Capítulo 8

Una sola razón

Las horas siguientes fueron extrañas, sobre todo para mí, pero aun así reuní fuerzas de algún rincón recóndito de mi cabeza y seguí adelante. Nada más llegar al pueblo me dirigí directamente al criadero de Sky, donde me disculpé con ella mientras dejaba escapar todo lo que estaba reprimiendo desde que salí de la torre. Mi mejor amiga hizo todo lo posible por consolarme, sin tomarme en cuenta nada, ni siquiera pronunció el típico te lo dije cuando tuvo la ocasión, lo que la dio aún más crédito.

-¡Lo siento! ¡Lo siento, lo siento, debí haberte escuchado, soy una tonta crédula, siempre lo he sido y siempre lo seré!-mascullé entre lágrimas.

-No, Shantae, nada de eso, tan solo eres una víctima de ese malnacido y su elocuente verborrea…

-¡Pero es que no lo entiendo, su amor por mí era tan real, no comprendo por qué lo ha hecho, y aun así lo quiero, es un padre ideal, y aun así él, él… yo…!

-Tranquila, no harás nada flagelándote así. Comprendo que te duela si realmente llegasteis a ser tan cercanos, pero está claro que no ha sido sincero contigo, si me lo preguntas a mí no merece que le quieras tanto, la verdad…

Las palabras de Sky, si bien eran directas y contundentes, eran muy ciertas, no pudiendo decir nada al respecto porque realmente tenía razón. Y lo peor de todo, es que le seguía queriendo.

-No sé qué hacer… salió corriendo, me dejó sola a merced del Hypno Baron, si no hubiera sido por Rascal…

-Yo que tú lo denunciaría a la sultana, ve a buscarlo al cuartel de la guardia, si no lo encuentras avísame y te ayudo a buscarlo.

-Está bien…

Salí a paso lento y algo desanimado del criadero, como si no quisiera hacerlo, pero después de todo la verdad ya había sido revelada, y no tenía sentido que lo siguiera postergando, por lo que me dirigí allí lenta y pesadamente.

De camino pasé por el taller de mi tío Mimic, descubriendo entonces que había luz dentro y las puertas estaban abiertas. Mi cara se iluminó nada más verlas, echando ésta vez a correr hacia él, entrando como un elefante a una cacharrería gritando entre medias.

-¿¡Tío Mimic?!

-¿Shantae?-oí su voz al otro lado del mismo.

Atravesé el taller como una exhalación hasta encontrarlo al lado de varios de sus cachivaches, el volverle a ver llenó mi corazón de alivio y calidez, echándome sobre él y abrazándolo con fuerza.

-¡Oh, tío, menos mal que has vuelto!

-¡Shantae! Oh, lo siento tanto, cielo, sé que no debí esconderte tantas cosas…-murmuró él, apenado.

-¡No, soy yo quien lo siente, ni siquiera te escuché en su momento y ahora lo estoy pagando muy caro! Lo siento, de verdad…-mascullé, sin poder evitar derramar unas lágrimas.

-Shantae… ¿qué ha pasado?

Le expliqué en líneas generales todo lo ocurrido hasta el momento, sin dejarme nada en el tintero; a partir de ahora sería más directa y sincera con él, después de todo, y tras tanto tiempo sin verle, su presencia era reconfortante después de lo que había pasado.

Una vez enterado se amasó la barba con actitud pensativa, comentando acto seguido.

-En parte me esperaba que ese hombre sólo fuera fachada, de hecho si me marché fue para comprobar su historia. Y, efectivamente, no es quien dice ser, pero hay parte de verdad en lo que te contó.

-¿De veras? ¿Qué encontraste?-inquirí, esperanzada.

-No mucho, pero sí que vi su nombre en una larga lista de combatientes en el bando de tierra, fue un mercenario contratado para cubrir la retaguardia en caso de que los piratas decidieran huir por tierra ya que el plan de tu verdadero padre incluía acorralarlos en una gran bahía para que no escapasen. Aunque el grueso de la batalla se sucedió en la bahía, el bando de tierra también participó, pero no luchó tanto en comparación.

