Okita regresa pasada la media noche y ella se maldice por no haberse dado cuenta de la hora que era. Estúpidas maratones de películas de miedo.

Él se sienta en el sofá como hizo en la mañana y se ve tan cansado que ella hasta le ofrece un vaso de agua. Él acepta y cuando ella regresa con el, le dice que no se acostumbre mientras le pasa la bebida. Okita la toma, posando su mano sobre la de ella, y mirándola a los ojos le dice:

-Gracias, China.

Reconoce el apodo; sin embargo, la última vez que lo escuchó fue dicho en medio de suspiros y gruñidos.

Sabe que si la mano de Okita no estuviera sosteniendo el vaso por sobre la de ella ya lo habría dejado caer tan bien como sabe que Okita también lo sabe. Siente el calor que se ha vuelto tan familiar en el último día recorrer sus mejillas y a modo de respuesta Okita le sonríe burlonamente.

Carajo.

...

-¿Desde cuándo lo sabes? -Reconoce una batalla perdida cuando la ve.

-Desde que huiste ayer.

-Cabrón.

El sádico le vuelve a sonreír y ella piensa que puede que sí le termine rompiendo la cara.

-Es que fue tan divertido verte toda nerviosa cada vez que me tenías cerca.

-Yo no estaba nerviosa -batalla perdida o no, no se rendiría tan fácilmente.

-Sí, claro. Y tampoco me tienes ganas otra vez.

-¡Yo no—!

-Silencio, China. Despertarás a tu hermano.

Le rompería la cara.

-Yo no estaba nerviosa ni te tengo ganas -prácticamente escupe la mentira.

-¿Ah, no? ¿Entonces que hacías ayer cuando hablábamos por teléfono? -Siente su rostro arder y antes de que logre decir algo, el sádico vuelve a hablar-. Antes de que me mientas recuerda que yo ya te he escuchado gemir.

Mierda, ¿por qué todo le sale mal?

-Eso no quiere decir que te tenga ganas a ti. Estaba muy ocupada antes de que llamaras, eso es todo.

-¿Y decidiste continuar mientras hablábamos? -Nota la incredulidad en su voz y en la ceja levantada.

-Aguantarse un orgasmo es malo para la salud.

Okita se ríe y ella siente como todo se le revuelve por dentro.

-De acuerdo, dejemos eso de lado -él le quita por completo el vaso de agua y lo deja en el suelo pero toma su muñeca y la obliga a sentarse en sus piernas-. ¿Qué tal si te ayudo con eso de los orgasmos?

...

Estúpida vagina, piensa mientras que la mano de Okita asciende lentamente por su pierna y su ropa interior comienza a humedecerse en anticipación.

De pronto se siente como la persona más idiota del mundo.

¿Por qué demonios se está quejando?

Es cierto que le tiene ganas. Durante el último año le ha tenido ganas y aquí lo tenía, ofreciéndose a repetirlo y ella, como toda una imbécil, se rehusaba por su enojo y vergüenza.

A ver, la primera vez —o la primera noche, porque lo hicieron varias veces— que estuvo con él, él no fue diferente. No es que hayan conversado mucho pero le bastó con las pocas palabras que intercambiaron para saber que era un engreído y un sádico y, joder, que ella de todos modos se acostó con él.

Ahora la situación no era diferente y sin embargo, ella se negaba.

Pues a la mierda, es lo último que se dice a sí misma.

...

Acomoda sus piernas para quedar a horcajadas sobre Okita y le devuelve la sonrisa que él le ha estado dando en los últimos minutos.

-Bien, veamos qué tan útil eres.

Okita sonríe y se apresura a quitarle la sudadera.

...

Está en el suelo, desnuda de la cintura para arriba con Okita sobre ella en condiciones similares. Lo ve llevarse un pecho a la boca mientras sus manos la recorren por todo el cuerpo. Ella juega con su cabello y siente su espalda con su mano libre.

Un ruido sordo suena a lo lejos y Okita se detiene, buscando sus ojos con la mirada.

-No es nada, Kamui probablemente se cayó de la cama otra vez. Tiene el sueño tan pesado que ni se dará cuenta.

Okita espera unos segundos, queriendo comprobar que realmente no es nada, pero ella no tiene tanta paciencia y cambia las posiciones, viendo la sorpresa en sus ojos ahora desde arriba.

