CAPITULO 6
ERWIN
— ¡Damage! —Auruo entró a toda prisa recargándose en el marco de la puerta, haciendo un exagerado e ineficaz intento por recuperar el aliento — Kenny quiere verte—
Bufé ante la escena. Cuando Kenny ordenaba algo sus sirvientes eran patéticamente eficaces para cumplir lo encomendado.
No entendía el motivo de esa ciega devoción. Kenny les trataba como meros peones, no dudaba en enviarlos a la muerte para su beneficio personal, y ellos con su ferviente y ciega fe, corrían felices directo al matadero cual perros en la pradera.
Absurdo.
Eso era lo que nos diferenciaba a mí y a mi Damage del resto: no éramos fieles subordinados de Kenny, e incluso podría decirse que estábamos a su servicio casi por gusto. Casi.
Desde luego tampoco podíamos darnos el lujo de tenerle como enemigo, no mientras el estar "de su lado" nos comprara un poco de seguridad en este lugar.
— ¿Qué quiere? — Inquiere Damage con disgusto.
No logro descifrar si la razón de su mal humor es la mención de Kenny o el hecho de que la gente se ha empeñado en poner a prueba su paciencia esta noche.
— No lo sé— Auruo se encogió de hombros y restándole importancia bebió el contenido de la botella que traía en las manos.
El castaño trata de empujar a mi hermano aprovechándose de que éste había bajado la guardia, pero su intento fue completamente inútil. Damage lo devolvió contra la pared con innecesaria violencia sin que el menor pudiese defenderse. Damage le mira fijamente, logrando que su mal humor se vea opacado por la emoción de un juguete nuevo. Se estaba divirtiendo, como una fiera retozando con su presa antes de despedazarla para comerla.
Quédate quieto, Ronronea en un tono que apenas y logré escuchar. Sonreí, porque verlo envolverse en ese tipo de juegos me parecía hilarante. Me recordaba la parte de su adolescencia que me perdí.
Damage huyó de casa muy cerca de sus veintes, justo una semana después de la muerte de sus hermanos. Yo estaba estudiando el tercer año en la carrera de medicina cuando decidí dejarla para perseguir a Damage. Tardé varias semanas en idear un plan para encontrarlo y después de eso un par de semanas más asegurando cada una de las acciones que tomaría al llegar a este lugar.
Cuando por fin encontré a Damage él era una persona completamente distinta. Había buscado a Kenny, el casi desconocido hermano de su madre que había resultado ser un traficante y que ahora tenía a su único sobrino como su matón personal.
Admito que me sentí decepcionado cuando nos reencontramos, vivir en la ciudad subterránea le había dado una apariencia…peculiar. El chico de impecables modales y actitud serena había desaparecido. Su nombre ahora era Damage, tenía alianzas con un montón de delincuentes a quienes a pesar llamar "su gente" le eran totalmente prescindibles y una fama que haría temblar a cualquiera. Supe que se ganó el respeto de todos a pulso, incluso como para considerarle el segundo al mando al nivel de Reiner, el protegido de Kenny.
Me estremece pensar todas las cosas que tuvo que vivir en este lugar para llegar a donde está.
Acercarme a él fue bastante difícil en aquella época, se había desecho por completo de su vida anterior y eso se extendía a mí. Pero incluso de esa manera logré que me aceptara en su vida de nuevo.
Regreso a la realidad cuando escucho un pequeño gemido. Damage había metido las manos en la cazadora del castaño provocándole un visible escalofrió. El chico trató de separarse, pero Damage se lo impidió sujetándole las manos por con fuerza. No necesitaba ver más para saber lo que iba a hacerle a aquel muchacho.
Con un ademan le ordene a Auruo que se fuera mientras yo concentraba mi atención en cualquier cosa que no fuese mi alucinado compañero y su actual juguete. Si bien yo tenía algo de voyerista no estaba interesado en ver las reacciones del mocoso bajo su cuerpo.
