Título: Omega

Resumen:

Si alguien le preguntaba sobre la familia Zoldyck a cualquier habitante del continente, este respondería que se trataba de una familia Alfa de renombre que se encargaba del asesinato profesional. Jamás imaginarían que un Omega pudiera formar parte de ellos. Sin embargo; lo hizo. El propio Illumi Zoldyck era un Omega.

Pero ese, era un secreto familiar que tratarían de llevarse a la tumba.


Omega

Capítulo I


Si le preguntaban a cualquier habitante del continente sobre la familia Zoldyck, este probablemente respondería que se trataba de una familia Alfa de alto nivel que se dedicaba al asesinato profesional; ya que, los Zoldyck contaban con un historial envidiable y bastante reconocimiento mundial.

No se podría esperar menos al tener a Silva Zoldyck, un Alfa tan poderoso y prominente como la cabeza de aquella familia; su esposa, Kikyo Zoldyck, tampoco podía quedarse detrás de las expectativas. Y no lo hacía, era una Alfa entrenada arduamente desde pequeña para el asesinato, de movimientos gráciles y tácticas de combate que dejarían atónitos hasta a los más fuertes. Kikyo era la representación vivida de que la agilidad e inteligencia podían hacer frente e incluso vencer a la fuerza y el poder. Fue por ese motivo que cuando el primogénito de los Zoldyck demostró tener una mayor compatibilidad con el estilo de desenvolvimiento en combate de su madre, que Silva se sintió verdaderamente orgulloso.

Illumi fue su orgullo desde que lo había tomado en brazos la primera vez. Y a medida que lo entrenaron, su orgullo como padre no hizo más que crecer y crecer. Incluso una parte de él empezó a sentirse aliviado de contar con un heredero tan inteligente y culto como Illumi estaba demostrando ser.

Seguramente, sería un Alfa de temer.

Todos lo pensaban, y velaron para que el pequeño Zoldyck tuviera las mejores bases y entrenamiento que un asesino pudiera obtener.

Fue por eso que cuando su primer hijo se manifestó como un Omega, todos los Zoldyck se descolocaron.

Las posibilidades de que una pareja de Alfas diera a luz a un Omega, eran realmente ridículas. Sin embargo, lo habían presenciado de primera mano. Kikyo había gritado; se había vuelto loca.

¿¡En qué había fallado!?

Porque lo había hecho, había fallado como madre, como Alfa, y como asesina… ¿Verdad?

Y Silva, Silva simplemente se resignó.

Si alguien le preguntaba sobre la familia Zoldyck a cualquier habitante del continente, este respondería que se trataba de una familia Alfa de renombre que se encargaba del asesinato profesional. Jamás imaginarían que un Omega pudiera formar parte de ellos. Sin embargo; lo hizo. El propio Illumi Zoldyck era un Omega.

Pero ese, era un secreto familiar que tratarían de llevarse a la tumba.



Illumi no podría decir que estaba feliz de ser un Omega, pero tampoco diría que lo odiaba.

Él comprendió de inmediato que su género secundario fue realmente un error y una molestia que preferiblemente su familia hubiera querido evitar con todas sus fuerzas. Pero simplemente se encogió de hombros. Él seguía siendo un Zoldyck después de todo, ya fuera un Beta, Alfa u Omega. Y quizás, su género sólo ayudo a que lo entrenaran más arduamente para que se volviera alguien fuerte y perfecto.

Y en efecto lo fue; se convirtió en alguien súper fuerte, astuto e inteligente. Incluso encontró que ser un Omega le traía más ventajas y comodidades para su trabajo de asesino que ser un Alfa. En poco tiempo Illumi dio vuelta a las cartas, trabajando en sus debilidades hasta el cansancio, volviéndolas fortalezas. El olor sutil de un Omega era más fácil de cubrir que el agresivo olor predominante de los Alfas, por esa razón podía pasar desapercibido fácilmente y sin esfuerzos. Si la situación lo requería, incluso podría atraer a sus objetivos alfas utilizando su olor natural. Sin embargo, había algo que no podría cambiar, trabajase lo más duro que pudiera o no. Y ese era el hecho de que mientras Illumi fuera un Omega, él tendría su celo. Una debilidad inevitable y explotable. Una semana entera donde sus instintos podían más que su propia mente. Por lo tanto, los Zoldyck se encargaron de mantener ese lado de la familia oculto.

