Antes que nada quiero dar créditos a Isela Reyes, pueden encontrar su historia en Litnet. La historia no es mía, yo solo la estoy adaptando y los personajes no son míos. Pertenecen a Rukimo Takahashi, y cabe aclarar también que es primera vez que escribo un fanfic de Inuyasha. Espero que les guste.
"Narración Normal"
"Dialogos"
"Pensamientos"
X Despecho
¿Mi novio? Mi novio es un idiota, un patán, un cerdo engreído al que estos momentos detesto. Le he soportado todo, todo lo que me hace sin chistar: que desaparezca por semanas, incluso meses, si se da la gana: que no envié mensajes, ni haga llamadas; que me plantee por irse de juerga con sus amigos; que le tire los perros a cuanta zorra se le cruce en el camino...
"No se porque sigo con el".
Eso siempre me preguntaba mi mejor amiga, pero ni siquiera yo lo se.
¿Amor? ¿Quizás sea por sus regalos? No, eso no me compra, de hecho el problema es que regrese como el perro con la cola entre las patas, suplicando que lo perdone, y aunque duela aceptarlo, como siempre soy demasiado estúpida para decirle: ¡No!
Pero esta vez se ha volado la barda, no le fue suficiente llevarse a la cama a una golfa, sino que el muy cretino hizo un trío con dos zorras.
"¡Maldito hijo de put...!"
Pero eso no se quedara así, Inuyasha Taisho, sabrá quien es Kagome Higurashi. Levanto la botella de Whisky y le doy un trago hasta dejarla seca. ¡Genial! Ahora tengo suficiente alcohol en el cuerpo para hacer lo que tengo en mente.
— ¡Es hora! — Me digo en voz alta.
Tomó la pequeña valija que se encuentra en el asiento del copiloto. abro la puerta de mi auto y cruzo la calle. Empuño la llave que abre las puertas de mi venganza. El candado cede y sonrió al saber que he logrado traspasar la imponente reja de la mansión Taisho.
"Esto le dolerá más que cualquier cosa que pudiera hacer"
Sonrió con malicia mientras avanzó hacía la casa. No hay nadie, lo se porque he visto salir a todos los sirvientes. ¿Razones? no tengo ni idea. Pero ¡mejor no podría ser!
Subo los escalones de la entrada y me detengo frente a la puerta, de nuevo uso el juego de llaves que le robe a ese cabrón de Inuyasha. Empujo la superficie de roble e ingreso, mis tacones resuenan sobre el elegante recibidor mientras avanzo en busca del interruptor. Una vez lo encuentro, enciendo las luces sin importante si alguien del exterior se percata. Sería fantástico que viniera y presenciara mi obra de arte.
He estado en esta casa un par de veces, pero es suficiente para ubicar la localización de mi objetivo. Cruzó el pasillo hasta entrar a la sala principal, donde lo veo. Parece que me llamara. Se trata de su cuadro, hecho por un famoso pintor ingles, el cual se encuentra justo sobre la chimenea.
— ¡Gilipollas! — Dejo mi bolso en el piso y saco un par de frascos, que agitó enérgicamente mientras observo como dar alcance a mi objetivo.
Miro alrededor y localizo una silla que podría ser de ayuda. No he bebido mucho, pero si lo suficiente para que mi ligera embriaguez no sea de ayuda y mis tacones menos. Dejo de lado los frascos y me inclino para quitarme los zapatos. Batallo con los broches, pero logro sacarlos. Sin embargo, hay otro problema. Mi atuendo. Llevo un vestido de noche, largo y que es regalo de mi adorada madre, si una gota de pintura cayera sobre el, me mataría. Dejo escapar un suspiro y comienzo a bajar el cierre. Me lo quito y lo dejo sobre la valija.
Estoy en ropa interior, tengo lo que necesito, así que hora de actuar. Muevo la silla justo al frente de la chimenea, tomo los aerosoles y subo hasta que mi rostro queda a la altura de su perfecto rostro de niño lindo, de playboy, de cretino. Retiro la tapa del frasco y comienzo a pintar el lienzo al recordar mis motivos. Una vez que le he puesto los cuernos, que bien que le hacen falta, solo que no soy una zorra, decido cambiar el color y me doy vuelo desfigurando lo. Dibujando le bigotes, pintando su boca de forma grotesca...
— ¿Que estas haciendo? — La voz severa que se escucha a mis espaldas provoca que me tambalee ligeramente, pero logro mantener el equilibrio. Me giro despacio y me quedo sin habla.
No sé quien es, pero esta buenísimo o quizá es el alcohol. Es un hombre de cabello platino, debe medir un 1.80 o más, es bastante fornido, su rostro varonil esta acentuado por un par de penetrantes ojos ámbar. Se que lo había visto en alguna parte. Miro a mi derecha y veo su cara pender de la pared. "¡Dios! ¡Es Sesshomaru, el hermano de Inuyasha!" Nunca lo había visto en persona, solo se que es algunos años mas grande y que lleva los negocios de su familia. También, que tiene un genio del demonio.
— ¿Quien eres? — Pregunta con el mismo tono de voz.
Siento pánico por su presencia y porque ha visto lo que estoy haciendo, pero al ver como sus ojos recorren mi desnudez, mi mente no pierde tiempo y comienza a maquinar una idea diabólica. "¡Si, esta noche seré mala!". Apoyo una mano en la cadera y pongo cara de golfa. No tengo idea como sea eso, pero he visto a muchas intentar ligar con Inuyasha, así que hago el intento.
— ¿Yo?
— Si, tu. — Responde con hostilidad. "¡Vaya genio!".
— Yo soy tu regalo de cumpleaños. — Frunce el ceño, pero vuelve a escanear mi cuerpo.
