La venganza contra Athena

La vida apestaba para Seiya luego de que la paz llegara al Santuario después de que las guerras santas terminaran con un tratado de no agresión entre los dioses del Olimpo. Lo mejor fue que los santos dorados caídos revivieron junto a todo los caídos a lo largo de las batallas de la guerra civil que Saga había provocado.

Le alegraba demasiado al Pegaso de que sus amigos fallecidos volvieran pero ahora que ya estaba completo el personal del Santuario se vio obligado por la misma Saori a cumplir exclusivamente con sus funciones como santo de bronce.

Antes de que los santos dorados resucitaran, los 5 santos legendarios prácticamente hacían todas sus funciones y a Seiya le gustaba porque así estaba más tiempo cerca de Saori. Pero ahora no lo necesitaba y era casi imposible tener un tiempo a solas con ella, además de que parecía que ya su tiempo de utilidad ya había terminado.

Flashback

Se veía a Saori caminar por el Santuario acompañado de Shion quienes iban a Star Hill y el santo de Pegaso la miró a lo lejos.

-Buenos días Saori-saludó Seiya animado.

-Niño, más respeto para la señorita Athena-regañó Shion serio.

-Hola Seiya, que gusto verte-saludó la diosa ignorando a su Patriarca.

-¿A dónde vas?-preguntó el castaño.

-A Star Hill, debo leer las estrellas-explicó la pelilila.

-¿Puedo ir?-.

-No, Star Hill está prohibido para todos los santos sin excepción-negó Shion rotundamente.

-Pero… -intentaba que Saori lo hiciera cambiar de opinión.

-Lo siento, no puedes ir esta vez. Lo lamento-le dijo con pena la chica.

Flashback fin

Seiya recordaba cada cosa que antes hacía con su diosa y a veces desearía que todo fuera como antes y se había resignado a que solo sería su santo de baja categoría pero no era suficiente para él.

Mientras tanto, había alguien contemplando en el Olimpo este problema y era alguien que no se habían involucrado con alguno de los conflictos de Athena. Se trataba de Hestia, la diosa del hogar y la castidad, quien sin mucho que hacer en su vida pacífica además de solucionar las travesuras de Dionisio se dedicaba a contemplar que hacía la diosa Athena en el mundo humano.

Era entretenido ver los conflictos contra sus parientes olímpicos y sus ejércitos pero últimamente había algo que llamaba su atención. Era el llamado asesino de dioses que Hades temía y respondía en vida como Seiya de Pegaso. En su vida inmortal jamás había visto tal devoción de un hombre a una mujer y literalmente este arriesgaba todo el tiempo su pellejo hacia ella por amor. Aunque su constelación era un caballo alado, la poca inteligencia del muchacho lo hacía más burro y a ella le gustaban los asnos.

Pero lo que más le llamaba la atención era como reaccionaba Athena a ese simple mortal con sólo su presencia. Normalmente ella siempre parecía hacer sentir su autoridad como la diosa de la guerra que era pero frente al santo cambiaba por completo, a pesar de que esta era conocida como una de las 3 diosas vírgenes del Olimpo.

-No puedo creerlo, Athena está enamorada del asesino de dioses. Esto es muy interesante, le haré una visita a mi sobrina después de mucho tiempo-dijo para sí misma la diosa.

Tiempo después, se veía a Seiya entrenando un poco para no perder forma y se decidía a aprender la técnica de Aioros que este le había enseñado. Pero sintió una presencia abrumadora en el lugar, un cosmos gigantesco que sólo un dios podría poseer, por lo que cuidadosamente se puso en guardia y notó a una mujer con ropas griegas blancas salir del sitio. Era una mujer de cabello púrpura y ojos azules un poco similares a los de Hades pero con una calma que le recordaba a Saori.

-Parece que no aterricé en el Santuario, tengo miles de años que no viajo a la Tierra-se rascó la cabeza la diosa algo avergonzada.

