Ayúdenme
Epilogo
Masako quería ayudarlos
Por eso les pedía a los ángeles y sus familiares, que la ayudaran.
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-¡Mátalos! ¡Hazlo, Mátalos!
Masako camino temblorosa y salió como pudo de la cabina del teléfono del cual había llamado a John.
La muchacha caminaba tambaleante, yéndose de un lado a otro con cada paso. Su mano izquierda se sujetaba con fuerza de su costado, mientras la derecha colgaba a un lado sujetando el cuchillo de cocinero que escurría sangre.
-¡MÁTALOS!
-¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!
Masako gruño con fuerza. Cansada se recostó de la pared, respirando de forma pausada. Sentía como el demonio peleaba por obtener el control de su cuerpo y le costaba mantenerlo a raya. La chica trago duro, sintiéndose agotada física y mentalmente. Levantó la vista hacia un callejón más adelante y suspiro cansada, con la vista borrosa camino hacia este, sintiendo como la luz se le iba y venía, colocándosele todo negro.
-¡MATALOS!
-CIERRA LA BOCA.
Masako volvió a gruñir. Ya dentro del callejón, en lo profundo, se recostó de la pared y se dejó caer hasta tocar el piso, sujetándose la cabeza con la mano izquierda.
-¡MATALOS!
La muchacha bufó, ignorando la voz molesta del demonio taladrarle la cabeza. Tomo el cuchillo y observo su reflejo en el metal con frialdad.
-¡MATALOS A AMBOS!
-No...tú no quieres que los mates. Quieres que los traume, para que tú los puedas manipular.
La muchacha cerró los ojos, sujeto el cuchillo hacia dentro y se apuntó el pecho.
-No lo voy a permitir.
-¡NO LO HAGAS!
Grito el demonio, pero no sirvió de nada. Rápido y con fuerza el metal corto el aíre, la carne, los nervios y órganos...
"Por favor...perdónenme, todos..."
Fue su último pensamiento, su última petición antes de perder realmente la consciencia y las fuerzas.
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Solo quería protegerlas y lo conseguí, pero a un costo enorme.
Los separé, los marque, los arruine...
Pero quiero remediarlo. No quiero que mi familia se separe, deben estar juntos para enfrentar y superar lo que ha pasado.
Ahora les pido a ustedes, que me ayuden.
Ayúdenme a cuidarlos, a protegerlos...
Permítanme hacerlo, por favor...
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Una niña pequeña juega con unas muñecas en un patio trasero, cerca de unos arbustos de hortensias.
La pequeña viste un vestido estilo batita blanco con flores moradas de adorno. Su cabello negro y lacio lo trae por encima de los hombros con una diadema a juego con el vestido. Sus ojos son azules índigo y su piel es blanca, tan clara como la porcelana, haciéndola parecer na linda muñequita.
Mientras juega, la niña ríe y conversa con su muñeca, pero siempre voltea hacia las hortensias cuando pregunta o dice algo. Como si conversara con alguien a su lado.
-¡Aji-chan!
Al escuchar una voz femenina llamarla, la pequeña voltea viendo a Mai salir de la casa en compañía de John y Oliver, quien carga a un niño pequeño de cabello castaño.
-¡Mama! – grita la niña corriendo hacia la castaña y abrazándola por las piernas.
-¡Hola mi florecilla! – dice la castaña alegre, agachándose para cargar a la niña. – mira lo que te traje del mercado – comento Mai, sacando una galleta de su bolso.
- ¡Gracias, mama! – chilla la niña emocionada, comenzando a comerse la galleta.
-¡Hey! ¿y a mí no me saludas A-chan? ¿No soy tu tío favorito? – reclama John melodramático, haciéndose el dolido. - ¿acaso ya no me quieres?
Mai sonríe divertida y Oliver voltea los ojos ante lo dicho por rubio. Ajisai ensancha los ojos horrorizada ante lo dicho por su tío, así que responde veloz contradiciéndolo.
-¡Claro que no! ¡Yo quiero mucho, mucho a mi tío John! –dice segura, asintiendo con la cabeza varias veces. Provocando la sonrisa divertida de Mai y John.
-Ajisai, no hables con la boca llena de comida, ya te lo he dicho. – regaña Oliver, consiguiendo que la niña baje la cabeza apena.
-Lo siento, papa...
Solo que no aprende la lección y vuelve a hablar con la boca abierta, haciendo a Oliver negar resignado.
-Lo has vuelto a hacer...
-Lo...
-Ya, ya...No la regañes, Oliver. – interrumpe John, entrando a defender a su sobrina como le es costumbre, provocando una mala mirada de parte de Oliver, pero la ignora. El rubio se inclina hasta quedar a la altura de la niña y se acerca hasta su oreja. – Yo también quiero mucho a mi sobrina Ajisai~ - responde cantarín, antes de separarse y dejar un beso en la coronilla de la pequeña, quien ríe divertida.