—Está limpio — El juego apenas y duro unos minutos. El castaño bajó la mirada sonrojado mientras una sonrisa arrogante se había posado en el rostro de mi hermano.
Damage se echó a andar hacia la salida, arrastrando con él al de mirada verdosa. El chico no protesto ante el violento agarre de mi hermano y se dejó llevar. Quizás el alcohol había inhibido su explosiva personalidad dejando a este chico sumiso y apacible, y aunque me agradaba la idea de no tener un niño gritando por doquier también me inquietaba la malicia con la que Damage lo miraba.
— Deberías dejarlo ir — Comenté siguiéndolo por lo largo del pasillo hasta salir del departamento. No respondió.
Bajamos las escaleras de metal encontrándonos con Auruo en el camino y salimos por fin del edificio rumbo a la entrada de Shiganshina, en dirección a las bodegas de Kenny.
Entramos por la parte trasera de la bodega principal, cruzando la puerta que fue hecha de forma cuidadosa para escapar de alli cuando no quedaba otra opción. Atravesamos un oscuro pasillo y bajamos por una rampa metálica hasta perdernos entre la multitud de ebrios que se arremolinaban entusiasmados en torno a la estructura octagonal del medio. Dentro de la jaula un hombre vestido solo con pantalones yacía tendido en el suelo con la cara empapada en sangre y sudor mientras su contrincante se recargaba de la reja tratando de recuperar el aliento. Tenía el torso desnudo dejando ver muestras de anteriores peleas en su delgado cuerpo ahora salpicado con sangre de su oponente. Reconocí al hombre en ese instante: Duran. Uno de los perros de Kenny y uno de los mejores peleadores de la jaula.
La multitud gritaba eufórica; algunos maldecían, otros celebraran, unos más aumentaban sus apuestas. Los brazos se agitaban mientras las personas se hacían gestos para intercambiar dinero y comunicarse a través del ruido. Auruo quien se había mantenido al margen hasta el momento corrió emocionado hasta la reja cuando ésta tembló descontrolada debido a que el cuerpo de uno de los peleadores se impactó en ella con fuerza. La concurrencia soltó un alarido de aprobación mientras arrojaban botellas vacías hasta la reja, donde rebotaban en la malla metálica antes de estrellarse contra el suelo de concreto, o en el peor de los casos contra alguno de los presentes.
Seguimos de largo, ignorando el ensordecedor sonido en la bodega. Para nosotros ese escándalo, las maldiciones, las peleas y la ilicitud de todo lo que se encontraba en el lugar eran algo tan común como el respirar, pero para el pequeño castaño que caminaba frente a mí a trompicones era algo abrumador. Lo observé con detenimiento, Damage lo sujetaba de mala gana por un brazo mientras el chico miraba curioso a los contendientes en la jaula, evitando chocar contra algún ebrio o alguna de las cajas mal puestas del lugar.
Subimos las escaleras de metal que rechinaban bajo nuestros pies hasta llegar a una gran puerta de lámina. Entramos un cuartucho peor iluminado que el anterior y decorado con muebles de mal gusto. Damage se sentó en uno de los sillones del lugar mientras el castaño lo imitaba, aunque con mucha más torpeza. Kenny estaba sentado frente a una gran ventana, observando el espectáculo dentro de la jaula mientras Traute, la más fiel de sus perros, le servía algo de beber.
—Que gusto de verte de nuevo, Damage — Saludó Kenny con una de sus grotescas sonrisas sin dejar de mirar la pelea. Todo en ese hombre me provocaba repudio.
— Deja la mierda y dime qué quieres. — Respondió mi hermano haciendo gala de su famosísima impaciencia. El aludido no contestó, se tomó el Martini de un largo sorbo y volvió a su desagradable sonrisa, esta vez devorando con la mirada a mi hermano. Traute por su parte se quedó mirando al castaño más no comentó nada acerca de su presencia.
