serían suficientes si sabía que información podía sacar de ellas. Quizás allí estaba el juego del proyecto y era bien sabido que un hábito podía formarse en veintiún días, entonces si era posible que pudiéramos conocer a una persona en ese tiempo.
Sonreí confiada. Podía hacerlo, solo debía idear las preguntas adecuadas.
Continué leyendo un poco más y al llegar al punto de la calificación… abrí mis ojos por completo. La seguridad recién adquirida se fue a pique.
«Se debe entregar un reporte escrito al finalizar el tiempo y este será leído por la persona encuestada en frente del grupo. El encuestado será quien determine la eficacia del cuestionario y si el estudiante logró conocerlo a profundidad, según el reporte. La nota del proyecto dependerá de esta opinión y representa el 50% de la calificación total de la materia»
—Ya me jodí… —susurré.
Mis manos comenzaron a temblar ¡Eso era injusto! Si yo le caía mal a mi compañero, podía mentir al final y decir que no había logrado mi objetivo. Mi promedio se vendría abajo y perdería la beca… ¡Oh Dios! ¡Tendría que dejar la universidad!
—Profesor Reed, tengo una duda. —La voz de un chico me sacó de la novela apocalíptica que ya me estaba haciendo en la cabeza—. ¿Y si la persona no quiere responder?
—La respuesta está en el punto 3.2. —respondió, sin decir nada más.
Mis ojos escanearon la hoja hasta dar con el punto que había mencionado. La pregunta podía ser postergada hasta que el encuestado tuviera la suficiente confianza en nosotros como para revelarnos la respuesta, pero si el tiempo pasaba y seguía sin querer responder, debíamos intuir una justificación por la cual no quería contestar esa pregunta. Esto debía ir en el reporte y el encuestado también nos debía decir si nuestra deducción había sido correcta ¡Oh Dios! Al final, nuestra calificación dependía 100% de un completo desconocido.
—A veces, las preguntas que no son contestadas son las que más información brindan —dijo Clow, sonriendo—. Recuerden que deben comunicar todo esto a su pareja, y aclarar que no está obligado a responder. También debe firmar el contrato que está al final. Eso me lo deben devolver para la próxima clase.
Luego de esa amena introducción, nótese el sarcasmo, Clow nos dio la mañana libre para que pudiéramos buscar a nuestro "compañero ideal".
Salí del salón con el ánimo por el suelo, pero no podía dejar que la nube gris me tragara ¡Mi beca dependía de conseguir un buen compañero!
Mientras caminaba por el campus, observaba a los chicos a mi alrededor, esto iba a ser complicado. Debía elegir a una persona que no fuera un idiota, que no jodiera mi existencia y mucho menos mi calificación.
Un chico pelinegro que estaba revisando algo en su móvil, llamó mi atención. Se veía tranquilo y por su forma de vestir parecía el típico chico bueno. Solté un suspiro, por lo menos debía intentarlo.
—Hola… ¿qué tal? —dije cuando llegué a su lado.
El chico levantó su mirada hacia mí, lucía fastidiado. Tragué en seco… esto no iba a ser complicado, iba a ser una auténtica pesadilla.
—¿Qué quieres?
—Ahm… ¡Mucho gusto! Soy Sakura Kinomoto y estudio psicología. Estoy realizando un proyecto donde debo encuestar a…
—No estoy interesado —me cortó y se fue… ¡Dejándome con la palabra en la boca!
—Pero que idiota… y tan amable que se veía—susurré, mirando cómo se alejaba de mí.
Ese… fue el primero de trece idiotas que me rechazaron sin darme ni siquiera la oportunidad de plantearles el proyecto ¡Esto era colmo! ¡Inaudito!
Apreté mis puños molesta y me decidí por el número catorce. Había escogido puros chicos que se veían tranquilos en apariencia ¡Ahora iría por el típico chico malo! Quizás me sorprendía…
—Hola ¿qué tal? —le saludé animada. El joven bajó su mirada hacia mí, pues era mucho más alto que yo, más no habló—. Quería saber si te interesaba ser parte de un proyecto. Soy estudiante de psicología y…
—No estoy interesado —me interrumpió… y por la mirada fría que me dio, ni me molesté en insistir.
