Los ojos del pequeño detective se abrieron enormemente viendo como un arma le apuntaba a su corazón; despertándose con esa primera impresión.

—Haibara —su voz salió con sorpresa.

No todos los días, la pequeña científica lo apuntaba con un arma, aunque anteriormente lo hizo.

—Te iras con Ran.

Él no entendió.

—Vas a estar con ella —espetó— Para siempre.

Un frío sudor, recorrió su cuerpo ¿Que significaba? ¿¡La había matado!? Pero ¿Que estaba pensando? De seguro esa arma era de juguete. Lo estaba engañando como la otra vez.

Intentó aguardar la calma, tranquilizando su respiración.

—¿Que flores son esta vez?

—No son flores —su voz era tranquila.

No mentía.

—¿Confeti?

Ella negó lentamente con la cabeza.

—Deja de intentar adivinar ¿Quieres? —repuso.

—¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto?

Ella tardo un momento en contestar.

—Tengo el antídoto definitivo.

Eso no se lo esperaba. El detective reflejo su impresión en sus pupilas.

—Y no quiero dártelo —Conan no sabía que pensar al respecto— Y sé que si no te lo doy, no podría vivir con el pecado que te arruine tu vida, pero si te lo doy, sé que no podre estar a tu lado sin...

Se calló.

—¿Haibara?

—Por eso...

—¿Me dispararas? —preguntó Conan mirando el arma que sujetaba Haibara.

—Así es.

Ella tenía el dedo en el gatillo y su mirada fija en sus ojos azules. Hasta que de pronto...

—¡Dispárame!

Ai se sorprendió, al notar como el detective tomaba el cañón con sus manos y le pedía que lo hiciera.

—Dispárame, si puedes—quedó estática—Pero, tu no puedes dispararme —repuso seguro. Ella no podía. No...

—¿Lo crees? ¿Realmente, lo crees? —cuestionó, sonriendo levemente, era triste— Bueno, estas equivocado, si yo no puedo estar a tu lado... yo... —volvió a callar y dijo—El amor hace locuras.

Sin dejarlo que diga algo, los ojos de él, se dilataron, no pudo hablar, no le dio tiempo.

— Adiós, Kudo.

Apretó el gatillo. Él disparo fue efectuado, efectivamente no fue flores, confeti o alguna cosa que se le parezca. Fue un dardo, tranquilizante. Se había dormido y estaría así, por unas cuantas horas.

Ai Haibara le había disparado en el corazón a Conan Edogawa.

Eso era un hecho.

Pero el tiempo y lugar para el detective fue diferente. Hace tiempo ella, lo había hecho, fue un disparo directo que penetro profundo en su interior; Conocerla fue un disparo al corazón, las balas pegando en su alma.

Y ahora era una herida letal que más sangraba con su partida, porque eso había hecho. Cuando se despertó encontró el APTX con una nota de despedida perteneciente a Ai.

Se había ido y parte de su corazón, se fue con ella.