Miré un par segundos por la ventana, calculando el tiempo que aún le quedaba al espectáculo en la jaula, y después devolví la mirada hacia mi hermano. Personalmente no estaba interesado en nada de lo que sucediera en este lugar si no tenía que ver con nosotros.
La puerta de metal se abrió detrás de nosotros dejando entrar a dos tipos: Reiner y Bertolt. Damage torció el gesto mientras su aura se llenaba peligro. Bastaba con que Reiner y Damage estuvieran en la misma habitación para cambiar el ambiente por completo. Se siente como si un asesinato estuviese a punto de ocurrir.
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EREN
El ambiente a mí alrededor se había vuelto tenso. Escondí la mirada de nuevo, ese era un gesto que había perfeccionado el día de hoy y del que francamente no estaba ni un poco orgulloso.
Me sentía en peligro, rodeado de personas desconocidas en un lugar que no era precisamente la definición de seguridad. Nadie en casa tenía ni la menor idea de dónde estaba, incluso yo no tenía ni idea de si esto seguía siendo Shiganshina, y por si fuera poco mi celular se había quedado sin batería. Analicé las circunstancias por un instante; si trataba de volver a casa estos tipos me lo impedirían, pero si me quedaba en este lugar por más tiempo me metería en más problemas. Si moría el día de hoy, justo en este lugar, nadie encontraría mi cadáver jamás.
Suspiré quedamente, metiendo las manos en mis bolsillos. Al final opté por quedarme donde estaba, esperando que alguna oportunidad se presentara y pudiera salir de aquí más o menos intacto.
Entre todo el alboroto del lugar alcancé a escuchar el gruñir de mi estómago: Tenía hambre. En algún momento de la pelea con Connie y mi hermano perdí mi refrigerio, por lo que no había podido comer nada en todo el día, nada que no fuese el whisky de aquel lugar infestado de delincuentes.
Los gritos en el lugar llamaron mi atención, la multitud gritaba eufórica por el final de brutal pelea. Como era de esperarse el tipo delgado de shorts ganó. Observé al hombre que se encontraba tirado en el suelo dentro del ring de metal, bien podría estar muerto y eso parecía no importarle a nadie.
Junto a la ventana el chico rubio miraba atentamente lo que sucedía, se veía ansioso, su cuerpo temblaba casi imperceptiblemente por la emoción. Lo observé detenidamente mientras aún estaba distraído; Era muy alto, de composición robusta, pelo rubio y cejas demasiado finas. Su atención completa estaba centrada en la ventana pero no por eso lucia menos intimidante.
El chico devolvió la mirada al salón topándose de lleno con la mía. Nos miramos fijamente por varios segundos en total silencio. Había algo en él que me llamaba la atención de una forma muy extraña, de una forma que por más que intentara no podía explicar. Quería dejar de mirarlo, pero no podía… le conocía, de algún lado.
Damage jalo de forma brusca la capucha de mi cazadora poniéndomela sobre la cara, obligándome a dejar de mirar a aquel sujeto. Para cuando logré quitármelo del rostro Damage tenía una extraña mirada dirigida hacia el chico, quien lo miro por un par de segundos antes de apartar la vista, concentrándose de nuevo en aquella jaula de metal.
El tipo que hace unos segundos se veía completamente fatigado ahora estaba totalmente fresco, como si la pelea de la cual salió victorioso jamás hubiese sucedido.
— Duran es uno de mis mejores peleadores— Comentó divertido el hombre de ojos color ámbar y sonrisa diabólica. Intuí que sería él a quien Auruo llamaba "Kenny". —Sin embargo, las apuestas están bajando. Su existencia se está volviendo un problema dentro de mi octágono. — Finalizo sonriendo. Me parecía un hombre en verdad perturbador, al punto de lo retorcido. La facilidad con la que insinuaba la muerte del tal Duran rayaba en lo siniestro.
