Máscaras

Buenas! Si, me está costando retomar el ritmo, no lo niego, pero aún tengo material. Concretamente, hoy os presento un oneshot que quiero escribir desde hace tiempo... un SakuNaru (así, saku naru, no al revés) con Naruto de villano. Si, de villano, habéis leído bien. Es un reto, sobre todo para no caer en el ooc, espero que os guste. Es puro drama, no esperéis comedia por aquí. Un saludo y nos leemos!


-aaaaaaaaaaaa- personaje hablando

-aaaaaaaaaaaa- personaje pensando

-aaaaaaaaaaaa- ser sobrenatural hablando

-aaaaaaaaaaaa- ser sobrenatural pensando

RENUNCIA A DERECHOS. A veces me pregunto, ¿estará kishimoto por aquí con un perfil anónimo, escribiendo historias de Naruto? Quizás incluso no tenga éxito, y la gente le ponga reviews diciendo que sus personajes son puro oop y que su naruhina es pura mierda, no como el de boruto… Charles Chaplin se presentó a un concurso de imitadores de famosos haciendo de si mismo y quedó tercero, no sería tan raro. En fin, disculpad este momento, Naruto no me pertenece, Naruto le pertenece a masashi kishimoto y se lo folla cuando quiere.


"Querido Naruto:

Sé que no quieres hablar conmigo… incluso temo que rompas esta carta nada más ver quién te la envía… Pero, por favor, te pido que la leas. Me ha costado muchísimo hacértela llegar, realmente no tengo ni idea de dónde estás, de si estás bien, de si en algún momento piensas en mí… No tenía una dirección donde enviártela, y solo pude hacértela llegar a través de los sapos del monte Myoboku. Quiero creer que ellos si podrán triunfar donde los demás fracasamos, y hacerte llegar mis palabras. No fue fácil, no quieren molestarte, pero al final logré que me hiciesen caso. Realmente, todo esto ha sido lo más fácil, y me ha llevado meses… no sé cómo todo se complicó tanto.

Todavía recuerdo el inicio de todo. Me descubro cada noche pensando en ello antes de acostarme, y soñando con ello después, es mi pesadilla más recurrente. Recuerdo cómo llegué al valle del fin… estaba sucia, agotada tras la batalla contra kaguya… aunque eso no era lo que más me dolía en ese momento. Mi corazón todavía latía desbocado, se retorcía al recordar lo que había sufrido hacía unas horas. Nuestro ex compañero de equipo era una persona cruel, sádica, y ese día descubrí que tenía muchísima imaginación… todavía puedo sentir si me esfuerzo un poco cómo su brazo cargado con un chidori penetra mi pecho, la carne desgarrándose, mis costillas rompiéndose con el impacto, mis pulmones inundándose de sangre... Sinceramente, nunca me he parado a pensar si Sasuke lo tenía ya pensado desde el principio y era sumamente cruel, o lo ideó sobre la marcha con un sadismo propio de un psicópata, prefiero quedarme con el hecho en si: tras intentar matarme dos veces y aún así rogarle que volviese a mi lado, él me hizo vivir mi propia muerte, cargada de detalle, cruda, fría… como era él. ¿Cómo perdonarle tras eso? ¿Cómo pude hacerlo tras lo que ocurrió en ese puente? Desde el momento en que cerré los ojos tras caer en su genjutsu, dejándote solo en esa batalla final, Sasuke uchiha estuvo muerto para mí.

Y, en cuanto me desperté y no te vi a mi lado, lo supe: quizás Sasuke no consideraba suficiente matarme y me había arrebatado a la única persona a la que jamás podría renunciar. Kakashi no se dio cuenta, pero me mordí el labio para contener mi sollozo cuando os vi en la profundidad de ese valle devastado, inertes en el suelo, aunque hablando entre vosotros. ¿Podría curarte, o sería demasiado tarde? Solo pensaba en eso. Y, cuando llegué, tuve que poner a prueba cada minuto de entrenamiento en urgencias con Tsunade sama para no romper en el llanto y volverme inservible. Estabas en el suelo, herido… decenas de cortes sangrantes, contusiones, dientes rotos… tu ojo izquierdo estaba tan hinchado que no podías ver a través de él… y donde antes tenías un brazo, ahora tenías un muñón. No estabas en peligro de muerte, pero estabas muy grave, ¿Cómo podía haberte hecho eso Sasuke? Te habría atendido el primero, pero mi formación médica me jugó una mala pasada, y le miré a él. Te juro que no lo hice por preocupación, no habría tenido problema en dejarle pudrirse al sol. Lo hice porque Tsunade sama me entrenó para evaluar a cada herido en un accidente, con el objetivo de atender al más necesitado el primero. Sus heridas eran similares a las tuyas, incluso perdió un brazo como tú… la diferencia es que él no era un Uzumaki, y por lo tanto no se regeneraba tan rápido.

