Azula estaba incomoda, al igual que casi todos los presentes en el globo de guerra, no se hacían a la idea de que, hasta hacer unas horas, enemigos declarados compartieran pacíficamente un mismo espacio. Aunque en realidad este problema lo tenían Katara y ella que de vez en cuando se lanzaban miradas desafiantes, mientras el resto intentaba ignorar la situación. La otra persona más incómoda era Zuko vestido de nuevo con sus ropas de la realeza, aun no se había acostumbrado a ser de nuevo el Príncipe de la Nación del Fuego, y técnicamente heredero de Azula hasta que ella tuviera un hijo

— ¿Falta mucho para llegar a Omashu? —Pregunto Ty Lee algo mareada, los viajes por aire no la sentaban nada bien.

—Falta que lo que tanga de faltar—Respondió Mai irritada—Deja de quejarte tanto.

—Me estoy muriendo por dentro...—Se llevó la mano a su boca intentado ahogar una arcada y sus ganas de vomitar.

— ¡Oyes si vas a echar la pota hazlo en el lavabo! —Dijo Azula algo alarmada por no querer ver algo tan asqueroso como el vómito.

—Tranquila creo que...—Otra arcada la hizo callarse—Disculpadme—Salió corriendo al baño.

Azula sintió pena por ella, no pensaba que un viaje en el aire podría causarla esas nauseas, pero también es verdad que este tipo de viaje era completamente nuevo y no podía saberse que efectos podría tener. Desde luego a Ty Lee no le sentaban bien, y dicho sea de paso a ella tampoco es que la sentaran de maravilla. Sentía su estómago revolverse, no tenía que haber comido antes de salir del palacio.

—Parece que a mi hermana tampoco le sienta muy bien volar—Dijo Zuko mirándola con una sonrisa burlona—Quizás deberíamos haber hecho el Agni Kai aquí.

—Aun así no tendrías ninguna oportunidad hermanito.

Ahora no estaba por la labor de iniciar una riña de hermanos, sentía que en cualquier momento podría echar la comida fuera. En ese momento apareció uno de sus soldados y deseaba con todo su corazón que hubiera venido a anunciar que ya había llegado, porque si tenía que aguantar más horas metida en este trasto…

—Majestad, en unos minutos aterrizaremos cerca de Omashu, todos están esperando ya, la reunión sera en el antiguo palacio del Rey Bumi

—Excelente—Dijo con alivio, no aguantaba más ente este lugar.

Tras salir del globo de guerra Ty Lee corrió a tierra firme y empozo a besar el suelo.

—Dulce tierra firme, jamas nos volveremos a separar.

Todos la miraban divertidos, excepto Katara que estaba más atenta a las columnas de los soldados de la Nación del Fuego, era evidente que estaba intimidada por la cantidad de soldados. Había suficiente para asediar de nuevo la ciudad y conquistarla.

— ¿Por qué hay tantos soldados? —Preguntó desconfiada

—Por protección—Inesperadamente el que respondió fue Zuko y no Azula—Y para recordar que, aunque hallan derrotado a Ozai la Nación del Fuego sigue intacta. Diplomacia de cañones se llama.

—Vaya Zuzu, me impresionas, no pensaba que pusieras atención a nuestras clases de política.

—Me subestimas demasiado, hermana.

—Quizás… Además, Katara, no somos los únicos que hemos traído a nuestro ejército.

Tras pasar las filas de los soldados de la Nación del Fuego, Katara pudo ver como otro ejercito les esperaba en frente de Omashu, no eran tan grande ni tan imponente como el de Azula, era lo quedaba de la resistencia del resto de naciones. Había soldados del Reino de la Tierra, algunos de la tribu del agua del Norte y lo que quedaban de las fuerzas de su tribu, aunque no podía ver si su padre estaba entre ellas, y se encontraban los miembros de la orden conocida como el Loto Blanco que habían logrado reconquistar Ba Sing Se. Al frente de todos se encontraban Iroh, el Rey Bumi, Aang, Suki, Sokka y Toph.

Cuando se aproximaron, Aang los vio y "voló" con su control del aire hasta ellos, estaba claramente preocupado y emocionado al verlos sanos y salvos.

— ¡Katara, Zuko! ¡Estáis bien! —Después se volvió hasta a Azula—Tu, libéralos inmediatamente.

La actitud del avatar la cabreó ¿Cómo se atrevía dirigirse así a la gobernante de la Nación del Fuego? Aunque podía comprenderlo, al fin y al cabo, pensaba que mantenía secuestrada su novia. Ahora tenía que actuar con educación y paciencia, ya tendría tiempo para ponerle en su sitio en la conferencia de paz.

—No son prisioneros, Katara es una invitada en la Nación del Fuego, y Zuko ha sido restituido como príncipe y heredero hasta que yo tenga un heredo valido.

El avatar la miro incrédulo, luego miro a Katara y a Zuko que simplemente asintieron confirmando las palabras de Azula. Mientras, ella se deleitaba con la expresión totalmente confusa y desconcertada del avatar, era divertido actuar de manera diferente a como todo esperaban que una actuara, sus reacciones no tenían precio. Poco después llegaron Iroh y los demás, todos estaba tensos, sin saber muy bien que esperar. Por su parte Iroh se dirigió hacia Zuko, que apartaba la mirada avergonzado por su fracaso.

