Saint Simpsons: The Lost Canvas-Hades Mithology/Gaiden: Hola, ¿cómo han estado?. Ha pasado tanto tiempo desde que no hago ningún crossover de Saint Seiya con Los Simpsons en Fanfiction, sí, lo sé, este lugar quedó súper abandonado, tengo que admitirlo, este año no ha sido del todo bueno para mí, sobre todo en este sitio, pero eso fue a mitad del mismo, ahora las cosas mejoraron y mucho: Hay que admitirlo, todos tenemos nuestros años buenos y malos, pero después hay luz al final del túnel, nadie es perfecto, somos personas y cometemos errores, de los cuales aprendemos para que no se repitan en el Futuro.
Así que bueno, para volver a los viejos tiempos, aquí les traigo este tan esperado compilado de historias de los Caballeros Dorados del Siglo XVIII con los personajes que vimos en el fic de "Saint Simpsons: The Lost Canvas" y también verán a varios más, en las historias del Pasado y también en el Gaiden de Shion de Aries, la "secuela", por así decirlo, que sucede después de los eventos de "The Lost Canvas" (manga, por desgracia nunca veremos la temporada 3 del anime, quizás, algún día, en el Futuro, cuando se decidan...y que por favor ya vayan concluyendo "Next Dimension", todo bien pero ya este año fue un tanto criticada). Y no se preocupen que seguiré con el "Saint Simpsons-Louds: Saga de Omnitrón" en Wattpad, le estoy dando un descanso de unos días, hacia el Miércoles vuelvo a actualizarla, además de que le quedan pocos capítulos y en Diciembre estreno el fic-cooperativo "Herederas Senshi" en aquella misma página.
Pero bueno, dejando de lado todo lo demás, anuncio que no soy dueño de ninguno de los personajes que verán en las distintas historias/Gaiden, todos los derechos reservados para su respectiva autora y la empresa. El objetivo es solo entretener.
Gaiden de Alfabica de Piscis, Ford de Corona Austral y Pefko
Sientes que tu vida está en riesgo, no sabes qué hacer y más si eres un pequeño niño que huye de sus perseguidores que son más grandes, mayores que tú, pero por la debilidad de tu cuerpo, terminas cayendo al piso, tropiezas y ves que no tienes ni un segundo para poder escapar, así que aquí viene una pregunta: ¿Qué puedes hacer? ¿Pelear, suplicar piedad?. No tienes ninguna carta por jugar, estás atrapado, perdido, aquellos soldados ataviados con Armaduras negras como la propia Oscuridad de la Noche y uno de ellos que llevaba una enorme guadaña, lo terminaron por cercar, cerrarle el paso a aquel chico, quien estaba en ese claro rodeado de varias ruinas y columnas helénicas.
- ¡ESPERA AHÍ, MOCOSO TORPE, ESTAMOS EN UNA ISLA, ¿ADÓNDE PIENSAS ESCAPAR?. DINOS!.- Bramó uno de los Soldados y finalmente el niño tropezó por una de las columnas caídas en el piso. Fue entonces que aquel hombre caminó y lo agarró con fuerza de la cabeza, sujetándolo con su mano grande y pesada, casi como si se tratara de una nuez que fuera a estallar por la presión que ejercía aquella misma.- ¡¿Lo ves?. Ya te pesqué!.- Exclamó victorioso, como si se tratara de un trofeo de cacería.
- ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!.- Gritó el niño, desesperado.
- ¡JAJAJAJAJAJA, MUERE!.- Exclamó uno de los Soldados, uno bastante enorme y bruto, listo para estrellar al chico contra el piso.
- ¡Oigan, hijos de puta, dejen a ese niño en paz!.- Escucharon una voz y se voltearon, allí se hallaba un hombre joven, sus cabellos eran castaños, cuerpo atlético, llevaba unos lentes grandes y de vidrio circular, además de que vestía una camisa roja junto a unos pantalones negros, zapatos del mismo color y que portaba un Diario de tapa roja junto a una Mano Dorada, detalle característico que poseía en sus manos.
