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Ranma 1/2 y sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.

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Hijos del Jade

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Cap. 1

—Preludio—

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Cobijándose en las sombras de la noche cerrada, las dos figuras corrieron agazapadas saliendo furtivamente de los límites del bosque. La luna nueva les daba un amparo extra, ni siquiera la luz de las estrellas distantes caía sobre ellos. Sin embargo, no necesitaban de luz alguna para guiarse, sabían de memoria el camino, cada árbol, piedra y sendero abierto en medio del último resquicio del sotobosque; así como cada recoveco de las callejuelas en la aldea.

Las siluetas, una alta y fornida, claramente acusaba el cuerpo de un hombre joven y, la otra una chica de largo pelo. Uno detrás del otro se movían como si estuvieran interpretando una coreografía, perfectamente sincronizados. La mujer llevaba la delantera y, aunque su postura delataba una extrema tensión, ambos corrían incansables sorteando cada obstáculo con elegancia y rapidez.

En medio de la aldea, abruptamente, se alzaba la sombra de una pagoda espigada. Si al amparo de la noche, la sombra parecía ajena al resto de la arquitectura de la aldea, en el día sobresalía casi monstruosa. Hacía allí se dirigían. En cierto momento, ambos se emparejaron, hombro con hombro y sin mediar palabra dieron un gran salto, inverosímil para una persona normal, claramente ellos poseían capacidades sobrehumanas.

Ambas figuras cayeron grácilmente sobre los tejos del primer piso de la pagoda sin apenas un solo ruido. Nuevamente, sin que entre ellos se diera un intercambio verbal, volvieron a saltar al mismo tiempo hacia el segundo nivel. La pagoda tenía diez pisos, los cuales ambos fueron saltando uno tras otro, apenas los pies pisaban las tejas, las piernas ya se estaban impulsando para ir hacia arriba una vez más.

Las piernas de ambos comenzaron a fallarles al llegar al octavo piso. Uno de ellos resbaló al ceder al tremor de los muslos fatigados; el otro, presto y atento, alargó la mano y lo tomó del antebrazo impidiendo que cayera irremediablemente al vacío. Siempre silenciosos sólo un par de gruñidos guturales escaparon de la garganta ante aquel esfuerzo.

Sin embargo, como es bien sabido, las pequeñas circunstancias, aquellas que, a veces, pasan de largo en nuestra conciencia y percepción, son los que cambian, de una u otra manera, el camino que tomamos. Puede ser el agua que se regó en la cocina y que antes de salir de casa te detuviste a limpiar, aquella pequeña circunstancia te hizo perder el transporte público que esperabas tomar, en el cual iba alguien que cambiaría tu vida para siempre pero nunca pudiste conocer. Ésas pequeñas particularidades cambian el rumbo de nuestra vida constantemente. Para ellos fue una simple teja. Si aquella teja, que se encontraba suelta, no hubiera caído, ellos hubieran logrado su propósito; rescatar a la persona que se encontraba en el último piso de la pagoda.

Si la teja no hubiera caído, los tres habrían escapado y cansados se hubieran refugiado en las montañas y desde ahí su vida se limitaría en huir de un lugar para otro, huir de sus enemigos demasiado poderosos para poder hacerles frente sólo ellos tres; impedidos a cruzar la frontera para poder buscar ayuda. Ayuda que sabían podían obtener sin dudar de grandes amigos de otro país. Sin embargo, la teja sí cayó, provocando la avalancha de acontecimientos, buenos y malos que se sucederán en esta historia. Todo depende de las pequeñas particularidades. Pero confiemos, los dioses están observando, pues para ellos mucho está en juego y están pendientes de cada movimiento y, aunque no son tan poderosos como antaño, cuando naciones enteras creían en ellos, pueden contribuir con pequeñas circunstancias para el buen desenlace de nuestra historia. Nuwa mediante.

Y así fue como la teja suelta resbaló en medio de la solitud de la noche, al caer, resonó como la bala disparada por un cañón que da inicio a una batalla. En cierto sentido así fue. Tras la caída de la teja un suave viento comenzó a soplar. Al principio fue imperceptible, sólo era una simple brisa pero, poco a poco, el viento comenzó a tomar fuerza. La chica sintió aquella leve brisa sobre la piel mas sensible de sus mejillas y supo que todo estaba perdido.

