¡Hola a todos! Espero que estén muy bien, hoy vengo con el capítulo final de este gran fanfic que empezó con una idea aleatoria, son casi veinte páginas que están hechas con todo mi corazón y el esfuerzo de más de cuatro horas de trabajo que, espero, les guste mucho.
Gracias por seguirme capítulo a capítulo, gracias por estar aquí y leerme, ¡gracias por todo!
Date A Prince
Parte 10: Sellado
No era la primera vez que lo hacía, pero este gesto gentil del sexo opuesto era muy bonito para Kouta, no entendía las razones ni porque saltaba su corazón con las acciones de Shiori; ella había sido molesta, gritona e incluso le amenazó desde que la cita empezó, no podía decir que eso le había gustado, pero tal vez es porque su ignorancia era de niveles preocupantes para la sociedad que no veía lo obvio ni en sus narices.
Ella le atraía, no era por sus gestos, no era su tono de voz amable y linda, no eran las ropas que llevaba puestas, no eran los accesorios ni el sombrero con florecilla, ni siquiera era por toda la comida deliciosa que le compró, no eran sus ojos color miel ni sus labios resaltados con labial.
Había algo más que no alcanzaba a entender, había algo en su sonrisa y en sus acercamientos que le provocaban cosas raras; sus mejillas estaban colorándose solas, ¿¡cómo lo hacía su cuerpo?! ¡No podía entender qué le estaba pasando! Y estaba escuchándola hablar, pero no entendía nada de lo que decía, pero tampoco podía alejar sus ojos añil de ella.
Miraba su rostro, los movimientos de su boca, miraba como le brillaban los ojos y la verdad desconocía por qué ella era así y por qué él era como era en estos momentos.
—Kouta, ¿estás escuchando lo que te estoy diciendo? —preguntó ella al mirarle un poco molesta.
El chico parecía hacer caso porque le estaba mirando fijamente, pero Shiori sabía cuándo alguien estaba prestando atención y cuando solo aparentaba, Kouta estaba haciendo esto último y lo comprobó con su respuesta insegura.
—Eh… Sí, sí, entiendo… Pero, ¿puedes decirlo otra vez?
—Eres un mentiroso, no estabas escuchando —dijo con el ceño levemente fruncido, él retrocedió en su propio asiento—. Me preguntaste sobre el dinero y como funciona en estas cosas, no sabes nada, podrían engañarte. Y es importante que… entiendas cuánto cuestan las cosas… Cuánto me costó… Todo esto… Ni siquiera podría pagarlo…
—Oh, no lo sabía, Shiori, pero debiste saberlo si me estabas invitando, ¿no es así? Creo que mencionaste algo de presupuesto hace unos momentos… Si no era suficiente…
—¿Cómo que debí saberlo? —preguntó algo molesta y mirándolo ferozmente, él se sorprendió un poco.
De hecho, ella fue bastante ruda en su mirada y con justa razón, no debería ser la chica que invite todo, ¡esas chicas ni existen! ¿Cómo podía ser tan insensible después de todo su esfuerzo?
—Oye, deja de verme así, pareces esos malditos pájaros mecánicos que quieren matarme —dijo con una voz algo oscura y mirándole también con enojo—. Tú eres la que sabe de citas, también debiste tomar en cuenta eso, ¿no? O tal vez es que eres estúpida.
—¿¡Qué?!
—¡Shiori! ¿Te puedes controlar, hermana?
—Solo para que lo tengas en cuenta como dices, Kouta, ¡esta es mi primera cita y creo que hice todo lo que podía hacer! —gritó con cierta molestia, pero con lágrimas en sus ojos que soportó soltar—. Deberías estar agradecido, no sabes nada de citas, ni de chicas, ¡no sabes nada en lo absoluto!
Ante el silencio que se armó en la mesa durante el postre, Shiori reflexionó sobre la situación actual. Era una cita con un espíritu que de una cachetada podría matarla o dejarla bastante mal, realmente tenía valor para plantarle cara a alguien tan fuerte y para actuar así, sin pensar.
Pero al mirarlo, ahora con debilidad, notó que él agachó la cabeza y puso los brazos alrededor de su platillo, apretó los puños.
—Ah, Kouta, yo… Lo siento, es cierto que no sabes nada, pero es normal porque eres nuevo en todo esto… Yo también lo soy, es mi primera cita y no pensé en muchas cosas… —dijo bastante apenada y él reaccionó a su tono.
Su corazón pegó un brinco y le hizo alzar la cabeza para ver esa expresión; era nueva y muy adorable. Ella era adorable. Shiori seguía disculpándose, pero tuvo que detenerse en cierto momento, porque se fijó en cómo era su mirada.
Perdida al verla, tan solo cuando ese pensamiento cruzó su mente, se sonrojó fácilmente.
—¿Kouta? Tú estás… ¿Mi-Mirándome? —preguntó al ver hacia otro lado, no podía creerlo, pero se sentía bastante feliz consigo misma.
—Sí… Lo siento, no escuché nada de lo que dijiste, es que no puedo dejar de mirarte, Shiori.
—¿Qué?
—¡No puedo dejar de mirarte! —gritó con determinación y con el ceño fruncido—. Es muy extraño, pero cada vez que te veo, ¡solamente quiero hacer eso y no puedo escuchar nada de lo que dices, como si me perdiera! Por eso no te estaba haciendo caso, pero sí te estaba viendo… Me gusta… mirarte…
Lo último sonó dudoso por su tono, parece que también era un descubrimiento por parte del muchacho, confundido por sus sentimientos.
