"¿Has hecho esto muchas veces?", consiguió vocalizar el chico, sosteniendo una gomilla entre sus dientes mientras recogía su melena en una pequeña cola. Annie ni siquiera lo miró, tomando su tiempo en responder. "¿Hablar con la boca llena?", se burló, a la vez que Armin terminó su compleja maniobra. Pareció sorprendido y algo decepcionado con aquel comentario. Se sorbió la nariz. "Ah, perdona. No, digo el bailar en pareja…", se excusó con voz nasal debido al terrible catarro. El murmullo de los bailarines aporreaban las sienes de la chica. Annie simplemente ladeó la cabeza, para después encogerse de hombros. Puede que al fin y al cabo, abandonar la danza no fuese tan mala idea. Quiso hacer como si su compañero no estaba a su lado. A Armin parecía no importarle, retrocedió a una de las barras y estiró los isquiotibiales con un grand-jeté.
Estaban practicando una variación de Giselle, en la cual Albrecht entra en escena realizando un gran número de petit-battements. Annie miró de reojo a su enferma pareja. "Ya le gustaría," dijo en voz medio audible. Tras la cansada repetición de esos pasos, Albrecht retrocedía en el escenario para llevar a Giselle "flotando" a través de la escena. Para Annie, era una preciosa variación, pero no pudo encontrarse en peor situación. ¿Cómo podía estar ese chico enclenque a la altura para luego alzarla por los aires? Confió en el criterio de Petra, y rezó para que no solo la hubiesen emparejado con él porque no había otra opción.
Una, dos y tres parejas realizaron el conjunto de pasos al son de la alegre música. La cuarta, formada por un chico alto y algo tedioso a la vista y una chica con rasgos orientales, parecían tener ciertas diferencias entre ellos, provocando fallos importantes y una gran descoordinación.
"¡Me has pisado con toda la fuerza!", aulló el chico, mientras apuntaba a su dolorido pie con sus manos. "¿Sabes lo que duele que te pisen con una punta?", gritó desesperado. La chica la respondió también enervada, criticando su forma de coordinarse y de no poder seguir su ritmo. Petra tuvo que intervenir antes que alguien acabase con una punta en la cabeza.
"¡Ya está bien, Mikasa, Jean! Es culpa de ambos, tendríais que haberos visto," bufó exasperada la profesora. Su mirada se dirigió hacia el lugar de Annie. "¡Armin, déjate de tonterías y acompaña a Mikasa!" El chico volvió en sí al oír su nombre y acudió inmediatamente al centro del estudio. Annie estaba deseosa de verle en acción. Esperaba que le hubiese llamado a él para humillarlo de cierta forma, por no estar atendiendo. La rubia se cruzó de brazos y se acercó a la escena, expectante.
La chica asiática volvió refunfuñando a la esquina desde donde debía hacer su aparición, mientras que Armin se quedaba en el centro, frente al espejo. Se crujió los hombros, mientras Petra contaba antes de poner de nuevo la pieza musical.
Los petit-battements del rubio eran tan limpios como rápidos, además de alcanzar una buena altura en cada uno de ellos. Su pelo se movía alocadamente de un lado a otro con cada salto, a lo cual parecía estar acostumbrado. Annie no notó que se le abrió la boca al observarle bailar. Armin acudió a la esquina de Mikasa y la sostuvo con gracia por la cintura, mientras le permitía dar pequeños saltos a la chica. Parecía tan natural, como si hubiese nacido para aquello. ¿Cómo podía una persona con una estructura tan frágil saltar así y cargar con otra persona casi sin esfuerzo?
Armin descendió a su pareja y esta realizó su último paso. Todos aplaudieron, hasta Mikasa se veía contenta. Annie resopló. "Seguro que se está muriendo por dentro," pensó. Como si adivina fuese, Armin fue escopetado hacia el vestuario. "¡Un momento, un momento!" anunció con prisa, mientras derrapaba en el pasillo. Su voz sonó ahogada y nasal. Todos se encogieron de hombro, mientras se escuchaba a alguien desatorando su nariz.
"Si no le conociese, pensaría que es tonto de remate," añadió orgulloso la anterior pareja de Mikasa, con los brazos en jarras. Annie quiso bailar con él, en contraposición de su opinión de hacía cinco escasos minutos.
El par de rubios se reunieron de nuevo, en silencio. Petra se dirigió a ellos, "Annie, ¿has bailado alguna vez el grand pas de deux de Giselle?". Annie se mostró dubitativa. "He bailado Giselle, pero solo como una wili, nunca como principal," aunque ella se sabía perfectamente el papel de Giselle. "Podría hacerlo," finalizó con cierta ilusión en la mirada. Armin la observó con curiosidad. Quería quitarse su mirada de encima.
Annie se volvió a atar los lazos de sus puntas, sintiendo la presión alrededor de sus tobillos, mientras era observada por el resto de alumnos. Una vez lista, se preparó para comenzar la variación.
Este acto comenzaba con Albrecht en el fondo del escenario, observando a Giselle bailar con movimientos lentos y elegantes, para luego unirse a ella y guiarla a través de una danza llena de tristeza y desamor. "Qué apropiado," pensó Annie.
La música comenzó a retumbar por la sala, mientras Annie repasaba la coreografía. Memorizaba los pasos que seguían a continuación, mientras realizaba lentos y arduos developpés y atittudes. "¡Annie, expresión, expresión, Giselle está muy triste porque no puede estar con Albrecht!" ordenó Petra, a la vez que daba palmas para apremiarla. Annie retorció la boca. No solo tenía que realizar a la perfección el adagio, sino que tenía que poner expresión de dolor, y no por el esfuerzo exactamente.
Una vez terminada su parte, Armin entró en escena, sujetándola por la cintura y guiándola a través de la escena. Armin parecía acomodarse muy bien al ritmo de cada una de sus compañeras. Se apartaba en el momento justo e indicado para permitir que su compañera extienda sus extremidades, para que no hubiesen problemas y moratones más tarde. Annie giró sobre su punta para encontrar sus ojos con los del chico, mientras realizaba un alogé. En ese justo momento, el rubio hizo una mueca estraña, como si estuviese asqueado. Annie levantó una ceja, y antes de proceder a la próxima vuelta, Armin estornudó en su cara. Teniendo las manos ocupadas en sujetar a la chica, no pudo evitar el estropicio. Annie bajó de las puntas a punto de tropezarse y se apartó bruscamente de él, mientras el rubio la observaba con temor.
"¡¿Pero qué coño te pasa?! ¿No sabes avisar?" chilló Annie mientras limpiaba su rostro con el revés de su blanca mano. Armin no sabía cómo actuar, intento vocalizar una sincera disculpa, pero nada salió por su boca. Extendió sus brazos hacia ella, como intentando calmarla con el gesto, pero sin sonido que saliese de su garganta no podía hacer mucho.
Annie salió con fuertes pasos encima del parqué, con fuertes sonidos sordos debido a sus zapatillas de punta. Armin siguió a la chica del pelo platino hasta el vestuario, dejando atrás los murmullos y pequeñas risas del el aula principal. Dobló la esquina, casi a punto de resbalarse, sujetándose al marco de la puerta para evitarlo.
"Annie, lo siento mucho, de verdad, no quis-," se disculpó el rubio entre picores de nariz. "Déjame en paz imbécil, no tengo que aguantar tu mierda de catarro," anunció fríamente Annie. No quería mirar más a la cara a ese enclenque asqueroso.