Con urgencia, subieron los dos pisos que faltaban y, de inmediato, comenzaron a lanzar fuertes golpes a la pulida y gruesa madera con la que estaba construida la pagoda. Pedazos de material comenzaron a saltar haciendo ruido. Sabían que la sutileza ya no tenía cabida en la misión, así que dejaron de lado todo cuidado. Poco a poco comenzaron a hacer un boquete en la dura pared. En ese momento, el viento arreció, tomando la fuerza de un viento ciclónico y después una calma absoluta mientras todo a su alrededor parecía caer como si fuera el fin del mundo: habían entrado en el ojo de la tormenta. Sobre el estruendo del aire oyeron un golpe en los tejos tras de ellos, voltearon y observaron la figura oscura recortada sobre la profundidad de la noche. Un escalofrió en la columna vertebral les dio la certeza: era a quien esperaban. La recién llegada sonrió mostrando todos los dientes.

— ¡Yo la detendré! — gritó el hombre por encima del viento.

— ¡No! ¡Es mi deber acabar con ella!— Su voz juvenil se

— ¡Tú continua! — dijo él, saliendo en franco ataque sin darle tiempo de replicar. Él sabía que era prescindible, ella no; y lo que era más importante: el momento de su revancha no había llegado aún.

La recién llegada hizo un gesto de placer al verlo aproximarse, si lo tomaba a él sería un paso más para dejarla a ella sola. La otra chica lo sabía, sabía el significado de aquella sonrisa cruel, aun así, no podía hacer nada. Esperaba que él pudiera hacerle frente el tiempo suficiente para poder completar el rescate. Con renovadas fuerzas, siguió destruyendo la gruesa pared hasta que su puño traspasó de lado a lado.

— ¡Abuela! —gritó la chica con desesperación, permitiéndose sentir, por primera vez en mucho tiempo, un poco de optimismo; probablemente las cosas saldrían bien; continuó destruyendo la madera, pulverizándola bajo sus puños ansiosos hasta lograr un espacio lo suficientemente grande para que pudiera pasar. Detrás de ella escuchó gruñidos y quejidos de dolor, pero se obligó a no voltear, era imperante salvar a la anciana. Sin ella todo estaría perdido.

— ¡Abuela! ¡¿dónde estás?! —gritó la chica, parpadeando furiosamente para obligar a sus ojos a vislumbrar cualquier movimiento en la oscuridad.

Un suave suspiro de cansancio emergió de una de las esquinas.

—No debiste venir, te dije que no lo hicieras —escuchó la débil voz de la anciana.

La chica sintió un ramalazo de dolor al oír la voz de la anciana mujer, laxa y ronca sin su característica fuerza y vitalidad. La chica se acercó hacia la esquina de donde salía la voz.

—Tenemos que salir, no tenemos tiempo —dijo ella ignorando su débil regaño, tomó el pequeño cuerpo de la anciana entre sus brazos. Necesitaban huir rápidamente de ese lugar.

—Mi bastón —dijo ella con un tono de desesperación en la voz, la joven mujer estuvo a punto de ignorarla, pero lo vio aventado de cualquier manera en el suelo. Estaba camino a la salida, así que se dirigió hacia él y se agachó a recogerlo, entonces se dio cuenta de que estaba partido a la mitad; la chica abrió los ojos y después apretó los dientes con furia. Su abuela y ella habían sido humilladas, despojadas, incluso se habían atrevido a dejar a la anciana en ese lugar como castigo, pero aquel simple acto, aquella muestra de desprecio hacia la figura de su abuela, que al final era una anciana y dependía de aquel objeto para moverse, fue demasiado para ella. Los acontecimientos habían doblegado su espíritu guerrero, ella lo único que quería segundos antes era huir. Huir, olvidarse de todo y nunca más volver, pero por absurdo que fuera la más simples de las acciones, romper el bastón de su abuela, se había convertido en el oprobio más imperdonable, en la fuerza que necesitaba para seguir.

—Te prometo que los haré pagar, abuela, los haré pagar. Lamentarán haberte tratado así.

— ¡No! ¡No es el momento! —la anciana tomó con inusitada fuerza el rostro de la jovencita que se mantenía observando el bastón.

— ¿Abuela? —dijo ella al sentir las suaves manos de su abuela sosteniendo con aquella tremenda fuerza su rostro.

—Prométeme que escaparás.

— ¡No! ¡He de terminar esto, aquí y ahora! —dijo ella —¡No huiré más!