- Je, ¿y tú quién eres para que no lo matemos?.- Preguntó uno de los Soldados, el cual mostró una sonrisa burlona y esos dientes puntiagudos.
El castaño no respondió, simplemente se giró hacia el niño.
- Tranquilo, no te preocupes.- Le llevó la calma al joven.
- ¡Oye, imbécil! ¡¿Quién demonios eres?!.- Bramó el Soldado de la guadaña.
En esos momentos, el joven se preparó para combatir, apareciendo con una Cloth/Armadura que disponía de protecciones para el pecho, la cintura, los hombros, brazos, codos, rodillas, tobillos y pies. Posee dos hombreras semicircular unificadas al pecho y a los protectores laterales del cuello, la Cloth además dispone de una pequeña protección que se extiende a lo de la cintura, los protectores de las rodillas además se extienden levemente por los muslos y la piernas.
- "No puede ser...es...es...".- Pensó el niño para sus adentros, viendo a aquel hombre que había venido para salvarlo.
- Imposible, tú eres...- Quedaron aquellos Soldados sin palabras.
- Así es: ¡Yo soy Ford de la Corona Austral!.- Se presentó el castaño de lentes, mientras que tomaba posiciones de combate para enfrentar al enemigo.-
Flashbacks: Allí estaba Ford, en aquella isla, tomando notas para sus "Diarios", los cuales eran de suma importancia, ya que relataban, informaban de los diversos acontecimientos y anomalías que podía toparse un experto como él, había tenido permiso del Santuario para salir y poder llevar a cabo sus investigaciones, pero cuando escuchó aquellos gritos de los Soldados de Armaduras negras y al ver a aquel chico que huía, supo que no lo podía dejar solo, así que les siguió el rastro desde las sombras, hasta llegar a aquel claro.
- Si hay algo que odio más en la vida, a parte de basuras como ustedes, ¡TAMBIÉN ODIO A LOS HIJOS DE PUTA QUE QUIEREN HACERLE DAÑO A UN NIÑO PEQUEÑO, ASÍ QUE DÉJENLO EN PAZ O SUFRAN LAS CONSECUENCIAS!.- Exclamó con furia, viendo a aquellos rivales con un gran odio en sus ojos.
- ¡Jajajaja! ¡HAS SELLADO TU SENTENCIA DE MUERTE, SANTO DE LA CORONA AUSTRAL: ATAQUEN, MUCHACHOS!.- Ordenó el Soldado de la guadaña y se lanzó aquella Compañía al asalto.
- Ustedes lo han pedido.- Sonrió Ford, mientras que iba concentrando su Cosmos hasta llegar a un cierto punto.- ¡TOMEN ESTO: "VENTISCA DE INVIERNO"!.- Exclamó y lanzó una potente ráfaga de viento helado, la cual logró alejar a los rivales y hasta lanzarlos por los Cielos, hasta estrellarse contra el piso y uno de ellos terminó chocando contra una de las columnas helénicas que aún estaban de pie, agrietando la misma y cayendo partes.
Una vez con el camino despejado, Ford fue corriendo para auxiliar al niño, así que se agachó y comenzó a ver si no tenía heridas.
- Tranquilo, vas a estar bien, no te preocupes. No tienes de qué temer, soy tu aliado.- Le dijo con suma tranquilidad, para que no temiera y cuando iba a reconocerlo, un golpe provino detrás de Ford, tirando sus lentes al piso y causando una herida en su cabeza.
- ¡MALDITO SANTO DE LA CORONA AUSTRAL, TE VOY A ARRANCAR LA CABEZA!.- Bramó el Soldado de la guadaña, Ford escupió sangre y tomó sus lentes.
- Quisiera verlo de ti, un bruto que le teme meterse con gente mayor y prefiere lastimar a niños inocentes.- Lo desafió el castaño, mirándolo con desprecio.
