Había terminado… realmente había pasado, el fin de la cuarta gran guerra ninja había traído consigo el revelar de muchas verdades de los labios del sabio de los seis caminos; las identidades hasta entonces desconocidas de las reencarnaciones de Indra y Asura, el verdadero significado de la unión entre los dos, las palabras por tanto tiempo pronunciadas sin haber sido comprendidas, ¿Qué quería decir realmente con "ser amigos"?

La oscuridad que lo había consumido, alejando su corazón de lo verdaderamente importante y sus pensamientos de la razón, finalmente se había disipado y de ahora en adelante cargaría con el recuerdo viviente en su propia carne de la infinidad de errores que había cometido, sacrificar una parte de su ser podría parecerle hasta ínfimo por el perdón que se le había concedido gracias a las intervenciones del sexto Hokage y el gran héroe de la villa.

¿Qué sería de él entonces?... El último miembro del clan del abanico de fuego no tenía un lugar en este mundo que no fuera en el que se le fuera colocado, se había convertido entonces en una persona completamente extraña a su ser, un ser que había decidido abandonar al reconocer su derrota contra el ninja que representaba el sol, ¿Entonces?, ¿Qué era ahora?... Si de algo estaba seguro es que no podía hacer simplemente un borrón de sus pecados y remontarse a lo que solía ser antes de su partida de la villa, su vida entera perdería el significado que había adquirido, el sacrificio de su hermano ante sus ojos no representaría nada. No… había algo más que debía hacer, descubrir dentro de sí mismo el fruto que la experiencia le había dejado de todo aquello y encontrarse en medio de su propia maraña de sentimientos revueltos.

La luz parecía finalmente aparecer para él…

NARUTO SHIPUUDEN

POST SASUKE SHINDEN

MATA KONDO NA

Capítulo 3 "Entregas no planeadas"

No podía cerrar los ojos… debía estar alerta… sabía muy bien que las misiones se tornan difíciles de un momento a otro y más aún… en su compañía, quería solamente protegerla… a pesar de estar consciente que ella ya no lo necesitaba para eso.

Se había quedado dormida, apoyada sobre su hombro, al mismo tiempo que el viento realizaba apariciones espontáneas, meciendo sus cabellos. Mientras sus manos separadas por una corta distancia, parecían frías.

–Sasu...ke-kun… –Murmuró entre sueños la chica, pero perfectamente audible para él, lo que lo sorprendió. –Hay bollos…

–¿Bollos?… –sonrió al pensar en el sueño apacible que quizás tendría, así que aceptando un poco de aquel episodio de dicha, posó su mano sobre la de ella, siendo recibida de manera instintiva, entrelazando sus dedos con los de ella.

–Están tibios… –mencionó a su oído, al apretar de a poco la mano del Uchiha con la de ella, para entonces permanecer callada.

La noche circuló fría como ninguna, extrañeza relevante en esa época del año, pero no podía arriesgarse a encender una fogata tan cercana al lugar del campamento del Feudal, cuando estaba precisamente de incógnito, por lo que no dudó en cubrirla por completo con su capa.

Misma tela, que con los primeros rayos de sol, cual programada para despertar, la ninja médico, sintió rozándole la piel, seguida de la respiración de la persona con la que yacía abrazada.

¿Qué estaba pasando?… Trató de reincorporarse pero había peso sobre su mano izquierda… ¿Qué?…

¡¿Qué?! ¡Mi mano! ¡Mi mano está bajo el trasero de Sasuke-kun!

–Despertaste… –la recibió de lo más tranquilo, mientras ella no podía despegarse ni un centímetro de él, sudando a chorros por la vergüenza, estaba demasiado cerca, al punto de poder ver sus pestañas moverse con el parpadear de sus ojos, ante su reacción. –¿Sucede algo?…

–Bue… ¡Buenos días!

–¿Estás segura que estás bien?…

La pregunta no hizo más que acelerar su corazón, por supuesto que no estaba bien, estaba demasiado nerviosa y pensando en las miles de posibilidades para retirar su mano de ahí sin que él lo notara, pero no había ninguna factible, y sin proponérselo, los músculos de sus dedos reaccionaron, llevándola a apretar a su alrededor, sorprendiéndolo y sonrojándola al instante más allá del rojo más vigoroso.

