-¡Edward!- dije llegando hasta él en medio del pasillo tras subir las escaleras.
-Dime Bella- contestó girándose para mirarme.
-Tengo algo que contarte…- comencé antes de ser interrumpida por el sonido que más odiaba en el mundo.
Su móvil.
-Perdona- dice contestando la llamada y alejándose de mí.
Cuando pasan más de dos minutos y la llamada no ha finalizado, decido sentarme en el banco que está a un lado del inmenso pasillo del palacio.
El vestido largo y ajustado me impide cruzar las piernas, tal y como me gusta hacer cuando estoy sentada.
Perdida en mis pensamientos veo un par de zapatos negros y relucientes pararse delante de mí.
-Perdona, era el consejero de medio ambiente. ¿Qué querías decirme?- pregunta sentándose a mi lado en el banco y pasando un brazo por mis hombros para recostarme sobre él.
Me separo levemente de él para poder mirarle de frente pero sin soltar nuestras manos.
-Me han vuelto a retrasar la entrega de la tesis- le explico seria.
-Vaya… supongo que no te habrá sentado bien. Tantos años trabajando en ella y ahora solo te alargan la agonía…
-No es solo eso…- me dispongo a explicar, pero como siempre algo o alguien me interrumpe.
-Edward- dice Jasper subiendo las escaleras.
Jasper es el director de campaña de Edward. Hace todo lo posible para que Edward salga elegido senador en las próximas elecciones del estado de Illinois. Y cuando digo que hace todo lo posible me refiero a todo, incluso reducir el tiempo que Edward y yo podemos pasar juntos al máximo.
Conocí a Edward hace dos años en un bar en Chicago. Yo llevaba pocos meses aquí, acaba de empezar mi tesis de ingeniería eléctrica y él ya estaba muy involucrado en la política. Proveniente de una familia dedicada a la política íntegramente, era lógico que el más joven de los Cullen también se dedicara a ello. Con 36 años Edward, abogado civil, aspiraba a convertirse en senador.
-Dime Jasper- responde rápidamente Edward poniéndose en pie y acercándose a él.
-Todo el mundo se pregunta dónde estás, recuerda que esta fiesta es por ti. Hay mucha prensa de otros estados, te beneficiará que vayan conociendo tu cara- dice palmeándole el hombro y llevándole escaleras abajo.
-Bella…- dice girándose para mirarme.
-Ya habrá tiempo para besos y abrazos después- dice Jasper bajando las escaleras junto a Edward.
-Sí, ya terminaremos de hablar… después- digo viendo como la cabeza de mi novio va quedando oculta a medida que baja las escaleras.
Me levanto con cuidado del banco donde estoy sentada y camino a paso de tortuga, porque el vestido no me permite estirar más mis piernas y dar zancadas grandes, hasta una puerta al final del pasillo que resulta ser un baño.
Una vez dentro me aseguro de echar el cerrojo y sentarme en el borde de la bañera.
Estoy agotada, me he levantado a las 6 de la mañana para acudir a la universidad y hablar con mi director de tesis el cual está ausente por enfermedad y no puede darme el visto bueno para que esta sea presentada. A la hora del almuerzo he recibido una llamada de Edward, el cual resultó ser Jasper informándome de que me vistiera elegante para acudir esta tarde a una fiesta. Edward me quería aquí.
Pese a llevar años juntos la gente desconocía nuestra relación. Solo la familia, los amigos y los compañeros más cercanos a Edward sabían que estábamos juntos. Para el resto del mundo yo debía ser una chica más que trabaja en la campaña de Edward. Por supuesto la recomendación de ocultar la relación fue primero por parte de la familia de Edward y por último por Jasper. Y Edward estuvo de acuerdo.
A través de la ventana escuché las risas procedentes de la fiesta que había abajo. Me asomé solo para ver a mucha gente haciendo un círculo con Edward al frente. Él reía despreocupado mientras hablaba con unos y con otros.
Yo podía bajar si quisiera pero el estar sola en el piso de arriba o en el piso de abajo sería indiferente. En público Edward y yo no podíamos mantener ningún tipo de contacto físico, nada de charlas privadas y nada de miradas con mensaje. Teníamos que mantener una actitud cordial, palabras de Jasper.
Al principio me gustaba venir a este tipo de eventos, el lujo y el poderío me cegaron. Pero actualmente solo venía por el fin de fiesta cuando Edward y yo nos montábamos en el coche solos y nos íbamos hasta su casa.
Una hora más tarde, sentada en una de las mesas del patio mientras veía a Edward hablar con unos y con otros mi móvil sonó.
-¡Bells!- gritó mi amiga al otro lado de la línea.
-¡Alice!- dije sonriente- ¿dónde estás?
-En la fiesta de la facultad de medicina. ¿Por qué no vienes?
-Estoy con Edward en otra fiesta- dije suspirando.
-Y te mueres de aburrimiento.
-Sí, la verdad- dije riendo.
-Coge un taxi, ven con nosotros- insistió- sé que Molina sigue enfermo y te ha retrasado la entrega de la tesis, necesitas alcohol para desconectar.
-Ya sabes cuales son mis planes después de la fiesta.
-Sí, irte con Edward a dormir a su casa. Vente aquí y dile que pase a buscarte cuando él acabe, al menos te dará tiempo a tomarte unas copas.
-No sé…- dije dudando mientras volvía a ver a Edward hablando. Esta vez con una mujer muy guapa y sonriente. Periodista, dije para mis adentros.
-Bueno, ya sabes dónde está la facultad. Si vienes me avisas, esto está a tope- dijo riendo antes de colgar.
Volví a mirar a Edward, ahora otra mujer se les había unido y los tres hablaban sonrientes.
-¿Aburrida?- me pregunta Emmet.
Emmet era el encargado de la publicidad de la campaña pero a diferencia de Jasper él sí me veía como la pareja de Edward y no como una distracción.
-Brutalmente- le digo sonriente.
-Siento decirte que es una de las tantas fiestas a las que le queda por ir hasta las elecciones.
-Lo sé- respondo suspirando.
-Cuando pasen todo se calmará y volverá a ser como antes- intentó animarme.
-No recuerdo como era estar con mi novio sin Jasper apareciendo cada cinco minutos- digo riendo.
Emmet también ríe.
-¿Sí, verdad? Algunas veces parece que es Jasper el que se va a presentar en lugar de Edward.