—Ah, eh… ¡Eh! No, no digas eso… —dijo tímida y con las mejillas rojas.
—¡Lo estoy diciendo!
—¡Ya lo escuché! —gritó con los ojos cerrados fuertemente y con la cabeza agachada—. ¡Pero no lo digas, es vergonzoso!
—¿Eh? No sé qué significa eso, pero te estoy diciendo la verdad… Estúpida —dijo al mirar a otro lado y se llevó a la boca su rebanada de pastel.
Shiori tenía acelerado el pulso, esperaba comentarios como bonita y linda, incluso podía esperarse hermosa, son cosas que las chicas quieren escuchar cuando se arreglan tanto para una ocasión especial. Pero esta era una cita con un espíritu que no sabe nada, por eso habían discutido, porque ella tampoco era una experta en el amor ni en las relaciones de pareja; terminar una ruta con un chico virtual no era precisamente una experiencia real.
Pero Kouta había dicho aquello, se lo había hasta gritado, le dijo lo que sentía sin saber qué era, y aunque eran palabras ambiguas, todo se reducía a que ella era especial.
—Bueno —dijo con una sonrisa al mirar su rebanada de pastel, incluso sonó algo tímida, pero muy feliz.
—¿Hm?
—¡Ah! No, nada, solo que… Gracias, Kouta.
Shiori comió de su pastel y Kouta, quién terminó el suyo de un bocado, se dedicó a observarla mientras descansaba su cabeza en sus brazos, los usó como si fuera una almohada. Ella le dio pequeñas miradas rápidas y no ayudaba a que estuviera menos avergonzada y el tono de sus mejillas se mantenía.
El chico de cabello morado no dejaba de mirarla fijamente, como si quisiera grabarse sus movimientos en su memoria.
—Kouta… ¿Tienes más hambre? ¿Quieres otra rebanada?
—No, solamente te estoy viendo —respondió sin cambiar su expresión.
—Oh… Está bien… —dijo sonrojada y trató de no mirarlo.
Una idea vino a su mente y ya que esto era una cita, la primera, tenía que saberlo, tal vez hasta él necesitaba una respuesta y esto podría ayudarle, porque era, sin duda, la pregunta correcta.
—Kouta, ¿por qué me miras tanto?
—Ya te dije que me gusta mirarte.
—Entonces… Yo… ¿Yo te gusto, Kouta?
—¿Uh? —Parpadeó un par de veces ante la pregunta, ella negó la cabeza varias veces.
—¡Olvídalo, era una pregunta tonta! —Shiori alzó la mano hacia Rinne—. La cuenta, por favor.
«¿Shiori me gusta?» Pensó el chico al mirarla toda nerviosa y sonrojada. Luego recordó todo lo que había pasado hasta ahora, todo lo que probó hoy le gustaba tanto como ella. «Las salchichas asadas, la carne, los postres, el pan, todos esas cosas me gustaron mucho… Las comería de nuevo, una y otra vez, igual que mirarte. Sí, te miraría una y otra vez, estaría contigo de nuevo… Debe ser porque me gustas».
Kouta se perdió en sus reflexiones y no escuchó lo que Rinne dijo sobre un ticket especial que les regalaba para participar en un sorteo que se realizaría cerca de la calle.
—Kouta, ¿quieres ir? —preguntó ella al verlo un poco perdido—. ¿Kouta?
—¿Si?
—Vamos, entonces.
Los chicos fueron al lugar indicado y Shiori pudo reconocer a algunas personas de la tripulación del Fraxinus, la verdad es que ya lo esperaba, pero lo que nadie sabía es que ella, a estas alturas del partido, ya quería tirar la toalla.
No sabía que podía ser tan fácil caer en el romance, no sabía que podía enamorarse tan rápido, porque de otra forma no entendía lo que sentía. Esta cita había empezado mal, había sido un asco realmente, es decir, ella había tomado muchos riesgos, se arregló mucho, pasó por un entrenamiento muy sufrido, con pruebas que ni siquiera quería hacer, era la niñera de su pareja y se molestó con él por tonterías.
¿Alguien podría decirle que esto no era una cita? Porque ella sí. Se suponía que sería divertido, lo mejor y un buen recuerdo, pero no había resultado así.
«Yo no iba a enamorarme… No se suponía que debería ser así, además… Es un espíritu y habrá más… ¿Qué haré con mis sentimientos entonces? No puedo negar que siento algo especial por él, hoy todo ha sido… No era lo que yo quería, tú no eres la persona… que yo quería, Kouta». Pensó un poco triste al ver como el chico pasaba a jugar la ruleta para ver si sacaba el premio, el cual terminó sacando y lo felicitaron por ello, eso lo puso muy feliz y alzó los brazos como un campeón. «Y si terminas siéndolo, Kouta… Si tú te vuelves esa persona para mí… Podría… ¿Acaso podré… dejar de quererte de repente e ir a por otro espíritu?»
Tiempo después, ambos chicos iban caminando hacia el lugar que le habían prometido al chico, ella casi no prestó atención, simplemente iba en modo automático por las calles, pensando en lo cálida y fuerte que era la mano de Kouta, sosteniendo la suya que era suave y más pequeña.
