El tiempo.
Algo de lo cual nadie puede escapar, si bien es posible evitarlo por un 'Tiempo' más todo llega a su fin una vez que la cuenta del reloj empiece a dar marcha atrás. Nadie es eterno, nadie es infinito.
Una idiotez.
Dando un suspiro él hombre sentado frente a una mesa, levanto una mano mientras que tomaba la taza que tenía enfrente. Si existiera algo eterno, entonces su vida sería lo más cercano.
Acomodándose la corbata color rojo dejo salir otro suspiro de cansancio mientras que se limpiaba un poco su traje color negro.
¿Cuánto tiempo ya paso desde el comienzo de todo?
El imperio no era nada, sus amigos no fueron nada, todo lo que conoció se fue a la nada, el paso del tiempo hizo que todos fueron pereciendo volviendo a cero, el comienzo del polvo.
Todo aquello mientras que él seguía vivo.
¿Qué año era?
No le importaba.
¿Desde cuándo volvió a ser lo que solía ser?
Puso sus manos frente suyo mientras que las miraba, manos con carne, no escamas, uñas, no garras, eran las manos de un humano.
Tatsumi.
Hasta donde él podía recordar aquel era su nombre, no pronunciarlo en tanto tiempo le empezaba a afectar, no había tenido la oportunidad de hablar con nadie de aquello en demasiado tiempo.
Allí estaba otra vez, tiempo.
Algo que parecía que ya no le afectaba, quizá sea por su cuerpo renovado o los instintos de supervivencia de su especie actual, pero no era algo que podía llegar a cambiar, no después de tanto tiempo de ser lo que era.
Mine.
Así se llamaba su esposa, con una mirada tranquila observo su taza de café, era curioso, que sus hijos no heredaran sus nuevos genes ¿Qué había pasado de su descendencia? Nunca más vio a ninguno de sus herederos desde que Mine murió.
Eso al menos fue hace unos…mil, dos mil ¿tres mil? Si, tres mil años, la longevidad de un dragón podía llegar a ser bastante alta.
— Jefe—una voz a su lado hizo que saliera de la atención a su taza de café, volteando la cabeza observo a una mujer, notaria quien era incluso con la vista borrosa, ese traje blanco con falda negra era inconfundible para él, la mujer con unas carpetas en mano mientras que le daba una mirada severa— Debería de estar viendo los documentos que le llegaron esta mañana, además de que se supone que los nuevos deberían llegar hoy para ver si usted los aprueba o no—Cierto, Tatsumi había olvidado aquello, al estar desde el comienzo de la nueva civilización él había estado presente desde siempre.
El imperio dejo de existir como tal, ahora el encargado era seleccionado por los ciudadanos, él se encargaba de ver todo desde las sombras, todo el mundo pensaba cuando el daba el visto bueno "Ho, si él ministro dice que si, entonces está bien" era curioso, él ahora era la persona que hace tantos años…siglos…milenios…lo que fuese, se encargo de cazar.
Viendo el único punto positivo de todo esto, el calvario atemporal por fin estaba llegando a su límite. Por fin había dejado de evolucionar.
Tatsumi vio como la mujer sacaba un paraguas y lo ponía encima de ambos, dio un suspiro mientras agarraba la gabardina gris que se encontraba en su silla, sonrió al recordar con vagues la figura regordeta del primer ministro que conoció, en cambio la suya era perfecta, a pesar de tanto tiempo, a pesar de cuanto se descuido, incluso si dejo de entrenar por incluso siglos, el no había perdido su estado.
— Le recomiendo que deje de escaparse, últimamente los países cercanos se están poniendo bastante enérgicos—la voz de la mujer hizo que Tatsumi de otro suspiro de cansancio, odiaba todo esto, le molestaba que no pudiera pasar sus últimos momentos en paz. Amaba el parque en el cual estaba, era uno de los pocos lugares que a pesar del paso del tiempo se pudo mantener en el mismo estado en que siempre estuvo.
—Si bien los países toman como la extinción de las bestias peligrosas como algo notoriamente bueno, están los comerciantes los cuales ahora están al tanto que nosotros poseemos una guardería de estos, la divulgación de información no es oficial por lo cual no afectara, además está el hecho de que nadie quiere entablar una guerra con nadie, después de todo, el arma principal del imperio es nada más que su líder mismo—la mujer prosiguió mientras que llegaban hasta un vehículo completamente lujoso, lentamente abrió la puerta mientras que el castaño ingresaba a penas, quizá el hubiera alcanzado la forma humana nuevamente, pero eso no quitaba el hecho de que se había vuelto bastante alto, incluso su cuerpo era algo mucho más formado, aunque sin llegar al burdo estado que cualquiera pensaría.