La anciana sonrió y su rostro se transformó, ya no mostraba más aquel gesto de dolor, ni la convalecencia del aprisionamiento. Su semblante se mostró grave, orgulloso. Majestuoso.

—Eres una digna heredera, no pude haber hecho una mejor elección, pero necesito que entiendas esto, la sangre que corre por tus venas te da el derecho de gobernar. ¡No permitas que nadie más pisotee nuestro honor! —dijo la anciana bajando de los brazos de su nieta —Considera esto como el último de mis regalos hacia ti —tomó de nuevo entre sus manos, esta vez con dulzura, el rostro de su nieta que seguía arrodillada y pegó su frente a la de ella.

La joven sintió los delgados dedos de la anciana en su pecho y la otra mano se abrió paso entre su largo pelo y con un solo movimiento, suave y ligero, aprisionó un punto en su nuca. Comenzó a sentir un suave calor que parecía salir de la mano de abuela y se diseminó por el resto de su cuerpo, con un reflejo de temor apretó entre sus manos las dos mitades del bastón y abrió la boca pero ningún sonido salió de ella, un rictus indoloro se apoderó de su cuerpo y todo comenzó a verlo y escucharlo como si estuviera bajo el agua, como si una gruesa pátina hubiera caído entre ella y el resto del mundo.

El sucio y pesado cabello de la anciana comenzó a moverse, la chica de inmediato sintió el aura de combate de su abuela, tan potente y tan letal como cuando pudo observarla en otros tiempos más felices y despreocupados. Un resplandor frío, pero brillante como el mismo Sol comenzó a iluminar la instancia, pero ella no podía despegar los ojos de la anciana, su figura estaba siendo ahora tragada por aquella brillante luz, pues era la anciana la que la despedía. Después se dio cuenta de que la luz iba traspasándose en ella, su cuerpo pronto fue una antorcha, pura luz.

Entonces, escuchó un rugido, un grito de pura furia y todo pareció volar a su alrededor. De un momento a otro se encontraron debajo del firmamento. Aquel último piso de la pagoda había desaparecido por completo, totalmente destruido. La gente comenzó a salir de sus casas y todos observaron hacia arriba al escuchar el estruendo.

La joven observó con ojos muy abiertos todo sin poder mover todavía un músculo.

El hombre que había venido con ella se incorporaba con dificultad a unos cuantos pasos, estaba sangrando profusamente de una herida en la sien, su ropa blanca estaba manchada. Sabía que había corrido con muchísima suerte, pues a su oponente le gustaba jugar con sus presas antes de matarlos, y eso era lo que había estado haciendo con él, si no hubiera ocurrido aquella explosión estaba seguro que en estos momentos no seguiría con vida; se llevó una mano en la cabeza y abrió lentamente los ojos con sorpresa al percatarse de lo que sucedía, él comenzó a buscar con la mirada con urgencia hasta que encontró a su compañera. Un suspiro de alivio salió de entre sus labios, comenzó a caminar hacia ella, pero un grito lo detuvo a medio camino, volteó hacia donde estaba la persona con la que había estado peleando a muerte. El sentimiento de alivio duró poco al percatarse de la furia con la que se estremecía aquel cuerpo. Ráfagas de aire comenzaron a rodear la negra figura, y poco a poco comenzaron a tomar fuerza. Supo que no vivirían de esa noche.

— ¡Anciana estúpida! — la escuchó gritar con furia y regresó la mirada hacia donde estaba la chica y con sorpresa se dio cuenta de que la anciana estaba enfrente de su compañera. Frunció el ceño, pues era imposible que no se hubiera dado cuenta de la presencia de esa anciana mujer, su fuerza y magnetismo siempre la hacían sobresalir en donde quera que fuera o estuviere y, sin embargo, la veía insignificante, macilenta y gris, como si toda su fuerza vital la hubiera abandonado. De pronto una idea lo asaltó. Volvió a observar el rostro de su compañera y comprendió todo. Su corazón comenzó a latir como loco.

Obedeciendo a un impulso, sus piernas comenzaron a correr directamente hacia ellas y las rodeó con sus brazos para moverlas, fue una suerte, pues el ataque que lanzó su agresora impactó de lleno y con terrible fuerza en el lugar en donde segundos antes habían estado abuela y nieta.

Abajo de la torre se amotinaba la gente, un griterío interrumpía el silencio de la noche y todos señalaban hacia arriba.