Emmet se va a por una copa dejándome sola nuevamente.
Ahora no logro ver a Edward porque está en el centro de la muchedumbre.
Miro el reloj, aun son las 7. Esta fiesta no acabará hasta las 9 por lo menos.
Decidida me levanto buscando a Edward a la vez que le llamo por teléfono. No me coge la llamada y justo cuando acabo de meter el teléfono en el bolso le veo. Está hablando con varias personas pero tiene el teléfono en la mano.
Me siento ignorada, menospreciada y muy pero muy aburrida. Así que sin avisar a nadie salgo fuera del palacio bajando las decenas de escaleras hasta la calle donde voy a parar un taxi pero a lo lejos veo una boca de metro y decido viajar ahí.
De pie en el vagón en plena hora punta y rodeada de gente de todo tipo noto como varios me miran porque no es muy normal ver un miércoles a las 7 a una chica en metro vestida de gala.
Me bajo en la parada que queda a 5 minutos andando de mi casa y una vez que estoy allí me cambio de ropa, de zapatos y me suelto el pelo. En un vestido corto de estampado floral, cuñas y el pelo suelto salgo de casa caminando hacia la facultad de medicina que está a poco más de 15 minutos.
Llamo a Alice por el camino y quedo con ella en el árbol que está frente a la fuente.
Una vez allí miro el teléfono y pese a que ha pasado una hora Edward no me ha devuelto la llamada. Enfadada y frustrada pero con ganas de divertirme y ser solo Bella esta noche, apago el móvil y lo guardo para poder sujetar una copa con un líquido rojo que apesta a vodka.
Es la una de la mañana cuando entre Angela y yo llevamos a una etílica Alice a casa. Por el camino no deja de decir tonterías y se ríe por nada provocando que nosotras también nos riamos.
Fuera de nuestro edificio hay un coche gris con los cristales tintados que he aprendido a reconocer. Y aunque normalmente me llena de alegría verlo, ahora me llena de incertidumbre.
Subimos en el ascensor y cuando llegamos al sexto piso Alice casi se cae de bruces al abrirse las puertas del ascensor.
-¡Hostia!- dice trastabillando hasta que se apoya en la pared de enfrente.
Yo estoy bastante borracha pero no hasta el punto de Alice, lo que hace que tarde como cinco minutos en abrir la puerta.
Nada más abrir me encuentro la cara de Edward con el ceño fruncido.
-¡Hostia!- repite Alice agarrada al marco de la puerta.
-¡Joder!- digo yo mirándole.
Ángela y Alice se van a sus habitaciones dejándonos a los dos solos.
-Estaba preocupado por ti, no te encontraba en la fiesta y cuando he venido aquí tampoco estabas- dice cruzándose de brazos esperando una explicación.
-Deberías haberte preocupado un poco más mientras estaba allí- digo dejándole atrás mientras me quito las cuñas y camino hasta la cocina- me moría de aburrimiento.
-Sabes cómo son estas reuniones. No es la primera a la que vas- dice siguiéndome.
-Por eso mismo. Cada día me aburren más, están llenas de gente aburrida, comida sin sustancia y el jodido de Jasper detrás de ti viendo a ver cuando hablas cinco minutos conmigo para intentar que en vez de cinco sean dos.
-Jasper solo hace su trabajo- le defiende.
-Y lo hace muy bien. No dudo que mañana saldrás en muchos periódicos pero sí dudo de que hayamos podido cruzar más de cuatro palabras esta noche- le reprocho.
-Bella sabes que estas cosas no son como una cita. No es sobre tú y yo-
-Ya, es que últimamente 'estas' son el único tipo de citas que tenemos Edward-
-No es verdad- rebate.
-Sí lo es. Si no voy a esas fiestas no te veo, nunca, voy a ellas por ti. Pero me cansa ser un adorno en la mesa más alejada de la tuya sin poder hablar con nadie- protesto.
-Puedes hablar con la gente. Nadie te lo prohíbe.
-No los conozco. Te lo repito, voy a esas fiestas por ti y si no puedo ni hablar contigo 10 minutos no le veo el sentido a estar allí.
-No puedo quedarme a hablar contigo- me intenta explicar.
Le miro mal, frunciendo el ceño.
-Hablas con decenas de mujeres cada noche. Algunas son periodistas, otras son políticas y otras no son nadie, como yo. ¿Pero con ellas sí puedes hablar y conmigo no?
-Tú no eres nadie- dice acercándose a mí.
-Soy nadie para el mundo. Soy igual que cualquiera de esas personas que no son nadie, que no aportan nada a tu carrera política, ¿cuántas veces ha salido una foto tuya por hablar con alguna de estas personas? Nunca. ¿Por qué iba a salir una foto conmigo? ¿Y aunque sucediese que pasaría por que saliese una foto conmigo?- pregunto indignada.
-Estás dramatizando. Bella acordamos mantener nuestra relación en un perfil bajo para evitarte problemas.
Me reí.
-¿Problemas a mí? No seas falso. Será para evitarte problemas a ti, a Jasper, a tus padres. Y además conmigo no has acordado nada, tú solo decidiste mantenerme a la sombra como un sucio secreto- le acuso.
-¡No eres eso para mí! Lo sabes- dice enfadado acercándose a mí hasta que pone sus manos sobre mis brazos.
-Últimamente no sé nada- dije soltándome de su agarre y caminando hasta mi habitación.
-¡Bella!- me grita desde la cocina.
Y aunque estoy borracha, enfadada y triste, me giro.
-Bells cielo apenas te he visto hoy, tienes razón. ¿Por qué no vienes conmigo a mi casa?- dice con una voz mucho más suave ofreciéndome su mano.
La oferta es tentadora porque pasar tiempo con él es lo que más quiero pero el recuerdo de él con el móvil en la mano e ignorando mi llamada me ayuda a tomar la decisión.
Me giro caminando de vuelta a mi habitación y antes de meterme en ella le digo:
-Cierra la puerta cuando te vayas-
A la mañana siguiente me levanto fatal. La cabeza me va a estallar y tengo el estómago cerrado. La cabeza es a causa de la resaca y el estómago a causa de Edward. Pese a la borrachera recuerdo la discusión de anoche.
Mis amigas llevan tiempo diciéndome que no sea tonta y hable con él. Que le diga que deje de ocultarme del mundo y que se tome más tiempo para nosotros. Sinceramente no he encontrado el momento de hablar con él, siempre está ocupado y cuando por fin podemos hablar siempre nos interrumpen.