Porque ellos no tenían debilidades.

Fue por esa razón que el aseo de Illumi se llenó de lociones y jabones anti olor, líneas de frascos de productos se apilaban en su baño, con tal de mantener oculta su faceta Omega. Más nunca se le permitió tomar supresores de calor, porque Tsubone les había dicho a sus padres que los supresores podrían afectar sus celos, dañando permanentemente su cuerpo, imposibilitándole convertirse en un asesino hecho y derecho, o tener un futuro reproductor próspero como omega. Y ellos no permitirían que su hijo pasara por algo como eso; porque aunque no les gustara la idea, cada clase tenía sus cualidades que cuidar.

Tsubone fue la Omega más anciana, fuerte y experimentada de toda su servidumbre. Se había ganado su lugar en la familia, y su puesto de consejera personal de Illumi sobre su propio género, lo cual le había servido para comprenderse mejor así mismo. Porque, hasta la propia servidumbre de la casa Zoldyck era Alfa; se podría decir que Tsubone fue el primer contacto que Illumi tuvo con alguien de su propio género, y lo hizo a la edad de 12 años. A veces Illumi cuestionaba si sus padres la habían contratado por el simple hecho de que era una Omega y su hijo se había manifestado como uno; porque antes de eso su familia parecía ser realmente indiferente hacia los débiles Omegas. Encontró curioso este hecho, y sólo confirmó sus sospechas al ver que sus padres se volvieron mucho más flexibles con respecto a contratar Omegas en la servidumbre; incluso habían cambiado su forma de pensar retrograda sobre ellos.

Se decía que los Omegas eran débiles. Que sólo existían para complacer y servir a los Alfas. Illumi no sería el esclavo de nadie, no sería débil, y nunca se sometería a ningún Alfa. Él era un Omega, pero era más fuerte, inteligente y vivaz que muchos Alfas. El hecho de que su género secundario no cayera dentro de los planes de la familia, no significaba que seguiría con las reglas autoimpuestas de la sociedad sobre él.

Illumi estaba bien con ser un Omega, porque él sabía que no era débil.

Aunque al ser un Omega se le prohibió el puesto de ser el heredero de la familia, no se encontró devastado por ese hecho. Luego de él llego su hermano Milluki, siendo un Beta. Y luego, llegó Killua la perfección de la familia; un Alfa de cabello platinado, el heredero de los Zoldyck. E Illumi se sintió más que honrado de ser un omega, ya que eso había permitido que su hermano Killua que fuera nombrado el heredero ni bien estuvo en los brazos de su padre, y él amaba a su hermano más que a nada en este mundo. Si hubiera algo que pudiera hacer para garantizar su éxito y felicidad, Illumi lo haría complacido; incluso si eso significaba matarse.

Y por muchos años, el secreto de Illumi fue recelosamente guardado de la sociedad. Pero todo comenzó a derrumbarse cuando conoció a ese Alfa.

A Hisoka.

– ¿No sientes un olor extraño flotando en el aire?

Illumi se había petrificado al escuchar aquellas palabras. Sostenía fuertemente sus agujas mirando el cuerpo inerte de un participante del examen para ser un cazador; Hisoka, se encontraba sentado indiferente sobre el tronco de un árbol. El Zoldyck, mantuvo la calma.

–No realmente.

Con una respuesta mecánica, soltó sus agujas, liberándose de su disfraz. Ignoró los comentarios de Hisoka sobre su transformación, y comenzó a cavar un profundo agujero en el suelo, intentando permanecer lo más impasible posible.

–Dormiré hasta que esta fase termine, buena suerte con el examen.

Y desapareció, dejando al excéntrico Alfa detrás con palabras en la boca.

