Lumière de l'aube

Marinette enarcó una ceja al escuchar Be my baby the The Ronettes sonar a todo volumen mientras ellos se alejaban lentamente del barco. Por alguna razón le picó en la nariz que Alya estaba detrás de esa elección.

Siguió silenciosamente a Adrien por la calzada de piedra. No se estaban alejando demasiado, pero sí lo suficiente como para que Marinette no parara de preguntarse qué estaba pasando. De entrada pensó que quería que salieran del barco por el ruido, para poder hablar sin forzar demasiado la voz, pero ahora se preguntaba si había otro motivo. El rictus serio de Adrien parecía ir directo a la segunda opción. Se escondieron tras las escaleras de piedra que daban acceso a las calles, ocultos de las miradas indiscretas del Liberty. Al escuchar los silbidos, Marinette adivinó la clase de preguntas que les estarían esperando al volver al barco.

En ese escondrijo apenas les daba la luz anaranjada de las farolas, así que no podía ver con claridad a Adrien. Sin embargo, pudo apreciar su expresión taciturno y ansioso. Pestañeaba mucho y parecía desconcertado. No ser la única que siempre se ponía nerviosa fue un alivio para Marinette.

—¿Te apetece bailar?— preguntó Marinette en voz baja, estaban lo suficientemente cerca del barco para que aún pudieran escuchar la música.

—¿Cómo? —preguntó Adrien desconcertado—. Sí, claro.

Adrien se acercó a ella, rodeando tímidamente su cintura con las manos. Marinette rodeó su cuello y empezaron a bailar lentamente, más de lo que pedía el ritmo de la canción, pero a Marinette poco le importó.

—Me encanta esta canción.

—¿En serio?

—¿A qué viene esa cara de sorpresa?

—No sé, siempre me ha dado la impresión que eres de música más actual, Mari. Tipo Clara Nightingale.

—Y me gusta, pero eso no quiere decir que no me gusten otras cosas.

—Me dices que te gustan los vestidos pin-up y me habría sorprendido menos.

—Y me gustan, son preciosos.

—Deberías diseñar uno entonces, te quedaría maravilloso.

—Podría probar, aunque tendría que buscar modelo. Normalmente diseño usándome a mí como modelo, pero en este caso…

—Quería decir… —comenzó a decir Adrien, sonrojándose y agradeciendo que estuvieran suficientemente a oscuras para que no fuera obvio—, es que estarías preciosa con un vestido así.

—¡O-oh! Gracias —contestó Marinette avergonzada y con las orejas ardiendo. Mentalmente apuntó que tendría que ponerse a diseñar en cuanto tuviera un momento libre—. Bueno, ¿qué es, en fin, qué querías decirme?

—Sí, yo, he estado pensando…

Marinette lo observó, expectante. Adrien se mordió el labio, planteándose por décimo quinta vez cómo decir aquello.

—¿Adrien? —preguntó Marinette preocupada—. La que suele quedarse en babia soy yo —añadió con humor, inquieta por la extraña tensión que había entre los dos.

Adrien carraspeó, nervioso y con la tensión punzándole la garganta. Miró a los ojos a Marinette, quedándose absorto en aquella mirada azul tan profunda y amable. Le confundía como un breve vistazo a los ojos de Marinette podía afectarle tanto, como si una gota de felicidad cayera en su corazón, expandiéndose por todo su cuerpo cual ondas. La sensación hormigueante en su piel solo le recordó que había tomado la decisión correcta.

—Sí, yo, la verdad… Marinette, tú sabes que te aprecio muchísimo, ¿verdad?

—Creo que sí.

Adrien frunció el ceño y dejó de bailar.

—¿Crees que sí? Marinette, eres una de una de las personas más importantes de mi vida, eres la primera amiga que hice.

Marinette musitó un "oh" triste y mudo. Inconscientemente, le acarició el cuello a Adrien en un roce amable.

—Tú también eres un gran amigo, Adrien —admitió Marinette con una sonrisa melancólica—. Siempre puedo contar contigo.

Adrien tragó nervioso.

—De lo que te quería hablar es… ¿Y si ya no te veo solo como una amiga?

—¿Qué soy entonces? ¿Tu mejor amiga? Nino se pondrá celoso —comentó Marinette con humor.