-Entonces… ¿estuvo allí de verdad?

-Así es, pero no es tu padre, por alguna razón quiso atribuirse sus logros… un serio caso de suplantación de identidad, y tengo los documentos que lo prueban, podría caerle una buena temporada en prisión, si me lo dejas a mí me encargaré personalmente de ello-aseguró mi tío, con mirada severa.

Por un lado entendía la gravedad de la situación, pero por otro tampoco quería que todo acabara así sin más, sin ni siquiera hablarlo con él; aunque al principio estaba enfadada y entristecida, ahora estaba más calmada, y por lo que me contaba mi tío debía haber algo más que lo hubiera haber llevado a hacer lo que hizo. Y fue entonces cuando algo reverberó en mi memoria.

-Chantal…

-¿Chantal? Sé que es una variación de tu nombre, pero no conozco a nadie que se llame así…-murmuró Mimic, confuso.

-Pero yo sí… espera un momento, tío, no hagas nada aún, he de encontrarle y hablar con él-le pedí con gesto serio.

-¿Estás segura, Shantae? Piensa que te ha estado engañando todo este tiempo…

-¡Lo sé, lo sé, pero dame un momento, creo saber por qué ha hecho todo esto, pero antes he de corroborarlo! ¡Luego te veo!

Sin decir nada más eché a correr, con ánimos y fuerzas renovados, y me dirigí directamente al cuartel de la guardia. Nada más llegar me topé entonces con Sky, Rotty y Bolo, los cuales se dirigieron a mí todo azorados.

-¡Shantae, aquí estás! ¡Sky nos lo ha contado todo, qué fuerte!-exclamó la zombi, anonadada.

-¡No me puedo creer que nos engañara de ese modo! Como lo encuentre…-masculló Bolo, chascando los nudillos con gesto molesto.

-¡Esperad un momento, chicos, no os precipitéis, creo que ya sé por qué ha hecho todo esto! ¿Dónde está?-inquirí yo, cortándoles.

-Hemos preguntado hace nada por él en el cuartel y los guardias nos han dicho que ha dimitido de su puesto hace nada sin dar mayores explicaciones, ha entregado sus credenciales y se ha marchado hacia el puerto-reveló Sky.

Comprendí entonces lo que quería hacer y, sin decir nada más, eché a correr hacia allí para alcanzarlo lo antes posible. Los demás fueron conmigo tras de mí, algo confusos por mi proceder, pero sin hacerme preguntas al respecto.

Tras una rápida carrerita llegué finalmente al puerto y entonces lo vi en el muelle principal junto a un gran barco de vela, hablando con el alcalde; indiqué a los demás que esperaran y me acerqué a ellos lentamente, sin decir nada y sin apenas hacer ruido. Antalah, al verme, giró la cabeza hacia otro lado y el alcalde comentó.

-Una pena, la verdad, estaba muy contento por su desempeño, pero si ha decidido marcharse entonces no hay nada más que yo pueda pedirle. Muchas gracias por sus servicios al pueblo.

-No ha sido nada, alcalde, ha sido un placer.

El aludido asintió con la cabeza, sin decir nada más, me miró rápidamente y nos dejó solos. Yo le miré fijamente, pero él me rehuía la mirada todo el rato sin decir nada. El capitán del velero, desde la cubierta, se dirigió a él.

-Ya estamos listos, levamos anclas cuando usted quiera.

Antalah tan solo asintió levemente con la cabeza, a lo que yo aproveché para romper el hielo comentando.

-Entonces te vas…

-Sí. Ya no tengo razón para quedarme aquí. Te hice daño y no quiero que sigas sufriendo por mi culpa.

