Not today - Imagine Dragons
Hinata
«Él no podía hacerme esto...»
De todas las personas que conocía él no sería capaz de abandonarme así, de dañarme así.
¡No!
Corrí atravesando el sendero que dividía la playa mientras sentía el pulso frenético martilleando mi cabeza. El cielo estaba despejado, el oleaje en ese momento era suave y la salinidad del océano era ya tan natural que formaba parte de mis pulmones, de mis venas, de mi sangre... así como él. Por eso no podía concebir lo que hoy había escuchado decir a su abuelo en el centro.
―Dijo que haría la prueba y si la pasaba no dudaría en irse.
El dolor con el que pronunció esas palabras fue tan palpable, tan real, que un sudor espeso recorrió mi nuca mientras negaba mentalmente que algo así ocurriera. Él había jurado amarme, protegerme, cuidarme... Naruto no rompería su promesa así ¿verdad?
Aparté los matorrales de un manotazo y llegué a esa pequeña playa escondida... nuestro lugar; allí donde jugábamos de niños a que éramos piratas, donde nos dimos nuestro primer beso, cuando por primera vez experimentamos las llamadas mariposas en el estómago. Aquí fue donde me confesó que me amaba, que nuestras diferencias jamás nos separarían pues el amor que sentíamos podía más que cualquier cosa, y sí, en este momento él estaba aquí, mirando el horizonte con las manos dentro de los bolsillos, esperándome... y eso hizo que un nudo se entrelazara en el cielo de mi boca porque eso significaba que...
―Dime que no es cierto ―susurré a sus espaldas. Vi sus hombros moverse por un suspiro y entonces se dio la vuelta hasta que esos ojos azules estuvieron fijos en los míos y sí... vi la terrible verdad ahí.
Sentí los ojos arder y mordí mi labio, mi corazón había descendido a mi estomago debido al hundimiento repentino de mi pecho.
―Lo siento... ―susurró.
― ¿Por qué? ―Mi vista se nubló y algo liquido descendió por mi barbilla; mis lágrimas, esas que pensé jamás derramaría por él.
Abrió la boca, pero al verme llorando volvió a cerrarla. Tomó aire, armándose de valor para lo que sabía que rompería mi corazón.
―No tenemos futuro.
Apreté los puños con tanta fuerza que mis uñas lastimaron la carne blanda de mis palmas.
― ¿Es por el dinero? No me importa ―dije a través del nudo que me impedía hablar correctamente.
―No es solo por eso, Hina.
― ¿Entonces qué es?
―Que... ―Su voz se quebró―. Joder...
Arrastró sus dedos por sus hermosos cabellos dorados, esos que amaba acariciar cuando él y yo nos uníamos en esa vieja danza que solo un hombre y una mujer que se aman logran conocer, y el solo pensamiento de que jamás lo volvería a tener hizo que el dolor en mi pecho me afectara incluso físicamente.
Mis labios temblaron cuando se llenó de determinación, lo vi en sus ojos, nada de lo que dijera lo haría cambiar de opinión. Aun así, no iba a renunciar a lo único que me daba vida, a lo único importante que tenía.
―No soy el hombre indicado para ti, Hinata. Jamás podré darte lo que te mereces, lo que necesitas, solo soy un pobre diablo que se gana la vida repartiendo bebidas a gente rica ¿qué futuro podrías tener a mi lado?
―No me importa, lo único que necesito es a ti.
― ¿Y después qué? ―Elevó su voz, exasperado―. ¿Te atreverías a contar monedas conmigo y sufrir por si llegamos a fin de mes?
―Si es contigo lo haría ―contesté.
Negó con la cabeza.
―No puedo arrastraste a este tipo de vida.
― ¿Y yéndote al ejercito es la solución? ―grité―. ¿Abandonarme lo es? ¿Arriesgar tu vida lo es?
― ¡Allí puedo ser alguien! ―rugió―. ¡Allí puedo convertirme en el hombre que deseo ser!
― ¡Ya eres alguien!
