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Sé que estás sufriendo y desgarrándote por dentro.
Vi el océano en tus ojos.
Desearía que encontraras un lugar en el Paraíso.
Creo que es mejor que corras antes de que la tormenta se levante.

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El superhéroe de los enclenques.

Levi.

Levi suelta un suspiro frustrado mientras escucha el timbre del final del día sonar. Hanji le dice que pueden marcharse ahora y Levi sale de ahí sin cuestionarlo mucho. Acaba de perder el día y el 20% de dignidad que le quedaba después de pensar que Eren lucía bien en shorts. No está muy seguro de cómo es que se ha dejado convencer por Hanji para ayudarle con su estúpido proyecto de ciencias, pero lo ha hecho, y se arrepiente parcialmente de ello.

Aunque ella prometió que se lo recompensaría algún día. Pero mientras ese día llega todo lo que Levi quiere hacer es salir de ese maldito lugar y olvidarse de los asuntos escolares por algunas horas.

Se detiene en su casillero; mientras guarda sus libros con cuidado y orden, toma algunos otros para estudiar un poco. Casi al terminar Petra se acerca hasta Hanji y comienzan a charlar sobre lo mal que debe de estar pasándola un alguien de quien se han burlado y humillado hace no mucho. Decidido a no tomarle importancia, cierra su casillero dispuesto a marcharse; no lo hace solo porque escucha a Auruo decir de forma despectiva y grosera (como una mala imitación suya) que el mocoso se lo merece por venir a la escuela con las uñas pintadas y una pulsera con pedrería y dijes, lo que embona perfectamente con el mocoso con quien comparte mesa y quien no deja de generarle ruido en la cabeza desde que llegó.

—¿Dónde está? — pregunta antes de siquiera pensarlo.

Sus amigos se sorprenden por eso, desperdiciando segundos en lo que el estado de shock pasa.

—No creo que debas perder el tiempo con eso, los mocosos como él tienen que entender que eso no es algo normal… — Petra calla a Auruo con un golpe en su estómago al ser consciente de la mala cara y disposición de Levi a golpearlo si no se calla.

—C-creo… Se dirigía a los baños — ella logra decir.

Hanji intenta hablar con él, sin embargo Levi se ha alejado antes de cualquier otra cosa.

Sus amigos se miran escépticos.

Sorprendido y conmocionado de cierta manera, Levi aparta lejos su norma de no meterse en asuntos que no son de su incumbencia y avanza entre pasos rápidos hasta los baños. Levi es consciente de que ese tipo de situaciones existen en cada escuela, y que es bastante "normal", pero tener que ser parte de ello es algo que no esperaba.

Al entrar al baño todo lo que hay es oscuridad, por un momento su mano se mueve hasta el apagador pero eso le dice que podría alertar a Eren si es que él está ahí así que decide no hacerlo. Avanza con cuidado hasta la última cabina y es ahí donde escucha los sollozos de quien ha conocido hace poco.

De pronto sus latidos retumban en perfecta sintonía con el llanto del mocoso en la cabina. Se recarga en la pared con los brazos cruzados a espera de que salga de ahí.

A quien quiere engañar, Levi es en realidad un tipo al cual ciertas situaciones lo vuelven sensible.

Cuando era más chico, cuando aún vivía con su madre, siempre fue un niño bastante frágil, el que escribía canciones demasiado maduras para su edad, ese que siempre fue vulnerable a manos de otros y que todavía en día duda de su sexualidad.

Fue después de ciertos hechos –que no recordará– cuando decidió que no iba a seguir dejando que eso pasara, ni a él ni a nadie que no lo mereciera. Aun cuando sus únicas amenazas son su habilidad en pelea y su falta de tacto.

El llanto se detiene en algún momento, pero es casi veinte minutos después cuando la puerta se abre y la puerta oculta la silueta de Levi, impidiendo que Eren le mire hasta después de enjuagar su rostro con el agua de los lavabos.

Hay temor y vacilación en sus ojos. Levi no se ha movido de donde está, dejando que Eren le mire desde el reflejo en el espejo.

—Al parecer hay un bastardo del que no se deja de hablar — no se preocupa en esconder el cinismo e irritación en su voz, pero Eren no parece tomarle importancia.

Le ve acercarse al bote de toallas de papel y tomar algunas para secarse las manos. Con discreción Levi mira sus uñas, no hay esmalte en ellas. Sin embargo en sus ojos las ojeras del día de ayer se han hecho grandes, y sus irritados ojos y nariz solo confirman que no ha imaginado aquel llanto.

Como si el mocoso supiera lo que está viendo, vuelve a mojar su rostro, con rapidez y sin cuidado.

—Me lo explicarás — y no es una pregunta, y tampoco habla de lo que ha sucedido. Levi habla sobre Eren, sobre el por qué siente que hay algo mal en él, sobre el por qué no tiene idea de cómo tratarlo, por qué es tan incómodo tenerlo cerca.