No quería atenderlo, Maldita sea, ¡hace unas horas me había asesinado! Aunque fuese un genjutsu, para mí fue real. Pero tú me regalaste esa sonrisa tan tuya… y me pediste que le atendiese, que podrías aguantar. Y yo no pude negarme, ¿Cómo hacerlo? Podrías pedirme la luna con esa sonrisa, que te la traería a puñetazos. Le atendí con rapidez, no quería estar cerca suyo demasiado tiempo. Pero mis nervios me volvieron a jugar una mala pasada. Fue oír su "perdóname" y romper a llorar. Si pudiese volver atrás en el tiempo, no cedería un ápice. Pero era una situación límite, estaba sensible por haber llegado el fin de todo… y tú estabas sonriendo. Sonriendo de felicidad. Y yo lloré de felicidad contigo. Algunos ríen, otros lloran… lamentablemente es una constante en mi vida ser de los segundos. Ese perdóname tenía que significar algo… el fin de esta pesadilla. Bajé la guardia por pensar en ello, y le atendí lo justo como para que no se desangrase… no quería dejarlo perfecto, solo estabilizarlo… quería atenderte a ti. Me di la vuelta, secándome las lágrimas, y tú me regalaste esa inmensa sonrisa que me hizo sonreír también. A pesar de las heridas, seguías siendo como un niño pequeño… la única persona que me regala una sonrisa llueve, nieve o truene. Me perdí en esos ojos azules, en ese color parecido al océano, deseando decirte tantas cosas… gracias… eres un baka por acabar así… te quiero…

Pero tu expresión cambio de golpe. Tus ojos azules se abrieron como platos, tu mandíbula se tensó, frunciste el ceño como nunca… y desapareciste en un relámpago amarillo. No entendía qué había pasado, palpé el aire con confusión, hasta que lo oí. Esos mil pájaros que suenan siempre en mis pesadillas… y después un sonido seco. Sentí como mi espalda, mis manos, y la tierra de mi alrededor se manchaba con sangre. Y, al darme la vuelta, grité. Grité de espanto. Sasuke me miraba a pocos centímetros de mi, de pie con un gesto confuso, su boca entreabierta en un grito mudo, esputando sangre a borbotones… y con su pecho abierto. Y, asomando de su gigantesca herida, un brazo de piel bronceada cubierto de sangre portando un kunai de tres puntas. Hirashin. Eres el hijo de yondaime hokage, y lo sabías desde la batalla contra pain, ¿Cómo no ibas a aprender la técnica estrella de tu padre? Debiste de ponerle un sello a Sasuke desde el inicio de la pelea, como último recurso por si todo lo demás fallaba. Y lo usaste para salvarme. Sasuke había aprovechado que estaba ya estabilizado para dar su último golpe. Encajaba perfectamente en su forma de pensar: de la que yo te atendiese a ti, me mataría. Y luego solo tendría que rematarte a ti para ser el último hombre en pie. Pero no contó con que tú nunca luchaste contra él con intención de matarle, por eso no usaste todas tus armas. En cuanto lo hiciste, el último uchiha no tuvo opción, siempre fuiste el más fuerte de los tres.

Debiste de creer que mi grito fue debido a mi amor por Sasuke, por verle morir. Debiste de creer que todavía le seguía amando, que esa súplica tras vencer a Kaguya fue de verdad y no una táctica desesperada para asegurarme de que estuvieses a salvo. No fue por eso, te lo juro. Fue por tu expresión, por lo que significaba lo que acababa de suceder. Porque, en el fondo de mi corazón, sabía que ese ataque había cegado una vida… y quizás dos. Tu rostro reflejó primero ira, una mueca de furia desbordada que dio paso a un gesto de confusión, como si no supieses dónde estabas o qué había pasado. Y, por último, dolor. Contemplaste tu brazo sobresaliendo por el pecho de Sasuke, ya muerto, y lo sacaste, horrorizado. Con tus ojos temblorosos, comenzando a aguarse, miraste tu extremidad ensangrentada, y soltaste ese kunai que anteriormente perteneció a tu padre. Y luego me miraste… con miedo. Me pregunté durante mucho tiempo qué pasó por tu cabeza en ese momento… en qué pensaste para poner esa expresión de puro terror. Era como si hubieses perdido lo más importante de tu vida, como si el muerto fueses tú y no él.