—Oye, Shiori, ganar se siente muy bien, todas esas personas… me felicitaron, ¡fue increíble! —dijo con una sonrisa a la chica, quién le miró cálidamente.
—¿Ves? Los humanos no quieren matarte, Kouta.
—No, tenías razón, no todos quieren matarme, sobre todo tú. Has hecho muchas cosas por mí y he pensado lo que me dijiste. —Kouta se detuvo de repente, estaban frente al hotel Dreamland; un lugar solo para adultos—. Y ahora lo entiendo.
—¿La cita?
—No. Eso aún no, pero sí entiendo que me gusta estar contigo, me gusta mirarte y haría esto de nuevo, una y otra vez.
—¿¡Eh?!
—Y eso debe ser porque… Me gustas mucho, Shiori —dijo al mirarle directamente a los ojos, ella se quedó con la boca levemente abierta y se sonrojó bastante.
—Yo…
—¡Maldita sea, bésalo ya, Shiori! Esta es tu oportunidad para sellarlo, nunca pensé que él haría eso, ¡pero ya lo hizo! —dijo Iori desde el comunicador, estaba eufórico por la repentina confesión, pero su hermana no terminaba de reaccionar—. ¿Qué esperas? ¡Necesita una respuesta y ya sabes cuál es! Shiori, ¿qué estás esperando? ¡El momento es ahora, para eso hicimos todo esto!
Me gustas. Me gustas. Me gustas.
¿Qué le pasaba a su cabeza? Este chico se había apoderado de su mente con sus palabras y la había vuelto un desorden, pero estaba feliz por eso.
Me gustas. Me gustas. Me gustas.
Al ritmo de esa frase su corazón palpitaba, retrocedió un paso, se sentía débil, ¿qué le había hecho? Se sentía tan bien, una sensación extraña que nunca había sentido, era lo mejor, de verdad.
Oh, también me gustas, me gustas, me gustas.
Esto era lo que debía decir, como en esas canciones pop llenas de azúcar y que parecían ser un himno al romance. Él era el único que le hacía perder la razón así, él era el único por el cual se arregló tanto, él era al único que quería complacer este día, era él quién le hacía suspirar, él era el único en este día, en su mente y en su corazón también.
Y se estaba poniendo mejor con cada momento que pasaban juntos, incluso en un día en el que nada es como había soñado ni cómo debería de ser.
Sí, nada es como debería de ser.
Una sonrisa se formó en su rostro al pensar en todo esto, agachó la cabeza y tomó su mano entre las suyas, el cabello de ambos se meció por el suave viento.
—¿Shiori?
Kouta no entendía qué cosas raras estaba haciendo Shiori ahora, pero él tampoco podía hablar si miraba de esa forma a su mano que ella sostenía suavemente, parpadeó un par de veces y miró su mano también, tal vez había algo ahí, escondido.
Algo que ella solo podía ver.
Eran las manos de un chico de no más de 16 años, un chico ignorante que estaba descubriendo el mundo con su apariencia adolescente, un chico guapo con extraños ojos, pero brillantes y llenos de vida, estaba segura que ella también estaría entretenida mirándolo todos los días.
Esta mano, en especial, era la que había sostenido la suya sin aplastarla, incluso si todo fue una aventura para él y muchas emociones recorrieron su cuerpo, esta mano que tenía la fuerza para destruir y arrebatar vidas, era también una mano que sostuvo la suya, con suavidad, una que tocó sus labios ligeramente, una que también servía para gestos lindos y agradables.
Eran las manos que sostenían a Sandalphon, un arma de destrucción que solo traería tragedias a esta ciudad, que arrebataría la vida de cientos, quizás miles, el día que fuera usada para lo que, sin duda, se creó.
Ese día llegaría, sin duda. Los gritos de su hermano, sus regaños porque le sellara ya con un beso, eran prueba de que no podía tomarse a la ligera a Kouta, que su poder era demasiado peligroso, que su existencia como tal, no podía ser permitida.
«Todo este tiempo pude ver lo que la AST vio en ti, y estaba muy asustada, una vez me di cuenta de lo que podías hacer con tu fuerza, incluso si realmente no estabas intentando matar a nadie aún… Creí que si te hacía enojar, podrías lastimarme con tan solo usar tus manos. Pero no lo hiciste». Shiori alzó la cabeza lentamente con una pequeña sonrisa y unas lágrimas rodaron por sus mejillas.
Tanto Iori en el Fraxinus como Kouta se quedaron mudos y abrieron un poco más los ojos.
«Pero también logré acercarme a ti, tal vez más de lo que alguien alguna vez se acercó a ti. Eres más que alguien fuerte y poderoso, estás orgulloso de estas cosas, pero eres más feliz… comiendo y corriendo por ahí, sin que nadie te lastime. Todo lo que hiciste hoy y todas las cosas que dijiste… Todo eso eras tú, Kouta, es la persona que verdaderamente eres, es la persona que los demás no han visto».
—Ah… —Dejó escapar cuando ella tomó su mejilla con su mano y le acarició suavemente con su pulgar—. Shiori…
«Debería besarte ahora, después de todo, para eso me esforcé tanto. Para que esta persona con la que tuve una cita, sea la persona que siempre serás… Y eso está bien, no tienes por qué pelear por tu vida ni ser cazado por siempre. Puedes vivir, todos tienen derecho a vivir, igual tú, Kouta. Y yo puedo asegurarme de que… No lastimarás a nadie más, quiero que así sea». Shiori rodeó con sus brazos al chico, con algo de fuerza y dejando caer su cabeza en su hombro.
