¡Por fin! Primer capítulo de esta pequeña historia. Sé que he tardado bastante, pero lo prometí y aquí está.

Capítulo 1

BPOV

Tomo esa hoja de papel entre mis manos, una vez más, la toco con delicadeza y termo de estropearlo. Por mucho que lo mire no puedo dejar de admirar el dibujo plasmado en ese trozo de papel. Llevo más de siete años con él, he hecho unos cuantos cambios, pero sigue siendo perfecto. El encaje, los botones de perla, la espalda descubierta, la caída de la falda, el escote en corazón y las mangas. Es perfecto. Y es mío, exclusivamente mío. Sólo hay un único problema, mi vestido de novia no tiene fecha para materializarse, para ser usado. Ni siquiera hay un novio con el que tenga la posibilidad de llegar a usarlo en un futuro cercano. Jamás existió alguien con quien existiera esa posibilidad. A mis veinticuatro años, no había planes ni remotos de eso. Pero soy feliz, tengo todo lo que quiero en estos momentos.

Lo dejo sobre mi escritorio con el resto de los diseños, bueno, no con los demás, sino en un lugar donde estoy completamente segura de que estará a salvo. No quiero que se revuelva con ningún otro. Puedo diseñar el vestido de novia que quieran, pero este es mío, exclusivamente mío.

Voy hacia mi dormitorio para elegir la ropa que usaré. Tomo un vestido en tubo de color rosa pálido, unos tacones color crema y directo al baño a darme una ducha. Sé que llegaré tarde de nuevo y mi madre me amonestará y más cuando se enteré que los diseños que me ha pedido no están listos y he continuado trabajando en el vestido de mis sueños.

Salgo rápido de la ducha y me arreglo en tiempo récord. Dejo mi cabello suelto con sus ondas chocolate cayendo por mis hombros y listo. Tomo los papeles y el muestrario de las telas para los vestidos, pero al tomar el muestrario todos los papeles en mi escritorio se caen. Genial, como si tuviera el tiempo. Mi madre me dará una reprimenda terrible cuando llegue al local. Soy la dueña y soy amonestada por mi madre que sólo está ahí para ayudarme. Agarro todos los papeles junto con el muestrario y corro hacia mi Honda gris. Aviento todo y arranco.

Llego al diez para las diez y agradezco nunca colocar una cita con alguna novia antes de esa hora; y como lo supuse mi madre está ahí golpeteando con su pie el suelo, una y otra vez, una y otra vez.

—Llegas tarde, Isabella —me regaña—. ¿Cómo pretendes triunfar en el mundo de la moda con esa maña tan horrible de la impuntualidad? Claro, debías de ser igual a Charlie. Tu padre un bueno para nada.

Y como siempre, ante cualquier oportunidad me recuerda las dos cosas más trágicas en su vida: la presencia de Charlie en su vida siendo "un bueno para nada" y que yo me parezca a él.

—Lo lamento, me quedé dormida…

—No me interesa, debes aprender a ser responsable.

—Madre, no tengo ninguna cita hasta las diez y media. Ángela tiene todo preparado y en orden.

—Bien, como quieras.

Da un bufido y pasa por mi lado aventándome sutilmente con su hombro, haciendo que todos mis papeles vuelvan a caer. Resiste, Bella, resiste; me digo una y otra vez. Ángela se acerca corriendo a ayudarme.

—Mañana difícil ¿eh?

—Como todas las mañanas —gruño.

—Bella, no sé por qué la sigues teniendo aquí, entiendo es tu madre, pero a veces es… —se corta antes de decir algo que crea puede molestarme.

—Lo sé, es sólo que… en fin.

—Bien. Te tengo una buena noticia —dice en cuanto terminamos de recoger todos los papeles.

— ¿Y qué es?

—Llamó una chica a última hora, quiere venir a probarse algunos vestidos o solicitar un diseño —chilla emocionada—. Ni te creerás de quién se trata. No es ni más ni menos que Tanya Denali.

