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Mi Hermosa Criatura Marina
Por Ladygon
Capítulo 9: Cumpliendo la profecía.
Entraron a un edificio de corales. No tenía explicación para la estructura, su cerebro parecía de gelatina, porque todo era tan fantástico como esos cuentos de niños, pero ni esas historias le hacía justicia a lo que estaba viendo y experimentando. El interior, hacia el centro, estaba lleno de luz, haciendo los colores intensos, luminosos, tan bellos. Dean no sabía dónde mirar con toda esa estimulación. Fue cuando dio cuenta, que un grupo de criaturas marinas los venía siguiendo, sintió un poco de miedo de esto.
Cuando ya se dio cuenta, estaba frente a un trono y tenía a un tritón con barba sentado en él. No se veía tan imponente como pensaba que se vería el dios del mar Neptuno. Al contrario, la barba era corta y desordenada, al igual que su cabello. Además, era pequeño y desgarbado.
—Bienvenido, hijo. Me sorprende verte, en especial con… ya veo, tu pareja —dijo el dios.
—Él es Dean, un humano.
Se escuchó una exclamación de sorpresa en coro. Murmullos generalizados, el rey tuvo que mandarlos a guardar silencio. Castiel se mantuvo impávido y Dean tragó saliva, casi raspando su garganta.
—Arriesgaste mucho por él ¿Valió la pena? —preguntó su padre.
—Sí, padre.
—No hay más qué decir, salvo darte mis felicidades por lograr lo que nadie pudo. Comenzaremos la ceremonia en unos momentos.
Unas sirenas los rodearon con hermosas algas, que pusieron a su alrededor. Dean quería que lo cubrieran, en especial sus partes nobles desnudas, pero no lo hicieron. Solo rodearon sus pies.
—¿Qué ceremonia? —preguntó Dean.
—La ceremonia de unión —dijo Castiel.
—¿Nos casaremos?
—Algo parecido.
La sonrisa fue de los dos. Algo divertido y delicioso a compartir en ese mundo marino. El palacio de corales y conchas marinas estaba repleto de criaturas de todos los tipos, pero no había tantas sirenas o tritones como pensó Dean, quizás unos quince, quienes tenían a su lado un delfín o un tiburón, un pulpo u otra criatura marina. Todas esas especies se postraron ante el rey. Un sonido maravilloso pobló el ambiente, una música diferente a toda la escuchada antes, sus oídos sensibles lo captaban.
El tinte de ceremonia apoteósica fue dada, por las conchas marinas en forma de trompeta, las cuales fueron tocadas al unísono por dos filas de tritones. Eso es lo que vieron ellos, arriba en la superficie del océano, el mar adquirió un tono azul demasiado bello.
En todas partes del mundo el mar quedó en calma y las criaturas oceánicas se replegaron a las profundidades, desapareciendo de las costas o alrededores. Ese día, ningún pez fue atrapado, tampoco ningún marisco, ninguna ballena o ninguna criatura. Ese fenómeno marítimo tenía a los humanos preocupados, ya que esa calma no era normal, incluso las olas dejaron de golpear y el mar parecía un gran lago tranquilo.
Las compañías navieras estaban al tanto de este fenómeno por los cables de los telegramas, pero las personas comunes ignoraban este fenómeno. Ninguna nave salió de ningún puerto ese día. Algunos hombres de mar quedaban, mirando como hipnotizados las aguas y el color del cielo. Debía darles miedo, pero no.
Sam veía desde su casa el tumulto de personas, dirigiéndose al mar. Así que salió a ver.
—¿Qué pasa cariño? —preguntó Jessica con el bebé en los brazos.
Ella lo siguió en silencio y pronto vieron lo que sucedía. Quedaron en esa posición junto con los demás.
Dean observaba todo abrumado desde que llegó ahí, pero comprendía lo que estaba sucediendo y deseaba esa unión de forma natural. No veía otra forma de vida, sino era al lado de Castiel. Él era su mundo, ahora y si este mundo era el que le estaban presentando, pues lo adoptaría como propio. El sentimiento profundo no lo racionalizaba de esta forma, solo sentía.
Las trompetas dejaron de sonar y un ruido ensordecedor llenó el ambiente. Peces de colores traían una larga alga de color rojo brillante, oscilando en el agua. El rey alzó los brazos hacia ellos y los peces de colores envolvieron con el alga a ellos dos en forma de unión. Los envolvieron por completo de la cintura para abajo para alivio de Dean, quien por fin se vio cubierto de alguna manera. Los peces mantenían los extremos de cada lado. La música seguía en el aire con melodiosa sinfonía. El rey comenzó a hablar.