—Zuko me alegro de que estés bien, cuando me llegaron las noticias… estaba realmente preocupado.

—Lo siento tío, no he podido cumplir mi misión, he fallado.

Iroh lo miro con pena, luego volvió su mirada a Azula, extrañado por las acciones de esta y después fue a abrazar y a su sobrino.

—Vamos, no pasa nada, lo importante es que estas bien.

—Muy conmovedor—Dijo Azula con un aplauso irónico—Ahora si no os importa me gustaría empezar cuanto antes que las negociaciones.

Iroh se separó de Zuko volvió a mirarla, analizándola. Ella sonrió ante la confusión de su tío incapaz de leer sus intenciones y por qué quería la paz. Iroh se las daba de espiritual y de una persona clara de mente, pero en realidad era prejuicioso como todos, no podía procesar en su cabeza que ella estuviera actuando de buena voluntad. Bueno, peor para él. Finalmente se acercó a ella y la hizo una reverencia de cortesía a la Señora del Fuego.

—Majestad—Dijo con algo de sorna—Acompañadme al palacio para hablar de los términos de paz

Azula asintió y ordeno a sus seguidores seguirla a Omashu, dentro de poco comenzaría las negociaciones y tendría que jugar bien sus cartas si quería salirse con la suya, porque si no, la Nación del Fuego… era mejor no pensar en eso ahora mismo, tenía que ser positiva.

Ya en el palacio de Omashu los asistentes tomaron asiento en una mesa cuadrada para que se sentaran cada partido uno frente al otro. Por un lado, estaban Iroh, que extrañamente presidia la reunión, el maestro del agua Pakku en representación de la tribu del agua del Norte, el Jefe de la tribu del agua del Sur Hakoda, el Rey Bumi, el antiguo Rey de la Tierra y el Avatar. Y por su lado estaba ella, Zuko, para sorpresa de todos y varios de los gobernadores de las colonias, entre ellos el padre Mai y exgobernador de Omashu. El resto de personas estaban de pie rodeando la habitación. Esperando impacientes.

Al principio nadie habló, todos parecía estar analizándose unos a otros, esperando a que alguien diera el primer paso, inseguros de que hacer. Y es que tras cien años de guerra ininterrumpida la gente había olvidado como hacer la paz. Tras un largo periodo de incomodo silencio el Rey Bumi comenzó a reír.

—Jajajaja, parece que tanto tiempo en guerra se nos ha olvidado cómo funciona la diplomacia ¿Qué es lo que propones querida? —Dijo dirigiéndose a Azula.

—Como ya sabréis os he hecho llamar para negociar una paz definitiva, esta guerra ya ha durado demasiado tiempo.

—Pero majestad ¿No crees que un poco precipitado pedir la paz ahora? —Interrumpió uno de los gobernadores, llevándose una mirada fulminante de su Señora del Fuego que le hizo encogerse y disuadió a los demás de no interrumpir—Disculpe mi osadía majestad.

—¿Estarías dispuesto a luchar en primera línea? —Dijo Zuko furioso

— ¿Perdón? —La respuesta del gobernado se mezclaba entre la confusión y la indignación ¿Cómo se atrevía el principie traidor a dirigirse a él de esa manera?

—Repito ¿Estarías dispuesto a combatir en primera línea? Ya que estas tan interesado en que la guerra continúe—El gobernador, al comprender a lo que se refería decidió no contestar y apartar su mirada avergonzado—Ya me lo imaginaba ¿No crees que ya es tiempo de parar de enviar a hombres y mujeres a la muerte? La guerra ha durado demasiado ¿No crees que nuestros ciudadanos necesitan un poco de paz y tranquilidad?

—Bueno, al grano—Dijo Azula, sacando el papal que contenía su tratado de paz. Por mucha razón que tuviera su hermano este no era el momento—Mis condiciones para la paz son…

— ¿Condiciones? —Interrumpió el maestro Pakku—Creo que nos has malinterpretado no estamos aquí para oír tus condiciones, chica, sino para aceptar la rendición incondicional de la Nación del Fuego y la vuelta el Status Quo de hace cien años.

La sangre hirvió dentro de Azula ¿Chica? ¿Acaso no la tomaba en serio por ser mujer? Sabía que de todas las naciones la Tribu del Agua del Norte era la más incivilizada y más misógina, pero esto alcanzaba niveles absurdos ¿Por qué sus antepasados no destruyeron esa tribu en vez de la del Sur? Y se atreven a decir que el agua es el elemento del cambio, y una porra, no hay nada más que cambie más que las llamas de una revolución. Observó que Pakku se llevó la mirada de reproche de muchos de los asistentes, incluida Katara, que no parecía tolerar lo más mínimo las muestras de sexismo de su compatriota.

—Vaya ¿Por qué no me sorprende? Al fin de cuantas, aunque el salvaje se vista de seda, salvaje se queda.

Ahora la que se llevó miradas de reproche fue ella, por parte de su hermano y de Katara, aunque no tan evidentes como las de Pakku, al fin y al cabo, él había sido que la había faltado al respeto.

