Para oxybry: espero que te guste esta locura. Es con mucho cariño a través de la distancia. Que hoy y siempre sigas con las tuyas, que te diviertas, seas muy festejada. Y aunque estemos lejos te mando un abrazo enorme.

Descargo de responsabilidad: ni modo, ya qué, lo de siempre, Sb no es mío, bla, bla, bla…

Es un AU con mucho OoC, pero de verdad, a estas alturas del partido, si a ustedes no les importa, a mí menos, con tal de divertirnos.

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Tres chicas iban caminando juntas por el pasillo de la escuela cuando una de ellas se quedó mirando algo en la distancia.

—Deberías atreverte, Kyoko-chan —dijo Chiori mientras seguía la dirección de la mirada de su amiga.

—¿Atreverme a qué? —respondió Kyoko sorprendida.

—A decírselo —suspiró exasperada Kanae.

—¿Decirle qué a quién?

—Oh, por favor Kyoko-chan, no te hagas la tonta que no te queda, porque nosotras dos sabemos "tu gran secreto" —Chiori hizo la seña de las comillas con los dedos—. Aunque aún no te hemos perdonado por no ser sincera con nosotras.

Kyoko volteó la cabeza hacia otro lado para no mirarlas a los ojos.

—No sé de qué me están hablando.

—Mira, si te quieres mentir a ti misma, ese es tu problema, pero a nosotras no puedes hacerlo, te conocemos mejor que tú misma, y sinceramente, Kyoko-chan, te aconsejamos que mejor le digas lo que sientes por él antes de que te marches a Tokyo —contestó algo dolida Chiori.

Kyoko se sorprendió de escuchar acerca de su viaje, no les había dicho nada todavía y aun así ellas ya lo sabían. Bajó la cabeza, y cerró los ojos con fuerza para tragarse las lágrimas que luchan por salírsele.

—¿También saben que me voy a Tokyo? —Kanae suspiró fuertemente, que más bien podría tomarse como un gruñido.

—Estábamos esperando que nos lo dijeras, pero viendo esto —la señaló toda entera, de los pies a la cabeza, dando a entender la situación—, no creo que pudiéramos aguantar ni un momento más. Poco más y nos lo dices estando tú ya viviendo allá, y eso que se suponen que somos tus mejores amigas, no sé qué le espera al pobre. Así que es mejor que te apresures y se lo confieses.

—No puedo.

—¿Por qué no? —preguntó Kanae, una octava más alta de lo debido atrayendo la atención de más de un estudiante. Así que entre Chiori y ella, tomaron a Kyoko por ambos brazos y la llevaron dentro de un salón vacío, donde ella pudiera explicarles largo y tendido.

—Porque yo… yo solo soy una simple chica, y él no es cualquier estudiante —caminó de un lado a otro nerviosa, arrugando la falda de su uniforme mientras sus manos formaban puños—, por todos los dioses, él no es un estudiante cualquiera, deja lo de cualquiera a un lado, ni siquiera es un estudiante, es un maestro, ¡un maestro! Fíjense nada más, el más popular y yo… —se recargó en la pared casi derrotada—. Soy solo yo, una alumna que no es mínimamente guapa, completamente plana, una simple persona, él nunca podría fijarse en mí, además yo soy…

—¡Basta ya de subestimarte, Kyoko! —gritó Kanae—. Eres…

—Inteligente, la primera de la clase, la presidenta del comité escolar, la que dará el discurso final de año, y además tienes una carta blanca en tu poder, Kyoko-chan —terminó la frase Chiori por ella—. Aunque no te creas que te perdonaremos tan fácilmente el hecho de que no nos hayas dicho nada de tu viaje.

—Tampoco podía hacerlo. Es decir, al decirlo en voz alta se volvería real y el dejarlas me está resultando muy doloroso, yo solo quería pasar los últimos días con ustedes sin tristezas ni lágrimas. Ya me es bastante difícil saber que tengo un amor no correspondido como además hacer real que me iré y no las tendré a mi lado apoyándome como siempre lo han hecho.

Kyoko levantó la mirada hacia sus amigas, a Kanae la conocía desde la primaria y las dos se habían hecho amigas de Chiori el primer día de la secundaria, terminando, siendo las tres inseparables.

—Mo, Kyoko. ¿Acaso creías que te íbamos a hacer la vida tan sencilla, como simplemente dejarte ir sola a Tokyo?

Kyoko se quedó muda, ¿acaso estaban insinuando lo que ella creía? Volteó a ver de una a la otra, cual partido de pingpong. Y las caras de sus amigas solo pasaron del supuesto enojo a la sonrisa enigmática.

—No te desharás de nosotras con tanta facilidad, Kyoko-chan, pues hemos decidido acompañarte a Tokyo, estudiar allá contigo y mientras hacerte la vida miserable hasta que te perdonemos.

Kyoko gritó de felicidad y se arrojó a sus brazos mientras reía y daba brinquitos. Las lágrimas que antes amenazaban son salirse debido a su profunda tristeza se convirtieron en lágrimas de felicidad.

—Pero ahora tenemos que arreglar ese asunto pendiente y si alguien puede lograrlo esas somos nosotras tres. Tienes que decírselo y no aceptaremos un no como respuesta.

—¿Qué carta blanca? —preguntó intrigada.

Ellas sabían que lo que Kyoko sentía por él no era ningún juego, ni algo pasajero. Era tan profundo que si no se confesaba se arrepentiría toda su vida, y por nada en el mundo lo permitirían, sí o sí, la ayudarían. Así que la miraron maliciosamente, Kyoko entendió a lo que se referían aun sin que ellas hubieran dicho nada.

—¿Y si me rechaza? —preguntó nerviosa.

—Pues si lo hace, por lo menos te irás de esta escuela sabiendo que hiciste lo que pudiste, que le confesaste tus sentimientos y no te quedaste ni con la duda ni siendo una cobarde.

Kyoko se sintió con más fuerza, los ánimos renovados gracias a sus amigas. Una sonrisa le cruzó toda la cara.

—De hecho, se me está ocurriendo algo y necesito de su ayuda.

Chiori y Kanae sonrieron aún más maliciosamente que antes, si es que eso era posible, por fin su amiga estaba dando un paso al frente. Siendo valiente para confesarse.

Mientras las tres se abrazaban, ninguna se percató de la alta figura que las veía a través del cristal de la puerta.