Al estar confinado entre la frialdad de la tierra, a unos cuantos metros de distancia de la superficie, suspiró sintiéndose seguro. El examen de cazador había durado más de lo que él estaba esperando. Ya habían pasado unas cuantas semanas, y su celo se acercaba peligrosamente. Él tenía un control perfecto sobre su cuerpo, incluso con las agujas incrustadas en él y sosteniendo un disfraz, era capaz de neutralizar por completo su presencia Omega para que no lo detectaran. Pero la llegada de su celo era algo que simplemente no podía evitar, entrenase lo más duro que pudiera; era imposible. Era parte natural de su organismo.

Mierda… se dijo, cerrando los ojos. Dormiría por los restantes cuatro días, esperando que su celo haya desaparecido para entonces.

Y lo hizo, pero ese pequeño desliz de segundos había traído algo más que un pequeño susto de su parte. Illumi lo notó, prefería ignorar aparentando que nada sucedía, pero lo hizo. Notó como el comportamiento de Hisoka había cambiado cuando estaba con él, cambio a uno más coqueto, más agresivo, de más contacto físico. Una paranoia se levantó en su mente; quizás Hisoka se había dado cuenta de que ese era el olor que había detectado durante el examen se desprendía de él por su celo inminente, quizás el payaso ya sabía que Illumi era un omega y sólo seguía jugando a mantener las apariencias, quizás… pero todo se quedaba en un quizás.

Estaba claro que Hisoka había notado algo en él. Sin embargo, al recibir un comportamiento tan vago del payaso, el Zoldyck apostaría a que él no sabía qué era lo que había notado en Illumi. E Illumi pensó que mantenerlo así sería la mejor opción por el momento.



–Sabes…

Se encontraban sobre una rama bastante alta de un árbol; estaban en medio de un frondoso y silencioso bosque. No muy lejos de ellos, en lo que parecía ser una montaña más sólo era una fachada para mantener oculto a un grupo de contrabandistas, varias personas caminaban patrullando el lugar. Era de día, la luz se colaba por las hojas verdes de los árboles, bañándolos a los dos de pequeños rayitos de sol. Lo único que se escuchaba en ese momento era el viento, los insectos, y la voz de Hisoka hablando. Illumi, que estaba mirando su teléfono controlando la hora y mirando hacia la base con unos binoculares, se giró levemente hacia el payaso al escucharlo.

–Nunca hablamos realmente sobre eso, pero ¿Asumo que eres un Alfa, verdad?

Una ráfaga de viento caliente los golpeó, el cabello de Illumi ondeó con la corriente, y Hisoka lo observó. El mago se encontraba de cuclillas, mirando perezosamente hacia la guarida a lo lejos apoyando su mejilla sobre su palma derecha, jugando con sus cartas con su mano izquierda. Illumi sabía que Hisoka observaba cada uno de sus movimientos por el rabillo del ojo; por eso al escuchar esas palabras permaneció con una expresión en blanco.

– ¿Uh? ¿Estás tan aburrido como para preguntar ese tipo de cosas?

Mentiría si dijera que la pregunta no lo tomó por sorpresa, pero no podía demostrarlo. Cualquier paso en falso, y el secreto que su familia trabajo tan arduamente para ocultar durante 24 años se habría ido a la basura. Imperdonable.

El aura de Hisoka era algo sofocador; la primera vez que lo sintió, Illumi pensó que estaba en medio del océano, hundiéndose lentamente hacia las profundidades del mismo. Fue una sensación constante de presión sobre su cuerpo, como si el oxígeno se negara a entrar en su sistema. Era hostil, agresivo. El mago nunca fue de la clase de personas que ocultaban sus presencias; él no ocultaba su aura para nada, como gritando: Estoy aquí, y espero que lo sepas. Pretencioso. Era claro que Hisoka era un Alfa con sólo mirar la forma petulante de andar, y la forma descuidada de mostrar su presencia. Incluso ahora encontrado en una posición bastante relajada, su presencia era imponente. Illumi reconoció que si él fuera un omega común y corriente, se encontraría postrado de rodillas ante el mago. Pero ese no era el caso.

