¡YAHOI! Sí, ya, lo he dicho ya un par de veces: soy una puta suicida, lo sé, lo admito y lo acepto.
Para los que no sepáis lo que es el Kinktober: es un reto anual consistente en publicar durante el mes de octubre un drabble o viñeta por día, cada uno o una de ellas basado en un fetiche o juego sexual. Y ya, es todo.
Ahora, disfrutad de esta viñeta.
Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.
Masks
El baile estaba en pleno apogeo. Las risas, los coqueteos algo descarados e incluso las miradas y los roces indecentes, todo ello amparado bajo las ostentosas y amplias máscaras que cada uno de los invitados portaba. Su sencillo antifaz negro resaltaba entre las borlas de seda, los pompones, las piedras preciosas y las plumas de colores.
Claro que él solo buscaba a una en concreto. La localizó enseguida, como si ella tuviera algo, un imán, que lo atraía irremediablemente. Vio su sinuoso cuerpo girarse entre un aleteo de muselina y terciopelo y no perdió tiempo, yendo en su busca.
La siguió hasta perderse por los pasillos de la enorme mansión, oyendo su cantarina risa y sus pasitos de bailarina cada vez que los zapatos tocaban el suelo. La excitación ante la perspectiva de lo que le esperaba, de lo que podría disfrutar en cuanto la atrapara, lo tuvo palpitando de deseo todo el tiempo que tardó en cogerla.
La asió del brazo y los introdujo a ambos en la primera habitación que encontró, cerrando posteriormente tras ellos.
No perdió tiempo y se apoderó del dulzor de su boca, ahogando así la risa femenina. Sonrió contra esos labios que lo volvían loco al ver que ella le correspondía de la misma forma apasionada.
Sus dientes se arrastraron por toda su mejilla hasta atrapar el lóbulo de su oreja, mordiéndolo con delicadeza y haciendo que la respiración de ella se agitara. Sus manos se apropiaron de sus senos, ahuecándolos primero sobre la tela del escote para después tirar con violencia del mismo hacia abajo, liberándolos de su prisión para retorcer los rosados pezones entre sus dedos.
Su amante gimió, abrazándolo más fuerte y él fue consciente más que nunca de lo mucho que deseaba a aquella mujer. Gruñó, besando su garganta, mordiendo su cuello con algo de fuerza cuando unas manos traviesas se deslizaron por todo su cuerpo hasta encontrar la abertura de sus pantalones. Era increíble cómo había podido hacer que ella, poco a poco, fuera perdiendo su timidez con él, convirtiéndose en la licenciosa y apasionada fémina que tenía entre sus brazos.
La sintió rodearlo con su pequeña mano de porcelana y, aun con el guante puesto, era la mar de placentero. Gimió, hundiendo el rostro entre sus pechos, besándolos, chupando sus pezones, meciéndolos con su lengua una y otra vez, provocando que su compañera tuviera que elevar su mano libre para mordérsela, evitando así gritar por el placer que estaba sintiendo, que él le estaba haciendo sentir.
La obligó a soltarlo; acarició sus curvas por encima del vestido hasta levantarle las largas faldas en una caricia lenta, sensual y provocativa que llevó a su mano por toda la blanca piel de sus muslos hasta que dio con el centro mismo de su calor. Enganchó los dedos en las cintas de seda de su ropa interior y tiró, deshaciendo los nudos. Todo sin dejar de mirar para las dos lunas brillantes que se adivinaban bajo la máscara que ella llevaba puesta, lo cual hacía todo más excitante.
Jugar a ser dos desconocidos que se desean intensamente desde luego que lo hacía todo más interesante.
Palpó la humedad entre sus piernas y apenas pudo contener un gemido cuando introdujo dos de sus dedos en su interior.
―Estás tan húmeda…―susurró en su oído, con voz ronca. Ella mordió su labio y él no pudo resistirse a besarla de nuevo, mientras la penetraba de forma lenta con sus dedos, haciéndola suplicar―. ¿Qué es lo que quiere, milady?
