Texto, pensamientos.

''Texto'' recuerdos.


*La primera parte es un recuerdo de la infancia. Que es la escena con la empieza la serie original.


Consecuencias

.

Capítulo 1


– Aún no terminamos de hablar, Deku – espeta Katsuki, batiendo en el aire el block de notas del pequeño.

– Re-regresamelo– pide el muchacho pecoso, con una voz tan suplicante, como temblorosa.

Katsuki era un alfa de poderoso quirk y presencia que postulaba, por sobre todos en esa escuela, ser un héroe de los más poderosos. Por lo que no lograba explicarse, como es que ese prototipo de ser humano, quirkless y debilucho, pretendía postularse como uno también. Que era lo mismo a desafiarlo.

Porque de cierta forma, sentía que era insultante querer meterse al mismo saco.

Izuku- o Deku, como prefería llamarlo- no solo era un inútil quirklees, debilucho, miedoso, sino que bastaba con olfatear un poco el hedor que emanaba. Aun era pronto para que alguno de ellos empezara a expirar feromonas, pero teniendo en cuenta su genero, Katsuki tenia un buen olfato e Izuku, probablemente no sabia de la leve fragancia que provenía de el.

Esa mierda, era un omega.

Bakugou lo ha sabido desde siempre y lo ha dejado pasara. Izuku no era más que una mala broma de la genética, de la que él se aprovechaba para desquitarse. Hasta cierto punto, le causaba gracia verlo intentar defenderse de sus ataques, hacerle la vida imposible o verlo temblando ante su presencia; como lo hacia ahora, para frente suyo y con los ojos a punto de llorar.

Bufa.

¿Era así como pretendía postular a la misma prestigiosa academia que él?

Katsuki toma el block de notas en medio de sus manos, nota en los ojos del pequeño que no tiene idea de lo que va a hacer, hasta que su quirk simplemente estalla. El omega cierra los ojos como reflejo del impacto y Katsuki aprovecha eso para arrojar lo que queda del block, a un lado.

– Muchos héroes élite tienen historias sobre sus días de escuela. – empieza su monologo. Bordea la carpeta que los separaba a pasos lentos, tamborileando sus dedos sobre ella – Quiero brillar siendo capaz de ser llamado el único estudiante que logro entrar a U.A. de esta patética escuela. – coge a Deku de los hombros, ejerce presión en ellos; no solo con intención de inmovilizarlo, sino de hacer énfasis en el discurso – Quiero decir, soy…

Más no logra concluir la frase.

Un fuerte aroma inunda el aula. Se impregna en el ambiente, se cuela en sus fosas nasales, lo siente en su paladar y lo hace salivar, en busca de más. Menta, hierba buena, con rasgos de miel, primavera y paz. Una aroma simplón, que sin embargo, se le hace exquisito.

Los hombros del pequeño se contraen bajo sus manos, entonces recuerda que estaba haciendo algo, más no logra conectar con el recuerdo.

Todos sus sentidos se dispersan y tarda cerca de una pulsación, en darse cuenta que esa fragancia simplona, no puede pertenecer a alguien más que a Deku.

– Ka-kaccha– habla agitado y entrecortado – ne…necesito…ir a la…en…fermería.

Izuku siente su interior arder. Es como una llamarada de fuego que nace en su vientre y amenaza con quemar toda su piel. Es como si el humo de ese fuego quisiera nublarle la mente, la visión, los sentidos. Pero el lucha contra ello, porque siempre ha sido un alumno muy aplicado en todo y sabe lo que esos síntomas significa.

Su primer celo había llegado.

Y no tiene sentido.

Porque, por la misma razón que sabe que ese es su celo, sabe también, que ese debía llegar todavía en dos años.

Aunque no hay mucho tiempo de pensar en ello. Coge a Kacchan del brazo y tira de él, necesita llegar a la enfermería y en buena parte, es bueno que sea Kacchan quien este ahí con él. Izuku es un omega dulce y noble, pero también realista y sabe que, a pesar de ver a Katsuki como un amigo de la infancia, él no lo ve de la misma manera. Ese alfa lo detestaba lo suficiente como para no tocarlo.

