¡Hola! Os traigo aquí el primer capítulo de una historia que se me ocurrió hace ya un tiempo.

Debo declararme fan del mundo Assassin's Creed. Estoy completamente enamorada de él porque toca uno de mis temas favoritos: ¡El tiempo! Así que quería hacer un fic donde juntar dos cosas que me gustan. Assassin's Creed + Dragon Ball = ASSASSIN'S CREED: DRAGON BALL

Espero que os guste y disfrutéis de este primer capítulo.

Aviso desde el principio: cuando la historia esté en otra época se hará en tercera persona pero cuando se trate de la actualidad se hará mediante primera, en este caso será de Bra.

Personajes de Akira Toriyama!


ASSASSIN'S CREED: DRAGON BALL

Capítulo I. Animus.

1732

Se escuchaba su respiración entrecortada por culpa de la velocidad y el vestido que llevaba durante su carrera por las oscuras calles. El corsé apretaba su cintura y oprimía su pecho causando la dificultad de respirar. Agarraba con fuerza el borde de su falda para no pisarla con los tacones que le dañaban los pies a cada paso que daba.

Repetidamente miraba detrás suya para cerciorarse de que aun la perseguían. No veía a nadie a sus espaldas pero aquello no la convencía de detener su carrera. Sentía que todavía estaba en peligro por lo que seguía un camino cualquiera que la alejase de aquellos extraños.

Sus sospechas se corroboraron cuando se escuchó una voz masculina dando orden de buscarla y, al poco rato, los pasos de varias personas cerca de su ubicación. Nuevamente miró hacia atrás notando la presencia de cada uno de los hombres.

Paró en seco cuando sintió que estaba acorralada. Se pegó a la pared aterrorizada con una mano colocada en su vientre como si con aquel gesto el aliento pudiera volver a ella. Giró su cabeza hacia la derecha. El más cercano se estaba aproximando.

Tragó saliva al ver que no tenía escapatoria. Apoyó su cabeza en la dura pared mirando hacia el cielo dándose por vencida. Frunció el ceño cuando sintió algo encima del tejado. Posiblemente un animal.

Como un jarro de agua fría que caía por su cabeza se separó con una sonrisa en los labios. ¿Cómo no pudo pensarlo antes? El tejado era la solución. Agachó la mirada y observó su vestido. Lo maldijo mentalmente pues le dificultaría la escalada.

Volvió la mirada hacia el camino de su derecha. La persona se estaba aproximando. Si quería vivir debía darse prisa así que optó por la única salida que tenía. Suspiró decidida. No tenía tiempo de pensar en obstáculos. Con decisión rasguñó la falda y tiró los tacones. Se separó de la pared y con la mirada empezó a buscar los lugares claves que podría escalar.

Comenzó a subir por el marco de una ventana. Se agarró a la madera y se impulsó para poder apoyar sus pies. Levantó la mirada y buscó otro punto que sirviera de ayuda para llegar a la siguiente ventana. Sonrió al encontrar un saliente. Con maestría se agarró a él y así poder llegar al siguiente marco.

Se dio toda la prisa que pudo cuando sintió al hombre bajar la calle. Estaba segura de que la descubrirían por la tela y los tacones en el suelo pero para entonces ya los sacaría ventaja. Ella estaba familiarizada con los tejados de la ciudad así que su ruta se haría por ellos hasta su casa.

Al llegar al tejado suspiró aliviada a la vez que agotada. Llegó antes de que la descubrieran pero, en el momento en que levantó la mirada, se encontró con uno de los hombres que la estaban buscando. Cayó sobre el tejado al ver al calvo con bigote fino delante suya. Tenía una mirada sanguinaria y una sonrisa burlesca.

Ella le miró aterrada. A pesar de todo habían encontrado a la joven que no sabía ni el motivo por el que la estaban buscando.

Él avanzó hacia ella con la intención de matarla. Ella retrocedió con dificultad tirada en el suelo mientras contemplaba con terror la espada que portaba. Cuando creyó llegar su fin vio como alguien caía sobre el calvo ensartándole el filo de una hoja que salía de su muñeca. La joven aún se encontraba aterrada por la escena que había presenciado mas no por el extraño que la había salvado.

Vio al hombre levantarse de encima del calvo. Llevaba un traje largo de color negro, su espada estaba colocada a un lado y el filo con el que había matado a su perseguidor salía de un brazalete ajustado a su antebrazo. Cuando levantó la mirada para verle a la cara la capucha que cubría su rostro se lo impidió, dejando únicamente visible su nariz y boca.