—Vamos, que haya paz ¿No es para eso para lo que estamos aquí? — Interrumpió Iroh intentando poner un como calma en la situación— Maestro Pakku esa no es forma de hablarle a mi sobrina, y antes de rechazar o aceptar nada ¿No deberíamos escuchar al menos lo que tiene que decir?

—Pero…

—Además—Interrumpió ahora el Rey Bumi—No deberías iniciar una guerra de sexos aquí, maestro Pakku, viendo el nivel de las encantadoras señoritas que nos acompañan dudo que tengamos la más mínima oportunidad—Dijo riéndose—Adelante querida, dinos tus condiciones.

Era agradable tener a alguien que no fuera un salvaje o un paleto para negociar, bien era sabido de la inteligencia del Rey Bumi, probablemente la persona más inteligente del mundo, un digno rival intelectual, sino fuera por su avanzada edad y por la locura que competía con esa genialidad ¿O es que la linea entre la locura y la genialidad eran tan delgada que se fusionaban ambas? Al fin y al cabo, todos los genios en la historia que ha habido han tenido comportamientos, como mínimo, extravagantes.

—Bueno, como iba a decir antes de que me faltaran al respeto—Miro a Pakku con desprecio—Estas son mis condiciones—Saco el papel donde estaba escrito el tratado de paz y lo puso sobre la mesa—Zuzu ¿Te importaría leerlo? —Él asintió y cogió el tratado—Comprobareis que mis condiciones son más que razonables.

—La Nación del Fuego acepta detener las hostilidades y acabar con la ahora llamada guerra de los cien años, bajo estas condiciones:

1º Se reconocerá la soberanía de la Nación del Fuego sobre todos los territorios conquistados de hace más de setenta años, es decir, las llamadas colonias, el resto de territorios serán devueltos a sus respectivas naciones.

2º Todos los presos políticos o de guerra serán puestos en libertad de forma inmediata y se les escoltara a sus hogares.

3º La Nación del Fuego se compromete a reconstruir y ayudar en todo lo posible a la tribu del agua del sur, hasta que recuperen le estado previo a la guerra.

4º La Nación del Fuego abrirá sus puertas al mercado compartiendo sus avances y tecnología, incluidas armas, con el resto del mundo a un precio justo.

5º Todos los templos de los maestros del aire le serán entregados al avatar para que haga con ellos lo que crea conveniente, además, el avatar tendrá el acceso a toda la información y recurso que necesite para conservar o intentar revivir a los maestros del aire y su cultura.

6º Las fuerzas de la nación del Fuego estarán dispuestas a mantener el orden en los territorios hasta que los gobierno nacionales se hayan organizado y puedan ocuparse ellos mismo de su seguridad.

—Eso es todo—Terminó de decir Zuko dejando en silencio en la sala, analizando la oferta de Azula.

Nadie sabía que decir, no esperaban esa oferta por parte de ella, Katara, la única a parte de Zuko que sabía las condiciones del acuerdo los observó en silencio. Percibiendo diferentes reacciones. Aang parecía no saber que pensar, la oferta era generosa, pero aceptar seria confirmar su fracaso en derrotar a la Nación del Fuego y restaurar el equilibrio. Los más radicales, aquellos que querían continuar con la guerra o los que no esperaban otra cosa que la vuelta a la situación de hace cien años tenías expresiones indignadas por la oferta de Azula. Los únicos que parecía dispuestos a aceptar la oferta eran Bumi, Iroh y Hakoda ante la idea de la reconstrucción de la tribu del agua del sur.

—Una oferta muy razonable sin duda—Dijo Hakoda rompiendo el silencio, Iroh y Bumi asintieron mostrando que compartían su opinión.

Azula, sonrió con esa oferta se había asegurado el apoyo de la tribu del agua del Sur y el de la novia del avatar. Por otro lado, pudo ver la indignación en Pakku, no solo estaba molesto por la consideración siquiera de aceptar esos términos, sino por la oferta de reconstrucción del Polo Sur, era obvio que en cuanto terminara la guerra el antiguo odio que había entre las dos tribus volvería a flote, y la tribu del norte seguro que esperaba aprovecharse de la situación de la del Sur.

— ¡Esto es inaceptable! —Explotó al fin Pakku— ¿Cómo podéis siquiera considerar aceptar la oferta de paz? Es indignante.

—Pakku cálmate—Dijo Iroh posando su mano sobre el hombro del maestro del agua, mientras Hakoda veía a su compatriota con recelo, probablemente sospechando de las verdaderas intenciones de la tribu del Norte

Pronto otras voces de protesta se unieron a las de Pakku aunque, irónicamente, del bando contrario

—Su alteza, debo protestar—Dijo uno de los gobernadores que había acudido a la reunión, otro noble insignificante del que no conocía ni su nombre—Sigo sin entender porque estamos ofreciendo la paz a estos salvajes, con la situación actual no nos sería difícil aplastar la poca resistencia que queda, la victoria es inevitable, no creo que debamos renunciar a ella.