-Pero me hiciste muy feliz…

-A base de mentiras. No era real. Y yo tan sólo vivía en un sueño estando despierto, consciente de lo que te hacía. Soy un farsante. Lo entenderé si no quieres perdonarme.

Hubo un breve y denso silencio entre los dos, mientras yo pensaba lo que decirle a continuación. ¿Podía recriminarle y decirle lo que sentía? Perfectamente, pero por otro lado no quería que eso fuera lo último que se llevara de mí, no después de todos los buenos momentos que pasamos. Por lo que, sin muchas evasivas, murmuré.

-Entonces… Chantal era tu hija ¿no?

Ante eso Antalah cerró los ojos con fuerza, como si no quisiera volverlo a recordar, pero finalmente cedió y comenzó a explicarse.

-Así es. Murió durante un ataque de los piratas a nuestro hogar, más allá del mar. Fue mucho antes de que yo me convirtiera en mercenario, pero por aquel entonces no era más que un simple mercader. Su madre murió al dar a luz, ella era todo lo que tenía. Cuando la perdí me sumí en la desesperación y hui de allí para tratar de olvidar. Pero nunca olvidé. No podía. Por mucho que corriera, por mucho que huyera, ella siempre volvía a mi mente y mis recuerdos. Era una tortura. La guerra me mantuvo lo suficientemente ocupado como para no pensar en ello, y por un tiempo estuve bien conmigo mismo. Fue entonces cuando conocí a tu padre…

Ese comentario me hizo reaccionar, notando cómo mi corazón daba un vuelco y comprendiéndolo al instante.

-Entonces… lo que me contaste…

-Sí, es real, todo es real, sucedió tal y como te lo conté. Era un avezado guerrero que sabía cómo luchar y con una fuerza y tenacidad descomunales. Nos conocimos en una batalla, de hecho le salvé la vida, y nos hicimos amigos rápidamente. Me contó su historia y me habló tanto de ti como de tu madre, de ahí que supiera tanto al respecto. De hecho fue él quien me entregó la lámpara antes de desaparecer, pidiéndome que te la hiciera llegar si algo le pasara.

-¿Qué? ¿Desapareció? ¿Qué le pasó?-inquirí, ávida de respuestas.

-Fue tras la batalla final, cuando el humo y los gritos cesaron. Nadie supo qué fue de él. Algunos dicen que murió… pero yo no lo creo. Era demasiado fuerte y tozudo como para morir así sin más. Tiene que estar en algún lado, vagando, buscándote. No sabes bien cuánto te quería, no hacía más que hablar de ti y de lo guapa que era su hijita, igual que su madre.

-Claro… por eso no mentías cuanto me decías que me querías…

-Así es, pero no te lo decía a ti, sino a mi hija. Nunca quise engañarte así, pero cuanto te vi delante de mí no pude evitar recordarla, ya que os parecéis mucho. Te miré, vi a Chantal y entonces… entonces… oh, Shantae, lo siento tanto…

Finalmente no pudo más y se echó a llorar, no lo dudé en ningún instante y le abracé para consolarlo; el hombre me asió y siguió llorando abiertamente, dejando escapar todo lo que sentía. Yo no pude evitarlo y también lloré, ya que después de todo podía comprender cómo se sentía. Además, después de todo ese tiempo, y aunque fuera mentira, realmente le quise, como él quiso a su hija. Y eso sí que era verdad.

-No lo entiendo… ¿por qué me perdonas así sin más? Después de todo lo que te hecho…-musitó Antalah en ese momento.

-No pasa nada… después de todo me hiciste muy feliz, y aunque no fuera verdad, yo siempre voy a atesorar el tiempo que hemos pasado juntos. Chantal tuvo mucha suerte de tenerte como padre.

El hombre dejó escapar un estertor en ese momento, quizás embargado por la emoción, aunque en un momento dado murmuró.