No hay reacción alguna de mi parte; si Ángela espera que reaccione ante el nombre se quedará esperando. ¿Quién era Tanya Denali? ¿Su nombre acaso tenía que decirme algo? Ángela me mira frustrada, se ha dado cuenta que no tengo ni la menor idea de quién me habla.

—Por Dios, Bella. Es Tanya Denali. Una de las modelos más famosas y mejor pagadas del mundo, y además de las mejores estirpes de Italia.

— ¿Y qué vendrá a hacer a mi local?

Si las palabras de Ángela eran ciertas, no entendía qué podía buscar esa modelo, dueña de un linaje escrupuloso, en una tienda de vestidos locales en una ciudad como Crawley cuando podría estar buscando diseños exclusivos de los mejores diseñadores del mundo, como Vera Wang, Karl Lagerfeld, Carolina Herrera, Reem Acra o Monique Lhuiller, qué se yo, incluso alguna casa de modas de alta costura. En fin, no entendía lo que venía a hacer a mi pequeña tienda en Crawley.

—Bella, es la oportunidad para sacarte renombre en el mundo de la moda. Tus diseños son exquisitos, no puedes dejar pasar la oportunidad de que el mundo conozca tu talento —chilla Ángela.

Ese era precisamente el punto, no está en mis aspiraciones el ser reconocida por el mundo por mis diseños, por mi pasión. Amo lo que hago, me gusta escuchar los sueños de cada chica que entra por la puerta de mi local y abre su corazón para mostrarme lo que quiere, con lo que ha soñado, y trabajar sobre ello para crear el vestido idóneo que la acompañe en su día y lo haga más perfecto de lo que será. O bien, encontrar entre todos los vestidos ya diseñados aquel que podrá hacerle latir desbocado su corazón y lo sienta suyo, que fue pensado y creado para ella, aquel que la haga sentir como la novia hermosa que es. Eso es lo que quiero, no entrar en un mundo de frivolidad y vacío, donde los vestidos no cuentan la historia de la novia, donde todo se trata del glamour y de quién luce el vestido más caro.

Sí, es cierto que estoy ahorrando para comprar un local más grande y otro lugar para ampliar el taller de costura, pero eso es todo. Para mí es perfecto tal como estoy, recibir a mis novias de Crawley y algunas otras ciudades de Inglaterra, pero quiero tener el tiempo de escucharlas y de sus sueños crear el diseño perfecto.

—No lo sé, Ángela.

—Sólo imagina en los titulares: Isabella Swan diseña el vestido para la prestigiosa modelo y heredera Tanya Denali, prometida del magnate empresario Edward Cullen.

No tengo ni idea de quién es el tal Edward Cullen y ella lo nota.

—Vamos, Bella. ¿Acaso no lees las noticias?

—Claro que sí, pero estoy segura de que eso aparece en las notas de chismes y en eso sí no me meto.

—Bueno, pero qué te parece el titular. ¿No sería maravilloso?

—No sé si quiero que mi nombre aparezca en un titular. No quiere decir que no atenderé a esta chica, cada novia merece ser escuchada en cuanto a lo que desea, al final es su boda, si logro conectar con ella y ser lo necesario para cumplir su sueño lo haré, aunque lidiaré con eso de la prensa más adelante.

—De acuerdo.

—Ángela, a trabajar. Tenemos diseños por acabar y novias por atender. Por cierto, a las cuatro me marcharé al taller, quiero supervisar algunos vestidos y terminar con algunos apliques.

—Hablando de eso, el proveedor de las telas ha dicho que sólo puede venir hasta mañana.

—De acuerdo.

—Manos a la obra, jefaza.

Dejo todos los papeles y el resto de mis cosas en una pequeña mesa para después ir a mi escritorio sentarme y comenzar con el boceto de un diseño más, no tenía dueña todavía, esperaría a que ella llegara por él. El vestido la estaría esperando. El vestido era en corte de sirena, eso era lo único fijo y siempre sucedía así, las piezas iban llegando poco a poco hasta quedar completo, justo como un rompecabezas.

—Ángela me ha contado lo de Tanya Denali —dice emocionada mi madre.