Voces de protesta se alzaron de nuevo en la sala, indignados ante las palabras del noble. Sabía que no debía haberlos traído, solo eran una molestia, pero hubiera sido peor si no lo hubiera hecho, podrían empezar a sospechar que planeaba librarse de todos ellos, cosa que era cierta, para sustituirlos por intelectuales y comerciantes, había que mantener las apariencias, de momento.

— ¡Silencio! —Gritó Hakoda con una voz firme y autoritaria a la vez que daba un fuerte golpe en la mesa, al instante todos callaron ante el tono autoritario de este— ¿No os da vergüenza? Estamos en unas negociaciones de paz, se supone que debemos hacer lo que podamos para parar esta guerra y que nuestros hijos y nietos puedan crecer en un mundo mejor. Gritarnos unos a otros no servirá de nada.

Los presentes se mantuvieron callados, muchos avergonzados, mientras, sus dos hijos Katara y Sokka miraban con orgullo a su padre. Azula no pudo evitar sonreír, Hakoda el jefe de la nación más débil del mundo, si es que se le podría considerar como tal viendo su estado, sin embargo, parecía el gobernante más poderoso por la autoridad y presencia que desprendía. A ojos de ella, él era un verdadero líder y alguien digno de respeto.

—Eso es fácil decirlo, teniendo en cuanta que la señora del Fuego te ha ofrecido la reconstrucción de tu tribu, da que pensar—Dijo Pakku con veneno en su voz.

— ¿Qué intentas insinuar? —Se notaba demasiado la enemistad entre los dos hombres que representaban a sus respectivas tribus. Ella sonrío, lo que la guerra había reconciliado ahora la paz amenazaba con romperlo, que irónico— A diferencia de tu tribu la mía lleva luchando esta guerra desde el comienzo, y aun diezmados hemos seguido luchando ¿Es qué mi hija no te enseño el suficiente respeto cuando visitó tu tribu?

La situación era demasiado divertida para Azula, todo había salido de perlas. Había sido una gran idea aprovechar el odio latente de las dos tribus para desestabilizar y romper la unión entre ellos, sin un frente unido su capacidad para negociar un acuerdo más favorable para ellos era casi nula. Divide y vencerás.

Iroh la miro receloso, ella adopto la expresión más estoica que pudo, pero él pudo leer a través de ella y conocer sus intenciones igualmente. Debía recordarse que no debía subestimar a su tío, que no eran tan tonto o tan ausente como quería hacer creer a los demás, igual que Bumi y su locura. Detrás de esa fachada de amante del té se encontraba un genio estratega y un político brillante y manipulador.

—Que haya paz, señores ¿Por qué no preguntamos al avatar? Saber su opinión seria de mucha ayuda.

Todos volvieron sus miradas hasta el avatar, que había permanecido invisible hasta ahora. Azula lo miro con recelo lo que dijera el avatar podría decidir el curso de las negociaciones, y no le gustaba dejar esa decisión en manos de un niño inmaduro y demasiado idealista, tan alejado de la realidad de las cosas. De su boca solo podría salir estupideces, por suerte había previsto este momento, y no la pillarían por sorpresa. Además, para esto estaba Katara y Zuko.

—Vamos Aang, cuéntanos a los viejos que es lo que pasa por tu cabecita—Dijo Bumi riéndose.

Aang por su parte estaba claro que sentía vergüenza e inseguridad, no quería ser el centro de atención en ese momento, pero Iroh y Bumi lo habían obligado. Se obligó a calmarse hacinado unos ejercicios de respiración para relajarse.

—Bueno…—Tosió varias veces fingido aclara su voz—Para empezar, no sé por qué estamos aquí reunidos, vencí al Señor del Fuego Ozai, cumplí con lo que se me encomendó, derrote a la Nación del Fuego ¡No entiendo nada!

Azula quedo sorprendida, pero no en el buen sentido, no esperaba ese nivel de estupidez por parte del avatar. Lo había sobrestimado, y eso que era difícil hacerlo con la mala imagen que tenía de él, no esperaba nada de él y aun así la había decepcionado. Aunque eso jugaba en su favor, y viendo la cara de su tío podía adivinar que su plan le había salido mal, él también esperaba más del avatar y le había decepcionado. Ahora era hora de poner en su sitio a ese niño.

—Tu no derrotaste al Señor del Fuego, avatar, esa soy yo.

—Pero…

—Tu derrotaste a un hombre que había perdido el juicio y que se autoproclamó como "Rey Fénix", un título que solo hubiera significado algo si hubiera triunfado en sus objetivos, cosa que no hizo.

—Sigo sin entender porque estamos aquí ¿Solo tengo que derrotarte no?

—Niño estúpido ¿Acaso esperas que cometa el mismo error que mi padre? Además ¿Qué piensas hacer? ¿Atacarme aquí, en unas negociaciones de paz? Adelante, hazlo, si te atreves ¿Acaso tu no querías la paz? Pues paz te estoy ofreciendo, un trato más que generoso, no oses escupirme en la cara o no respondo de mi misma.

El avatar por fin decidió callarse, avergonzado de sus palabras. Había una razón por la que el avatar no era informado de su naturaleza hasta que alcanzara los dieciséis años, y era para evitar estas cosas. Iroh que estaba preocupado por el curso de los acontecimientos decidió intervenir.

