Disclaimer: Miraculous Ladybug es propiedad de Thomas Astruc, y los uso sin fines de lucro.
Regalo de cumpleaños para mi querida Nadeshico023
Aveugle devant toi
Nunca fueron nada. Sin embargo, en su memoria siempre estaba su recuerdo. Tal vez había sido solo un capricho de niños que con el paso del tiempo había mutado en obsesión, pero ¿qué es realmente el amor sin un poco de obsesión y —por qué no decirlo— sin un toque de idealismo?
¿Por qué será que cuando no vemos a la persona amada o no la tenemos con nosotros tendemos a solo recordar lo bueno y los buenos momentos, creando en nuestras mentes un ser casi perfecto por el cual suspiramos y al cual añoramos?
Tal vez ese había sido el meollo del asunto, había pasado tanto tiempo refugiándose en un amor platónico por miedo a afrontar algo real que ella sola se había cegado ante lo que realmente tenía enfrente y ahora ha perdido.
Una a una fue quitando las fotos pegadas en la pared de su habitación, se llevó una a los labios y la besó a modo de despedida.
—Adiós, Adrien. —Suspiró. Era hora de madurar, de dejar ese pequeño rincón de sueños adolescentes como un bonito recuerdo y nada más.
Hacía más de dos años del final del bachillerato, solo lo veía en revistas y en televisión, y aun así había seguido aferrada a un imposible. A pesar de que se suponía que eran amigos cercanos, nunca había tenido el valor de enviarle un mensaje o llamarle.
Hoy lo había visto de nuevo, estaba en la ciudad por una pasarela en la que reaparecería después de mucho tiempo de estar retirado. Por casualidad, se lo había topado en las afueras del museo de Louvre. Destino o casualidad, ¿quién podría decirlo? A pesar del tiempo hubiera sido imposible no reconocerlo, con solo ver esos ojos verdes tan únicos podría identificarlo entre mil personas. Pero él no la vio. Como siempre, era tan común que él no se había percatado de su presencia, y como si el tiempo no hubiera pasado se sintió tan boba como cuando lo conoció. Su corazón empezó a palpitar al ver que se acercaba, sintió que le faltaba el aire e hizo la cosa más infantil que podía, se escondió detrás de un pilar, y fue ahí donde lo escuchó:
—¿Sucede algo, amigo? —preguntó su viejo amigo Nino y volteó hacia todos lados para ver la razón por la que su amigo se había detenido tan abruptamente.
—¿Eh? —Adrien salió de su ensimismamiento—. No es nada. Es solo que me pareció a ver visto a alguien conocido.
Nino volteó hacia todos lados, de nuevo, con un gesto de confusión.
—Pues yo no veo nadie, excepto a turistas.
—Me debo haber confundido —respondió Adrien con su sonrisa amable tan característica.
—Bueno, conoces a demasiadas personas, es normal. —Nino sonrió y le pasó el brazo por los hombros—. Ahora cuéntame, hermano: ¿qué es lo que haces aquí en realidad? Digo, no me quejo de que el gran Adrien Agreste haya venido a visitarme, pero sé que no solo vienes por eso. ¿Es esa chica, cierto? —preguntó y se paró frente a él.
Adrien no respondió nada, pero eso fue suficiente para Nino.
—En serio, amigo: no te entiendo. Tienes a tantas chicas tras de ti y tú te la vives enamorado de un recuerdo.
Adrien dio unos pasos hasta recargarse en el pilar tras el cual se escondía Marinette.
—Claro que lo entiendes, Nino. Dime: ¿acaso cambiarías a Alya por cualquier otra chica?
—Hermano, sabes que eso es distinto: aunque hemos tenido nuestros altibajos, tenemos una relación fuerte, y perdóname que te lo diga, pero tú tienes años sin ver a esa chica misteriosa de la que me has hablado.