Sé que me quiere, pese a que últimamente no me lo haya demostrado demasiado, pero sé que lo que hay entre nosotros es amor. El fallo de esta relación es su trabajo.
Enciendo el móvil después de la ducha para encontrarme varias llamadas perdidas de Edward de anoche y la última esta mañana a las 8.
-Buenos días- dice Ángela entrando en la cocina.
-Hola- digo sonriente.
-No sé cómo puedes ni sonreír, a mí me duelen hasta las pestañas.
-¿Has revisado si Alice tiene pulso?- digo sentándome en el desayunador con una taza de café.
Ambas reímos.
-No ha hecho falta, ronca como un oso. Por cierto Bells, no me acuerdo de mucho pero sí recuerdo algo de tu conversación con Edward…- dice mirándome preocupada.
-No me lo recuerdes.
-¿Y esta vez que desplante te ha hecho?
-Nada en especial. Lo de siempre- le resto importancia mientras bebo un sorbo de café.
No es que no me importe, pero admitir que no eres una prioridad para tu novio duele y avergüenza aunque sea mi amiga a la que se lo estoy contando.
-Mándale a la mierda. Ayer ligaste con tres tíos dispuestos a darte lo que Edward no te ha dado estos últimos meses- dice haciendo moviendo las caderas.
-¿Y tú que sabes?
Ángela se limitó a reírse mientras caminaba de vuelta a su habitación.
Una hora más tarde casi recuperada decidí salir a dar un paseo hasta la biblioteca y darle otro repaso a la tesis.
Para mi sorpresa Edward estaba apoyado en un coche aparcado en la puerta de mi casa.
No sabía cómo reaccionar. Después de la discusión de ayer no sabía cómo tratarle pero tenía claro que no quería dejar las cosas pasar como si nada.
-Buenos días- dice acercándose a mí sin sonreír como habitualmente hace.
-Hola- digo quitándome las gafas de sol.
-Bells he estado toda la noche dando vueltas a lo que me dijiste ayer y tienes razón.
-Eso ya lo sabía- digo cruzándome de brazos.
-No quiero hablar de esto aquí, ¿vamos a desayunar y hablamos? Por favor.
Miro el coche desconfiadamente, no es el coche gris con cristales tintados de ayer. Es el mercedes azul oscuro con cristales tintados propiedad del gobierno. Normalmente en ese coche de copiloto siempre va Jasper y por supuesto el chófer.
-He venido solo- me aclara Edward adivinando mis pensamientos.
-De acuerdo- digo pasando delante de él y subiéndome en el asiento del copiloto sin esperar a que me abra la puerta.
De camino a donde sea que quiere llevarme a desayunar no hablamos, las noticias sonando por la radio inundan el vehículo.
Al final mete el coche a un parking público situado en pleno centro de la ciudad. Cuando salimos del coche, Edward le rodea y me da la mano hasta que llegamos a la cafetería. Aun en el interior, esperando nuestro turno, no me suelta la mano.
Edward pide que nos sienten en una mesa al lado de la ventana en la planta superior desde donde puedes ver la calle. Cuando nos sentamos en la mesa Edward abre la boca para empezar a hablar pero la camarera que viene a tomar el pedido le interrumpe.
Él pide un café solo con dulces variados mientras que yo pido un café con leche y caramelo y una tarta de zanahoria.
-Bien, he estado pensando en lo que hablamos ayer y tienes razón- dice mientras se echa el azúcar en el café-
-Eso ya lo has dicho- digo mirándole.
-Es cierto, la campaña para senador me está absorbiendo mucho de mí mismo. Pero eso no significa que mis sentimientos por ti hayan cambiado, sabes que te quiero- dice apoyando su mano contra la mía mientras me traspasa con su mirada verde.
-Que lo sepa no significa que tengas que darlo por sentado Edward. Necesito compartir cosas contigo. Conversaciones, tiempo, viajes, fiestas… como cualquier pareja- explico.
-Lo sé.
-Sé que tu carrera política es importante pero no creo que yo lo sea menos.
-Por supuesto que no- dice mirándome fijamente- perdóname si te he hecho sentir así estas últimas semanas.
Asiento con la cabeza.
-Tampoco he podido sacarme de la cabeza tus palabras de anoche sobre que no eras nadie- deja caer.
-En privado, ahora, sé que lo soy, sé lo que soy para ti. Pero cuando decidisteis ocultar nuestra relación lo que hiciste fue taparla como si te avergonzase o yo supusiera un problema.
-¡No!- dice Edward levantando la voz- yo no me avergüenzo de ti, nunca. Me siento afortunado de que estés conmigo pese a poder estar con cualquier chico más joven que pueda darte una vida normal. Si estuve de acuerdo en mantenerte al margen de la prensa fue porque no quería que ellos se volcasen sobre ti.
-Yo sabía quién eras cuando comencé contigo Edward. Así que si no quería ser objeto de conversaciones no hubiese decidido estar junto a ti. Creo que es un poco tarde para replantearse eso.
-Oye yo quiero ocultarte para protegerte de la prensa, pero si tú estás dispuesta a soportar toda la mierda de los periodistas por mí yo no tengo inconveniente en sacar nuestra relación a la luz.
-Jasper los tendrá…- digo desganada.
-A Jasper no le incumbe esto. Solo a nosotros-
Le miro alzando una ceja y apoyándome totalmente en el respaldo de la silla. De esta manera nuestras manos que seguían unidas hasta ahora se separan.
-¿Qué?
-¿Qué no le incumbe a Jasper, Edward? Se mete en todo, en tus asuntos profesionales pero también en los personales. Sé que no le caigo bien, pero soy tu novia y tendrá que respetarme y darme mi lugar, como hace Emmet.
-Hablaré con él- promete.
-Gracias.
-No me las des, pero dime siempre las cosas que no te gustan- me sonríe y por primera vez en el día yo le devuelvo la sonrisa.
Me sorprende cuando después de desayunar me propone dar un paseo en barca por el Navy Pier.
-No somos turistas- le digo riendo mientras montamos a bordo.
-Bueno no creo que por no ser turistas no nos dejen subir- dice riendo- además hacen descuento a los residentes como ya has visto.
Una vez a bordo le pedí a Edward quedarnos en la parte de la popa del barco para ir viendo la ciudad alejarse.