-Eres tan buena, Shantae, que te mereces sólo lo mejor. Me has perdonado aun a pesar de lo que te he hecho. Sólo alguien como tú sería capaz de hacer algo así. Tu padre tenía razón… eres un ángel.

Ante eso no pude evitar sonrojarme ligeramente, esbozando una feliz sonrisa, aunque por otro lado me entristecí al saber que se marchaba.

-No tienes por qué irte, siempre vas a ser bienvenido aquí, al menos por mi parte se refiere…

-Sabía que me dirías eso… pero no, ya he tomado mi decisión. Voy a volver a mi hogar, es hora de que me enfrente a mi pasado. Si me quedara aquí sería como admitir la derrota y seguiría huyendo. Y me he pasado la vida huyendo. Pero ya no más.

-Lo entiendo… te voy a echar de menos. Fuiste un gran padre.

Ésta vez fue el turno de Antalah de sonreír, dándome un último abrazo y un pequeño beso en la cabeza.

-Gracias por todo, Shantae. No cambies nunca.

-Tranquilo, no creo que lo haga muy pronto…

Ante eso los dos nos reímos y, tras un último adiós, abordó el velero y se marchó a mar abierto en él. Le despedí con la mano hasta que el barco se perdió en la distancia, sintiéndome mucho mejor conmigo misma.

En ese momento los demás llegaron, siendo Sky la primera en hablar.

-Así que al final lo has perdonado…

-Pues sí, después de todo fue tal y como yo lo pensé, en ningún momento quiso hacerme daño, pero el recuerdo de su hija era demasiado grande y doloroso para él, por lo que quiso compensarlo de cierta forma-asentí, sin mayores pretensiones.

-Extraña forma de compensarlo… pero bueno, es entendible, no debe ser fácil vivir con semejante pena-murmuró Bolo, rascándose la cabeza.

-No me esperaba menos de ti, pastelito. Quiero decir, fuiste capaz de perdonarme a mí, así que…

-Sé a lo que te refieres, Rotty, pero tanto tú como él teníais razones de peso y en ningún momento fuisteis a hacer daño. Él es buena persona, y tú también, así que os merecéis una segunda oportunidad.

La chica zombi no pudo evitar turbarse un poco, mascullando de seguido.

-Oh, pastelito, qué cosas me dices…

-Me alegro que todo haya quedado bien, pero espero que esto te sirva para no fiarte tan fácilmente de la gente, al menos él no tenía malas intenciones, pero si hubiera sido cualquier otra persona probablemente hubiera sido mucho peor-remarcó Sky en ese momento.

-Sí, tienes razón, debo tener más cuidado, gracias por recordármelo…

En un momento como ese, podía sentir que todo estaba bien con el mundo. Si bien Antalah no era mi padre, fue una gran figura paterna en esos momentos tan importantes, y los seguiré atesorando en mi memoria puesto que me dieron mucha fuerza para seguir adelante. Estoy segura de que, algún día, me reencontraré con mi madre y mi padre. Y tanto mis amigos como mi tío estarán ahí para mí pase lo que pase. Como una familia. Mi familia.


Y ya está, se acabó. Un final sencillo para una historia sencilla y sin muchas pretensiones. Desde el principio sabía qué tipo de historia escribir y cómo tratarla, pero el tiempo ha sido mi mayor enemigo, tardando más de la cuenta. Entre el trabajo, las oposiciones y otras obligaciones, que además me acabaron minando de cierta forma, he tardado mucho en componer toda la trama, pero finalmente finalizo con la historia de Shantae que siempre quise escribir. El misterio seguramente no esté muy elaborado y se vea rápidamente el cartón, por así decirlo, pero lo dicho, no era mi intención hacer algo sumamente elaborado y sesudo. Después de todo llevo muchas historias largas y con muchos detalles en mi haber, y ahora que quiero ir recogiendo para retirarme, las historias cortas son una buena opción.

Y eso es todo, espero que os haya gustado, comentad, dejad reviews y nos vemos en otra historia.