Hola queridos lectores. Os traigo una historia de Cardcaptor Sakura. En realidad Orange Days no es una historia mía. Es de un dorama que vi y con el que me obsesioné. No podía parar de imaginarme a Sakura y a Shaoran como los personajes principales. Así que decidí contar la historia. Si la hubieran hecho los americanos habría sido un pelotazo, pero bueno, como la han hecho los japoneses, en occidente pasa desapercibida. Debéis tener en cuenta que la historia se encuadra en la sociedad japonesa y el dorama lo vi subtitulado al inglés. Hay cosas que me han resultado muy difíciles de traducir. Cuando aparezca algún término japonés lo iré aclarando al finalizar cada capítulo con asteriscos.
Disclaimer: los personajes de Cardcaptor Sakura no son míos. Son de las CLAMP. Sólo los utilizo en la historia. La historia tampoco es mía. Es de un dorama japonés que vi con subtítulos. Sólo intento contar la historia de Orange Days con los personajes de Cardcaptor Sakura, pero sin ningún fin lucrativo.
ORANGE DAYS
Capítulo 1. La Madonna que perdió su voz.
Tres jóvenes amigos iban por las calles de Tokio. Se dirigían hacia el campus universitario. Se llamaban Shaoran Li, Touya Souhei y Eriol Hiraguizawa. Se podría decir que eran tres chicos del montón. Shaoran no era un chico ni muy alto pero tampoco bajo, delgado, con pelo castaño oscuro y ojos marrones. Touya era bastante alto y también delgado. Al igual que Shaoran, también era castaño y tenía un atractivo singular que atraía a las chicas. Por último, Eriol era el más alto de los tres. Tenía el pelo mucho más oscuro que sus amigos y llevaba gafas.
Al pasar por la puerta de una casa, protegida por una valla, vieron que sobresalía un naranjo. Eriol se subió a la baranda hasta que consiguió coger una de las naranjas.
–La tengo. –dijo Eriol apreciando la naranja que había arrancado. –Es muy grande.
De repente, el propietario de la casa se asomó por la baranda gritándoles.
–¡Eh!¡Vosotros! ¡¿Qué estáis haciendo?!
–Tenemos problemas. –dijo Eriol. –¡Corred!
Los tres amigos salieron corriendo, pero en realidad les hacía gracia la situación y no podían evitar reír mientras corrían. Sería uno de esos recuerdos de juventud que atesorarían en su corazón. Entonces, los tres amigos todavía no sabían lo que una simple naranja significaría para ellos.
Pensamientos de Shaoran:
En ese momento pensé que tenía mucho valor. Incluso me tomaba mi tiempo para ver el atardecer. Tenía 22 años y no tenía trabajo. Vivíamos bajo el cielo tokiota y teníamos el mismo valor que una naranja que había descendido de él. Como compañeros, todos mirábamos la puesta de sol. Por supuesto, en ese momento no agradecía esos momentos. También ocurrieron muchas cosas importantes. Mis amigos, vidas anteriores, el amor… Probablemente pienso en demasiadas cosas. Por ejemplo, en buscar trabajo…
Era primavera. Época en la que empezaban las clases y las búsquedas de empleo de los estudiantes de último año de universidad. Shaoran, vestido con su mejor traje y corbata se encontraba en una entrevista de trabajo intentando poner la mayor de sus sonrisas mientras contestaba a las preguntas de sus posibles futuros jefes.
–Así que, licenciatura en asistencia social ¿verdad? –preguntó uno de los entrevistadores mientras Shaoran asentía con la cabeza. –¿En qué consiste?
–Estudio cómo ayudar a los demás. Personas enfermas, con algún tipo de discapacidad, con problemas emocionales o que requieren algún tipo de cuidado. –respondió Shaoran.
–Pero, ¿no sería mejor buscar un trabajo en un hospital o algo parecido? –preguntó el otro entrevistador. –Aquí fabricamos relojes. ¿Por qué está interesado en trabajar aquí?
–Creo que los asistentes sociales pueden trabajar en cualquier parte. Si mi intención es fomentar la ayuda mutua, realmente no importa el lugar en el que trabaje. Lo importante es cuidar los unos a los otros ¿no? –contestó Shaoran como parte de un discurso aprendido.
Pero en realidad era todo una mentira. Un hospital, un centro de traducción…En aquel entonces, cualquier sitio habría servido. Tenía que conseguir trabajo donde fuera. Así funciona la vida.
Tras la entrevista, Shaoran se disponía a esperar el metro para volver al campus universitario. A su derecha había un hombre trajeado hablando por su móvil pidiendo disculpas a alguien por llegar tarde, mientras que por su izquierda llegaban tres chicos que estarían en secundaria comentando que hacía tiempo que no iban a un goukon* con un tal Seiji que era el mejor del mundo.
Aquí estoy. Esta imagen representa perfectamente mi lugar. Atrapado entre una vida de estudiante universitario y la de un miembro productivo de la sociedad.
Ya en el campus, Eriol lo sorprendió por detrás. Eriol era un chico de pelo oscuro. Llegaba con su moto de poca cilindrada. Tenía una cesta en la parte delantera donde llevaba una naranja.
–Oye, no vengas a la universidad llevando ese traje. ¿No ves que todo el mundo te mira? –dijo Eriol en tono de burla mientras aparcaba la moto y se quitaba el casco.
–Vengo de una entrevista de trabajo. He tenido un montón. –dijo Shaoran mientras le quitaba a Eriol la naranja que llevaba en la cesta de la moto.
–La universidad es la mejor época. Los días de oro. –dijo Eriol.
–Lo sé. Esta naranja está dulce, ¿verdad? –preguntó Shaoran mientras la olía y haciendo caso omiso a lo que dijo Eriol.
–Quizás. –respondió Eriol. Shaoran le devolvió la naranja mientras separaban sus caminos, pero antes de eso, Eriol preguntó.
–Espera, ¿tomamos un café?
–Tengo que seguir con la búsqueda de trabajo –respondió Shaoran. –Adiós.
–¡Hey, te regalo la naranja. Queda muy bien con tu traje! –y se la lanzó. –¡Nos vemos!
–Este Eriol siempre tan relajado. –dijo Shaoran para sí.
Shaoran seguía su camino por el campus mientras jugaba con la naranja lanzándola y cogiéndola. Se notaba mucho más relajado que en la entrevista. En el campus era común ver grupos de alumnos tocando instrumentos. Tras pasar a unos estudiantes tocando "Copa Cavana" con sus saxofones, se dio cuenta de que tenía los cordones de un zapato sueltos y se agachó para atarlos. Entonces escuchó la melodía de un violín. Se dio cuenta que lo tocaba una bonita chica de pelo castaño. Le llamó la atención lo bien que tocaba. Se dirigió andando hacia ella como marinero atraído por los cantos de sirena.
La chica seguía concentrada en lo que estaba tocando, la "Partita para violín", específicamente el solo número 3 en Mi mayor de J.S Bach. De repente, se dio cuenta de que había alguien plantado cerca de ella y dejó de tocar.
Y así, en mi último año como estudiante, la conocí.
Sujetando la naranja con los dedos, Shaoran empezó a aplaudir. De repente, la chica estiró la mano. Shaoran se fijó que tenía unos bonitos ojos verdes.
