Observarlo de lejos siempre fue su única opción.

El no detenerse a conocerlo antes, conversar con él, se había convertido en su maldición, lo supo al momento en el que lo observó detenidamente luego de volver luego de quien sabe cuánto tiempo.

Verlo ayudando a quien quiera que lo necesitara, sobre todo a esas muchachitas que se victimizaban sólo para poder tocarlo, recibir el toque al menos de su dedo más pequeño le asqueaba, pero saberse imposibilitada de ser ella quien lo hacía le molestaba aún más.

Porque, tenía que admitirlo, se había enamorado de él solo con mirarlo.

Vaya bofetada de ironía para una chica que siempre renegó sobre el amor.

Ese joven de pelo azulado, para nada corto pero que no sobrepasaba sus hombros, perteneciente a una familia tan adinerada y elegante como la suya, pero mucho más pomposa de lo que él era, esa familia de ojos de marfil que se habían convertido en sus favoritos, pero solo si eran los de él.

Ese joven, Hinata Hyuga, un muchacho con una fama de coqueto que no era más que la confusión de los envidiosos con su verdadera personalidad dulce y caballerosa, que bestia ropa para un hombre con diez años más de lo que tenía, se había convertido en su primer amor.

Y cuando notó su desaparición de su rango de visión resopló, enojada porque otra vez había perdido la oportunidad de hablarle por estar soñando despierta sobre él.

Gruñendo se dio la vuelta dispuesta a salir de aquel mercado, dando un paso firme que fue interrumpido al chocar con la persona que se había metido en su camino y provocándole caer, no tocando el piso al ser detenida por un brazo que se envolvió en su cintura.

Levantó una mano dispuesta a golpear al insolente que fuera quien la sujetaba, pero en cambio esta sólo se posó suavemente sobre el pecho de aquella persona, agradecida porque sus reflejos eran rápidos al momento de toparse con los ojos del hombre que se negaba a salir de su cabeza.

-Sasuko, lo siento -lo escuchó decir, su voz escuchándose extrañamente lejana a pesar de la cercanía que guardaban -iba a rodearte, pero me tomaste por sorpresa ¿estás bien?

Temerosa a no poder hablar -porque solo pensaba en lo bien que había sonado su nombre en sus labios -sólo asintió, agarrando levemente la chaqueta negra de él con la mano que aún se encontraba sobre su pecho mientras la otra se había colocado sobre el brazo que la rodeaba.

Quien diría que alguien algún día vería a la altanera, de fuerte carácter y siempre segura Sasuko Uchiha sonrojada, sin habla y enamorada.

Y sinceramente, esperaba que alguien sacara una foto de ese momento.

Originalmente publicado en mi página de Facebook: Hitory-chan