Ella se levantó decidida a hablar con él pero antes de siquiera pensarlo volvió a saltar del tejado hasta el suelo para matar a los demás hombres que habían ido a buscarla

Observó como sólo un hombre estaba acabando con cuatro sin ninguna dificultad. A pesar de ser un extraño suspiró tranquila. Estaba a salvo.


2018

Me removí nerviosa y aterrada en mi sitio. No podía ver nada por culpa de la venda y las cuerdas impedían que moviera mis manos y mis piernas, aunque tampoco tenía espacio para poder hacer algo.

Estaba encerrada en el maletero de un coche en el que unos extraños me habían metido. Escuchaba gritos y tiros que impactaban contra el vehículo. Chocaba cada dos por tres contra el poco espacio que tenía a causa de los bruscos movimientos.

No sabía qué demonios estaba ocurriendo pero tampoco le daba muchas vueltas. Sentía que este era mi fin. Que iba a morir una vez me sacasen del vehículo. Gritaba pidiendo ayuda como única opción para poder vivir pero no ocurría nada.

Sentí al coche parar en seco. Las lágrimas no paraban de recorrer mi rostro al pensar que sólo me quedaban minutos. Escuché las puertas abrirse y cerrarse para luego volver a ponerse en marcha.

No sé cuanto tiempo pasó de aquello hasta que de nuevo frenó el coche. Fue menos brusco que la última parada pero aun así me golpeé en la frente. Me quejé de dolor y en un intento de mover mis manos hacia la zona adolorida mi cuerpo se tensó. Después de que las puertas se abrieran escuché a dos personas hablar. Pude reconocer a una mujer y a un hombre.

Rememorando mi secuestro no recordé haber escuchado a ninguna mujer. Más bien había escuchado a varios hombres y no únicamente a dos personas.

La tensión se transformó en miedo cuando escuché la puerta del maletero abrirse. Mi cuerpo se sumergió en un nido de nervios haciendo que temblara como un flan.

–¿Bra?–tragué saliva al escuchar mi nombre en la voz de aquella mujer. Sentí una mano tocar mis brazos. Tiró de mi con suavidad para que me levantase mientras que alguien me agarraba de los pies deshaciendo el nudo que tenía–. Te quitaremos todo esto.–

Me obligaron a sentarme en el maletero mientras me quitaban las cuerdas en las manos y la venda que me cubría los ojos. La primera reacción fue apartar la mirada por culpa de la fuerte luz artificial del lugar.

–No tienes que preocuparte–escuché la voz del hombre que acompañaba a la mujer–. Estás a salvo.–

–¿Qué demonios?–miré delante mía una vez que la luz no me hacía daño. La mujer delante de mí, con el cabello rubio hasta los hombros y los ojos azules me analizaba con la mirada. A su lado se encontraba un hombre de baja estatura, calvo y de ojos oscuros que mostraba una sonrisa serena–¿quiénes sois vosotros? ¿Qué queréis? ¡No tengo dinero!–

Ambos se miraron un instante y sonrieron. El corazón me latía con fuerza. No entendía que ocurría y temía por mi vida. Miré el lugar para saber donde estaba encontrándome en un garaje pequeño que servía como un despacho. Habían muchos aparatos y papeles por todos lados. Había tableros en las paredes con rostros de gente que habían pertenecido al pasado.

–No vamos a hacerte daño, Bra–miré al hombre calvo que mantenía su sonrisa–. En realidad nosotros te acabamos de salvar la vida.–

–Pudimos acabar con los que te secuestraron–negué con la cabeza mientras notaba mi ansiedad aumentar.

Contemplando aquel lugar algo llamó mi atención. De repente era como si aquel sitio perdiera importancia a la par que aquellas personas pues los dos protagonistas de uno de los cuadros me habían sacado mi mente de aquel lugar.

Me levanté del maletero y me dirigí hacia el retrato de aquella pareja. Ella estaba sentada y él de pie apoyando una mano en la silla. La mujer era joven, de cabello corto y azulado como el mío, los ojos grandes y cristalinos y piel blanca brillante. El hombre tenía el pelo en forma de llama azabache, con una mirada penetrante de igual color y un ceño fruncido y marcado.

De nuevo mi mirada se dirigió a la mujer que me recordaba a mí. Tenía un colgante muy similar al que yo llevaba. Ella me había descuadrado.