–¿Qué? ¿Quieres dinero? –preguntó Shaoran extrañado. –Vale, espera un minuto. –Shaoran empezó a buscar en su portafolio. –Lo siento, he gastado lo que tenía en el metro. Espera, toma esto. –y le entregó la naranja. La chica la cogió también extrañada por lo que utilizó como recompensa. De repente llegó un chico.
–Siento llegar tarde. –le dijo a la chica. –¿Necesitas algo? –preguntó el chico a Shaoran al verlo ahí plantado.
–No. Nada. –respondió Shaoran. Veía que ahí hacía mal tercio. Así que, se giró y se fue, mientras la chica guardaba su violín en el estuche.
–¿Vamos? –preguntó el chico. La chica sólo asintió con la cabeza y fue tras él, sin olvidar la naranja.
En clase, el profesor Fujitaka Amamiya se dirigía a sus alumnos, entre los cuales estaba Shaoran y Eriol.
–Por tanto, lo aprendido en clase lo podéis aplicar en el mundo real. Estoy aquí para ayudaros en lo que necesitéis. Aprenderéis a entender estos principios. Acudid a mí si tenéis cualquier duda, preocupación o necesidad especial. Éstos son los términos y condiciones de la clase. –dijo señalando a la pizarra escrita. Entonces, la campana sonó, dando por concluida la sesión. –Eso es todo por hoy, chicos.
Fuera de clase se encontraba Touya. El castaño, que poseía un gran imán para las chicas, se encontraba mirando un móvil mientras una chica se dirigía a él llorando.
–¿Por qué no me lo has dicho hasta hace un minuto?
Touya sólo la ignoraba.
–¿Es tu novia? –le dijeron unos chicos que pasaban por ahí en tono de broma.
–Dejadme en paz. –les contestó Touya.
–¿No te importo? –le preguntó la chica llorando. Entonces llegaron Eriol y Shaoran, que habían escuchado los lamentos de la chica.
–Hay más chicos por ahí. –intentó consolarla Eriol. –¿Qué tal yo?
–¿Y qué pasa conmigo? –insistió la chica llorando sin hacer caso a Eriol.
–Yo soy muy, pero que muy simpático y amable. –insistió Eriol dirigiéndose a ella.
–Para ya, Eriol. –le pidió Shaoran.
–Llego tarde a la siguiente clase. Tengo que irme –dijo Touya apurado. Y se fue haciendo caso omiso de la chica.
–¡Touya! –gritó la chica persiguiéndole.
–Esa chica también fue tras él ayer, ¿verdad? –preguntó Shaoran a Eriol.
–Sí, es una acosadora. –dijo Eriol asintiendo. –Utiliza un método de acoso perfecto. El sistema 24 horas.
Sakura Kinomoto se encontraba en una sala a la que acudían los estudiantes de la universidad a relajarse un poco. Allí había alguna mesa, algunos sillones y máquinas expendedoras con bebidas y algo de comida y dulces. El chico con el que se fue anteriormente, le dejó un fajo de billetes, pero Sakura negó con la cabeza. El chico buscó en su cartera y añadió un par de billetes más. Sakura ladeó la cabeza.
–Está bien, está bien. ¿Qué te parecen 100.000 yenes? –dijo esto mientras enseñaba las palmas de las manos. Sakura sonrió, pero de repente negó con la cabeza.
Afuera, Meiling, una estudiante de posgrado se encontraba haciendo sus horas de voluntariado con el club de lengua de signos. Eso le permitía obtener créditos para su postgrado. Era una chica delgada de pelo negro y largo. Meiling enseñaba lengua de signos a tres estudiantes que querían aprender. Debían aprovechar el buen día que hacía, por eso estaban dando la clase afuera. Meiling empezó a hablar en lengua de signos.
–Muy bien, ¿qué acabo de decir? –preguntó a sus alumnas.
–"Con mis ojos, me enamoré de tu figura. Con mis oídos me enamoré de tu voz". Oye, eso es de Shakespeare. –tradujo una de las chicas dándose cuenta de la cita del autor.
–Felicidades. Muy bien, ahora probemos con esto.
Las chicas siguieron practicando. Por el fondo, pasó Sakura con su bicicleta roja. Llevaba el violín a la espalda. Unos segundos después, Meiling se percató de algo por el lado contrario por el que había pasado Sakura.
–Esperad, chicas. Enseguida vuelvo. –pidió Meiling.
–Es su novio. –dijo una de las chicas, mientras lo hacía también en lengua de signos y dirigía la mirada hacia el castaño. Meiling se encontró con Shaoran, que caminaba junto a Eriol.
–Shaoran, ¿has encontrado trabajo?
–Todavía no.
–¿La entrevista no era hoy? –volvió a preguntar Meiling.
–Sí, hoy ha tenido una entrevista y no para de llorar por ello. El entrevistado dijo "¿a que eres tonto?" –contestó Eriol.
–No dijo eso. –dijo Shaoran mientras golpeaba a Eriol en el brazo.
–Bueno, sigue intentándolo. –animó Meiling.
–Sí. –dijo Shaoran.
–Ya ha fallado en más entrevistas. –siguió Eriol chinchando a Shaoran.
–Ánimo. Perdonad. Estoy a mitad de mi clase de lengua de signos. Adiós. –se despidió Meiling con la mano.
–Adiós. –le dijo Shaoran con una sonrisa bobalicona.
–Siempre está muy animada, ¿verdad? –comentó Eriol. –¿Os va bien?
–Claro. –se limitó a contestar Shaoran.
Por la noche, Shaoran se encontraba en su diminuto apartamento con su hermana menor Fanren, que había acudido de visita. Un móvil empezó a sonar. Shaoran empezó a buscarlo como un loco en su mochila pero no lo encontraba, hasta que oyó a su hermana contestar. Se dio cuenta que no era su teléfono. Así que se sentó para seguir cenando.
–Moshi moshi*. Lo siento, ahora mismo estoy en el apartamento de mi hermano. Ahora no puedo. ¿Quedamos mañana enfrente de la estación a las siete? Vale. Nos vemos. –colgó.
–Oye, ¿Por qué te has puesto el mismo tono que yo? –preguntó Shaoran.
–¿Tono? ¿Qué tono? –se hizo la tonta su hermana.
–¡Ya sabes cuál es! No me vaciles.
–Estás de mal humor. –sentenció Fanren. –No es mi culpa que no te llamen para contratarte. Has fracasado otra vez, ¿verdad?
–Oye, tú…
–¿Qué pasa?
–No deberías salir tanto. ¿No se supone que vas a ir a la universidad?
–Por supuesto que voy a ir. –contestó Fanren.
–¿Y estás estudiando? –volvió a preguntar Shaoran.
–Sí, estoy estudiando. –contestó Fanren aburrida por el interrogatorio.
–¿Tienes novio?
–Tengo muchos.
–Me pones enfermo. No tengo ganas de hablar. –dijo Shaoran al ver que ésta no se tomaba las cosas en serio.
–¿Enfermo de qué? –preguntó Fanren, mientras que veía como su hermano se acostaba. –El dinero no es mi responsabilidad. –añadió Fanren. –Cada noche recibo llamadas de mamá preguntándome cómo va tu búsqueda de trabajo. Me dice que está tan preocupada que no puede ni pegar ojo. Y ahí estás tú tan tranquilo.
Al escuchar eso, Shaoran no puedo evitar girarse para contestar a su hermana.
–¿Qué quieres decir con tranquilo? No deberías hablar. Deja de presionarme.