―No, no es así, y lo sabes, tu familia lo sabe, todos lo saben ¿crees que no sé lo que dicen? Hinata Hyuga, la hija del senador Hyuga, una muchacha con un futuro brillante que está por echar su vida a perder por meterse con un maldito muerto de hambre que no tiene donde caerse muerto.
―Entonces sí es eso, lo único que te importa es eso ¿no?
―Me importas demasiado como para atarte a un futuro así ―dijo, su voz volviéndose áspera por el dolor.
―Si te importara no me abandonarías.
―La decisión está tomada, Hinata, no me harás cambiar de opinión.
Sollocé, casi arqueándome por el dolor que me atravesó como un flechazo. Era como si me arrancaran el corazón del pecho y mil pies le pasaran encima.
―No me hagas esto...
―No me lo hagas tú, déjame hacer esto, por favor.
De verdad que no dudaba, estaba totalmente convencido de que era esa la solución, de que yéndose a arriesgar su vida a un campo de guerra era la única opción viable, que así lograría ser un hombre a mi altura... cuando para mí él ya lo era todo.
―Nunca estaré tranquila sabiéndote en un lugar así, esperándote mientras me torturo con la idea de que te hagan daño, de que te hieran, de que tal vez nunca vuelvas...
Levantó la vista y el dolor en sus iris hizo a mis rodillas temblar.
―No quiero que me esperes.
Jadeé, me llevé la mano al pecho y estrujé mi blusa justo sobre mi corazón, que ahora parecía sangrar a borbotones, bajé la mirada esperando ver la herida mortal ahí, pero no vi nada, sin embargo, continuaba sintiendo ese ardor que me quemaba por dentro, que consumía mis pulmones al punto de que el oxígeno se volvió repentinamente escaso.
―Quiero que sigas con tu vida, que estudies, que seas exitosa... si de verdad estamos destinados, algún día nos encontraremos.
―Por favor, no sigas... ―rogué.
―Hinata...
Negué con la cabeza, temblando como una hoja y sollozando convulsivamente. Un dolor agudo serpenteó por mi columna hasta instalarse en mi frente.
Dolía... dolía demasiado.
― ¿Qué tengo qué hacer para que no me dejes?
Lo vi apretar los parpados.
―Nada, Hinata.
― ¿Y si escapamos? ―Haría cualquier cosa por él, seguirlo al fin del mundo si con eso aseguraba una vida a su lado. No podría imaginar no verlo más, no besarlo, no tocarlo, no sentir esa increíble y cálida piel junto a la mía, sus susurros de amor en mi oído, sus labios recorriendo mi cuerpo. Simplemente me negaba.
― ¿Harías eso por mí?
―Lo haría ―aseguré.
―Eres increíble...―suspiró.
―Te amo, solo es eso ―Sus labios se presionaron en una fina línea―. Vámonos lejos Naruto, tu y yo, empecemos de nuevo, lejos de aquí, lejos de los prejuicios...
―No puedo hacer eso... ―Fingí no escucharlo.
―Te esperaré mañana, en la noche y luego nos iremos lejos, muy lejos solos...
Sus manos tomaron mi rostro y de repente solo fueron sus labios lo que sentí, tan suaves, tan dulces... gemí abrazándolo a mi cuerpo mientras su lengua y la mía se entrelazaban como siempre lo hacían. Recorrimos nuestras bocas en busca de ese sabor que tanto amábamos sentir, la chispa de electricidad se encendió al punto de que todo a nuestro alrededor quedaría chamuscado si no nos deteníamos. Mordió mi labio, yo succioné el suyo y luego abrimos la boca tratando de ahondar más profundamente.
Chupando mi labio inferior se separó de mí y posó su frente en la mía.
―Te amo, Hina... nunca lo olvides ―Humedad se mezcló con la de mis mejillas y sin abrir los ojos supe que él también lloraba.
Lo abracé.
―Iré contigo, te esperaré aquí, Naruto, te esperaré aquí...
Me soltó y se apartó, agachó la cabeza y simplemente... se alejó de mí sin decir nada.