—No es como si solo pudiera tener un mejor amigo —comentó Adrien por lo bajo—, pero eso no viene al caso. No, lo que yo quiero decir es que… Yo te aprecio muchísimo, desde que te conocí. Cada día he podido ver un pedazo de ti que desconocía y eso me ha hecho quererte más y más.

Adrien inspiró hondo, sintiendo la sangre latiendo fuertemente en los oídos tras haberlo dicho, pero ante la mirada atenta de Marinette supo que el mensaje no le había llegado como él había querido.

Tomó las manos de Marinette de su cuello, apartándolas gentilmente para estrecharlas entre las suyas.

—¿Entiendes lo que quiero decir?

—Yo también te quiero mucho Adrien —respondió Marinette, aunque sintió que estaba diciendo una mentira. En el fondo no lo era, claro, quería a Adrien intensamente, pero sentía que le estaba mintiendo al confesar unos sentimientos que no eran por los que él le había preguntado. Era un secreto culposo.

Marinette sintió que el corazón le latía tan fuerte contra su pecho que era doloroso. Era terrible lo fácil que podían engañar las palabras y lo sencillo que era ilusionarse. Le estaba costando toda la racionalidad de su mente no adelantarse como siempre hacía y malinterpretar las palabras de Adrien.

—Me gustaría saber si me quieres de la misma forma en que yo te quiero a ti, Mari.

Entonces, Marinette volvió a clavar la mirada en Adrien con el susto arrebatándole un latido. La tensión de su cuerpo fue tan obvia que Adrien se asustó.

—No, Marinette, no, por favor, no te asustes. No te enfades, yo no… —comenzó a decir Adrien, frotando tiernamente las manos de Marinette—. Yo no quiero ofenderte. Solo quiero ser sincero contigo, pero si esta conversación te hace mal, podemos dejarla aquí y no volveremos a hablar del tema.

Pero Marinette sabía que esa no era la solución. Si Adrien se había dado cuenta finalmente de sus sentimientos y pensaba que tenían que hablar de ello, Marinette daría un paso al frente. Era mejor quitar la tirita de un tirón a dejar que la herida se pudriera.

—No, no, continúa.

—Marinette, las últimas semanas contigo han sido… Han sido una auténtica locura, la verdad. Ha habido tantos cambios en mi cabeza que he estado a punto de volverme loco —admitió Adrien con una risa nerviosa—. Pero no las cambiaría por nada del mundo. He podido conocerte de formas increíbles, tú eres una persona increíble, Marinette; y con cada día que pasaba no podía quitarme de la cabeza lo agradecido que estoy de tenerte en mi vida. Al tenerte tan cerca he estado tan confundido porque no podía evitar pensar cosas que no tiene sentido que piense de una amiga.

Marinette apretó el agarre entre sus manos, inconscientemente, y dio un paso hacia Adrien.

—Continúa —pidió Marinette al ver que Adrien se había quedado callado.

—Yo… Creo que sabes que llevo mucho tiempo enamorado de una chica, un amor no correspondido. No sé en qué momento me di cuenta de que estaba usando esos sentimientos por ella como aislante para no darme cuenta lo que estaba ocurriendo, lo que le pasa a mi corazón cuando estoy contigo —Adrien se mordió el labio, agobiado—. Debes pensar que soy lo peor diciéndote esto, pero, Marinette, es que cuando estoy contigo, me fascinas. Te adoro y te quiero y… No sé qué hacer con lo que estoy sintiendo por ti ahora mismo —continuó Adrien, llevando las manos de Marinette hacia su pecho, por encima de la camisa blanca, sobre su corazón—. Pero si no te lo decía esta noche mi corazón no sería capaz de soportarlo.

—¿Me quieres? —preguntó Marinette con voz trémula—. ¿De la misma forma que yo a ti?

—¿Tú me quieres?

Marinette acarició suavemente el pecho de Adrien. La corriente eléctrica le recorrió la piel, enviándole pinchazos a la punta de los dedos.

—Desde el día en que nos conocimos —contestó Marinette con lágrimas en los ojos.

A Marinette le aterró la misma idea de moverse, de respirar fuerte, como si el más mínimo movimiento brusco fuera a romper aquel momento de ensueño que no había visto ni durmiendo.

—Marinette… —susurró Adrien, tomando sus manos y besando sus nudillos. Se moría por abrazarla, por alzarla en brazos y repartir besos por todo su rostro, pero una espina clavada en su consciencia lo frenó—. ¿Y no te importa?