Dean no comprendía el idioma, pero lo sentía. Sentía que era bueno, lleno de promesas.
—Debes repetir las frases que dirá a continuación mi padre —le dijo Castiel.
—Haré el intento.
Castiel le sonrió con dulzura, lo cual fue correspondido. Los sonidos volaron y el trató de reproducirlos lo mejor que pudo. Sonaban divertidos, pero tenían un significado bastante profundo, eso lo entendía. También fue una revelación que pudiera hacer esos ruidos tan extraños, al parecer, podía hablar el idioma del océano y eso lo hizo feliz.
Todos los pececitos y los presentes estaban atentos a la ceremonia. Era algo muy lindo donde los colores se mezclaban con una belleza brillante, como si el sol hubiera bajado del cielo y estuviera sobre ellos y no a miles de millas marinas arriba.
Sintió una felicidad muy grande e incluso tuvo la certeza de que Castiel también era feliz en ese momento con lo que estaba pasando en ese lugar. Unas coronas de coral fueron colocadas en sus cabezas. Las criaturas marinas aplaudieron y el rey los felicitó.
—Ahora, las consecuencias de tu éxito, porque tuvieras éxito o fracasaras, tendrías consecuencias. No temas, son consecuencias buenas —dijo el monarca con misterio.
Las manos del monarca emitieron brillitos extendidos por el mar. Las criaturas marinas al lado de las sirenas y tritones comenzaron a iluminarse por completo con una luz azul hasta desaparecer su silueta y transformarse en una silueta de sirena. Así un delfín, al lado de un tritón, se convirtió en una sirena; un pulpo al lado de una sirena se convirtió en un tritón; un tiburón en tritón al lado de otro tritón; un pez espada en sirena al lado de otra sirena. La forma como reaccionaban con besos y abrazos decía que eran parejas. Todas las parejas marinas dispares con criaturas marinas que no eran ni sirenas o tritones, sino animales o peces, se convertían en sirenas o tritones. Dean quedó tan impresionado con esto, que no se dio cuenta cuando comenzó a iluminarse también.
Al terminar la luz miró extrañado a Castiel, quien le dio una sonrisa muy bella. Entonces miró sus piernas y se dio cuenta de que ya no las tenía. En vez de eso, tenía una hermosa cola de pez jaspeada con tonos verdes brillantes. Dean miró impresionado la cola, pero no solo era eso, porque podía ver y escuchar a su alrededor, entender como si fuera su casa.
—No se preocupen hijos míos —dijo el rey—. Podrán cambiar a sus formas originales cuando lo deseen. Así fue la profecía.
Todos felices y las parejas muy efusivas, porque se notaba que habían sufrido algún tipo de obstáculo infranqueable. Por supuesto fue así. Al parecer las criaturas marinas, todas ellas en espécimen, tanto femeninas como masculinas, tuvieron ese problema y lo solucionaron en ese momento de la ceremonia. Tuvo la sensación de que esperaron miles de años para eso o quizás más.
—Castiel, lo logró, dónde otros fallaron —dijo el rey—. Hubiera preferido que no se arriesgara, ya he perdido muchos hijos por una causa que desechamos hace mucho. Desde ahora, una nueva era comenzará y repoblaremos el mar con nuestra especie. Celebremos este momento con orgullo.
Los cantos y bailes no se hicieron esperar. La felicidad estaba en el lugar con cada una de las criaturas. Las algas juntaron a la pareja frente al altar del rey, ellos se besaron mientras todos a su alrededor daban vítores de alegría.
Dean supo que ahora debía su futuro a Castiel. Estaban casados por las leyes de su nuevo mundo, ya que ahora era su mundo. Lejos de estar asustado por su nuevo estatus, estaba muy emocionado. Dentro de su corazón sabía que esto es lo que siempre deseó y no podía creer en el milagro de todo lo vivido con esa bella criatura.
El baile marino comenzó y las criaturas, junto con sus parejas transformadas en sirenas y tritones, siguieron el ritmo de las conchas. Danzaban al unísono unos con otros. Dean y Castiel se unieron a la danza, flotando en el agua. El baile fue maravilloso y pudo conocer a muchos de los parientes, hermanos de Castiel. Ellos vivían todos en ese lugar muy felices desde épocas milenarias.
Dean pudo hablar con su suegro. El dios de ese mundo. Ahí se enteró de algo inquietante.