El joven soltó con cuidado a la anciana, que encorvada, permaneció un poco inestable en su lugar. La chica no quitaba ojo de la espalda de la anciana, se le antojó pequeña y frágil, adjetivos que nunca en su vida había relacionado con su abuela, observó cómo su largo pelo blanco ondeaba con sutileza y quiso tomarlo entre sus manos, pero su cuerpo seguía sin responder. Era algo desesperante pues sentía que podía mover montañas y brincar mares de un solo salto, su cuerpo bullía de energía y calor, pero era como si ella se hubiera convertido en una figura de barro que contuviera fuego por dentro, aprisionándolo; aún y con todas esas sensaciones era capaz de sentir los fuertes brazos de su compañero rodeándola y quiso gritarle que la soltara, pero simplemente no pudo pronunciar palabra. Al observar como él dejaba a la anciana en el suelo irregular trató aún más fuerte de rebelarse contra la tiesura en sus músculos, ¿porque la soltaba? Debía de tomarla en brazos y seguir con el plan. ¡Tenían que escapar y refugiarse en las montañas!

De pronto, todo a su alrededor pareció colapsar, su mundo se giró y se volcó de adentro hacia afuera y se convirtió en algo totalmente nuevo. Un suave estertor escapó de su garganta lo que sirvió para atraer la atención de su abuela y el chico hacia ella. Su mundo giraba a una velocidad vertiginosa, todo parecía ir rápido pero también lento. Y supo antes de que su abuela hablara lo que iba a pasar. Un sentimiento de impotencia furia y dolor subió por su garganta y se intentó rebelar contra la fuerza que la mantenía inmóvil. Logró mover los dedos de la mano y su abuela la observó con una sonrisa orgullosa.

—No esperaba menos de ti —le dijo acariciando su mejilla izquierda con especial atención — pero todavía no es tu tiempo.

La anciana miró entonces al chico y este le devolvió una mirada llena de confusión.

—Usted…

La anciana negó con la cabeza.

—No podía ser de otra forma. Llévatela, atraviesen la frontera y búsquenlo.

El chico frunció el ceño y gruñó.

— ¡De ninguna manera! ¡Esto lo resolveremos nosotros!

La anciana siguió moviendo negativamente.

—Sabes bien que eso no es posible. ¡Búsquenlo!

— ¡Anciana! —gritó entonces la figura rodeada por el viento —¡Esto lo pagaras, sabes bien que ella no puede ganarme! ¡No es rival!

Entonces todo pasó muy rápido; el enemigo atacó de nuevo con su viento y la anciana alzó la mano hacia su nieta y el hombre. Él solo atinó a rodear con fuerza el menudo cuerpo de la chica antes de que una fortísima ráfaga de energía creada por la anciana los mandara volando.

La joven gritaba por dentro, desgarrándose desesperada y maldecía a todos los dioses. Sus párpados se cerraron durante unos segundo, al volverlos a abrir, los ojos se le llenaron de lágrimas; sabía que era la última vez que vería a su abuela.

Observó cómo, poco a poco, la figura de la anciana, desparecía conforme ellos eran llevados lejos de la aldea a una increíble velocidad por aquella energía.

— ¡Cuida a Shampoo, Mousee!

Fue lo último que dijo Cologne antes de ser devorada por el viento de su enemiga.

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Tzu su ku…

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¡Hola!

Aquí vengo de nuevo con un nuevo fic largo.

Como ya se han dado cuenta es mi visión de la continuación del manga, los personajes ya son adultos así que habrán madurado. Algunos conservaran algo de sus personalidades pero otros mostrarán grandes cambios.

Espero que me acompañen en esta nueva aventura, que estará ubicado en el universo de Ranma, fantástico y épico, con dioses y monstruos pero cargado de emociones, el romance (Ranma y Akane) será nuestro eje central pero también habrá tristeza y melancolía con un toque del realismo que nos acompaña en nuestro día a día.

No puedo agradecer lo suficiente a AnneMary8, mi Beta Reader, que me ayuda a poner cada coma y frase en su lugar. No sé como podía escribir sin ella antes. Y tambien, desde ya agradezco a aquellos que lo lean y los reviews que me dejen. Espero que este fic sea de su total agrado.

Si gustan seguirme en instagram me encuentran como aideeeortega. Hago dibujitos, subo fotos de mis gatos y así.

¡Excelente inicio de Año!