Los personajes de Ranma ½ no me pertenecen.

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Pero si lo fueran muchos personajes secundarios serían retomados.

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Fantasy Fictions Estudio

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Presenta:

Una historia creada por el reto de Halloween 2018:

De Aoi Fhrey:

Tú y Yo

Nota previa:

Esta es una línea divergente del episodio de anime Akane está en el hospital.

Parte uno: El día más inesperado

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Las personas tienen una escala para medir los malos incidentes en su vida y va más o menos así:

Mal momento, mala mañana, mal día, mala semana, mal año o una interminable agonía sin final. Esta última marca en la escala es un tanto melodramática pero es lo que llamaríamos normal si tienes la «fortuna» de llamarte Hikaru Gosunkugi. Pero incluso una persona acostumbrada a las desgracias tiene su límite para soportar. Con todo lo que pasó estos días fue necesario añadir una nueva marca al medidor y la llamé: peor que la miseria.

Fue una de mis peores rachas y como de costumbre tenía tres opciones para lidiar con mi miseria: número uno quejarse y lloriquear a media voz, dos maldecir al culpable de mis desgracias cof, Saotome cof, o tres mantener los gimoteos al mínimo y la cabeza baja para no molestar al Kami que tenía por pasatiempo hacer sórdida mi vida que quisiera añadir algo más.

Sí, eso era lo mejor, agachar la cabeza y no tentar a la mala suerte porque de un modo u otro siempre podía ponerse peor.

Ahora todo lo que quería era llegar a casa sin ningún hecho desagradable, bueno eso y tal vez encontrar un poco de sopa para cenar. Todo el mundo decía que la comida de los hospitales era muy mala, pero solo hasta ahora pude comprobar que los rumores eran ciertos. Fue un simple resfriado mal cuidado lo que me llevó a ese lugar pero como siempre todo se complicó y terminé con una «ligera» pulmonía. ¡Ja! De ligera no tenía nada, días de intenso frío, de dolor en cada parte del cuerpo, sentir la cabeza como si estuviera rellena de plomo caliente y las enfermeras fingiendo ser amables mientras me lanzaban a una tina llena de agua con hielo, eso no es algo que llamaría «ligero».

Y para colmo de males tuve que pasar por todo eso solo. Papá no me había visitado una sola vez durante esos días de miseria —anciano egoísta— pensé de nuevo con una pizca de amargura. ¿Acaso el mismo no había descuidado su salud persiguiendo sus propios objetivos y sueños? Casi podía escuchar sus toscas palabras en la cama de hospital el primer día: «Esto te lo causaste a ti mismo muchacho, yo no voy a mimar tu estupidez».

Aunque tenía que reconocer que «tal vez, solo tal vez» fui demasiado lejos en esta ocasión. El plan era sencillo: Akane estaba tan linda como siempre, era un bello ángel practicando en la barra de equilibrio y yo solo quería un par de fotografías que capturaron ese momento perfecto. ¡Pero no!, ¡Siempre se complicaba algo! Tenía que llegar ese bruto de Saotome y arruinarlo todo. Fue su culpa que el flash de la cámara deslumbrase a Akane y la hiciese caer.

Mi hermoso y perfecto ángel estaba lastimado por culpa de Saotome. ¡Siempre era culpa de Saotome! Una justa venganza en nombre de Akane era lo adecuado.

Pero yo sabía que al enfrentar a Saotome tenía tantas posibilidades de ganar como un barco de papel frente a una aplanadora. Nada, niett, ni de broma en este universo. Lo mejor era buscar rutas alternas para derribar a esa pared de músculos sin cerebro.

La magia me ayudaría en esta venganza. El hechizo de las muñecas causaba muy poco dolor. Y esa fue la causa de que no afectarán a ese bruto que se interponía en mi felicidad. Pero si fuesen muchas muñecas Saotome no podría hacer nada. Sería como un pobre conejo enfrentando un furioso panal de avispas.

Y con justa ira salí hacia el pequeño bosque detrás del Furinkan. La sola imagen de mi Akane lastimada me dio el impulso para clavar muñecas de paja durante toda la noche, sin importar el frío, el hambre o el cansancio.

El lugar quedó completamente cubierto de muñecas, fue tan perfecto que ya casi podía escuchar al canalla de Saotome gritando de dolor ante mi justa venganza.

Estaba tan feliz que ni sentí los primeros escalofríos en la espalda.

Al día siguiente Saotome se fue temprano de clases, seguramente el dolor lo obligó a marcharse antes. Me reí mentalmente de su pobre intento para fingir preocupación por Akane.

El broche de oro para mi venganza sería visitar a mi ángel en el hospital para decirle que había castigado al culpable de su dolor. Con eso ella vería el alcance de mi amor, Akane me vería por fin y las cosas irían por el camino correcto.

«Pero hacía tanto frío durante las clases».