Hasta ella sabe quién es. No debería sorprenderme, se pasa las horas perdidas en esas páginas de cotilleos o creando los propios. Esa es mi madre. Trato de fingir que no está ahí y continúo intentando imaginar lo que esa novia puede buscar en él, trazo un escote recto y después corrijo rápidamente para hacer el vestido de una sola manga. Sí, me agrada.

— ¿Acaso no dirás nada?

—No tengo nada que decir, atenderé a esta chica como a cualquier otra.

—Isabella, ¿esta chica? ¿cualquier otra? Estás siendo completamente absurda, no podemos dejarla ir, se trata de Tanya Denali, la necesitamos, Isabella —gruñe Renée.

—No la necesitamos, Tanya no es más especial que alguna otra novia. La trataré exactamente igual.

—Cómo puedes decir eso, se trata de Tanya Denali. Ella puede sacarnos de este mundo y llevarnos a interactuar con personas de otra clase.

—No le insistiré, si le agrada algún diseño o acepta que le haga uno bien, si no, no hay ningún problema.

—Vaya que eres estúpida, igual que tu padre —se da la media vuelta y sale de mi pequeña oficina.

Pfff, es lo mismo todos los días. Las cosas jamás mejorarán entre las dos; para ella soy el vivo recuerdo del error que cometió al casarse con Charlie y haber dejado a Billy, uno de los mejores partidos en su pueblo y quien la hubiera sacado de la pobreza. Jamás entendí el reclamo hacia Charlie, vivimos bien, nos dio todo lo que pudo, su único error fue apostar más por el amor y la familia. Y yo era el reflejo de esos valores. Mamá no entendía el porqué de no explotar mi talento, no comprendía que en donde ella veía una mina de oro, yo veía pasión, me veía a mí misma. El diseñar vestidos era una actividad mía, era parte de Isabella Swan.

Dan la una menos veinte y Ángela entra a mi oficina para avisarme que la famosísima modelo Tanya Denali acababa de llegar. Tomo mi bloc de notas por cualquier cosa que pueda brindarme información sobre lo que desea, quiero darle el vestido de novia de sus sueños, como a cada novia, independientemente que se trate de una mismísima reina.

Me dirijo junto con Ángela hacia una de las salitas privadas que tenemos, mi madre se está encargando de entretenerla y eso no es nada bueno, seguramente se ha puesto a adularla y tosigarla.

Al entrar me encuentro con tres personas además de mi madre. Las tres mujeres lucen realmente espectaculares, dos de ellas parecen rondar entre los veinte y una de ellas en los treinta. La primera mujer de los veinte tiene el cabello negro, corto y brillante, con ojos verdes, es pequeña y delgada y, en cuanto me ve, una enorme sonrisa se dibuja en su rostro, quizá sea ella Tanya Denali, pero lo dudo por su estatura. La otra muchacha es alta, tiene el cabello rubio platino y es realmente hermosa, sus ojos son azules y su rostro es poco amable, me temo que sea ella mi probable clienta. La tercera mujer tiene el cabello castaño, un poco más oscuro que el mío y sus ojos son verdes al igual que la primera, delgada, no tan alta como la chica rubia, pero con un rostro mucho más amable.

—Buenas tardes —digo en cuanto entro y recibo en coro la respuesta—. ¿Y bien quién es la novia?

Mal comienzo en cuanto veo la cara de la chica rubia, parece impactada e indignada.

—Me parece que hice la reserva a nombre de Tanya Denali —dice de manera grosera.

—Sí, así es —respondo con calma y recibo un codazo de mi madre.

— ¿Qué estás haciendo? —dice en un murmuro entre dientes—. Deja de ser tan estúpida.

¿Qué hice? Sólo pregunté quién era mi nueva clienta.

Regreso la mirada hacia las mujeres que tengo frente a mí. La chica rubia que deduzco es Tanya se muestra relajada, al parecer ha decidido pasar por alto mi impertinencia. Se acerca con un paso firme, recta y de manera orgullosa, definitivamente es ella. Sólo una de las mejores modelos y de estirpe envidiable podría caminar con ese orgullo y vanidad. Vaya, realmente puede intimidar.