—La rata bastarda puede encargarse, no hay necesidad de reunirnos a ambos— Espetó Damage levantándose del mullido sillón. Las pupilas del chico rubio se endurecieron, supuse que él y Damage no eran precisamente amigos.
— Damage, quiero que seas tú quien termine con él… en la jaula— Comentó sonriente el hombre de sonrisa retorcida.
¿La jaula? ¿Se refiere a la jaula de metal de allí abajo?
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ERWIN
— Damage, quiero que seas tú quien termine con él… en la jaula— Pidió Kenny sonriendo con malicia. Reiner apretó los puños, estaba claro que deseaba ser él quien subiera a ese octágono.
—No me interesa— Fue la respuesta de mi hermano.
Damage era el favorito de Kenny, aun con todo y su displicente y arrogante carácter. Quizás es por eso que Kenny tiene un cierto grado de obsesión hacia él, una obsesión bastante jodida a mi parecer.
Damage se encamina a la salida mientras con un pequeño tirón le indique al pequeño castaño que nos siguiera. Me alegro internamente, siempre es un placer salir de este maldito lugar para volver a casa.
— ¿Debo recordarte que me debes un favor? — Refiere Kenny con sorna.
Damage maldice deteniéndose frente a la puerta. Después de todo no debió haber tomado mercancía si no tenía dinero para pagarla, por mucho que su cuerpo adicto a los malditos estupefacientes se lo pidiera.
—Bien, pero tendrás que darme más— Respondió mi con molestia.
Kenny asintió ante la petición de mi hermano, rebusco en el cajón de su escritorio y le lanzó un paquete de cocaína. Rodé los ojos cuando guardó de forma brusca aquel paquete en mi cazadora. Damage conocía perfectamente mi aversión a los narcóticos y sin embargo me obligaba a guardárselos para después proveérselos cuando quisiera, como si mi único sentido aquí fuese ser su puta gaveta.
Salimos del lugar a largos pasos, bajando la escalera y atravesando la multitud, siguiendo de cerca a Damage. Entramos al pequeño cuartucho de paredes de metal donde los peleadores podían preparase para subir a la jaula.
El lugar era más bien pequeño y no tenía nada fuera de lo común; un lavabo sucio conectado directamente al muro de concreto sólido, una banca de madera con tablas faltantes, estantes y una improvisada mesa larga, todo iluminado por un par de lámparas que parpadean incómodamente. El pequeño rubio observó con detenimiento cada detalle del lugar. Su actitud era más bien la de un cachorro inspeccionando un nuevo lugar que la de un adolescente que estaba parcialmente secuestrado por un delincuente.
Damage se acercó a aquel intento de mesa, saco una pequeña bolsita con polvo blanco de su chaqueta y comenzó a formar algunas finas líneas con aquel polvo.
Su cuerpo se inclina sobre la mesa, inhalando hondamente dos de las rayas blancas. Después de unos segundos se incorpora echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos mientras se sostiene de la mesa, disfrutando de los primeros efectos que aquel polvo producía en su cuerpo.
El pequeño rubio se removió ansioso en su lugar, supe rápidamente que había llegado la hora en que su cuerpo intentaba limpiar todo el licor barato de su organismo y el pequeño trataba de evitarlo, aunque el penetrante y desagradable olor de lugar no era de mucha ayuda. Lo tomé por los hombros deteniendo sus movimientos sin que mi hermano lo notara. Lo último que necesitaba es que Damage acuchille al pequeño por malinterpretar sus movimientos.
—Espérame en el auto, no tardare más de 10 minutos— Ordena Damage, sonriendo con autosuficiencia.
Contemplé por un momento la opción de obedecer su orden y de paso dejar que el pequeño rubio se fuera a casa, pero al final decidí quedarme a ver la pelea. Después de todo yo era el hermano mayor y debía cuidar de él, aunque evidentemente no lo necesitara.