Y por primera vez, agradecía ser aborrecido por él.

Con Kacchan a su lado, podría llegar a la enfermería sin que nadie se le acercara.

Sin embargo, todo se congela a su alrededor cuando siente un olor mezclarse al suyo. Es neroli, aroma que desconocía hasta ese momento, en el que su cerebro es casi un diccionario de esencias. Aspira hondo, un mejor panorama de aromas viene a su olfato; madera de cedro, canela, pólvora, rudeza y agresividad. El cuerpo se le estremece ante tamaño perfume y una fina corriente eléctrica le hace descarga en la espina dorsal.

Entiende que esta perdido, no solo porque relaciona ese olor a Kacchan, sino porque este hunde su rostro en la cuenca de su cuello e inhala hondo.

Una y otra vez.

Katsuki no entiende que le sucede. No se siente como usualmente es él. Porque usualmente no se acercaría de esa manera a Izuku, ni salivaría por su olor, mucho menos sentiría su hombría arder de deseo por ese pequeño enclenque. Nunca ha creído que tenga un gusto preferencia por los hombres, pero como alfa, eso no importa siempre que el otro sea un omega.

Dicho esto, se auto convence de que como alfa, tiene derecho a ello.

A poseer al omega.

Toma las muñecas de Izuku, con más fuerza de la necesaria, y lo arroja sobre la carpeta, quedando con el pecho sobre el tablero. Se acomoda sobre el y vuelve a inhalar de su cuello.

– Pa-para, Kacchan – suplica el omega, aun consciente– po-por favor… no…no me hagas na-nada. – intenta frenar aquello alzándose sobre sus codos.

Katsuki hace un par de explosiones cerca a su rostro y suprime ese intento de levantarse. Amenazándolo sin necesidad de palabras.

Siempre fue bueno en eso.

Su nariz desciende por la espalda estrecha, en busca del origen de tan maravillosa fragancia. Siente como el omega se arquea con cada roce que da sobre él. Sonríe ladinamente, piensa que si Izuku en verdad quisiera que se detuviera, no seria tan susceptible a su toque austero.

Se detiene cuando cree haber encontrado la fuente de todo.

– ¡No! – grita Izuku, cuando siente las manos del alfa desabotonare el pantalón – ¡No! – repite agitado, pero no obedece. Sus pantalones caen al suelo y una sustancia húmeda recorre sus muslos internos. – ¡No lo hagas Kacchan!

El alfa sonríe ante el tesoro encontrado. No es coincidencia que Izuku este tan húmedo ahí atrás. Lame una de sus nalgas, sintiendo el potente sabor de su aroma en su lengua.

Deku deja escapar un gemido bajo ante el acto.

Es aquí, cuando todos los estereotipos sobre omegas vienen a su mente. Así como el de los alfas. Llega a la conclusión de que si él desea ello, Izuku lo desea el doble.

Y sin previo aviso, con los pantalones a medio abrir, cogiéndose de la cintura del omega, embiste la pequeña entrada de un solo golpe. Gruñe de placer ante el cálido recibimiento. Siente sus pulsaciones galopar como caballos de carrera en una gran final.

Sale lento.

Embiste con fuerza

– Po-por favor…pa-para… – gimotea – po-por fa…

– ¿Qué no lo haga?– cuestiona agitado. Entierra sus uñas en la piel lechoso del pecoso y este se contrae, aprisionándolo en su interior – si tú lo quieres tanto como yo, solo mira como me tragas completo. – Se divierte de la situación – Ahora te voy a enseñas para que sirven los omegas.

Repite la embestida, esta vez, con más fuerza. Hace rechinar las patas de la carpeta y un sonido seco retumba en las paredes.

Y continúa repitiéndolo una infinidad de veces.

Cada una, más brusca que la otra.