Entonces se volvió a escuchar un móvil. Ésta vez sí que era el de Shaoran.
–Moshi moshi. –contestó Shaoran.
–Soy Jinji, de Relojes Alpha. Lo hiciste bien pero hubo una cosa que nos preocupó. Se trata de su aspecto.
–¿Qué? ¿Mi aspecto? –preguntó Shaoran extrañado.
–Sería mejor si llevara gafas. No es que no estuviera fantástico. Pero ese lenguaje corporal…
Shaoran empezó a sospechar.
–Esto suena raro.
Eriol y Touya le estaban gastando una broma. Touya le quitó el teléfono a Eriol.
–Estuvimos llamándote pero no contestabas.
–Idiotas. –dijo Shaoran, colgando.
–Está enfadado. –dijo Touya.
–Por eso te dije que no era buena idea. –dijo Eriol.
–¿Quién era? –preguntó Fanren.
–Se han equivocado de número. –contestó Shaoran.
–¿Tienes té? –preguntó Fanren.
–Sí.
Fanren se dirigió a la cocina llevando los platos de la cena. El teléfono de Shaoran volvió a sonar.
–Qué cabezotas. –se quejó Shaoran mientras miraba el número. Pero esta vez no se trataba de los imbéciles de sus amigos. Era Meiling.
–¿Es de la entrevista? –preguntó Fanren dejando la tetera en la mesa del kotatsu*.
–No. –cuando Fanren se fue para la cocina, contestó. –Hola, ¿qué pasa?
–¿Puedes bajar?
Shaoran y Meiling se encontraron abajo unos minutos después. Hacía bastante frío, pero merecía la pena ver la cara de Meiling. Cuando Shaoran se acercó, se sentaron en un banco que había cerca. Meiling sacó un sobre que tenía una flor de cerezo y se lo dio a Shaoran.
–Toma. Olvidé dártelo esta tarde.
–¿Es un amuleto de la suerte? –preguntó Shaoran al abrir el sobre.
–Sí. Los venden de camino al campus, así que paré y compré uno.
–"Shuusoku Jouju" –leyó Shaoran.
–Significa "buena suerte en la búsqueda de trabajo".
–Gracias. –dijo metiéndolo en el bolsillo de su chaqueta. Entonces, Meiling se levantó como para reunir el valor de lo que le tenía que decir.
–Shaoran. Eres genial y muy guapo. Pero siento que soy como una hermana mayor.
–¿Pero qué dices? –preguntó Shaoran levantándose para ponerse a su altura.
–Me quedaré en esta pequeña universidad durante tres años, donde no hay tantos estudiantes. Pensar en irme lejos da algo de…miedo.
Shaoran la atrajo hacia él y se quedaron mirando al horizonte, haciéndole saber a Meiling que él se encontraba a su lado a pesar de sus miedos.
Al día siguiente, Shaoran se encontraba en el campus mirando ofertas de trabajo en un panel de anuncios. Esta vez iba vestido como cualquier joven. Mientras apuntaba en una libreta lo que le interesaba, notó como si alguien le mirara fijamente. Al girar la cabeza, se encontró con la chica del violín. Al ver que no decía nada, Shaoran siguió apuntando. Entonces, Sakura se acercó a Shaoran, viendo qué apuntaba. Se dio la vuelta para ir a los paneles de anuncios que estaban al otro lado. A continuación, fue Shaoran el que se giró preguntándose qué estaba haciendo y fue tras ella.
–¿En qué año estás? –preguntó Shaoran intentando romper el hielo. Al no obtener respuesta, volvió a hacer otra pregunta. –¿Qué tipo de trabajo buscas?
Sin más, Sakura se giró y se fue a los paneles que estaban a continuación.
–¿Pero qué diablos? –se preguntó Shaoran. –Al menos podría responder. –Al ver la actitud de la chica, Shaoran dio media vuelta y se fue a seguir con su búsqueda junto a otro panel de anuncios. Unos minutos después, Shaoran escuchó cómo le llamaban. Era Meiling, que le llamaba desde el edificio, asomada por una de las ventanas.
–¡Eriol y Touya te están buscando. Van a la charla sobre empleo!
–Vale, gracias. –y se despidieron con la mano. Mientras Shaoran recogía sus cosas, no se percató de que se le cayó el amuleto que le regaló Meiling.
–¿Vienes a la charla? –le preguntó a Sakura, que seguía mirándole. Al ver que no contestaba, se fue. A continuación, Sakura recogió el amuleto. Cuando fue tras él para devolvérselo ya era demasiado tarde. De repente, una chica tocó a Sakura por la espalda. Era Tomoyo Daidouji, la mejor amiga de Sakura. Una chica de piel blanca y pelo negro azabache. Al igual que Sakura, también era bastante bonita.
–Hola Sakura, ¿estás bien? –le dijo a Sakura en lengua de signos, aunque también lo dijo hablando. Sakura simplemente le hizo saber que sí, también en lengua de signos.
Eriol, Touya y Shaoran se encontraban en la charla sobre empleo. Mientras el profesor hablaba, Eriol le pedía algo desesperado a Touya.
–Por favor, te lo ruego.
–¿Cuántas veces me lo has pedido? –preguntó Touya.
–Venga, será la última vez.
–Esa chica también estaba en el goukon del otro día. –dijo Touya, haciendo referencia a la fiesta en la que estuvo unos días antes.
–¿Es guapa? –preguntó Shaoran a Eriol. Éste sólo asintió con la cabeza.
–Me pregunto si son alumnas transferidas. Eran todas tan guapas. –dijo Eriol mientras el timbre daba por concluida la clase. –No puede ser que nadie las haya notado todavía. Ayúdame, Touya. –consciente del éxito que éste tenía con las chicas.
–Tengo hambre. –dijo Shaoran cambiando de tema. –¿Qué comemos hoy?
Al salir de clase, se encontraron con la acosadora de Touya. Esta vez no tenía escapatoria, así que no tuvo más remedio que ir con ella para hablar en un restaurante cerca del campus, aunque Eriol y Shaoran se pusieron con ellos para no dejar sólo a su amigo.
–Oye, tienes que dejar de perseguirme por todas partes. –dijo Touya a la chica.
–¿En serio? –dijo la acosadora.
–Sí. –dijo Touya. –Lo siento.
–¿Por qué? –preguntó la chica mirando a Shaoran, al ver que Touya no parecía muy dispuesto a darle explicaciones.
–No conozco los detalles, pero Touya es homosexual. –respondió este.
–¿Es una relación profunda? –preguntó ésta mirando a Eriol, que estaba junto a Touya, dando por hecho que eran novios.
–Sí, de hecho apenas me deja dormir. –mintió Eriol mientras Touya se encendía un cigarro y Shaoran se aguantaba la risa. La chica, enfadada, cogió un vaso de agua, se lo tiró a Touya y Eriol y se fue corriendo no sin insultarlos previamente.
–¡Maricones! –gritó la chica. Touya por fin se sintió aliviado de haberse deshecho de su acosadora.
–Gracias por ayudarme. –agradeció Touya a sus amigos.
–Yo todavía tengo un favor que pedirte. –le recordó Eriol a Touya.
–¿Era parte del acuerdo? –Preguntó Touya.
–Oye, se ha ido llorando. –comentó Shaoran.
–Este tipo de cosas son las que más hieren el orgullo de una chica. Descubrir que el chico que le gusta es repugnante para ellas. –dijo Touya. –No pasa nada.