Yo estaba apoyada de cara a la barandilla con Edward apoyado en mi espalda, descansaba la mejilla en mi hombro derecho y tenía una mano a cada lado de las mías.
Me daba besos suaves en el cuello de vez en cuando hasta que me giré y quedando frente a frente le besé. Pasé las manos por su cuello atrayéndolo más a mí.
-Bella…- susurró con voz ronca separándose lentamente de mí.
Cuando miré hacia los lados vi que ya habíamos atracado y estábamos de vuelta al muelle de nuevo.
Bajamos de la mano y caminamos juntos hasta el parking donde había dejado el coche por la mañana.
No me había preguntado pero sabía qué diría que sí al siguiente plan: ir a su casa.
Tras teclear el código de acceso en la verja que recorre todo el perímetro de la casa, Edward condujo hasta el garaje y aparcó el coche junto al gris que usó anoche.
-Vamos- dijo abriéndome la puerta para que saliera.
Me guió con su mano en la parte baja de mi espalda hasta el salón donde comenzó a quitarme la ropa. Cuando quedé en ropa interior comencé a desnudarle a él. Finalmente él completamente desnudo y yo aun con ropa interior le obligué a sentarse en el sofá de cuero blanco y sin juegos previos le introduje en mi boca. Siguiendo un ritmo demencial en seguida noté como sus testículos se tensaban y agarrándome del pelo me apartó de su pene.
-Quítatelo- me pidió acomodándose en el sofá mientras que yo permanecía de pie y él me recorría de arriba abajo con su mirada.
Me quite primero el sujetador, me acaricié los pechos hasta que mis pezones se irguieron y antes de quitarme las bragas me giré dándole una buena vista de mi culo.
Calculando la distancia y la posición me senté encima de Edward con mi espalda pegada en su pecho. Busqué su pene con mis manos y me lo introduje poco a poco hasta que estuvo dentro de mí por completo y ambos gemimos.
Edward movía las caderas haciendo que entrara y saliera de mí rápidamente. Mantuvo una mano sobre mi cintura dirigiendo mis movimientos y otra en mi pecho.
-Voy a correrme- le dije cerrando los ojos.
-Vamos, vente en mí-
Un par de embestidas más y unos toques en mi clítoris me llevaron finalmente al orgasmo.
Caí rendida sobre el pecho de Edward mientras él seguía envistiendo en mi interior.
-Ahh- gritó clavándome los dedos en la cintura, estaba segura de que me dejaría marcas- Dios- dijo mientras se corría en mi interior.
Con la respiración alterada me puse en pie sacándole de mí y tumbándome de frente sobre él para más tarde rodar y tumbarnos en el sofá desnudos, con las piernas entrelazadas.
-Te echaba de menos- le digo entre besos.
-Y yo a ti- dice abrazándome.
Más tarde ese día mientras preparábamos la comida, bueno yo preparaba la comida y Edward servía el vino, tuvimos por fin la conversación sobre mi tesis.
-¿Y qué vas a hacer ahora?- me pregunta.
-Supongo que esperar a que el profesor se recupere.
-¿Y si se te pasa el plazo de presentación?
-No lo sé- digo dejando de remover la ensalada angustiada.
Edward nota mi preocupación y deja el vino para acercarse a mí.
-Eh, todo va a salir bien, ¿vale? Confía- dice antes de besarme.
Después de comer ambos decidimos dormir un poco ya que anoche no dormimos demasiado.
Como hace calor Edward me desnuda poco a poco dejándome solo en bragas y él en calzoncillos.
Me pasa un brazo por la cintura y caigo rendida antes de poder contar hasta diez.
-¡Edward!- grita una voz desde la puerta despertándonos a ambos.
Tardo un segundo en despertar y darme cuenta de que estoy casi desnuda, con las tetas al aire.
-¿Qué coño haces en la cama? Tenemos que planificar el viaje a Springfield. Te vas en tres días- dice la mujer rubia desde el marco de la puerta.
-¡Rosalie sal de la habitación!- grita Edward despierto.
Aun en calzoncillos y con marcas de la almohada en la cara Edward salta de la cama y corre empujando a Rosalie fuera de la habitación.
Una vez que volvemos a estar solos dejo caer la mano que cubría pobremente mis pechos y agarro la sábana tapándome hasta la barbilla.
-Lo siento, cariño- dice caminando hasta sentarse a mi lado.
-¿Suele pasearse como Pedro por su casa por aquí?- pregunto enfadada.
-No, solo ha aparecido alguna vez cuando no he asistido a algún acto.
-¿Quién es esa?
-Rosalie Hale, ella se encarga de los viajes.
-Pues dila a esa Hale que si tuviera algo de educación llamaría a la puerta. Me ha visto desnuda- digo tapándome la cara con ambas manos.
-Lo siento- repite acariciándome la cabeza.
-¿Cómo puede entrar tan fácilmente? ¡¿Tiene llaves?!- digo cayendo en la cuenta de ese aspecto.
Edward se queda callado pensando.
-Sé que conoce el código de seguridad de la verja de fuera. Supongo que la asistenta le habrá dejado pasar.
-¡Genial!- digo levantándome y empezando a vestirme.
-¡Ey! ¿Qué haces?- dice llegando hasta mí e impidiéndome que me abroche la blusa.
-Me voy a mi casa. Está claro que tú tienes que trabajar.
-Puedes venirte conmigo al despacho, luego podríamos ir a cenar y volver aquí- sugiere mientras me acaricia la mejilla.
-Lo siento pero no me apetece estar toda la tarde con la tía que me ha visto desnuda. Además esta mañana pensaba ir a la biblioteca- le digo mientras me pongo los pantalones.
-De acuerdo, ¿puedo ir esta noche a tu casa?- me pregunta sentado en la cama.
-Claro- digo acercándome a él y besándole suavemente en los labios.
Cuando salgo de la habitación de Edward veo a Rosalie hablando por teléfono paseándose por el salón como si fuese su casa. Intento no enfadarme más y olvidar el hecho de que esa mujer a la que no conozco de nada me ha visto desnuda.
Llego a casa cerca de las 9 de la noche para encontrarme a Alice en pijama comiendo delante de la tele.
-¿No está aquí Edward?- preguntó mientras dejo el bolso con el portátil en el suelo.
-No- dice sin despegar la vista de la pantalla.
A las 10 de la noche decido llamarle pero no responde.
