N/A: Siempre que escribo para este fandom terminó con ganas de llorar. Ahí va otra, que Noll es mi amor platónico pero solo esta clase de cosas me salen en cuanto a él.


No era la primera vez que alguien le confesaba su amor confundiéndolo por su hermano pero estaba seguro sería la última. Que fuera Mai era simplemente la cereza en el pastel; siempre entrometiéndose en los asuntos de los demás y sorprendiéndolo con sus palabras.

¿Cómo era que una chiquilla en un país extranjero que visitó con el único propósito de encontrar el cuerpo de su hermano era capaz de causarle más reacciones que la mayoría de personas que conocía por años?

Aah, claro.

Es que era ella.

Y en su mente, esa era toda la respuesta que necesitaba. Sin razones lógicas ni argumentos coherentes.

No quería pensar que era por su estado compartido como huérfanos o su similitud con Gene, pero si tuviera que dar razones a terceros (al menos unas con más sentido) esas serían.

Pero la verdad era por cómo era Mai, por el simple hecho de ser Mai.

Por eso, cuando hizo la pregunta, se sorprendió a sí mismo nuevamente, como era costumbre cuando ella estaba involucrada.

≪¿Gene o yo?≫, había dicho sin más y no tenía que ser un genio para saber la respuesta que recibiría.

Pero, y este era el problema, algo dentro de él se quebró.

Jamás lo diría en voz alta-, es más, jamás lo aceptaría ni dentro su cabeza, pero en lo más profundo de su mente (algunos dirían corazón, pero Oliver se conocía mejor que eso) una pequeñísima parte de él esperaba que fuera diferente. Después de todo, esta vez era Mai quien estaba al otro lado. Y Mai era una caja de sorpresas.

Mai, quien le hacía frente cuando no estaba de acuerdo con sus palabras, a quien no le temblaba el pulso a la hora de decirle sus verdades y quien se rehusaba a alejarse a pesar de la manera brusca y humillante en que era tratada.

Mai, quien lo llamó de la forma en que solo sus personas más cercanas y de confianza lo llamaban sin siquiera saberlo, con quien no le molestaba el contacto físico desde el inicio a pesar de ser prácticamente una extraña.

Mai, quien siempre lo sorprendía, lo provocaba, le divertía, le enojaba, le irritaba; le causaba emociones sinceras sin siquiera intentarlo.

Pero Mai solo se echó a llorar; a decir que ella no lo sabía, que no tenía ni idea.

Sintió lástima.

Por ella y por su hermano pero sobre todo por sí mismo.

Mai era Mai, sí.

Pero él era él.

Y Oliver siempre obtenía el mismo resultado.

Sin importar de quién proviniera.