-¿Quién eres tú?-.

Normalmente Hestia se molestaría con esa insolencia de un mortal a ella para tutearla pero lo dejó pasar porque ya había notado que la educación no era parte de la descripción del santo preferido de Athena.

-Disculpe santo de Athena. Necesito ver a mi sobrina y no sé muy bien donde está el Santuario. ¿Puede guiarme por favor?-le pidió el joven.

-Oh seguro, señorita-asintió amablemente el castaño al no sentir maldad de ella.

Seiya podría ser muy poco inteligente pero sabía reconocer un cosmos divino y este era el más similar al de Athena en términos de pureza, por lo que no debía ser algún peligro para los humanos.

-¿Cómo se llama?-empezó la conversación el chico.

-Soy Hestia, la diosa del hogar y la castidad-se presentó la mujer.

-Seiya de Pegaso. A Saori, digo Athena le alegrará verla, ¿qué es de ella?-preguntó inocentemente el joven.

-¿En serio? ¿Eres un guerrero de Athena y no te sabes los lazos familiares de tu diosa?-le dijo con sorpresa la mujer.

-Lo siento, es que no fui educado muy bien que digamos-se rascó la cabeza el chico avergonzado.

-Bien, soy su tía. Soy la mayor de los dioses olímpicos en edad-le comentó la chica.

-Oh, que bien. Espero que le agraden los demás, el Santuario es un lugar muy agradable-.

La diosa no hablaba mucho ya que era poco conversadora y en vez de eso era mejor oyente, cosa buena ya que Seiya no tenía fin en cuanto iniciaba una charla. Era curioso que el Pegaso siempre se refería a Athena con su nombre de humana y eso significaba que este no la veía como su diosa sino como la mujer que protegía.

Media hora después…

-¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?!-exclamó Saori en shock.

Ante sus ojos se hallaba su tía Hestia la cual no veía en miles de años y estaba acompañada de Seiya quien la guió al Santuario. Los demás santos dorados estaban petrificados de que una diosa estuviera en el lugar además de Athena.

-Lamento mi visita inesperada, pequeña Athena. Lo que pasa es que Seiya me guió al lugar porque no conozco bien el camino al Santuario-explicó amablemente la otra deidad.

En los instintos femeninos de Saori se activó una alarma que toda mujer poseía y es que no pasó desapercibido que su tía nombró al Pegaso por su nombre y no su título.

-¿A que debo su visita tía Hestia?-preguntó con cautela la pelilila.

-Vine a hacer negocios contigo. Me enteré del pacto de no agresión y como la diosa del hogar debo supervisar el lugar donde viven los santos, espectros, marinos y ángeles. Me quedaré unos días para que evalúe sus aposentos-declaró la diosa.

-Está bien, se quedará el santo de Virgo con usted para que la cuide en su estancia-le indicó Shion aludiendo que se sentiría cómoda con el humano más cercano a un dios.

-No lo quiero. Se ve a leguas que es Aburrido-remarcó la deidad haciendo enojar al rubio y todos se partieron de la risa.

-Al fin alguien le dice sus verdades a Shaka-se burló Máscara de Muerte.

-Mi única petición es que Seiya de Pegaso sea mi guardián temporal. El asesino de dioses es perfecto para hacer mi estancia muy agradable-abrazó la mujer al santo maternalmente frente a Saori.

En ese momento, los santos sintieron un terrible instinto asesino y tenían miedo de que Hades o Thanatos estuvieran cerca.

-¿De dónde viene esa terrible sensación de matar?-se preguntó Dohko preparándose para pelear.

Shion y Mu señalaron con el dedo que provenía de la diosa Athena que estaba muy furiosa al ver demasiado cerca a su tía de Seiya y sus celos eran muy obvios.

-¿Por qué Seiya de todos mis hombres?-preguntó la pelilila ocultando patéticamente su molestia.