Salí de cuarto adentrándome en el amplio salón repleto de personas, la multitud había crecido considerablemente aunque de forma bastante razonable dado la hora que era.
Puedo ver a Auruo en medio del bullicio, gritando emocionado. Repaso el salón con la mirada y también veo a Petra y Erd; la primera incluso más emocionada que Auruo y el segundo manteniéndose al margen de lo que sucede dentro de la jaula, incluso, como si nada estuviese sucediendo.
Camino con paso decidido hasta un lugar más o menos amplio, lo suficiente para que mi espacio personal no se vea tan invadido. Puedo ver a Duran dentro de la jaula saltando de un lado a otro mientras Moblit lo presenta ante el público.
La multitud explotó en silbidos y gritos cuando Damage atravesó la puerta al ser presentado por los altavoces. Damage no pelea a menudo así que verlo en la jaula es todo un suceso.
El pequeño rubio se lleva las manos a los oídos cuando la fuerte música repica en los altavoces. La voz de Moblit hizo explotar los gritos de la gente cuando insulta la masculinidad de los presentes.
Damage hizo su entrada, sin camisa, relajado y natural. La expresión de Duran era asesina mientras saltaba de un lado a otro esperando que la jaula se cerrara para que la pelea pudiese comenzar. Damage se acomodaba el vendaje para protegerse las manos, se ve ligeramente divertido aunque eso había que atribuírselo a las líneas que le hacían efecto en el cuerpo.
—Lo siento…— Susurró una pequeña voz al chocar contra mi espalda. Me giró para ver mejor a esa persona y me topo con la ya conocida cabecita castaña. Sus orbes azules verdosos están a punto de cerrarse producto de su etílico estado. Casi estoy conmovido.
—Deberías volver a casa — Le digo mientras coloco un cigarrillo entre mis labios y lo enciendo.
El castaño no me responde, ni siquiera estaba mirándome. Toda su atención estaba en Damage. Devolví la mirada a la jaula imitándolo. No había nada fuera de lo normal; los golpes que ya me sabía de memoria, las apuestas a favor de mi hermano, Kenny observando su asqueroso reinado desde las sombras… tal vez no era mala idea esperar en el auto.
Comencé a retroceder con intención de irme, a cómo iban las cosas esperar dentro del lugar no sería más que una pérdida de tiempo. La aglomeración cubrió mi rango de vista y el bullicio retumbo en mis oídos engrandeciendo la victoria de mi hermano; la pelea había terminado.
Me escabullí entre los cuerpos pegados y sudorosos para poder salir de allí. Entre el disturbio y los empujones de lo ebrios pude sentir como el pequeño había enganchado una de sus manos en mi cazadora en un gesto infantil para no perderse en el lugar.
—Cincuenta mil a Reiner — Había estado a punto de salir cuando "eso" capto mi completa atención, ¿cincuenta mil al Reiner? ¿Acaso la pelea de Damage no había sido la última de la noche? Corrí la vista hasta la jaula sintiendo como el corazón se me atoraba en la garganta por la sorpresa: Reiner había entrado a la jaula y Damage estaba levantándose del suelo con dificultad.
En la vista periférica logre ver a Bertolt enredando una gruesa cadena en la cerradura, eliminando cualquier oportunidad de escape con el pesado candado.
Moblit miraba la jaula con total sorpresa sin saber que hacer o decir, y eso solo significaba una cosa: Kenny había planeado todo. No me detuve a pensar en sus razones para atacar a mi hermano ni en las de Reiner ya que eran más que obvias: su eterna rivalidad. Esa competencia implícita por descubrir quien mata primero al otro. Kenny se estaba aprovechando de ello y volvería su disputa un circo que divirtiera a su gente.
Sin pensarlo quite la mano del castaño de mi cazadora y me eche a andar entre la gente.