—Exacto, yo dije eso —continuaba explicando a Dean sobre su discurso en la boda—. Lo dije, porque estamos al borde de la extinción, pero existía una leyenda, donde un hijo mío logra conquistar el amor de un humano, quien lo lograra, tendría grandes felicidades para él y para nuestro mundo. Varios lo intentaron, pero todos fallaron. Las consecuencias de sus fracasos, cobraban sus vidas y golpeaban al mundo terrestre con calamidades globales. El diluvio universal fue uno de estos.
Dean sintió erizarse la piel.
—¿Quiere decir que si no volvía con Cas, él hubiera muerto?
—Exacto, Castiel estaría muerto. Si no hubieras correspondido a su amor, siguiéndolo al mar, catástrofes terribles hubieran sucedido en el mundo terrenal.
—¿Cómo cuáles?
Le daba miedo preguntar, pero ahí estaba la pregunta sin tener idea de lo que significaba.
—Cataclismos planetarios, tales como diluvios, lluvias de fuego, cambios climáticos, hundimientos de continentes, etc. La última vez se hundió la Atlántida.
—¿La Atlántida? ¿No era una isla? —preguntó Dean.
—Un continente humano.
—¡Demonios! Eso no es bueno.
—No, no lo es. Sobre todo, porque perdería a mi hijo.
Dean sintió la necesidad de abrazar a Castiel y no soltarlo nunca más.
—Cuidaré muy bien de su hijo, lo prometo.
—Lo sé. El que estés aquí es la prueba viviente de que honrarás tu promesa.
Dean sonrió, se sintió feliz con aquella verdad mística. Seguiría a Castiel al fin del mundo y vivirían una vida llena de felicidad compartida. Castiel le sonrió en respuesta y siguieron disfrutando de la fiesta en su honor.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó Dean.
—Lo que tú quieras.
Dean pareció pensarlo un momento.
—¿Qué te parece si nos vamos de Luna de Miel a la isla donde nos conocimos?
Castiel sonrió hermoso.
—Es una gran idea.
El sol era cálido ese día, el mar delicioso. La mente de Sam voló hacia su hermano y Castiel. Recordó ese día tan especial, hace dos meses, cuando el mar se volvió mágico sin asustar con el fin del mundo, cuando todos los lugareños quedaron hipnotizados, viendo el fenómeno tranquilo, cuando las criaturas marinas se fueron para volver al día siguiente. Ese día tan especial, Sam supo que un acontecimiento maravilloso se gestó en el fondo del mar. Debía estar relacionado con esos dos, porque cuando llegaron las noticias de que su hermano y Castiel habían muerto, él no las creyó, pero sí, creyó que simplemente, no podían morir ahogados. Castiel era un tritón, los tritones no mueren ahogados y Dean estaba junto a él. Todavía debía estar con él. Ese día, fue cuando se unieron esos dos. Sonrió al recordarlo mirando el mar. Su hijo en sus brazos tocó su boca.
—¿Qué miran? —preguntó Jess.
Estaban los tres en la playa, disfrutando de un paseo en familia. Sam seguía con el bebé en sus brazos.
—Veo a Dean y a Castiel. Están felices juntos —dijo Sam.
Jessica sonrió con orgullo y acarició la espalda de Sam.
—¡Claro que sí, amor! —respondió.
No estaban equivocados. Justo en esa dirección, pero a miles de kilómetros, había una isla tropical con dos tritones, quienes estaban de Luna de Miel.
—Debemos programar mi período de ovulación —le dijo Castiel.
—¿Período de qué? —preguntó Dean confundido.
—Es como nos reproducimos. Las ballenas se reproducen como los humanos y nosotros como los peces ¿Entiendes?
—Este, no, ¿no somos machos?
—No, no lo somos.
—¿Cómo qué no? Yo vi sirenas mujeres, digo, femeninas.
—Sé que es un tanto confuso para ti. Somos tritones y podemos reproducirnos.
Dean tenía muchas dudas al respecto. Estaba tan confundido que Castiel rio antes de darle un beso. Era mejor decirle después los detalles, como el hecho de que Dean debería empollar los huevecillos o que también tenía la capacidad de ovular.
Por el momento, disfrutar la Luna de Miel sin mucha información, quizás era lo mejor en estas circunstancias. Después de todo, eso le funcionó para conquistar el corazón de su amado humano.
Fin.-
Hola a todos, gracias por seguir la historia y los que comentaron. Siempre quise escribir una historia de sirenas y me alegra haber terminado. Espero les guste.