Eren cierra el grifo, luego murmura apenas un: —Es-estoy bien — y a continuación rebusca entre los bolsillos extremadamente oprimidos de su pantalón, sacando un pañuelito arrugado, limpiando con dificultad su rostro —. Solo estoy un poco cansado. Me han molestado antes, en mi antigua escuela, así que es algo que ya no me afecta.

Levi asiente. No le cree nada.

—Bueno, veámonos en la biblioteca, podemos estudiar ahí ¿por qué no me esperas allá? — los labios de Eren se mueven al compás de sus palabras, estridentes y demandantes.

—Rompiste la pulsera ¿por qué? — Levi cuestiona al darse cuenta de las pequeñas piedras brillantes tiradas en el suelo.

El mocoso se sorprende muy ligeramente, pero de inmediato frunce el ceño y parece ofendido.

—Te dije que no tienes que dejarte llevar por comentarios llenos de mierda…

—Por favor no te metas. No es como si fuera tu problema de todas formas — Eren sentencia, pasando a su lado no sin antes dejar en el camino una sonrisa en la que Levi cree ver tristeza. La puerta se abre y cierra, y Eren se ha ido. Levi no sabe ni siquiera cómo reaccionar, es como si le hubieran cambiado de persona en 10 segundos. En un momento Eren estaba encerrado en un baño llorando y al momento siguiente le decía que sacará sus narices de sus asuntos, no tan literalmente.

Se veían tan nervioso, inseguro y tímido al principio.

Sale del baño con los pensamientos aún hechos un embrollo.

Existe confusión, en su mayoría porque no tienen ni idea de qué acaba de pasar. Hay algo mal con Eren Jaeger, ese es un hecho, aunque Levi lo sospecha no está seguro de qué, intentó ser amable y saber si todo iba bien, pero éste le dijo que no se metiera en sus problemas a pesar de que Levi sabe que todo va mal.

Está furioso justo ahora. No obstante el mocoso tiene razón y Levi no tiene por qué andarse metiendo en las mierdas de alguien más, si hasta lo había pensado en un principio. Además no conoce a Eren lo suficiente para preocuparse, es un chico problemático y al parecer bastante imprudente, al que le gusta pintarse las uñas y usar shorts cortos, pero eso es todo lo que sabe.

Bufa molesto yendo en dirección a la salida. Hanji y los demás se le unen pero ninguno pregunta algo, probablemente adivinando su mal genio. ¿Y quién no lo estaría? "Por favor, no te metas. No es como si fuera tu problema de todas formas", pero no es como que no pudiera meterse, es decir, lo intentó desde el principio pero el resultado fue estar incluso más interesado. Y con todo lo desvergonzado que suele ser Levi, Eren debería de sentirse afortunado al verlo interesado de sus problemas.

Pero además de confundido, enojado y todos esos malos sentimientos que se abren paso en su interior, hay algo más, una emoción escondida por ahí que Levi no está interesado en descubrir.

Alza la mirada, descubriendo frente a él al mocoso caminando con pasos lentos, las manos en los bolsillos de su sudadera y el gorro de la misma puesto. Encogido así luce como si estuviera intentando esconderse bajo esa sudadera dos tallas más grande.

Levi puede fingir tanto como quiera, e intentar ignorar el lado sentimental que sabe que tiene y que insiste en que no debería quedarse de brazos cruzados y ayudar al crío a salir de su miseria, puede intentar ponerse de parte de su lado razonable y conformarse con escuchar en silencio los llantos detrás de la puerta del baño, porque después de todo, Levi sabe que no será capaz de ayudar a alguien cuando ni siquiera es capaz de ayudarse a sí mismo.

Pero la verdad aquí es que él no entiende del todo por qué debe estar tan interesado. Quizá es el mero hecho de sentirse como Superman en una súper misión de abuso escolar, o tal vez la falta de amor que en el pasado Levi experimentó un buen rato, quién sabe.

Decide dejar el asunto en paz, separando su camino del de Eren en la siguiente cuadra, dejando que él se desvíe por el camino que le lleva a su casa, mientras él toma el autobús que le llevará hasta su trabajo en el restaurante de comida rápida. Después de todo de algo tiene que vivir ¿cierto? Y no puede seguir faltando a su trabajo a causa de un mocoso bipolar o lo que sea.

Por alguna incomprendida razón, al recargar su cabeza en el cristal de la ventana del autobús y ver el paisaje que este día ofrece, Levi trae a su mente el recuerdo de su madre diciéndole que jamás debía dejar de luchar por sus sueños, a pesar de que en ese entonces solo era un niño que no tenía idea de lo que quería, además de ser un superhéroe. Cree por un instante que Eren puede ser la oportunidad de lograrlo.

Puede ser el superhéroe de Eren y enorgullecer a su madre, además de su yo enclenque de la infancia.