Hasta pronto
When the light is running low
and the shadow start to grow
and the places that you know,
seems like fantasy…
There's a light inside your soul
that's still shining in the cold
with the truth,
the promise in our hearts.
Don't forget… I'm with you in the dark…
"Don't forget" - Deltarune [Toby Fox & Laura Shigihara]
La gran y sabia yegua ya estaba despierta incluso antes de que su hermana entrara a su habitación para notificarle del curioso fenómeno desatado afuera, el cual podía apreciarse desde la altura majestuosa de las torres del castillo. Era bello y extraño de ver, aquellas nubes blancas y esponjosas como algodón, aquella lluvia de pétalos rosados y amarillos, los árboles goteantes de fina agua, y ese coro de lamentos que se oía desde todas las latitudes… dejaban un eco de tristeza y melancolía. Luna no podía determinar el origen preciso de aquellos sucesos, aunque mínimamente lo sospechaba.
—Creo que esta noche ha partido un poni… — dijo Celestia, quien, lejos de su lecho, observaba por su ventana, como buscando algo más allá del horizonte.
—¿Cómo lo sabes? ¿Ya ha ocurrido esto antes? — preguntó Luna, acercándose a ella.
—No, pero… estoy al tanto de la situación de alguien que ha esperado mucho para marcharse de este mundo, y hay alguien que lo está pasando muy mal con eso.
—¿A qué te refieres?
—Ven, vamos al jardín laberinto — contestó Celestia, abriendo sus alas y saliendo por la gran ventana — Creo que es momento de responder a algo que me preguntaste hace mucho.
Luna la siguió, intentando recordar en el camino cuál había sido aquella pregunta del pasado. Una vez en el jardín laberinto, aquel donde Discord había puesto una trampa a las portadoras de la armonía para corromperlas, las dos hermanas lo sobrevolaron, teniendo a Celestia como guía. Pronto, en lo que podía considerarse el centro del sitio, vieron a una figura alargada, de espaldas a ellas y de apariencia triste, yacía en el suelo, con muchas flores y almohadas a su alrededor, y con sus garras deshojaba las flores o sacaba el algodón de las almohadas. Con un mágico soplo, los pétalos y el algodón ascendían al cielo y allí inmediatamente se multiplicaban por todo el firmamento nocturno. De modo que ese era el origen de lo que se veía en el cielo por toda Equestria. Aquello no parecía tener nada que ver con el caos… o bien podía ser una variante de éste, algo así como un "caos triste". Antes de descender cerca de Discord, Celestia le susurró a Luna que se mantuviera en silencio, y a pesar de que la princesa de la noche no comprendía las intenciones de su hermana, decidió seguir sus instrucciones. Era como si la princesa del sol hubiera pensado esa escena hacía mucho tiempo, al no detenerse mucho en explicaciones.
—¿Recuerdas que hace un tiempo me preguntaste acerca de cómo me fue en estos mil años sin ti? — comenzó Celestia, en un tono suave de charla casual.
—Sí, —contestó la alicornio azul, su mente rescataba de la memoria las primeras escenas de su vida fuera del exilio en la luna — fue una de las primeras cosas que te pregunté cuando regresamos al castillo de Canterlot, el día que fui purificada por los Elementos de la Armonía.
—¿Recuerdas que me preguntaste… cómo hice para sobrellevar el hecho de que los ponis que más quería envejecieran y fallecieran?
—Sí que me acuerdo, fue, creo, la única pregunta a la que estuviste un poco… menos dispuesta a responderme, y noté diversas emociones en ti.
—Lo sé —la milenaria alicornio cerró los ojos durante un instante, concentrándose en sus recuerdos más remotos del pasado, de aquella parte más dura después de perder a su hermana, y luego los abrió. Tenían un brillo especial — Una vida longeva, o inmortal, puede traer más desdichas que placeres. Al igual que las flores de primavera en primavera, ves muchas vidas marchitarse y perecer, las mismas historias repetirse una y otra vez… Al principio, sufrí mucho, hasta que pude aprender a lidiar con la muerte, o más bien, con las emociones que me producía la muerte, sumadas a la soledad, al vacío que me dejó tu presencia.