Pero en ese momento no pude averiguarlo. Solo sé que bajaste la mirada, contemplaste el cuerpo inerte de nuestro ex compañero, y cuando volviste a levantarla ya no eras tú. Esa no era tu mirada… estaba vacía, fría… ni tan siquiera mostrabas lágrimas ya. Era una máscara. Kakashi y yo te observamos, atónitos, en silencio. Esperando que te derrumbases, que te rompieses de un momento a otro. Era la primera vez que matabas… y tuvo que ser a tu mejor amigo. Una persona con tu corazón habría sufrido como nadie. Pero tu máscara no te permitió ser débil. Miraste por última vez el cuerpo de Sasuke, con su mirada apagada y perdida en el horizonte, y luego nos hablaste. "Kakashi, ¿aún recuerdas cómo usar el sharingan?", le preguntaste a nuestro maestro. Y él, todavía impactado, asintió sin mediar palabra. El rinnegan no dejaba de ser el sharingan más evolucionado, kakashi podría manejarlo… y con él ayudarte a liberarlos a todos del tsukuyomi infinito. Lo hiciste parecer tan fácil, tan sencillo… parecía como si no hubiese pasado nada, como si hubieses borrado las últimas horas de tu memoria. Pero yo sabía que aún lo recordabas… no cruzaste ni una palabra, ni tan siquiera una mirada, conmigo en todo ese tiempo. Como si yo tampoco estuviese ahí. ¿Me odiabas por haber provocado la muerte de Sasuke, o era simplemente que estabas con tu mente en otra parte?

Tú y kakashi liberasteis a todos y, tras las felicitaciones y la alegría por el fin de la guerra, llegaron las preguntas… ¿Qué había pasado? Y lo más importante… ¿por qué ahora kakashi portaba el rinnegan de Sasuke uchiha? Nuestro sensei se disponía a inventarse una historia creíble, una donde el honor del último uchiha no quedase dañado… debió de creer que eso enmendaría algo la situación actual… pero volviste a aparecer con esa máscara. Con una expresión de absoluta normalidad, anunciaste que, tras vencer a Kaguya, Sasuke había traicionado al equipo 7. Revelaste todo: su plan, la lucha… incluso como perdisteis el brazo. Solo omitiste un detalle… la auténtica razón de su muerte, y las circunstancias que la rodearon. Y, tras un pequeño silencio, todos lo asumieron. Y lo entendieron… nadie confiaba en Sasuke. Fuiste alabado, manteado, abrazado, y tú lo recibiste todo con una sonrisa, entre carcajadas. Solo hubo tres personas que no celebraron… kakashi sensei, Tsunade sama y yo. Porque todos lo vimos… esa no era tu sonrisa. Era artificial, cínica… no eras tú. Y, en silencio, nos miramos con una sola pregunta en mente… ¿Qué te estaba pasando?

Volvimos a la hoja tras días de preparativos y cumbres. No te perdiste una sola celebración, a pesar de faltarte un brazo. Era como si tuvieses energía para todo. Como si esa máscara te alimentase. Creía que konoha te ayudaría a deshacerte de ella, pero no fue así. Como en el campamento de campaña, allí también te negaste a que te atendiese, a pesar de que yo quería. Tuvo que pararme Tsunade sama, porque te puedo asegurar que habría pasado por encima de todos para llegar hasta ti y hacerte hablar. Tras esa segunda negativa, pensé que quizás necesitabas espacio… que estabas enfadado conmigo y no querías hablarme… como para no estarlo, yo no dejaba de rumiarlo. Cada noche pensaba en lo que había ocurrido, intentaba volver atrás y cambiarlo… rematar a Sasuke en el suelo, atenderte a ti primero… no bajar la guardia. Y lloraba. Lloraba hasta quedarme dormida. Como siempre, yo, Sakura haruno, mostraba mi mayor poder… hacerle daño al ninja más poderoso y bondadoso de la historia. Me aparté de ti, deseando que fuese lo mejor. Que abandonases esa máscara, que conocieses a una buena mujer, alguien que te pudiese hacer feliz, que te diese decenas de niños para que nunca más estuvieses solo… Pensar en eso aún me hace sentir como cuando Sasuke me hizo vivir mi propia muerte, pero solo quiero que seas feliz. Es lo único que quiero.