- ¡YA ES SUFICIENTE!.- Gritó el oponente y cuando estaba por atacarlo, Ford protegió al niño con su cuerpo, utilizando sus manos para detener la guadaña.
- Ten Fe, niño, todo estará bien, te lo prometo.- Juró el hombre de lentes, quien tenía sus manos ya muy lastimadas por los cortes que le causaba aquella arma blanca.
Justo cuando Ford estaba por ser sobrepasado por aquella fuerza enemiga, a pesar de que ejercía una enorme resistencia, alguien más entró en escena, llamando la atención de los "espectadores".
- Deténganse, patanes.- Ordenó aquella voz seria.
- ¿Quién eres tú?.- Preguntó aquel enorme Soldado, volteándose para ver al misterioso recién llegado y con ello, el viento se hizo sentir, apareciendo una gran cantidad de pétalos de Rosas a su alrededor.
- No tolero ver que un grupo de tontos persigan a un niño que está solo y que encima ataquen a mi amigo.- Dijo aquel joven con mucha seriedad hacia aquellos rivales.- Ford, has hecho un buen trabajo en protegerlo.- Felicitó el encapuchado, el cual comenzó a quitarse aquellas prendas blancas, revelando su figura.
- Ugh...¿Quién es?.- Se preguntó el niño, temiendo de que fuera otro enemigo.
- Tranquilo, es un amigo mío, no temas.- Le tranquilizó Ford, mientras que seguía protegiendo al pequeño, a pesar de estar sumamente herido.
Allí estaba, revelando su rostro detrás de esa capucha blanca, mostrándose serio, enigmático, silencioso, sereno, pero de un gran corazón noble, una Rosa en su boca y el viento que aumentaba su intensidad junto a los pétalos de las mismas: Sus ojos eran de color azul oscuro, mientras que su cabello eran de agua-marina oriental, el cual era largo y con dos mechones que enmarcan su rostro y un fleco que cubre la mayor parte de su frente, su tez era blanca y de rasgos definidos.
- Vengan, ¡yo, Albafica de Piscis, haré pedazos sus malditas vidas!.- Los desafió a los contrincantes, el niño lo miró, aún con lágrimas en los ojos y podía sentirse aquel desprecio que les tenía el peli agua-marina oriental hacia los Soldados de negro.
- "Aunque pone su vida en peligro, quedé fascinado".- Pensó el muchacho para sus adentros.
- ¿Y tú quién eres?. Pareces una chica.- Preguntó uno de los Soldados, de forma burlona.
- Yo si fuera tú, me retractaría de lo que has dicho, estúpido.- Advirtió Ford, ya que podía observarse el semblante serio de Alfabica ante aquellos insultos.
- "¿Por qué una persona tan hermosa como ésta, está en la Tierra?".- Seguía preguntándose el niño con muchas dudas al respecto.
- Jejejejejejejeje, tú cállate, en cuanto terminemos con tu amiga, seguirás tú y viéndote bien, no eres tan hermoso. ¿Qué te parece si jugamos contigo en lugar de ese sucio y torpe niño y tu compañero?. Ciertamente, eso será divertido.- Sostuvo con más burlas aquel Soldado bruto, mostrando sus dientes, la lengua y acercándose amenazante hacia Albafica, el cual mantenía su posición.
El niño temía por lo que podía pasar, sin embargo, Ford no lo pensaba de esa manera, él confiaba en su amigo, mientras que Albafica seguía sin decir nada, pero mantenía la seriedad.
- ¡Oye, oye, ¿acaso te he dejado sin palabras?!. ¡AÚN SI ERES HERMOSO, SOLO ERES UNA HORMIGA, HASTA LUEGO!.- Continuó aquel enemigo con sus burlas, pero ya podía verse la furia de Albafica, quien apretaba con fuerza sus dientes, sin dañar a su Rosa que llevaba consigo.- Jijiji, ¿me ignoras? ¡TE ARREPENTIRÁS!.- Exclamó y le lanzó un poderoso golpe, el cual fue evadido y la capucha de Albafica salió volando, revelando su figura y la Armadura Dorada de Piscis que portaba.
