Disclaimer. Naruto es propiedad de Masashi K.
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SI TE HUBIERA DICHO QUE TE AMO
Miraba, miraba, miraba.
Miraba caminar por las calles de la aldea a una pequeña y delgada mujer. Aquella de antaño que se sonrojaba al verme, tartamudeaba y se llegaba a desmayar con mi cercanía. Esa mujer de hebras azabaches, tan largos como el basto cielo. Ojos perla que contenían una infinita amabilidad y hermosura. Una mujer segura y confiada que aún conservaba su timidez.
Esa ojiperla a quien me le había confesado hace dos meses, esa que me había querido durante más de diez años.
Esa mujer, me destruía por dentro.
No podía parar de observarla. No podía parar de seguirla. No podía para de contemplar su figura a la lejanía.
Tampoco entendía, nunca lo había hecho cuando se trataba del amor. Se supone que ella me amaba, si me amaba.
Lo amaba.
Ya no podía decir que esa frase se diera en el presente. Ya no me ama. ¿Será eso cierto? ¿Será posible que aquella calidez que Hinata desprendía por mi se haya esfumado tan rápido?
Ese preguntas estaban enganchadas en mi mente y en mi corazón, sin tener respuesta alguna. Pero eso sí, sin duda alguna de que quería a esa mujer, la quería tanto que su pecho dolía cuando ella era indiferente hacia sus sentimientos.
Por que ¿Se lo había confesado, o no? Le había dicho "Te quiero", aunque no directamente. Antes de que Toneri se la llevara a su castillo, antes de ir a rescatarla, antes de pelear contra Toneri en la luna y antes de que ganara la batalla para después regresar a la Tierra, a la aldea llena de vítores por su victoria.
Sin embargo, en ningún momento hubo respuesta de parte de ella, lo recordaba :
Después de pelear con Toneri, derrotarlo y darle a conocer la verdad acerca de su clan: ver cómo se desploma a ante su propio actuar contra la Tierra y con su antes prometida: Sólo pudo disculparse.
-Lo lamento. - Dijo el albino agachando la cabeza, haciendo una reverencia hacia los ninjas de Konoha. Para después darle una mirada significativa a Hinata, que sólo ella pudo comprender del todo.
Después de unos segundos, él se marchó. Y no volvimos a saber nada de él.
De regreso, no hubo palabra alguna. A pesar de que se sentía un ambiente de alivio por parte de todos por cumplir la misión, también se desprendía un aire tenso, casi imperceptible. Yo pensaba que después de recuperar a Hanabi y a Hinata, seríamos felices los dos, por fin podríamos estar juntos pues ambos nos habíamos declarado nuestro amor por el otro, claro en nuestro respectivo momento.
Pero no hubo nada. No hubo nada.
Hinata en todo el recorrido de regreso a la aldea, se había dedicado a hablar con Hanabi; No es que eso estuviera mal, después de todo a su hermana la habían secuestrado y robado sus ojos. Pero, por alguna razón, ella me dirigía la palabra y me miraba con sus grandes y redondos ojos perla…
… Pero no como antes.
No sabía el por qué, o cuál era exactamente la diferencia de como ella me ve ahora y como me veía antes, pero tenía ese mal presentimiento, ése que mi corazón no quería aceptar: Ahora ya no me amaba.
¿Pero por qué? Si Sakura me había dicho que un amor como el que sentía Hinata, no se desvanecía tan fácilmente.
Y cuando quiero buscar respuestas de Hinata, me quedo sin palabras, con la saliva atorada en mi garganta; Ella me trata como si nada, como si nada hubiera pasado entre nosotros, como si no le hubiese importado mis sentimientos que crecieron por ella. Cuando le hablaba, ella solo respondía con su sonrisa color cereza, y con alguna que otra excusa para alejarse de mi. Si lo he notado.
Lo he notado…
Que ella no me quiere más; y eso sólo hace que me jale los cabellos con frustración mientras no logro dormir por pensar en ella, que me muerda los labios mientras la sigo y busco el momento adecuado para hablarle. A Hinata.
La quiero. La quiero mucho. Lo sé, ahora lo sé, pues cada que pienso en ella se me cierra la garganta, no puedo respirar, mi panza siente un hormigueo constante y mis manos se cierran en un puño intentando que no escape la emoción de ellas.
Por fin lo reconozco, que lo que siento por ti es amor Hinata.