—Las armas en las cuales se trabajaron ya están listas, no podemos probarlas por su poder pero lo que podemos rescatar es que cualquier levantamiento en contra del Imperio seria un continente fuera, claro que esto a últimas instancias—la voz de la mujer hacia que la migraña de Tatsumi emerja nuevamente.
— ¿Recuerdas de dónde vienes? —la voz de Tatsumi sonó cansada.
Mine
Aquel nombre volvió a su memoria ¿Quién era? Alguien importante, más solo era un vago recuerdo de lo que fue, la calidez y el sentimiento ¿Dónde fueron?
—Usted me saco de las calles y me enseño todo lo que sé, me pago la educación y me dio el conocimiento y el respeto por el débil, vengo de la inmundicia pero me forjaste para que este entre el oro y el mármol—era una respuesta poética de parte de la mujer mientras que se acomodaba en su asiento y empezaba a ponerse en condiciones para conducir el vehículo que tenía enfrente. El tono de añoranza fue audible para el castaño.
Cansancio.
Desde hacia tiempo no sentía aquel estado, no recordaba lo que era no poder mantener sus ojos abiertos con dificultad, la sensación de alivio que le generaba ir cerrándolos de a poco.
— Entonces…—la voz cada vez más pesada de parte del castaño hizo que la mujer se detenga a la hora de prender el motor del vehículo para darse la vuelta.
Tiempo.
En algún momento aquello llegaba a su fin, no importa que tanto se trabajase para poder estar fuera de este, el tiempo seguía, en toda su vida solo conoció a una persona que detuvo el tiempo mismo, le daba gracia aquella situación, las memorias de hacia tanto…tiempo, volvían con fuerza en la mente del castaño.
La añoranza y deseo que había sentido, el ansia de sangre, curioso sentimiento casi desecho, tan desecho como las armas imperiales que el mismo se encargo de eliminar, ahora solo quedaba un arma de ese…tiempo…
— ¿Señor? —la voz de la mujer reflejo preocupación mientras que se daba la vuelta por completo y pasaba hacia donde se encontraba el castaño, toco el rostro de este sintiendo como estaba helado.
— No llores—la voz pesada del castaño hizo que la mujer se diera cuenta de cómo estaban sus emociones, ella mismo puso una mano en su propio rostro notando el camino húmedo que dejaron las lagrimas.
—Dime, Esdeath…—llamando a la mujer por su nombre hizo que esta levantara el rostro hacia el castaño notando como ahora estaba más hundido en su asiento, el cuero negro de los asientos y la baja iluminación hicieron que pareciera como el único ojo abierto de parte del castaño brillase a lo verde intenso, este mientras que observaba a la peli azul a los ojos con añoranza.
Lentamente estiro su mano tocando el rostro de la peli azul, la calidez, pudo sentirla, era tan…
— Tú siempre estuviste haciendo lo que querías— el castaño hizo un esfuerzo increíble para usar su otro brazo y atraer a la mujer hacia su pecho, el tiempo, pasado y presente nublaron la mente del castaño mientras que sonreía con verdadera tranquilidad.
—A pesar de que hiciste todo para que este contigo y querías no estar sola en tus últimos momentos…no sé si cumplí con aquello—algo húmedo bajaba por el cuello del castaño mientras que respiraba hondo.
Aquel aroma tan embriagador ¿De quién era? La niña que crio para que sea su sustituto o la Reina de hielo la cual había añorado no estar sola en la otra vida, sea cual sea, le falló a ambas.
La mujer sintió como el calor llenaba sus mejillas y la respiración se hacía pesada a cada momento ¿Por qué él hablaba como si estuviera despidiéndose?
— ¿Recuerdas cuando me llevaste de viaje por mi cumpleaños? —la voz de la mujer estaba cargada de emoción, ella ya lo sabía, había notado cada acción rara del hombre frente a ella, ella sabía que era la única que lo conocía mejor que nadie.
Tatsumi abrió ligeramente su otro ojo mientras que observaba a la mujer que lo estaba abrazando ahora con desesperación.