—¿Shiori? ¿Qué haces?
—Me gustas, Kouta —dijo en voz baja y con los ojos cerrados, Kouta terminó sonriendo como un tonto por ese descubrimiento—. Me gustas así como eres… Quiero que sigas siendo así, quiero estar más tiempo contigo así… No tienes por qué pelear más, no tienes por qué usar tus poderes de nuevo, yo estaré aquí… Una y otra vez nos miraremos y estaremos juntos, no estarás solo… Yo estaré aquí… Como tu amiga.
—¿Amiga?
«Shiori, ¿qué estás haciendo? Este es el momento, el último momento… Este es… ¡Este es! ¿Por qué? ¿Qué estás haciendo, hermana idiota? Las cosas no son así, tienes que sellarlo, ¡Shiori!» Gritaba por dentro, pero Iori no podía hacer nada más que observar a su hermana, aun con lágrimas pero sin soltar al chico. «Shiori… Por eso estás llorando…»
«No tienes por qué lastimar a más personas, porque así como no quiero verte lastimado, no quiero que lastimes a nadie. Eso que dije es cierto, ¡lo es!» Ella lo abrazó más fuerte y Kouta correspondió con suavidad, feliz de estar tan cerca de ella. «Es lo mismo para mí, Kouta, ¡porque no quiero lastimarte! Lo siento, Iori, lo siento… Ratatoskr y todas las personas que me ayudaron hoy. No puedo hacerlo, porque sé que habrá más y no… ¡Nunca podré decirlo! Decirte que eres el único… Decirte que me gustas… Decirte que te quiero… Solo a ti».
Te quiero, te quiero, te quiero. Era lo que quería decir, pero desde ahora serían las palabras selladas en su corazón, sería lo que siempre quiso decirle.
—Promételo, Kouta… —dijo al alejarse un poco de él y se soltó para limpiarse las lágrimas—. Promete que… No volverás a lastimar a nadie, que no usarás más tus poderes, no los necesitas…
—Pero esos hombres voladores, ellos volverán… No puedo dejar que me maten ni dejar las cosas así. —La tomó de los hombros y le miró fijamente—. Shiori, ellos no son como tú y ahora entiendo que me odian por destruir esta ciudad tan maravillosa… Tenían razón al estar molestos y querer matarme, tal vez es porque no pertenezco aquí.
—¡Pero puedes quedarte! ¿No lo ves? No lastimaste a nadie, no pasó ningún terremoto espacial. —Ella lo tomó de las mejillas y le sonrió—. Todo está bien, solo tienes que decidirlo… No usar tus poderes nunca más, quédate aquí… Conmigo.
—Pero no sé nada, Shiori, tú misma lo dijiste.
—Te enseñaré y tú aprenderás, te enseñaré a vivir aquí, Kouta. Te ayudaré en todo lo que necesites.
—Shiori, esto no es lo que se acordó, sabes tan bien como yo que la AST lo seguirá buscando, porque hasta que no esté sellado, ¡seguirá siendo un espíritu! Tienes que entender que esto es lo que debes hacer, ¡es solo un beso! Shiori, tienes que hacerlo.
«No, no tengo por qué hacerlo. ¿Es que acaso soy la única que… piensa en cómo se sentirá Kouta con todo esto?»
—¿Estás segura? No creo que sea así, Shiori… Yo no lo sé… —dijo preocupado al alejarse de ella, recordó lo que había pasado en la escuela—. Yo no sé si merezco eso, porque ese día, en ese lugar donde los humanos aprenden…
—¿Qué pasó? ¿Qué tiene que ver eso? —preguntó algo confundida.
—Todo lo destruí… Yo lo hice y tú aún estabas adentro… ¡Lo hice y no lo pensé! —dijo al ver sus manos con cierto miedo, Shiori entonces abrió los ojos con miedo al recordar lo que pasó antes de que todo se desmoronara.
Kouta lastimó a golpes a Origami, casi lo mató con solo usar sus puños. Vio como lo destrozaba con fuerza y ferocidad.
«Kouta, tú… Origami no estará… Tú lo ma… No, pero él estaba tan lastimado». Shiori tembló un poco, recordando las horribles sensaciones de las cosas desafortunadas que sucedieron en ese salón de clases. El miedo y la duda vistieron su rostro.
Kouta se había dado cuenta de su mirada y le dio la espalda, para ver al horizonte y tembló ligeramente.
«Shiori, tú has sido muy amable, me gustas mucho… Es la verdad, pero también… Ese día me pediste que me detuviera, pero no lo hice. Y si no tuviera esta fuerza, si no fuera lo que soy… Nada de eso habría pasado, pero fui yo… Fui yo quien no quería detenerse, me lo pediste… ¡Pero no lo hice! ¡No puedo prometerte que no usaré más mis poderes cuando esto es lo que soy!»
El joven volvió a abrir los ojos, solo para observar que alguien los estaba viendo. Se le fue el aliento al ver que se trataba del mismo hombre con el que había peleado en la escuela.
