Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto. La imagen de Steampunkskulls. Lo único mío es la historia.

Diciembre, el mes de SAKURA HARUNO en Tumblr, la chica más odiada del fandom. La chica que se ha robado por completo mi corazón otako.

31 días de MultiSaku para todos los gustos. 31 momentos entre ella y nosotros. 31 veces donde escribo lo que pienso de esta mujer.

Reto de menos 1000 palabras para poder cumplir el cometido.

Para mis queridos lectores, para mis queridos Sakufans, para mi querida Churro.

1 de diciembre.


¡Shannarō!

Día 1: Los ojos son la ventana del alma.


Sigue tecleando, aunque la sensación está ahí, haciéndose fuerte a cada instante. Tiene la incesante necesidad de voltear para saber si la sigue mirando o sólo son imaginaciones suyas, pero le da pena que la atrape mirándolo también.

Aunque está en su derecho de mostrarle su cara enojada por hacerla sentir tan incómoda e invadir su espacio personal con la mirada, también siente miedo de que ese degenerado no se sienta apenado y la siga observando, obligándola a ser ella quien se volteé abochornada. Porque de ninguna manera es la clase de mujer que se levantaría a confrontar a un hombre que la ha estado incomodando sin importarle el escándalo y las nuevas miradas que va a ganar. O bueno, tal vez sí es esa clase de mujer, pero también es la clase de mujer que se mide en su trabajo, sobre todo si es su primer día.

Así que tiene que quedar bien, y duda entonces si debería levantarse y simplemente reportarlo con alguna autoridad o aguantar hasta que él se entere que no va a caer en sus provocaciones. Se le ocurrió que tal vez ese acosador era un jefe disfrazado de un simple secretario observando a los nuevos reclutas de la oficina, pero lo rechaza porque es demasiado rebuscado.

Sólo tantito se voltea, simulando que se estira luego de aproximadamente seis minutos de estar encorvada tecleando frenéticamente y echa una mirada superficial a todo el espacio de trabajo, así, súper casual. Y cuando llega hasta él lo comprueba. Ahí está, ese pervertido del escritorio de atrás mirándola tan fijamente que le es imposible hacerse la que no se da cuenta. A menos de un metro de ella; con sus largas manos blancas y huesudas sobre su propio teclado, pero sin hacer nada; con su cuerpo rígido frente a su computador, pero con la cabeza ligeramente volteada hacia la izquierda para acosarla; y finalmente, con sus ojeras de psicópata empoderado.

Ya no soporta esa sensación incómoda en su nuca, sabe perfectamente que no lo podrá soportar hasta el final de la jornada y con decisión concluye que debe hacer algo al respecto.

Se levanta y camina hasta su dirección sin echarle el ojo. Sin embargo, se arrepiente a dos centímetros de golpear su escritorio con sus palmas y se desvía al baño con la frente llena de sudor. Apenas entra suelta todo el aire y se desabrocha los primeros botones de su atuendo.

Se mira al espejo y se limpia el sudor.

—¿Por qué Dios? ¿Por qué a mí? ¿Por qué desde el primer día?

Y mira sus ojos verdes, como si apenas recordara que son de ese color, como los de su acosador. Sólo que son diferentes. Los suyos brillan y son emotivos, la felicidad, la ira, la tristeza, todo es capaz de reflejarse en sus ojos verdes, como una ventana a su alma. Pero los ojos verdes de ese sujeto eran fríos, como si planeara asesinar a alguien.

Y ese alguien podría ser ella, ¡con un demonio!

Una persona entra al baño y casi se desmaya sintiendo los escalofríos en su nuca. Mira por el espejo y se siente ridícula, obviamente no es él.

—Hola frente, ¿ya te despidieron?

—Buen día cerdita, ya quisieras que así fuera.

No desea comenzar una pelea con su mejor rival, así que lava sus manos y sale del baño para, ahora sí, enfrentar el problema. Ino la llama antes de que salga del baño con un tono diferente, pero se pasa de largo porque no quiere escuchar sus tontos comentarios por el momento, quiere encarar a ese acosador.

No obstante, y cuando por fin iba a acercarse a él para preguntarle cuál era su maldito problema, el sujeto ya no estaba.

Se sentía como un ratoncito perdido, sabía que estaba en algún lugar del amplio piso observándola mientras ella se quedaba a medio corredor como una tonta. Así que aun más molesta regresó a su área, dispuesta, ahora sí de verdad, a enfrentarlo en cuanto pusiera su escalofriante humanidad cerca de ella.

Y de repente, como si un acosador no fuera suficiente por un día, llega un hombre gigante de cabello naranja con la mirada cansada, casi como si estuviera harto de ella, aunque jamás le había dirigido la palabra.

—Buenos días señorita, ¿Haruno Sakura?

Sakura asiente.

—Buen día señor…

—…Juugo.

Se mete entre ellos un silencio que el hombre no sabe cómo romper, está claramente incómodo y se jala el cuello de su camisa.

—¿Le puedo ayudar en algo?

Lo duda, sin embargo, el hombre se decide a hacer lo que se supone que llegó a hacer.

—Mi amigo es un poco tímido, espera que lo disculpes por incomodarte. Ha tratado de decirte algo en toda la mañana pero no sabía cómo. Está por allá, su nombre es Kimimaro.

Suspira y señala con su mentón hacia una esquina, lo sigue y mira a donde está su primer acosador mirándolos junto a la máquina de café. Su cuerpo se estremece, pero ya no de mala manera, siente que un giro inesperado de los acontecimientos está a punto de comenzar. Le sudan las manos, ya se lo está imaginando, sus orejas se ponen rojas y su cara se calienta. Ella es Sakura Encantos Haruno después de todo. Se siente halagada pero lo va a rechazar, no es la manera de acercarse a una chica, además de que es el primer día y no necesita una relación. Y es un poco rarito.

—¿Y de qué se trata?

Busca en su mente las mejores palabras para rechazarlo mientras se hace la que no sabe. Incluso de decirle a su amigo que debería cambiar sus tácticas de ligue. Cotizada pero madura, está lista para decirle: "No gracias campeón, será para la próxima".

—Dice que traes la bragueta abajo, tu ropa interior se puede ver.

Su mundo se desmorona. Se sonroja como el diablo y mueve sus manos a la parte trasera de su falda buscando su bragueta. Efectivamente. Positivo. Claro que sí. Está abajo hasta el tope y justo cuando se había puesto sus calzones rosados de muy mal ver. Su mirada lo busca como resorte y ahí está él; razonando que su amigo ya le dijo lo que él no pudo y se sonroja como ella, esquivando su mirada, apenado.

—Gracias —dice, con el alma yéndose en un suspiro.

El incómodo Juugo asiente y se retira a su escritorio. Pasa casi un minuto cuando Kimimaro decide regresar a su puesto. Entonces Sakura vuelve a sentir su pesada mirada y esta vez sí voltea, ya no le queda dignidad que perder.

—Gra-gracias —lo suelta suficientemente alto para que él lo pueda oír.

Y como si nada hubiera pasado, con sus extraños ojos verdes y esas ojeras inmensas que le hacen sudar, le sonríe y le muestra el pulgar.

—No hay de qué.


Sakura y Kimimaro.

Fin.


~STRIFEMACHINE~