—Soy Tanya Denali y he venido por mi vestido de novia, para su fortuna me ha agradado uno de tus diseños y estoy dispuesta a rebajar mi estándar para probar algo de lo tuyo.

¿Qué? Pero si esta chica se creía la hija del mismísimo Zeus. ¿Rebajarse? Pero qué le pasa, tomo un gran respiro y dejo pasar sus palabras.

—Tus diseños son realmente hermosos —dice la chica de cabello oscuro—. Soy Alice Cullen, su cuñada —apunta a Tanya—. Ella sería muy afortunada de usar algo de tu magia —sonríe de oreja a oreja mientras que la susodicha suelta un bufido. Seguiré ignorándola.

—Y bien, qué es lo que las ha traído a mi pequeño local y las ha hecho rebajarse —digo con acidez.

—Bella, contrólate —me regaña mi madre.

—Una de mis primas usó un vestido diseñado por ti y a ella pareció gustarle —explica Alice.

—Pero no quiero ese, quiero que mi vestido sea único, algo con mucha más clase y glamour —agrega rápidamente Tanya.

—Sí, lo entiendo.

—Pero, Tanya, según recuerdo dijiste que era el vestido más glamuroso que habías visto —suelto una risita por el comentario de Alice, definitivamente no se llevan bien.

Tanya me fulmina con su mirada y yo procuro mostrarme inocente.

—Descuiden, puedo crear un diseño único para Tanya, sólo necesito que me diga lo que le gusta, lo que busca, alguna temática en tu boda y lo iremos creando —le explico.

—Perfecto.

—Bien, entonces acompáñame a mi oficina para poder hablar —le digo.

— ¿Quieren venir? —Tanya les pregunta a sus acompañantes, pero es obvio que no quiere que la acompañen.

—Oh, no, no queremos arruinar tu momento —le dice Alice con desdés y no sé si soy la única que nota el codazo de la otra mujer.

Llevo a Tanya hasta mi oficina y le hago pasar, no me pasa desapercibida su mueca de desagrado al verla. No entiendo qué le molesta, es pequeña, sí, pero bastante cómoda, organizada y bien decorada. Para esta mujer nada está a su nivel, me pregunto si el novio lo está, porque en verdad parece que nada le satisface.

—Comience por decirme qué es lo que te gusta en un vestido, algún corte en concreto, preferencia de telas —doy ideas para que ella comience a formarse una idea de su vestido.

—Me gustaría que fuera un vestido de princesa, esponjoso, brillante, que realce mi belleza, todas las miradas estarán puestas en mí, seré la novia del año, será una nueva faceta en mi carrera y quiero que quede una imagen impactante de mí, una imagen que traspase los años, quiero ser la inspiración de miles de mujeres, que quieran imitarme el día de su boda,d aunque evidentemente no lo lograrán —lucho muy duro para no poner mis ojos en blanco.

—Claro —anoto con letras enormes en mi bloc NOVIA EGOLATRA.

—Quiero que mi vestido esté en cada página de todas las revistas, que se hable de mí y obviamente hablarán de ti —hace un mohín y yo doy un respingo—. Que hablen del diseño que estará inspirado por mí.

—Es decir que el vestido tiene que ser… ¿tú?

No encuentro otra forma de llamarlo. Lo único que escucho es ella esto, ella el otro, pero nada de su boda, el momento mágico al lado de su prometido, festejar su unión, sus sueños. Sí, es cierto que toda novia quiere lucir espectacular y ser el centro de atención, pero es al lado de su pareja, es celebrar la unión de sus vidas. Esta chica que está frente a mí no me cuenta nada, no me revela nada de su historia al lado de su prometido, algo que la haga única como a cada novia, algún detalle que me inspire a hacer su vestido; bien podría casarse consigo misma y sería mucho más feliz.

—Exactamente, lo único que pido es un vestido a mi altura. Te pagaremos muy bien y necesito la garantía que la remuneración que te haré valdrá la pena por tu trabajo.