–Deberías salir en serio con las chicas. –le reprochó Shaoran a Touya.
–¿Qué quieres decir con eso? –preguntó Touya.
–Calma, chicos. –intentó poner paz Eriol. –¿Queréis probar mis korokke*?
–Me refiero a asentar cabeza. Si no buscas trabajo, ¿qué planeas hacer? –preguntó Shaoran a Touya.
–Yo también me lo pregunto. –dijo Touya aburrido. –En primer lugar, no me gusta llevar corbata y en segundo lugar, no quiero convertirme en uno de esos hombres que viven sólo para servir a los demás. Dime, ¿son las entrevistas divertidas?
–Son aburridas. –dijo Shaoran. –Pero quiero un futuro. ¿Qué vas a hacer en el futuro?
–No quiero convertirme en un salaryman*. Tendría suerte si lo consiguiera pero, ¿llevar traje, jugar al golf y ponerse gordo? Qué aburrido.
–Pensarás que soy arrogante, –dijo Shaoran. –pero si lo haces bien en la empresa, te premian, ¿no está eso bien?
–Entiendo lo que quieres decir. –se incorporó Eriol a la conversación. –Esos oficinistas brillan y han elegido su carrera. Esa es la imagen que dan. En mi caso, cuando me gradúe, no puedo decidir dónde estaré ni en qué me convertiré.
–No me quiero convertir en esa clase de persona. –dijo Touya.
–¿Entonces qué quieres para ti? –preguntó Shaoran. –¿Qué clase de persona quieres ser? ¿Hay algo especial en ti?
–Eso es irrelevante. Déjame en paz. –sentenció Touya. Se levantó y se fue.
–¿Es asistente de fotografía en su trabajo a tiempo parcial, verdad? –preguntó Shaoran una vez que se fue Touya.
–Sí. –asintió Eriol.
–Haciendo eso ¿espera convertirse en fotógrafo profesional?
–No lo sé. –respondió Eriol. –No sé en qué acabará todo. Vivimos en un mundo difícil.
–Por eso tenemos que buscar trabajo. –dijo Shaoran. –No podemos continuar como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.
Touya cogió su cámara de fotos. Yendo por el campus, vio a Sakura sentada en un tronco cortado mientras leía un libro. Era la misma chica a la que se refería Eriol y que habían visto en el goukon. Pensó en que esa desconocida era bastante fotogénica y natural y que no debía desperdiciar esa oportunidad que se le había presentado, así que, empezó a tomarle fotografías sin que se diera cuenta. Después, ya sin ningún disimulo, se acercó a ella, colocándose al lado y apuntando con la cámara. Cuando Sakura percibió movimiento cerca de ella, levantó la cabeza para encontrarse al chico tomándole una foto. Touya sonrió.
–Perdóname. Te he estado sacando fotos pero ni te has dado cuenta. ¿No has oído el sonido? –dijo Touya. Sakura cerró el libro, lo dejo en su mochila, se levantó y extendió su mano. Touya le dejó su cámara pensando que quería ver las fotos. Entonces, Sakura se dispuso a lanzarla. –¡Ehh! –Touya consiguió arrebatarle la cámara al ver las intenciones de la chica. –Uf. Estuvo cerca. Mirándote nadie pensaría que fueras una persona tan violenta.
–¡Hey! –Tomoyo Daidouji, que había quedado con Sakura, se acercó hacia donde estaban Touya y su amiga. –¿Qué ha pasado? ¿Qué estás haciendo? ¿Quién eres tú? –preguntó Tomoyo al chico. Sakura empezó a explicarle la situación a su amiga en lengua de signos ante la mirada atónita de Touya, que no esperaba aquello. Por eso no había notado que le estaba tomando fotos. –No deberías ir sacando fotos a la gente a sus espaldas. –le recriminó Tomoyo al fotógrafo.
–Lo siento. –se disculpó Touya. –Si no te importa, me gustaría tratar algo con ella. ¿Me ayudas a traducir?
Eriol y Touya caminaban por el campus.
–¿Lo dices en serio? –preguntó Eriol.
–Sí. Mañana a la una frente a la entrada del parque de atracciones. –confirmó Touya.
–Come lo que quieras. –dijo Eriol en forma de agradecimiento mientras entraban a la cafetería del campus.
–¿Me traes a la cafetería del la facultad? Qué soso eres. –se quejó Touya esperando algo más de despliegue en el agradecimiento. Touya se sentó mientras Eriol fue a por lo que tomaría Touya. Cuando Eriol llegaba a su sitio se encontró con Shaoran, que llevaba una bandeja con su comida.
–Hola Shaoran. –saludó Eriol. Shaoran se quedó parado y Touya se giró para verle. Se notaba cierta tensión entre ellos tras la discusión del día anterior. Al ver que Shaoran fue a sentarse solo Eriol le pidió que se sentara con ellos. Este no hizo caso, pero estaba lo suficientemente cerca como para poder hablar con ellos.
–Si vas a preguntarme si he recibido alguna llamada la respuesta es no. –dijo Shaoran mirando su móvil antes de ponerse a comer. –Y se acabaron las bromitas telefónicas.
–De acuerdo. Lo sentimos. –Se disculpó Eriol. –Touya me ha conseguido una cita con una chica muy guapa. –comentó Eriol para cambiar de tema y rebajar la tensión. –¿Has dormido bien? –volvió a preguntar Eriol al ver la cara de cansancio de Shaoran.
–No. –respondió Shaoran mientras comía.
–¿Estuviste esperando la llamada? –preguntó Eriol. Pero después de la mirada de pocos amigos que le dio Shaoran, se disculpó por preguntar.
–¡Número 35!–dijeron los de cafetería.
–¡Sí, yo! –dijo Eriol. Se levantó a por su pedido, dejando a Touya y Shaoran asolas.
–Perdona por la discusión de ayer. –se disculpó Touya.
–Yo también lo siento. Fui yo el que dio un sermón. –dijo Shaoran asumiendo su parte de culpa.
–¿Es dura, verdad? –añadió Touya.
–¿Qué? –preguntó Shaoran.
–La carne que sirven aquí. –aclaró Touya.
–Sí. Es carne normal. Nada especial. –dijo Shaoran mientras comía.
–No estoy hablando de la carne. –dijo Touya.
–Lo sé. –dijo Shaoran sonriendo.
–Sé que tengo que hacer algo, pero algo diferente. Algo que salga de mi interior. –se expresó Touya.
–Creo que sé cómo te sientes. En cierto modo he dejado eso de lado y me he conformado. De un tiempo a esta parte sólo busco un trabajo. Aceptaré cualquier trabajo que consiga. No dejo de pensar "si no lo hago, ¿qué va a ser de mí"? –dijo Shaoran.
–He estado pensando en ello desde ayer. –dijo Touya.
–¿En qué?
–Ayer fue la primera vez que alguien me dijo algo así. Nunca había pensado seriamente en ello. Pero fuiste muy bruto. –dijo Touya sonriendo. Shaoran también sonrió. Con eso, supieron que todo estaba bien entre ellos.
En el apartamento de Touya, su hermana menor Nakuru estaba cortando verdura para hacer la cena.
–Touya, pensaba que tenías que trabajar, así que he hecho un poco de sopa de pollo. –dijo Nakuru.
–¿Por qué haces sopa de pollo si tengo que trabajar?