No le había dicho a nadie lo que haría, no había nadie en quien confiar, las únicas disque amigas que tenía eran Ino y Sakura, pero Naruto siempre me advirtió que no confiara en ellas, que sentían envidia, que en la primera oportunidad que vieran me clavarían el puñal en la espalda... le creí a él por supuesto, y mantuve mi distancia con ellas. Mi padre siempre se mantenía ocupado con sus deberes como senador, así que no se enteraría de mi ausencia hasta mucho tiempo después cuando probablemente él y yo estuviéramos lejos.
Lo esperaría, estaba convencida de que nos iríamos juntos.
Naruto me conocía lo suficiente como para saber que estaría ahí por él todo el tiempo que fuese necesario. No le permitiría huir de mí, jamás. Conocía sus aflicciones. El cómo lo señalaban cuando estaba conmigo, la ostentosidad en la que vivía con las penurias que a veces sufría. Ese chico de gesto adusto, de mirada penetrante guardaba en su interior tanto dolor que a simple vista jamás lo imaginarías, pero yo lo conocía. Su madre se había embarazado muy joven de un hombre rico, que al saber sobre el bebé la abandonó, ella, al ser solo una adolescente, declaró que no estaba lista para ser la madre de alguien, así que se lo entregó a sus padres para irse y no volver jamás.
Naruto fue criado por sus abuelos y hace poco más de tres años su abuela había fallecido. Desde entonces se ha mostrado como un hombre serio, hosco, pero que en el fondo anheló siempre el amor de quien debió cuidarlo y protegerlo.
Pensé que mi amor sería suficiente, y había luchado día con día para demostrárselo, ahora sabía que esta sería la prueba final, que con esto quedaría demostrado que era él lo único que quería, nada más.
Al día siguiente, una vez el sol se ocultó; tomé mi pequeña maleta y bajé por la ventana como tantas veces había hecho cuando me escapaba a pasar la noche con Naruto. Miré a ambos lados asegurándome de que nadie me había visto y luego salté por la barda.
Todo estaba oscuro, pero podía escuchar el oleaje, así que me dejé guiar por el sonido hasta llegar a nuestra playa. Las manos me temblaban y las tenía humedecidas en sudor, mi corazón latía con fuerza y los nervios me embargaban.
Tenía miedo de que él no apareciera, no obstante, deseché esos pensamientos y me senté a esperar con la luna como acompañante. Los minutos empezaron a transcurrir, lentos, perezosos... eternos, pero seguí esperando, él llegaría, tenía que aparecer.
No sé cuanto tiempo después escuché un ruido, alcé la cabeza y la fijé en el sendero oscuro que se extendía frente a mí sintiendo el amor, la alegría y el entusiasmo de que por fin aparecería. Me puse de pie y me abracé a mí misma conteniendo las lagrimas de felicidad que tanto quería derramar.
Sin embargo, no fue Naruto quien apareció, sino otro hombre... no podía ver su rostro, pero sabía que no era mi Naruto, que no era él...
Un vértigo helado descendió por mi espalda y mis dientes castañearon. El terror lo nubló todo cuando la luna vislumbró un rostro que jamás olvidaría, que siempre me perseguiría hasta en mis pesadillas.
―Pero miren nada más lo que tenemos aquí.
Una tenebrosa oscuridad se apoderó de mi mente una vez ese hombre se abalanzó sobre mí. Recuerdo los gritos, recuerdo el miedo, el dolor ardiente que me destrozó de adentro hacia afuera... la forma en que luché y lo inútil que fue.
Pero sobre todo... recuerdo que él jamás apareció.
Sí, es lo que se imaginan.
Inspiración volvió en forma de más historias y decidí escribirlas, estaba reprimiendome por la angustia de no poder continuar con Siempre Contigo, dejando ir historias que sé que les gustaría, entonces decidí dejar volar mi imaginación... así que aquí estoy, con una nueva.
Esta historia vendría a formar parte de Siempre Contigo, como una secuela, pero de alguno de los amigos del Naruto de esa historia, por eso el título de "Casi Contigo".
Espero que les guste ¡Nos leemos!