-Awww~ - dice Mai divertida, le encanta ver como John interactúa con su hija, le parece tierno. – eres muy bueno con los niños, John. A ver cuando le pides a la cigüeña que te traiga uno~ - comenta divertida, dándose la vuelta para ingresar a la casa.
-¡Hey, primero déjame graduarme! – se queja John, teniendo un sonrojo en sus mejillas.
-¡Yo quiero primito igual a él tío John!
-¡Aji-chan! – exclama acongojado el rubio, aumentando su sonrojo.
-Mejor que sea una niña, Ajisai. Así tienes con quien jugar a las muñecas. – comenta Oliver, siendo el quien recibe la mirada a avergonzada de John, pero no le pelo. Se las estaba desquitando.
-¡Si, papa tiene razón! ¡Mejor una niña que juegue conmigo y onee-chan a las muñecas!
Ante la mención de esta tercera persona y palabra japonesa, los tres se detienen de golpe y voltean a ver sorprendidos a la niña, dejando la puerta del patio abierta y ellos bajo el marco.
-¿Tu onee-chan? – repite Mai extrañada. Su hija conoce varias palabras en japonés, pero esa no la usaba. No se dirigía a nadie como hermana, pues Ayako y Houshou solo tenían un niño y Lin y Madoka apenas esperaban a su primer niño. -¿te refieres a Camila?
-¡No, a Camila no! – la niña hizo mueca de desagrado. La que su mami decía que era la novia de su tío John no le agradaba. Era aburrida y no le gustaba jugar con ella. - ¡A mi nueva amiga, la conocí hoy!
-¿Hoy? – vuelve a repetir Mai, comenzando a asustarse. Su hija había pasado todo el día siendo cuidada por Luella y Martin, ellos no habían salido ni traído a nadie ¿entonces a quien conoció su hija? Comenzó a asustarse ante la idea de que alguien se colara en su patio y se pusiera a jugar con su hija sin que ellos lo supieran.
John y Oliver fruncieron el ceño, ellos también llegaron a la misma conclusión que Mai. Más al instante, John lo removió.
-¡Si, hoy! – responde Ajisai sonriente, no cayendo en cuenta de lo mucho que está asustando a su madre.
-Ajisai. – la mencionada voltea al escuchar a su papá llamarla - ¿Has estado hablando con extraños? – pregunta serio, tratando de suavizar su voz para no asustar a su hija.
-¡No, papa! ¡No es una extraña, ella dice que es su amiga! – responde la pequeña tranquila, algo nerviosa al ver el ceño fruncido de su papa. Sabe que cuando su papa se enoja, su hermanito no tarda en unírsele. -¡tuya, de mama, el tío John, el tío Lin, el tío Houshou, el tío Yasu y la tía Ayako!
Ante esta afirmación de la pequeña, los adultos se extrañan más.
-¿amiga nuestra? – repite John, viendo a la niña asentir efusivamente. – Vale, entonces ¿Dónde está nuestra amiga, tú one-chan?- pregunta John tranquilo y amigable, buscando llegar al fondo de todo.
Por toda respuesta, la niña solo se giró sobre su torso y apunto el lugar donde estaba jugando antes, al lado del arbusto de hortensias.
Los tres adultos miraron en la dirección que la niña señalo. Los hombres fruncieron el ceño al no ver a nadie, solo estaba el arbusto de flores.
-Ajisai, allí no hay nadie. – Dijo Oliver serio, volteando a ver a su hija en los brazos de su esposa.
-Tu papá tiene razón, A-chan. Allí no hay nadie- dice John también, consiguiendo que la niña haga puchero.
-¡No es cierto, one-san esta parada allí! ¿Por qué dicen eso?
-Porque no hay nadie allí, A-chan.
-¡No es cierto! – Protesto la chiquilla, volteando hacia su madre - ¡Tu si la vez, ¿verdad mama?! – dijo, pero al ver las lágrimas caer por el rostro de su madre se asustó. - ¿Mama? ¿Qué pasa mamá? ¿Por qué lloras?
Al igual que la niña, Oliver y John se sorprendieron al ver las lágrimas caer por el rostro de Mai, quien no deja de mirar hacia el jardín. Sin embargo, lo que más los saco a ambos de onda fue la sonrisa en el rostro de la mujer.
-¿Mai? – le llama John, colocando una mano sobre el hombro de la mujer.
-Masako...- dice Mai, ignorando a los hombres y con una voz cargada de emoción.
Ante el murmullo de la mujer, ambos hombres ensanchan los ojos y voltean hacia el jardín, viendo por unos segundos la figura translucida de una femenina sonreírles desde el arbusto de hortensias. La figura mueve los labios y levanta una mano en son de saludo.
Entonces pasa una brisa fuerte que levanta los pétalos de las hortensias del suelo y hasta arrancando una que otra flor.
Cuando la ventisca termina, la figura no está. Pero a los presentes, sobre todo los adultos, les inunda una sensación de paz y tranquilidad, acompañada por un suave olor a hortensias.
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Lo has hecho bien, John. Estoy feliz por ti.
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Fin
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¿Realmente se creyeron que les dejaría un final tan agrio?