–¡Shannaro! –sacó la mano en un impulso y la llevó hacia su pecho, tratando de recuperar el aliento. –¿Y ahora? ¿Qué hago?… ¡Sasuke-kun pensará que soy una aprovechada! ¡Que quería manosearlo! ¡Es decir! ¡Claro que quiero hacerlo! ¡Pero por qué así! ¡Dios!

–¿Sakura?…

–¿Sí?… –dudosa, levantó la vista hacia él, encontrándolo inexplicado.

–¿Te pusiste nerviosa porque tocaste mi trasero?…

–¡EH? –Sus ojos se sumieron en la incredulidad de llegar a ser tomada como una aprovechada.

–No te preocupes… seguramente fue por el frío… y buscabas una fuente de calor… No me molesta…

–Eso lo dices tú, porque no fuiste quien me tocó a mí… –suspiró vergüenza.

–¡Eh! –el Uchiha miró su mano sonrojado, imaginando la posibilidad, con un movimiento de esta.

¡¿Cómo… cómo rayos debo reaccionar ante esos gestos, Sasuke-kun?! Estoy segura que si fuera Naruto… ya lo habría mandado a volar sin ninguna contemplación… ¿Pero tú?...No sé como tratarte cuando te pones así… en realidad...no sé como tratarte nunca… –Sus orbes se abrieron aún más, sorprendida, por lo que acababa de descubrir… todo el tiempo junto a él, no era más que un mar de nervios… donde el navegaba sin notar nada…

–Regresa al campamento… pronto será la hora.

–Sí… Muy bien… Sasuke-kun parece haber regresado a la normalidad… eso es, mantente así… sereno… sexy… –se cubrió los labios con los dedos, a pesar de no haber pronunciado palabra. Pero… los acercamientos con su amado iban a terminar por enloquecerla si no se retiraba pronto.

–Te veré más tarde –alzó la mano como una despedida casual, a lo que él apenas y movió la cabeza en aceptación. La ninja, dando una media vuelta robótica, se dirigió a su puesto de trabajo, pero se detuvo, armando sus manos en puños. –Ahora… tenemos algo más…

El recuerdo de los múltiples besos que se brindaron hasta quedarse literalmente dormida entre sus brazos, vino a su mente, por lo que se volteó a verlo.

–¿Sucede algo?… –la miró expectante el Uchiha.

Un beso… te daré un beso...-Lo miró sin moverse del lugar en que estaba parada.

–Será la próxima vez… –sonrió por lo bajo Sasuke, entendiendo perfectamente las reacciones de la Haruno, lo que la llevó a abrir la boca, sabiéndose descubierta.

¿Pero por qué si ayer estabas tan cariñoso?… –Se encogió de hombros cual fueran de gelatina y dándose la vuelta caminó sin ánimos de vuelta a su puesto de trabajo.

Tras de ella, sin perder de vista sus aturdidos pasos, la sonrisa del último de su clan, se pronunció.

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Sus compañeras ya veían sospechosos los recurrentes abandonos al campamento por parte de la ninja médico de Konoha. Siempre al finalizar sus turnos, corría cual perseguida hacia el bosque.

Actos que no pasaban desapercibidos por la ninja sensorial. Ya faltaba relativamente poco, para que la misión de acompañamiento terminara… entonces… ¿Por qué se desaparecía tanto?… Ninguno de los momentos de recreo o descanso los pasaba con ellas. Aunque aquella vez se encontraran con Sasuke… no podía ser siempre él… ¿O sí?…

Se acomodó los anteojos y los cabellos rojos, se movieron un poco, junto al vaivén de su cabeza que miraba en todas direcciones, esperando que nadie la siguiera, yendo al rastro de la Konoichi.

Pero nada… era como si se la hubiera tragado la tierra, no podía verla, ni su rastro y tampoco sentir su chacra o el de Sasuke. Lo que sin duda… era demasiado sospechoso.

Lo sabía… que entre ellos… había una conexión.

Las lágrimas derramadas por ambos lo decían… y aunque quisiera ser ajena a esos sentimientos que los unen… le resultaba imposible. Verlo… sonreír… preocuparse por alguien… o pensar… siquiera la idea de que estuviera enamorado… que dentro de su pecho aquella sensación floreciera, le sacaba lágrimas, aún mientras sonreía.

Porque lo amaba… la empatía que despertaba en su interior era enorme.