Eso termina por enfadarme, todo vestido que sale de esta tienda es hecho con calidad y amor, y el suyo no será la excepción. No tiene derecho alguno de cuestionar el trabajo que se hace en esta tienda.

—La garantía la tiene desde el momento en que entro a este local.

—Oh, por favor no me llames de usted, eso me hace sentir vieja —hace un mohín de desagrado.

—De acuerdo, Tanya será entonces —dibujo una sonrisa en mi rostro, la más cortés que soy capaz de crear.

—Estaré con mi prometido y su familia un par de días en Crawley, así que estaré viniendo a supervisar todo, después hablaremos de cómo continuar el trabajo —me dice.

Respira, Bella, respira. Estoy realmente tentada a decirle que busque en otra parte, pero sé que mi madre no me lo perdonaría y me lo estaría echando en cara una y otra vez, además de tener una nueva oportunidad para sacar a flote el tema de mi padre. Prefiero soportar un par de meses a Doña Soy El Centro Del Universo, que a mi madre atosigándome por no sé cuánto tiempo.

—De acuerdo —digo a regañadientes.

En ese instante entra mi madre, toda sonrisas y evidentemente no es por mí. Está ansiosa por saber si he sido una completa estúpida que ha echado por la borda la oportunidad magnífica que se me ha presentado, o por fin he dejado de ser una cabezota y le sacará provecho a lo que tengo frente a mí.

—Y bien señorita Denali, qué le han parecido las propuestas ¿Ya sabe cuándo estará listo?

—Estaremos trabajando el próximo par de días para determinar los detalles —explico.

—Seguramente Bella tendrá que ir a Italia algunas semanas para trabajar en él —dice Tanya.

— ¿Italia?

—Sí, no pensarás que volaré cada cinco días a Crawley, es tu deber como diseñadora ir adonde estoy, tengo cosas que hacer y honestamente —dedica una mirada desdeñosa a su alrededor—. No creo que tengas muchas cosas por hacer aquí.

Antes de que pudiera responder mi madre se adelanta.

—Por supuesto que sí, estaremos encantadas de ir a Italia y trabajar en su vestido.

Miro ceñuda a mi madre. ¿Por qué siempre hacía lo mismo? Tomar decisiones por mí, sin importarle en lo mínimo mi opinión.

—En caso de no poder viajar porque tenga novias a quienes atender, mandaría a Ángela —explico y la mirada furiosa de mi madre se posa en mí.

—Oh, no, o eres tú o nadie más. No dejaré que mi vestido lo toque cualquiera —continúa con su desdén.

—Ángela tiene la suficiente capacidad para hacer el trabajo —digo con firmeza, podría confiar cualquier trabajo a Ángela.

—O eres tú, o esto se acaba aquí.

—No, por supuesto que no. Ella se encargará en todo momento de tu vestido, de eso me encargó yo.

Mi madre toma mi brazo y lo aprieta con fuerza, está haciéndome daño, aparto mi brazo de manera discreta y sonrío a Tanya, al final mi madre lo ha decidido.

—Cuando quieras que vaya sólo avísame para dejar arregladas las cosas en la tienda —digo resignada.

—Perfecto, mañana vendré para continuar con los detalles, en estos momentos debo marcharme —se levanta de su silla y sale de la oficina.

—Ya sé que se te da de maravilla el arruinar las cosas, pero por una vez, Bella, por una sola vez, haz lo que te digo. Necesitamos ese dinero y esa publicidad.

—No, no necesitamos nada de eso —camino hacia la puerta para huir de ella.

— ¿Acaso no quieres ese local más grande, el establecimiento para tu taller? El dinero no te llegará de los árboles, Bella.

Tomo aire, todo el que me quepa en los pulmones y suelto despacio para tratar de relajarme, y salgo rápido. A veces las cosas se ponen bastante complicadas con ella, pero qué puedo hacer. No puedo botarla, no tengo corazón para desentenderme de ella.