Illumi sabía porque Hisoka había hecho esa pregunta; era muy claro. A diferencia de él, Illumi era una sombra; algo que estaba, pero a la vez no. Fácilmente pasaba desapercibido, porque él no dejaba que su aura anduviera revoloteando por ahí, algo no muy común en un alfa. Claro, él no era un alfa, pero nadie sabía eso. Incluso podrían decir que él era un beta, pero por el simple hecho de ser un Zoldyck todos asumían que él era un Alfa poderoso. Siempre creo la excusa de que por su trabajo debía ser alguien sigiloso; y no estaba tan lejos de la verdad. Illumi ya ni recordaba cuando fue que se acostumbró a estar en un estado de Hatsu diariamente y sin esfuerzo. Simplemente, se sentía más seguro en sí mismo si pasaba desapercibido.

Escuchó una ligera risa cínica salir de Hisoka ante sus palabras.

–Ciertamente, lo estoy ~ ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para asesinar a esos bastardos? – Tarareó, Illumi permaneció sereno mientras observaba su teléfono; no mucho, pensó.

–Deberías mantener tu concentración en el objetivo.

–Es por esto que el trabajo de asesino no me pega – El mago se encogió de hombros, y sonrió abiertamente. – Soy más… de lo espontáneo.

–Yo diría desordenado. Brutal. Sin gracia. – Espetó el Zoldyck, su acompañante soltó una carcajada.

–Que malvado, Illu ~ Me hieres.

Hizo todo lo posible por no rodar los ojos ahí mismo. Y Hisoka se sintió más satisfecho con la situación al ver que había molestado ligeramente al Zoldyck; terminó tarareando y jugando con sus cartas en mano, más aquella tranquilidad estaba por terminar. Cuando el teléfono de Illumi marco las 15:05, lo bloqueó con un movimiento grácil y lo colocó en un bolsillo oculto entre sus ropas, sin mirar al mago dijo: –Vamos.

Un segundo después, la rama estaba vacía.

Illumi desconectó a Hisoka de su mente, moviéndose rápidamente. El mago podría ser un idiota, y un ser completamente molesto; pero se había ganado la confianza de Illumi, de cierta manera; al menos lo suficiente como para confiarle un lugar a su lado durante sus misiones. Detuvo sus pensamientos cuando uno de los guardias le vio, tirando una aguja en su dirección la cual impacto en su cráneo, atravesándolo. Cayó de bruces al suelo, muerto. Mató a los otros cinco guardias en el perímetro, agachándose sobre el cuerpo de uno y recuperando una tarjeta blanca de acceso, para ingresar al lugar. Pasó la tarjeta por una ranura junto a una gran puerta de metal frente a él, y ésta se abrió. Con sigilo, se abrió paso dentro del lugar.

En menos de veinte minutos, todos los guardias estaban muertos. Illumi se agachó nuevamente frente a un guardia que era diferente al resto; mientras todos vestían de blanco, este, lo hacía de negro. También su tarjeta de acceso era diferente, e Illumi presumió que era la tarjeta para acceder al almacén que estaba buscando. La cogió, y se encaminó más profundo dentro de los pasillos de aquella instalación; un par de agujas brillaban entre sus dedos, listas para matar a quien se cruzase en su camino.

Al llegar frente al almacén, Illumi se encontró con que el mago ya lo estaba esperando.

–Eso te tomó un poco de tiempo, ¿No crees? ~

Illumi observó a Hisoka, que se encontraba recostado contra una pared justo al lado de la puerta del almacén. Su atuendo excéntrico antes inmaculado, ahora se encontraba con pequeñas manchas rojas, presumiblemente la sangre de los guardias, salpicadas por sus piernas y pecho. Sus ojos dorados brillaban intensamente entre sus afilados ojos, casi hechos una delgada línea, mientras que miraba hacia la nada. Sostenía una carta de Joker en sus manos, presionándola contra sus labios, sonriendo. La carta estaba empapada en sangre.

Hisoka realmente parecía haber causado un desastre, a diferencia de Illumi, que estaba igual que antes de empezar la misión, como si nunca hubiera asesinado a nadie. Con su ropa pulcramente planchada y limpia, nadie que lo viera podría imaginar que había matado a más de veinticinco personas en menos de quince minutos.

El Zoldyck se encogió de hombros, pasando la tarjeta por su respectiva ranura.

–A diferencia de ti, yo si pienso las cosas antes de actuar.

