Naruto
Mi espalda chocó bruscamente contra la pared de ladrillo y sus manos; fuertes como grilletes, apretaron mi cuello poderosamente hasta que vi puntitos brillantes bailando frente a mis ojos. Intenté aflojar su agarre, normalmente poseíamos la misma fuerza, pero él estaba tan furioso que podía estrangularme si quisiese.
Y eso era lo que quería; asesinarme.
― ¡¿No tienes nada qué decir?! ―rugió en mi cara. Bajé la vista, avergonzado y decepcionado de mí mismo por tener estos pensamientos, por si quiera considerar que fuese posible. Le debía lealtad a Sasuke; mi mejor amigo, y le estaba fallando.
―Tú ya lo dijiste todo ―susurré. Me soltó bruscamente y empezó a dar vueltas por mi habitación como si estuviese desesperado por salir.
― ¿Desde cuándo?
¿Eh?
― ¿Desde cuándo, joder?
Me encogí de hombros. No importaba. Sabía que era totalmente inapropiado, prohibido e inmoral. Tenía veinte años y fantaseaba con la hermana menor de quince años de mi mejor amigo, pero ¿cómo evitarlo? Me hacía sentir demasiadas cosas cada vez que sus ojos se fijaban en los míos, en esos iris grises que me fascinaban. Soñaba con tenerla desnuda en una cama, follarla hasta que mi cuerpo no diera más, hacerla correrse con mi nombre en sus labios para después hacerlo yo.
Cúlpenme si quieren, pero deseaba a la única chica intocable para mí.
―Eso no importa.
― ¿Es por eso qué las rechazas a todas? ¿Por mi hermana? ―Sí, era por eso que no tenía a nadie, por ella, porque sabía que estos sentimientos eran correspondidos, que ella también me quería, no era idiota, lo veía en sus ojos.
―Nunca quise que sucediera, Sasuke.
Se acercó a mí, como un depredador acechando a su presa y cuando habló, sentí que me habían sentenciado a muerte.
―Y no sucederá, Naruto ―enfatizó cada palabra―. Hinata está prohibida ¿entiendes? Si llego a saber que le pones un maldito dedo encima no solo te mataré, sino que mi padre te desollará vivo antes de eso.
Se alejó y yo apreté los parpados. No era necesario que lo dijera, eso lo tenía claro. Había escondido mis sentimientos por ella desde que empezaron a surgir, sin embargo, fue mi culpa dejar mi teléfono desbloqueado cerca de Sasuke, que no tardó en encontrar todas las fotos que le había tomado, esas que me ayudaban a darme placer a mí mismo en mis solitarias noches soñando con ella.
―Lo sé.
―Más te vale, porque nunca te lo perdonaré.
Se alejó y azotó la puerta de mi apartamento cuando salió. Lentamente fui deslizándome por la pared hasta caer sentado y tirar de mi cabello.
Sabía que Hinata era la fruta prohibida, que jamás podría tenerla... pero darme cuenta de lo verdadero que era eso dolió en lo profundo de mi corazón. Al parecer, el estúpido todavía albergaba alguna esperanza.
Sonreí como el iluso que era.
Joder, tenía que olvidarla, borrar cualquier sentimiento y convencerme de que ella no era la única para mí... y eso iniciaría hoy mismo.
Tres tonos después; contestó.
― ¿Hola?
―Te espero en mi departamento ―dije en voz baja―, ven sin bragas, Shion.