-Me agrada el muchacho, además es agradable ser uno misma con alguien que no se deje llevar por títulos o status divino-mencionó Hestia ignorando olímpicamente los celos de su sobrina.

La diosa se llevó de la mano al santo de Pegaso a sus aposentos y se escuchó un crujido muy sonoro en el lugar.

-¿Eso es un aspirante a santo rompiéndose un hueso?-se preguntó Aldebarán.

Ikki que estaba en el lugar notó que no eso sino que era el corazón de Saori quien lucía sumamente deprimida y una nubecita con rayos en su cabeza le llovía acompañando su depresión.

-La traición, la decepción mis santos-murmuraba la diosa yéndose con llanto anime del sitio.

-Pobre Saori-dijo con lástima Shun.

Más tarde, Ikki, Shun, Shiryu y Hyoga se reunieron para discutir la situación entre Saori y Seiya con respecto a Hestia.

-¿Alguien tiene idea de que pretende Hestia con Seiya?-preguntó el dragón a sus amigos.

-No se me ocurre nada, quizás le simpatizó-comentó Shun acertadamente.

-Lo que si fue gracioso fue ver a Saori deprimida a ese nivel, la cara que puso al ver a Seiya con otra diosa no tiene precio-mencionó Ikki burlón.

-Tenemos que hacer algo, si Saori continúa deprimida y una guerra santa se aproxima dudo que tenga deseos de combatir-dijo Hyoga serio.

Fantasía de los caballeros de bronce

Se veía a Shion tocando al cuarto de Athena en su habitación desesperado y está no abría su puerta muy testaduramente.

-¡ATHENA, AYÚDENOS! ¡HADES QUIERE VOLVER A INVADIR EL SANTUARIO!-llamaba Shion a su diosa.

-¡DEJAME SOLA!-gritó Saori del otro lado.

-¡PERO EL SANTUARIO ESTÁ SIENDO DESTRUIDO!-.

-¡CÁLLATE, FUE TU CULPA QUE SEIYA SE HAYA IDO CON HESTIA!-le echo en cara la mujer y no salió del lugar.

Fin de la fantasía

-¡AY QUE HACER ALGO!-exclamaron todos aterrados.

Los santos de bronce atravesaron las 12 casas con permiso de los dorados y llegaron al cuarto de Athena donde Ikki tocó la puerta violentamente.

-¡SAORI, ABRE LA PUERTA!-ordenó sin delicadeza el fénix.

-¡DÉJAME SOLA!-respondió muy furiosa la pelilila.

En ese momento, el peliazul rompió la puerta y encontró a la diosa llorando en su cama comiendo helado de vainilla con una foto de ella y Seiya solos.

-¡Saori, levanta ese perezoso trasero divino y ve por Seiya ahora!-le ordenó Ikki a la diosa.

-No quiero-hizo berrinche la chica.

-No puedes dejar que Hestia te baje a Seiya. ¿Acaso no es tu soldado más querido?-preguntó Shiryu tratando de hacer recapacitar a la diosa.

-Seiya la prefiere a ella que a mí, fue mi culpa por no haberle dedicado tiempo-mencionó con tristeza la pelilila.

-Tienes que luchar por él, sino se irá para siempre-le incitó Shun desesperado.

-Pero ya no me quiere y mis deberes de diosa me estorban en mi vida personal-suspiró muy deprimida la chica.

-Para eso tienes un Patriarca, Shion últimamente se ha mostrado muy perezoso con sus tareas-le recordó Hyoga serio.

-¡SEIYA ES TU PEGASO Y DE NADIE MÁS, LIMPIATE ESA CARA, SAL Y RECUPERA A ESE BURRO CON ALAS AHORA!-le dijo violentamente Ikki a la diosa cargándola contra su voluntad y se fue del lugar.

-¡DÉJAME MAQUILLARME TAN SIQUIERA!-gritaba Saori algo espantada.