Escuchó la risa del payaso detrás de él; lo hizo sentir algo extraño al adentrarse en la oscura habitación, con Hisoka a unos pasos de él.

–Claro, claro ~ Un trabajo preciso y perfecto, digno del hijo mayor Zoldyck.

Illumi contuvo un suspiro, sabía que Hisoka se estaba burlando de él, más no se encontraba de ánimos para seguirle el juego al Alfa excéntrico esta vez. Las luces del lugar se prendieron al sentir movimientos dentro de la habitación, y vio una pequeña caja negra que se alineaba en medio del lugar, postrada sobre un pedestal. Si bien Illumi era un asesino, de vez en cuando se le encargaban trabajos que implicaban cosas como la búsqueda de objetos o recopilación de información; está, era una misión para recuperar el contenido de esa caja negra y aniquilar a todos los miembros de la pandilla de traficantes que pudieran encontrar. Si bien Illumi podía haber hecho el trabajo perfectamente bien solo, el cliente quería estar seguro de que la misión tendría éxito, pidiendo amablemente que por lo menos, dos personas fueran al lugar. Al no tener dinero suficiente para contratar a dos Zoldyck, Illumi le dijo a su padre que tenía un conocido de confianza que podría hacerse cargo del trabajo por aquella suma restante de dinero.

Bueno, aunque todos sabían que Hisoka se uniría a la misión para poder matar personas, aún si no le pagaban.

El Zoldyck mayor meneó su cabeza hacia un lado, intentando despejar su mente de los pensamientos sin sentido que estaba teniendo. Luego de un momento de analizar el lugar y la caja, acercó sus manos lentamente hacia ella, tomándola firmemente. Sintió la mirada de Hisoka sobre su nuca, y los bellos cerca de su cuello, se erizaron por alguna razón que era desconocida para él. Trato de ignorando, y sintiendo como si su nuca ardiera, finalmente levantó la caja.

Nada pasó.

Illumi supuso que la única seguridad que tenía el lugar eran los guardias. Aunque fue realmente fácil. Quizás demasiado. Para asegurarse, Illumi mantendría los ojos bien abiertos hasta entregar la caja a su cliente.

–Nos vamos. – Dijo con una voz fría, y Hisoka tarareó en respuesta.

Salieron de la habitación serpenteando entre los cuerpos de los antiguos guardias del lugar. Illumi daba pasos ligeros y evitaba pisar cualquier charco de sangre o extremidad de algún cuerpo que estuviera por el camino; Hisoka en cambio, daba grandes zancadas, pisando todo lo que se le cruzara por el camino. Típico de un alfa, pensó Illumi. Cada vez que Hisoka pisaba alguna parte de algún difunto, la sonrisa que llevaba en el rostro de extendía más y más. Típico de Hisoka.

–Fue más fácil de lo que me esperaba ~.

–Sí. – Illumi estuvo de acuerdo.

Inusualmente fácil.

Salieron del lugar, ambos observando y escuchando atentamente por si había alguien que siguiera vivo, o alguna trampa que estuviera preparada. Más no hubo nada. El Zoldyck siguió pensando que era bastante extraño, más se mantuvo centrado en el camino sin decir una palabra. Al observar al mago, supo que algo parecido cruzaba por la cabeza de su compañero. Hisoka miraba hacia la guarida, con su típica sonrisa sobre su rostro; más sus ojos eran más oscuros y tenebrosos que de costumbre, su miraba detonaba que algo le estaba faltando, y su aura estaba inquieta.

–De todos modos, ¿Qué hay en esa caja que es tan importante para ese cliente~?

El de cabellos oscuros analizó por un momento cuánta información podía – o debía, mejor dicho – decirle a Hisoka; al no ver cualquier indicio de amenaza contra su misión principal, decidió que no habría problema en contarle algunos detalles o dos. Al menos, por el momento.

–Un tipo de droga. – Dijo, sin despegar sus ojos del camino. – Para Omegas.

¿Uh? – las vibraciones de la garganta de Hisoka resonaron en el ambiente, e Illumi sintió como su cuerpo quiso estremecerse ante el sonido, más no lo permitió. – ¿Afrodisiaco?

Illumi negó con la cabeza.

– Algo experimental. Más fuerte. Como control mental.

