"Cuando ella se transformó en una mariposa, las orugas hablaban no de su belleza, sino de su rareza. Querían que ella cambiara de nuevo a lo que siempre había sido. Pero ella tenía alas", Dean Jackson.


METAMORFOSIS

En sus sueños, Shotaro ve a Kyoko cómo realmente es.

La ve sin el cristal de la costumbre, ese que nace de una infancia compartida y que todo lo deforma.

—Shorachaaaa —canturrea ella, burlona y con un punto de traviesa malicia. Él la mira, la observa, tratando de encontrar en ella a la muchacha insignificante, plana y aburrida, que Kyoko siempre fue para él. No, esa no es ella. No puede ser ella… Se miente, sin embargo. Se miente porque reconoce el ámbar de sus ojos. No, no es posible… ¿Cuándo se convirtió en una mujer? ¿Cuándo le crecieron esas alas transparentes? Demonios, ¿¡cuándo le salieron curvas!?

Cuando tiende su mano para rozar su mejilla (tan solo para asegurarse, no por ninguna otra razón…), ella alza el vuelo con una carcajada y se aleja. Shotaro ve cómo la luz juega con sus alas, arrancando destellos de colores imposibles. Kyoko vuela, vuela sin él, dejándolo atrás…

—¡Chúpate esa, bicho! —le escucha exclamar.

¿O quizás es su propia voz?