–Pensé que podíamos comer hoy y lo que sobre por si vienes a comer mañana. –explicó ella.
–Trabajo mañana. –corrigió su hermano.
–Debo haberlo recordado mal.
–No pasa nada, me la comeré hoy.
Nakuru se dirigió con la comida hacia la mesa cojeando. Touya abrió el frigorífico y sacó una cajita.
–Oye, ¿qué es esto? –preguntó él.
–Oh, lo trajo mamá anoche. Dijo "vamos a comprar algo dulce, un pastel". Fue divertido.
Touya lo volvió a dejar en el frigorífico.
–Para ya con eso. –se lamentó Touya.
–¿Qué hay de malo? –preguntó Nakuru. –Es nuestra madre. Dijo que conocía un montón de pastelerías a las que podría ir con mi novio.
–¡No hables de novios!
Eriol se estaba tomando una cerveza de manera preocupada en el sofá de su pequeño apartamento debido a la cita que le había concertado Touya. No paraba de visualizar su cita.
–Transporte. Necesito transporte para ir mañana al parque de atracciones. Podemos ir a tomar algo, montar en la noria, lo que queramos. –No aguantando más sentado, se levantó. –Cuando ella baje, le puedo extender mi mano y entonces ella dirá: "Oh, gracias" –dijo poniendo voz aguda. –Oh, sólo de pensarlo me da vergüenza. –Eriol se dejó caer en su cama. –Ha pasado mucho tiempo. Cuatro años en la universidad y por fin voy a conseguir una novia. Salvado en el último momento. Es tan guapa. Estoy tan emocionado. –dijo Eriol de manera soñadora y hablando solo. Entonces, su teléfono empezó a sonar.
–Hola, moshi moshi. –contestó Eriol.
–El teléfono no suena. –era Shaoran, refiriéndose a que no le llamaban de ningún trabajo. Shaoran llamaba mientras tomaba un baño en el ofuro*. –¿Quieres que cuelgue porque estás esperando una llamada de tu "novia"? –preguntó Shaoran bromeando, al ver que Eriol no decía nada.
–¿Qué clase de pregunta es esa? –y colgó.
–Oh, no tengo amigos. –se quejó Shaoran al ver que no se podría desahogar con Eriol. Enseguida su teléfono empezó a sonar. –¿Para qué me cuelga si ahora me vuelve a llamar?
–¿Qué me pongo mañana? ¿La cazadora roja de Beams o la marrón de PPFM?
–¿Qué clase de pregunta es esa? –y colgó. –Me pregunta sobre qué llevar en su cita.
Al día siguiente, Eriol y Touya estaban sentados en el hall de la facultad. Finalmente Eriol se había puesto la cazadora roja de Beams.
–¿Qué? ¿No puede oír? –preguntó Eriol.
–Exacto. –lo confirmó Touya. –Por lo visto es sorda.
–Sólo la había visto de lejos, no sabía que fuera sorda. –dijo Eriol.
–Por eso no habla. –dijo Touya como el que dice que no hace sol.
–¿Qué?¿No habla? –preguntó Eriol bastante agobiado.
–Bueno, no sé si puede o no, pero se comunica con lenguaje de signos.
–¿Y qué puedo hacer? ¿Cómo se supone que voy a salir con ella? –preguntó Eriol.
–Cuando se trata de un hombre y una mujer, no necesitas palabras –dijo Touya. –Cuando llegue el momento, ¡hazlo!
–¿Qué clase de conversación es esta de buena mañana? –apareció Shaoran.
–La típica de universitarios. –dijo Touya.
–Eh, hoy tienes la gran cita. –le dijo Shaoran a Eriol. Aunque este se encontraba con la cara desencajada.
En clase, mientras el profesor aburría hasta a las ovejas, Eriol le preguntaba en voz baja a Shaoran y Touya si podían ir con él a la cita.
–¿Vendréis conmigo?
–No. –dijeron a la vez.
–Entonces, ¿por qué no vamos a mi casa? –preguntó Eriol intentando librarse de la cita intimidado por lo que le dijo Touya de la chica.
–Tengo que trabajar. –dijo Touya.
–¿Vienes? –dirigiéndose a Shaoran, que se encontraba tomando apuntes.
–No. Eres tú el que quería la cita. –respondió Shaoran.
–Pero eres tú el que trata con esa clase de personas. No soy bueno saliendo con chicas. ¿O acaso no recuerdas cuando estaba en primero y me olvidé mi libro de francés y no pude hablar con las francesas?
–Olvídate de eso. –dijo Shaoran.
–Te lo ruego, por favor. –insistió Eriol.
–Apáñatelas tú solo. –zanjó Shaoran. Después de clase se fueron a la sala. Shaoran se sacó algo de beber mientras Eriol hablaba por teléfono.
–Sí, sí. Iré. –dijo Eriol. Una vez sentados Eriol dijo: –Estoy perdido. No sé qué hacer. Mi senpai*, el que se graduó el año pasado me ha conseguido un par de entrevistas.
–¿Te refieres a hoy? –preguntó Shaoran.
–Si no puedo ir, no puedo ir. –dijo Eriol –Y no podemos poner triste a la chica, ¿verdad? Así que cuento contigo, Touya. Nos vemos. –y salió corriendo.
–¡Eh, espera! –intentó detenerlo Shaoran.
–Te pido que vayas en su lugar. –pidió Touya a Shaoran sin darle opción. –Tengo que trabajar. Reúnete con ella a la una en la entrada del parque de atracciones.
–¡Eh, no pienso ir! –dijo éste viendo que le habían dejado el marrón a él.
A pesar de que había dicho que no iría, a la una, Shaoran esperaba puntual a la cita de Eriol apoyado en un árbol. Llevaba un vaquero negro, una camiseta gris, una chaqueta blanca, deportivas oscuras y una mochila. Entonces vio aparecer con su bicicleta roja a la chica del violín. Después de aparcar la bicicleta, la chica se dispuso a acercarse a la entrada del parque a esperar. Llevaba una falda blanca y una camiseta rosada, unas botas claras que le llegaban casi a la rodilla y una chaqueta vaquera azul, un bolso y una cesta de picnic. Entonces, vio a Shaoran apoyado en el árbol y se detuvo. Al ver que la chica estaba sola, Shaoran intuyó que se trataba de la cita de Eriol.
–No me puedo creer que esté haciendo esto. –dijo Shaoran para sí. Shaoran se acercó a ella. –Soy el sustituto de Eriol Hiraguizawa. –Entonces recordó que Eriol le dijo que era sorda. –Espera. – y se puso a buscar algo en su mochila. Sacó una libreta y empezó a escribir lo que quería decir. Entonces, ella le tocó el brazo y señaló sus labios y sus ojos.
–¿Puedes leer los labios? –preguntó Shaoran. Ella asintió con la cabeza. –Ya veo. La persona que te invitó no ha podido venir. Le ha surgido un asunto urgente. –le dijo Shaoran mirándola de frente y hablando despacio. Sakura asintió con la cabeza. Sakura se giró para irse, pero Shaoran la detuvo cuando llegaba a su bicicleta.
–¡Espera!¡Espera! ¿No has preparado ese almuerzo para la cita? –preguntó señalando la cesta. Volvió a repetir la pregunta utilizando lenguaje de signos. Sakura se quedó sorprendida de que supiera hablar el lenguaje de las personas sordas.
–¿Puedes hablar en signos? –preguntó Sakura, evidentemente, en lenguaje de signos.