―A usted, milord. Dentro de mí. ―Maldijo al escuchar su tono seductor. Le dio la vuelta y, sin poder esperar más, le levantó el vestido enrollándolo en sus caderas y de un envite la penetró. Ella gimió y él gruñó; comenzó a montarla con fuerza, con salvajismo, con movimientos frenéticos mientras sus manos se apoderaban de sus caderas para mantenerla firme en su lugar para poder hundirse en ella con comodidad y hasta el fondo.
Ella lo miró por sobre el hombro, clavando sus orbes perlados en él. Él tampoco apartó la mirada, queriendo observar el momento exacto en que alcanzaría el orgasmo.
Vio sus blancos dientes morderse con fuerza de nuevo su carnoso labio, su fina espalda tensarse. Aflojó un poco el agarre que mantenía sobre su cuerpo, llevando una de sus manos hacia aquel punto candente, ahora inflamado. Lo acarició con la yema del dedo en lentos círculos hasta que al fin ella se derrumbó en sus brazos, convulsionándose y sollozando a causa del placer que la asaltaba. Él hizo más lentas sus embestidas, a la par que profundas, queriendo alargar las sensaciones en su cuerpo lo más posible.
Hasta que él mismo no pudo aguantar más, sucumbiendo ante los espasmos del cuerpo femenino sobre su miembro, como si este lo estuviera ordeñando. Siguió embistiéndola varios minutos más, hasta que la última gota de su esencia estuvo en lo más profundo del cuerpo femenino, llenándolo, reclamándolo como suyo.
Las respiraciones agitadas, las ropas desarregladas, el sudor recorriendo sus pieles, el olor a sexo que inundaba la habitación, las máscaras que los hacían unos completos desconocidos…
Todo era parte de un juego, uno que no podían dejar de jugar porque era la única manera que tenían de estar juntos, mediante el placer y el calor de sus cuerpos.
La besó, todavía sin salir de ella, sabiendo que en cuanto lo hiciera tendrían que regresar al bullicio de la fiesta, tendrían que ir cada uno por su lado, anhelando un nuevo encuentro que no sabían cuándo podría darse.
Así que se abrazaron, ninguno queriendo salir de aquella habitación cuyas paredes habían sido testigos mudos de su pasión clandestina. Él acarició su máscara y ella repasó las angulosas líneas de su antifaz, sin apartar en ningún momento sus ojos de aquel cielo azul que parecía estarla devorando.
Puso la mano tras la nuca masculina e hizo una ligera presión, él entendió y bajó el rostro, de nuevo besándola, bebiendo del sabor único de su boca.
Diciéndose con los movimientos de sus labios y de sus lenguas todos los te amo que les habían sido negados hasta el momento.
Fin Masks
Bien, no sé si quedó muy claro lo que quise dar a entender, pero pal caso, mejor una explicación: el tema es que los dos protagonistas, a pesar de que se aman, no están juntos, sino que los han obligado a apartarse el uno del otro, de ahí que solo puedan encontrarse en fiestas concurridas y bajo una máscara, pretendiendo que son otras personas.
Lo explico porque probablemente esta viñeta en particular pueda que tenga continuación en alguna otra, aunque en teoría no tienen por qué tener continuidad entre sí.
¿Me dejáis un review bien sabrosón para poner algo de chispa al mal día que he tenido? Anda, sed bueno, dadme esa alegría para que mañana cuando me despierte empiece el martes con buen pie xD.
Porque, ya sabéis:
Un review equivale a una sonrisa.
*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a favoritos y follow y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo.
Lectores sí.
Acosadores no.
Gracias.
¡Nos leemos!
Ja ne.
bruxi.
P.D.: que sepaís que estaré haciendo esto también en el fandom de InuYasha con mi pareja favorita de dicha serie: el InuKag. Soy una suicida, ya lo he dicho.