Se conocían de antes, pero si tuviera que contar cómo se conocieron realmente, tendría que relatar cómo se encontraron a las cuatro de la mañana en el estacionamiento de una tienda cerrada.

Lance estaba vagando por el barrio. Hace dos horas que estaba buscando un veinticuatro horas abierto para comprar alcohol, o frituras, o un pote de dos kilos de helado para reparar su corazón roto. Su última esperanza era un mercadito de la ciudad, que como era atendido por extranjeros supuso que tal vez no cerraría.

Pero estaba cerrado.

El suspiro le arrancó el vaho que indicaba el frío del presente y el resfriado que pillaría mañana. No le importaba realmente. La temperatura helada y húmeda mojaba las calles como si hubiera llovido y las luces de los carteles urbanos se reflejaban sobre el asfalto de una manera melancólica. No quería regresar a casa en ese estado de desolación.

Por eso prefirió hablarle al chico vagamente conocido que moría de frío contra la cortina metálica de la tienda.

Se sentó a su lado sin mirarlo. Lo conocía de la escuela. Iba a otro curso. Se metía en problemas a menudo, pero no tenía idea de por qué. En algún momento oyó su nombre, mas no lo recordaba ahora que lo necesitaba para entablar una conversación.

Porque cualquier cosa era mejor que volver a casa. Incluso morir de hipotermia en un intento de hablar con alguien con cara de querer apuñalarlo.

―No fue una buena noche para ninguno de los dos, ¿Ah? ―soltó al aire, dándose cuenta lo cerca que estaba de romperse.

El chico de cabello negro levantó la cabeza y lo miró con mala cara. Se observaron con ira contenida, pero el reconocimiento de "mi noche fue una verdadera mierda" los aplacó y, en la oscuridad del estacionamiento vacío, llegaron al acuerdo silencioso y avalado por las sombras de hacerse compañía.

―Por algo estamos aquí ―murmuró el desconocido, rebuscando en su mochila para ofrecerle a Lance una petaca abierta de vodka.

Podía robarle los riñones dentro de diez minutos y, honestamente, a Lance no le preocupaba demasiado. Tomó la petaca y le dio un trago, queriendo expulsar su estómago casi de inmediato. Le devolvió la bebida y clavó la vista en el suelo.

―Me acaba de rechazar la única mujer de la que me enamoré.

El otro soltó un bufido cargado de burla. Negó con la cabeza y le dio un trago a la bebida.

―Discutí con mi padre e intentó matarme.

Eso era mucho peor. Le quitó la botella, un poco frustrado de que su problema quedara minimizado. Bebió con enojo.

―Ella dijo que no valía la pena. Que ella no valía la pena. Hace unos días dejó a su novio porque era un manipulador y no estoy seguro de qué le hizo, pero ha de ser bastante malo para que un ángel como ella no lo perdone.

―Le robé la petaca a él ―continuó él, como si buscara rebatir a Lance con su noche de mierda, ¿Era acaso una competencia?―. Descubrí que tiene el placard lleno de alcohol. Eso explica por qué no es el mismo hace tiempo.

―Ella es mi primer amor. Ni siquiera pude hacerla sentirse mejor. Me siento horrible. Volví a casa buscando algo de consuelo y todos tienen sus propios problemas, por eso soy invisible para mi familia.

―Él es mi única familia. Siempre lo fue desde que mi madre se fue. Era amoroso y el mejor padre del mundo, y esta noche intentó matarme.

―Esta noche me rompieron el corazón y me di cuenta que siendo ocho personas en mi casa (sin contarme) ninguno se preocupa por mí.

El chico asintió, como si estuviera de acuerdo. No con que nadie se preocupara por Lance, era más como si se incluyera en la oración. Como si dijera "ninguno se preocupa por mí tampoco".

No dijeron nada más. La petaca se fue terminando de a poco, igual que las ganas de llorar que tenía. No porque el alcohol estuviera haciendo efecto; se sentía liberador decir lo que a nadie le podía decir en voz alta. En su familia nadie le prestaría atención y temía preocupar a sus amigos al contar estas cosas. Además, había un orgullo que no le permitía mostrarse débil y era estúpido, mas no admitiría frente a Hunk ni Pidge que su corazón era una papilla adentro de él.

¿Y por eso se lo contaba a un extraño?

Lo miró. El pelinegro revoleó la petaca y se puso la mochila al hombro. Sin dirigirle la mirada, sin despedirse ni nada, se marchó.

Lance recordó que se llamaba Keith.


Hola. Me obligo a publicar para tener la presión de terminarlo :)

Por ahora tengo escritos dieciséis capítulos (sin incluir este) y no se preocupen, lo único agnst es esta pequeña introducción, el resto es Lance y Keith siendo unos imbéciles. Tiernos imbéciles.

Los comentarios y las críticas constructivas siempre son bienvenidas~