Hisoka rió.

– ¿Cómo tú y tus agujas? – Soltó, divertido ante la comparación.

–Supongo que podrías compararlos, sí. – Bufó. – Después de todo, el omega se vuelve algo así como un animal. Altera su organismo de un modo irreversible. Se usó tres veces. Todos los omegas en los que se probó, murieron.

Escuchó un silbido detrás de él, proveniente del mago. Illumi no supo si fue su propia paranoia, pero sintió como si Hisoka le hubiera silbado justo sobre la piel de su cuello; lo cual era imposible, porque el pelirrojo se encontraba a un metro de distancia de él. ¿Qué diablos me pasa? Se preguntó, y se permitió vagar por su mente un momento.

¿Qué día es hoy? Quizás… ¿Mi celo?

Eso tendría sentido.

Oh, Oh. Eso suena mucho más interesante ~.

Por alguna razón, a Illumi le molestó aquél comentario; ya se había acostumbrado a escuchar cómo la gente basureaba a los de su género en su presencia, pero aún le costaba permanecer en silencio; porque básicamente también lo insultaban a él. Entonces, decidió permanecer en silencio por el resto del camino. Cuando se alejaron lo suficiente de la guarida, Illumi se despidió, alegando a Hisoka que el dinero correspondiente del trabajo se le depositaria en la cuenta de siempre. No escuchó las quejas del mago. Tan rápido como habían llegado, se habían ido.

Illumi pudo sentir los ojos de Hisoka sobre él hasta el momento en que desapareció. Incluso después de haberse alejado kilómetros del lugar, la sensación persistía.

Se sentía extraño.

Al llegar a su habitación de hotel, en una ciudad alejada del bosque, cerró la puerta con llave; sin prender las luces se deslizó dentro de la suite con algo de prisa. Fue hasta la cama de tamaño King, dejando la caja negra sobre la mesita de noche. Deslizó sus dedos lentamente sobre las suaves y esponjosas mantas color beige de la cama, disfrutando del tacto, que se sintió bien.

Se sentía extraño.

Tragó saliva, sentándose lentamente en la cama, recostando su espalda por el cabezal. Con suavidad movió sus piernas cerca de su pecho, sus pies acariciaron las sábanas, sintiéndose sensibles; y finalmente abrazó sus piernas. ¿Qué me está pasando? Suspiró, escondiendo el rostro entre sus brazos, sintiendo como un calor intenso se apoderaba de sus mejillas, de su cuerpo.

Se sentía extrañamente sensible.

Se estremeció, sintiendo el aliento de Hisoka sobre su piel. Su risa, las vibraciones de su voz ronca contra su garganta. Los lugares donde el mago había puesto sus ojos sobre él ardían. Lo sentía en su nuca, en su espalda.

Illumi había sobrevivido bastante bien a sus calores antes. Simplemente se dejaba llevar, con su mente en blanco, y esperaba pacientemente a que todo terminara.

Nunca había imaginado nada.

Sin embargo, se encontró perturbado al no poder dejar su mente en blanco.

¿Por qué…? ¿Por qué Hisoka estaba en su mente?

Suspiró, acariciando la sábana debajo de él con las puntas de los dedos de sus pies. Abrazó con más fuerza sus piernas. El tacto de su piel contra las suaves mantas le relajaba ligeramente, dándole confort.

E Illumi tuvo su calor, ahí, dentro de esa habitación y en una ciudad extraña. Sólo había durado tres días, el más corto de todos sus celos. Pero, por primera vez, se encontró enredado entre las suaves sábanas de la suite, imaginando un toque invisible sobre su piel y una suave risa contra su oído. Fue extraño, y se sintió humillado por su propia mente.

Illumi pasó su calor imaginando a Hisoka, a su lado.

Se maldijo, se maldijo fuertemente; sin terminar de comprender lo que le pasaba.

Nunca había experimentado algo así.

De vez en cuando, echaba miradas furtivas hacia la caja que descansaba sobre su mesa de noche, la del hotel. Por un momento, Illumi realmente sintió que aquel artefacto estaba emitiendo un tipo de aura hacia él.

Tragó en seco.

¿Podría ser?

No.