–Ella era Bulma Briefs y su acompañante Vegeta Ouji–miré al hombre que observaba el cuadro igual que yo–. Compañeros ante los ojos de la Hermandad y amantes en la privacidad. La mujer era pasional y él estaba lleno de rabia. Una mezcla explosiva.–

–¿De qué me estáis hablando? Esa mujer se parece a mí–señalé con la mirada a la tal Bulma. Luego llevé mi mano hacia el collar que llevaba puesto, tan parecido al de ella.

–Es el mismo–miré a la mujer que se había colocado a mi lado izquierdo. Dudé al escucharla y ella respondió bajando la mirada a mi colgante–. Es el que lleva Bulma en el retrato. Es el emblema de la Hermandad.–

Volví la mirada a aquel extraño lugar. Todos aquellos aparatos, los rostros de la gente, la pareja en el retrato y las personas ante mis narices.

–No me gustan las bromas–la mujer sonrió sarcástica al escucharme.

–Mi nombre es Lázuli y él es Krillin–ella volvió la mirada al retrato–. Y tú, Bra, eres la descendiente de los asesinos Bulma y Vegeta, los más respetados en la Hermandad.–

Me quedé mirando a la mujer con una ceja alzada para luego mirar a Krillin que parecía interesado en el cuadro. Finalmente rompí a reír al escucharlos.

–Vale, vale–suspiré más molesta que tranquila–. Admito que me he tragado lo del presunto secuestro, pero que yo sea familia de una pareja que no conoce nadie… ¿Hermandad? ¡Estuvo bien la broma! Pero ahora me quiero ir a casa.–

–Te dije que no se lo creería–Krillin habló con Lázuli que parecía molesta por mi reacción–. Pasa con todos.–

–Si te vas a casa los templarios volverán a por ti–fruncí el ceño al escucharla–. ¿Piensas que nosotros te secuestramos? Por supuesto que no. Fue el Comandante Red quien lo hizo. Te salvamos cuando te trasladaban a su base.–

–¿Comandante Red?–pregunté incrédula y ella asintió–, o sea, ¿Rojo en inglés?–soltó un bufido molesta mientras yo me reía–. Creo que deberíais ir al psicólogo. Os está pasando factura.–

Cuando disponía a darme la vuelta me agarraron por la muñeca y me hicieron girar de nuevo. Miré a Krillin que me observaba molesto, no parecía relajado o bromista, estaba realmente cabreado.

–Te llamas Bra Frye, tienes dieciocho años y eres huérfana–fruncí el ceño al escuchar al hombre–. Tus padres te abandonaron nada más nacer con el único recuerdo de ese collar que se parece al de la mujer del retrato. Te pasaste la infancia escalando por lo edificios porque te gustaba, podías sentir donde estaba una persona si te lo proponías. Pensabas que eras rara, pero en realidad eres una asesina.–

–¡Basta!–me zafé de su agarre y me aparté de él–yo no maté a nadie. ¡Que te quede claro!–

–No es un insulto, Bra–Lázuli apoyó su mano en mi brazo–. Somos una Hermandad, un Credo.–

–Actuamos en las sombras para servir a la luz–volví la mirada a Krillin–. Somos Asesinos.–

–Locos es lo que realmente sois–aparté a Lázuli bruscamente–. No sé de donde sacáis toda esa información, pero no pienso creerme vuestras tonterías. Si queréis que me una a vuestra secta os aviso de que no será así. Yo aún estoy cuerda.–

–¿Por qué no lo intentas?–Lázuli se alejó de mí, acercándose a una sillón muy parecido a los que tenían los psicólogos para que sus pacientes se tumbasen, pero éste tenía cables por todas partes–. El Animus te hará ver cuán locos estamos nosotros y lo cuerda que puedes llegar a estar tú.–

–¿Animus?–Lázuli sonrió y me invitó a tumbarme.

–Como te dijimos la sangre de Bulma y Vegeta corre por tus venas–empezó a decir ella mientras se sentaba en el escritorio al lado del sillón, tecleando en su ordenador–. Sangre de asesinos. Cuando entres en el Animus, que es esta máquina–apuntó al mueble en el que me había sentado, pues no me atrevía a tumbarme–, podrás ver, sentir y oír todo lo que vivió tu antepasada.–

–¿Quieres decir que este sillón es una máquina del tiempo?–me reí mirando el aparato.

