Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto. La imagen de su autor. Lo único mío es la historia.

31 días de MultiSaku para todos los gustos.

One shots de aproximadamente 1000 palabras para poder cumplir el cometido.

Milanesa-kun sos mi razón de ser.

10 de diciembre.


¡Shannarō!

Día 9: Azúcar, especias y todo genial.


—Con amor, tu admirador secreto.

Lee la tarjeta tres veces antes de aceptar lo que está pasando. La sube, la baja, le da vueltas, busca alguna otra cosa, pero no hay nada más. Eso y un pincel es todo lo que esconde esa caja, la que ha sido dejada delante de su puerta.

No se siente emocionada en lo absoluto, más bien está inquieta. Un admirador secreto traía más problemas que virtudes, a su mente siempre venía lo peor. Podría ser un ladrón, un violador o hasta un asesino que se aprovechaba de las mujeres jóvenes e ingenuas. Vivía sola y era una mujer joven, no podía ser casualidad. Afortunadamente, Sakura Haruno no tenía un pelo de ingenua.

Le toma una fotografía y rápidamente le escribe a Ino, su mejor amiga. Como la buena mujer adicta a su teléfono que es, no tarda ni un minuto en contestar. Le pide que no se alarme, que antes de llamar a la policía se asegure de que no se trate de uno de sus compañeros de trabajo, o incluso de un vecino. Hasta podría tratarse de la broma de algún familiar.

Le teclea rápidamente que lo dejará pasar por el momento, pero le avisa a su madre y a la vecina lo que ha ocurrido. Sólo por si algo llega a pasar.

Entonces toma el pincel y lo observa. ¿Para qué lo va a usar? Aparte de lo obvio, ella no sabe pintar. No tiene ninguna necesidad y alguien cercano a ella lo sabría. Parecería más un regalo para Ino, porque ella ha empezado a interesarse en esas cosas. Lo pone en el portalápiz y lo deja estar, necesita irse a trabajar.

Son las seis en punto cuando sale del trabajo y regresa a casa. Y desde lejos lo puede ver, hay una caja más grande y delgada recargada en la maceta al lado de su puerta. No tiene ninguna etiqueta así que no lo pudo haber dejado el cartero. Es igual a la caja de la mañana, es ese tal admirador.

Entra a su casa con el paquete en manos. Si el primer regalo fue un pincel, ya se imagina más o menos lo que esto puede ser.

Son lienzos. Pone los ojos en blanco. Su admirador secreto era de esos hombres que se esfuerzan demasiado para ser excéntricos y románticos. Iba a intentar "conquistarla" del lado del arte, una entrada fácil, porque nadie rechaza al arte y quien lo haga no vale la pena según los "diferentes" que siempre piensan igual. Y no es que ella detestara el arte, simplemente no era lo suyo. Le gustaba ver pinturas, pero solamente las increíblemente realistas y detalladas, había mucha basura sobrevalorada y mal llamada arte. Además, era una mujer de ciencia graduada en el área de fisicomatemáticas, su cerebro no se desenvolvía de la misma manera que alguien destinado a la creatividad.

Por lo tanto, no le llamaba la atención, no le encontraba un uso. Haría unos cuantos rayones sin forma antes de cansarse y reafirmar que no es lo suyo. Si se esforzaba al máximo, podría sacar una casa mal hecha con pasto y un sol como cualquier niño de cinco años.

Recargó el lienzo en una esquina, necesitaba llamar a Ino para contarle la novedad.

—Hola.

Alguien que no es Ino contesta su teléfono. No sabe si pedirle que se la pase o decir que llamará más tarde. No quiere interrumpir lo que sea que están haciendo.

—Buenas noches —saluda primero, él le contesta lo mismo. —¿Está Ino? —dice, sin pensar. Al final su subconsciente ha decidido ser una metiche.

—Sí, tenía algo que hacer, pero ya puede tomar la llamada.

Habla con su amiga, le pregunta dónde ha estado y le contesta que en el baño, está en la escuela de arte. Pregunta si ya está libre y cuando responde su amiga que sí se lo cuenta todo. Ino le ha dicho que, si no va a utilizar las cosas que le han regalado, que se las dejara a ella o a su maestro de dibujo. Lo conoce, le da clases a su amiga desde hace dos semanas, pero además de eso es amigo de Sasuke y Naruto. Entonces, aunque le parece una descortesía, decide ceder. Ino le dice que su maestro pasará a su casa para llevárselas, viven muy cerca y le queda de paso.

Tarda una hora en aparecer, aun medita si es buena idea. No han estado ni un día con ella y ya se está deshaciendo de ese material. Quizá es un poco grosero, pero tampoco es como que haya pedido esas atenciones. Si su admirador secreto fuera más observador y la quisiera de verdad, sabría de antemano que esas cosas no le interesan.

—Pase, adelante.

Lo trata con cordialidad porque es amigo de sus amigos, no el suyo. Ha preparado las cosas y las ha dejado sobre la mesa. Realmente los lienzos son lo único que vale la pena llevarse, un simple pincel no parece la gran cosa, así que lo ha dejado en el portalápiz.

—No es mucho, sólo se trata de esto —dice, espera a que Sai haga un comentario.

—Al menos el pincel sí te gustó.

No es que le haya gustado, sólo era un detalle.

—Podría ocuparlo para otra cosa.

Sai la observa y pone esa expresión de sonrisa forzada que tanto le incomoda, ella decide sonreír a la fuerza también. Es incómodo estar con él, su cuerpo lo necesita lejos. Las ansias aumentas, parece que se ha quedado estático cuando lo único que quiere de él es que se largue. Sigue con esa sonrisa falsa que empieza a ser desagradable.

—Supongo que con la forma que tiene te lo podrías meter por la vagina.

Se ha quedado en piedra, está tratando de comprender si realmente le ha dicho eso.

—¿Es eso? Imaginé que no funcionaría llegar a ti de esta manera, desde la primera vez que te vi, noté que eras una perra difícil de tratar.

Sakura aprieta los puños y explota en rabia.

—¡Lárgate de mi casa imbécil!

Sai no se movió ni un poco. Todo lo contario, parecía que se había contenido mucho tiempo para hacer un comentario desagradable.

—Lo primero que pensé fue: le hace falta un pene de verdad. Naruto y Sasuke lo tienen muy chiquito, por eso no está satisfecha.

—¡Voy a llamar a la policía si no te largas!

Sai no deja de sonreír mientras se dirige a la puerta, no necesita dormir en una celda esta noche. Pero antes de marcharse, como si acabara de tener una cita exitosa con la chica que le gustaba, le dirige un ultimo comentario.

—Yo te puedo follar.

Sakura azota la puerta en su cara, roja del coraje. Toma el pincel con brusquedad y está a punto de tirarlo a la basura, pero se retracta y lo deja en su lugar. La próxima vez que lo vea, ella misma se encargará de metérselo por el trasero.


Sakura y Sai

Fin.


STRIFEMACHINE

El tema no tiene nada que ver con el fic, yeah, muchas gracias por leer.