—Debió ser muy difícil encontrar suficiente consuelo o contención cuando perdías a un poni querido… sobre todo sabiendo que nunca volvería.
—Sí. El dolor de perderte estaba muy arraigado en mi corazón, y eso lo empeoraba. Tuve la grata oportunidad de conocer a ponis maravillosos, y por muchos años, quise inventar alguna forma de tenerlos para siempre conmigo, hasta el punto de querer incurrir en las artes mágicas para conseguir la inmortalidad para ellos, para no volver a sentirme tan sola, a pesar de que mi puesto sugiriera lo contrario. No se trataba de una soledad física, sino de una soledad del alma. En su momento, había seis o siete ponis a quienes yo apreciaba mucho, y quienes en muchos aspectos me recordaban a ti…
—Entonces… ¿pensabas darles la inmortalidad para no tener que soportar la tristeza cuando murieran?
—Algo así… — Celestia suspiró — había hecho algunos avances en mi investigación, pero nunca juntaba el suficiente coraje para probar el hechizo en algún poni. Al final del primer siglo de mi reinado sola, me puse a pensar si era justo imponerles algo que no habían pedido, si era correcto ir contra las leyes de la naturaleza, si lo que yo intentaba hacer con las mejores intenciones, no acabaría actuando en perjuicio de todos…
—No me imagino qué hubiera pasado si tus experimentos hubieran dado resultado, o peor, si hubieran tenido consecuencias nefastas.
—Los habría obligado a pasar lo mismo que yo. Entendí entonces que era mi problema, que era un asunto que yo debía resolver por mi cuenta. La muerte, Luna, es un proceso difícil tanto para los que mueren como para los que viven, es un miedo constante, siempre al acecho, siempre impredecible. Es lo que nos recuerda constantemente que debemos disfrutar cada instante con pasión. Puedes verla como a una tirana, al igual que el Tiempo, que jamás se detiene, y aunque desearíamos que lo hiciera, sabemos que eso podría ser catastrófico.
—Ciertamente, si la muerte no existiera, no valoraríamos la vida… Así que desististe de experimentar con la inmortalidad, ¿y qué hiciste luego?
—Bueno, — Celestia miró por un momento fijamente a Discord, que aún no volteaba a mirarlas o fingía no hacerlo — durante ese período de experimentación me había empezado a interesar en la vida de cada uno de esos ponis, que a su manera estaban trabajando para dejar un legado a sus hijos y a las generaciones venideras. Me di cuenta de que, dentro de mis posibilidades, podía ocuparme de hacer que ese legado se cumpliera y se mantuviera, de que podía velar por sus descendientes. Una buena mañana entendía que lo que yo podía perpetuar no debían ser los cuerpos, sino las ideas, las visiones, los deseos…
—Ya lo comprendo, mantener vivas las leyendas… — Luna iba a agregar que podría haber dejado una sola leyenda olvidada, pero eso no era tanto la culpa de Celestia, y el momento tampoco daba para reclamaciones.
—Algo así — admitió Celestia, adivinando a qué se refería el silencio final de la frase de su hermana y el uso de la palabra "leyendas". Ya lo resolverían luego, ahora estaban tratando de animar a un amigo en duelo —Resolví convertirme en la guardiana de las generaciones venideras, y a pesar de todo el trabajo de mis labores como princesa, creo que nunca descuidé esa tarea. Vi crecer a los descendientes de mis primeros amigos, o por lo menos intenté seguir de cerca su crecimiento.
—Suena un poco a espionaje — comentó Luna con una sonrisa —, pero más que la vigilancia de una madre, era más bien el cuidado de una abuela, ¿verdad?
—Yo no diría "abuela", pero el concepto se le acerca.