– Pa…para…ahh…me d-duuele…

Una sensación agridulce de dolor y placer, embargaba sus sentidos.

Había leído suficiente teoría sobre omegas, como para saber que esa experiencia debía limitarse tan solo al placer.

Pero Izuku estaba siendo más ecuánime de lo que quisiera y no lograba dejarse llevar como su instinto le gritaba. Era consciente de que estaba siendo violado. Era conciente del ardor que sentia en su entrada, porque si bien era un omega y su cuerpo se lubricaba de manera natural, esa era su primera vez.

Y los alfas no se caracterizaban por tener miembros esencialmente pequeños.

Lo peor de todo, es que aun sabiendo lo doloroso de ello, tanto emocional como físicamente, su cuerpo seguía correspondiendo al acto. Sus caderas se movían engullendo el miembro duro de Katsuki. Su interior se retorcía placenteramente y le daba asco sentirse así. Ser incapaz de empujarlo y huir.

Ser abusado y estarlo disfrutando.

– Ahh – jadea Katsuki. Siente que el final de eso esta cerca y las encías le pican desesperadas por algo.

Algo que él comprende y aunque quiere negarse, el impulso es más fuerte. Conforme embiste eso se vuelve, un deseo irrefrenable, una necesidad tan vital como respirar y piensa, que si ya ha llegado tan lejos, que más da.

Total, es solo un omega.

Así que, sin detener su labor, se inclina sobre Izuku. Lame su cuello, preparando la zona. Oh, sí, era eso lo que necesitaba. Ahí esta el sabor a menta dulce. Los vellos se le erizan y la base de su sexo empieza quemar.

– ¡Ah! – gime fuerte de dolor Izuku, al sentir los colmillos de Katsuki clavarse en su mano. En un impulso tan fuerte como su mismo instinto, su mano ha interferido entre la boca del alfa y su cuello. – Uhmm– muerde sus mejillas, soportando el el segundo dolor.

Katsuki lo ha anudado.

La naturaleza, en su afán de preservar la raza humana y posibilidades de procreación, ha proveído a los alfas de un nudo en la base de sus penes, el cual se hincha luego de aparearse. Este los une por unos segundos, aumentando las probabilidades de concepción.

Una maravilla para los alfas.

Un terror para los omegas.

Izuku se aferra a la superficie bajo el, intentando sobrellevar ese abrazador dolor. Ya no hay placer mezclado a dolor, es solo dolor. Uno calcinante, que lo carcome por dentro. Lo asquea y lastima.

El alfa lo libera cuando el nudo se ha deshecho. Esta satisfecho. Se deja caer a la silla detrás de él e intenta regularizar su respiración agitada, mientras frente a el, ve la entrada de Izuku contraerse, dejando escapar unos remanentes suyos. Sonríe relajado. Solo una vez ha intentado masturbarse antes y duda que vuelva a hacerlo, nada se compara al sexo con un omega.

Ve al pequeño alzarse con pesadez sobre sus codos. Tiene dificultades para mantener el equilibrio y termina por caer sentado al suelo. Katsuki observa la carpeta, hay una mancha blanca en ella. Tal parece que él no la pasó tan mal como decía.

Sonríe.

– ¿Por qué? – musita el omega, aun en el suelo, dándole la espalda. Sus pequeños hombros tiemblan y su cuerpo se acorva hacia adelante – ¿Por qué a mí?

Abre los ojos de pronto y respira hondo, casi atorándose con la angustia.

El corazón le taladra el pecho con sus palpitaciones. Las siente incluso en sus oídos.

Otra vez tenía la misma pesadilla.

Aunque llamarlo recuerdo, seria lo más apropiado.

Han pasado seis años desde aquel accidente –porque asi prefiere llamarlo. Nadie nunca lo supo o al menos él, nunca lo comento. En cuanto Izuku…el simplemente desapareció.

Respira pesado, soba pesado su rostro con ambas manos.