—Te juro, Nino, que he intentado sacarla de mi mente, de mi corazón, pero es imposible: la busco en cualquier chica con la que esté.
El corazón de Marinette se detuvo por un momento, y sintió como si un fuerte golpe en el estomagó la hubiera dejado sin aire. Poco a poco, se deslizó por el pilar cubriéndose la boca para que su respiración acelerada no fuera tan evidente.
—Es perfecta —escuchó tras el pilar—. Y no hablo de su belleza, porque es hermosa, pero ella es fantástica, Nino: es la persona más amable y desinteresada que conozco, su ingenio y su inteligencia la hacen brillar, además es valiente y dulce, siempre pone a los demás primero. Dime, Nino: ¿cómo no voy a amarla?
Claro, pensó Marinette, ¿cómo no amar a alguien así? Teniendo a semejante lecho de virtudes como siquiera se le había pasado por la cabeza que en algún momento se hubiera podido fijar en ella, era obvio que el perfecto Adrien Agreste solo podía fijarse en alguien tan perfecto como él mismo, y no en una chica común y torpe como ella.
Suspiró nuevamente y dejó la última fotografía en una caja. No es que nunca hubiera pensado que Adrien estaba enamorado de alguien, era obvio, después de todo, y ella no era tonta; sin embargo, el escucharlo de su propia boca había sido justo lo que necesitaba para darse cuenta de que estaba viviendo de ilusiones. Por Dios, no era una niña, sabía perfectamente que ellos nunca habían tenido nada, había sido solo ella ilusionada con su ídolo porque, después de todo, ¿conocía realmente a Adrien? Creía hacerlo, aunque tal vez lo hubiera podido conocer si no le hubieran dado esos ataques de tartamudeo cada vez que lo veía, tal vez si alguna vez la hubiera visto a ella realmente y no solo al manojo de nervios con el que siempre se topaba. Pero ahora era tarde, ya ni siquiera valía la pena. Solo deseaba que esa chica de la que Adrien estaba enamorado pudiera quererlo tanto como lo quería ella, porque nadie lo merecía más que él.
Se limpió una única lágrima y se dio cuenta de que realmente no dolía tanto como imaginó, solo era la confirmación de un hecho; sin embargo, eso no quitaba que la nostalgia se apoderara de ella. Se levantó y se colocó su bolso, tal vez una caminata al aire libre le hiciera bien.
Corrió a toda velocidad por los tejados de París, el aire fresco le daba en la cara dándole ese sentimiento de libertad que tanto había amado de joven. Con ese traje volvía a ser él mismo, con el traje podía dejar de lado el mundo de hipocresía en el que vivía sumergido Adrien Agreste. Pero no solo ese había sido el motivo por el cual después de tanto tiempo había decidido ponerse el traje nuevamente, y tampoco se trataba de una nueva amenaza; era simplemente que se había dado cuenta que había dejado algo pendiente en Paris, algo que realmente no lo dejaba avanzar, o quizá era él mismo el que no quería hacerlo, aferrándose a su recuerdo hasta casi rozar la obsesión. Muchos pensarían que era solo un capricho de niño rico al cual nunca se le había negado nada, pero no era así. Lo irónico era que quienes llegaran a pensar eso se darían contra la pared al darse cuenta todas las carencias que tenía de lo que realmente importaba en la vida, porque de qué servían los millones si al final estaba solo. ¿Para qué le servía la fama y la fortuna? Si la mayoría se acercaba a él solo por eso, por la ilusión de lo que parecía perfecto.
Qué dirían todos ellos si se dieran cuenta de que no era feliz, de que estaba lleno de miedos y frustraciones. Él era realmente patético. Tal vez, ese había sido el motivo real por el que Ladybug nunca lo había tomado en serio; tal vez, si no fuera por el dinero y la fama que traía consigo su apellido él no era nada.