Mientras luchaba para atravesar el gentío logré ver a Damage arremeter una vez contra Reiner, por supuesto con éxito, más el segundo soltó un golpe directo derribando a mi hermano.
La multitud gritaba cada vez más eufórica crispándome los nervios. Arremetí contra los cuerpos que me impedían continuar. Lleve una de mis manos hasta mi cinturón, sacando de este el arma que siempre viajaba conmigo. Cuando por fin estuve cerca de la malla metálica coloque el arma justo en la nuca de Bertolt sin sentir el más mínimo grado de nerviosismo o duda. Eso era algo que había aprendido en este lugar.
—Abre la reja— Le ordene presionando con fuerza el arma contra su nuca.
—Vamos, Erwin ¿Acaso tu hermano no puede defenderse solo? — Preguntó Bertolt con sorna, observando el espectáculo.
El enrejado retumbo frente a nosotros, ese había sido Damage estampándose contra la fría valla para después levantarse con dificultad. Bertolt rio por lo bajo. La sangre comenzó a hervirme.
A pesar de mi actual condición de delincuente nunca había matado a nadie, pero si el hijo de puta no quitaba el candado de la jaula le volaría los sesos sin pensarlo dos veces.
—Abre esa maldita cosa— Le ordené quitándole el seguro al arma.
Bertolt extendió sus brazos hacia la gruesa cadena y comenzó a quitarla, oí claramente el sonido del metal al abrirse la puerta. Di un paso atrás, guardando el arma. Reiner se paró frente a mí, mirándome con el gesto endurecido. Tenía una gran mancha rojiza en el ojo que mañana se convertiría en un negruzco cardenal y su frente sangraba al igual que su labio inferior. Sin decir nada se echó hacia un lado permitiéndome acercarme a mi inconsciente hermano.
Lo levanté entre mis brazos como hace años que no lo hacía. Respiraba pesadamente, definitivamente se había llevado la peor parte. Me eche a andar por entre la gente escuchando la sarta de maldiciones que esos ebrios me dedicaban por haber detenido la pelea y a pesar de su enojo ninguno tenía las suficientes agallas como para tocarme un solo pelo.
Busqué con la mirada a Erd pero solo me topé con la inexpresiva mirada de Traute. Ella y Kenny bajaban a toda prisa las escaleras de su oficina y se echaron a andar por el pasillo hasta la salida en la parte trasera de la bodega. Eso era…inusual, miré alrededor tratando de hallar una explicación. La causa fue obvia, y peligrosa. Justo en la entrada comenzaban a vislumbrarse el reflejo de las luces rojas y azules y se escuchaban las sirenas de una patrulla: habría una redada.
Me apresure entre la confundida multitud hacia la puerta falsa y por fin salí del lugar siendo ayudado por Erd. Ya no escuchaba los gritos que retumbaban a nuestra espalda cuando salimos por la rampa, tampoco decidí mirar hacia atrás.
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EREN
El estruendoso sonido de las personas gritando estaba irritándome y poniéndome nervioso, traté de llegar hasta Erwin para saber si Damage está bien pero por alguna maldita razón no lograba llegar por más que empujara. El rubio gigantesco y Damage se habían dado como titanes y ahora podía irme despidiendo de la idea buscar pelear con él a menos que quisiera terminar muerto.
Los gritos y maldiciones llenaron mis oídos, las personas habían comenzado a correr asustadas y confundidas. Apenas y podia deslizarme por entre las personas cuando piso algo pegajoso y me aparto de inmediato, choco contra alguien y un brazo rebota contra mí golpeándome en uno de los costados.
Veo a Erwin perderse por el estrecho corredor que daba a la parte trasera de la bodega, trato de seguirle pero una mano me detiene provocando que dé un par de trompicones.
—Connie y ... ¿Historia?— Balbuceo después de que uno de sus puños se estampa contra mi rostro en forma de golpe, logrando que girara el rostro. "Eso se volverá un gran moretón mañana" pensé mientras sujetaba mi pómulo. Solo logro sentir un leve escozor y unas ganas absurdas de reírme por ello.