A las 11 he asumido que ya no va a venir y me meto en la cama.
A la mañana siguiente mi móvil no tenía llamadas perdidas ni mensajes. Parece que el haber pasado gran parte del día juntos ayer fue más un espejismo que algo real.
Después de todo el día sin tener noticias suyas, cojo el metro que me lleva hasta su despacho situado en el edificio 330 North Wabash.
Cuando el ascensor se abre aprecio bastante tranquilidad, como si no faltase poco más de un mes para las elecciones. Camino hasta la oficina de Edward para encontrarme con su secretaria recogiendo sus cosas porque la jornada del señor Cullen ya ha acabado.
Y si ya ha acabado, ¿Por qué no me llama?- Me digo a mí misma.
Esperando al metro decido coger la línea 8 en vez de la línea 2 que me lleva a mi casa, para ir a casa de Edward.
Pese a que Rosalie Hale entró ayer sin problemas hasta la cama de Edward, yo tengo que esperar a que Edward de su consentimiento para que me abran la verja, como si no me hubieran visto entrar con él cientos de veces.
La puerta de la casa está abierta así que sin llamar paso al recibidor desde donde se escuchan risas procedentes del comedor. Cuando llego a este veo a todos los Cullen en la mesa disfrutando de la cena.
-¡Bella!- dice Esme la madre de Edward al verme allí- llegas tarde.
-¿Tarde para qué?- pregunto avanzando hasta quedar frente a Edward que me mira sorprendido.
-La cena para celebrar el nuevo resultado del sondeo que da a Edward como ganador de las elecciones- explica emocionada su madre.
-Primera noticia- digo cruzándome de brazos y mirando a Edward pidiéndole explicaciones.
Edward baja la mirada y se toca el pelo, sabe que la ha jodido conmigo.
-Emma, trae otro cubierto para la señorita Swan- pide el padre de Edward a la empleada que atiende la mesa y que está de pie a un lado de la puerta.
-Ahora mismo señor- responde la misma.
-¡No!- digo elevando la voz- no te molestes, no me voy a quedar. A mí nadie me ha invitado- digo mirando dolida a Edward.
La sala se llena de un tenso silencio y salgo de la casa a pasos apresurados. Pero antes de llegar a la verja alguien me agarra del brazo y me da la vuelta.
-¡Bella no tienes porque irte!- me dice Edward.
-No, lo que no tengo es porque quedarme- digo soltándome de su agarre.
-Se me olvidó decírtelo, lo siento.
-¿También se te olvidó venir a mi casa ayer como me habías dicho? Oh, y seguro que también se te olvidó llamarme para avisarme de que no vendrías- le grité enfadada.
-Se complicaron las cosas en el despacho…
-Mira ¿sabes qué? Que me da igual. Deja de decirme lo siento, lo siento cada vez que la jodes porque ya no tiene valor para mí. Me canso de recibir las migajas de tu tiempo mientras espero todo el día a que me llames. Estoy harta de tener que aguantar eventos aburridos para poder verte.
-¿Qué quieres decirme con todo esto?- pregunta serio frunciendo el ceño.
-Que si realmente te importo yo y nuestra relación vas a tener que invertir en ella, en mí.
-En cuanto pasen las elecciones….- comienza.
-En cuanto nada. Hazlo ahora o no te molestes. Yo he hecho todo lo posible para que nuestra relación no se viese afectada por todo esto pero tú no has hecho nada. Creo que te toca mover ficha a ti. Si quieres verme sabes dónde estoy pero no voy a volver a ir a tu despacho ni a eventos ni a nada, yo también tengo una vida- digo girándome para salir de la propiedad.
Nunca le diré que pase toda la noche llorando contra la almohada para que ni Alice ni Ángela me escuchasen.
Anoche al ver que él tenía planes con su familia entre los que yo no estaba incluida me sentí de nuevo como la amante del político. Totalmente disponible para él pero solo para ratos robados y por supuesto desmerecedora de compartir mesa con su familia. Todo esto sumado al abandono en el que había dejado la relación desde hace ya casi un año me había hecho estallar.
Quería muchísimo a Edward, estaba enamorada de él como una adolescente pero no podía olvidar mis principios.
Llegué a Estados Unidos desde Canadá para realizar una tesis ambiciosa y complicada porque quería ser la mejor en mi trabajo. No tenía pensado enamorarme pero siempre tuve claro que nunca dejaría mis aspiraciones profesionales de lado por nadie. Y al enamorarme de Edward había comenzado a organizar mi agenda en función de su disponibilidad. Una parte de mí sentía que había fracasado al hacer eso, me había vuelto dependiente.
Pasé el fin de semana escribiendo emails a mi tutor de tesis intentando por todos los medios que me diera el visto bueno a la misma, aunque fuese vía email.
Frustrada sin obtener respuesta el domingo después de comer llamé a mi madre. Hablar con ella me subió el ánimo y me dio esperanzas para resolver mis problemas tanto con la tesis como con Edward.
El viernes por la noche había decidido apagar el móvil y desconectar de él, de la política y de su gente por lo que no sabía nada de su vida.
El lunes el profesor Molina se reincorporó al trabajo y me citó a las 9 de la mañana para hablar conmigo.
-Señorita Swan su tesis es brillante, hay que cambiar algunos detalles simples pero podrá presentarla la próxima semana ante el tribunal evaluador. Enhorabuena- dijo poniéndose en pie y apretándome la mano.
-Gracias señor, han sido años de trabajo investigando.
-Lo sé- dice sonriente.
Salgo del despacho en dirección a la biblioteca de la facultad para corregir esos pequeños detalles. No llevo ni diez minutos allí cuando noto que hay demasiado ruido para una biblioteca, todo el mundo está murmurando.
No pasan ni cinco segundos antes de ver el por qué de tanto alboroto.
Edward baja de las escaleras que llevan a la primera planta con sus ojos fijos en mí.
-No me cogías las llamadas- dice cuando llega a mi lado.
-Tú nunca respondes a las mías así que…- dije encogiéndome de hombros.
Veo que todo el mundo le está mirando, así que sin decir una palabra camino hasta la parte de arriba de la biblioteca y me meto en uno de los muchos pasillos llenos de estanterías repletas de libros. Edward me sigue.
-¿Se ha acabado?- me pregunta sin mirarme a los ojos.
-¿Nuestra relación?-
-Sí- susurra.
-Está en tu mano Edward- le respondo con dolor y un nudo en el estómago.