Pero aun así necesitaba volver a verla, necesitaba expresarle lo que su corazón guardaba. Si lo rechazaba lo entendería, ella era tan perfecta y él… Bueno, él era solo él, el chico bobo que se escondía bajo una falsa fachada de seguridad y galantería. Pero las horas seguían pasando y no había rastro de ella. Pero bueno, ¿qué esperaba? Hacía años que los Akumas habían desaparecido paulatinamente y Ladybug no se aparecía por las calles de París. Se había puesto el disfraz con la esperanza de que por alguna extraña magia o el destino ella se apiadara de él, se enterara de su presencia y lo buscara, incluso se había dejado fotografiar, pero al parecer nada había servido. O tal vez ella sí lo había visto pero simplemente había decidido dejarlo pasar; después de todo, hacía mucho tiempo que no se veían. Ojalá hubieran tenido la oportunidad de despedirse, pero aquel viaje había sido tan apresurado que apenas le había dado tiempo a Adrien de despedirse de sus amigos. Pero Chat Noir no había tenido la oportunidad de encontrarla.
Suspiró con cansancio; tal vez su amigo Nino tenía razón y era momento de parar con esa obsesión, además había pasado el tiempo. Recordaba aquella vez en que ella le había confesado que quería alguien más. Era obvio que ese alguien también la quería, ¿quién dejaría escapar a una chica tan maravillosa como ella? Solo esperaba que ese chico la quisiera tanto como ella se merecía.
Su andar nocturno lo llevó hasta el puente de las artes, lugar donde miles de candados de parejas de enamorados adornaban las orillas. Su visión nocturna ayudó a identificar la menuda silueta de una chica que se recargaba en el borde. Al reconocerla, una sonrisa se dibujó en sus labios. Había pasado mucho tiempo sin verla, pero hubiera sido imposible no reconocerla.
Sin pensarlo dos veces, saltó tras ella y se inclinó para saludarla.
—Hola —le dijo casi en el oído, lo cual le causó un sobresalto.
Se ganó un puñetazo en el rostro como recibimiento.
—¡Ah! —gritó Marinette por la impresión. Le tomó unos segundos darse cuenta de quién se encontraba frente a ella—. ¡Cha… Chat Noir!
—Sin duda, pero esperaba un mejor recibimiento, princesa. —Sonrió mientras se sobaba la mejilla.
Sin esperar más tiempo, Marinette se lanzó hacia él en un fuerte abrazo.
—¡Oh, Chat! ¡Eres realmente tú! ¿Dónde habías estado? Pensé que te había pasado algo, estuve muy preocupada, no sabes cuánto te he extrañado —dijo y lo abrazó más fuerte.
Para él fue un recibimiento extraño. Si bien Marinette había sido amiga de Adrien, se había cruzado pocas veces con Chat Noir, aunque si lo pensaba bien habían tenido charlas más largas como Chat Noir.
—Este es un mejor recibimiento, sin duda —bromeó, Marinette se separó rápidamente de él.
—Oh, lo siento, es que yo… es que…
—No tienes nada que explicar, princesa: causo ese efecto en las chicas —siguió bromeando tratando de quitar tensión al momento.
Marinette dejó escapar una sonrisa sincera.
—¡Oh, bobo! Realmente sigues siendo el mismo de siempre, me alegra que estés bien —dijo con sinceridad.
—No tenías que preocuparte, este gato tiene sus siete vidas intactas. —Le guiñó un ojo y se recargó en el puente—. Y dime, Marinette: ¿qué haces sola a esta hora por este lugar?
Marinette, se giró hacia las aguas del rio Senta y respondió en un suspiro:
—Necesitaba aire fresco, eso es todo. —Suspiró
—Bueno ese suspiró me dice otra cosa —respondió un poco más serio Chat.
—No es nada, gatito, solo boberías, y cuéntame… ¿Cómo has estado?