Pero no funcionó. Esa máscara seguía ahí, aferrada a tu rostro. Sonreías mostrando esa dentadura blanca, y yo te observaba desde la distancia preguntándome dónde estaba esa sonrisa que me enamoraba. Esa sonrisa era falsa, cínica, escondía algo. Te convertiste en un asiduo de las fiestas, de las celebraciones por la victoria. Aceptaste cada halago, cada obsequio, participaste en cada ceremonia. Me intenté auto convencer de que estabas bien, de que estabas mejorando y de que estabas intentando disfrutar al fin de un merecido descanso. Pero si alguien te conocía lo suficiente, era yo. Y confirmé que algo iba horriblemente mal cuando se propuso demoler el complejo uchiha y borrar sus nombres y señales de los registros de la historia uchiha. Borrarles de la misma existencia. En algunos casos era justificado, como madara… pero en otros no lo era. Óbito, una víctima de la mala suerte. Itachi, que fue leal hasta las últimas consecuencias. Incluso Sasuke, que no dejó de ser nuestro amigo hasta su deserción… Era injusto, y mi Naruto lo hubiese hecho saber. Pero el Naruto de la máscara no. Simplemente encogió los hombros y declaró que por él, como si lo quemaban todo. Esa frase jamás la habría pronunciado mi Naruto, aún con todo lo que había ocurrido…

Y, con el tiempo, vi algo igual de preocupante… ya no querías ser shinobi. No lo anunciastes, hubiese sido ridículo. No, solo lo podría saber alguien que te conociese como yo. Abandonaste por completo tu entrenamiento, tu vida era hablar con admiradores, acudir a fiestas, ser el centro de atención y dormir hasta tarde entre botellas de alcohol… solo conservabas tu figura atlética gracias a Kurama, cuyo chakra tenía siempre tu cuerpo a plenas facultades. Kakashi intentó distraerte con alguna misión, pero en todas el reporte fue el mismo: ignorabas cualquier orden o plan y te lanzabas como un suicida a la carga. Y tu modo biju te permitía salir con vida siempre… hacía tiempo que superaste la condición humana, si quisieses podrías borrar una nación del mapa. Sai incluso me confesó que en muchas ocasiones enviabas a tus clones a cumplir el trabajo y tú te dedicabas a… divertirte… en algún tugurio de mala muerte. ¿Dónde estaba el Naruto que gritaba que quería ser hokage? ¿El Naruto adicto al esfuerzo, capaz de sorprendernos a todos? ¿Es que no te ibas a quitar esa asquerosa máscara nunca?

Pero no tuve tiempo para salir de mi distancia y recriminártelo. Mi esperanza de que encontrases a una chica que pudiese hacerte feliz se convirtió en una pesadilla. No encontrastes una… encontrastes decenas. No podía parar de pensar en ti, me obsesionabas, te observaba desde la distancia cada día, nunca me he parecido tanto a la pobre hinata… y los celos no ayudaban en absoluto a seguir adelante. Vi como por tu apartamento pasaron muchísimas, y de muchos lugares. No hubo una sola de tus fangirls que no te follases… Estuviste con kunoichis de Suna, como esa chica de pelo negro llamada Yukata… es decir ese nombre y rechinarme los dientes… Con la nieta del tsuchikage, esa tal kurotsuchi… con esa chica de kumo de pelo rubio y tetas claramente operadas… ¡Incluso con la mizukage, la buscona terumi! ¡Era una maldita anciana shannaro, pero eso no te impidió pasarte meses en Kiri con ella, usando cada habitación del inmenso palacio de esa desgraciada! La pobre Ino tuvo que dormirme con sus jutsus de control mental en más de una ocasión para que no fuese a asesinarte presa de los celos… ¿tanto te costaba dejar de ser un asqueroso baka hentai? Siempre las recibías con esa sonrisa falsa, con esa máscara, y todas caían a tus pies… era repugnante. ¿Es que no veían que todo era fachada?