—¿Y tratabas a los hijos y los nietos como una de esas abuelitas que siempre les dan bits y comida a sus nietos?
—No, nada de eso. No creas que mi propósito era solucionarles la vida ni nada de eso, y además no tenía el mismo vínculo con los padres, los hijos o los nietos. Muchas veces, ni siquiera teníamos mucho contacto, más allá de alguna carta o un encuentro ocasional en algún evento.
—Supongo que los ponis cambian con cada generación, aunque debe haber características que van y vuelven de una época a otra, ¿verdad? — comentó Luna, que a pesar de no haber tenido la oportunidad de ver el devenir de la población equestriana, tenía vagas referencias de la historia pasada y reciente.
—Así fue… y te parecerá curioso saber que en ese proceso, pude notar ciertos aspectos recurrentes, elementales, en los que algunos de esos ponis destacaban. Y año tras año, década tras década y siglo tras siglo, parecía como si esos caracteres se repitieran, más que pasarse de uno a otro…
—¿Te refieres a las virtudes que han dado vida a los Elementos de la Armonía? — preguntó Luna, que había ido hilando los indicios que la charla con su hermana dejaba. Celestia en ese momento estaba exponiendo las conclusiones de proceso madurativo emocional pero, para Discord ahí tirado, bajo ese discurso parecía ocultarse algo más.
—Sí — asintió la alicornio blanca, y algo en el tono de su voz daba cuenta de que tenía cierta ansiedad por revelar lo siguiente — claro que la raíz dio paso a un tronco y de este tronco salieron muchas ramas, como en todo árbol genealógico. Y claro que se me hacía muy complicado seguir la pista de todos, pero ya fuera por casualidad o destino, en muchos casos encontraba a un nodo. A veces, dos o más nodos coincidían en un mismo lugar, y tuve la impresión de que podría llegar a algo. No puedo explicar bien la intuición que tuve, pero sé que todo eso me llevó a Ponyville, de alguna forma… y allí envié a Twilight hace muchos años, sin saber exactamente lo que iba a iniciar…
De repente, Discord se levantó y encaró a las dos alicornios. Su compostura se había repuesto un poco, aunque no estaba del todo libre de tristeza.
—Bueno, bueno, creo que esta no es una noche como para ponerse a recapitular el último siglo de historia… — el draconequus hizo una pausa y miró hacia algún punto más allá del firmamento. — Al menos ahora ya tengo la confirmación de que te metes en todo, Celestia, aunque a veces sin querer das en el blanco.
—Sé lo que estás pasando, Discord — dijo Celestia en tono amable — Lo he pasado mil veces, pero he logrado aprender. Sólo espero que algo de todo esto te sirva.
—Algo, sí. — admitió lánguidamente el señor del caos — Después de todo ya no queda nada por hacer.
Sin despedirme, Discord chasqueó su garra y desapareció, dejando a las dos princesas en el laberinto cubierto de pétalos y algodón.
-.-.-.-.-
Finalmente, todo estaba dispuesto en la casa de Fluttershy. Pretendía ser un funeral pequeño, sólo contando con la presencia de sus familiares y amigos más cercanos, quienes ocupaban los pocos asientos ubicados dentro de la sala, en espera del servicio. Sin embargo, entre las hijas, los yernos y los nietos de la anciana portadora del Elemento de la Bondad, se ubicaban muchos pequeños y medianos animalitos, ya fueran mascotas suyas o amiguitos del bosque, quienes habían traído humildes ofrendas, como nueces, capullos, ramitas, los cuales dejaban dentro del cajón a pesar de la insistencia de Cloudy en quitar todo eso que consideraba "basura". El ataúd de Fluttershy se llevaba las miradas curiosas, ya que nadie había visto un ataúd de cristal, y pensaban en la fortuna que debió costarle a la familia, a menos que fuera un tributo de la corona de Equestria por los servicios prestados por la pegaso a la paz del reino.