No puedo seguir así, tengo que decirlo. Se acabó el ser cobarde, si Hinata no me quiere lucharé, no puedo rendirme, después de tanto tiempo que me amaste en silencio, no puedo dejar que esos sentimientos sean en vano.
(...)
Hinata estaba viendo el riachuelo del jardín que se encontraba en los interiores de los territorios Hyuga. Sentada en una roca, contemplando los rayos del atardecer en el reflejo del agua, pensando, siempre pensando.
¿Qué sería de Naruto? Una pregunta que se había vuelto una constante en esos últimos días. Ahora, que había decidido dejar por la paz expresar su cariño por Naruto, de todas formas no iba a cambiar nada si se lo decía o no.
En realidad si…
Sabía que el trato de Naruto para con ella, no sería diferente, pero si cambiaría su forma de verla; y eso era lo que no quería, que la viera con algún tipo de culpabilidad, como una fan más, que ya no la viera como colega y amiga. Como posible confidente de todo su ser amable y enérgico.
Veía con claridad el dolor que representaba la realidad: Pues lo quería, lo amaba pero él no a ella, y nunca lo haría.
Solo eran colegas. Amigos. Hermanos.
Y estaba bien, estaba bien. El simple hecho de que fuera especial para Naruto, la hacía feliz, aunque no sea su compañera del alma y del corazón.
-¿Cuándo entrarás? , la noche no tendrá misericordia con el frío que nos manda. - Dijo una firme voz a su espalda. - ¿Ó es que planeas resfriarte?
-Padre.- Hinata se levantó rápidamente, queriendo darle una reverencia.- Buena noche.
El cansado Hiashi vió a su hija con curiosidad, después de todo, desde hace tiempo no había observado la tristeza impregnada en los ojos perlados de su primogénita; normalmente no se metía, pero sentía un escozor en su garganta, una señal de preocupación. Así ha estado su hija desde el incidente de la luna, con una cara casi compungida y de melancolía.
-¿Quieres decirme algo? - Preguntó Hiashi cerrando sus párpados, no sabiendo expresar su interés y preocupación a su hija.
Hinata no entendió a qué se refería, ¿Algo que quiera decirle? ¿Se había metido en problemas acaso? ¿Ó era pura formalidad de su padre? No entendía.
-... ¿A que se refiere padre?- Preguntó la azabache.
Hiashi se quedó mirándola, para después darse la vuelta, dándose por vencido de no saber cómo tratar con su hija.
-No es nada. Va a hacer frío, abrígate si vas a permanecer aquí. - Mencionó estoico el patriarca de los Hyuga.
-Por supuesto padre, gracias por el aviso.-
Ahora Hinata estaba más confundida. Después de ver que su padre se alejara lentamente, observó los últimos rayos de sol, convirtiéndose el cielo en un azul profundo, casi negro.
Se volvió a sentar en la enorme roca junto a la pequeña cavidad de agua. Se quitó las botas Ninja, dejando sus pies desnudos al aire fresco de la noche, y metiendolos al agua fría. Echó la cabeza para atrás, para ver las estrellas en medio del gran mar profundo que era el cielo.
Tenía ganas de llorar.
Su corazón se apretaba cada vez, más y más. Dejándola sin respirar. Sintiendo un escozor en los ojos. No quería soltar ni una sola lagrima, ya había llorado lo que tenía que llorar, ya había aceptado lo que tenía que aceptar.
-Pero aún así… - Susurró, mordiéndose el labio inferior.
… A pesar de haber pasado dos meses desde aquello, no podía.
De repente, escuchó un crujido de madera, proveniente de uno de los árboles que rodeaban la mansión Hyuga. Sin embargo se quedó en su lugar, alerta, activó su byakugan y miró en dirección al árbol. Nada. No había nada ahí.
Entonces sintió una presencia detrás de ella. Volteó la cabeza; y vió unos pantalones naranjas; levantó un poco la vista y vio un pecho fornido debajo de una camisa blanca; levantó más la vista y miró la cara bronceada y marcada con tres rayas en cada mejilla, unos ojos zafiros brillosos y una pequeña cabellera rubia.
-Hinata.-Dijo en un suspiro el héroe de las naciones shinobi.
-Na-Naruto-kun…-Devolvió también un suspiro, abriendo ligeramente su boca rosada y deshaciendo su doujutsu. - ¿Que-qué haces aquí?-
El blondo sólo pudo pasar saliva por su garganta, se quedó de piedra al ver los ojos lavanda de Hinata. Bajó la mirada y se encontró con el largo cabello azulado cayendo como cascada sobre su espalda iluminado por el brillo de la luna creciente.