Pasado un tiempo supe por la chismosa de mi mejor amiga que estabas saliendo con una nueva chica… hinata hyuuga. Y, aunque mostré una sonrisa y declaré a los cuatro vientos que deseaba que ella fuese la definitiva, lloré como nunca al llegar a casa. Solo mi propia máscara evitó que todo el mundo me viese romperme… quizás todos tenemos una. Lloré porque temía que, efectivamente, ella fuese la elegida. Ella siempre te había amado, desde que tengo uso de memoria… era guapísima, inteligente, dulce… era la señorita perfecta, sin fallos… lo que tú te merecías… Era una estúpida por soñar con que te conformases con una gruñona sin pechos ni talento que solo sabe gritar y llorar… y bajar la guardia cuando debe de estar alerta. Pero, tras unos días me demostraste que nada es como lo imaginamos. Me encontré a hinata llorando desconsoladamente, siendo abrazada por Ino y tenten. Y, entre lágrimas, me lo contó todo. Como le dijiste todo lo que quería oír, como tu máscara te sirvió para aparentar ser un chico bueno… y como ella cayó en tus redes. Hiciste lo que quisiste con ella, no salisteis de tu piso en días… y luego le ocurrió lo mismo que a las demás. Si te he visto, no me acuerdo.

Aunque ya recibiste las "visitas" de hiashi y kiba, de las que ambos salieron con varios huesos rotos y sin posibilidad de hablar en meses… ni tan siquiera en ese aspecto eras el mismo, optabas por la vía fácil en lugar de dialogar y admitir tu culpa… yo decidí romper de una vez mi silencio y encararte. Gritarte. Insultarte. Arrancarte esa máscara de una puta vez y recuperar a mi Naruto. Aunque sabía lo que iba a pasar. Llamé a la puerta de tu piso, y por supuesto no abriste. Fue como llamar a un edificio abandonado, pero yo sabía que estabas allí. A esas horas siempre estabas durmiendo la borrachera del día anterior. Tiré esa puerta abajo, y tuve que arrugar la nariz ante el olor. Antes tenías poca higiene, pero ahora aún menos… Entre el olor a alcohol, la ropa sucia que regaba el suelo junto a botellas vacías de alcohol y los restos de comida a medio pudrir, te encontré. Estabas en tu cama, desnudo… y con otras tres busconas más que añadir a la lista durmiendo abrazadas a ti. Tenía pensado empezar suave… pero los celos me vencieron de nuevo. Esas tres desgraciadas aprendieron a volar desde el momento en las que las lancé por la ventana de tu piso… o más las valdría haberlo hecho, aunque nadie se ha atrevido a acusarme de homicidio… todavía… y te zarandeé para que te despertases de una maldita vez.

Habías estado de fiesta hasta tarde… como siempre. Por un momento te costó centrar la vista, hundido entre tus malolientes sábanas marcadas por sexo y alcohol, pero en cuanto me reconociste pude apreciar por un segundo algo extraño… algo nuevo en tu mirada… no supe identificarlo en ese momento, tú volviste enseguida a ponerte tu máscara, y yo estaba fuera de mis cabales. Pero estaba claro… por un momento, te atrapé sin tu máscara, aunque no pude identificar que escondías con ella. Te recriminé que estuvieses todavía borracho, ¡es que podría haber incendiado el edificio si te hubiese acercado una cerilla en ese momento! Tú me llamaste simplemente Sakura, sin ese "chan" que me parece más importante que el apellido cuando sale de tus labios, y me contestaste que estabas de resaca y ya tenias bastante con ese parásito pelinaranja abroncándote día si, día también, para ahora tenerme a mí también chillando… ¡y me ignoraste de la que ibas desnudo a la cocina a por más alcohol! ¿Es que querías que te matase? Mi cara se sonrojó como nunca, y, por supuesto, reaccioné de la manera que mejor sé… te golpeé por exhibicionista. Atravesaste tres paredes, incluso temí haberme pasado… pero te levantaste como si nada y seguiste tu camino a la cocina… Veía que no ibas a responder como un ser adulto con los métodos tradicionales, y entonces decidí soltártelo todo. Sacar la artillería. Romperte esa puta máscara de una vez.