Camino por el pasillo que conduce hacia las pequeñas salas, retomo mi compostura y salgo a despedir a Tanya y sus acompañantes. No veo a Tanya por ningún lado y temo que se haya marchado ya sin antes concertar una cita a una hora fija. Echo vistazos por todos lados tratando de encontrarla.

—Bella —se acerca Ángela—. Una novia ha llegado y te espera en la salita dos. Aquí están sus datos —me tiende una hoja de papel y la tomo.

Continúo caminando y con mi búsqueda. En dónde se habrá metido Tanya, no escuché la puerta abrirse en ningún momento, así que ella debe estar aquí todavía. De pronto choco con una enorme pared y caigo, estampando mi lindo trasero en el suelo y dejo botados los papeles que me ha dado Ángela.

—Diablos —murmuro y cuando intento levantarme, una mano grande, blanca y firme se extiende frente a mí.

Alzo la mirada hacia el dueño de esa mano y la persona con la cual me estrellé.

Es lo más hermoso que he visto alguna vez en mi vida. El hombre con los rasgos más atractivos, definidos y salvajes. Dueño de una mirada intensa proveniente de dos preciosos ojos verdes y brillantes, una ligera barba recorre su mentón y mejillas. Aunque está inclinado hacia mí puedo ver que es realmente alto, muy alto, quizá ande por el uno noventa, y su espalda es ancha.

Alza una ceja expectante y me doy cuenta de que sigue con la mano estirada, me he quedado perdida en ese hermoso y sensual rostro. Mi vientre y pecho se contraen, mi corazón se acelera y me pongo sumamente nerviosa. Tomo su mano, espero no note que me ha puesto nerviosa, pero yo sí noto una deliciosa descarga eléctrica que recorre cada milímetro de mi cuerpo, que hace que mis entrañas se estremezcan. Y en un movimiento grácil, y sin esfuerzo alguno de mi parte, logra colocarme de pie.

En la nueva posición logro admirarlo mejor. Vaya que es alto, llego a la altura de sus hombros y no me equivocaba en cuanto su espalda, es ancha y sus caderas estrechas. Lleva puesto un traje de dos piezas de color azul marino, su camisa es blanca y su corbata azul plateado. Se ve realmente divino, sobre todo con ese cabello cobrizo despeinado.

Su boca sensual se ensancha en una sonrisa de lado, dándole un toque cínico y me doy cuenta de que no he apartado la mirada de él. Carraspeo un poco para recomponer mi postura.

—Lo lamento, estaba revisando algunos documentos y no presté atención al caminar.

Me agacho para tomar las hojas que causaron mi distracción, pero él hace lo mismo y tomamos las hojas al mismo tiempo; nuestras manos se tocan y esa descarga de nuevo me invade. Uff qué tiene este hombre que me hace reaccionar de esta manera, jamás me había pasado, pero es totalmente agradable.

—Lo s… siento —muerdo mi labio y aparto mis ojos de su rostro, estoy segura de que el sonrojo ya es parte de mí, puedo sentirlo desde mi cuello.

—No tiene nada de que disculparse.

¡Dios! Esa voz, es la voz más sedosa, aterciopelada y sensual que he escuchado. No puedo evitar preguntarme lo que se sentirá, lo que se deleitará escucharla por las mañanas susurrando tu nombre en tu oído para despertarte, o en medio de… ¡Para! Me grito internamente. No puedo estar fantaseando con el hombre que tengo frente a mí y que acabo de conocer, y del cual ni siquiera conozco su nombre.

—Disculpa —recupero pronto la compostura—. Mi nombre es Isabella Swan, ¿puedo ayudarte en algo?

— ¿Swan, la diseñadora?

Asiento con un solo movimiento. De nuevo esa bonita voz me descoloca.

—Interesante —susurra y no estoy tan segura de haberlo escuchado bien.

— ¿Y bien? —me animo a preguntar y él me mira confundido, no sabe a qué me refiero—. ¿Qué hace aquí? ¿En qué puedo ayudarle?

—Oh, sí, lo lamento, he olvidado presentarme. Mi nombre es…

—Edward, cariño —aparece Tanya con ese caminar seguro y recto.