Acto seguido, se preparó para combatir.
- ¡"ROYAL DEMON ROSE"!.- Exclamó el muchacho y lanzó su ofensiva, la cual consistía en todo un "bombardeo" de flores de aquella especie, quienes atravesaron a sus oponentes, haciéndoles gritar del peor de los dolores, como si cientos de miles de Espadas los estuvieras hiriendo de la peor manera.
- ¿Qué...Qué es esto? ¿Qué es este aroma a Rosas?.- Fue la única pregunta que pudo hacerse aquel Soldado, mientras que él y sus compañeros caían muertos al piso, provocando hendiduras y de ahí morían, para que después Albafica se retirara.
- ¡"Rosas Demoníacas"!. Aquellos que inhalan esta fragancia, pierden sus Cinco Sentidos y mueren, es la Rosa Envenenada ¡y ustedes han absorbido el suficiente veneno para acabar con sus corruptas vidas!.- Les explicó el peli agua-marina a aquellos rivales, los cuales aún no habían muerto.
- I...Imposible...esa es una Armadura Dorada...ya entiendo...tú eres el del Veneno...El Caballero Dorado de Piscis, ¿verdad?.- Lo reconoció el Soldado de la guadaña, pero en esos momentos, no obtuvo respuesta de parte de Alfabica, por lo cual terminó por morir junto a sus compañeros y de ahí comenzó a llover.
Ford estaba herido, pero aún así había cumplido un excelente papel en proteger al chico, quien se dirigió con la mirada hacia aquel peli agua-marina oriental.
- ¿No estás herido, verdad?.- Preguntó con tranquilidad en su voz.
- ¡No, muchas gracias, pero su amigo...!.- Respondió el chico, pero vio que Ford se ponía de tranquilo.
- Je, tranquilo, he recibido golpes más duros como Santo de la Corona Austral, estos tipos daban golpes, pero de manteca, jajajaja.- Río el castaño, quien no podía acercarse a su amigo, por cierto detalle que se veía para más adelante.- Muchas gracias, Alfabica, estoy en deuda contigo.- Le agradeció Ford a su amigo.
- No tienes por qué estarlo, Ford, no iba a permitir que esos desgraciados les hicieron a ese niño y a ti.- Dijo, siempre manteniendo esa calma en su voz.-
De ahí, el chico cambió su estado de ánimo, a uno de alegría.
- ¡Yo me llamo Pefuko/Pefko!. Me perdí y después esos sujetos comenzaron a perseguirme hasta que llegó Ford y me protegió hasta tu llegada...Ya veo...¡es la primera vez que veo a un Caballero Dorado y uno de Bronce!.- Exclamó el muchacho con asombro ante aquellos dos héroes que tenía delante de sus ojos.- "¡Los Caballeros que hacen pedazos las Estrellas, que protegen a Athena y resguardan la Paz de la Tierra y de entre todos los Caballeros, están los 12 Poderosos Elegidos para portar las Armaduras Doradas: Los Caballeros Dorados"!.- Reconoció aquellos personajes, mientras que se veía una escena los Santos de Oro junto a la Estatua de Athena y el "Calendario" que los identificaba con sus Símbolos Zodiacales y entre ellos se hallaba Alfabica de Piscis.- ¡Sí, estoy muy impresionado, de verdad eres muy fuerte al igual que el Señor Ford!. Pero de verdad me sorprendió que fuera así, siendo una persona tan bella como una mujer.
- No digas tonterías, parece que no debo preocuparme más por ti. Ya me voy, andando, Ford.- Finalizó Albafica su deber y emprendió la retirada junto a su amigo.