«No puede ser…»
—Kouta, tú… ¿Mataste a Origami? —preguntó con una voz apagada y con la cabeza agachada. El chico tembló, todo se estaba desquebrajando poco a poco.
«¿Quién lo diría? Encontrarte justo aquí, con una chica, en un sitio de adultos. Paseándote en la ciudad en la que nací, en la que destruyes con tu sola aparición, en la que siempre escapas a un sitio desconocido». Ryo caminó hacia el espíritu con el rostro lleno de curitas y vendajes, pero su mirada era de absoluta determinación. «Paseándote mientras Origami se debate entre la vida y la muerte. ¡Paseándote justo ante mis ojos!»
—Shiori, ¿podemos irnos a otro lado donde no haya nadie? Vámonos, ¡ahora! —Kouta tomó la mano de ella y salió corriendo de repente.
Ryo Kusakabe se detuvo de perseguirlos a pie, porque tenía otros planes en mente. Así que pidió una unidad por celular a su posición. Todos en Fraxinus notaron muy tensa y extraña la situación.
Kouta no quería usar sus poderes, así que no tuvo de otra más que huir, porque si ahora peleaba, probablemente no tendría vuelta atrás.
Aunque no lo sabía, la respuesta a la pregunta de Shiori, ¿había matado a Origami? ¿Había cruzado la línea? ¿Era un asesino? Justo el tipo de persona en la que ella nunca confiaría, y si eso pasaba, nunca estaría a su lado.
Nunca.
Los chicos llegaron a una especie de parque en un lugar en lo más alto, donde se podía tener una clara visión del atardecer en la ciudad, de los edificios que eran como bañados en oro por la luz solar y sus últimos rayos poderosos antes del anochecer.
—Kouta, ¿qué es lo que te pasa? ¿Por qué corriste así? —preguntó entre preocupada y miedosa—. Kouta, ¿es por la… pregunta que te hice?
—Yo… No lo sé, Shiori… No sé la respuesta a esa pregunta, y tampoco sé si puedo hacer esto… Lo que dices, yo… —dijo con dificultad sin poder continuar, la mirada de Shiori lo destrozó, luego ella bajó la cabeza y negó.
—Si te pido que te detengas… ¿Lo harás? Quiero escucharlo… Tu respuesta, la promesa que te pedí… ¿O es que acaso… tú querías matarlo?
Kouta quedó con la boca abierta y recordó que se sintió bien golpearlo mientras sentía sus huesos quebrarse y su carne siendo aplastada.
—Sí…
Shiori alzó la cabeza con molestia y le soltó una cachetada a Kouta que le hizo girar el cuello, pero él ni gritó, tampoco se sorprendió.
—¡Idiota! —soltó al mismo tiempo con lágrimas en los ojos.
Repentinamente, Kouta sintió un escalofrío por todo su cuerpo, era una sensación horrible, pero no era por la cachetada, algo se acercaba. Podía sentirlo y tratando de encontrarlo, se giró a todos lados sin ver nada en concreto.
—¿Kouta? —preguntó confundida al ver como cambiaba de posición de forma algo desesperada.
Hasta que escuchó el sonido de un cañón.
—¡Kouta!
—¡Ahhggt!
Algo le perforó limpiamente y a velocidad segadora casi en el pecho, su hombro fue perforado y ahora tenía un brazo inutilizado, el viento le ardía por su carne fresca a la vista, así como sangre se derramó del orificio que era del tamaño de una tapa de refresco, manchando sus ropas de un tono oscuro.
—¡Ah! —Shiori vio que el cuerpo de un hombre emergía, volando con ayuda de su armadura mecánica, escuchó como recargó su pistola y miró fríamente al espíritu.
Estaba escondido desde la parte de abajo del mirador, por eso Kouta sintió que algo había cerca, amenazando, pero nunca supo dónde estaba Ryo Kusakabe.
—Así que sí puedes sangrar, ¿eh?
«No, esto no puede ser… ¿Qué hace el AST aquí? ¿En qué momento?» Shiori retrocedió un par de pasos, pero se tropezó y cayó sentada, fue observada por el hombre de coleta de samurái.
—No conozco tu situación, señorita, pero estás con un ser realmente peligroso, ¡aléjate!
«Maldición, esto es mi culpa, ¡debí haberlo matado!» Kouta apretó los puños, incluso si estaba sufriendo por su hombro, se puso de pie y concentró su energía para llamar a su Vestido Astral. «Lo siento, Shiori, ¡es así como debe ser!»
—¡No, deténgase!
—¿Uh? —Tanto como Ryo como Kouta estaban impresionados, Shiori se había puesto en medio, cubriendo al muchacho.
—¡Ya es suficiente, él no ha hecho nada malo! ¡Él no es un peligro, no hay por qué pelearse! ¡Solo estábamos pasando el rato juntos, no ha hecho nada malo!
—¡Ah! —Kouta sintió miedo por primera vez al ver lo que ese hombre hizo en respuesta.
—Ah, uh… —Shiori tembló en cuanto Ryo le apuntó a la cabeza con una mirada fría. Como un soldado.
—Solo lo diré una vez más. Retroceda. ¡Ahora, hágalo!
«No… No, esto no puede pasar de nuevo, ¡no dejaré que suceda!» Shiori corrió contra Ryo, no lo separaban muchos metros, Kouta gritó su nombre para detenerla, pero ella no aligeró el paso.