Se acerca al hombre hermoso que tengo frente a mí, toma una de sus manos y la coloca alrededor de su cintura, para después besarlo. El hombre frente a mí es el famoso Edward Cullen. Debí imaginarlo, una belleza como la de Tanya sólo podía ser colocada al lado de alguien que fuera su equivalente, no, él definitivamente la supera.

Edward no aparta los ojos ni un solo instante de mí, ni cuando Tanya trata de llamar su atención, me veo obligada a apartar la mirada, su escrutinio me pone nerviosa y hay algo más, que no logro identificar, y es por el hecho que jamás había sentido esto. No sé cómo describir estos sentimientos que me abordan, estas sensaciones que recorren todo mi cuerpo.

—He encontrado mi vestido perfecto —dice Tanya.

¿Qué? Pero si ni siquiera hemos empezado a trazar el boceto. Frunzo mi ceño. Espero no me meta en un aprieto.

—A eso has venido —responde Edward de manera tosca, lo cual me sorprende—. Bien, ¿me lo enseñarás?

—Por supuesto que no, dicen que es de mala suerte –besa sus labios y yo procuro no engancharme en sus muestras de afecto.

—Bien, será hasta el día de la boda.

En ese momento entra mi madre a la estancia con una enorme sonrisa en su rostro, pero cuando me ve ahí, al lado de ellos esa sonrisa desaparece. Me pregunto qué es lo que he hecho mal.

—Deberías de ser más eficiente, Isabella —comenta Tanya con ese tono mordaz tan particular de ella.

No tengo idea de a qué se refiere, he sido lo más eficiente y profesional que he podido, he soportado sus desplantes y se atreve a decir que debo ser más eficiente.

—Hay sólo un par de modificaciones que me gustaría hacerle al diseño, mañana vendré a comentarlas contigo —me dice.

No entiendo a qué se refiere, ni si quiera he terminado de empezar.

— ¿Disculpa a qué cambios te refieres?

—Quiero un poco más de brillo, y esos botones en la espalda no me agradan del todo, podríamos cambiarlos por otros.

¿Botones en la espalda? Definitivamente no tengo idea de lo que habla y al parecer se da cuenta de mi desconcierto.

—Hablo del diseño que tu madre me ha mostrado amablemente, uno que por cierto deberías de haberme mostrado ya que para eso te pagaré.

Miro a mi madre y desvía la mirada. Qué diseño le ha mostrado, es cierto que tengo algunos ya elaborados, pero estoy segura de que ninguno de ellos cubriría las expectativas de la súper modelo, al parecer me equivoco y ha encontrado uno que fuera de su agrado.

— ¿Qué diseño te mostró? Para continuar trabajando en él y adecuarlo a ti —caminé hacia el recibidor en la entrada, donde había tirado todo en la mañana que llegué.

—Justamente está ahí —dice.

—De acuerdo.

Debía de ser alguno de los diseños en los que estuve trabajando en las últimas semanas que he traído en la mañana junto con el muestrario de telas. Me acerco al lugar y hago a un lado los papeles para tomar los diseños. Escucho a Tanya acercarse detrás de mí.

—No, esos no —me arrebata las hojas y las aparta—. Es éste.

Agarra una hoja que sobresale de la carpeta del muestrario y en cuanto termina de sacarla el alma me cae a los pies y mi corazón se detiene. Todo alrededor se nubla, todo desaparece, menos esa hoja que tiene Tanya en sus manos y que representa para mí la mitad de mi vida. En esa hoja tiene uno de mis más grandes sueños. Mi vestido. Tanya ha elegido mi vestido de novia como el suyo.


¿Y bien, qué les ha parecido el primer capítulo? Espero puedan dejarme sus comentarios, desde ya ñes digo que odio a Reneé. Es, lo que se dice, una perra.

La historia contará más o menos de unos diez capítulos, es realmente corta a comparación de lo que suelo escribir. Procuraré actualiza cada quince días, así que si le has gustado estén al pendiente, ya saben que suelo avisar en FB y algunos grupos.

¡Gracias por leer, nos leemos en el siguiente!