-Hinata… - Mencionó bajo, se le atoraban las palabras en la lengua.
-... ¿Naruto-kun? - Esperaba que él le dijera algo, pero pasaban segundos y no decía nada.
-Hinata… -
Pasaron un par de minutos sin mención alguna.
Entonces Hinata se paró, quedando descalza sobre el pasto fresco. Quedando enfrente del Uzumaki.
-Naruto-kun, ¿Sucede algo?- Preguntó con voz suave. Aún nerviosa por la presencia del Uzumaki.
-Hinata, yo…-Su mente estaba en blanco, no sabía el orden de todos sus pensamientos y sentimientos que debía expresarle. - Tú… ¿Me quieres?-
La Hyuga entreabrió sus labios, subió los párpados con sorpresa, se quedó pálida. Se quedó en silencio.
Y Naruto ante su reacción se sintió perdido. Su silencio sólo le indicaba todo lo que él no quería aceptar, lo que perdió…
El amor de Hinata.
-Hinata, ¿Me quieres? - Dijo con voz desesperada.
La azabache se ahogaba de temor, ¿Cómo lo supo? Cerró los ojos fuertemente, esperando irse de ahí, a otro mundo que no fuera ése .
Naruto, en cambio, se mordió la lengua. Esas reacciones por parte de ella lo desanimaban cada vez más. Quería dejarlo todo ahí, decirle que fue solo una broma, que olvidara lo sucedido y enterrar nuevamente sus sentimientos. Pero él no retiraba sus palabras, ni en su deber shinobi, ni como amigo, y no lo haría como amante; aunque ella no lo amara, él no se rendiría.
-Por fin lo reconozco… - Naruto mantuvo firme su mirada en los ojos conmocionados de la azabache. Debía ser firme, tenía que decir lo que sentía por ella, era lo más importante. -... Que lo que siento por ti… - Tomó con delicadeza las blancas manos de su amada. Mirándola y mirándola. -... Es amor, Hinata.
Las luciérnagas iluminaban el pasto y los árboles, las estrellas iluminaban el cielo, pero la luna iluminaba en los ojos de Hinata.
… Es amor, Hinata.
Esa pequeña frase, resonaba en su mente , en su corazón, mientras se perdía en los hermosos ojos azules de su amado.
Y de pronto, no quiso. No quiso guardar lo que sentía; después de meses tratando de rendirse, ahora, con tan solo un segundo, quería volver a intentarlo, quería que él lo supiera, no importaba su respuesta.
No sabía si esa confesión que Naruto le hizo era el amor que ella pensaba, que ella deseaba, que ella necesitaba. Quería creer, que él podría verla como una mujer, como la compañera que caminaría a su lado durante todo lo que restaba de sus vidas.
-Naruto-kun. - Sus manos aún tomadas por las grandes y bronceadas del blondo, las apretó, dándose valor para demostrar sus sentimientos. - Te amo.-
Pero Naruto apretó más las manos de su amada ante tal confesión. La miraba con intenso brillo, con un intenso amor. Y esa misma mirada también era correspondida.
Entonces se reconocieron. Todos los sentimientos que no podían expresar con palabras, se explicaban solos con el toque de sus manos, con las miradas llenas de cariño, con el aceleramiento de sus corazones y con el acercamiento de sus rostros que poco a poco la distancia se hacía más corta.
-Hinata… - Una sonrisa asomaba en los labios del Uzumaki.
-Naruto-kun…- Una lágrima recorrió la sonrojada mejilla de la Hyuga.
Cortaron la distancia. Se rozaron sus labios y se fundieron sus corazones. Se tocaron sus labios de muchas formas y se miraron en un futuro cercano, agarrados de las manos, uno junto al otro, rodeados de paz y amor.
Ahora lo sé, si te hubiera dicho te amo tajantemente antes de que Toneri te llevara a la luna, nuestro hilo rojo del amor no estaría tan confuso, tan tambaleante, ni tan alejado de nuestros verdaderos sentimientos.
Fin.
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Hoy a las 7.40-10.20. AM Estuve escribiendo mil y cacho de palabras que no pude hacer en dos semanas. Perdón por el retraso, pero no pude agarrar inspiración.
Muchas gracias por leer.
03/01/19