—¡No, no lo lastime, no tiene por qué hacer esto!
Saltó para derribarlo, pero lo que sintió fue un mareo y perdida de los colores, de pronto, se encontró mirando hacia el suelo, en una caída inminente. Shiori fue golpeada fuertemente en la barbilla, mandándola a rodar por el suelo con sangre saliendo de su boca, su mandíbula se había sacudido por el tremendo golpe y todos sus sentidos también.
—¡Shiori! ¡Ugh! —gritó Kouta entre asustado y enojado, pero seguidamente le dispararon, esta vez en el estómago—. ¡Eres un desgraciado!
—¡Ese eres tú, maldito espíritu! —gritó antes de lanzarse de lleno hacia él.
Kouta lo esquivó al último momento al moverse un poco a un lado y girar su cuerpo, lo tomó de los brazos con fuerza y al dar la vuelta con su cuerpo, lo soltó con toda su fuerza. Alzó el brazo en forma de puño, liberando su energía al cielo.
—¡Adonai Melek! —Su cuerpo fue rodeado por una luz dorada de energía pura, hasta que en chispas moradas fue cubierto por su armadura y su capa brillante apareció también—. Maldito desgraciado, ¡vas a pagar por esto y por todo lo que has hecho! ¡Esta vez sí voy a matarte, como debí hacer desde el principio!
El muchacho dio un pisotón al suelo para hacer emerger el extraño trono en el que sobresalía el mango de una espada, fue ahí cuando saltó para tomarla con solo un brazo, puesto que el otro lo tenía suelto y ensangrentado.
—¡Sandalphon! —dijo al señalarle con su espada a Ryo quien venía con su espada láser para pelear—. ¡Tú! Voy a matarte, te borraré, terminaré contigo, morirás, morirás, morirás…
Kouta seguía hablando para sí mismo mientras lo observaba acercarse, hasta que apretó con fuerza su espada al ver que estaba lo suficientemente cerca, así que sus espadas terminaron colisionando, alocando el viento y creando ráfagas agresivas.
—¡VAS A MORIR!
Los gritos casi se convertían en rugidos, Shiori estaba ajena a la situación después de ese tremendo golpe, le detuvo todos sus sentidos y le dejó inmóvil, así como inconsciente, tirada en el suelo mientras la sangre se resbaló de su boca, manchando el suelo.
El hombre estaba luchando por su vida, pero también por ese muchacho en cama, conectado a un respirador, ese chico joven que estaba a su cargo como muchos otros, ellos que eran el futuro de este país, que tenían tanto por vivir… por alguna maldita razón eran usados en este programa como carne de cañón.
Origami Tobiichi no merecía esto, incluso si lo hacía por sus padres asesinados, no era razón para estar entre la vida y la muerte. Pero sabía que no podría detenerlo.
Ahora lo entendía.
Porque con cada ataque que colisionaba con este espíritu enfurecido, lo entendía perfectamente. Los ojos de Ryo brillaban con la determinación de su corazón, y miraba retadoramente a los ojos añil del muchacho, encendidos en ira.
Sí, la intensidad de sus miradas y lo fuerte de sus sentimientos eran por razones idénticas.
Una furia incontrolable.
Pero la fuerza era incomparable.
—¡Haaaaa! —Kouta dio varios cortes con su espada en el aire, mismos que rebanaron todo lo que llegaron a tocar.
Ryo voló rápido para esquivarlo, dejando un camino de destrucción de edificios y áreas verdes. Con sus sentidos más vivos que nunca y con reflejos sobrehumanos, logró bloquear a tiempo un ataque directo de Kouta, pero que la misma potencia le obligó a salir volando hasta romper la pared de un edificio.
—¡Ah! ¡Ugh!
Su cuerpo rodó por la oficina y sangró de los labios, sin embargo, volvió a reponerse rápido y tomó su espada láser porque, justo como esperaba, el espíritu entró al edificio.
—Maldito… —dijo Kouta al enterrar su espada en el suelo y caminó con la mano hecha puño.
Ryo no temblaba, no dudaba, no poseía miedo donde solo residía el odio y una determinación en un hombre que estaba dispuesto a todo, incluso a morir. El hombre apretó los puños y corrió para atacar con su espada, pero fue detenida con una sola mano y destrozada en dos partes al ser apretada.
—¡Maldito!
La fuera no tenía comparación, no había nada qué hacer. Un puñetazo bastó para mandarlo a chocar con la pared y para que sus labios sufrieran el castigo, podía saborear su propia sangre mientras el chico avanzaba lentamente.
No podía ganar esta pelea, lo sabía desde el principio, igual que lo supo Origami, a pesar de sus esfuerzos. Esos esfuerzos, en los que puso su vida en riesgo… Todo por su voluntad, por deseo propio.
Como su superior lo reconocía, lo entendía. Kouta se detuvo al ver como el hombre se limpió la sangre sin quejarse más, alzó la mirada y vio sus ojos, donde no existía el miedo ni el terror.
Lo vio adoptar una pose de batalla con las manos desnudas, con los puños listos y un temple de acero que le hacía dudar de seguir avanzando.
—No te temo, espíritu —dijo con una voz solemne y algo grave—. Tu puñetazo no me mató, y sin esa armadura, te entra la bala igual… Sangras igual… Sufres igual… Y tal vez pienses que tú también puedes matarme igual, pero no retrocederé.