—Creo que deberíamos hacer un receso, debemos aclarar nuestras ideas y reflexionar entre todos sobre la oferta de paz ¿Estás de acuerdo Azula?

Ella no debería aceptar esa propuesta, iba ganando y sus oponentes estaban divididos, confusos y enfrentados, ahora mismo podía imponerles las condiciones que quisiera, y si dejaba tiempo para que hablaran podrían volver a unirse. Pero no quería hacer las cosas de esa manera, debía conseguir que lo aceptaran de buena gana, sobre todo el avatar, para que en el futuro asegurarse de que respetaban el tratado, si imponía sus condiciones ahora en el futuro aprovecharían cualquier momento para intentar romper los acuerdos, no podía permitir eso. Debía convencer a Aang, y para eso entraba en escena Katara.

—No tengo ningún problema, tío.

—Entonces si no hay objeciones podemos parar unos minutos y descansar.

Todos se levantaron de la mesa y fueron cada uno por su lado, formando varios grupos, algunos hablando casualmente, y otros cuchicheando estrategias para la negociación. Azula, por su parte fue hacia Katara que la estaba esperando apoyada en la pared con una pose de desinterés.

—¿Qué tal ves las negociaciones? Van bien ¿No?

Katara no la miro, suspiro cansada y dirigió su mirada hacían donde se encontraba Pakku, claramente decepcionada con ese hombre.

—No puedo creerme que tuvieras razón sobre la Tribu del Norte.

Azula no podía deducir si Katara estaba enfadada con Pakku y la Tribu del Norte o con ella misma por ser tan crédula e inocente. Seguro que antes pensaba que una vez la guerra terminara había paz y armonía, como si eso alguna hubiera existido. En cuanto la guerra acabe la Tribu del Agua del Norte intentara conquistar a la del Sur y los nobles del Reino de la Tierra volverán controlar las tierras y podrán volver a gobernar arbitrariamente a sus súbditos de forma despótica.

—Te lo avisé, y por el otro lado parece que tu avatar tampoco ha dado mucho la talla.

—Cállate—Cortó molesta.

—Como sea, ahora es tu turno de hacer tu parte.

—Como ya te he dicho, no voy a forzarle a nada, solo voy a darle mi opinión.

—No te pido nada más, pero te recuerdo para que esta paz funcione al menos el avatar debe estar de acuerdo con el nuevo Status Quo, sino todo se vendrá abajo tarde o temprano.

—Lo entiendo perfectamente.

—Por supuesto—Sonrió de forma cruel— ¿Pero tu novio lo entenderá? No le he visto muy brillante al avatar.

Katara intento que sus palabras no la afectasen, la estaba provocando e iba a darle la satisfacción de contestarla. Sin embargo, tenía parte de razón, hoy Aang se había comportado como un idiota ¿Qué le había pasado hoy? No es que él fuera la persona más inteligente del mundo, pero desde luego no eran tanto ¿Era idealismo? ¿El que casi les hace perder la guerra por su negativa a matar a Ozai? Tendría que hablar con él seriamente.

—Bueno, él es solo…—Antes de terminar la frase se dio cuenta de que Azula se había marchado en dirección donde se encontraba Iroh hablando con Zuko. La había dejado con la palabra en la boca— Será…—Se mordió la lengua, no era lugar ni el momento. Se calmó y fue hasta el avatar a intentar convencerle de que no siguiera con la guerra.

Azula llego donde se encontraba su tío, tenía asuntos que resolver con él y era crucial que apoyara o al menos no obstaculizara su plan. Era curiosos como, desde su cambio, había empezado a ver a la gente con otros ojos, sin embargo, su tío le producía el mismo sentimiento de siempre. No sentía ninguna simpatía hacia ese hombre y el sentimiento parecía ser reciproco.

—Tío—Le llamo con un tono serio.

Él se dio la vuelta para encararla y con la misma seriedad y frialdad que ella había mostrado la contestó.

—Azula…

Le miró intentando analizarle, pero como siempre era incapaz de leerlo, maldito viejo, quizás si le provocaba un poco.

—Que irónico que el líder de la coalición contra la Nación del Fuego sea el antiguo príncipe y heredero de esta ¿No crees?

Él no la contesto la miraba como su pudiera leerla como a un libro abierto, y probablemente así fuera

—Si piensas que voy a caer ante tus provocaciones es que me subestimas demasiado, querida sobrina. Y no intentes ocultar las verdaderas intenciones de esta conferencia de paz.

—¿A sí? ¿Qué intenciones? —Intentó no mostrarse alterada ante la posibilidad de que Iroh hubiera descubierto sus planes.

—Eres muy inteligente sobrina, de eso no hay duda, pero a veces parece que se te olvida que no eres la única con cabeza en la familia ¿Te crees que no he visitado los archivos reales? Se perfectamente cuál es la situación de nuestra nación, por eso me uní al Loto Blanco.

Esto era malo, muy malo, si Iroh conocía sus planes entonces podría desbaratarlos fácilmente, tan solo tendría que hablar en las negociaciones y todo por lo que había trabajado se iría por el desagüe.