- ¿Eh? ¿Qué? ¿Acaso dije algo que le molestó?. Es que siempre digo tonterías. ¡DISCÚLPEME, ESPERE, POR FAVOR, SEÑOR ALBAFICA, SEÑOR FORD!.- Rogó perdón Pefko, pero cuando se fue extendiendo, intentando alcanzarlos, Ford lo frenó justo a tiempo antes de que hiciera contacto con el agua-marina oriental, además de que éste reaccionó justo a tiempo, alejando la mano del chico.
- ¡NO ME TOQUES!.- Exclamó Albafica al chico, pero algo extraño había ocurrido, cosa que ninguno de los dos dijo nada al respecto.- También deberías irte de aquí, podrían volver a atacarte.- Sugirió el Caballero Dorado y se retiraron en silencio, dejando atrás a Pefko, mientras que bajaba la mirada y la lluvia se mezclaba con sus lágrimas que bajaban por sus ojos hasta sus mejillas, para después terminar en el piso.
- ¿Albafica?.- Preguntó Ford, pero no hubo respuesta.
- "No, seguramente con esto estará bien.- Pensó para sus adentros su amigo.
Finalmente llegaron al Santuario, a las Doce Casas y la primera en pasar era el Templo de Aries y desde la entrada, allí se hallaba Shion, el Guardián de aquel lugar, quien se hallaba reparando unas Armaduras, cosa que se alegró de ver a sus dos Camaradas de Armas regresar.
- ¿Albafica, Ford?. Fue una terrible tormenta, ¿acaban de regresar de una misión?.- Preguntó, yendo a recibirlos.
- Sí, ahora iré a ver al Patriarca. Por favor, Shion, déjame pasar por aquí.- Respondió secamente el joven peli agua-marina oriental y éste se hizo a un lado para que cruzaran el sitio.
En aquel instante, Shion notó algo extraño en su amigo, una herida sangrante en la Armadura Dorada.
- ¡Espera, Albafica!.- Intentó detenerlo, pero no lo escuchó, hasta que tuvo que tomar una decisión y fue tomarlo de la mano.- ¡ESPERA! ¿Te hicieron en esa misión?. Ford, tú estabas allí, dime si es verdad. ¡Mira, se te va a abrir la herida!.- Señaló aquella lastimadura, cosa que no le cayó para nada bien al Caballero Dorado de Piscis, quien se volteó y quedó helado.
- No vi nada, Shion, ni me di cuenta de eso, tienes mi palabra.- Defendió Ford a su amigo, quien estaba en lo cierto.
- No tienes por qué andar respondiendo por mí, Ford. Shion, ¡¿cuántas veces debo decirlo para que me entiendas?! ¡No me toques!.- Exclamó severo el joven hacia el rubio de Aries.
- Así es, Albafica, yo no le temo a tu sangre envenenada.- Dijo Shion hacia su amigo, quien se retiró de allí, caminando y alejándose bajo un manto de tristeza.
Albafica continuó con su camino, dirigiéndose hacia el Palacio en donde se encontraba el Patriarca Sage, antiguo Caballero de Cáncer y uno de los sobrevivientes de la "Guerra Santa contra Hades del Siglo XVI" junto a su hermano Hakurei del Altar, Maestro de Shion de Aries en Jamir. Ford debía volver con su hermano Stan de la Corona Boreal y una vez que se despidieron, el peli agua-marina oriental continuó con su viaje hacia aquel sitio.
Abrió las puertas y caminó por la extensa alfombra roja que terminaba en el Trono de Athena.
- Ohh, Albafica, es inusual que llegues tarde, de todos modos, al parecer cumpliste satisfactoriamente con tu misión de suprimir a los Espectros del Norte de Europa: Buen trabajo.- Felicitó el Patriarca con una sonrisa al joven por haber solucionado aquel asunto pendiente, sin que pudieran verse sus ojos que estaban cubiertos por el Casco Dorado.
- Si, Patriarca, no tengo palabras para disculparme.- Ofreció sus disculpas el muchacho, quien se arrodilló ante él, en muestra de respeto hacia la posición que ocupaba.-
- Luces pálido, ¿sucedió algo?.- Preguntó Sage con preocupación en su voz.