–Por supuesto que no–Krillin contestó un poco hastiado–. ¿No has escuchado? Tú vivirás en la piel de Bulma Brief, no podrás controlarla, sólo tendrás acceso a su vida.–

–Entiendo–rodé los ojos cansada. Miré a Krillin que notaba mi desconfianza–. ¿Y esto por qué es algo tan vital como para que me secuestren?–

–Existen siete fragmentos del edén en forma de esferas–miré a Lázuli–. Bulma y Vegeta las vieron y ocultaron. Ahora los templarios te buscan para saber donde hallarlas.–

–Viviendo lo mismo que Bulma sabremos donde las ocultaron y así poder apartarlas de manos de los templarios–Kirllin prosiguió la narrativa llevándose un bufido cansado por mi parte.

–¿Os dais cuenta de que es imposible sostener algo así? Sigo sin creerme nada de esto–Lázuli puso los ojos en blanco.

–Y es comprensible–Krillin suspiró–. Lo único que podemos hacer para que nos creas es conectarte con el Animus. Que puedas ver con tus ojos la vida de Bulma.–

Miré el sillón casi embrujada por lo que Krillin me pedía. Sabía que estaba loco y que era una tontería aceptar, pero había cosas que me hacía aceptar tremenda sandez. La primera era lo de los templarios, no tenía ganas de jugármela por si era verdad que alguien estaba detrás de mí, pero pensar aquello era aceptar que me creía tremenda historia, y luego era que aquellos dos extraños se conocían toda mi vida.

Sí… adoraba escalar. Era algo que no podía evitar desde pequeña y sobre lo de poder presentir a la gente… sabía cuando una persona era buena o era mala. Era como si pudiera verlo. Un don extraño que me concedió la vida.

–¿Cuánto dura esta cosa?–pregunté no muy convencida de aceptar la propuesta.

–Ese es el problema–Lázuli miró el Animus–. A veces el mundo te atrapa y hace que el efecto sangrado sea un enemigo. Tendremos que tratarte después de cada sesión por si hubiera algún tipo de efecto secundario.–

–¿Qué tipo de efecto secundario?–

–No reconocer entre realidad y el Animus–miré a Krillin–. Como te hemos dicho puedes adquirir las habilidades de Asesina de tu antepasada, pero también puedes confundir entre este tiempo y el otro.–

–En cualquier caso no debes preocuparte–Lázuli sonrió mientras se acercaba a mí–. Estaremos aquí para ayudarte en todo lo que sea necesario.–

Yo asentí aun indecisa por lo que decían y por aceptar la idea, pero finalmente acabé por recostarme en el Animus. Vi a Krillin que conectaba electros en mi cuerpo. Tragué saliva y miré a Lázuli. Ella asintió y desviando la mirada pulsó una tecla.

Mi cabeza empezó a viajar.


1723

Bulma bajó del tejado con la misma facilidad con la que había subido a él. Se encontró con el hombre que había matado al último enemigo. Observó los efectos de aquella masacre. La sangre de los cadáveres estaba ensuciando el suelo de las calles.

Volvió a mirar al encapuchado sorprendida. Un único hombre había podido con cuatro y aquel que la sorprendió en el tejado.

–Me ha salvado, señor–el hombre se dio la vuelta y tentada intentó buscar su mirada oculta por la prenda–. ¿No mostrará su rostro o me dirá un nombre para agradecer?–

–¿Dónde está su padre?–él no respondió. Únicamente hizo una pregunta que la devolvió a la realidad.

Sintió como su corazón se detenía al escuchar la pregunta. Los hombres que la perseguían salieron de su casa. Cuando ella estaba llegando la reconocieron y fue cuando empezó la persecución por la calle. No supo el por qué pero si sabía de donde salieron.

–Él… él estaba en casa…–a pesar de que había podido descansar después de su carrera, el aire le volvió a faltar–ellos salieron de allí.–

Sin decir absolutamente nada él salió corriendo en dirección contraria por la que ella había venido huyendo. Bulma no lo pensó dos veces y siguió al desconocido con el corazón en un puño y miles de pensamientos divagando por su cabeza.

Sus padres y su hermana debían estar en la casa cuando encontró a aquellos hombres. Ella se había escapado por una pelea que tuvo con su padre y ahora temía el no poder pedirle perdón por su impertinencia.

Sentía que el camino se hacía eterno. Siempre lo recorría e incluso andando le parecía más corto que en ese momento en el que iba corriendo. Notaba los pies descalzos arder cada vez que pisaba el suelo y el aire escapar de sus pulmones. No perdía de vista al hombre que la había salvado el cual parecía conocer a la perfección el camino hasta su casa.