Besa su cuello, su pecho y su abdomen mientras sus manos le desabrochan el cinturón y cuando finalmente llega al botón del pantalón Okita atrapa sus muñecas entre sus manos, deteniéndola.

-¿Ahora qu—?

-Shh. ¿No oyes eso?

Bufa exasperada y se concentra en sus alrededores. No escucha nada salvo por el leve rugir del motor automovilístico fuera de su casa—

-¡Mierda, es papi!

Ambos se levantan como si el suelo fuera lava y recogen las prendas lo más silencioso y rápidamente posible. Cuando escuchan la llave en la puerta principal no se lo piensan dos veces y corren.

...

Apoyada en la puerta dentro del interior de su habitación trata de calmar su respiración de pronto cuando le hablan.

-Estuvo cerca.

Su cabeza gira a la dirección donde provino la voz y parpadea un par de veces para tener mejor visibilidad de la figura a su lado, aunque realmente no le haga falta para saber quién es.

-¿Pero qué demonios haces aquí? ¿Por qué me seguiste? -Sonar molesta es difícil cuando se está susurrando, pero ella hace el intento.

-¿Qué esperabas que hiciera? No es como si pudiera entrar a la habitación de Kamui sin camisa, con el pantalón flojo y tu sostén en mi mano.

Le arrebata la prenda y lo fulmina con la mirada, lista para soltarle un par de insultos, pero los pasos que escucha en el pasillo la distraen. Gira rápidamente y le pone el seguro a la puerta justo antes de que la perilla empiece a moverse.

-¿No crees que sospechará porque esté cerrada? -Okita pregunta una vez escuchan a su padre alejarse.

-Para nada, vivo con Kamui. Una vez me cortó el cabello mientras dormía. Además -le sonríe por sobre su hombro-, con un desconocido en la casa, es más seguro así, ¿no?

Lo siguiente que nota es una mano apretando su pecho.

...

Se muerde el interior de la boca al sentir a Okita besar su cuello y ubicar su otra mano en su estómago, empujándola hacia él y haciendo que su miembro choque contra su trasero.

-Ah…

-Entonces no hay problema con que sigamos…

...

Okita está en la esquina, refunfuñando por haberlo detenido mientras se viste y ella lucha contra sus deseos más primitivos porque definitivamente no lo va a hacer estando su padre en la casa.

Kamui era otro asunto, teniendo en cuenta que duerme como los muertos…

...

-Deja de quejarte, sádico.

-Me dejaste con las ganas.

Ella evita decirle que no es el único.

-Ya lo haremos luego -tan pronto como las palabras dejan su boca se muerde la lengua.

No, no lo harán.

No se conocen, apenas y descubrieron el nombre del otro el día anterior. Él vive en otra ciudad, ella ni sabe en cuál. Nunca intercambiaron números. Y las únicas dos veces que se han encontrado en sus vidas fue por pura casualidad. La primera fue en un bar cuando cumplió sus 20 y la segunda cuando lo presentaron como amigo de su hermano.

Comienza a preguntarse si debería retractarse de haberse negado.

...

Aparta su mirada de la puerta después de algunos minutos. Tras su desliz, Okita terminó de vestirse y se fue de su habitación con un chasquido de lengua.

Se quita el short y se mete entre las sabanas; sintiéndose molesta, confundida y cachonda a partes iguales.

...

El sol colándose entre las cortinas y dándole en la cara la despierta y ella siente que no ha dormido nada a pesar de que el reloj marque más de las 11 a.m.

Sabe por el silencio que se extiende en su casa que Okita ya se ha marchado al igual que su padre y su hermano. Se levanta sintiéndose diez años más vieja y justo cuando está recogiendo su ropa del suelo lo ve.

Un papel doblado por la mitad cerca de la puerta.

...

Ya en el tren, Sougo sonríe al recibir un mensaje de texto por parte de Kagura.


N/A: En caso de que no haya quedado caro, Sougo le dejó su número a Kagura. Y no, no significa que se enamoraron pero definitivamente pasaría en el futuro. Casi muero escribiendo esto, justo cuando pensaba en terminarlo, se me ocurrían más cosas y acababa alargándolo pero ya llegamos al final (algo soso, lo admito pero esto más un experimento que otra cosa). Mil gracias por todo.