—Sí, ahí, ahí...

—¿Así?

Ella asiente efusivamente, al sentirlo perfectamente tocarle en ese lugar, al sentirse tan bien, esas manos le hacían sentir en el cielo.

—No te detengas... Ah...

La voz que producía era de placer absoluto.

—¿Bridgette cómo te sientes?

Su voz salió como un balbuceó, no lo podía expresar en palabras.

— Eres asombroso... —solo pudo decir— Aaah... Ahh...

Era un experto, sus dedos, sus yemas...

—Más, más... si...

Articuló completamente complacida, se sentía mucho mejor. Su tacto era milagroso.

—¿Aquí?

—¡Sí!

Minutos después...

—Ya estoy a punto de terminar.

—No, por favor, no... Aun... ¡Ah!

—Listo, ya está.

—¿Ya está? —la voz de Bridgette era de desilusión.

—Estaría todo el día, Brid... pero ya es demasiado.

—¡Pero, Claude! —Suplicó— Eres asombroso, nadie lo hace mejor que tú.

—Me halagas, pero ya estas mejor ¿no es cierto? —Sonriendo.

Si, indudablemente estaba mejor.

—No dudes en pedírmelo otra vez, cuando necesites aliviarte —expresó— No dudare en complacerte.

En eso, la puerta se abre de golpe. Los dos pares de ojos lo miran sorprendido mucho más al verlo tan irritado.

—¿Todo bien? —preguntó Claude.

—¿Quieres un sesión de masajes, Félix? —Preguntó— Claude los hace increíble.

—No —rechazó y con media vuelta salió de ahí con un portazo.

Sus mejillas se encontraban rosadas; se había confundido. En fin, eso para nada había sonado como que Claude, solo le estaba haciendo masajes en la espalda a Bridgette.