Los funerales en Equestria solían ser medianamente largos, dependiendo de la fama del difunto. Podían extenderse uno o dos días, aunque los funebreros siempre presionaban para apresurar el entierro porque luego el cadáver empezaba a oler mal. Algunos eran muy estrictos con los horarios, y eso dependía de la fecha en que se producía el fallecimiento, sobre todo si era en época festiva, por ejemplo, la Víspera de Corazones Cálidos, con todo y el frío y las ganas de ir a tomar chocolate caliente delante de la chimenea prendida mientras se contaban las típicas historias de esa festividad. Nadie quería estar en un evento fúnebre ni mucho menos andar entre la nieve llevando a un poni a su última morada, pero no quedaba de otra. Después de todo nadie elegía cuándo morirse, de lo contrario todo sería más fácil… o no.
En la primera fila, se acomodaban Wingshy, Butterfly y Cloudy, con sus familias, con sus rostros compungidos y silenciosos. Más atrás estaban parientes y conocidos de Ponyville, contando a los animales que estaban afuera porque por su tamaño no podían pasar. Mientras tanto, la princesa Twilight ingresó a la casa de luto acompañando y sirviendo de apoyo a una ancianita que pese a los achaques de la edad, continuaba siendo vivaz y dicharachera. No oía tan bien como antes, no saltaba tanto como antes, su voz se había enronquecido un poco, el rosa fuerte de su enmarañada melena se había tornado un rosa pálido más bien lacio y menos abundante, y no obstante sus ojos celestes aún conservaban mucho del fulgor de su juventud. A cada paso se oía el crujido de sus articulaciones, pero ella no se quejaba ni ápice. Y lo más importante de todo, mantenía una lucidez increíble para su edad, y una memoria clara.
—Princesa Twilight, ¿quiere que traiga un asiento más cómodo para la señora Pie? — ofreció Butterfly al verlas llegar, comprobando que las sillas quizá no eran muy adecuadas para una yegua mayor — Quizá el sofá…
—Sólo con un almohadón estaría bien, estas sillas no se ven tan duras — dijo Pinkie Pie — además ese sofá se ve tan, tan, tan mullido, que tengo miedo de sentarme y dormirme y no volverme a despertar… aunque no sería tan malo si puedo alcanzar a Fluttershy en el camino.
—Está bien, Pinkie, sólo dinos si te molesta algo…— Twilight intentaba reprimir todo lo posible el nudo que se estaba formando en su garganta. No sabía qué sentir al ver a Pinkie Pie tan tranquila, la poni rosada que antaño fuera la más enérgica y entusiasta del grupo, así de tranquila ante la posibilidad de fallecer durmiendo. Aunque Pinkie siempre había tenido ese algo que la hacía tan especial, y esa forma de ver la vida (y la muerte) que tan pocos tenían.
La viejecita Pie se acercó a Fluttershy, contemplando a su longeva amiga, en silencio. Se fijó en la mancha blanca sobre el ojo derecho de la misma, curiosa, y susurró algo que Twilight, cerca suyo, no alcanzó a entender.
—¿Qué es esa mancha blanca? Creo que nunca la había visto… — comentó la alicornio.
—Es una marca especial, el mayor regalo para llevarse de la vida — contestó Pinkie — Seguro yo también tendré mi marca cuando me marche.
Twilight la miró, sin entender.
—Bueno, quedamos tú y yo en carrera, Twilight, hay otra menos en la lista — Pinkie miró a su amiga princesa — Vamos a ver quién es la última poni en pie que se quedará con el tesoro — agregó en tono jovial, como si aquello fuera una extraña competencia. Twilight sabía que era una de sus extrañas bromas, pero nunca entendía de dónde salían. Aún así, replicó:
—El mayor tesoro es nuestra amistad, y siempre lo será.
—No me refería a ese tesoro, tontita, jijiji. — Pinkie volvió a mirar a Fluttershy — Lo siento, Fluttershy… no tuve tiempo de preparar un pastel para este momento, habría sido más agradable para todos.