(Nota de autora: cada vez que Sakura se comunique o alguien hable con Sakura, será en lengua de signos, a no ser que especifique otra cosa. Los personajes oyentes suelen acompañar el lenguaje de signos con el verbal).
–Un poquito. –dijo Shaoran. –Vamos a comer. –sugirió Shaoran. Sakura se lo pensó un poco, pero ya que se había tomado la molestia de ir, decidió aceptar. Una vez dentro del parque de atracciones, se sentaron en una mesa para comer. –Está delicioso. –alabó Shaoran. Sakura no le estaba mirando. Tan sólo se encendió un cigarro. Shaoran se quedó sorprendido de que una chica como ella fumara. No había probado nada. Shaoran llamó la atención de Sakura con su mano. –Eh, esto te ha llevado tiempo cocinarlo, ¿verdad? –preguntó Shaoran. –Deberías comer un poco. –dijo ofreciéndole comida. Sakura hizo algunos signos. –¿Lo ha hecho la asistenta? ¿De verdad? Tienes una gran asistenta.
–Por supuesto que no. –dijo Sakura. Sakura hizo unos cuantos gestos más aclarando a Shaoran lo que había dicho.
–Ah, ¿tu madre? –preguntó Shaoran.
–¿Está el pulpo bueno? –preguntó Sakura. –El tiempo límite para apreciarlo ha terminado.
Shaoran se quedó parado y dejó los palillos.
–¿Entiendes lo que estoy signando ahora? –preguntó Sakura.
–Aprendí lenguaje de signos en el departamento de literatura de la universidad. Voy a graduarme en asistencia social. El lenguaje de signos es una asignatura obligatoria. –explicó Shaoran en signos y hablando.
–Ya veo. –dijo Sakura.
–También fui voluntario en una escuela para personas sordas. –añadió Shaoran.
–Entonces ¿has venido aquí como voluntario? –preguntó Sakura.
–No.
Después de comer, Sakura y Shaoran iban caminando por el parque de atracciones. La chica por fin se había soltado y charlaba con Shaoran.
–¿Qué? ¿Todos? –preguntó Shaoran.
–Sí, todos lo intentan una vez. Pero cuando ven que soy sorda me abandonan. –explicó Sakura. Sakura empezó a signar lo mismo otra vez pensando que Shaoran no lo entendió, pero éste puso sus manos sobre las suyas deteniéndola.
–Lo entiendo perfectamente. –Sakura siguió andando y Shaoran la tocó para detenerla. –No creo que tu sordera sea el problema. –Shaoran volvió a signar otra vez lo mismo pensando que Sakura no le entendía. Pero igual que hizo él antes, le interrumpió.
–¡Lo entiendo perfectamente! –Sakura echó a andar otra vez. Shaoran la volvió a detener.
–No es tu culpa. Sin embargo, más que tus oídos, es tu actitud lo que deberías mejorar, ¿no crees? –Ante esto, Sakura se le quedó mirando unos segundos y entonces, le dio una patada en la pierna para seguir caminando.
–¡Ouch! ¡Eso duele! ¿Vas pateando a la gente normalmente? –preguntó Shaoran. –¿Qué clase de mujer eres? –pero Sakura iba demasiado adelantada para leerle los labios.
Ella tenía una cara preciosa, unos dedos bonitos, una bonita manera de hablar lenguaje de signos y cosas interesantes de las que hablar.
–Según tengo entendido, la profesión más antigua de la humanidad es la prostitución. La prostitución en Pompeya se remonta a la Antigua Roma. Pintaron un fresco que todavía se conserva. –explicaba Sakura. –¿No es interesante? –Sakura y Shaoran siguieron hablando un rato. –¿Qué estás haciendo, idiota? –dijo Sakura en lenguaje de signos de Kansai*.
–¿Quieres que lo aprenda en Kansai? –preguntó Shaoran.
Me enseñó a expresar agradecimiento en el dialecto de Kansai, para darme las gracias. Recuerdo que ese día aprendí a decir en dialecto Yakuza* "¿qué estás haciendo, idiota? en lenguaje de signos.
–"Nani yuuten nen boke". –dijo Shaoran practicando. Más tarde, estuvieron un rato jugando al mole*.
–¡Mira cuántos he conseguido! –celebró Shaoran. Pero Sakura se había ido a otro juego de encestar bolas. Shaoran se unió a ella. Al verlo, Sakura empezó a tirarle bolas a él. –¡Se supone que tienes que lanzarlas allí! –dijo Shaoran mientras le lanzaba una bola a ella. Tras pasarlo bien en los juegos, se dirigieron a la montaña rusa, pero Sakura se detuvo. –¿Quieres montar? –preguntó Shaoran. –Vamos, subamos. Ya que estamos aquí. –Cuando el tren paró frente a ellos, Sakura no parecía muy decidida en montar. Shaoran se dio cuenta. –¿Qué pasa? –preguntó él. Tras hacer signos él dijo –¿No has vuelto a montar desde que perdiste la audición? –Sakura asintió con la cabeza.
–Me da miedo. –dijo Sakura.
–Ya veo. –comprendió él.
–Los siguientes. –dijo la encargada de la montaña rusa.
–Oh, lo siento. Es que hemos decidido no subir. –explicó Shaoran. Pero Sakura lo detuvo y le señaló para subir. –¿Estás segura?
Una vez en la montaña rusa, mientras el tren cogía altura, Shaoran le pregunto si realmente se encontraba bien al verla un poco nerviosa. Ella asintió con la cabeza. Cuando empezaron a bajar, ella se agarró fuerte y al principio no se atrevía a abrir los ojos. No obstante, cuando los abrió, empezó a disfrutar de las bajadas y los loopers y no podía quitar su sonrisa de la cara. Cuando llegaron otra vez a una subida, Sakura hizo el gesto de que levantaran las manos en la caída. Al bajar de la atracción, Sakura estaba muy contenta.
–Ha sido divertido. Gracias. No pensé que fuera capaz de volver a montar. Pero ha estado bien. Cada vez me gustaba más. –decía Sakura emocionada. –¿Has montado en la "Fujiyama" en "Fujikyuu Highlands" y la "White Canyon" en Yomiuri?*.
–Espera, espera. Signas demasiado rápido. –dijo Shaoran.
–Lo siento. –se disculpó Sakura. Al llegar a la salida de la atracción, un empleado les ofreció comprar la foto que realizan mientras están subidos en la montaña rusa.
–Miren, si la quieren, pueden imprimirla en aquel puesto. –dijo el empleado enseñándoles una foto.
–Dice que si queremos la foto la revelan allí. –explicó Shaoran. Para ello tenían que esperar su número. Pero tenían el número 27 y todavía les llevaría tiempo. Así que se sentaron en una mesa a esperar. –Parece que falta un rato. –le explicó Shaoran. –¿Cuándo dejaste de oír? –preguntó Shaoran curioso. Pero al ver que no contestaba, pensó que quizá no debería haber preguntado eso. –Lo siento, olvídalo.
–Hace cuatro años. –contestó Sakura. –¿Pero por qué piensas que antes podía oír?
–Lo dijiste antes de subir a la montaña rusa. Y también, la primera vez que nos vimos, estabas tocando el violín.
–Ya veo. –recordó Sakura. –Cuando podía oír se me daba mucho mejor.
–Yo creo que tocabas genial. –la alabó Shaoran. Pero Sakura negó con la cabeza. Se quedó mirando un cuervo que había en la rama de un árbol.