-Sé que no paro de cagarla contigo y lo siento. Pero insisto en que te quiero y quiero estar contigo. Todo esto que está pasando ahora no es la realidad…
-Sí lo es. Es tu mundo Edward- le discuto- ¿qué crees que pasará cuando seas senador? Tus compromisos profesionales aumentarán y no estoy dispuesta ni a que tus empleados anden por tu casa como Pedro por su casa ni a pasar la mayor parte del tiempo sola.
-Cambiará, te lo prometo- dice acercándose a mí.
-¿Cambiará a mejor o a peor?-
-A mejor por supuesto- dice abrazándome- pero no me dejes. Hoy tengo que viajar a Springfield pero volveré pasado mañana, ¿podríamos cenar juntos?
-Vamos hablando- digo separándome de él y volviendo a mi mesa.
-Te llamaré todas las noches, te lo prometo- dice besándome antes de irse.
Edward cumple su palabra hasta el tercer día, donde me llama para decirme que Rosalie le ha programado una reunión con el senador de Iowa y regresará el viernes.
No siento la desilusión por no verle porque una parte de mí ha sido precavida y no ha confiado en que esa cena fuera a tener lugar. Nunca puedo dar nada por sentado con Edward.
El viernes por la mañana tengo la defensa mi tesis en la universidad, Alice y Ángela están allí apoyándome, mis padres me han llamado desde Calgary deseando suerte y Edward me ha mandado un mensaje.
Tras exponer mi trabajo de los últimos años salgo con las chicas a comer para celebrarlo. No sé como Edward lo sabe pero justo cuando nos sentamos a comer un coche gris aparca frente a la entrada del restaurante y de él sale Edward vestido con un impecable traje azul.
-¡Enhorabuena!- dice cogiéndome en brazos cuando llega hasta mi mesa.
Me da un beso, el cual respondo sonriente.
-Gracias. ¿Cómo sabías dónde estábamos?- pregunto mientras nos sentamos en la mesa de nuevo.
-Llamé a Alice- dice mirando a mi amiga.
Alice me sonrió cómplice.
Compartimos una agradable comida los cuatro entre risas.
Después de comer Edward me convenció de ir a su casa un rato para seguir con la celebración en privado.
Esperaba tener una tarde y posiblemente una noche llena de sexo pero nada más atravesar la puerta Jasper apareció.
-¡Edward! Menos mal que has vuelto. Esta mañana han llamado los del canal 2, esos estirados que apoyan al partido republicano, quieren hacerte una entrevista que será retransmitida en todo el estado- anuncia sonriente y orgulloso.
-¿Bromeas?- pregunta Edward yendo hasta él riendo.
-Para nada
-¿Cuándo es?- dice quitándose la chaqueta.
-¡No te la quites! En una hora en los estudios, no hay tiempo. ¡Tenemos que irnos ya!
-Espera, ¿ahora?- pregunta mirándome.
-Sí, sí, venga ¡vámonos!- dice empujando a Edward hacia la puerta.
-Jasper teníamos planes- le digo enfadada- me parece estupendo que quieras impulsar la candidatura de Edward lo máximo posible pero no puedes llegar aquí e imponer tus planes sin contar con él.
-¿Y a ti quién te ha dicho que tu opinión importe? No sabes nada de política- Me responde resentido.
-Jasper- le advierte Edward.
-¡Vamos Edward, ella no quiere que ganes! No le beneficia porque sabe que si ganas ella quedará en un tercer plano, muy por debajo de tus responsabilidades laborales- le dice.
-¿Qué sabrás tú?- le digo empujándole en el pecho- no haces nada más que entrometerte, estoy cansada de ti.
-Bella, por favor- dice Edward agarrándome del brazo para separarme de Jasper- Jasper déjanos solos cinco minutos- pide.
Cuando Jasper ha salido por la puerta me suelto bruscamente del agarre de Edward.
-¡No le soporto! ¿Tú has oído lo que ha dicho?- digo enfadada y llena de rabia- ¿y qué coño hace en tu casa metido?
-Bella sé que lo que ha dicho no es cierto, sé que me apoyas en todo- dice intentando tocarme.
-Échale- le digo mirándole fijamente- mándale a su casa, ponte en tu sitio, tú eres su jefe no al revés.
-Hablare con él- me promete- ahora tengo que irme.
-¿Cómo?
-La entrevista- me explica señalando la puerta por donde se ha ido Jasper.
-Me dijiste que pasarías el día conmigo. Acabo de presentar la tesis doctoral en la que llevo años trabajando, creí que te apetecía celebrarlo conmigo, sino ¿para qué me has traído aquí?- le digo enfadada y dolida.
-Por supuesto que me apetece cariño. Llegaré aquí en cuanto acabe, sobre las 6- dice poniéndose la chaqueta.
-Esto es… esto es…- digo caminando por el pasillo.
Me acerco a la puerta donde he dejado el bolso hace menos de diez minutos cuando nuestros planes eran otros. Cuando yo era una prioridad.
-¡Bella!- me dice Edward- ¿dónde vas?
-A mi casa, con mis amigas- respondo enfadada.
-Quédate por favor, volveré enseguida- me pide sujetándome.
-¡No quiero más promesas, no quiero más luego ni más en cuanto…! ¡Te quiero a ti ahora, quiero que me apoyes, quiero compartir contigo mi triunfo! Quiero tener una relación de pareja normal.
-Ven conmigo- me dijo.
Me reí. Porque siempre era yo la que tenía que ir a él y no al revés.
-Lo siento pero no. Elige, la entrevista o yo- le reté.
Edward se quedó mirándome fijamente durante segundos que parecieron toda una vida.
-¡Joder! ¿Por qué me haces esto?- dice apretando los dientes.
-Porque ya no puedo más. No ha habido un solo día en el que yo o mis intereses hayan importado por encima de todo, ni un solo día. Todo ha girado en torno a ti, incluso yo he estado girando al son que tú marcabas, pero no puedo más. Yo te quiero como nunca pensé en querer a nadie pero necesito más de ti.
-¡Te lo doy todo!
-Pues me es insuficiente. ¿Tienes que irte no?- dije señalándole la puerta.
-¡Edward!- gritó Jasper al otro lado de la puerta.
-Espérame, por favor. Hablemos con calma, podremos organizarnos… - comenzó a pedirme.
Yo negué con la cabeza.