Te grité, y lo hice hasta que casi me quedé sin voz. Te conté cómo estabas, tu estado… no te habías lavado en días… tenias una barba descuidada… heridas por tu cuerpo, kami sabe de qué porque de tu inexistente entrenamiento ninja no venían… tatuajes nuevos de dudosa procedencia… Y tú me ignoraste. ¿Qué te pasaba? ¿Es que no te ibas a encarar jamás? Mi Naruto puede que aguantase los golpes, pero si consideraba que se estaba siendo injusto con él te lo decía. Tú, en cambio, me ignorabas, como si fuese un fantasma. Y mi paciencia llegó al límite. Tomé una botella de cristal cercana, y con toda mi rabia la arrojé contra la pared que tenias al lado. Y, habiendo logrado al fin atraer tu atención, continué mi ataque. Te pedí perdón por haber tardado tanto en gritarte, te hablé de ese maldito día en que murió Sasuke, te grité que él no significaba nada para mí. Y te hice la pregunta que al fin rompió las tablas… "¿por qué me odias Naruto?". Era mi temor… mi convencimiento. Que me odiabas tras haber tenido que matar a tu mejor amigo para salvarme… para salvar a esta puñetera inútil. Sin mi, tu vida habría sido feliz. Te grité que si pudiese volver atrás en el tiempo no tendría problema en morir para que tú fueses feliz, y lo mantengo. Que me merecía cada desprecio por haber sido una egoísta el día que te hice prometer que le traerías de vuelta. Pero que no era justo que lo pagases con chicas como hinata. Que me iría de tu vida si eso devolvía al mundo al auténtico Naruto Uzumaki. Pero que abandonases esa maldita farsa, que esa máscara a mí no me engañaba. Solo me hacía sufrir.

Y si… rompí tu máscara. Esperaba encontrarme con tu odio, tu desprecio, quizás un gesto digno del mismo Sasuke uchiha… pero no con ese océano de tristeza. De arrepentimiento. Rompí tu máscara… y a ti con ella. Tus ojos se aguaron, tu labio tembló de la misma forma que cuando mataste a Sasuke. Pude ver a mi Naruto por unos instantes, y estaba sufriendo. Y yo sufría contigo… he curado cada herida que has sufrido Naruto, tuve tu corazón en mi mano… y esta herida era la peor de todas. Lloré al verte así, y tú solo pudiste tomar apresuradamente algo de ropa… para luego desaparecer en un destello amarillo antes de que pudiese abrazarte. Caí de rodillas en tu departamento, y lloré como nunca. Lloré porque sabía lo que acababa de pasar. Te habías ido… para no volver. La aldea envió a buscarte a sus mejores hombres, yo abandoné todo lo que estaba haciendo para acompañarlos. Grité tú nombre en los bosques, en las aldeas… pero lo único que recibí fue silencio. Ausencia. Y me olvidé de lo que era sentir el sol en mi piel, mi corazón latir… te habías ido… Abandoné mi carrera médica, dejé de salir, incluso en algunos momentos de comer… sin mi sol, ¿Qué sentido tenía todo? ¿Cómo puede sobrevivir un cerezo sin su sol?

Pero no quería hacer sufrir a mis seres queridos, que me veían marchitarme día tras día… esta carga era solo mía. Ante mis padres, mis amigos, mi maestra… mostré una cara feliz… alegre. Dibujé en mi mustia piel una sonrisa y la mantuve fija con alfileres, seguí cada conversación con fingido interés de la que mi mente revivía nuestra discusión y se revolvía pensando lo que había ocurrido, por qué te habías ido… y un día, volviendo a mi casa tras estar con Ino, lo vi. Mi madre me preguntó si estaba bien, y yo volví a mentir. Me fui al baño a limpiarme el maquillaje que ocultaba mis ojeras, y entonces vi esa máscara en el espejo, esa sonrisa falsa… solo que esta vez la llevaba yo. Y entendí todo… entendí el porqué de tu máscara, qué ocultaba. No ocultaba odio… tú eres incapaz de odiar a alguien que no seas tú mismo. Oculta vergüenza. No sé si estaré elucubrando, si esta convicción mía no será otra máscara más, pero creo que sientes vergüenza. Vergüenza por haber matado a tu mejor amigo… y con ello haber incumplido la promesa que me hiciste. Por haber fracasado en lo que considerabas más importante… mi felicidad. Creíste que ese grito de espanto que salió de mi garganta con su muerte fue por él… y era por ti. Porque sabía lo que provocaría en ti. Porque eres tan bueno que el simple hecho de hacer daño a un ser querido te haría odiarte con tanta intensidad que todo pasaría a no importarte. La vida sería una espera hasta el fin, y tú pondrías todo de tu parte para que llegase cuanto antes.

