Yate.

Bien, resulta que Karin descubrió que Yukio, su rival de la universidad asquerosamente rico, en realidad se teñía el cabello y no era rubio natural como tanto le gustaba afirmar.

Después de reírse por una buena media hora, decidió que era su oportunidad de vengarse de todas las bromas que Yukio le había hecho desde la primaria incluso hasta ahora que eran adultos, pero él estaba desesperado porque la información no saliera a la luz, así que dijo que le daría lo que quisiera a cambio de su silencio.

Totalmente dispuesta a soltar el chisme el lunes, rodó los ojos y dijo que lo pensaría si le conseguía un yate y un balón de futbol autografiado por su jugador favorito.

Cuando al día siguiente la llevó al muelle, Karin se quedó con la boca abierta ante la vista de un lujoso yate con el balón autografiado y sostenido por su jugador favorito, Hitsugaya Toshiro.

-¿Vienes con el yate?- preguntó estúpidamente, sonrojándose como tonta cuando él sonrió divertido.

-Mi agente me obligó a firmar esto.- depositó el balón en sus manos. –Y como le debía un favor a Vorarlberna decidí que te acompañaría en un paseo a cambio de lo que sea que quiera que no digas.-

Karin no pensaba aceptar el yate, era demasiado, pero ni loca se negaría a aunque sea un paseo con su jugador favorito que aparte de talentoso era endemoniadamente atractivo.

Así que partieron al mediodía, y al regresar cerca del atardecer le devolvió las llaves del yate a Yukio y regresó contenta a su hogar con el número de Toshiro entre sus contactos dispuesta a mantener la boca cerrada respecto al pequeño sucio secreto de su rival solo porque pudo conseguirle una cita con el hombre de sus sueños.

Claro que, aunque ella no le dijo nada al resto del mundo, si se lo dijo a Toshiro, que se lo dijo a su agente, y luego todo el mundo acabó por enterarse de que Yukio no era rubio natural.

El rubio teñido los maldijo a los cuatro vientos y dijo odiarlos, absteniéndose de hablarles por meses. Sin embargo, cuando le enviaron una invitación para su boda un año después, confirmó su asistencia presumiendo ser el cupido de su relación y les prometió el yate como regalo de bodas. A Toshiro le daba igual, pero Karin seguía creyendo que era demasiado.

Fin.