Era verdad que durante mucho tiempo… se sentía feliz con el hecho de solo permanecer a su lado, de abrazar su esencia y pensar… que tomaran el rumbo que tomaran las cosas… si estaba con él y las hacía por él… no habría nada de que arrepentirse y puede que lo siguiera creyendo…

–Sasuke… –elevó su mirada acongojada a los cielos, para entonces sonreír auténtica.

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Estaba desnuda, amedrentada por la vorágine de sentimientos que se revolvieron dentro de su cuerpo y se compartieron con su alma, demostrándole que cada una de las partes de su existencia estaba conectada entre sí, los pensamientos que la llevaron a buscarlo, sometiendo su cuerpo a un estrés inimaginable, sin tener la más remota idea de lo que trataba en realidad aquella relación y las reacciones de su mismo cuerpo, tras sucumbir a sus emociones y la provocación, cual sus actos de la noche anterior no le pertenecieran, aunque en su interior lo haya deseado con todas sus fuerzas y corazón, aquello fue… más… mucho más de lo que jamás hubiera pensado sería; No se reconocía a sí misma y tampoco lo reconocía a él… quien, como si dentro de su cuerpo anidara la ansiedad de una bestia encelada, la había tomado con tal algarabía que parecía podría morir sobre ella, lo que en un principio la aterró, ¿podría soportarlo?... era demasiado excitante la sola idea de morir en su cama en medio de todo aquello…

Sin duda era uno de los ninjas más fuertes… le había costado demasiado el sostenerlo, tal vez… la delicadeza no iba de la mano con él… y era algo que debía enseñarle… ya que la había dejado muy adolorida.

Fue así como acabó despertando en medio de aquel desorden, y con el hermoso hombre de cabellos negros azulados descansando sobre su cintura; No había podido contenerse nada, su júbilo desenfrenado había arrasado con la habitación.

–Sasuke-kun… –bajó la mirada hacia su acompañante, que aún dormía, contempló durante algunos segundos su rostro, que yacía tan apacible que la reconfortaba, entonces llevó su mano izquierda hacia la cabeza del joven y acarició despacio sus mechones frontales -Yo te necesitaba mucho… –cual el hecho de estar desnuda con él en la cama fuera lo más natural a su parecer, no le tomaba la menor importancia, las sábanas puede que hayan quedado enredadas junto a su ropa y deslizarse hacia el suelo, era lo de menos, el mejor cobertor estaba tapándola ahora, podía sentir su piel rodeando su cintura y abdomen, mientras el joven había quedado dormido apoyando su rostro contra éste.

Así mismo, la amplia espalda del Uchiha se había convertido en imán para su mano, pudiendo sentir las prominencias óseas de sus huesos a través de su esbelto cuerpo, sus homóplatos, las vértebras dorsales y lumbares de su columna, jamás se había detenido a pensar que hasta en esos pequeños detalles su amado era perfecto, lo había aprendido en medio de todo aquello, buscando algo de qué aferrarse, la espalda de su amado se convirtió en su salvadora y ahora comprendía que había mucho más que examinar, no podía dejar de verlo ni de tocarlo, quería averiguar en su totalidad los misterios que llevaba por dentro y por fuera, porque después de todo, él le pertenecía.

Amaba verlo tan tranquilo, la única con quien había abierto su corazón era ella… siempre fue ella, su mayor consuelo y su anhelado amor, trató de sentarse, moviéndolo un poco, propiciando su despertar, pero lo tranquilizó al envolverlo entre sus brazos y agachando la parte superior de su cuerpo sobre el del pelinegro azulado, juntó ambas pieles y la sensación de sus pechos impactados contra la espalda del joven la regocijaba, mientras él, abrió finalmente sus orbes al despertar, primero el negro, seguido del Rinnesharingan; viéndose en aquella posición, baja los párpados para disfrutar el momento y todas las sensaciones que él conllevaba, permaneciendo así un par de minutos, para luego volver a abrir los ojos con una expresión de preocupación reflejada en ellos, ¿Cómo habían terminado así las cosas?

–¿Sasuke-kun?... –La preocupación se transmitió al rostro de la pelirosa, al ver que había despertado, pero no pronunciaba palabra y se le veía como ido a los acontecimientos, pero enseguida su semblante cambió a la sorpresa, al sentirse rodeada con fuerza por el brazo derecho y apretada contra el pecho, mientras el joven hundía su rostro en los cabellos rosas sobre sus hombros. Podía sentir la inseguridad que lo embargó en ese momento y se aferraba a ella en busca de la salvación, ó por lo menos la supervivencia. ¿Qué estaba pasando?, definitivamente esa actitud era completamente anormal en él, pero lo abraza con la misma intensidad, indicándole que ella está ahí también para él, como siempre lo estuvo desde el principio.