Observa el reloj de pared a su derecha, aun faltan algunos minutos a que suene su despertador. Se acomoda nuevamente mirando el techo. No es tan inconcebible que dicho hecho haya sucedido. Era una época en la pocos se preocupaba por los omegas y las charlas sobre el celo de los alfas eran escasas.

Katsuki nunca supo que aquello que sintió en ese momento, no era solo el celo de Deku, sino el suyo propio.

(Fue algo que conoció a los dieciséis años y luego de que su madre se lo explicara)

Aun así, eso no borraba lo mal de su actuar.

Muchas cosas habían cambiado luego de dicho acontecimiento. Tal y como pronosticó en ese momento, había sido el único estudiante de su escuela en ingresar y graduarse de UA. Había aprendido a sacarle el máximo provecho a su quirk, había luchado contra villanos, pero sobre todo, aprendió principios básicos que a sus catorce años, nadie le había enseñado.

El respeto hacia los omegas era uno de ellos.

En los dos años que llevaba como héroe profesional, había visto un sin numero de crímenes relacionados con ello. Los omegas eran el eslabón más débil de la cadena en la sociedad y todos buscaban sacarles algún provecho. Prostitución forzada, trafico de omegas, explotación. La lista era enorme.

En su vida, había imaginado toparse con un escenario asi. Bien, conocía los estereotipos que la sociedad imponía sobre ellos, como que eran seres que solo pensaban en sexo, con capacidades menores a alfas y betas. Personas que sin una marca, era un peligro para los alfas.

Porque sin un alfa se descontrolaba por un omega en celo, era culpa de ese omega.

Bakugou Katsuki de dieciocho años, se vio frente una realidad abrumadora. Solo entonces comprendió que el solo hecho de ser un alfa en esa sociedad, podía volverte el héroe o villano de un omega.

Y él había sido lo segundo para Deku.

El error ya había sido hecho. Katsuki decidió pensar en eso como un accidente y seguir con su vida. Pero que caprichoso es el destino, que cuando esta en la cúspide de su carrera, le estampa el karma en la cara.

A sus veinte años, y con solo dos años en el ambiente profesional, ya se postula a ser el héroe de su generación. Por ello, muchos programas televisivos luchan por obtener una entrevista exclusiva con él. Bakugou las rechaza siempre, no considera que su carácter sea del tipo que soporte las babosadas de esos periodistas. Pero Kirishima y Todoroki no piensan lo mismo.

Es buena propaganda para la agencia y para ti mismo, le comenta su ahora jefe y también héroes, Shoto.

Bro, si no te ganas a la gente, nunca vas a alcanzar a All Might, también interviene Red Riot, alegando a su ego por ser comparado con el mejor.

Acepta la entrevista.

Grave error.

Acepta la entrevista y todo va a bien. No hay preguntas incomodas por parte de los periodistas, no ha explotado ni unas sola vez; solo hay alabanzas a su quirk, a su profesionalismo.

Todo va demasiado bien.

Hasta que es sorprendido por un vídeo en que entrevistan a sus ex compañeros de escuela. Logra reconocer a algunos, son aquellos que siempre paraban tras suyo obedeciéndolo en todo y, al igual que en aquel entonces, siguen adulándolo. Comentan lo genial que era, el como apareció su quirk en el jardín de infantes o su personalidad –que lejos de llamar agresiva– la dejan ver como la que "un alfa debe tener".

Y todo sigue yendo bien.

Entonces, es la última entrevista, que manda todo a la mierda.

"Era tanto el dolor de Midoriya, que un día simplemente desapareció. Se cambio de escuela y se mudo a otra ciudad, nunca volvimos a saber de él. Por eso no puedo estar orgullosa de haber compartido aula con Ground Zero. Tendría que estar loca si lo hiciera"

Ese día comenzaron las pesadillas.

Katsuki tenía recuerdos confusos de ese día, más que nada, plagados de placer y deseo. Y si bien, sabia que aquello no había estado bien –porque una violación, es una violación –, tampoco le daba vueltas al asunto intentando recordar detalles extras.