— No es mi cumpleaños.
— Lo se. — Digo con voz melosa.
"Quiero ver la cara de Inuyasha cuando sepa que su hermano se metió entre mis bragas". Ante tal idea, mis labios se curvan en una sonrisa. Me inclino hasta terminar sentada sobre la superficie de concreto. Dejo de lado los aerosoles y me concentro en el Adonis que tengo delante de mi.
— No pareces uno de sus regalos. — Sonrió ante su comentario. Desde luego que no soy como una de sus golfas. Pero es lo que necesito parecer justo en este instante.
— Mmm... — Paso mi dedo por el encaje de mi sostén. — Digamos que esta noche, no soy uno de sus regalos, si no "Tu regalo". — Curvo mis labios en una sonrisa coqueta, intentando que muerda el anzuelo.
— ¿Y eso? — Pregunta mirando por encima de mi cabeza, mientras avanzaba despacio. "¡Rayos!"
— Ah, eso es un regalo para Inuyasha. Es lindo, ¿no lo crees? — Su boca se curva ligeramente, restándole seriedad a su cara. Es mayor que su hermano, pero también muy atractivo. Creo que esto no sera ningún sacrificio. — ¿Debería irme? — Me hago la loca.
— No me gusta desaprovechar los regalos que me hacen, es de mala educación. — Se encuentra a escasos centímetros de mi. — Pero... — Parece pensarlo, así que separo las piernas, dándole una perfecta panorámica de lo que podría tener.
Desliza las palmas de sus manos por mis muslos y un escalofrío recorre mi espalda: sus ojos son intensos, enigmáticos y lujuriosos. Pasan de mi rostro a mis senos. Supongo que a pesar de su temperamento, tiene sangre en las venas.
— Adelante. — Lo incito. — Esta noche puedes tomar lo que quieras de mi. — "Voy a devolverte lo que me hiciste Inuyasha y te dolerá".
Levanta la mirada y sujeta mi barbilla.
— De acuerdo. — Su boca ataca la mía con ardor.
"¡Joder!"
Este tipo sabe a gloria. Su lengua se mueve con precisión, haciéndome gemir de placer. Tiro de su saco y lo envuelvo con las piernas, ese gesto termina de ponerlo. Me toma de las caderas y me levanta del concreto. Su boca sigue sobre la mía mientras se mueve por la estancia rumbo a la puerta, aferro las piernas a su cintura y mis brazos a su cuello.
Sube de prisa las escaleras conmigo en brazos y luego entramos en una de las habitaciones. Me deja caer sobre la cama y comienza arrancarse la ropa. Yo estoy prácticamente desnuda, así que me deleito con sus maniobras. Su pecho es amplio, marcado por sus músculos, lo que lo hace lucir apetecible. Debe hacer mucho ejercicio, porque cada parte de su cuerpo es perfecta. Incluso la central. "¡Madre mía! Es enorme y no tengo ni idea si cabra, pero es demasiado tarde para pensarlo". Puedo ver la pasión arder en sus ojos y sólo puedo morderme los labios.
Abre un cajón de la cómoda y saca un envoltorio plateado, lo rasga con los dientes y comienza a colocárselo. No le quito los ojos de encima y eso hace que sus ojos brillen de satisfacción. Sabe lo que carga, ¡está buenísimo! No cambia su expresión, es tan diferente a Inuyasha, quien es todo coquetería y risas. Pero aunque Sesshomaru no sonríe, no deja de ser cautivante.
Una vez que se lo coloca, se acerca al borde de la cama y separa mis piernas, tira de mis bragas sin delicadeza y las arroja al piso. Sube a la cama y mi pecho se contrae ante la zozobra.
— Insisto... — Murmura en voz baja. — Eres un regalo distinto. — ¿Acaso le han dado otros regalos? Desde luego, he sido tan ingenua al creerle cuando decía que no tenía nada con ninguna de esas. "¡Eres una idiota, Kagome!". Eso me hace enfurecer y ansiar vengarme con todas mis fuerzas.
Me incorporo y me cuelgo de su cuello, no me repele, me sujeta de la cintura acercándome a el. Se mueve, hasta quedar sentado sobre la superficie, me levanta ligeramente y entonces lo siento entrar.
— ¡Ah! — No puedo evitar el grito. Ha sido demasiado rápido y no estaba lista.
— Tranquila. — Susurra acariciando mis glúteos. — Despacio.
Poco a poco me deja caer, hasta entrar por completo, contengo la respiración y mantengo los ojos cerrados. Es amplio y largo. Estoy sudando y apenas hemos comenzado.
— ¿Como esta? — "Jodidamente enorme", pienso. Retira el pelo de mi rostro y me observa con curiosidad; no tengo tiempo para pensar, busco su boca y muevo las caderas. No quiero arrepentirme. — ¡Ah! — Mi maniobra le arranca un sonido ronco, que me excita.
Sus manos sujetan mi cintura y comienzan a elevarme y a dejarme caer. Poco a poco mi vagina se adapta a su tamaño y el dolor e incomodidad se transforman en puro placer. Gimo y grito fuera de mí, mientras su boca intenta callarme. No tengo reparos, me entrego por completo, pues él sabe como complacer a una mujer y yo intento cobrármelas. No se hasta que punto esto es una venganza, pues me olvido de Inuyasha y solo puedo pensar en Sesshomaru y sus potentes arremetidas.
Sé que mañana todo será un caos, sé que deseare morirme. No solo tendré un horrible dolor de cabeza por la resaca, también tendré dolor entre los muslos, pero quizás lo que resulte peor, será el sentimiento de culpabilidad que tendré. No obstante, aún no es mañana... así que no pensare en ello. Por esta noche, solo pensare en uno de los Taisho. Sesshomaru.