–A pesar de que perdí mi oído hace cuatro años, todavía no me acostumbro a ello. Es como cuando veo un pájaro. Es como si no fuera yo la extraña, sino el pájaro. ¿Por qué no canta? ¿Dónde ha dejado su voz? ¿Se le olvidó antes de venir? Sin embargo, no es el pájaro, soy yo. –se sinceró Sakura mientras observaba un pequeño cuervo en la rama de un árbol cercano. Shaoran se quedó impresionado con lo que le estaba contando. El móvil de Shaoran rompió ese momento.
–Perdona un momento. –le dijo Shaoran mostrándole el teléfono. Se levantó y fue a hablar a un lugar más privado por costumbre, ya que la castaña no escucharía nada. –¿Qué pasa? –preguntó Shaoran.
–Quería saber cómo va. –dijo Eriol.
–¿El qué? –preguntó Shaoran.
–¿El qué?¡La chica! ¡No me digas que no has ido!
–Por supuesto que he venido. Estoy con ella ahora mismo.
–Menos mal. Sabía que no me dejarías tirado.
–¿Has ido a la entrevista con tu senpai? –preguntó Shaoran.
–Sí. Me ha dicho que iba por algo de beber. Estoy esperando fuera.
–No bebas demasiado. Ya sabes que cuando lo haces no duermes bien. Nos vemos. –se despidió Shaoran. –Lo siento. –se disculpó Shaoran cuando volvió donde estaba Sakura. –¿Ocurre algo? –preguntó Shaoran al verla ensimismada en el pájaro de la rama.
–Sólo pensaba en cómo sonará la voz que emite el cuervo.
–¿La voz del cuervo? –Shaoran sacó un papel de publicidad del parque de atracciones de su mochila que le habían dado a la entrada y en un espacio en blanco escribió "kaa, kaa". Sakura le quitó el bolígrafo y escribió: por supuesto. –¿Qué quieres decir con eso? –preguntó riendo. Pero no hubo respuesta. Al darle la vuelta al papel, vieron que a las 18:30 había un espectáculo de fuegos artificiales frente al autobús amarillo del parque de atracciones.
–Ah, por cierto. La llamada era de mi amigo Eriol, la persona con la que tenías la cita. Me ha dicho que acaba de terminar el asunto urgente. Estaba preocupado y me ha dicho que lo siente mucho.
–Gracias por lo de hoy. –agradeció Sakura. –Por pasar tiempo conmigo. Te lo agradezco mucho.
–El placer ha sido mío. –dijo Shaoran sonriendo. Entonces, el móvil volvió a interrumpir. –Perdona. Compraré algo para beber. Espera aquí hasta que nos toque el número de la foto. –cogió su mochila y se fue. Cuando Shaoran se apartó de la mesa contestó al teléfono.
–Moshi Moshi.
–¿Hablo con Shaoran Li? –preguntó la voz detrás del teléfono. –Me llamo Surenaga, de la compañía de Relojes Alpha.
–Oh, sí.
–Nos gustaría verle de nuevo.
–¿En serio? Pensé que me habían descartado.
–Queremos concertar una última entrevista con usted.
–¿Una última entrevista? Muy bien. Estoy deseando trabajar con ustedes.
–Ya concertaremos la hora de la entrevista con usted.
–Gracias. Adiós. –después de colgar Shaoran estaba muy contento. –¡Sí! –Decidió entonces llamar a Meiling, que estaba en la universidad. Al escuchar el teléfono, se salió de donde estaba para no molestar.
–¿Te han llamado? –preguntó Meiling. –¡Eso es genial!¡Me alegro!
Mientras tanto, Sakura seguía esperando sentada. Todavía iban por el número 22. Shaoran se encontraba haciendo cola en la cafetería. Poco a poco iba oscureciendo.
–Hay mucha cola. –se quejó.
Eriol se encontraba en un restaurante hablando por teléfono.
–Me pregunto si está mal que me presentara ahora.
–¿Y qué harías si fueras? –le preguntó Touya, que seguía en el trabajo.
–Disculparme. –dijo Eriol.
–No te preocupes por eso.
–Me disculparé mañana o pasado en la universidad. –decidió Eriol.
–¿De verdad estás interesado en salir con ella? ¿Con una chica sorda? –preguntó Touya.
–Pues…
–Por eso es mejor que no vayas. –intentó convencerle Touya. "Perdona por dejarte tirada el otro día. No tengo interés en salir contigo". No le puedes decir eso.
–Ya veo. Soy un inútil ¿verdad? –dijo Eriol desanimado. –Me siento mal por estar haciendo esto.
–Perdona, me llaman. Tengo que irme. –y colgó al oír que le requerían.
–¡Touya, trae ese paraguas para proteger la cámara! –ordenó el jefe.
–¡Enseguida!
Cuando Shaoran consiguió salir de la cafetería, se encontró con que afuera estaba lloviendo bastante. Cuando llegó a la mesa en la que estaban antes, vio que allí ya no había nadie. Por megafonía llamaban al cliente de las fotos número 33.
–Oh, es verdad. Ella no podía escuchar el anuncio. –dijo Shaoran para sí. Cuando llegó a la mesa, vio la ficha con el número 27 encima de la mesa, decidido que a pesar de haber perdido el turno, conseguiría la foto de la montaña rusa.
Sakura estaba refugiada en la tienda del parque de atracciones, donde un mogollón de gente estaba comprando paraguas al haberles pillado la lluvia de improviso. Pero se sentía inútil y salió hacia la entrada del parque de atracciones.
Mientras tanto, Shaoran se acercó a la tienda a comprar dos paraguas. Tras comprarlos, salió corriendo con uno de los paraguas abiertos. La buscó en el salón de recreativos en los que habían estado durante la tarde. Por megafonía anunciaron que debido a la lluvia, el espectáculo de fuegos artificiales quedaba suspendido. Al escuchar el anuncio, a Shaoran se le ocurrió buscar a Sakura frente al autobús amarillo donde iban a ser los fuegos. Pero no había ni rastro de Sakura. Sakura se había refugiado junto con más gente en un techado, hasta que decidió salir corriendo. Ya había oscurecido.
–Touya, si ya has vuelto, ayúdame a recoger la ropa. –ordenó Nakuru a su hermano.
–No quiero. No soy el chico de la lavandería. –dijo haciendo enfadar a su hermana mientras bebía un refresco tranquilamente.
–¿De qué vas? –preguntó Nakuru. Entonces sonó el timbre de la puerta. Nakuru fue a abrir con su evidente cojera mientras su hermano, sin saber por qué, se escondía en el cuarto, haciéndole saber a su hermana de que él no estaba en casa. Al abrir se encontró con una joven mujer muy bella con ropa cara y que no encajaba nada con la humilde casa en la que vivían los hermanos.
–Buenas tardes. ¿Está tu hermano en casa? –preguntó la mujer.
–No, lo siento. –dijo Nakuru.
–No pasa nada. Muchas gracias. –y sin más se fue. Una vez que la mujer se fue, los hermanos empezaron a revisar qué prendas se habían secado y cuáles estaban húmedas.
–Esto todavía está mojado. –dijo Touya apartando un pantalón.
–¿No vas a ver a esa mujer? –preguntó Nakuru.
–Sería Alisa, es una pesada.
–¿Alisa? –preguntó Nakuru.