Por lo que al inicio, solo se sentían como un sueño húmedo infestado de placer, lujuria y feromonas. Pero con forme pasaban los días y semanas, los detalles iban a apareciendo. Primero el temblor y nerviosismo del pequeño, luego sus palabras instándolo de detenerse, su llanto, el sabor a ferroso en su boca.

"¿Por qué a mi?"

Al cabo de un mes, todo fue completamente nítido.

El sonido de la alarma lo trae de vuelta a la realidad.

Un nuevo día como héroe lo espera.

– Blasty ¿que le paso a tu cara? ¿Otra noche sin dormir? – Kirishima le guiña el ojo en medio de la oficina, dejando entrever otra cosa.

Katsuki lo ignora y sigue con su camino dentro del recinto, hacia su escritorio.

Su mente era un caos y nadie más que pelos de mierda parecía darse cuenta. Lo cual era lo pero, por que el pelirrojo lejos de dejarlo en paz, siempre esta listo para joderle la existencia. Deja caer su maletín sobre el asiento de su escritorio. Solo espera un día lleno de villanos que enfrentar, es lo único que le da un descanso de su propia mente, por contradictorio que suene.

Estar en medio de una lucha, llena de adrenalina y explosiones, despejaban su mente y relajaban la tensión que esos sueños provocaban a su cuerpo.

Prefería mil veces combatir villanos, que sus demonios internos.

– Nos informan de la toma de una escuela guardería – advierte Todoroki, su jefe, ingresando a la gran oficina donde se hallaban todos los héroes – La policía frusto el robo a una joyería y los ladrones se ocultaron en la escuela.

– Voy yo – Katsuki se encamina a los vestidores a ponerse el traje.

– Es un lugar lleno de niños – le aclara lo obvio su jefe– No creo que tu quirk sea el mas adecuado. Uraraka, porque mejor…

– Te digo que voy yo – masculla expidiendo feromonas intimidantes al otro alfa y continua su camino. Podía comportarse frente los niños, ya no era un crió explosivo ni esa mierda de antes.

– Kirishima, ve con él – ordena Todoroki, en vista que el cenizo no haría caso – vigílalo –musita y el otro alfa asiente.

– Gracias por la ayuda – hace una reverencia el policía a cargo del operativo, mientras enmarrocaban al ultimo malhechor. – No se que habríamos hecho sin su ayuda.

– No se preocupe, para eso estamos – sonríe radiante Red Riot, con ese carisma que le caracteriza.

Katsuki rueda los ojos.

Los quirks de esos ladrones, eran insignificantes. Un poco de agua y superfuerza que no se comparaba en nada a la de All Might. Nada espectacular ni que le tomara mucho derrotar. Lo único, que no había tenido el desfogue de energía necesario para estar en calma, con tantos mocoso cerca, no había habido oportunidad de usar su quirk como debía.

– Vamos ya, pelos de mie… – calla viendo a los niños cerca del susodicho– Kirishima

– Bien, ya nos vamos.

– Esperen – los detiene una de las maestras – ¿Quisiera saber si podrían quedarse un poco mas? Es que, los niños aun están muy asustados y ustedes les darían seguridad. Sus madres no tardan en llegar.

–N…

–Sí, claro – Kirishima interrumpe a su compañero y responde con una sonrisa a la mujer. Volviendo a ingresar a la escuela.

Katsuki chasquea la lengua, murmura maldiciones y termina por seguir al otro alfa. El aula esta llena de niño. Mocosos entre cinco y seis años que lo miran como si fuera un dios. El cenizo no tiene particular interés en los niños, de hecho odia sus lloriqueos y pataletas, pero se da por bien servido con esa aura de todo poderoso.

Toma asiento en un pequeño banquillo. Realiza un par de explosiones, que hace emocionar a los niños y empiezan a decirle lo genial que es con sus voces chillonas. Katsuki no les presta atención. Dura así cerca de quince minutos, hasta que da por finalizado su acto poniéndose de pie. Los niños, ya más tranquilos, vuelven a sus juegos entre ellos.