-Tú te debes a tu carrera Edward. Ahora tienes que dedicarle todo el tiempo posible y aunque me fastidie darle la razón al gilipollas de Jasper yo soy una distracción- le dije empezando a llorar.
-Bella mi amor, no es así- dice abrazándome.
-Sí, sí lo es- susurró contra su camisa- tienes que irte- digo separándome de él.
-Prométeme que hablaremos luego, por favor- me pide mirándome preocupado.
-Creo que queda poco de que hablar-
-Joder, Bella…- dice mirándome triste.
-Adiós Edward.
Me giré para ir al baño antes de abandonar la casa. Edward no me siguió, escuché a Jasper meterle prisa nuevamente y luego un portazo dejando la casa bañada en silencio.
Estuve en el baño más tiempo del que tenía pensado intentando limpiarme las marcas de rímel que surcaban mis mejillas, pero eran difíciles de eliminar si no paraba de llorar.
Siempre con la vista puesta en el reloj, subí hasta el dormitorio principal donde recogí las pocas cosas que había dejado allí cuando iba a dormir. Un cepillo de dientes, un peine, el acondicionador y un pijama.
Pese a mi costumbre de coger el metro, pedí un taxi. No quería que nadie más me viera así.
Cuando llegué a casa las chicas estaban jugando a las cartas en la mesa del salón.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Ángela.
-¡Qué cabrón!- gritó Alice adivinando lo que había pasado.
Les conté todo palabra por palabra y lloré como pocas veces había llorado en mi vida.
Me quedé dormida en el salón hasta que el timbre de la puerta me despertó, eran las 18:30 de la tarde. Ángela miró por la cámara del telefonillo antes de contestar y cuando no abrió y se dirigió a mí supe quien era.
-No le dejes pasar- dije inmediatamente.
Edward tenía llaves de mi apartamento, si quería podía entrar.
Otro recordatorio de cómo habían funcionado las cosas en nuestra relación. Él tenía las llaves de mi apartamento mientras él debía darle su consentimiento al guarda de seguridad de la puerta de su casa cada vez que yo quería entrar.
-De acuerdo-
Llamó un par de veces más pero al ver que no obtenía respuesta dejó de insistir. Temí que hubiera decidido usar sus propias llaves pero tras haber pasado minutos desde la última vez que llamó asumimos que había entendido que no quería verle.
Pasé dos días en la cama y al tercero Alice me recordó que había planeado un viaje de vuelta a casa para cuando presentase la tesis. En modo automático hice las maletas y el check-in. Para cuando quise darme cuenta estaba en el aeropuerto rodeada por los brazos de mi madre.
Estuve dos semanas allí. Mi cabeza no paraba de pensar en Edward y en la pregunta: ¿qué vas a hacer ahora?
Mi madre quería saber si iba a volver a Canadá o a quedarme en Estados Unidos. Y sinceramente ni yo lo sabía.
Cuando regresé a Chicago la cara de Edward me dio la bienvenida. Carteles con su cara y la de su oponente en las elecciones estaban por todas partes.
Al llegar a casa una pila de cartas me esperaba en la encimera de la cocina. Alice y Ángela estaban en la universidad por lo que tenía un par de horas libres para ver el correo, deshacer la maleta y poner lavadoras.
Me llamó especial atención una carta procedente del servicio de inmigración. Cuando la leí vi que me avisaba de que mi visado estaba a punto de caducar y cuando eso sucediera mi situación en el país sería de ilegal, con todos los riesgos que eso conllevaba.
Asustada llamé a Alice para que viniera en cuanto pudiese.
-¿Por qué te dan tan poco plazo? Acabas de recoger tu título de doctorado.
-No lo sé Al. Pero en una semana tengo que salir pitando del país.
-¿Y no puedes pedir otro?
-¿Otro? Necesitaría tener un contrato de trabajo y no lo tengo.
-Mierda Bella- dijo mirándome.
-Estas semanas he estado pensando qué hacer con mi vida si quedarme aquí o volver a casa. Ahora solo me queda una opción- asumo triste.
-Bueno… no realmente- me dijo.
-¿Cómo?
-Podrías hablar con Edward- susurró.
Me reí.
-Desde luego que no.
-Desde luego que sí. Has tenido que tragarte sus mierdas de políticos durante años, que menos que te lo agradezca moviendo hilos para que te den otro visado.
-No pienso llamarle- dije firme.
-No seas cabezota, sabes que él podrá ayudarte.
-Es que no quiero pedirle ayuda. Le dejé y no quiero verle, aun me duele pensar en él- digo sentándome en el sofá.
-Lo siento- me dice Alice sentándose conmigo- pero creo que él te ayudaría. Ha venido alguna noche por aquí, Ángela le dijo que habías salido del país. ¿No habéis hablado?
-Apagué el teléfono antes de viajar y lo dejé aquí- dije con las manos cubriéndome la cara.
-Piénsatelo.
Han pasado seis días desde esa conversación y hoy estoy fuera de su despacho. Quedan solo unos días para las elecciones así que asumo que en el interior reinará el caos. A mí también me quedan solo un día para quedarme en el país.
Así que no sé si es la desesperación de mi situación social o las ganas de volver a ver a Edward una vez más pero estoy fuera de su despacho.
Cuando llego a su planta de oficinas todo es tal y como yo pensaba. Gente corriendo de un lado para otro y gritos.
La oficina de Edward está abierta y veo desde fuera que él no está, de todas formas su secretaria me lo confirma.
Quizás ella aun no sabe que ya no estamos juntos y por eso me ha dejado pasar a su despacho y esperarle dentro.
Veinte minutos más tarde la puerta se abre y entran tres hombres que nunca antes he visto, con ellos viene Edward.
-Edward- dije llamando su atención.
Los tres se callaron y se giraron a mirarme.
-Bella- dijo él sorprendido- bueno pasaros luego para firmar y ya estaría- dijo Edward despidiéndolos.
Cuando desaparecieron por la puerta Edward giró y caminó hacia mí.
-Pensé que estabas fuera del país- dice manteniendo cierta distancia.
-Sí, fui a casa de mis padres. Tenía el viaje reservado, te lo conté- le dije.
-No lo recuerdo- admite y por lo menos tiene la decencia de parecer un poco avergonzado.
Ojalá en ese momento hubiera sido impasible pero sin querer mi boca hizo un gesto de disconformidad.
