Capítulo 2: Memorias

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- No lo entiendo - Las lágrimas cubrieron sus ojos, aún así se obligó a no tartamudear.

- No puedo casarme contigo Sango.

- Su maldición ha terminado. Todo este tiempo creo que mis sentimientos eran correspondidos.

Entre más lo pensé, menos lo comprendía. Durante la búsqueda de Naraku y de los fragmentos Miroku siempre mostró un interés hacia ella, no se dijo explícitamente, pero su comportamiento siempre ha cambiado. Conforme paso el tiempo los malos hábitos desaparecieron; no más comentarios obscenos, no más manos en su trasero. En su momento lo atribuimos a una muestra de madurez, nunca imagino que ese comportamiento inusual hubiera una persona más.

- De verdad lo siento Sango.

No puedo creerlo, no de esta manera. Necesitaba una prueba. Lo vimos en los ojos y en ellos pudieron ver la verdad.

- ¿Cuándo?

- Hace algunos meses. Comenzó como algo pequeño y cuando me di cuenta, ya no hubo vuelta atrás.

Asintió dolorosamente. El flequillo cubría sus ojos. Ahora todo tenía sentido; En ocasiones no he tenido la ocasión. Lenta y sin que se percatara, una barrera se reduzca entre ellos, aislándolos. Antes de que pudiese preguntar por su extraña actitud, se volvió a ser cálido y amable. Sin embargo; Ya no se siente como algo íntimo. Ahí estaba la respuesta. Sus ojos cobalto resplandecían de amor, solo que no estaba dirigido a ella.

- Entiendo.

No quiso verla así. No podía ver sus lágrimas correr por el fino rostro, pero sabía que lloraba; El temblor de sus hombros lo confirma. Murmuré a ultima disculpa, sabiendo que nada serviría, el daño ya estaba hecho, la decisión ya estaba tomada y pasó a su lado. Lo mejor sería permitirle desahogarse con tranquilidad.