—Ya hablaremos cuando volvamos a casa— Asevera Historia tomándome de la mano y corriendo en la misma dirección que todo el mundo. Agentes protegidos por chalecos y cascos blindados entran a la bodega apuntando con armas a los más hábiles y sometiendo sin piedad a los más torpes. Historia se detiene haciéndome chocar contra su espalda, tratar de salir por la entrada principal es una misión suicida.
Connie mira hacia todos lados confundido, las personas pasan cerca nuestro chocando y empujándonos, buscando una salida como todos los demás. Siento la mano de Historia presionarse fuertemente contra la mía mientras poco a poco el miedo se apodera de mí. Un policía corre hacia nosotros apuntándonos con un arma, la mano de Historia se tensa y yo solo atino a apretarla contra mi cuerpo, esperando lo inminente. Escucho el sonido ensordecedor del disparo cerca de mis oídos, abro los ojos y me topo con la mirada sorprendida de mi Connie y el cuerpo del policía tirado justo frente a nosotros, seguimos vivos.
Un fuerte tirón de mi cazadora me obliga a dar la vuelta topándome con par de ojos café que me miran fijamente.
— ¿Qué demonios hacen? ¡Muévanse! — Ordeno el rubio sujetándome por un brazo y haciéndome correr en su misma dirección. Me sentía por completo en una película de acción; yo corría sujetando aun la pequeña mano de Historia, aturdidos por los gritos y lo disparos, mientras el gran tipo rubio se abría camino entre los uniformados y las personas que se interponen en su camino. Nuestro camino.
Increíblemente salimos ilesos de la bodega aunque trastabillando en más de una ocasión. El frio del exterior me revuelve el estómago incluso más de lo que ya lo tenía y mis manos tiemblan incontrolablemente. Mi cuerpo se contrae hacia adelante en una arcada y vomito.
—Reiner, ¿Por qué ayudas a estos perdedores?, ¡Vámonos antes de que la policía nos atrape!— Gritó el hombre de cabello castaño que momentos antes estaba con él.
—Cállate, Bertolt— Ordenó el rubio a aquel hombre mientras subía a su motocicleta. Escuchamos pisadas por el mismo pasillo de metal por el que salimos y me tense nuevamente. Sentí como mi corazón comenzaba a latir frenéticamente mientras aquellos dos tipos se alejaban a toda velocidad.
Subimos rápidamente al auto de Connie. La cabeza está a punto de estallarme producto la adrenalina que recorre mi cuerpo. Recargo la cabeza en la ventana del auto y suelto el aire de golpe notando que todo este tiempo había estado aguantando la respiración. Cierro los ojos en un desesperado intento por controlar las sensaciones que me recorren el cuerpo. Cuando mi respiración por fin se normalizó ya estábamos en medio de la carretera, a salvo.
— ¿Qué mierda pasó por tu mente como para volver a este lugar?, De no haber sido porque Historia te vio jugueteando en las bodegas ahora podrías estar muerto, ¿Siquiera entiendes la gravedad de esto? — Me grita Connie, y aun en la oscuridad del auto puedo notar que sus manos tiemblan incontrolablemente contra el volante. — ¿Y que es esa mierda de olor? ¿Qué demonios fumaste? — Pregunta olfateándome con una mueca que no logré descifrar, si estaba enfurecido no podía decirlo con certeza
—Nada— Respondí.
Soy consciente del penetrante olor que tengo impregnado en el cabello y la ropa por no mencionar que había bebido un poco de más, y aun en mí confundido estado no puedo evitar sentirme culpable por hacerle pasar por algo así.
Cerré los ojos con pesadez mientras sentía como de a poco me quedaba dormido en el asiento del copiloto. Historia me pregunto algo pero ya no pude escucharla, mi mente ya no estaba concentrada en nada.