— ¿Qué cuando fueras una adulta te casarías conmigo y estarías a mi lado para siempre y por siempre? —la pequeña niña de pelo azul que conoció era así, enérgica y apasionada, pero sobre todo él recordó como de agresiva era cuando la conoció, la reencarnación completa a sus ojos de aquella dama que con solo poner un pie en el campo de batalla generaba el miedo y la desolación.
—Siempre me llamaste "Mi pequeña princesa de Hielo" nunca supe porque, pero para mí nunca fuiste el Rey de todo—tomando una respiración bajo la mirada y sintió como cada fibra de su ser iba muriendo junto con la respiración del hombre.
—Pero para mí eras aquel príncipe de brillante armadura, cuando fui consciente de quien y que eras pensé que eras inalcanzable, siempre negando el uso de alquimia para preservarte, siendo la única manera de tratarte, siempre desinteresado, sabio y esa sonrisa que me estás dando en este maldito momento fueron lo que me dejaron en duda ¿Por qué no puedo estar con él siendo que no importa cuánto aparente siempre el será mayor que todo? —la mujer alzo la mirada observando con ahora uno de los ojos del hombre cambiados, rojo con cruces, la bestia estaba en sus últimas.
—Siempre dijiste que no querías que este sola, por lo cual—las palabras no podían salir de la boca de la mujer, no quería pronunciarlas, no quería y no debía, pero si no lo hacía entonces.
¿Cuándo?
— ¿Podrías volver a buscarme? —la culmine de todo fue un beso en los labios al hombre, hacía tiempo que ella dejo de verlo como un padre y él lo veía como el modelo perfecto de buscar, el único de su especie y el único que podría estar con ella.
La calidez del contacto entre sus labios fue la sensación más tranquilizadora que había sentido desde hacia tanto tiempo, las lagrimas se formaron en los ojos del castaño, apenas podía ver ahora, su vista se degrado hasta el punto que requiera usar lentes, quería ver su rostro una vez más, solo una última vez, incluso mutando su ojo no pudo centrarla.
Tiempo.
Lo odiaba, cuando él lo necesito no pudo tenerlo y ahora que realmente lo quería, no estaba, no pedía mucho, solo unos segundos más ¿Es esto el resultado de esperar hasta el último momento para que todo se aclarase?
La niña que cuido y vio crecer, la réplica exacta de Esdeath…no, era Esdeath misma, era su oportunidad de estar con ella y reformarla, de no dejarla sola.
Los sollozos de la mujer que prometió cuidar y acompañar era lo único que podía escuchar, la oscuridad estaba envolviendo su mente y su ser, ahora que lo piensa él nunca lo dijo, había escuchado tantas veces decirlo de parte de la mujer, pero nunca se lo dijo.
Sus labio no se movieron, su agarre se iba.
No…
No ahora…
Solo un poco más…
Necesitaba un poco de…
Tiempo.
— ¿Tú siempre me acompañaras verdad? — Una voz infantil sonó mientras que observaba a la figura frente a ella, la pequeña de peli celeste sintió como la alzaba y le daban y abrazo afectuoso.
— ¿Qué clase de pregunta es esa mi princesa de hielo? —La sonrisa del hombre aumento al sentir las manos en su cabeza— Yo siempre te buscare, no estarás sola nuevamente…Te volvería incluso si tengo que ir al infierno, no importa que.
Te encontrare una vez más
— ¡Mentiroso! —el enojo de las palabras no eran contra el hombre, era contra sus creencias, estaba enojada que no hubiera estado con ella hasta el final como prometió.
"Si me voy de este mundo, es porque me fui a salvarte en otro" aquel comentario llego como un tren en la mente de la mujer, una palabras tan infantiles eran lo que más la reconfortaba en aquel momento.
El hombre en sus brazos había perecido con una mirada tranquila y un rostro sonriente, le tranquilizaba aquello, pero de igual manera, le dolía verlo fuera.
Siempre buscare a mi pequeña princesa.
…
La luz rompió rápidamente la oscuridad en la cual estaba inmerso hasta hace unos instantes, no solo eso sino que la calidez del sol iba directo a su rostro.
El castaño se levanto del lugar donde estaba sintiendo la yerba bajo suyo.
— ¿Qué? — fue lo único que pudo pronunciar antes de caer en cuenta que estaba vivo.
Hasta aquí, esta es una idea que se formo en mi cabeza hace un tiempo y quería saber que tal iba a ser a recibida por lo cual la publicare como un prologo y si tiene la atención que creo, bueno, la continuare.
No olviden dejar su comentario y apoyar la historia si les gusto.
Darker201 fuera.