Te perderías… y evitarías que el resto te siguiese llevando esa máscara. ¿Quién querría seguir a ese alcoholico aborrecible y mujeriego en el que te disfrazaste? Te convertiste en una parodia de ti mismo, una forma de mostrar abiertamente tu desprecio por el gran Naruto Uzumaki, ese ingenuo que creyó que podría salvar a su amigo, hacer feliz a su amada y crear un mundo sin dolor…

Pero Naruto… ¿no ves que mi felicidad depende de ti? ¿Que no podemos vivir el uno sin el otro? ¿No ves que nunca he dejado de mirarte, porque no puedo mirar a nadie más? Te amo, Naruto. Soy una estúpida, aún más baka que tú, y lo he ocultado demasiado tiempo. Y todos se han dado cuenta…. salvo nosotros dos. Tal para cual, dos bakas. Te amo Naruto, y lo haré toda mi vida. Te amo. Así que quiero pedirte algo. No sé si, en tu huida, habrás rehecho tu vida. Si, al librarte de tu máscara, también te habrás liberado de mi yugo, y ahora eres feliz. Quizás en una granja, con una amable mujer que repare esas heridas mejor que yo… si es así, no me hagas caso. Quema esta carta, y termina de olvidarme. Sé feliz, onegai. Pero, si no es así, si estás solo esperando tu final, en un lugar frío y apartado… vuelve conmigo. Me he ido de konoha… todo me traía malos recuerdos… como a ti. Con mis ahorros, he comprado una casa en el sur de la aldea, lejos de todos los lugares relacionados con el mundo shinobi. Trabajo de médico en un hospital local, y atiendo a los niños huérfanos por la guerra… y soy muy feliz. Cada herido y cada huérfano me recuerda al amor de mi vida, y me arranca una sonrisa. Y todas las guardo para ti. Por favor Naruto, onegai, vuelve conmigo. Déjame curarte esa herida que no te deja dormir. Abrazarte para darte calor. Besarte para que te sientas amado. Como te mereces. Busca el pueblo de Heiwa, y continúa hacia el este hasta encontrarte con una casa cerca del bosque. Te espero. Cada noche dejaré un farol encendido en el porche, uno que te recuerde una cosa.

Estoy allí, y te echo de menos… mi baka. Mi amor. Te quiere, Sakura haruno."

¿Cuántas veces habré leído esta carta? Descubro que, como la primera vez, la he vuelto a llenar de lagrimas. Joder, ¿es que siempre voy a hacer lo mismo? ¿Tan cobarde soy? No… esta vez no. Y me lo repito. Lo haré cada segundo si es necesario. Arrugo ese papel completamente usado, buscando fuerza… ya lo he leído tantas veces que me lo sé de memoria. Nunca se me dio bien estudiar… pero me lo sé de memoria. ¿Qué me espera ahora? ¿Podrá perdonarme? ¿Se merece a alguien como yo? ¿Cuánto tiempo llevo debatiéndome sobre qué hacer? No… es hora de actuar. Toco con decisión la puerta de entrada, deseando que todo salga bien. Y, ante esos jade que me observan nada más abrirse la puerta, trago grueso. Estoy hecho una mierda… mi barba me llega a la parte baja del cuello… mi higiene es mínima, más bien circunstancial… Kurama me lleva vacilando todo el viaje sobre que ella me olerá y no abrirá la puerta. Pero me ha abierto, y no me ha golpeado con la puerta en las narices, como me merezco. ¿Podrá perdonarme? ¿Será cierto que… me ama? Sea como sea, debo de hablar. Ella me observa con esos jades humedecidos, esperando que hable. Está preciosa… joder, y yo hecho unos zorros… Con mi inmensa labia, solo atino a decir dos palabras…

-Sakura chan…


Si, definitivamente, Sasuke y menma son mis villanos favoritos, y a Naruto le queda muy bien el rollo melancólico. Lo siento si ha sido como tragar cloro, la culpa es de leftovers, esa puta serie es una obra maestra y a mí me tiene inspirado para todo lo que sea drama... no os imagináis lo difícil que es completar una comedia como Fjaka así XD En fin, espero que os haga gustado, un poco de final feliz para que no sea tanto mal, y me ha servido para probar un nuevo estilo de escritura, la del narrador en primera persona. Nos leemos, en Fjaka seguramente. Un saludo!