«¿Qué? ¿Qué está diciendo este humano?»
—No me importa, ¡tú vas a pagar por lo que hiciste!
Kouta fue con el golpe demasiado abierto, por lo que fue esquivado para su sorpresa y golpeado directamente en el sentido, desorientándolo por completo, luego recibió uno en la barbilla, sintió como sus piernas flaquearon y quedó inmóvil por estos golpes tácticos y críticos que un experto en combate, le estaba dando.
«¿¡Qué?!»
Ryo aprovechó para castigar a golpes en la cara al muchacho, porque hacerlo en donde estaba cubierto de su armadura sería un suicidio. Ese vestido astral era poderoso, pero no así su rostro que estaba expuesto.
Era cierto, no tenía la fuerza abrumadora para detenerlo, pero estaba aplastando su confianza, su ánimo, con cada puñetazo recibido y con cada golpe que era evitado por su enemigo, Ryo estaba ganándole a Kouta, le estaba ganando en valor.
Sí, era eso a lo que se refería el jefe del escuadrón de la AST. Entendía los sentimientos de sus miembros, de sus compañeros, entendía los sentimientos de Origami, sus deseos de tomar venganza, al mismo tiempo, conocía que había muchos chicos y niños como él.
Era solo un hombre, pero no era el mismo al que llevaba enfrentando en otras ocasiones. Poseía los sentimientos, los deseos y adoptó la voluntad de sus compañeros y de Origami, así mismo cargaba sus propios sentimientos; su furia, su fuerza, su dolor, su tristeza, su impotencia, su ferocidad y sus ganas de vivir, ¡de seguir luchando!
—¡Ugh! —Kouta fue alejado de nuevo, pero su mirada se tornaba roja—. ¿Qué? ¿Qué está pasando?
Asustado por primera vez por un ser humano, quien había recibido golpes y estaba bastante herido, incluso por heridas anteriores de su pelea pasada se abrieron por los movimientos y golpes.
Estaba realmente dañado, entonces… ¡No lo demostraba! Seguía en pose de batalla, sin bajar los brazos y avanzando, su mirada no cambiaba, incluso si su ojo temblaba.
«Esto no puede estar pasando… ¡Este humano no va a detenerme!» Kouta regresó para tomar su espada y lo consiguió con desesperación.
—¡Toma esto! ¡Sandalphon! —gritó al hacer un corte con toda su fuerza, que cortó todo a su paso y levantó mucho polvo y humo—. Maldición…
—Ah… Ugh… —Ryo había evitado el ataque, pero quedó en el suelo y al borde de caer porque casi toda su parte del piso se había destrozado con el ataque.
—¿Por qué? ¿Cómo es posible?
—Estoy luchando por todos… —Admitió al levantarse lentamente, incluso si su cuerpo no le respondía con la soltura de antes.
Kouta tenía cortado el parpado y su ojos estaba inyectado con sangre, por eso no podía ver ya de uno de sus ojos. También sangraba de la cabeza y de la boca. Ryo también estaba herido y su cabello ya no estaba atado, le hacía lucir como una mujer.
El muchacho pudo ver a Origami por unos segundos, pero seguía sin entender.
—Tú no eres humano, no podrías entender… los sentimientos y las vidas que se me fueron confiadas… Las que has destruido poco a poco, desde tu llegada… —El hombre escupió algo de sangre y retomó la pose de batalla, sonriendo ligeramente al recordar los rostros de sus compañeros de escuadrón—. Yo peleo por todos ellos, por todas las personas que has lastimado y por las que siguen sufriendo por tu culpa, ¡peleo por todos ellos! ¡Tú solo destruyes cosas! ¿¡Cómo podrías entender si no tienes a nadie?! ¡Adelante, sigue golpeándome! ¡No te temo y no retrocederé, aunque este sea el sitio de mi muerte! ¡Pero no te llevarás a ninguno de mis compañeros, no de nuevo!
«Este hombre…»
Kouta fue embestido por Ryo quien, usando toda la potencia de sus propulsores, atacó sin piedad y a gran velocidad, para hacerlo caer del edificio y lo estampó contra el suelo, creando un pequeño cráter con su cuerpo.
«Este hombre… Está peleando conmigo».
Ahí la pelea se reanudó, pero Kouta se dio cuenta que, aun perdiendo el ojo izquierdo, su enemigo no podía moverse bien y era más lento, así que logró lastimarlo mucho más, lo escuchó quejarse y como su rostro se desfiguró por el dolor.
«Ya veo… Este hombre es duro… Está enojado, me odia… Lo he lastimado, a las personas que le rodeaban, así como lastimó a Shiori, yo también lo he hecho… Este hombre… Tiene razón». Pensó Kouta con arrepentimiento al ver como su enemigo estaba a punto de caer, pero su determinación seguía intacta. «Este hombre… Tiene razón».
—No, ahora no… Ah, ah… Ugh… —Ryo se arrodilló y sintió sus fuerzas desaparecer—. No… Ah… Ugh… Ah, ah… Maldición…
El hombre cayó al suelo, respirando con dificultad y mirando a su enemigo, quién bajó los brazos y le miró con tristeza. Kouta pensó en todo lo que había hecho, en lo que Shiori le había dicho, entonces miró a su alrededor, ahí solo había destrucción.