—¿El qué? —preguntó con la voz ahogada. Estaba tan sonrojada que le avergonzaba que Adrien la viera. Estaba segura de que parecía Rudolf.

—Lo que he dicho sobre esa otra chica.

Marinette clavó su mirada en Adrien, siendo consciente de la expresión culpable que parecía estar torturándole. Le entristeció tanto que sirvió para bajarla por un momento de las nubes. Liberó sus manos del agarre de Adrien y llevó sus manos a sus mejillas, acariciándolas suavemente y obligando a Adrien a mirarla.

—Quiero estar segura… ¿Eres sincero sobre lo que sientes por mí?

—¡Por supuesto que lo soy! No habría dicho ni una palabra si no hubiera sido así.

—¿Entonces? Mira, la verdad es que soy bastante inexperta en esto del amor, pero… Hace tiempo mi padre me comentó que el corazón no es como un pedazo de tarta. No puedes dividirlo y repartirlo como te plazca. No puedes decidir entregarlo entero a una persona y ya. Los corazones mutan, cambian constantemente, queramos o no. Puedes tener a muchas personas guardadas cuidadosamente en el corazón, puedes enamorarte más de una vez en la vida. Al final, es tu decisión qué hacer con esos sentimientos.

—Tu padre es todo un romántico.

—Y que lo digas —contestó Marinette, riendo.

—Pero me gusta su forma de pensar… Y te quiero Marinette, te quiero muchísimo.

La sonrisa de Marinette estaba tan llena de felicidad, con pequeñas lágrimas brillando en sus ojos, que Adrien estuvo seguro de haber tomado la decisión correcta. La forma en que su corazón tembló, brincó y se estrujó en su pecho solo por verla haciendo tal expresión de felicidad fue la mejor prueba. Y quería que Marinette siempre fuera feliz, pasara lo que pasara.

La tomó de la cintura, alzándola en el aire. Marinette soltó un pequeño grito de sorpresa antes de romper a reír. Se abrazó a su cuello y Adrien empezó a dar vueltas. La risa de Marinette junto a su oído calentó su oreja y le provocó una carcajada.

—Adrien, te quiero muchísimo —susurró Marinette junto a su oído.

Adrien se detuvo y giró suavemente el rostro para encontrarse frente a frente con Marinette. Sus narices se rozaban, haciéndole cosquillas, y Adrien no pudo sino apretar aun más el abrazo en torno a Marinette para apegarla más a él.

—Y yo a ti.

Marinette se lanzó, besando sus labios con una pequeña y preciosa sonrisa en los suyos. Fue un beso casto, apenas un roce, pero estaba tan embriagado por la alegría que Adrien sabía que era un momento que permanecería con él toda su vida. Cuál amanecer que iluminaría siempre sus recuerdos.

FIN

Lunes, 28 de octubre de 2019


¡Hola a todos, lindas flores!

Pues aquí terminar Une touche de magie. Quise terminarlo en Halloween, pero la fecha me coincidía con otras cosas así que... Mejor para ustedes, así tienen el capítulo antes jajajajajajaja. Y sí, para quien quiera comentarlo, lo sé, aquí le di caña a toda mi energía fluffly.

Genensitapotter, jajajajaja, muchas gracias. Me alegra que este loco experimento mío haya gustado tanto. Pues también escribo en wattpad, pero necesitaría que medieras más detalles para poder responderte a esa propuesta.

Luna Aino, por tu culpa soy una masa esponjosa de felicidad escritoril. Qué cosas más bonicas me dices, ¡gracias!

AquaticWhisper, ¡muchas gracias! Ya me dirás cómo te sentó la sobredosis de azúcar de este capítulo jajajajajajajaja

Emely-nya, jajajajajaja, bueno, ya lo tienes concluido, ya eres libre.

Zara, espero que el capítulo final te haya gustado :3 ¡Y muchas gracias por preocuparte! Estoy mejor, sí, de vuelta al ruedo jajajajaja

Heavenly1108, ¡muchas gracias! Bueno, ya no tienes que esperar más, aquí has tenido el capítulo final.

Andy taisho, ¿a que sí? jajajajajajaja

Bueno, muchas gracias a todos los que han dejado un review y a los que se pasean por aquí para darle una oportunidad a este fic.

Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!