#1 Sharing a bed
Bakugou x Ochako
Era mitad de la noche cuando sintió que la esquina de su cama se hundía por el peso de una persona. Usualmente, se habría levantado rápidamente para encarar al posible enemigo (o amigo) que osara perturbar su descanso. Sin embargo, no movió ni un músculo. De sobra sabía de quién se trataba.
Una temblorosa voz, apenas audible, rompió el silencio de su cuarto.
-Mañana es la prueba- comentó la vocecilla, como si aquella afirmación excusara su comportamiento.
-Lo sé- respondió el rubio en un suspiro. Odiaba tomar el examen a groseras horas de la mañana.
-¿Te he molestado?-preguntó la voz un tanto incómoda. –Intenté dormir pero no pude… creo que estoy demasiado nerviosa-
-No. No es por esto.. mira, se que lo harás bien-comentó el rubio incorporándose de la cama. Creía firmemente que Uraraka era capaz de hacer las cosas mejor de lo que la chica pensaba y aunque aquella conversación ya la habían tenido muchas veces antes, al parecer Ochako nunca tenía la suficiente confianza en sí misma.
Esta mujer es demasiado complicada- pensó el rubio al ver el rostro preocupado y las ojeras de Uraraka a pesar de la oscuridad de la habitación.
-Sé que estás preparada y mucho más que cualquiera de los idiotas de la clase. Quienes deberían preocuparse es Mineta o Kaminari y están dormidos plácidamente. Créeme… es imposible ignorar sus ronquidos.
Ah, una sonrisa. Es bonita.
-¿Puedo quedarme hasta la mañana?-
Aquella pregunta lo sacó de sus pensamientos. No importaba cuántas veces escuchara eso, su cuerpo se seguía tensando al pensar que la chica estaría a su lado durante la noche. No era que hicieran algo indebido, a menos que dormir abrazándola se considerara algún tipo de pecado desconocido, sino que el calor de su cuerpo con el olor que desprendía su piel recién bañada lo envolvía en un cálido sueño del que no quería despertar. Sin embargo, siempre llegaba la mañana y la hora de regresar al mundo normal, y no le quedaba más que maldecir a todos los dioses por el nuevo y brillante día y decirle adiós (muy a su pesar) a Ochako.
Claro, que nunca le confesaría nada de eso.
-Sabes que si- movió su cuerpo hacia un extremo y esperó pacientemente a que la chica se recostara a su lado.
-Gracias-
-Idiota, ya duérmete- murmuró el chico recostándose de nuevo en la suave cama y envolviéndola en un cálido abrazo.
Sólo esperaba que aquellas horas duraran eternamente.