Camino a visitar a Akane ya no podía ocultarlo más, estaba irremediablemente resfriado, el inicio de mi vida feliz estaba tan cerca, pero mi cuerpo se negaba a cooperar. Solo un poco más y ella descubriría mi amor.

Al final no pude llegar, me desmayé a unos pocos metros de ella. Luego de eso me llevaron a un hospital diferente a bajarme la fiebre a punta de baños de agua helada. ¿Por qué hacían tanto escándalo por un resfriado? Me trataron como un alfiletero humano y no me quedó más remedio que soportar la lastimera mirada de las enfermeras, me molestaba ver sus miradas tristes, pero me dolía más la soledad porque nadie me visitó mientras recuperaba un poco la salud.

A Akane, la visitaron los compañeros de clase e incluso ese cavernícola de Ranma, a mi nadie.

Solo en esta apestosa cama, hasta que las diablesas con uniforme rosa decidieron que era tiempo de sumergirme en agua helada o llenarme de agujas.

Y durante esos días nadie vino.

Pero incluso la peor de las miserias llega a su final y me sentí lo suficientemente bien como para dejar el hospital. Salí sin despedirme de nadie, para los doctores y enfermeras yo solo era una molestia.

Libre en la calle pensé un poco en la oportunidad perdida, si hubiese aguantado un poco más, la misma Akane me habría cuidado en el hospital. Pero hoy no estaba de humor para soñar con una amorosa Akane dándome sopa a cucharadas, todo lo que quería ahora era la sopa.

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Tan concentrado estaba en la sopa por venir, que casi no noté al nervioso hombre de mediana edad a mi lado. Pero, al ver sus nerviosos gestos con cuidado pude reconocer a un espíritu hermano, era otro valiente guerrero contra la mala suerte. El sujeto daba constantes miradas hacia ambos lados de la calle, casi como si esperase a que una furiosa turba apareciera en cualquier momento a buscarlo, el hombre caminó hacia la otra esquina como si esperase que una puerta apareciera de la nada.

Yo reconocí los síntomas de inmediato: el hombre estaba asustado.

Ese temor llamó mi atención, ese sujeto estaba tratando de escapar de algo o alguien. «Así son las cosas» —pensé— «Sin importar la edad que uno tenga siempre existirá un cavernario tratando de molestar a una inocente víctima». El ver a ese sujeto tan cerca de problemas me motivó a ayudarlo. O por lo menos intentarlo. Mientras el asunto no se pusiera feo, yo lo ayudaría.

—¿Disculpe?, ¿Necesita ayuda?—le dije tratando de usar mi tono de voz más tranquilo.

El hombre se sobresaltó un momento; pero al verme se relajó visiblemente. Luego dijo:

—Gracias por la oferta—dijo el hombre con una sonrisa tensa y añadió—: pero no creo que puedas hacerme llegar a la calle de Midori Nitama sin usar la avenida principal o «cualquiera» de esas tres calles laterales. ¿Verdad?

Una pequeña sonrisa me llegó a la cara, por fin un poco de buena suerte aunque no fuese para mí. Este era mi vecindario, mi territorio y conocía como nadie las rutas secretas para evitar a los matones que siempre buscaban el dinero de mi almuerzo. Lo que pedía el hombre como ayuda era perfectamente posible. De hecho solo yo lo podía lograr.

—Sé la forma de llegar a donde quiere sin ser visto—respondí con calma y añadí—: pero tendremos que dar algunos rodeos y ensuciarnos la ropa un poco.

El hombre me miró un momento como si no lo pudiese creer, pero la verdad se me notaba en toda la cara. Podía hacerse, era tan simple como eso.

El hombre me sonrío como a una cuerda de salvación y dijo:

—Te sigo.

El trayecto fue un poco lento al inicio ya que el sujeto miraba en todas direcciones como si esperase una trampa. Pero al salir del primer callejón pude ver que se calmaba lo suficiente y se animó a hablar.

—¿Cómo descubrió este camino?… emm—el hombre parecía un poco avergonzado por no saber el nombre de su potencial salvador.

—Hikaru Gosunkugi— le dije con calma, mientras ambos entrabamos a una tienda de conveniencia por la entrada principal.

Al salir por la puerta de empleados de la tienda hacia un nuevo callejón, el hombre estaba más confundido por la forma en que entramos y salimos sin ser notados.

—No nos vieron.

—No, la gente no suele notarme mucho, puedo ir y venir a muchos lugares si lo necesito—al ayudarlo a subir por unas escaleras metálicas expliqué un poco más—: no siempre me ayuda a escapar de los brutos que quieren mi dinero del almuerzo o solo golpearme, pero a veces puedo ser invisible.

—Es más como una sombra diría yo, Hikaru-san—respondió el hombre con una diminuta sonrisa y un curioso brillo en los ojos.