–Sí. Ese es su nombre. No estoy seguro de si querer ir en serio o no.
–No, no se llama así. La he visto en una revista. Todo el mundo la estaba viendo en clase. –informó Nakuru. –Estoy segura que es una modelo que se llama Kaho Mitzuki. –Touya se quedó mirándola.
–¿Era ella? –preguntó Touya.
–Sí, es famosa. No puedo creer que una famosa haya venido a casa. –dijo Nakuru emocionada.
–Tendrías que habérmelo dicho antes. –dijo Touya mientras se ponía una chaqueta para salir. –Salgo un momento.
–¡Touya! –le gritó Nakuru, pero éste ya había salido de casa.
Shaoran seguía esperando a Sakura en la salida del parque. Las luces del parque empezaron a apagarse.
–Lo siento, pero estamos cerrando. –dijo un empleado del parque. –¿Espera a alguien? No queda nadie dentro.
Al salir, Shaoran se dio cuenta que la bicicleta roja de Sakura seguía en el mismo lugar en el que la dejó cuando llegó. Se acercó a la bicicleta, pero su dueña no estaba.
Touya se dirigió a la estación de tren más próxima a su casa. Por detrás, apareció Kaho Mitzuki, que se había entretenido comprando un pastel en una pastelería de la estación.
–Touya. –llamó la modelo al joven. –Llegas a tiempo. No he podido evitar ir a comprar un pastel. Sujétalo. –Touya lo cogió. Cuando ella se disponía a meter una moneda para sacar su billete de tren, el joven puso la mano en la ranura para que no lo hiciera.
–¿Puedo preguntarte dónde has estado? –preguntó Touya.
–¿No te lo dije? –dijo Kaho.
–¿Has estado en mi casa? –le preguntó Touya mientras apartaba el pelo húmedo por la lluvia de ella detrás de la oreja y le pegaba contra la pared.
–Lo olvidé. –dijo Kaho.
–¿Lo olvidaste? –poniendo ahora las dos manos en su cara y pegando sus frentes.
–No, pero tu hermana estaba en casa. –Entonces se abrazaron con deseo.
–¿Vamos? –preguntó Touya mientras seguían abrazados.
–Tu hermana sigue en casa. –dijo Kaho.
–Hay un hotel por aquí cerca. –sugirió Touya. –Aunque está sucio. –añadió susurrando. Kaho no pudo evitar sonreír.
–A veces me pregunto si lo que hacemos está bien.
Sakura se encontraba secándose el pelo en casa. Ya se había cambiado y puesto cómoda. Mientras tanto, su madre, la famosa pianista Nadeshiko Kinomoto se encontraba tocando una pieza tranquila al piano llamada "Preludio de Gotas de Lluvia en Re bemol menor op. 28 número 15" de Chopin. Sakura salió de su cuarto y se dirigió a la cocina, donde tuvo que apagar el fuego de lo que se estaba cocinando. Por lo visto su madre se había abstraído demasiado con el piano y no se había dado cuenta. Se dirigió hacia su madre y la interrumpió en su interpretación.
–La cazuela estaba hirviendo. –le hizo saber Sakura a su madre. Unos minutos después, Sakura y su madre se pusieron a cenar.
–¿Qué tal está? –preguntó Nadeshiko. –¿Diferente? –preguntó tras las señas de Sakura.
–Está bien. No es que no me lo pueda comer.
–Mañana es mi recital. Estoy un poco nerviosa. –dijo Nadeshiko. Después de cenar, Nadeshiko miró por la ventana.
–Oh, sigue lloviendo. Si sigue lloviendo me pregunto si mañana acudirán los invitados al recital. Por cierto, ¿cómo has llegado a casa?
–En taxi. –dijo Sakura.
–¿Y tu bicicleta?
–La dejé allí de momento. La recogeré mañana.
–Muy bien.
Mientras madre e hija tomaban un té bien calentito, Sakura se quedó ensimismada porque vio la naranja que Shaoran le dio el día que se conocieron en la barra de la cocina. Después de cenar, Sakura se puso a fregar los platos. Su madre se acercó y le tocó el hombro para que la mirara.
–¿Qué te pasa? Estás un poco rara. –dijo Nadeshiko. Sakura paró de lavar los platos y le dijo:
–Tengo que salir un momento. –Sakura no sabía por qué, pero sentía que debía volver. Cogió un taxi y se dirigió al parque de atracciones. Ya no llovía tanto como antes. Cuando el taxi llegó, abrió su paraguas y fue hacia la entrada del parque. Cuando llegó por fin dejó de llover y cerró su paraguas. Se dirigió a la entrada pero no vio a nadie. Después se dirigió hacia donde estaba su bicicleta. Se quedó sorprendida con lo que vio. Encontró un paraguas atado y abierto sobre su sillín para que no se mojara. Pero lo que vio después todavía la dejó más sorprendida. Sakura giró la cabeza y encontró a Shaoran sentado en su mochila. Parecía estar durmiendo con la cabeza gacha y un paraguas abierto sobre él y apoyando su espalda en la caseta donde se compran las entradas al parque de atracciones. Sakura se acercó a él y se agachó. En un dedo de la mano colgaba un llavero con la foto de ellos en la montaña rusa. Al tocar el llavero, Shaoran despertó un poco atontado, encontrándose con la cara de Sakura. Shaoran le sonrió.
–Estás aquí después de todo. –dijo Shaoran. –Han cancelado los fuegos artificiales.
A Shaoran se le fue borrando la sonrisa al ver que ella no cambiaba de expresión. Simplemente acortó distancias con él y le besó en los labios.
Después de aquel beso después de la lluvia, empezó todo para nosotros.
Notas de autora: pues aquí está el primer capítulo. Sé que hay muchas referencias, pero poco a poco irán apareciendo menos. Obviamente, si sale alguna palabra que ya haya salido no la volveré a poner. Espero que os haya gustado. Hacédmelo saber en los reviews. Aquí os dejo el listado interminable de palabras por orden de aparición:
*Goukon: lugar donde se reúnen el mismo número de chicos y chicas, normalmente compañeros, para comer, beber y encontrar pareja.
*Moshi moshi: es lo que dicen los japoneses cuando contestan al teléfono. Podría haber puesto "¿Diga?", pero me parece super gracioso y me encanta como suena, así que decidí dejarlo tal cual.
*Kotatsu: es un marco de mesa bajo hecho de madera y cubierto por un futón o una cobija pesada, sobre el cual se apoya la superficie de la mesa. Debajo hay un brasero, o estufa, que a veces es parte de la estructura de la mesa misma.
*Korokke: croquetas de patata, carne y verdura.
*Salaryman: suelen ser empleados de oficina. En resumen: oficinista. Seguramente sabíais esta palabra, pero por si acaso la pongo.
*Ofuro: Bañera japonesa.
*Senpai: es un compañero de mayor edad y experiencia. Normalmente suelen actuar de guías e incluso amigos de su kohai, que es el compañero más joven y de menor experiencia.
*Kansai: Zona de Japón donde se encuentra Osaka y Kioto.
*Yakuza: mafia japonesa.
*Mole: es el juego de dar martillazos a los topos que salen de su agujero en las máquinas recreativas. Me parece que no tiene traducción en castellano, o al menos yo no la conozco.
*Fujiyama en Fujikyuu Highlands y la White Canyon en Yomiuri: nombres de unas montañas rusas y sus respectivos parques de atracciones.