Bueno… allá iba mi número catorce. Estaba por darme la vuelta, completamente derrotada, cuando vi a una de mis compañeras acercarse al mismo sujeto. Era una de las chicas más lindas de mi clase, su nombre era Haruka Mori. Achiqué mis ojos y noté que estaba coqueteando con el tipo. Sacudió un poco su largo cabello castaño y revoloteó sus pestañas. Típico…
No sabía de qué estaban hablando, pero si reconocí la hoja que ella le dio. Peor fue mi sorpresa cuando lo vi guiñarle un ojo a ella y tomó el contrato para firmarlo ¡Había aceptado ser su compañero! ¡¿No y que no estaba interesado?!
—Esto es… esto es… —Solté un grito de frustración y salí del campus dando pasos pesados… ¡Sí! ¡Estaba teniendo un berrinche! ¿Algún problema?
No podía creerlo ¿Acaso por eso me habían rechazado todos? ¿Por no ser una belleza como ella? ¡Pero si lo único que ella tenía eran pechos!
Tropecé con varias personas mientras caminaba por las calles, pero poco me importaba ¡Estaba furiosa! ¡Estúpidos estereotipos!
Cuando entré en el restaurante, busqué con la mirada a mis amigas, divisé a Tomoyo atendiendo una de las mesas. Al verme, me saludó y me hizo señas para que la esperara en la barra.
—Llegaste antes… y por la cara que traes no es algo bueno —dijo cuándo se acercó a mí.
—¡Los hombres son unos idiotas! —mascullé.
—¡Hey! ¡No generalices que mi Takeshi no es malo! —me regañó Chiharu, colocando un plato con deliciosa comida que no dude en atacar.
—Bien… hay excepciones —acepté, masticando. Y lo hice porque de verdad me caía bien el novio de mi amiga.
—¿Qué pasó, cariño? —preguntó Tomoyo, preocupada.
Rabiosa, resoplé y comencé a contarles todo mientras seguía devorando la comida. Me sentía indignada… molesta… ¡Ah! ¿Ya había dicho que odiaba que me menospreciaran?
—Sakura, no vale la pena que te molestes. Sabes que eres preciosa —dijo Tomoyo, palmeando mi espalda con cariño.
—Es cierto. Muchas quisiéramos tener ojos verdes tan llamativos como los tuyos o un cuerpo tan curvilíneo.
Hice una mueca que simulaba una sonrisa. Sabía que estaban tratando de animarme, pero yo tenía en claro que mi cuerpo no era tan escultural como el de Mori y era más bajita que el promedio… hasta tenía unos kilitos de más.
—No se trata de eso, chicas… —Solté un suspiro—. Es solo que… me siento tan indignada ¿Acaso debía revolotear mis pestañas como ella lo hizo? ¿Inclinarme para que notara mis pechos? Agh… ¡Que rabia me da!
Mis amigas rieron y negaron con su cabeza.
—Eso no va contigo ni con nosotras —dijo Chiharu.
—Yo creo que tú eres una chica muy especial, Sakura. Si esos tipos no quisieron ser parte de tu proyecto ¡Pues ellos se lo pierden!
—Ojalá fuera tan sencillo… —Resoplé—. Necesito escoger una persona para la próxima clase que es en dos días y debo entregar este contrato con sus datos y su firma —dije, sacudiendo la hoja delante de ellas—. Estoy muerta…
—¿Y si eliges algún amigo nuestro? —dijo Tomoyo, pero me negué.
—Punto 4.5 "No se permiten conocidos de amigos cercanos al estudiante" —Suspiré—. Debe ser una persona completamente ajena a mi entorno y elegida al azar.
Mis principios no me permitían violar las reglas del proyecto y si por mala suerte Clow lo descubría… obtendría un cero.
No podía arriesgarme, pero tampoco iba a resignarme ¡Ese proyecto valía la mitad de mi calificación! Fruncí mi ceño y apreté mis puños ¡Rendirse era de cobardes! Encontraría a mi chico número quince y sería el definitivo. No le daría la oportunidad de negarse.
—¡El próximo hombre que entre por esa puerta y tenga entre veinte y treinta años, será mi pareja! —declaré y me giré hacia la entrada.
Vi de reojo como mis amigas se miraban inseguras, pero no me importó. Clavé mis ojos en la entrada y esperé a mi chico número quince.
Pasaron treinta minutos y en ese tiempo entraron dos adolescentes, tres mujeres, una señora mayor y una embarazada… ningún hombre ¡¿Acaso el cielo estaba en mi contra?!