—Si te hace salir a esta hora a tomar aire no es una tontería, Marinette. —Sin pensarlo, le giró el rostro con cuidado hacia él. Observando sus intensos ojos azules, cuando se dio cuenta del gesto bajó rápidamente la mano y lanzó un comentario para aligerar el ambiente—. Si se trata de alguien, dime y le daré la golpiza de su vida a ese tonto —bromeó.
—¿Por qué asumes que se trata de alguien? —preguntó Marinette con una sonrisa amable.
—Tienes razón, no creo que haya algún tonto que se atreva a poner triste a una chica tan dulce como tú, así que debería asumir que se trata de otra cosa. Tal vez estés agobiándote con los mil chicos tras de ti. —Le guiñó un ojo.
Marinette se rio un poco del cumplido de su amigo, realmente era un galante sin remedio, seguro iba por ahí dándole cumplidos a todas las chicas con las que se encontraba. Recordó todos los cumplidos y galanterías que le decía a Ladybug; había extrañado esos momentos con él.
—Creo que no soy el tipo de chica que tiene que preocuparse por esos agobios —respondió con una sonrisa llena de sinceridad.
—¿Por qué no? Creo que eres el tipo de chica que cualquiera querría, princesa.
Marinette rio de nuevo.
—Pero qué bobadas dices, gatito.
—No digo más que la verdad. Estas así por un chico, ¿cierto? ¿Él lo sabe? Tal vez…
Ella movió la cabeza en negativa.
—No, es hora de dejar de pensar en los «tal vez» y darme cuenta de la realidad. Él quiere a alguien más, alguien tan perfecta como él, lo escuché decirlo. Jamás podría competir con una chica así, soy realmente muy común y él… él es grandioso, es tan amable, caballeroso, inteligente, siempre está para sus amigos, es realmente un excelente chico y yo… bueno…
—¿Tú qué, Marinette? Bueno, ese chico parece realmente perfecto, pero créeme, nadie lo es, y para mí es un tonto si no se da cuenta de lo que tú vales. Princesa, deberías poner más atención en ti.
—No voy a discutir contigo, pero tú no me has respondido gatito: ¿cómo estás? ¿Qué te trae de nuevo por París?
—Yo… —Esta vez fue él quien suspiró. Iba a decir alguna broma tonta, pero al ver la preocupación sincera en los ojos de Marinette no hubo más que sinceridad en sus palabras—. Buscaba a alguien… —le dijo con voz seria—. Pero quizás ese alguien no quiere ser encontrado por mí. —Esta vez fue él quien miro hacia el rio.
—¿Por qué lo dices? —preguntó ella con cierta angustia en la voz.
—Es solo que… olvídalo, son tonterías, tal vez es hora dejar de vivir en el pasado.
—Chat, usaré tus mismas palabras: ¿cómo pueden ser tonterías si te hacen sentir así? Y tal vez estés equivocado, quizá… —Bajó un poco la mirada y con un sonrojo le dijo en voz baja—: Quizá esa persona también quiere verte, es solo que aún no se ha enterado de que estás aquí.
—Aunque fuera así… —dijo con las orejas agachadas—. No creo que esta persona sienta lo mismo que yo, ella quería a alguien más, seguramente alguien mejor que yo, que no se la pasa haciendo bromas tontas. Ella cree que soy un tonto, y bueno, tal vez lo sea y sin embargo solo quisiera… hacérselo saber.
—Chat… —Marinette suspiró mirándolo a los ojos—. No eres un tonto; eres un héroe,… Ojalá pudiéramos…
—Elegir de quién enamorarnos…. —completó Chat mirándola a los ojos.
¿fin?
Nota de autor: Este es mi primer fic de este Fandom, tenia muchisimo sin escribir asi que espero haya quedado decente. Romi este fic es un regalo mio y de la pequeña Bielorrusa que hizo que se viera decente mi porquería, espero que te haya gustado, lo hice con mucho cariño Bugaboo.
Y bueno a quien me lea, espero haya sido de su agrado, muchisimas gracias por llegar hasta aquí.