Al final, regresó la vista a ese hombre, quién luchaba por mantenerse despierto.
—Lo siento —dijo en voz baja, pero Ryo lo escuchó. Kouta le dio la espalda y voló lejos.
Regresó con Shiori, quién estaba despierta y moviéndose, aunque muy desorientada. Sin embargo, al ver las condiciones del chico, solamente pudo ir a abrazarlo.
La rodeó con los brazos con algo de fuerza y soltó lágrimas por sí solo. Por todas las cosas que había hecho.
—Lo siento… ¡Lo siento! ¡Lo siento! —dijo con el rostro desfigurado en tristeza y dolor, sus lágrimas se manchaban de rojo y su voz se quebraba con cada disculpa—. Lo siento… Lo siento mucho…
—Está bien, Kouta… Estaremos bien, algo voy a hacer…
—¡No! Volverá a pasar, no quiero esto… ¡Ya no quiero lastimar a nadie más! —gritó con fuerza a su oído, ella entonces quedó con los ojos bien abiertos y con la boca seca—. Nunca más… No quiero lastimar a nadie más… No quiero volver a pelear… Excepto si es para proteger a alguien, ¡esa es la única razón por la que debo de pelear! Es la única que vale la pena… Es lo único… Si lo hago, te lastimaré a ti también…
Se separó de ella y se limpió las lágrimas con su brazo.
—No estaré contigo, nunca podré estar contigo mientras sea así… Lo siento, Shiori… Esto fue muy divertido y fui realmente feliz, pero primera y última vez, Shiori…
—¿Qué? Espera, Kouta…
—No. Esto es lo que debo hacer, lo entendí, entendí lo que soy… Por eso, no volveré aquí —dijo con una pequeña sonrisa—. No lastimaré a nadie más, dejaré en paz a este mundo y… a ti también, Shiori.
Kouta hizo desaparecer a Sandalphon y empezó a levitar para alejarse de Shiori, quién atrapó su mano para detenerlo.
—¡No, esta no es la manera!
—Lo es, Shiori. Por favor, no hagas esto o nunca me voy a ir… Y tengo que hacerlo, todo estará bien si simplemente… Desaparezco.
—Kouta…
El chico estaba herido y se veía realmente mal, esta cita había terminado en desastre. Y ahora, por fin, era el momento de despedirse, así lo había decidido, no regresaría a la tierra, dejaría a todos vivir su vida.
Usaría toda su voluntad para desear no volver a aparecer, justo como tuvo la fuerza para desear estar aquí, teniendo esta cita prometida. No sería fácil, pero podía hacerse, Kouta estaba seguro.
La paz se obtenía, Shiori también lo podía ver así, no volvería a aparecerse por su camino, su vida volvería a ser lo mismo de antes, no tenía por qué prometer estar juntos, ni una amistad eterna, podía descansar de este tema y despedirse de Kouta, de su intromisión en su vida.
—Shiori… Gracias por todo, me gustas mucho, este día fue muy divertido, no lo olvidaré jamás. Adiós, Shiori —dijo con una sonrisa y él soltó su mano y ella quedó mirándolo con lágrimas en los ojos, con el brazo estirado—. ¡Prometo que nunca te olvidaré! ¡Ni volveré a lastimar a nadie! ¡Todo va a estar bien!
«No… Esto no es…» Shiori saltó sin pensarlo mucho, porque esto no era lo que quería. «¡No quiero despedirme, quiero que te quedes aquí, conmigo!»
Shiori logró llegar a su cuerpo para abrazarlo, él se sorprendió, pero nada salió de su boca porque ella lo calló con un beso en los labios. Los ojos añil del chico quedaron bien abiertos y se quedó inmóvil mientras ella cerró sus ojos, disfrutando de su beso de despedida.
Igual sabía que solo era una humana y no podía hacer nada para detenerlo, pero quería demostrarle que lo quería, si esta era la última vez.
Shiori se separó y Kouta parpadeó un par de veces. Ella lo abrazó entonces con fuerza, con toda la fuerza que tenía una chica de 16 años.
—Shiori… —susurró impresionado y su cuerpo empezó a brillar en esos momentos—. ¿¡Ah?!
—Kouta… —susurró a su oído mientras lo seguía abrazando, pero el chico se forcejeaba al sentir todo más frío, así como su vestido astral estaba siendo consumido y estaba desapareciendo.
—Shiori, ¿qué está pasándome? ¡Algo está pasando! ¡Shiori!
—Kouta, te quiero —dijo al verlo con una sonrisa.
—Ah… —Las mejillas del chico se colorearon de rojo en segundos, luego sonrió ampliamente—. Yo también.
Parece que esa era la única razón que estaba por encima de todo, era la razón por la cual él podía quedarse, la razón por la que ella hizo todo esto, como una última apuesta para ver si el destino cambiaba.
Y esta razón era por una palabra tan pasada de moda que no se lo creería nadie, pero es por cosas como estas que la esperanza vive en nuestros corazones, es por razones como esta que vale la pena estar vivo.
No, no se puede salvar el mundo con el amor, esas son solo tonterías, pero por el amor se podía desafiar a la muerte, se obtenía la fuerza para luchar por un respiro más, con eso se lograba cambiar una sola decisión que marca toda una vida, con eso podía salvar una vida.
Incluso la de un espíritu.
Y a veces, hasta salvarse a sí mismo.