Él llegó sin equivocarse de calle en ningún momento. Se adentró en la casa gracias a que la puerta se encontraba abierta. Ella, al ver este detalle, entró detrás suyo alarmada. Se dirigió al salón donde se reunía su familia después de la cena.

Al entrar por la puerta chocó contra la espalda del extraño hombre. Se había quedado parado en la entrada de la sala. Ella se puso a su lado para ver qué observaba y, al contemplarlo con sus propios ojos, sintió que el mundo se le caía encima.

Sus padres se encontraban tirados en el suelo y su hermana sobre el sofá. Estaban muertos y ensangrentados. El grito de la joven resonó en toda la sala y fue cuestión de segundos que las lágrimas aparecieran. Ella iba a acercarse a ellos pero el extraño hombre la detuvo sosteniéndola por el brazo.

–¡SUÉLTAME! ¡Me necesitan! ¡Tengo que ir con ellos!–el hombre tenía fuerza para impedir que se soltara. La respuesta de Bulma fue lanzarle puñetazos al pecho sin conseguir nada con sus ello–¡DÉJAME! ¡DÉJAME!–

–Bu… Bulma–la mujer se giró al oír la voz agonizante del hombre que yacía sobre la alfombra. El extraño la soltó cuando escuchó que la llamaban.

La mujer se acercó a él cayendo de rodillas a su lado. Agarró su mano y con suavidad acarició su rostro bañado en sangre. Su bigote estaba teñido de rojo y sus ojos apenas se abrían.

–Lo siento mucho, papá–las lágrimas la nublaban la vista y sus labios temblaban–. Tuve que haberme quedado con vosotros… perdóname.–

–Estás… a sal… salvo–empezó a toser escupiendo sangre. Ella agachó la cabeza para chocar su frente con la suya–. Por… por la… la Hermandad.–

Bulma vio como su padre llevaba su mano con dificultad hacia su cuello. Intentó utilizar todas las pocas fuerzas que tenía para arrancar el collar que portaba sobre su cuello pero murió en el intento. Ella se abrazó a él llorando. Se disculpaba repitiendo varias veces que había sido una mala hija por no haber estado con ellos en el momento del ataque.

Su mente recordaba con dolor todas las malas palabras que le dijo antes de huir, entre ellas que era lo peor que le había pasado. Ahora quería morir con él. Se sintió desafortunada por vivir sin su familia.

–Vienen más–la voz grave del hombre sonó en la sala.

Él agarró su brazo para levantarla y sacarla de allí. Bulma no tenía fuerzas para luchas contra él. En ese momento ella no sentía más que un horrible vacío en su ser.

Observó el colgante que su padre tenía en el cuello y el cual intentó quitarse. Sin pensarlo tiró de él y se lo llevó con ella. Cuando el hombre la conducía fuera de allí dedicó una última mirada a su familia ahora muerta.


Bulma se encontraba sentada en una vieja cama mientras sus ojos azules se perdían en algún punto de la sucia pared. En uno de sus puños que cerraba con fuerza se encontraba el colgante que le quitó a su padre. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas ensuciando su rostro.

Su mente recordó a cada uno de los miembros de su familia en aquella escena sangrienta.

Su padre, que tenía una edad avanzada, mostraba varias heridas por apuñalamiento en la zona del abdomen. Su bigote manchado la hizo imaginar que tosió sangre de forma agonizante, pues fue él quien tardó en morir.

Su adorada madre había sido degollada y la sangre había cubierto gran cantidad de su piel. Sus ojos azules estaban abiertos como platos y había caído cerca del cuerpo de su esposo. Sus rubios cabellos se esparcían por la alfombra que estaba ensangrentada haciendo que los mechones se tiñeran de rojo.

La última fue sin duda la peor imagen de todas. Su hermana había muerto encima del sofá. Sólo pudo apreciar el hematoma en su garganta a causa del estrangulamiento. El vestido verde que llevaba se había arrugado y estaba alzado hasta la cintura y roto por la parte del pecho. Su entrepierna se mostraba sangrienta a causa de lo que seguramente fue una violación.

–Bebe–Bulma miró al hombre que la ofrecía un vaso de agua. Observó por primera vez a la persona que la salvó.