- No.- Respondió el joven, ocultando lo ocurrido.
- Entiendo.- Comprendió Sage la decisión que había tomado el Caballero Dorado.- En ese caso, tengo una tarea más que encomendarte junto a Ford de la Corona Austral.- Dio a conocer la misión que le tenía preparada.
- ¿Qué es?.- Preguntó Albafica, alzando la vista.
- Conoces a los Curanderos de la Isla.- Dijo el Patriarca.
- ¿Se refiere a la Isla que está en las costas cercanas al Santuario?. Es la Isla que reúne las Artes y Curanderos que sanan todas las enfermedad incurables, la Isla también posee una gran cantidad de hierbas medicinales, utilizadas también en el Santuario y en la Isla de Rodorio.- Dio a conocer Albafica aquella información, mostrándose escenas del lugar y su flora junto a un misterioso personaje de túnicas blancas, guirnaldas naturales, flores y una gran multitud que le agradecía por sanarlos.
- Así es, ahí vive un hombre llamado Luco que cultiva hiervas medicinales a las que ninguna enfermedad fatal puede resistirsele. Se dice que ese hombre está repleto de la Benevolencia de los Dioses.- Alegó el Patriarca, cuyo tono se iba poniendo serio.
- Hiervas que curan cualquier enfermedad, ¿existe un hombre así?.- Preguntó Albafica, alzando la mirada y poniéndose un poco de pie.
- Sin embargo, Albafica, ¡comienza a brillar una Estrella del Infortunio en la Isla de ese Curandero!.- Advirtió Sage, viéndose una imagen del Firmamento Nocturno y del brillo de aquella Estrella Maldita.
- Podría ser el Ejército de Hades.- Teorizó el muchacho.
- Partirás por la mañana junto a Ford, si pasara algo en esa Isla, no solo afectaría al Santuario, sino también a sus alrededores: ¿Irás, Albafica?.- Mostró Sage sus preocupaciones y de ahí lanzó su pregunta.
- ¡SÍ!.- Exclamó el joven con determinación y se puso de pie.
Después de aquella reunión y con Ford como compañero, Albafica volvió a los Jardines del Templo de Piscis, en donde tenía a sus flores, cuyos pétalos eran movidos por los vientos, una serie de ruinas se alzaba allí y también una advertencia escrita en griego que decía "Prohibido acercarse", ese era el sitio donde el Santo de Oro llegó y comenzó a caminar, para después detenerse frente a unos Arcos que habían allí.
- "Este Jardín no ha cambiado nada, es un lugar en donde no hay nada más que mis Rosas Envenenadas. Sin nadie, sin aves, sin insectos, sin ninguna otra planta. No se permite la coexistencia con otros organismos, solo un aroma ahoga este lugar, igual a la sangre que corre en mi cuerpo, pero es el único lugar al que puedo regresar".- Pensó Albafica, mientras que caminaba hacia un sitio que él conocía, viéndose una escena de lo ocurrido con Shion en la Casa de Aries y de ahí lanzaba una de sus Rosas que quedó atravesando una de las columnas griegas y de ahí se detuvo ante una casa abandonada junto a una lápida que tenía escrito un nombre como epitafio.- Aún estoy con las misiones, Maestro Lugonis. Nunca podré olvidar sus enseñanzas, sus técnicas, su soledad, jamás lo haré, ¡ya que ese es el orgullo de Piscis!.- Hizo su promesa ante su antiguo Maestro, dando a conocer que jamás se rendiría.
Aquí concluye el primer capítulo. Estos Gaiden son muy cortos, pero también muy buenos, así que a prepararse para el viaje que tendrán Albafica y Ford hacia la "Isla del Curandero", ¿qué clase de peligros acecharán allí? ¿Volveremos a ver a Pefko?. No se lo vayan a perder en el próximo capítulo, cuídense y que tengan un buen comienzo de semana para todos.