—Eso no es… — ¿Qué iba a hacer? ¿Negarlo? La había pillado completamente, por subestimarle, maldito viejo amante del té.

—Y es por eso mismo que no voy a oponerme a tu plan.

— ¿Qué? —No estaba segura de haber oído bien ¿Iroh apoyaba su plan? ¿No iba a detenerlo? ¿Pero por qué? Acaso a su tío aun le quedaba algo de amor por su pueblo—No lo entiendo.

—Esta guerra es un sinsentido y va a destruir el mundo y a la Nación del Fuego con él, detener la guerra es la única opción de salvar a nuestro pueblo de la ruina, y todo este tiempo he creído que el avatar y el Loto Blanco eran la única opción, pero…—Hizo una pausa, y la miro de una forma que nunca lo había hecho, casi parecía ¿Admiración? —Pero ahora creo que tu método sería más eficaz y en la que todos pueden salir ganando. Pero no te confundas, no voy a oponerme a tu propuesta, pero tampoco voy a apoyarla.

— ¿Gracias? —No sabía que decir porque no se esperaba para nada el apoyo del traidor de su tío. Por primera vez en toda su vida parecían estar de acuerdo en algo.

—¿Sabes? Me alegro que hayas encontrado tu propio camino, y que no te hayas perdido cómo mi hermano. Aunque no lo creas siempre he creído que eras más sensata que él, y me dolía ver como intentaba destruirte y tu ciegamente seguías sus pasos.

Vale, eso sí que era pasarse de cínico, era una mentira descarada y no podía permitirlo. Y aunque fuera verdad él nunca hizo nada por ella.

—Y sin embargo nunca hiciste nada, solo tenías ojos para Zuko, nunca te interesaste por mí, y no lo niegues porque a diferencia de mi madre, eso sí que lo tengo claro. Ozai no necesitó manipularme para saber que tú no te preocupabas por mí.

Él la miro, algo avergonzado— Quizás tienes razón, no he sido un buen tío contigo, aunque tu tampoco lo has puesto fácil— Eso era cierto, en cierto modo— Aunque tampoco puedo culparte, al fin y al cabo, solo eras una niña que quería la atención de su padre—Eso también era cierto, y ahora que lo había se vería a si misma como una estúpida.

—Eso no justifica que nunca intentaras acercarte a mí.

—No, no lo justifica—Él se dio la vuelta, con una expresión triste— Tendrás que perdonar a este pobre viejo que aun lucha para sobrellevar la carga de haber matado a su único hijo por su estupidez y sed de gloria— Esa respuesta no la esperaba, y la afectó más de lo que pensaba. Tras eso Iroh volvió su mirada al resto de personas presentes— Parece que ya han tomado una decisión, hay que volver.

Iroh se dispuso a volver a la mesa, pero Azula se lo impidió agarrándole el hombro—Espera tío—El se dio la vuelta para mirarla confundo— Yo…—Las palabras no salían y tuvo que apartar la mirada de él—Se que es muy tarde para esto, pero lamento mucho lo que le paso a Lu Ten, nunca he tenido la oportunidad de decírtelo.

Él sonrió y la abrazo con fuerza sorprendiéndola—Gracias sobrina, te lo gradezco, de verdad—Ambos se separaron, estando todavía Azula en shock— Ahora vamos, tenemos una negociaciones que terminar.

Una vez más reunidos las tensiones y el silencio también volvieron. Estos eran los momentos decisivos para decidir el futuro del mundo y Azula ya había puesto todas sus cartas sobre la mesa, es hora de que los demás hicieran lo mismo. Y si lo había hecho bien, la clave seria el avatar, por lo que esperaba que Katara hubiera cumplido su parte, y de que Iroh mantuviera su palabra de no oponerse.

—Bueno, señores, aquí estamos de nuevo ¿Ya han tomado una decisión? —Azula fue la primera en hablar, ya era hora de acabar de una vez, tenía una nación que gobernar y una amante que satis… da igual—Y antes de que digáis nada esto es un "tomas o lo dejas" No puedo ofrecer mejores condiciones. O aceptáis o la guerra continuara.

Los miembros de la resistencia se miraron entre ellos, claramente aun estaba divididos en opiniones, aquellos que quería aceptar la oferta de paz liderado por el padre de Katara, y aquellos que se negaban a aceptarla liderados por Pakku. Finalmente fue este ultimo en hablar.

—Hemos estado deliberando y hemos llegado a la conclusión de que no nos vamos a poner de acuerdo, por tanto hemos decidido que sea el avatar quien acepte el acuerdo o no.

Todas las miras se dirigieron al avatar que parecía completamente fuera de sí. Eso sí que era una sorpresa, esperaba que usaran el consejo del avatar para que se decidieran no que le dejaran toda la responsabilidad a él, casi le daba pena, casi. Con esta nueva situación todo se volvía más sencillo, si Katara había hecho bien su trabajo ya estaría todo decidido y habría ganado. Pero si no, si la inmadurez y el infantilismo del avatar prevalecían, la guerra continuaría.