Bufé, indignada. Definitivamente, no era mi día. Cuando estaba por rendirme, la campanita de la puerta volvió a sonar. Mis ojos volvieron a la entrada y me encontré con la figura de un hombre joven. No me detuve a detallarlo, solo me levanté y comencé a caminar hacia la mesa donde se había sentado.
—Sakura, espera… No creo que sea buena idea… —me atajó Tomoyo.
—No estoy en mi horario de trabajo, puedo ir y hablar con él.
—Pero es que él… no es muy fácil de llevar… —susurró Chiharu.
—¡Pues no me importa! ¡Estoy decidida!
Me solté de la mano de mi amiga y caminé con decisión hasta la mesa. No podía ver el rostro del hombre porque estaba oculto detrás del menú, pero tampoco importaba. Me senté de golpe frente a él y entonces dejé ir mis palabras llenas de frustración.
—Escúchame bien, porque voy a decirlo una sola vez —siseé—. Serás mi pareja para mi proyecto de psicología. Firmaras este contrato y me darás tus datos. No aceptó un no como respuesta porque ya estoy cansada de que me rechacen ¿Entendido?
—Si eres así de agresiva al hablar, es normal que te rechacen —dijo con una voz grave que me erizó los vellos de la nuca.
Sacudí mi cabeza y continué.
—Pues fui bastante amable, pero al parecer no tengo los suficientes pechos para parecerle interesante a los catorce idiotas anteriores.
Bajó el menú con lentitud, su ceño fruncido y furioso se suavizó apenas su mirada conectó con la mía. Era un hombre atractivo, no podía negarlo, pero lo más llamativo de su rostro eran esos pozos profundos color ámbar que me estudiaban con curiosidad. Magnéticos, atrapantes, completamente seductores. ¡Oh Dios! Tuve que morder mi labio inferior para no soltar un suspiro.
Poco a poco, una sonrisa lobuna se fue dibujando en sus labios, mi corazón se saltó un par de latidos y mis mejillas ardieron de inmediato ¡Que intensa!
—Te deseo buena suerte al convertirme en tu quince definitivo, gatita —me guiñó un ojo, tomó el contrato y salió del restaurante.
Parpadeé confundida y solo pude ver como su espalda desaparecía por la puerta ¿Eso había sido un sí o un no?
¡Bien! Habrán notado que el título de la historia cambio a 21 preguntas. Sé que les prometí que serían las 30, pero debido a que no sabía que los resultados del concurso saldrían tan pronto (los esperaba para julio) me dediqué a escribir un nuevo fic para poder entretenerlas mientras, pero ¡Oh! ¡Sorpresa! Los resultados me agarraron fuera de base xD No creo que tener tiempo para escribir los capis que faltaban, pero el cierre que le di a la historia me gustó mucho y creo que también será de su agrado ;)
También debo decir que la edición de EPDLM me tiene absorta y a eso le sumo mi tesis xD Así que… bastante ocupadita haha Iré subiendo los capis a medida que vaya cambiando los nombres de la versión que envié al concurso. Hay varios cambios, las que casi se memorizan la historia podrán notarlo haha Tomé en cuenta muchos de sus comentarios y notaran las variaciones :) Les dije que gracias a ustedes es que mejoro mi forma de escribir.
No les dejo frecuencia de publicación porque como dije, irán saliendo a medida que vaya cambiando los nombres, pero espero poder subirla por lo menos cada dos días.
Si mal no recuerdo, quedamos en la compra del pasaje… así que a partir de allí espero leer sus lindas opiniones :D y como siempre les digo, las leo todas y las tomo en cuenta ;)
Un besote y de verdad ¡Gracias por la paciencia! Son maravillosos ¡Oh! Pregunta capciosa… ¿Quién se anima a una portada para Wattpad? Lo dejo al aire ;D
Un besote y recuerden que he cambiado mi seudónimo a CherryLeeUp :D cuando lean mi nuevo fic, que espero poder subir después de finalizar este, entenderán al cambio XD Ya dejé una pequeña muestra de este en mi página de Facebook, si aún no me han visitado por allí ¡Los espero! :D Allí suelo colocar avances, imágenes que tienen que ver con las historias y más ;)
Sin más que decir, me despido chicos y de verdad gracias por esperar.
Borraré la nota del inicio al finalizar la historia porque no podrán usar los links que les llegan a sus correos ;)