–Bro – le llama Kirishima, alando de su brazo – ¿Has visto a esa niña? – su índice señala a una pequeña que se encontraba de espaldas jugando.

– ¿Qué tiene?

– ¿La has visto? – Insiste con la pregunta – Es…como decirlo…idéntica a ti.

Frunce el ceño más de lo habitual.

Ni siquiera logra entender a que se debe ese comentario.

– Tsk. Me largo. – sin esperara respuesta, se marcha del lugar.

Camina firme fuera de la escuela.

Las últimas noches sin dormir no lo tienen de muy buen ánimo. Kirishima y el bullicio de esa aula, solo empeoran eso.

– ¡Espérame! – no se detiene, continua su marcha por la calle. – ¡Bro! – le jala del brazo y Katsuki esta a punto de estallarle una explosión en la cara cuando lo ve.

Y necesita parpadear muchas veces hasta poder vocalizar.

– ¿Deku? – musita.

A unos metros suyos, se yergue un muchacho de cabellos verde musgo, ojos enormes del mismo color, rostro notoriamente más perfilado y menos redondo, pecas como escarcha sobre sus mejillas.

¿Eres tú?

Restriega sus ojos con ambas manos. Con lo poco que viene durmiendo, sumado a la imagen de el en esos sueños, no es de sorprenderle que eso no sea más que un espejismo de su mente. Sin embargo, abre los ojos y Deku sigue de pie ahí.

Sin hacer un solo movimiento.

Sosteniéndole la mirada.

Nota entonces, que ya no hay dulzura en esos ojos, ni admiración ni nada.

– ¡Papá! – oye el grito chirriante de una menor saliendo de la escuela – ¡Mira papá! Es Gorund Zero y Red Riot– exclama emocionada – ¡Ground Zero!

¿Papá?, piensa. Dirige sus orbes de rubí a la menor.

La pequeña toma la mano de Izuku, quien en ese instante deja de verlo a él, para dedicarle una sonrisa a la niña. Caminan en dirección opuesta a la de él.

Katsuki no se procesar toda la información. Esa niña estaba en esa escuela/guardería, lo que indicaba que tenía unos cinco o seis años.

Los años justos que llevaban sin verse.

– ¿Blasty? ¿Estás bien? –pregunta Kirishima preocupado de la palidez de su amigo. Le bloquea la visual, queriendo captar su atención.

Bakugou lo empuja bruscamente a un lado. Corre tras Izuku. Recuerda a la niña, es la misma que Kirishima señalo y comento sobre su parecido físico.

No puede ser.

No puede ser.

NO PUEDE SER

– ¡Espera!– tira del brazo de Izuku, obligándolo no solo a detenerse, sino a girarse hacia él – tenemos que...

– No me toques. – brama y hala de su brazo tan fuerte como puede, liberándolo del alfa.

Katsuki se sorprende ante el acto. El Deku que el recuerda, tartamudeo y tiene la voz temblorosa, no le mira a los ojos y expide un aroma dulce de él. Muy distinto del que tiene en frente.

Izuku no le rehuye la mirada, de hecho, lo hace intimidante. Ve como su mandíbula se tensa y da un pequeño paso interponiéndose entre su hija y él. Sigue su camino dejando sus feromonas impregnadas en el aire. Son ácidas, llenas de rabia y asco.

Las de un omega furioso, protegiendo a su hija de una amenaza.


Nota de la autora.

¡Hola!

Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por leer y ojala te haya gustado.

Es el segundo fic que escribo para este fandom y tenia que ser, de mi pareja favorita. Hace un tiempo tenia en mente escribir un omegaverse sobre esta pareja, aunque no sabia como iniciarlo y termine por escribir otro tipo de historias y no publicando nada jajajaja.

No estaba segura de cual subir primero y al final me decidí por esta, que es la ultima idea que tuve.

En un inicio iba a ser un one-shot, ahora no estoy tan segura.

A ver que opinan ustedes.

Nos vemos

¿Reviews?