—Yo…—Dijo nervioso Aang, no sabía que decir y estaba muy nerviosos, estaba preparado para derrotar a Ozai y parar la guerra, pro no para una decisión política como esa, seguir con la guerra, o aceptar un términos de paz generosos, pero que significaban la victoria de la Nación del Fuego y su fracaso como avatar—No lo sé, es una decisión muy difícil— Empezó a mirar a sus compañeros hasta que puso su mirada suplicante en Iroh. Él, dándose cuenta le devolvió una sonrisa amable y comprensiva.

—Aang, eres el avatar, y aunque eres muy joven, es tu deber el tomar decisiones tan difíciles como esta. Pero debes calmarte, deja que hablen tu corazón y tu cabeza ¿Qué crees que es lo mejor para el mundo?

El avatar quedo nuevamente en silencio, meditando, casi parecía que estuviera hablando con sus vidas pasadas, y en realidad eso era más que probable. Finalmente pareció volver en si miro hacia Katara, durante varios segundos ambos se miraron fijamente hasta que la maestra del agua asintió haciendo que Aang suspirara rompiendo el contacto visual para luego asentir de vuelta. Ya estaba todo decidido era hora de conocer la respuesta.

—Yo… tu ganas Azula, acepto la oferta—Azula sonrió triunfal mientras empezaban a sonar los murmullos de los presentes, unos de alegría, otros de alivio, otros indignación y otros simplemente de resignación—Pero te lo advierto si tú y tu familia vuelven a poner en peligro la paz del mundo…—No logró terminar la frase al ver que había intimidado a Azula en lo más mínimo.

— ¿Quieres un consejo avatar? Deja de intentar salvar el mundo, nunca lo lograras. La paz solo es un breve momento entre guerra y guerra ¿La cuestión cual será la siguiente? ¿La tribu del agua del Norte contra la del Sur? ¿Ba Sing Se queriendo unificar el Reino de la Tierra como intento Chi en conquistador? ¿Una guerra civil en mi nación por haber parado la guerra? ¿Quién sabe? Quizás con un poco de suerte sea tu reencarnación la que tenga que lidiar con esos problemas.

Aang parecía claramente enfadado por su provocación ¿Pero que esperaba? Esto era el mundo real no uno de los templos del aire donde todo era paz y tranquilidad, y cuanto antes se diera cuenta antes podría empezar a hacer su trabajo correctamente. Iroh queriendo poner paz fingió toser para llamar la atención de ambos.

—Azula, no es el momento, tenga razón o no—Quizás tuviera razón, pero tan entretenido sacar de quicio al avatar—Y ahora si no te importa tenemos un tratado que firmar ¿No?

Azula sentía que se la había quitado un peso enrome de encima, todo había acabado la guerra acababa de terminar y aunque no había acabado como nadie esperaba había sido muy beneficiosa. Ahora se dirigía a su globo de guerra que la llevaría a la capital de la Nación del Fuego donde podría empezar a gobernar su nación.

—Aun no lo entiendo Azula—Dijo Ty Lee a su lado algo confuso.

— ¿Qué no entiendes querida? — La acróbata se sonrojó mientras que Mai soltó un suspiro de disgusto, ahora tendría que soportar estas ñoñerías demasiado a menudo para su gusto.

—Bueno pues… Todo, la oferta de paz. No estoy muy interesada en la política, pero hasta yo sé que ese acuerdo era demasiado generoso.

— ¿Ah si…?

—Es verdad, todo esto muy extraño—Esta vez fue Mai en hablar que parecía tan confusa como Ty Lee–Normalmente puedo comprender tus intenciones, pero esto… no tiene ningún sentido.

—Jeje ¿Seguro que no Mai?

— ¿Qué nos ocultas? — Dijo Ty Lee ahora con gran curiosidad—No entiendo porque has ofrecido esos términos, a ver, no me malinterpretes, estoy aliviada de que la guerra haya acabado la guerra por fin, pero lo términos me parecen demasiado generosos.

—Sí, casi parecías desesperada para conseguir la paz ¿Pero por qué? ¿No deberían ser los demás los que estuvieran desesperados por conseguir la paz?

—Jejejeje ¿Aun no lo habéis verdad? Jajajajaja.

La forma en Azula comenzó a reír asustó a Ty Lee que seguía sin comprender nada

—Sigo sin entender nada ¿Y ahora por qué te ríes? Por favor, me tienes en ascuas, y me estas asustando con esa risa.

Sin embargo, Azula no paro de reír, dejando a sus amigas totalmente confusas.

—Definitivamente ha perdido la cabeza—Dijo Mai.

Por fin Azula pareció calmarse, aunque aún soltaba alguna que otra carcajada.

—¿No lo entendéis? ¿Verdad? ¡Se la he colado! ¡Se la he colado a todos! Y ninguno se ha dado cuenta salvo mi tío ¡Jajajajaja! ¡Me he tirado el mayor farol de la historia y se lo han comido entero!

—Sigo sin entender nada, y por favor para de reírte asi, en serio—Ty Lee sentía autentico pavor viendo reír a su amante así.

—Creo que empiezo a comprender lo sucede—Dijo Mai, algo más clamada— Y por todos los espíritus, Azula deja esa risa de villana— De verdad estabas desesperada por conseguir este acuerdo ¿Verdad? Por eso los términos eran tan generosos.