–Gracias… –Esa palabra… era la tercera vez que la escuchaba de su boca en ese tono, la sinceridad convertida en dulces letras a sus oídos.

–No te preocupes por nada… –le respondió finalmente, la única vez que había tenido la oportunidad de decírselo, porque estaba ahí… no se iría, o por lo menos era lo que quería creer en ese momento, que a partir de ahora, él estaría a su lado para siempre, había vuelto por tercera vez y era la ocasión que le prometió lo haría, aquel día en que se marchó de la villa en busca de su propio ser, marchándose sin la prótesis de su brazo que Tsunade estaba elaborando con las células de Hashirama.

"Será la próxima vez" chocó entonces la punta de sus dedos a la frente de Sakura y le sonr.

Desde ese momento lo había visto tres veces más, indicándole que cuando la viera por última vez, en ese momento volvería junto a ella, representado por las cadenas que colgaban de su cuello una vez sobre aquel sobretodo, que una por una le fueron entregadas por Sakura durante esos encuentros esporádicos, la última justo antes de la llegada de los meteoritos a Konoha, en la que en ausencia de Naruto, el Shinobi una vez renegado le salvó la vida al Sexto, desapareciendo nuevamente.

La verdad tenía miedo… a pesar que había sido invitado de vuelta por los altos mandos de la villa, a regresar, luego de su interacción con la última Chinoike.

–La gente… jamás lo comprenderá… – se separó de ella, sentándose sobre la cama. –No sé qué clase de futuro te espere si permaneces a mi lado… –su mirada entristeció sin que se percatara –tal vez… lo mejor será que yo…

–¡No! –respondió sin darle siquiera tiempo de terminar su frase, por lo que elevó la mirada hacia ella. –¿Lo recuerdas?... cuando ibas a irte de la villa cuando éramos niños… – sonríe en medio del llanto que se empezó a formar como lagunas sobre sus ojos, cual se tratara del recuerdo más doloroso en remembrar –te dije que… si te quedabas conmigo cada día sería divertido… y que me aseguraría que fueras feliz… que incluso podría ayudarte con tu venganza, ¡Que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por ti! –termina elevando la voz cual sus propias palabras le abrieran las heridas y le derramaran las lágrimas. –No puedo negarte que llegué a dudar muchas veces… que algo como eso pudiera ocurrir, estaba dispuesta a asesinarte con mis propias manos… – temblaron las mismas ante su mirada de tan solo pensar en que si aquel Kunai envenenado lo hubiera tocado seguramente hubiera sido su fin. –Pero jamás… pude dejar de amarte… desde aquel día en que descubrí que estaba enamorada de ti… al igual que todas las niñas en la academia y que por ende tenía muchas rivales… hasta el día de hoy… –buscó su mirada encontrándola perturbada –Que aún después de todo lo que pasó… mi corazón nunca pudo dejar de amarte… estoy segura que algo podremos hacer… –le tomó la mano y la entrelazó con la suya.

– Sakura… –no necesitó más para nuevamente ser abrazado por ella y volver a iniciar con aquel ritual que los llevó a descubrirse mucho más allá de lo que jamás imaginaron; Un beso, la sensación de rozar sus labios contra los temblorosos de la chica lo estremecía, era la primera mujer a la que había besado, no tenía nada que ver con los accidentales besos ridículos que se propició con Naruto.

Ese mismo día, algunas horas antes finalmente el encuentro que se habían prometido había llegado, ya no era momento de seguir dándole vueltas al asunto, iba a volver, estaba dispuesto a hacerlo, a quedarse con ella, a ser parte de la villa de nuevo, eso era lo que pensaba… pero lejos de estar seguro, lo único que quería era salir huyendo nuevamente, sabía quién era, sabía lo que era, pero si daba ese paso… significaría dejar definitivamente todo lo demás atrás, sus días de negación terminarían, no podía ocultarlo… tenía miedo, miedo a sus 19 años… de enfrentar la vida con una sonrisa… Miedo a mirar la luz del día en las tierras de Konoha… Miedo a dejar las sombras a las que estaba tan acostumbrado.

La misión de escoltar al Feudal, había terminado y el regreso a casa era inminente. Pero no había querido pasearse por la villa sin más…

Lo primero en hacer esa… visitar, aquel lugar.

