Ayúdame

Masako no dormía escuchando las cientos de voces sollozar...

Pidiendo lo mismo una y otra vez.

En llantos que nunca se detenían y gritos no se acallaban...

"ayúdame, ayúdame"

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-Ayúdame...

Una palabra que atormentaba a Hara Masako en su día a día. La seguía como una sombra, la escucha en los murmullos melancólicos, llantos desgarradores, y gritos estridentes de las almas que noche tras noche, día tras día, vagaban en tierra reviviendo una y otra, y otra vez su pesadilla.

La oía hasta en sueños, como un recordatorio de su realidad.

Su tormentosa realidad...

Rodeada de llantos, gritos y acosos. Ahogada en los recuerdos de vidas que no le pertenecían, que la mantenían al borde de un colapso.

Ella se había convertido en una presa, una inestable que luchaba por contener las aguas que la rebasaban.

Y que de tanto en tanto... se desbordaba

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-Ayúdame...

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Masako ahogo un gimoteo con sus manos. Cerró los ojos con fuerza mientras las lágrimas corrían por su rostro.

Allí estaba.

Oculta entre sábanas blancas, con la ropa y la voluntad destrozada, ahogando su llanto con las manos.

-Ayúdame...

Cubrió sus orejas con sus manos y mordió su labio inferior con fuerza cual niño pequeño, en un intento de no escuchar las diferentes voces rogando algo tan inocente como una ayuda.

Cuanto más desesperados se escuchaban, más tensa se ponía y cuando se dio cuenta ella misma pedía lo que ellos exigían.

"Ayuda...Lin...Bou-san...John...Ayako...Mai... Naru...quien sea... Ayúdenme..."

Suplicó en varios susurros por lo bajo, entre dientes e inentendibles.

-Ayúdenme...

Pero sabe nadie puede ayudarla.

Porque está sola. Sola y asustada en su propia cama, escondida bajo sus sabanas
Con los brazos llenos de moretones ocultados por las mangas de la bata, y las mejillas empapadas de lágrimas saladas.

Ella pidió la ayuda que no puede dar, buscando escapar de la culpa que la destruye por dentro.

El dique se desborda y todo sale. Los sollozos se vuelven gritos estridentes y desgarradores, las uñas se entierran en la carne; la sangre brota, mientras el cuerpo tiembla con fuertes espasmos.

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Ellos le ruegan su ayuda...Ella no puede dársela

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Los gritos se detienen cuando la garganta ya no aguanta, cuando las cuerdas vocales están tan lastimadas que ya no puede ni susurrar.

Inhala de forma lenta y quebradiza, y susurra a la oscuridad lo que ellos tanto repiten, que para ella ya es natural.

Ayúdame!

Ella ahogo un sollozo y escondió el rostro entre sus manos. Pensó en sus compañeros y amigos, familiares, en ese chico especial y susurró con voz quebrada, algo que no les iba a llegar...

A ninguno de ellos.

-Ayúdenme...

Continuara