—¡Din din din! Tenemos una ganadora.

—¿Pero por qué Azula? No tiene ningún sentido—Pregunto Ty Lee harte de permanecer ignorante—Te lo suplico, cuéntanos que pasa de verdad.

—Muy fácil Ty Lee, se la he colado porque ellos no tendrían que haber aceptado la propuesta, la guerra la tenía ganada, solo tenía que haber esperado un par de meses. Desde el momento que comenzó esta guerra estábamos condenado perderla.

—¿Qué? — Ty Lee no podía creer las palabras de Azula— ¿Cómo que perdida? ¡Pero si hemos ganado! ¡No entiendo nada!

—No es tan simple como eso Ty Lee. Aunque hayamos ganado todas las batallas y conquistado el mundo entero, eventualmente hubiéramos acabo perdiendo igualmente.

—Pero ¿Cómo?

—Muy sencillo, la historia nos muestra que un ejército invasor jamás podrá ocupar para siempre un territorio, con el tiempo la población local se alza para echar a al invasor. Segundo, otra vez la historia nos muestra que los grandes imperios y conquistadores no viven más allá de la vida de esos conquistadores, en cuando ya no hay un líder fuerte y carismático capaz de mantener unido un imperio este simplemente colapsa. Y tercero y más importante, decidme chicas ¿Cómo mantienes a flote un imperio que lleva cien años ininterrumpidos de guerra y destinando todos sus recursos al esfuerzo militar?

—Pues…—Ty Lee lo intentó seriamente, pero no encontraba la respuesta ¿La industria militar mantenía a flote la Nación del Fuego? No, esa era una respuesta muy obvia—No tengo ni idea— Dijo finalmente con una sonrisa inocente.

—¿Y tú, Mai? ¿Tienes alguna idea?

—Mmmm —Mai intento pensar en varias formas, pero la economía no era su fuerte y, además, por mucho que pensara solo encontraba una única respuesta al problema—A la única conclusión a la que llego es que no hay ninguna forma.

—Exacto, no se puede—Contestó Azula mientras que Ty Lee no salía de su confusión.

—Pero si no hay ninguna forma entonces…

—Sí, nuestra gran y gloriosa nación está al borde de la ruina y el colapso total—Sus dos amigas la miraron incrédula son poder creerse lo que acababa de decir, y viendo la situación pues sí que era muy difícil que aquello pudiera suceder—El día d ela coronación fui a echa run vistazo a los archivos reales y encontré la verdad, las finanzas, el estado del país todo… en un año o dos en el mejor de los casos ya no seremos capaces de pagar los salarios de los soldados, con todo lo que ello implica.

—Es muy difícil de asimilar—Dijo Ty Lee preocupada.

—Y eso no es todo, he leído informes. Ríos completamente contaminados por las fabricas pueblos desaparecidos y arruinados una gran deforestación y en general hemos llenado de mierda nuestra nación. La que una vez fue la mayor civilización del mundo ahora es un imperio en decadencia y que se ahora en su propia miseria. Que irónico

—¡Por los espíritus! Eso es terrorífico ¿Y qué podemos hacer Azula? —Dijo Ty Lee ahora realmente asustada por el futuro de su país.

—Tranquila ya lo hemos hecho, el acuerdo que hemos firmado nos va a permitir recuperarnos. En las colonias han descubierto un nuevo tipo de material, petróleo creo lo llaman, y si lo que dicen cierto nos podría venir muy bien.

—Menos mal, lo que no entiendo ¿Por qué tu padre o tu abuelo hicieron nada al respecto? —Ah… la inocencia de Ty Lee.

—Porque eran unos incompetentes megalomaniacos que solo se preocupaban por la gloria y las victorias militares. Los asuntos económicos se lo dejaban a los consejeros, y cuando uno de ellos les advertía de la situación eran acusados de traición, y bueno, ya sabéis…

—Eso es terrible…—Dijo Ty Lee

—¿Por qué será que no me extraña? — La siguió Mai ya con su tono habitual— Bueno ¿Y ahora qué?

—Bueno, Zuko y el tío han partido en busca de mi madre así que no los veremos en un tiempo. Mientras tanto tenemos una nación que gobernar, y una boda que preparar ¿No es así Mai? — La mencionan se sonrojo— Y por supuesto una boda que yo, como Señora del Fuego, oficiare yo misma—Azula rio de forma irónica—Nunca pensé que me emocionaría con algo tan trivial—Miro a sus compañeras sonriendo y las abrazo a ambos—Ahora señoritas, nos espera nuestro globo de guerra, hay trabajo que hacer.

Mai y Ty Lee asintieron y las tres se fueron de vuelta a su hogar, juntas, como amigas, y en caso de Ty Lee, como amante.

Fin…

¡Por fin he acabado! Cuatro meses para cavar este capítulo, madre mía. Este es el final, aunque aún queda un pequeño epilogo que ya publicare, ahora a centrarme en mi otro fic, que llevo muy mal XD. Siento por tardar tanto. Nunca pensé que iba a costar un año entero hacer esto ¿Cómo lo hace Brandon Sanderson?