-Pero me alegra de que estés aquí. Quería hablar contigo sobre nosotros- dice acercándose más.
-Lo siento Edward- doy un paso atrás- pero no estoy aquí por nosotros. Nuestra relación ya pasó.
-Eso no es verdad.
-Ya te dije lo que necesitaba de ti y ahora tus aspiraciones profesionales no te permiten dármelo. Ojalá fuese más fría y no me afectase pero no soy así.
-Dame dos semanas, solo dos semanas. Nos iremos de viaje, lejos de todo esto. Solos tú y yo- dijo poniendo sus manos sobre mis hombros.
-Ya no Edward, ya no. Estoy cansada y…- me vi interrumpida por el sonido de su móvil.
Edward respondió un par de monosílabos antes de colgar.
-Lo siento.
-Odio esa palabra.
-¡Edward!- dijo una voz desde la puerta.
-Dime Jasper…- dijo girándose.
No escuché que fue lo que le dijo pero me imagine esas vacaciones con Edward que me acababa de proponer. El sonido del teléfono a todas horas, más lo siento que te quiero pronunciados. No quería eso en mi vida.
Cuando la puerta se cerró había vuelto a tener una perspectiva clara de cómo es la vida de Edward y de cómo sería la mía con él.
-Me voy- digo caminando hasta la puerta.
-¡Espera Bella! No hemos podido hablar- dice corriendo tras de mi impidiéndome abrir la puerta.
-Efectivamente, nunca hemos podido. Espero que ganes Edward, de corazón porque te ha costado mucho- le digo mirándole con lágrimas en los ojos- adiós.
-Adiós Bella- susurra mirándome triste.
Miro por última vez sus ojos, nunca olvidaré los ojos más bonitos que haya mirado alguna vez. Sé que no voy a encontrar otros iguales jamás. Ahora me miran con tristeza pero sé que algún día volverán a mirar felices los ojos de otra mujer de la que vuelva a enamorarse, porque no dudo de que lo hará.
Salgo del despacho más triste de lo que he estado nunca, porque ahora sí es el final.
A la mañana siguiente después de una cena y un desayuno de despedida con las chicas me voy al aeropuerto.
Volveré de visita, les aseguro, pero tal y como dice Alice, ya no será lo mismo.
A las 15:22 del jueves 26 de Agosto dejé de ser ciudadana estadounidense, pese a que mi corazón continuaría siéndolo para siempre.
.
Narrador PVO
Edward estuvo reunido con Jasper y Emmet hasta casi las 2 de la mañana. Últimamente no dormía demasiado, se animaba a sí mismo pensando que en un par de días, tras las elecciones, todo volvería a su sitio.
Salvo una cosa, Bella.
La simpática chica canadiense que había conocido en un bar hace ya dos años y que era más joven que él, le había robado el corazón casi desde el primer minuto.
Era la primera chica de la que de verdad podía decir que estaba enamorado, las demás chicas habían sido solo atracción.
Pero desde hacía dos semanas estaba solo, sin ella.
Una parte de él a veces se preguntaba qué iba a hacer cuando pasaran las elecciones y no tuviese cada minuto ocupado con trabajo. Cuando tuviera tiempo para pensar, para estar solo.
Ella era muy joven, 27 años, y estaba estudiando aun. Pero él la había incluido en sus planes de futuro desde el primer mes que compartieron como pareja.
Nunca hubiera imaginado que su carrera política le arrebataría su vida personal, pero eso estaba ocurriendo.
Al día siguiente pasó por el despacho para dejar un par de cosas listas y disponer de la mañana libre antes de pasar por el apartamento de Bella.
Ayer había ido a su despacho para hablar con él pero al final no habían podido y él quería saber que tenía Bella que decirle.
Cuando Alice respondió el telefonillo, le habló seria y enfadada.
-No está, ya no vive aquí.
-¿Cómo?- dijo incrédulo.
-Lo que oyes- dijo cortando la comunicación.
Por mucho que intentó llamar de nuevo, Alice no le contestó.
Él tenía los medios para adivinar donde vivía Bella siempre y cuando siguiera en Chicago.
Pasó mucho tiempo apoyado en su coche intentando asimilar que había perdido a Bella en más maneras de lo que creía. Cuando se quiso dar cuenta una mano le tocaba el hombro, Ángela.
-No está aquí y no va a volver- le dijo adivinando por qué estaba allí.
-¿Dónde está?- pregunto esperanzado.
-¿No te lo dijo ayer?
-No pudimos hablar.
-¿Os interrumpió tu móvil o Jasper? O ambos- le dijo enfadada.
-Ambos- aceptó Edward avergonzado.
-Bella fue a verte para pedirte ayuda- confesó Angela después de un minuto lleno de tenso silencio.
-¿Qué le pasa?- preguntó preocupado levantando la mirada hasta los ojos de la amiga de su ex.
-Su visado de estudiante caducaba hoy. Quería pedirte ayuda para ver cómo se le podía conceder otro visado, esta vez de residente.
-No me lo dijo…- dijo más para sí mismo que para ella.
-Se ha ido a Canadá esta mañana- terminó de informarle.
-¡Joder!
-Lo siento- y con eso se despidió del ex de su amiga.
Edward se subió a su coche gris y permaneció en el interior pensando en todo lo que había ocurrido desde que conoció a Bella.
Recordó todas las veces que Jasper les interrumpía, todo el tiempo que desperdició a su lado hablando por el móvil, todas las citas que creían que le harían ganar votos y que no servirían para nada salvo para robarles tiempo juntos. Recordó las últimas semanas cuando ella le había pedido que le dedicase más tiempo.
Se reconoció a sí mismo que Bella era la que había roto con él pero sin duda él era el que la había abandonado poco a poco.
Se sintió como un idiota.
En ese momento el sonido de su móvil llenó el vehículo.
Era Jasper.
Por primera vez desde que trabajaba con Jasper le colgó el teléfono, pues le sentía como uno de los principales responsables de que Bella no estuviera a su lado.
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FIN
¡Hola!
Os traigo este nuevo OS , ¿os ha gustado?
¿También creéis que Edward es idiota?
¿Odiáis a Jasper?
¿Os parece un buen final?
Y la pregunta más importante, ¿os gustaría una segunda parte? No tengo escrito más que esto pero si me lo pedís en las reviews quizás me anime a escribir más.
Espero que os haya gustado, nos leemos en las reviews!
Bella Bradshaw