Un elogio por mis talentos. Fue la primera persona que fue genuinamente me dio un cumplido en mucho tiempo.

Lo guié en silencio el resto del camino y aunque la ruta «secreta» incluía varias vueltas y pasar por detrás de varias máquinas expendedoras de refrescos, al fin llegamos a la calle que él quería.

—Casi no puedo creerlo, pero es cierto—dijo el hombre de mucho mejor humor y luego añadió sonriendo—: estoy Midori Nitama justo donde necesito.

Vi al hombre buscar en sus bolsillos hasta sacar un par de billetes que me entregó sin mirar.

—Sé que esto no compensa su esfuerzo y ayuda Hikaru-san, pero encontraré la forma de hacerle llegar mi verdadero agradecimiento si me deja alguna información de contacto.

El dinero me parecía más que suficiente, pero aun así escribí mi nombre y dirección al reverso de una tarjeta de presentación que me dio; resultó que el hombre se llamaba Tanaka y trabajaba en un lugar llamado Ideal GF.

—Fue un placer ayudarle, Tanaka-san.

Luego de un par de reverencias cada quien se fue por su lado.

El encuentro aunque raro no fue una novedad importante y durante mucho tiempo me olvidé del hombre.

Pero cuando «algo» me salía bien el universo tenía que conspirar para aplastar mis esperanzas de nuevo.

Al llegar a casa en lugar de una cena o un mísero té caliente de bienvenida en la mesa me encontré a papá sentado frente a una colección de objetos muy familiares, sin darme tiempo para abrir la boca dijo:

—Hikaru, ¿puedes explicarme la razón de estos objetos en tu habitación?

Sobre la mesa estaban: uno de los disfraces de Akane, una mala copia de libro de Necronomicon (la portada con el corazón lleno de gusanos no ayudaba mucho para adivinar el contenido del libro), varias muñecas vudú y como remate las fotografías de Akane usando el leotardo que inició mi vista al hospital.

Me quedé callado un tiempo tratando de pensar en cómo explicarle a papá que solo eran herramientas para ganar al amor de mi vida, solo algo para nivelar el terreno de juego contra los cavernarios que trataron de robarme mi felicidad. Todo junto se veía un poco raro, bueno, bueno, muy raro. Pero todo el asunto tenía sentido si lo hablabas correctamente. Hacerlo breve era como tratar de explicarle a una persona que no sabía nada de manga el capítulo 80 de una obra de Takahashi, difícil mas no imposible. De acuerdo aquí vamos…

—Desde que murió tu madre—empezó papá—los Kami saben que he tratado de darte lo mejor que he podido. Pero esto es mucho para manejar. El descubrir que mi hijo es un travesti-adorador de demonios y acosador de compañeras de clase. Es simplemente más de lo que cualquier padre puede soportar.

—Es solo…—traté de explicar.

—Si solo fuera el asunto de vestirte como mujer podría hacer algo. ¡Pero no con toda esta masa de aberraciones juntas! ¡Qué demonios tienes en la cabeza!

Y papá empezó a gritar y gritar. Al principio traté de explicar, pero de nada sirvió. Solo se fue dando un portazo sin escuchar nada.

Desde ese día comencé a vivir solo, aunque los dos compartimos el mismo techo no me dijo una sola palabra. Era un revés muy malo, pero cuando mi padre conociera a Akane las cosas comenzarían a mejorar, podía explicarle y él entendería. La casa se llenaría con la risa de Akane, papá no podría evitar sonreír, entonces haríamos planes, visitaríamos lugares y sería un hogar de nuevo y no una vivienda solitaria.

Sería un verdadero hogar.

0-o-0

El tiempo pasó algunos planes fracasaron y otros casi resultaron; eso de la armadura pudo salir mejor. Pero con todo y la enorme cuota de fracasos nunca deje de intentar conseguir mi felicidad.

Lo extraño inició cuando Akane y Saotome dejaron de ir a clases. Al ir a la casa de Akane descubrí que ella y la pandilla de cavernarios habían viajado a China.

Luego de eso ocurrieron algunos desastres como una boda fallida (uf, de la que se salvó Akane) y después de eso… Akane simplemente desapareció. Busqué y busqué pero no hubo ni rastro de ella.

Los días se volvieron aún más sombríos y grises por no tener ni siquiera una meta para mejorar, y luego día como cualquier otro… alguien llamó a la puerta. Al abrir me llevé el susto y la sorpresa de mi vida.

Tenía tres visitantes, dos hombres de mediana edad desconocidos y un tercero que reconocí de inmediato a pesar de estar sentada en una silla de ruedas.

«¡Akane!»

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Continuará…

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¿Qué sucedió con Akane? ¿Qué hace en la casa de Gosunkugi?

Para obtener algunas respuestas y más no se pierdan el siguiente capítulo.