Un fallecimiento no parecía ser una ocasión que mereciera un pastel, quizás como un último deseo, como la última cena, pero seguía siendo raro para la mayoría de los ponis. Aunque no para Pinkie Pie y su extremadamente sano optimismo.
-.-
El funeral no se extendió mucho, sólo lo reglamentariamente necesario. Las hijas Shy no querían que su madre se convirtiera en objeto de mórbida contemplación de multitudes de ponis y periodistas amarillistas (como había pasado en los funerales anteriores). El Coro de Ponyville, con sus voces frescas y no tan frescas, se apersonó para entonar cánticos fúnebres aunque también patrióticos, en honor al papel que Fluttershy había desempeñado como Heroína de Equestria y como Elemento de la Bondad. La familia no había pedido orquesta, pero sin embargo, de algún lugar cercano, se oían los acordes de una orquesta invisible que coincidía armónicamente con las canciones del coro. Por otro lado, no habían parado de crecer flores exóticas por todos lados, los lamentos que la noche anterior pusieran en vela a todo el reino habían cesado, más no se marcharon las nubes artificiales, que continuaron merodeando por el cielo, y de cuando en cuando cubrían al sol.
No podía ser sino obra de Discord, a pesar de que nadie lo había visto en toda la mañana. Algunos creían que el draconequus sólo se dedicaría a fastidiar, como lo hizo en el funeral del esposo de Fluttershy, otros creían, o más bien temían, que al faltar la pegaso que lo había reformado y que contenía la ansiedad de su espíritu indomable, empezaría otra campaña de caos y de locura. Pero probablemente nadie se esperaba no ver rastros de él en todo ese día. Incluso Twilight estaba un poco sorprendida, y por otro lado aliviada de que no hubiera incidentes.
Como amiga y princesa, Twilight dio un discurso antes de que comenzara la peregrinación al cementerio. Se paró a la derecha del féretro, inhaló mucho aire y lo soltó despacio, intentando asumir la seriedad necesaria para evitar que sus emociones le hicieran perder el control.
—En este triste día, despedimos a una ciudadana ejemplar, a una buena esposa, a una amorosa madre y abuela, pero especialmente, a una de las ponis que contribuyó siempre a forjar la paz en nuestro reino. No son suficientes las palabras para expresar nuestro profundo agradecimiento por la marca que ella dejó en nuestras vidas. Siempre la recordaremos con el más intenso cariño de nuestros corazones, con el compromiso de mantener vivo su legado y honrar su memoria. Este no es un adiós, sino un hasta pronto, porque algún día… nos volveremos a encontrar bajo un mismo sol…
La princesa de la Amistad había mantenido contacto visual con el auditorio y de tanto en tanto miraba hacia Fluttershy. Pero en ese punto de su enunciación, no pudo resistirse a mirarla una vez más con cariño y ternura, recordando en un chispazo todos los grandes momentos compartidos con ella y con el resto de sus amigas, y al recordar a las que ya no estaban, una incontenible angustia se apoderó de su corazón, impidiéndole seguir hablando, sintiendo que hablar ya no tenía sentido. De modo que se retiró en silencio, dejando caer libremente sus lágrimas, mientras todos empezaban a prepararse para salir juntos al cementerio, donde todo acabaría al final.
Discord contempló esa última despedida. A partir de ese día, estaría pendiente de cada nacimiento, pendiente de cada poni o criatura que naciera con una manchita blanca sobre el ojo derecho.
-.-.-.-
Bueno, este es el capítulo final definitivo. Muchas gracias a quienes han apoyado esta historia, espero que este fic breve les haya gustado y les haya hecho pensar. Y aunque se termine la serie (si no es que ya terminó para cuando estén leyendo esto), guarden siempre en sus corazones los mejores momentos que hayan pasado en el fandom, los malos simplemente abandónenlos en el olvido. Yo probablemente siga publicando capítulos de mis otros fics, y quizá hasta publicando alguno que otro nuevo, uno nunca sabe...
Hasta pronto!