El extraño se había quitado la capucha lo que la sirvió para estudiarle. Tenía un cabello extraño en forma de llama de color azabache. Su mirada oscura era penetrante y previsora, podía mostrar cierta frialdad con sus ojos. Sus labios fruncidos le daban un aspecto hostil al igual que sus cejas marcadas.

Ella aceptó el vaso y le dio un trago corto. Su estómago no aceptaba nada líquido o sólido. No era capaz de comportarse como una humana. Estaba tan vacía que se preguntaba si realmente estaba viva.

–¿Conocías a alguno de los hombres que te intentaron atacar?–la peliazul negó con la cabeza–. Eran templarios. Venían a buscar algo que tu padre ocultaba.–

–Eso es imposible–la voz de la joven se escuchó después de mucho tiempo en silencio–. Mi familia y yo hemos vivido en esta ciudad toda la vida y no tenemos ni enemigos ni gente que nos odie.–

–Eso si que es imposible–sonrió él de medio lado molestando a la mujer por ello–. No podemos caerle bien a todo el mundo–el hombre se sentó en una silla delante de la cama donde estaba ella–. Tu padre tenía enemigos. Cualquier templario lo era.–

–No sé de que me hablas–Bulma depositó el vaso en la pequeña mesa de madera al lado de la cama.

–Tu padre y mi padre eran Asesinos–la mirada de la peliazul se desvió al hombre de forma amenazante–. Más bien tu padre lo era puesto que el mío aún sigue ejerciendo como tal. Es por el que estoy aquí. Me mandó a buscar a Brief.–

–Mi padre no es eso que tú dices–espetó con notoria molestia la mujer.

–Tu padre pertenecía a una Hermandad que se hace llamar Asesinos–el hombre se levantó acercándose a la peliazul. Paró a unos pocos centímetros de la cama–. No he venido para darte explicaciones, mujer. Vine a por Brief y su familia pero esos templarios se me han adelantado. Mañana vendrás conmigo y ahí te enterarás de todo.–

Se agachó para quedar a la altura de la mujer que le observaba aún con recelo.

–Tu padre escondía una esfera anaranjada que mostraba seis estrellas–Bulma miró atenta al hombre que mantenía su mirada fija en ella–. Es lo que le ha matado. ¿Sabes donde está?–

–Ya te he dicho que no sé nada de esto–la joven bajó la mirada a su puño. Abrió su mano mostrando el collar que le había quitado a su padre–. Me niego a creer que alguien quisiera matarlo por algo que seguramente sea mentira.–

–¿Así que no me crees?–el hombre, que observaba el collar, estiró su brazo mostrando aquel brazalete que ocultaba la hoja con la que mató al tipo del tejado–. Entonces ¿cómo explicas el emblema de la Hermandad?–

Bulma abrió los ojos al ver que el símbolo en el brazalete era el mismo que el del collar de su padre. Sorprendida miró al hombre que sonreía por su reacción.

–Ya que seguramente esta noche no la dediques a dormir–decía mientras se levantaba sin dejar de mirar a la mujer–podrías pensar en sitios claves que tu padre te nombrase o te llevase. Esa esfera no puede caer en manos templarias.–

Sus ojos no tardaron en aguarse ante el comentario del hombre. Sonó frío y déspota. Obviamente esa noche no iba a conciliar el sueño y recordárselo con un tono de voz normal la hicieron darse cuenta de que aquel mundo era cruel y con gente despiadada. ¿Realmente valía la pena vivir en un sitio así?


2018

Abrí los ojos de golpe y me incorporé nerviosa. Sentí mi frente sudando y mi respiración agitada. Miré hacia todos lados hasta que me encontré con Lázuli y Krillin que me observaban preocupados.

–¿Y bien?–preguntó la mujer esperando mi respuesta.

Cerré los ojos y recordé todo. Sentía el olor que había en las calles, notaba las lágrimas caer por mis mejillas y veía la sangre de mi familia. No… no era yo.

–Era Bulma–susurré al recordar la angustia que sentía ella ante la imagen. Su dolor era el mío y como aquella noche ella no dormiría yo tampoco sería capaz de pegar ojo.

Una de muchas noches.


Espero que os haya gustado!

En esta historia todos son humanos. Vegeta no tiene nada de saiyajin pero ser un Asesino también tiene su lado bueno así como habilidades que más adelante conoceremos y que obviamente Bulma también tendrá. Porque en este fic nuestra científica no va a ser una dama en apuros (por supuesto que no!)

¡Gracias por haber leído! Seguid haciéndolo y no os desconectéis ;)