Habían caminado hasta el interior de la villa de los Uchiha, las viejas casas seguían en pie, guiada por su mano, habían entrado a la casa que un día le perteneció a su familia.

–¿Sasuke-kun?... –pregunta la pelirosa al verlo así de errático, por lo que se queda estático sin saber cómo reaccionar, abrió grandes los ojos agitado y confundido, pero toda aquella intranquilidad fue opacada por la ternura con que la chica le recibió, rápidamente lo rodeó con sus brazos aprovechando la corta distancia que había entre ambos y terminó por acercarlo a ella completamente.

– …Sakura… –no dejó que terminara de abrazarlo, cuando él la abrazó inmediatamente y con más fuerza, con el brazo que podía, para luego de unos segundos, separarse ligeramente de ella para poder verla a los ojos, no necesitaron más que eso para reconocerse y caer presos de los labios del otro en un instante, estremeciéndose con sólo la idea de estar entre los brazos del otro. Separándose solamente por un momento, mientras juntaban sus frentes y respiraban tratando de tranquilizarse, se habían besado... la promesa de estar juntos había martillado tanto dentro de su corazón, que ahora era lo que más deseaba.

Los cabellos rosas y los negros con destellos nocturnos se entremezclaron con el juntar de sus rostros, cual la naturaleza de su unión fuera tan atrayente de modo que no pudieran separarse más después de ese encuentro, sus cuerpos se llamaban mutuamente y al rozarse bajo sus respectivas ropas, parecían hasta incómodos por el obstáculo, tanto que en un momento en que cambió la posición, la camisa del Uchiha había desaparecido, mientras con su mano se encargaba de privar de la suya a su amada, habiéndose perfilado tras su espalda, al levantarla cual el peso fuera el mismo que el de una pluma entre su brazo que rodea su cintura y espalda alta. Ella le rodeó la cadera con ambas piernas, indicándole que por ningún motivo le dejaría escapar de aquel encuentro que más que destinado se tornó sumamente anhelado y necesario, se deseaban tanto… se necesitaban tanto que el simple hecho de separar sus labios por momentos para continuar besándose los hacía entrar en desesperación.

–Yo… –la mirada esmeralda se plantó en él, al ver el punto en que había terminado la situación. Ambos semi desnudos, en la sala de estar de la casa de de antaño de su amado, se sentía profanadora… y asustada de lo que estuviera por suceder, sin embargo, ninguno de esos sentimientos podría aniquilar el que la recorría por completo. La necesidad de explotar entre sus brazos… de reconocer todos sus lados… y comprender… que ambos son humanos… y que lo merecen… después de tanto sufrimiento…

Tal vez fuera demasiado pronto… sí… pero… ¿A qué más debía esperar?… amaba a ese hombre entre sus brazos, desde que tenía memoria… y le entregaría todo a él sin ningún arrepentimiento…

Lo había besado… y lo había tocado muy levemente… su rostro… sus manos… pero jamás… pensó que podría desatarse entre ellos la intensidad de esa manera.

Ya no había que ocultarlo más…

Podría gritarlo si lo deseaba…

Estaban juntos… sin culpas… sin reservas…

–¿Tú?… –La miró profundo el Uchiha. ¿Qué magia poseían esos ojos que podían dominarla con una mirada?… Mirada que había visto cambiar de mil formas… entre la alegría, la preocupación, el odio y la locura, pero eso… ¿Qué era ahora?…

–No pensé… que Sasuke-kun… supiera de estas cosas…

–¿Saber?… –se separó un poco, sin comprender. –¿Qué es lo que hay que saber?

–Es decir… –no podía, no con él mirándola de esa manera. –No es nada…

–Dime…

–Pues… Nunca… –la sonrojez crecía a medida que hablaba, pero no podía quitar su mirada de la suya. –Nunca creía que podrías tomar una iniciativa como esta…

–Mm… si hay problema con eso… podría ponernos en un genjutsu donde seas tú quien lo haga… –Activó su Sharingan.

–¡No! –lo detuvo, colocándole ambas manos a los lados del rostro. –Quiero… que … continúes… tú…

Al escucharla, el joven sonrió.

–Pero eso no impide que puedas ayudar… –susurró suave a su oído, en aquel tono nunca antes escuchado, que la hizo temblar, al sentir como su aliento acarició su mejilla.

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